Partida Rol por web

P.J se frotaba la en un gesto mezcla de preocupación y cansancio, intentando calmarse y pensar con tranquilidad. Al final, con un gesto de hastío, levanta la cabeza y mira al resto.

- Donde no vamos a encontrar esos ingredientes es aquí, quietos. Vamos al jardín a ver qué encontramos.

Sin esperar aprobación o respuesta por parte de los demás, comenzó a caminar hacia el jardín.

Pat vio y escuchó como varias voces se unían a la suya creando una armoniosa entonación para el éxito del conjuro, no bien acabaron las frases delante de ellos apareció un libro conocido -Negro y con un intrincado dibujo de ocho puntas...- no había duda, era el Libro de la Sangre -¿Qué rayos hace aquí?- el mayor de los primos se adelantó para cogerlo y comenzó a mirarlo mientras preguntaba por él.

Varias voces dieron su opinión más no se oyó la de Pat, la joven simplemente miraba las hojas que iban pasando, se acordaba perfectamente de cuando había hecho los mismos movimientos justo antes de escribir los único que había. O al menos eso pensaba. Cuando apareció la página con una caligrafía distinta a la suya abrió desmesuradamente los ojos y se acercó hasta tocar con su pecho la espalda de Chris y leer lo que ponía exactamente por sí misma.

Sus primos tenían razón, aunque ella creía que lo importante era hacer las cosas en el orden correcto. Estaba por decirlo en voz alta cuando su hermana mayor habló y comenzó a andar hacia la casa que se veía. 

-Vamos, los ingredientes que no encontremos aquí los tendréis que "traer".

Claramente se refería a utilizar los poderes para hacerlos aparecer. Para su forma de ver las cosas, no tenía sentido ponerse a buscar una salida para ir a comprar y luego tener que volver a encontrar la entrada para dar con el demonio. 

Entendía eso de traer los ítems que no estaban aquí aunque a Chris le parecía que iba a ser sumamente díficil. "Lo de orbitar interdimensionalmente o como sea que se diga, parece algo peligroso. Aunque es cierto que no tiene mucho sentido lograr salir para volver, no lo sé. Creo que de todos modos esta prueba es completamente díficil..."

Siguió a P.J hasta la casa, sin dejar de mirar de tanto en tanto a su hermana. Pat tenía una buena idea, esperaba que funcionara. Henry ya había explicado lo que era la mandrágora, así que lo que debían hacer era poner manos a la obra.

"Primero voy a mirar este jardín en busca de esa planta... a ver si tenemos suerte. Luego me preocuparé por el resto de cosas junto con el resto de mi familia."

Mel había dedicado muchas horas a sus estudios mágicos, por lo que, al ver la receta que había aparecido en el Libro de la Sangre, enseguida hizo un inventario de lo que tenía en casa.

-La raíz de la mandrágora es lo que necesitamos para el ritual. Hay leyendas que dicen que hay que recolectarla en tal fecha o a la luz de la luna, pero la verdad es que las veces que la he usado, ha dado lo mismo cuando la obtuve. Si hubieras prestado un poco más de atención a tus clases Chris... -regañó cariñosamente a su hermano.

-Vamos, en este jardín seguro que encontramos algunas. Lo del demonio sí que va a estar complicado... para vencerlo necesitamos su carne y para obtener su carne vamos a necesitar vencerlo... ¿Cómo se supone que haremos?

Henry caminó con los demás, siguiendo a la decidida PJ. Su madre le había dicho que era idéntica a Prue. No sólo físicamente, si no por su decisión a las cosas. No pudo evitar sonreír.

Creo que mi madre me contó que a Baltasor le cortaron un trozo de carne con un cuchillo. Piper le paralizó y le dieron un tajo. Tendremos que hacer algo parecido.

La mandrágora se encontraba en aquel jardin, igual que las semillas de zanahoria. El resto de ingredientes no crecían en el jardín, así que tendrían que buscarlo de otra forma. En cualquier caso, la casita del jardín continuaba allí, sin que ninguno de los primos se hubiera dirigido hacia allí o hubiera entrado. Unos minutos después, durante su recolección de alguno de los ingredientes, la casita comenzó a echar un humo blanquecino por la chimenea. Alguien estaba cocinando algo en su interior.

Encontaron las plantas en el jardín y al levantar la mirada del suelo Pat pudo ver humo salir de la chimenea. 

-No es nada educado hacer esto -susurró mas para sí misma que para sus familiares.

A pesar de no saber quien habitaba aquella casa no debían actuar como ladrones, pensaba que lo más correcto era llamar para presentarse y pedir lo que necesitaban, y dependiendo de quien abriese actuar en consecuencia.

-Voy a llamar, confío en que me cubrais -dijo con media sonrisa mientras se acercaba a la puerta dispuesta a hacer lo que había pensado.

