Partida Rol por web

27 de Noviembre de 1997

Tras la semana de descanso Moncada, a través de su fiel servidor Alfonso Iradier, convoco a toda la manada en la Catedral de las Tinieblas.  Mis queridos feligreses de la cofradía de Minerva habéis sido unos grandes siervos en la yihad, y por ello, os merecéis una pequeña gratificación. Todos los miembros sonrieron ante la idea de una recompensa.

Mi querida y predilecta hija, Beatriz, a ti te encomiendo la antigua capital del Reino, León. Para su defensa te encomiendo a Melkat, tu fiel seguidor. Tendréis como misión plantar de nuevo el árbol del Sabbat para que esta vez crezca con tanta fuerza que nadie pueda arrancarlo.

Beatriz y Melkat asintieron, aunque Beatriz no parecía del todo conforme con la decisión del Arzobispo.

A ti, Constanza, que viniste con las sombras de la duda pero te has alzado como una ferviente seguidora de la causa, te encomiendo junto con Fausto y Camino la regeneración de la maltrecha cofradía de Minerva.

Tanto Camino como Fausto parecían ilusionados con la idea. Pero Constanza parecía algo confundida, faltaba algo.

Finalmente a ti, Antuan, que al igual que tu sire viniste portando las sobras de la duda, tengo grandes planes para ti pero estos no deben de ser aun revelados. Hoy pasaras la noche con nos en la Catedral, Alfonso te conducirá cuando estés listo a tus aposentos.  

Dicho esto, Moncada se retira, y Alfoso Iradiel espera pacientemente en una esquina, algo apartado.

Los agradecimientos fueron bien recibidos por todos, aunque más fue esa semana de recuperación que pudimos disfrutar. Pese a la alegría yo estaba dolido por la pérdida de unos hermanos como los Lobos y más por el motivo que fue. Pero ya no había vuelta atrás.

Descanse hasta que fuimos llamados por monseñor, acudí junto a mis hermanos y con ellos asistí a las recompensas que Moncada dispuso para todos. Lo que me reservaba a mí era algo distinto, pero a la vez una cosa muy importante. Reunirse con el obispo en privado hacia que mi ascensión en el interior de la Espada fuera muy vertiginosa, simplemente mantener una conversación en privado con el me confería un status que no me esperaba.

Pero antes de nada era el momento de la despedida.

Hermanos he aprendido de vosotros y os extrañare, no os deseo suerte dado que no la necesitáis. Digo con tono educado a Malket y Momus.

Mi Ductus, me honrasteis con vuestro liderazgo e hicisteis que diera lo mejor de mí. Os lo agradezco, no lo olvidare. Ahora seréis quien dirija una ciudad como Leon y seguro quien haga que esta vuelva a ser un gran bastión para los hermanos. Aun así si alguna vez puedo serviros será un honor. Dije con una pequeña reverencia de cabeza.

Luego di unos pasos hacia mi Sire. Madre a vos os debo todo, me instruisteis, educasteis y concedisteis los dones que ahora poseo. No os debo decir que siento por vos y lo que estaría dispuesto hacer. Tome su mano y di un beso educado. Solo pedir y yo lo hare.

Por ultimo mire a Camino y me acerque para dar un par de besos en sus mejillas. Querida no olvides tu deuda para conmigo. Tu no vida, me la debes y ahora sigue a mi Sire, ella será una gran líder. Susurre en ese momento.

Tras lo cual di unos pasos atrás y mire al hombre. Ya estoy mi señor, os sigo.

4 de Diciembre de 1997, Madrid

Marcus acelero el coche hasta llegar al laberinto de circunvalaciones de Madrid y luego se dirigió al centro antiguo de la ciudad, a una pequeña iglesia de barrio. La verdadera catedral no era la nueva catedral de la Almudena, un edificio de mármol relativamente reciente, sino algo más oscuro y profundo. La catedral de la Tinieblas, el mítico hogar de los Lasobra de Madrid, se encontraba enraizado en el subsuelo de la ciudad formada por cientos de túneles de diferentes épocas entrelazados y moldeados con el paso de los siglos.

Alfonso encabezó la comitiva a las catacumbas de la iglesia y desde estás a una cueva que se introducía en las profundidades de la tierra. Tras recorrer diferentes pasillos llegáis a la galería principal, una cueva de 30 metros de alto donde podrían entrar más de mil personas, la galería se encuentra reforzada por arcos ojivales al estilo de las catedrales góticas del medievo y en las inexistentes vidrieras la oscuridad de la cueva ondula.

