Partida Rol por web

   - Sköll. - susurro antes de que la tabernera se marche, a modo de agradecimiento por el trago.

   No le quité ojo a aquella mujer, y la correspondí con una sonrisa de agradecimiento. Ella sabía que habíamos traído a Siggy, parecía agradecida por ello. Y quizá pudiera darnos más información. Es algo a tener en cuenta por si los parroquianos deciden guardar la lengua tras sus bocas. Busqué a mi alrededor un lugar en el poder sentarnos, más bien en el que poder integrarnos con los lugareños. El sitio era justo. Tan justo que me hizo temer que un gigantón como Erik no hiciera estallar aquel lugar con su mera presencia. Pero había algunos huecos libres en mesas grandes en los que poder sentarnos y mezclarnos. Hice un movimiento con la cabeza a mis compañeros y me encaminé hacia allí.

   Saludé con un movimiento de cabeza a los presentes y me senté. No les importaría. Esta gente, mi gente, la gente de mi pueblo, es distinta a la de otros lugares en los que se estila el pedir permiso y disculpas hasta para poder quejarte si te atraviesas el dedo con una astilla. Me senté, y si a algún lugareño le parecía mal, pues que me lo dijera. En cuanto me senté, agucé el oído para escuchar las conversaciones en general y buscar a mi presa: La persona que tuviera la lengua más suelta de los presentes.

- Sköll. Esta claro que hicimos bien en llevarnos a Siggy con nosotros de aquel infecto lugar donde nos tenian presos. Pero tenemos que averiguar quien fue el que vendio a la chica. Esa tabernera parecia maja, tu haakon, que sabes hablar, porque no la engatusas y a ver que nos cuenta.

- Skoll. - dije imitando a mis compañeros antes de dar un largo trago. No me importó la calidad de la cerveza, después de lo que habíamos pasado, me sentía como si fuera una jarra de pura hidromiel. Uther ya se encontraba examinando el lugar con sus ojos penetrantes como un halcón en busca de su presa, y entonces Erik me propuso su idea. Sonreí débilmente, no era precisamente un seductor ni tenía mucha confianza en mi elocuencia, en esos terrenos era Uther quien siempre se desenvolvía con naturalidad; sin embargo, me atreví a intentarlo.

Aproveché cuando la tabernera pasó cerca de nosotros tras atender a otros parroquianos y la hice un gesto indicando que se acercara de nuevo. Ignoré por completo la parte de "engatusar" a la tabernera, si algo podía decirnos, lo mejor sería preguntar más directamente. Intenté hablar en voz baja para no perturbar a toda la taberna - disculpa que te haga esta pregunta, pero Siggy nunca nos lo contó... ¿qué la ocurrió? ¿cómo fue que acabó secuestrada? - evidentemente era una mentira, pero una pequeña, pensaba yo, para que la tabernera accediera a respondernos lo que supiera.

La mujer deja sus quehaceres para atender a Haakon. Lo cierto es que los que estáis en la mesa no llegáis a oir nada de lo que le dice a Haakon, pero podéis notar cómo lo que relata la mujer le está poniendo triste.

Una noche, mientras el pueblo estaba inmerso en una gran fiesta, con grandes invitados como el Jarl Olaf Olafssen, algún desaprensivo capturó a Siggy y se la llevó consigo. Su voz se quiebra durante unos segundos hasta que consigue recuperar las formas. No supimos nada más de ella, por mucho que buscamos, pues la noticia corrió como un río embravecido, no encontramos nada. Pensamos que le habíamos perdido para siempre. Qué felices nos habéis hecho trayéndola de vuelta.

En la mesa, Uhtred apenas escucha a las bromas maliciosas que Erik le hace acerca de Haakon y sus dotes, atento a cualquier chismorreo. Pero nada es jugoso. Tendréis que esperar a que Haakon vuelva para saber algo más.

   Sonrio a pesar de la tristeza de la mujer.

 - Veo que Siggy era querida. Es una buena mujer. Ha luchado como una loba. Ahora ya está de vuelta. Y los gusanos se comerán al culpable. ¡Que mujer! No hay quien medre su voluntad - Dije queriendo mudar la expresión triste de la mujer. Di un trago de la cerveza aguada y pensando en la historia de Siggy. Fue vendida a Aitet con el fin de que el esclavista, al final, lograra someterla, minarle la voluntad o matarla. Y solo había que ver que no había conseguido nada de eso - ¿Y ese tal Olaff Olaffsen? ¿Que relación tiene con la Jarl Helga y este lugar? ¿Qué sabes de él?  

-Ese tal Olaf debe ser un tipo grande a juzgar por como he escuchado hablar de el en la aldea. Alguien notable, seguro.

