Partida Rol por web

Una vez terminada la desagradable conversación con el embajador imperial, pasasteis un par de días más en la abotargada ciudad de Marienburgo, comprando suministros, herramientas e intentando descansar antes partir fuera de las seguras murallas.

Vendados y algo más animosos terminais con los últimos preparativos y os disponéis a salir por la entrada principal. Allí, desgraciadamente, se encontraba una vez más Wilhelm Schmidt junto con varios guardias y hombre vestido con ropa exquisita, digna de un noble, aunque algo "usada".

El hombrecillo parecía algo cansado e irritado.-Pensaba que no os encontraría ya.-Hace un gesto para que su acompañante se acerque y os presenta.-Antes de partir, pensé que quizás tuvierais que necesitar de los "talentos" de un hombre como Fritz Feuerbaum. Al igual que vosotros tiene la obligación de llevar a cabo esta misión. Además, vista la peligrosidad y mortandad que acompaña a este niño, imagino que os vendrán bien dos brazos más.

Mira a los guardias y dando a entender que no piensa quedarse cerca de vosotros ni un momento más, se despide bruscamente.-Suerte, y que Sigmar os proteja.-Da una palmada en la espalda a Fritz mientras ríe entre dientes y se aleja con paso calmado por la arteria principal de la ciudad.

-Una excelente presentación: dos brazos más -la sorna abundaba en las palabras de Feuerbaum quien, por cierto, llevaba esos dos brazos bastante ocupados sosteniendo dos libros gastados y atados con una miserable cuerda-. Pero en esencia, ha indicado lo correcto, buenos señores. Permitidme completar el resto. Además de mi nombre, soy, me gusta decir, un estudiante itinerante, desde Ostland hasta Altdorf y por otros lugares, ahora en Marienburg. He aprendido cuanto he podido tanto de los libros como del camino, y eso que sé está a vuestra disposición. Diría que mi utilidad principal es remendar heridas y aliviar males, sobre todo del estómago, hígados, tripas, órganos en extremo fascinantes, pero para ello debo disponer de un sencillo instrumental del que ahora mismo carezco. ¡Bah! Son simples quejas producto de la reciente mala suerte, pero ya conseguiré algo para poner a vuestra disposición.

El aspecto de Fritz era el de un hombre que había conocido tiempos mejores, desde luego. Su ropa era de muy buena calidad, pero estaba algo gastada ya por el uso, en el momento justo en el que revela que, si continúa mucho tiempo con ella es porque ya no tiene monedas con las que reponer el vestuario. Sin embargo, efectivamente, aún se le puede conceder el beneficio de la duda. Un tanto, al menos.

-Es un verdadero placer conocerles, señores.

Encantado bachiller, espero que ademas de saber remendar tripas, sepas desjarretar también, mi nombre es Leopold, buen viento y mejores mareas.

"vendrá bien alguien que nos cosa las gavias cuando arrecie el temporal..." Pienso para mi mismo.

Cambiando de tercio, ¿que plan vamos a seguir?. Yo diría de ir directos a Altdorf y entregar esta maldita carta lo antes posible; además no me apasiona la idea de ir a jugar con un mutante que nos sorba el coco y acabemos cantando una saloma para él.

Comento mientras observo la reacción del estudiante, "parece alguien capaz de salirse con la suya ante cualquier situación, bueno, cualquier situación en la que pueda salir con su lengua, espero que al menos sepa defenderse, es bueno contar con alguien que sepa el arte de curar, aunque sólo sea un poco, pero en combate, los que estorban mueren o te matan..."

La llegada del tipejo venido a mas le sentó como una puñalada en el lomo.-Otra vez, buaf.-Masculló mientras se acercaba con el pelo al viento.-Buen día señor Wilhelm.-Sonrió con la falsedad como máscara y asintió a sus altaneras palabras¨Por Ranald, tiene un cuello perfecto para alojar mi hoja...lastima que haya tantos guardias duros¨ pensaba mientras se unía al grupo con la mochila cargada con algunas pequeñas compras para el viaje.

Buen día Fritz, mi nombre es Heldrich a secas-Sonrió a medias y sus oídos captaros todas las palabras del tipo con sumo interés, capto la información esencial entre tanta palabrería de gente mas culta que el que a priori era casi cualquier ser humano pudiente.-Oh, sois un matasanos!.-Le tendió la mano mientras que con la otra recogía su monedero del cinto.-Ese problema monetario podrá ser resuelto pronto, tomad.-Extrajo de la bolsita repleta de dinero y chatarra un trio de monedas de oro y se las tendió al tipo, no era el hombre mas listo del planeta pero Heldrich sabía que tal vez así se ahorrase muchas visitas al reino de Morr y a los galenos.