Alguna de las cosas estaban en el jardín: la mandragóra y las semillas de zanahoria. Los otros ingredientes no estaban allí pero esto era un principio. Entonces Chris vio que su prima se acercaba a la casita, que por la chimenea estaba emitiendo un humo blanco.

-Espera Pat... puede ser peligroso. Déjame acompañarte.

Dijo, y se paró al lado de la joven. Habló a su familia, no dándoles órdenes ni mucho menos si no diciendo una idea.

-¿Qué tal si os escondeís por si hay que atacar a lo que sea que salga por esa puerta de forma sorpresiva? -Chris no tenía una pizca de confianza en nada en este mundo tan raro. Guardó las semillas de zanahoria en su bolsillo y le dio la raíz de mandrágora a su hermana para que la tuviera a resguardo.

Creo que es absurdo esconderse. ¿De verdad crees que después de todo el destrozo no se habrá dado cuenta de que estamos aquí? Quizá incluso que nos vea a todos a la vez, en caso de que sea un enemigo, le intimide y no nos ataque añadió mientras se ponía al lado de su prima Pat.

Pat llamó a la puerta de la casita del jardín, tras golpearla repetidamente con los nudillos, ésta se abrió sin más. Allí dentro no había absolutamente nadie. 

Era una casita con el suelo de madera, una chimenea encendida con tres calderos encendidos y con algún líquido calentándose en ellos. Era lo que estaba echando humo. Los calderos de diferentes tamaños.
También había una enorme mesa en el centro de la misma con tres sillas a su alrededor, una enorme, una normal y una bastante pequeña.

La casita también estaba llena de estanterías con multitud de botecillos, parecidos a los que había en las farmacias antiguas, o en las salas de hierbas que a veces visitaban cuando tenían que ir a comprar algún ingrediente para una poción.

Además, también había tres camas, una grande, una mediana y una pequeña.

P.J miraba el interior de la casa con sincera curiosidad. Primero habían estado aquellos líquidos que agrandaban y encogían, como en un cuento, y ahora...

- Ey, chicos. - Le dijo a sus familiares. - ¿Esto no os recuerda a algo?

El que la casa estuviera vacía dejó a Pat sorprendida -¿Quién cojones ha encendido el fuego?...- estaba pensando en ese tema cuando su hermana mayor puso de relieve la similitud del interior con otro cuento.

-Ricos de oro y los tres ositos. -respondió inmediatamente a su pregunta -Pero en vez de platos hay calderos, e ingredientes.

Avanzó. Entró en la estancia y se acercó a los botes buscando lo que les faltaba, si era como en el cuento tendrían tiempo de preparar la poción antes de que se presentasen los habitantes del lugar, si no... esperaba que quienes llegasen fuesen tan amistosos como los osos del cuento.

Chris comprendió lo que decía Henry sobre que, de todos modos, quien estuviera allí dentro seguramente ya los hubiera visto. La cuestión era que, al abrir, nadie había aparecido. P.J. dijo algo que era evidente, este escenario hacía recordar a uno de cuentos, y como bien indicó Pat, era igualito al de Ricitos de Oro y los Tres Osos. 

El muchacho miró en derredor: las tres camas, las tres sillas, y hasta los tres calderos.

-Quiero ver si reconozco alguna cosa de la que se está cociendo, tanto si huele a comida como a algo podrido... o se asemeja a una poción.

Dijo Chris y se aproximó a los recipientes sin tocarlos, solamente mirando su contenido e intentando ver si podía identificar los ingredientes, o si era comida... si olía como comida siquiera.

Kat se mantuvo en silencio, pero cuando el libro de las sombras apareció, no pudo evitar sorprenderse. Entonces, encontraron el hechizo que necesitarían, una poción. Que mal momento para tener que necesitar ingredientes. A pesar de eso, continuaron. La mandrágora y las semillas de zanahoria lograron encontrarlas en la huerta, así que restaba lo demás. En la pequeña casa salía humo de la chimenea, lo cual indicaba que alguien cocinaba algo. Se dirigieron hacia allí y todo lo que encontraron fue indicio de un cuento para niños. Era espeluznante.

Por un momento, Kat quizo correr lejos de allí, tan lejos como pudo, pero respiró profundo y se tranquilizó. Tras esto, pasó a examinar los calderos para tratar de identificar las pociones, al igual que los ingredientes que estaban en los estantes. Todo parecía un cuento, pero ellos necesitaban ingredientes y allí había bastante.

- Solo espero que esto termine pronto - dijo más para sí misma que para los demás.

Al escuchar a P.J., Henry dibujó una sonrisa. Pero algo en el tono de su prima le hizo que la felicidad se esfumara.

Sí... los tres ositos... Pues como este cuento también esté adaptado, no quiero ver qué tres demonios ocupan esta casa. Así que démonos prisa, encontremos los ingredientes y larguémonos de aquí.

Algo en la mente de Henry le dibujaba una escena futura muy funesta. Si no iban rápido, a saber quién se presentaba en la casa.