Partida Rol por web

Pat negó con la cabeza a las prisas de Henry, se giró con varios frascos en las manos y señaló otros con la barbilla. 

-Tenemos todos los ingredientes y un caldero donde "cocinarlos" -miró a Chris esperando a que dijera cuál de los tres era mejor usar -, o mejor, hacemos la poción en los tres por si acaso. Sólo falta la carne del demonio. No se puede orbitar una oreja ¿verdad? Pues alguien tendría que conseguirla mientras tanto.

Ninguna de las dos misiones estaba exenta de peligro, quedarse haciendo las pociones y vigilando quién volvía a casa, o ir a cortar un trocito de demonio...

-Será prudente dividirnos? -Mel entendía el punto de su prima. Si algunos comenzaban con la poción mientras otros trataban de hacerse con la carne del demonio, ganarían tiempo. Pero cada vez que se habían separado, los problemas habían ido en aumento.

-Parece que las cosas sólo nos salen bien cuando el "poder de 8" está unido... No sé, podríamos intentar cocinar una parte de la poción y terminar de completarla cuando consigamos la carne del demonio. Algo así como ingresar el último ingrediente en el momento justo para luego arrojarle la poción a nuestro enemigo... ¿No?

Chris comprobó qué contenía el caldero y se lo informó al grupo.

-Es solo agua en ebullición. Si crees que podemos hacer la poción aquí mismo, Pat, me parece una buena idea. Lo de dividirnos me suena peligroso... pero es cierto que precisamos la carne de demonio.

Miró a su hermana y escuchó su propuesta.

-Me parece bien eso que dice Melinda, cocinar el resto de los ingredientes y dejar lo del demonio para el final. Sugiero usar un caldero solo primero, para ver si es que no hay una reacción adversa, entonces deberíamos repetir la cocción en alguno de los otros dos.

Chris también sugería internamente por lo menos que todos estuvieran atentos a la puerta, no sea que a los tres osos se les ocurriera regresar.

-¿Qué tal si los osos son demonios? Entonces cuando estemos con el final de la poción usamos su carne...? Claro que, no mola mucho que sean demonios, lo sé.

Si sólo cocinamos unos pocos ingredientes y dejamos lo demás para el final, podemos tener problemas si el demonio nos persigue. O cocinamos todo, dejando para el final la carne del demonio, o no podemos dejarlo a medias. Es un gran riesgo.

Henry miró con decisión a todos los allí presentes. No le gustaba la decisión, pero no parecía tener muchas más opciones.

Tenemos que separarnos. Cada segundo que pasamos aquí, todo se vuelve más extraño. Deberíamos hacer dos grupos.

Lo más sensato es que los poderes más agresivos vayan contra el demonio, para cortar un cachito de él. Los que se queden aquí, deben quedarse acompañados de alguien que pueda desplazarnos. Es decir, PJ o Chris. Yo me intentaré clonar para ir con ambos bandos. Sólo hay que decidir dónde se queda el Henry real.

Pat asintió a las ideas de sus primos y luego se encogió de hombros.

-En las celdas estábamos separados y hemos podido juntarnos sin el poder de ocho. Empecemos a hacer una poción, cuando esté casi hecha unos vamos a por el último ingrediente mientras otros hacen más en los otros calderos por si acaso hay más invitados que el previsto, supongo que la poción servirá contra el demonio del que se ha introducido la carne. -sin darse cuenta ya se había incluido en el grupo que iba a ir a por el demonio -Como bien dice Henry, Chris y P.J. que elijan, Tam y yo también deberíamos dividirnos por si hay problemas con los habitantes de la casa, Kat debería ir y el tú real creo que debería quedarse aquí. Debes decirle a quien se quede como van las cosas por allí, además siempre puedes hacer que tu clon sea el cebo ¿no?

Mientras hablaba se acercó a uno de los calderos y fue dejando los ingredientes que llevaba al lado, se recogió el pelo en la nuca y se arremangó.

-¿Empezamos?

Su mirada iba del caldero, a la puerta y a Mel, a la que suponía la más diestra con las pociones.

Escuchó a Henry y Pat. Estuvo de acuerdo con ambos. Su prima empezó a hacer la poción mientras el chico aconsejaba que, de separarse, los que lo hicieran deberían ir acompañados de alguien que pudiera orbitar, Chris o Pj, para evitar algún problema.

-Yo no sé hacer pociones así que iré con quién me necesite. Si vais a separaros entonces acompañaré al que me lo pida. O si deseáis que me quede aquí está bien también. Solo quiero ser útil, necesito sentir que puedo ayudaros si algo se descoloca. Y estando en el mundo en el que estamos, no sería raro pensar en que locuras pasen.

Mientras los herederos discutían sobre si dividirse o no, o sobre como armar los grupos uno de ellos pudo apreciar como una libélula de color rojizo como la sangre estaba posada junto al caldero más grande. Había entrado por la puerta que estaba abierta. Cuando alguien la descubrió, se dio cuenta de que había otra libélula en la mesa, otra apoyada en el respaldo de una silla, otra sobre la cama... 

¡Estaban por todas partes! 

Con la discusión, las libélulas de las que antes habían huido se habían ido adentrando en la casita de Ricitos de Oro. Todas tenían el mismo tamaño, no había una más grande, y otra más pequeña. 

Pero aquello no significaba nada bueno.

¡Había que darse prisa, la poción aún no estaba y aquellos insectos no señalaban nada bueno! Especialmente porque con mucho cuidado y disimulo iban entrando por cada puerta o ventana de la cabaña.