Si vamos por los caminos mas transitados evitaremos muchos problemas y nos cruzaremos con mas gente con la que organizar un viaje mas seguro y tal vez hasta ganemos algo de plata...quien sabe.-Se encogió de hombros y torció algo el gesto, las heridas aún dolían.-Pero está claro como el agua que me niego a unirme a una cruzada que apesta a herejía. Eso huele a problema y tiendo a correr en la dirección contraria a ellos.

Los enanos eran reticentes a gente nueva, pero si en esta ocasión venía recomendado por el "tirano" que les mandaba, tendría que acogerlo en su grupo. De todas maneras la sangre es la sangre y quedaba a la espectativa. Se acercó a su amigo Leopold y quedó esperando al resto.

El hombre, que aún era bastante joven, pero se comportaba como alguien que hubiera recibido educación de tiempos anteriores, abrió los ojos al ver las monedas.

-Semejante generosidad es abrumadora, buen Heldrich. La cortesía me exige aceptarlo con mis agradecimientos, pero también debo advertir que el material completo costará considerablemente más -inmediatamente, Fritz puso la mano, como para anticiparse a una réplica-, lo cual no significa en modo alguno que espere más dinero, por supuesto, pero sí que éste, que guardaré como merece y que tengo en deuda, deberá esperar hasta que se reúna el total necesario. Mientras tanto...ejem...supongo que será posible ir ganando materiales uno a uno, en lugar de todo de una vez.

Félix observó a su nuevo compañero con suspicacia. Aunque siempre desconfiaba de todo el mundo, en este caso tenía más razones: no parecía un ex-convicto procedente de las Colinas Quebradas, como ellos. ¿Por qué lo habían asignado a esa misión suicida? ¿Acaso era un espía de herr Smichdt para asegurarse de que no se desviaban de su cometido?

-Bienvenido a esta banda de condenados. Soy Félix. Unos me llaman charlatán, otros bribón, panfletero... Yo me considero más bien un lider de opinión-comentó con media sonrisa-.

-Estoy de acuerdo con vosotros, intentemos no mezclarnos con los pirados de esa cruzada y asegurémonos de que el mensaje llega a su destinatario, pues eso es que nos han pedido. Y espero que con eso nos dejen en paz de una vez...

El barbaro mira al nuevo compañero, no ed luchador así que es probable que dure poco. Extiende la mano como saludo ya que en su tribu se saludaban cogiendose de la muñeca del otro.
-Soy Tryndamere

El enano levanta la mano y casi pronuncia el JAB que hubiera identificado a la familia pero durante un instante duda y enseguida usa, al estilo humano, su nombre de pila: - Ragnar

Ya se habían presentado todos y desde atrás aparezco diciendo:- Muy buenas, Soy Laida Hornblower, cocinera aficionada. Por cierto, que herramientas son esas y donde se pueden conseguir, quizás se puedan conseguir de alguna otra manera que no sea pagando. digo sonriendo.
Luego mirando a los demás digo:- de acuerdo, pero si vamos por los caminos principales seguro que nos encontramos con la cruzada, pues querrán que se unan el mayor numero de personas posibles. Pero podemos ir por hay hasta que les demos alcance y después rodearles acelerando la marcha.

Fritz responde a los saludos como corresponde a lo que le presentan. Acepta la mano del hombre del norte y la sostiene con toda la firmeza que puede (BF 3, no es frágil).

-Mi tipo de líder, entonces -responde a Félix.

Repite su propio nombre junto con un breve movimiento de cabeza a Ragnar y sonríe a Laida.

-Seguro que sí -dice-. Las herramientas de un galeno sirven a los heridos y éstos están por lo general deseosos de que alguien les remiende o les alivie sus males. No viene a ser difícil conseguirlas por semejante motivo.

Por lo demás, y por lo que sé, la comitiva tras la que andamos sin duda se moverá lenta y no pasará desapercibida, así que me avengo a la propuesta de la señorita, sin duda alguna, y estoy listo para marchar.

Con la emoción de los nuevos comienzos partís en dirección a la capital del Imperio. Dejáis atrás la puerta principal y los sombreros negros que la custodian y para la mayoría de vosotros, dejar esta ciudad es lo más cerca que habéis estado de la libertad desde hace muchísimo tiempo.

Sin embargo, los exteriores no parecen oler a la fragancia libertaría del aire que tanto habéis imaginado cuando picabais en las minas. Las tierras desoladas que rodean Marienburgo son una marisma, unos humedales cenagosos que apenas os dejan caminar más de cien metros sin hundir vuestras botas en el lodazal. Los sueños son ligeros en estas tierras y las fogatas apenas alumbran a través de la pegajosa niebla.