Un hombre orondo vestido con una simple túnica negra está en el centro de la nave, es el arzobispo Moncada. Mis queridos hermanos habéis sido unos grandes siervos en la yihad. Dice alzando las manos.  Mi gratitud nunca podrá compensar el sacrificio que acabáis de realizar por el bien de esta comunidad. Por ahora descansar y si necesitarais de algo, no dudéis en contactar con nos. El Sabbat está en deuda con vosotros y seréis recompensados a su tiempo.

Alfonso y Marcos se disponen a marchar cuando el arzobispo vuelve a alzar la mano y tomar la palabra de nuevo. Helena, conozco tu habilidad con los que ritae y lo rápido que has alcanzado el rango de Sacerdote. Muy pocos cainitas han llegado el rango de Sacerdote con tan pocos años, normalmente se requiere de siglos para conocer todos los entresijos de los ritaes. Tengo grandes planes para ti, pero estos no deben de ser aun revelados. Pasaras unas noches con nos en la Catedral, te conducirán a tus nuevos aposen cuando estés lista.  

6 de Diciembre de 1997, Madrid

Resser acelero el coche por el laberinto de circunvalaciones de Madrid y luego se dirigió al centro antiguo de la ciudad, a una pequeña iglesia de barrio. La verdadera catedral no era la nueva catedral de la Almudena, un edificio de mármol relativamente reciente, sino algo más oscuro y profundo. La catedral de la Tinieblas, el mítico hogar de los Lasobra de Madrid, se encontraba enraizado en el subsuelo de la ciudad formada por cientos de túneles de diferentes épocas entrelazados y moldeados con el paso de los siglos.

La entrada se encontraba en las catacumbas de la iglesia, desde donde se acede a una cueva que se pierde en las profundidades de la tierra. Tras recorrer diferentes pasillos llegáis a la galería principal, una cueva de 30 metros de alto donde podrían entrar más de mil personas, la galería se encuentra reforzada por arcos ojivales al estilo de las catedrales góticas del medievo y en las inexistentes vidrieras la oscuridad de la cueva ondula.

Un hombre orondo vestido con una simple túnica negra está en el centro de la nave, es el arzobispo Moncada. Mis queridos hermanos habéis sido unos grandes siervos en la yihad. Dice alzando las manos.  Mi gratitud nunca podrá compensar el sacrificio que acabáis de realizar por el bien de esta comunidad. Por ahora descansar y si necesitarais de algo, no dudéis en contactar con nos. El Sabbat está en deuda con vosotros y seréis recompensados a su tiempo.

Resser se disponen a marchar, aliviado por no tener que decir nada, cuando el arzobispo vuelve a alzar la mano y tomar la palabra de nuevo. Carlos, conozco tus habilidades, has conseguido sobrevivir a una autentica masacre donde cainitas mas preparados han muerto. Tengo grandes planes para ti, pero estos no deben de ser aun revelados. Pasaras unas noches con nos en la Catedral, te conducirán a tus nuevos aposen cuando estés listo.

He estado contadas veces aquí pero solamente en lo ritaes y en una posición prácticamente anodina esta es la primera vez que soy claramente visible al ser nada mas que tres.

El que nos reciba directamente el mismo arzobispo me hace enarcar las cejas. Aparte de cuando mi sire me presento ante él no he sido consciente de que me prestara atención.

Sus palabras me hacen creer que después de las grandes perdidas que hemos tenido nos debe estar recibiendo manada a manada para que mantengamos alta nuestra moral por si sufriéramos un ataque directo. No necesitan avanzar desde Gibraltar para llegar a Madrid puede llegar perfectamente por la terminal de mercancías del aeropuerto de Barajas.

Al acabar cuando me dirijo a la salida entre Alfonso y Marcos tardo unos segundos en que mi mente capte lo que esta diciendo por lo inesperado que es para mi.

Me giro sin intentar ocultar mi expresión de desconcierto y perplejidad. Puede que este un tiempo con la boca abierta por la sorpresa antes de comenzar a hablar tras una inclinación de respeto hacia el arzobispo Moncada. – No, no se si seré digna de lo que decís Arzobispo, pero haré lo que pueda para llevar a cabo lo que me pidáis.