Estaban discutiendo el plan, cuando Henry se percató del bicho.

¡Una libélula! dijo, sin darse cuenta de lo que significaba. Hasta que se fijó en otra... Y en otra... Y en otra... Y en muchas de las que ya había por la casa

¡Mierda! Se nos ha acabado el tiempo. ¡Esos bichos están aquí y nosotros sin la poción! El demonio seguro que está fuera. ¡Pat, a la poción! Penny y yo nos quedaremos aquí para protegerla. Los demás, ¡coged el cuchillo y salid de aquí a por ese demonio! Congeladle, cortarle un trozo de carne, y nos la traéis orbitando o corriendo, como queráis. ¡MOVEOS! grité en el momento en el que cerraba los ojos y me concentraba para duplicarme.

Nadie se decidía a hacer o decir nada, Pat no sabía si porque todavía estaban digiriendo lo sucedido o por miedo a fallar, pero necesitaban un líder ya y ponerse en marcha. La chica había pensado que su hermana mayor optaría al puesto, pues en casa nunca se lo había pensado, pero de momento no era así.

Un grito de alarma sacó a la joven de sus elucubracioneservicios y fue el primo pequeño quien se puso a repartir posiciones.

-Cerrar las ventanas y la puerta, -añadió mientras empezaba a echar los ingredientes en el caldero mediano -y no os olvidéis de matar a las que han entrado. Mel ven a preparar otra poción en el otro caldero por si acaso. En cuanto esto empiece a hervir habrá que meter la carne.

Lanzó una mirada hacia los que se iban, en ella se podían leer claramente dos cosas: tener cuidado y daros prisa.

El tiempo de platicar había terminado. Escuchando las instrucciones de su primo, Chris cogió un cuchillo y se dispuso a salir de la casa en busca del demonio, que muy posiblemente se hallaba afuera o cerca de las libélulas esas.

“Bien, si todo se complica puedo orbitar lejos… o intentarlo. Pero prefiero intentar cortar un pedazo de bicho primero”

Pat pedía que cerraran las ventanas, si podía de paso alcanzar una la cerraría al salir. Caminaba rápido cuando se dio cuenta de lo obvio.

“Orbita fuera de aquí, tonto!”

Así que hizo la intentona de orbitar fuera de la casa directamente. Ni siquiera tuvo tiempo de decir adiós, pero era importante salir y sacar el pedazo de demonio. Además así se evitaba tener que atravesar a las libélulas de camino a la puerta.

¡Algo no andaba bien!

Chris estaba buscando un cuchillo antes de salir de allí orbitando, pero no encontró ninguno. Así que tuvo que perder algo de tiempo en buscar mientras iba cerrando las ventanas.

Las libélulas seguían apareciendo a cada segundo. No tenían muy claro si entraban por la puerta, por la ventana, por la chimenea o si simplemente se duplicaban o se teletransportaban hasta allí. ¡Pero cada vez había más!

Pat tenía ya las pociones preparadas para echar la carne. Pero su primo Henry aún no había logrado duplicarse. El plan no estaba saliendo como esperaban y los nervios por la situación inminente no ayudaban en nada a lograr sus objetivos.

Las pociones se hicieron rápido pues el agua ya estaba bastante caliente, cuando estuvieron listas para agregar el último ingrediente Pat levantó la cabeza del caldero para preguntar a su primo como iban con ese asunto y al hacerlo descubrió que todo iba bastante mal. Henry con mala cara intentando duplicarse, los primos sin idea de donde podía estar el demonio y cada vez más libélulas en la estancia.

-Se acabó. -dijo la mujer con evidente enfado y al momento una idea se formó en su mente.

Se giró hacia el grupo de insectos más alejado de sus familiares y agitó las manos en su dirección para matar unas cuantas. Esperaba no volatilizarlas completamente, quizás esos bichos formaban parte del demonio y era lo que necesitaban.

Chris no se podía creer que entre tanto trasto no hubiera algo con filo, pero no lo había. Para males, esas malditas libélulas seguían entrando y entrando. Su prima hizo algo con las manos y al joven, lo único que se le ocurrió para ganar tiempo, fue orbitar a algunas de esas libélulas lejos de allí.

"Bien, ¿podré hacer eso?"

La verdad es que le hubiese gustado tener más tiempo para poder pensar una manera, pero no lo había. Los bichos seguían entrando...

-¿Servirá una de estas cosas dentro de la poción? -preguntó, pero se enfocó en orbitarlas fuera de la casa, lo más lejos que sus poderes pudieran enviarlas.

Nada, su clon no se había presentado. Se mordió el labio por dentro con fuerza, autocastigándose. Tenía un poder bastante mediocre, ¿no era suficiente castigo? La situación se estaba yendo de las manos, y él no era capaz de hacer nada, sólo daba cuatro gritos y ni así funcionaban las cosas.

No echéis los bichos hasta el último momento por si acaso. Primero hay que intentar conseguir la carne del demonio

Volvió a callarse, intentando concentrarse para duplicarse.
 

-Prueba a meter una en el caldero de la derecha -respondió Pat a su primo mientras veía el resultado de su acción.

Como había tres calderos, no suponía que iban a perder nada con intentarlo. Chris apuntó a una de las libélulas esas y la orbitó, o intentó hacerlo, dentro del lugar que su prima le había indicado.

-¡Libélula! -gritó y esperó que todo saliera bien.