Día tras día, vais atravesando estas tierras de nadie entre Bretonia e Imperio. Día tras día las ciénagas van dejando paso a llanuras secas,  campos anchos salpicados de bosquecillos y rebaños de ovejas. Día tras día os encontráis más cerca de Reikland.

Fritz se mantenía cerca de aquellos que parecían más crudos guerreros durante el camino, y siempre lejos de las lindes, muy por el centro como si fuera un juego o una manía de ésas que desarrollan los habitantes de las ciudades.

-Hacía tiempo que no me lanzaba a campo abierto, como aquel que dice. Estas ciénagas disuaden a cualquiera, sobre todo a quienes sabemos de los males que pueden traer los bichos que allí abundan. Es una suerte haber alcanzado ya los prados, pero si en una o dos jornadas encontráis alguno que os cuesta levantaros, estáis débiles o sentís calor en la frente, avisadme al punto, no lo demoréis. Uno nunca sabe.

El viaje había sido intenso e incomodo a partes iguales para Heldrich ya que el era una rata de ciudad y no un viajero de los caminos, pero si haciendo esas cosas se ganaba la libertad pues que así fuera, no pocas veces se quejó en el trayecto.-Puaf...espero que quede poco para pisar la civilización.-Comentó mientras caminaban sin un rumbo del todo claro y con mil ojos a lo que los rodeaba, se sentía demasiado desprotegido en el exterior y lo hacia ver con miradas nerviosas a un lado y a otro.-Mirad, ovejas!.-Alzó la mano y señaló un rebaño en la distancia.

El agitador se mantenía en la retaguardia, con la espada en su diestra y la daga en la siniestra. Sabía por experiencia que las emboscadas de bandidos y hombres-bestia estaban a la orden del día tras la Tormenta del Caos, por mucho que apenas hubiera árboles. Por ello, de vez en cuando miraba por encima del hombro para evitar ser sorprendido.

-Sí, todo muy bucólico -respondió con sorna al comentario de Heldrich-. Las ovejas pacen, los pajaritos cantan, las nubes se levantan... Demasiado tranquilo para mi gusto. Espero que pronto demos con una aldea o posta donde refugiarnos y renovar víveres...

Y aunque todos esperabais lo peor ante semejante viaje por las agrestes colinas parecía que por fin, quizás por primera vez en vuestras vidas, habías tenido suerte. Las aparentemente interminables Tierras Desoladas ceden terreno a las familiares tierras del Imperio.

Siguiendo por el camino, frecuentado otrora por mercaderes y buhoneros de todo tipo, llegáis a la sombra de un gran bosque. El primero de los muchos que pueblan este antiguo reino. El bosque parece antiguo y expectante, y el cielo a menudo se oscurece largas distancias cuando el dosel del bosque se espesa y cierra sobre el camino.Aquí y allá, retumban a la brisa del verano carteles de búsqueda clavados a los árboles, incluido uno con el rostro de alguien conocido. Alguien que se parece mucho a Felix.

Algo más nerviosos seguís viajando entre sauces y arbustos. Con cada ruido giráis repentinamente el cuello, y una de vuestras manos siempre agarra con fuerza el pomo de la espada.

Bueno Felix, espero que por lo que te busquen no sea más importante que la carta que llevamos para poder llegar a Altdorf, no me gustaría haber salido de la mina, escapar de las ciénagas con sus mutantes y "carismáticas" criaturas para acabar bajo los cascos de un caballo de la reiksguard.

Y cambiando de tema... ¿a alguien más le ponen nervioso estos bosques o es sólo cosa mía?....

Con mis cortas piernas el paso por los pantanos había sido un suplicio, mas ya estaba pasado, ahora volvían los grandes bosques, con extensos caminos que no sabias que te encontrarías en la siguiente curva o recodo, Aventura!, Por fin algo por lo que salí de casa, y aunque teníamos una misión mi cara se alegro de ver los bosques.
vimos un cartel de alguien que bien podría ser Felix, eso podía suponer problemas, o no, pero con aquella carta, no deberíamos tenerlos salvo que el jefe fuera muy obtuso.
Y cuando Leonard hablo del bosque conteste:- Yo estoy encantada, Aventuras por fin y sin piedra por todos lados, y respirando hondo termino diciendo:- Que ganas tenia de estar de vuelta en un bosque.

Félix contempló con gesto sombrío su rostro en el cartel, e instintivamente se cubrió la cabeza con la capucha de su manto.

-He hecho cosas en la vida de dudosa legalidad, pero si me buscan es precisamente por un crimen que no cometí. Espero que a nadie se le ocurra delatarme, porque no me lo tomaría muy bien y todavía cuento con "amigos" en la ciudad. En cualquier caso, ya hace tiempo de eso, así que espero que no me reconozcan con facilidad. Y sí, Leo, a mí este bosque tampoco me inspira ni pizca de confianza. ..