Me vuelvo hacía mi ductus también con una leve inclinación. – No se cuanto tiempo será pero no os olvidare Sire.

Por último me dirijo a Marcos estirándome para darle un abrazo fraternal. – Otra vez me salvaste la vida en La Línea, a ti tampoco te olvidaré Marcos.

Será un honor, arzobispo- digo con una ligera reverencia marcial-. Siempre lo es servir a la comunidad.

Me giro hacia Resser, que ya se va.

Resser- digo y le ofrezco mi mano, lo que no es nada habitual en mí, especialmente dadas sus manazas. Me la estrecha-. No es un secreto que nunca has sido mi vampiro favorito. Eres como un elefante en una cacharrería- sonrío, pues ambos sabemos eso- pero después de esta experiencia puedes considerarme un amigo. Ha sido un privilegio luchar a tu lado.

Soltamos el apretón y me vuelvo hacia Monçada.

Listo para lo que dispongáis- añado buscando con la vista quién ha de llevarme a mis aposentos.

2 de Diciembre de 1997, Madrid

Aceleras el coche por el laberinto de circunvalaciones de Madrid y dirigiéndote al centro antiguo de la ciudad, a una pequeña iglesia de barrio. La verdadera catedral no era la nueva catedral de la Almudena, un edificio de mármol relativamente reciente, sino algo más oscuro y profundo. La catedral de la Tinieblas, el mítico hogar de los Lasobra de Madrid, se encontraba enraizado en el subsuelo de la ciudad formada por cientos de túneles de diferentes épocas entrelazados y moldeados con el paso de los siglos.

La entrada se encontraba en las catacumbas de la iglesia, desde donde se acede a una cueva que se pierde en las profundidades de la tierra. Tras recorrer diferentes pasillos llegáis a la galería principal, una cueva de 30 metros de alto donde podrían entrar más de mil personas, la galería se encuentra reforzada por arcos ojivales al estilo de las catedrales góticas del medievo y en las inexistentes vidrieras la oscuridad de la cueva ondula.

Un hombre orondo vestido con una simple túnica negra está en el centro de la nave, es el arzobispo Moncada. Mis queridos hermanos habéis sido unos grandes siervos en la yihad. Dice alzando las manos.  Mi gratitud nunca podrá compensar el sacrificio que acabáis de realizar por el bien de esta comunidad. Por ahora descansar y si necesitarais de algo, no dudéis en contactar con nos. El Sabbat está en deuda con vosotros y seréis recompensados a su tiempo.

Sebastián se dispone a abrir la boca, seguramente para pedir algo, cuando el arzobispo vuelve a alzar la mano y tomar la palabra de nuevo. Sebastián, podéis retiraros. El arrogante cainita agacha la cabeza y se dispone a marchar. Ezekiel, tu quédate, conozco tus habilidades, has conseguido sobrevivir a una autentica masacre donde cainitas más preparados han muerto. Tengo grandes planes para ti, pero estos no deben de ser aun revelados. Pasaras unas noches con nos en la Catedral, te conducirán a tus aposentos.

Se volvió a Sebastián y le dio un abrazo. –“Surmano”, en verdad que a de pronto te he cogido apego y mira que eres mosca cojonera cuando te "dah". Pero vamos que cuenta conmigo para lo que necesites.- Dijo interpretando la mirada de odio conspirativo del vampiro como una despedida emocionada. y dandose unos golpes en el pecho para hacer más enfasis en su amistad.

Y allí se quedó él, solo ante el jefazo máximo, -¡Menuda gabarra! (Situación incomoda). Aqui con el jefazo “puretilla” con pintas de golimbrón (Aficionado a comer golosinas).

Asintió a las palabras del patrón, pero la verdad que no le estaba haciendo mucho caso pues estaba pensando: -La de mierda y telarañas que tiene el pavo en su kely, como si ser un vampiro obligara a tenerlo todo Empercohío (sucio). Ya podían abrazar a alguna señora de la limpieza.- Además le debía faltar cuerda porque había dicho que le iban a llevar en coche (conducir) a sus algo pero no había dicho a qué. Y era algo en plural. -¡Dos regalos siempre son mejores que uno!- Por suerte el “chofer” apareció de algún sitio tal cual el otro dijo que “sería llevado”. Pronto se resolveria el misterio. 