A ver la cara de la señora posadera.

Me sentí embriagado por la tristeza con que la mujer nos narraba su historia, y un tanto avergonzado por sentir que en cierto modo la había engañado para que reviviese aquellos recuerdos. Negué con la cabeza al agradecimiento de la mujer intentando quitarle importancia, murmuré un débil - gracias - y volví a mi silencio habitual cuando Uther y Erik se sumaron a las preguntas; no quería agobiar demasiado a aquella mujer.

Para mis adentros pensaba que en realidad no me sentía digno de los agradecimientos y favores del poblado. Otros habían sido más hábiles y más útiles que yo, incluso antes de todo aquello solo era un fardo poco práctico en el combate que lo máximo que había concedido era mala suerte. Torcí el gesto sin darme cuenta y di otro gran trago de cerveza aguada en un intento por dejar de pensar en cosas que no debía.

Los culos inquietos de Uthred y Erik pronto cogen por sorpresa a Haakon cuando se acercan a él hartos de esperar en la mesa sentados. La mujer apenas les mira mientras sigue relatando lo ocurrido a Haakon. Sus ojos, casi llorosos, se recomponen un poco cuando el thulr le da las gracias y actúa más normal cuando los recién llegados a la conversación le abordan con preguntas.

Desde luego que es un hombre notable. Olaf es un hombre valiente y leal que, pese a contar con varias decenas de guerreros bajo su techo, se ha mantenido como un subordinado de la Jarl Helga, que Freya le bendiga, pese a que él mismo podría haberse declarado ya jarl a estas alturas.

Las palabras de la tabernera no tenían sentido para mi. De acuerdo a lo que nos había contado Siggy, Olaf se disputaba el poder con su madre abiertamente y no había tenido reparos en raptarla para inclinar la balanza a su favor, pero allí hablaban de él como un hombre de honor. Entonces las piezas comenzaron a encajar, solo podía significar que Olaf se había ganado la confianza de los pueblerinos con la intención de derrocar a la jarl Helga con el apoyo de su pueblo en cuanto mostrase algún signo de debilidad... lo que probablemente habría logrado si Siggy no hubiera vuelto, o lo hubiera hecho demasiado tarde.

Dirigí a Uther una mirada de complicidad. Ya creía que saber todo lo que necesitábamos, tal vez fuese hora de hablar con Siggy y pensar qué hacer ahora que Olaf venía solo para descubrir que habíamos entorpecidos sus planes.

   - ¿Y eso por qué es así? - Pensé que no era bueno desentrañar toda la historia que nos había contado Siggy. Y al saber que la gente ignora lo que hizo el tal Olaf, me reafirma en la necesidad de estar cerca de Siggy. Ahora más que nunca. Es posible que Olaf Olafssen quiera mover una ficha, que traiga soldados y sea peligroso. ¿Que hará? ¿Vendrá acompañado? ¿Vendrá solo? ¿Vendrá con unos pocos hombres y dejará al resto escondido en el fondo del bosque esperando a una señal? - ¿Acaso ha retado a la jarl Helga, o es más válido que ella?

¿Retar a la jarl Helga? Pregunta sorprendida la tabernera. Eso jamás. Siempre se ha mostrado conciliador y ha estado a su lado en todo momento, incluso en los momentos en los que su autoridad fue más cuestionada. Aunque de eso ya hace muchos años y la jarl era apenas una muchacha.

Respecto a lo de ser más válido que la jarl Helga... dice la mujer pensativa. Son diferentes en muchos aspectos, aunque ambos son tercos y no paran hasta conseguir lo que desean. No. Creo que ambos son grandes líderes, aunque a mi me gusta más Helga. Es una mujer como pocas y confieso que siento cierta admiración por ella.
 

-¿Nunca han tenido diferencias? ¿Esta Olaf casado?

Un imperceptible siseo surgió de mis labios que rápido ahogué en la jarra de cerveza aguada mirando hacia otro lado. Ese Olaf parecía una serpiente. Mudaba de piel según le convenía, pues con una piel se muestra conciliador y con otra se quitaba a Siggy de en medio. Una serpiente de lengua bífida que cuando menos te lo esperas puede morderte, envenenarte y matarte. En ese momento miré a mis compañeros: Por muchas sonrisas y abrazos que nos de Olaf, o palabras de aliento o bienvenida habría que andarse con ojo porque, por dentro, estaría deseando arrancarle la piel a quien ha traído a Siggy de vuelta. No podía culparle. El Mundo era el que era y no había lugar para los débiles, pero los dioses habían querido que nos encontráramos con Siggy e hiciéramos causa común. Y eso convertía a cualquiera que amenazara a Siggy y a los suyos en enemigo nuestro. Al menos mío, y algo me decía que mis compañeros no se quedarían al margen.

