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Quedaron entonces, después de tantas vicisitudes, los mismos que otrora entraran en Girona, más Otilia, la pequeña que había perdido el habla tras presenciar el asesinato de sus padres. Pues liberados ya los prisioneros que don Íñigo tomara tras su enfrentamiento con don Gonzalo de Villena, marchando el lanero y su familia a Valdemoro, negándose los juglares a seguir en tan peligrosa compaña y yendo los judíos tras el ladrón de su libro a Toledo, ya solo quedaba saber el paradero de Blas.

Y al punto lo supieron, pues en cuanto el carro de los judíos desapareció, emergió este de detrás de una roca. Cumpliendo el encargo de don Íñigo, el sigiloso goliardo había seguido a Leví y al resto hasta una venta donde habían dejado el cadáver de Tobías y Paloma se había quedado también allí, seguramente encargada de prepararlo para su entierro, y se habían subido los hombres armados, descargando previamente todas las mercancías del carro en el patio de la venta. En su camino de vuelta encontraron a los juglares acampados, les preguntaron e indicaron el camino a Valdemoro. Blas les siguió hasta que se econtraron con don Íñigo y los demás, momento en el cual se ocultó a la vista de todos.

Así pues, siguiendo la dirección que marcaba la varita de Lourenço, el grupo se puso en marcha hacia Toledo, con la esperanza de que la ciencia del alquimista portugués les condujera a aquel libro por el que tantas personas habían muerto ya, y que tanta gente parecía conocer y codiciar.

Llegaron entonces a la encrucijada junto a la cual habían acampado los juglares, que estaban allí holgando y parloteando con los ballesteros de don Gonzalo. Al pasar, Francho hizo una teatral reverencia a modo de saludo, y Arnau se limitó a mirar para otro lado y escupir. Mayo, como casi siempre, tocaba su laúd ensimismado, y Yacma comía un poco de bizcocho. Por su parte, Lope mantenía una animada charla con Ebardo, que escuchaba con mucha atención.

Blas tras dar las novedades sa don Iñigo, optó por hacerse uno más en la compaña.

se le notaba satisfecho y tranquilo, pues la labor quedo hecha et bien

Tras el reencuentro con Blas, dispuse que aligerásemos la marcha en dirección a Toledo, pues los judíos habían de cobrar ventaja que non tomábamos el camino a lo menos tardar posible, et ya non confiaba en posibles aventurados que pudieren acompañarnos.

- Continuemos, amigos, que larga es la marcha et llévanos ese maldito de Roldán amplias ventajas.

A lo cual, aprovechando la caminata, pregunté a Blas por cuanto hubo observado en su seguir a los judíos.

- Contádmelo todo, buen Blas, et non dejeis detalles sin narrar, que cualquier información puede ser vital en aquestos momentos.

Caminhó sin muxa conversación la gallega a lo largo del trayecto hasta la ciudade de Toledo. Manteníase avergonçada et al mesmo tempo molesta pelo trato reçibido quando quiso ella tan solo ayudar, et ainsi, la vox de la razón decíale que mantuviera la suya boca callada, que bruxa era et de bruxa la podían condenar. Miró a los suyos acompañantes en silencio, sabiendo que su vida dependía de su voluntad agora. Con suerte, non pronunciarian nada de lo ocurrido delante del goliardo, que quién sabe si la pudiera olhar de la mesma manera que los outros, pues al menos éstos, también practicaban artes poco conocidas o prohibidas, et logo estaba el perdón et silencio de Don Iñigo, que la martirizaba qual padre decepcionado.

Estoy ansioso por llegar a Toledo, está aventura está resultando más complicada de lo que parecía en un primer momento y quiero que nuestros esfuerzos se vean recompensados
Desde que partiera de viaje habían ocurrido tantas cosas...