Melkat asintió con la cabeza era el miembro de la manada con el que menos relación había tenido. Fausto, por su parte, te dio unas palmaditas en la espalda y luego te tendió la mano. El placer ha sido mío. Espero volverte a ver en circunstancias más agradables. Puede que durante alguna fiesta o restaurante elegante y no hundido en el barro de las trincheras.

Asido todo un placer tenerte como miembro de la manda, pero ahora nos esperan nuevos destinos. Espero que tengas suerte. A pesar de las palabras de agradecimiento el tono de la exDuctus era frio y distante.

Constanza reacciono finalmente al apretón y al beso en la mano. Los sentimientos son mutuos, mi chiquillo. Confió en que esta separación sea breve y podamos volvernos a ver. Ten cuidado, los noches son más oscuras últimamente.

Camino respondió a los dos besos y asintió con la cabeza. Si, si… La deuda será salda. Respondió con su voz titubeante. 

Las noches pasaban lentamente. A pesar de no tener limitación para moverte por la Catedral de las Tinieblas, o no tener prohibición explícita, los túneles parecían estar dispuestos de tal forma que solo podías andar por las mismas zonas. Aunque trataras de cambiar de dirección o escoger otros túneles siempre volvías a la habitación que se te había asignado, y todos los paseos tenían algo en común, nunca encontrabas a más gente. 

Aunque el encierro era solitario el tratamiento era exquisito, siempre encontrabas la habitación con sabanas limpias y alguno de los días incluso encontrabas a un recipiente atado a la pared con el que poder acallar la sed cuando volvías de tus paseos.

Pasados varias noches, puede que tres o seis, la oscuridad y la soledad de tu encierro habían hecho que el tiempo perdiera su sentido. Alfonso Iradier, el lugarteniente de Moncada pasó por tu celda. El arzobispo requiere de tus servicios. Pronuncio con voz seca e imponente.  Luego sin mediar palabra te condujo a la nave principal de la Catedral de las tinieblas.

La nave estaba vacía. Con un leve gesto Alfonso se despidió y desapareció por uno de los túneles. Al rato apareció con otro cainita, un hombre bien vestido. Repitió esta operación varias veces hasta que en l nave principal os reunisteis un grupo de cinco cainitas. 

Resse aprieta tu mano con fuerza. Ha sido todo un placer. Dice mientras con la manaza libre se enjuaga una pequeña lágrima que empieza a asomar por uno de sus ojos. Tú tampoco me gustas, eres demasiado remilgado  y no valoras suficientemente la violencia, pero…. ¡Aquí tienes un amigo para lo que necesitas! Finaliza dándote un GRAN abrazo que deja tus huesos molidos.  

Las noches pasaban lentamente. A pesar de no tener limitación para moverte por la Catedral de las Tinieblas, o no tener prohibición explícita, los túneles parecían estar dispuestos de tal forma que solo podías andar por las mismas zonas. Aunque trataras de cambiar de dirección o escoger otros túneles siempre volvías a la habitación que se te había asignado, y todos los paseos tenían algo en común, nunca encontrabas a más gente. 

Aunque el encierro era solitario el tratamiento era exquisito, siempre encontrabas la habitación con sabanas limpias y alguno de los días incluso encontrabas a un recipiente atado a la pared con el que poder acallar la sed cuando volvías de tus paseos.

Pasados varias noches, puede que tres o seis, la oscuridad y la soledad de tu encierro habían hecho que el tiempo perdiera su sentido. Alfonso Iradier, el lugarteniente de Moncada pasó por tu celda. El arzobispo requiere de tus servicios. Pronuncio con voz seca e imponente.  Luego sin mediar palabra te condujo a la nave principal de la Catedral de las tinieblas.

En la nave solo hay un cainita de gesto serio y bien vestido. Con un leve gesto Alfonso se despidió y desapareció por uno de los túneles. Al rato apareció con otro cainita, un hombre con aspecto de “cani”. Repitió esta operación varias veces hasta que en la nave principal os reunís un grupo de cinco cainitas. 

Sebastián suspiro sonoramente. ¿Cómo era posible que ese sub- vampiro tuviera alguna cualidad especial que no fuera liarla? Pero el remilgado cainita respondió a los gestos de amistas tendiendo la mano. Lo mismo digo. Si alguna vez necesitas algo y puedo ayudarte, no dudes en contar con migo. 