   Tenía muchas preguntas, pero me mantuve en silencio para que la tabernera contestara a Erik. ¡Claro! Era posible que Olaff quisiera hacerse con el poder. Primero lo intentaría quitándose a Siggy de en medio, al no darle resultado quizá trataría el asunto a través de alianzas y matrimonios. Tendría que hablar con Siggy y la propia Helga, para ver cual era su reacción para con Olaff. Quiza Helga quisiera arrancarle los ojos después de conocer las sospechas que penden sobre el jarl.

   - ¿Cuando se prevé la visita? 

Con cada nueva afirmación de la tabernera sobre Olaf mayor incomodidad sentía en mi interior - Si supiera lo que sabemos nosotros... - pero solo podía contenerme y continuar escuchando con la boca cerrada; contarles lo que creíamos no serviría de nada, lo más probable sería que no nos creyeran... y si lo hicieran solo lograríamos que cundiera el pánico.

La pregunta de Erik me sorprendió, aunque pasado el primer momento acepté que un matrimonio tenía sentido. Olaf podría usarlo para acercarse más al pueblo y en el momento oportuno apartar a la jarl Helga con discreción. Hacía solo un instante quería irme, pero ahora me descubrí a mi mismo expectante, a la espera de la respuesta.

¿Por qué iban a tenerlas? Contesta la mujer a Erik con tono duro. ¿Acaso no me has escuchado, cabeza dura? Espeta, aunque pronto se calma. Olaf y la jarl Helga siempre han sido buenos compañeros y, como ya he dicho, Olaf podría haber sido jarl él mismo si hubiese querido.

Tras unos segundos de silencio, por fin se arranca a contestar a la segunda pregunta de Erik. No, no lo está. Olaf quedó viudo hace años y no ha querido volver a casarse pese a no andar escaso de proposiciones.

¿Cuándo viene? Pregunta sorprendida mirando a Uthred. Se espera que llegue mañana. ¿Acaso no habéis visto como el pueblo se ha animado a engalanarlo?

   - Claro. Claro que hemos visto las galas. Pero hemos llegado hace nada. - ¿Cuánto hacía? Aun ni habían hecho noche en aquel lugar. - Te dejamos con tu trabajo, no queremos interferir. - Repuse en tono conciliador. Me picaba el culo. Obviamente, no literalmente. Pero tenía la necesidad de saltar del lugar en el que estábamos y conversar en privado con mis compañeros. Bebí de un trago la cerveza aguada que me quedaba y me limpié la incipiente barba, que cada vez estaba más espesa y me reportaba más orgullo. - ¿Por qué no dejamos trabajar a esta buena mujer y nos vamos a conocer el lugar y a sus gentes? - Pregunté a mis compañeros, mirando hacia sus jarras y luego hacia sus vasos. No pretendía ser sospechoso y seguramente que mis compañeros ya han notado que aquí hay algo que cojea.

La tabernera asiente y volviendo a sus quehaceres os deja a vuestro aire. Sin embargo, las distancias con otros parroquianos no es la suficiente como para decir ciertas cosas.

   - Acabaos la bebida, compañeros. Mal empezamos si lo primero que hacemos es escondernos en una taberna. Tenemos que buscar cómo ser útiles a esta gente. - Me terminé lo que me quedaba, si es que me quedaba algo, de la cerveza y dejé la jarra sobre la barra cerca de la camarera. Me dirigí en silencio hacia la puerta y, antes de abrir, les hice un gesto a mis compañeros para que se apuraran y me siguieran.

   Olaf Olafsson no tardaría más de un día en llegar. Eso era muy poco tiempo y teníamos que prepararnos. Una prioridad era hablar con Siggy antes de hablar con su madre. Pero antes quería hablar con mis compañeros para ver qué piensan de todo esto.

Asentí a Uther sin decir nada, satisfecho por lo que nos había contado la mujer, y me dispuse a levantarme sabiendo que pronto abandonaríamos la taberna. Estaba seguro de que cada uno se habría hecho su propia idea sobre Olaf y quería compartir impresiones y hablar con Siggy, si era posible, cuanto antes.

Salís de la taberna. El sol está cayendo y comienza a refrescar. No es un frío como en Dinamarca, pero aún con todo, pasar el invierno en estas tierras sin tener un techo bajo el que cobijarse no debe ser agradable. Estáis sólos. La actividad del pueblo parece haberse terminado y apenas queda nadie en la calle, atareados los pocos presentes en terminar sus asuntos y volver a casa. Entre bocanadas de vaho, os reunís dispuestos a decidir vuestro siguiente paso.