Las noches pasaban lentamente. A pesar de no tener limitación para moverte por la Catedral de las Tinieblas, o no tener prohibición explícita, los túneles parecían estar dispuestos de tal forma que solo podías andar por las mismas zonas. Aunque trataras de cambiar de dirección o escoger otros túneles siempre volvías a la habitación que se te había asignado, y todos los paseos tenían algo en común, nunca encontrabas a más gente. 

Aunque el encierro era solitario el tratamiento era exquisito, siempre encontrabas la habitación con sabanas limpias y alguno de los días incluso encontrabas a un recipiente atado a la pared con el que poder acallar la sed cuando volvías de tus paseos.

Pasados varias noches, puede que tres o seis, la oscuridad y la soledad de tu encierro habían hecho que el tiempo perdiera su sentido. Alfonso Iradier, el lugarteniente de Moncada pasó por tu celda. El arzobispo requiere de tus servicios. Pronuncio con voz seca e imponente.  Luego sin mediar palabra te condujo a la nave principal de la Catedral de las tinieblas.

En la nave solo había dos cainitas de gesto serio y bien vestido. Con un leve gesto Alfonso se despidió y desapareció por uno de los túneles. Al rato apareció con otro cainita, una chica joven. Repitió esta operación otra vez trayendo a otro cainita. En total en la nave principal os reunís un grupo de cinco cainitas. 

Las noches pasaban lentamente. A pesar de no tener limitación para moverte por la Catedral de las Tinieblas, o no tener prohibición explícita, los túneles parecían estar dispuestos de tal forma que solo podías andar por las mismas zonas. Aunque trataras de cambiar de dirección o escoger otros túneles siempre volvías a la habitación que se te había asignado, y todos los paseos tenían algo en común, nunca encontrabas a más gente. 

Aunque el encierro era solitario el tratamiento era exquisito, siempre encontrabas la habitación con sabanas limpias y alguno de los días incluso encontrabas a un recipiente atado a la pared con el que poder acallar la sed cuando volvías de tus paseos.

Pasados varias noches, puede que tres o seis, la oscuridad y la soledad de tu encierro habían hecho que el tiempo perdiera su sentido. Alfonso Iradier, el lugarteniente de Moncada pasó por tu celda. El arzobispo requiere de tus servicios. Pronuncio con voz seca e imponente.  Luego sin mediar palabra te condujo a la nave principal de la Catedral de las tinieblas.

En la nave había tres cainitas dos de gesto serio y bien vestido, y un tercero que desentonaba totalmente con aspecto de “cani”. Con un leve gesto Alfonso se despidió y desapareció por uno de los túneles. Al rato apareció con otro cainita, un chico joven. 

Las noches pasaban lentamente. A pesar de no tener limitación para moverte por la Catedral de las Tinieblas, o no tener prohibición explícita, los túneles parecían estar dispuestos de tal forma que solo podías andar por las mismas zonas. Aunque trataras de cambiar de dirección o escoger otros túneles siempre volvías a la habitación que se te había asignado, y todos los paseos tenían algo en común, nunca encontrabas a más gente. 

Aunque el encierro era solitario el tratamiento era exquisito, siempre encontrabas la habitación con sabanas limpias y alguno de los días incluso encontrabas a un recipiente atado a la pared con el que poder acallar la sed cuando volvías de tus paseos.

Pasados varias noches, puede que tres o seis, la oscuridad y la soledad de tu encierro habían hecho que el tiempo perdiera su sentido. Alfonso Iradier, el lugarteniente de Moncada pasó por tu celda. El arzobispo requiere de tus servicios. Pronuncio con voz seca e imponente.  Luego sin mediar palabra te condujo a la nave principal de la Catedral de las tinieblas.

En la nave había cuatro cainitas dos hombres de gesto serio y bien vestido, un tercero que desentonaba totalmente con aspecto de “cani”, y una chica joven. Con un leve gesto Alfonso se despidió y desapareció por uno de los túneles. 

8 de diciembre de 1997, Madrid

En la nave principal de la catedral de las tinieblas se habían reunido cinco cainitas, no se veía a nadie más. Alfoso  Iradier, el vampiro que los había conducido a la reunión, había desaparecido sin dar más intrusiones.