Partida Rol por web

Se movió un poco por la cama, tapándose con las sábanas hasta la cabeza para amortiguar el sonido de la alarma. No solo era lunes, sino que además la ponía antes para arreglarse perfectamente, comer el desayuno perfectamente equilibrado con su dieta, salir de casa con un caminar perfectamente impecable, y finalmente, llegar a clase la primera. Como siempre. 

No esperó que pasaron ni dos minutos después que la alarma se apagara... salió de debajo de las sábanas y bostezó, cogiendo el reloj y apagándolo bien. 

De un salto salió de la cama, se fue a la ducha y se duchó rápidamente, para secarse el largo cabello con la misma velocidad, vestirse con el planchado e inmaculado uniforme, peinarse bien y maquillarse muy sutilmente. Entonces, practicó su leve sonrisa y su mirada amable... para terminar cogiéndose las comisuras de los labios y haciendo una mueca horrible en el mismo espejo. Y reírse después. 

¡jOjOjO! Perfecta, como siempre. 

Fue hasta su habitación para coger la maleta que ya había preparado la noche anterior, y luego bajó a la cocina. Empezó a preparar el desayuno para ella y para sus padres, cogió el periódico y lo empezó a leer mientras empezaba a desayunar. Cuando su padre bajó, ya se estaba terminando de leer los horóscopos después de haberse leído las noticias y lo más importante. 

- Qué madrugadora... - le dijo su padre, bostezando y sentándose en su silla. 

Lo sé. Como siempre - respondió con una divertida sonrisa, se acercó a él, le dio un beso en la mejilla y cogió la maleta - ¡Hasta la noche, papi!

El padre negó con la cabeza, ya acostumbrado a aquel carácter, y empezó a desayunar, sonriendo. Mientras, Lucy Maria, se empezaba a dirigir al instituto sonriendo a todos los vecinos con su cordial, perfecta y magnífica sonrisa. 

Sales pitando como siempre hacia el instituto, como siempre, pasando por la plaza que queda justo en en medio del camino de tu casa y la escuela. Sobre uno de las paredes de la plaza, la cual tiene un par de metros de altura, como siempre está Mike, tirándole pedacitos de pan a los peces del estanque del centro.

Cuando pasas por su lado, lo ves como se cuelga la bandolera al hombro y de un salto, cae a un lado tuyo, levantándose lentamente hasta quedar con sus ojos frente a los tuyos y esbozando una media sonrisa.

Siempre con prisas, Lucy. Dice acomodándose el pelo con la mano. Si sigues corriendo así, algún día te tropezarás contra alguien y terminarán los dos lastimados.

Su mano se apoya en tu cabeza y te revuelve un poco el pelo, pero sin despeinarte.

Deberías calmarte un poco más. Vamos, o llegaremos tarde.

Al final se le había hecho tarde, eso de pararse a ayudar a una ancianita a cruzar y a la frutera a llevar una caja de mandarinas, le iba a pasar factura... enfurruñada, siguió caminando a paso rápido, casi corriendo, y mirando el reloj de pulsera cada dos segundos... al menos, si llegaba diez minutos antes, se daría por satisfecha, pero...

Fuese como fuese. Llegara tarde o fuera pronto, o a la hora... él tenía que estar allí. Cualquiera diría que lo esperaba. La venita en la sien de Lucy se hinchó... pero en su cara, apareció su habitual amable sonrisa.

Buenos días, Mike, - se rió divertida, con la mano delante de la boca - Siempre me dices lo mismo... pero de momento no ha pasado nunca - volvió a reírse divertida - ¿Qué tal el fin de semana? - siguió caminando a paso rápido, pero ya no miraba el reloj, y no dejaba de sonreír mientras miraba al chico tranquila. Como siempre. 

No obstante... por dentro no había otra Lucy que la de querer torturar, destripar y asesinar a aquel chico. Lo odiaba con todo su ser. Es más, en cuanto pudiera lo ahogaría en el estanque y dejaría que se lo comieran los peces a los que cada día daba de comer. 

Pero eso era por dentro, claro. 

Por fuera ni siquiera se repeinó lo poco que la había despeinado... no hasta que él miró hacia otro lado y ella aprovechó el momento. 

¿Perdón? ¿Me decías algo? Dice Mike mientras se acomoda un pendiente de su oreja. ¡Ah! Sí, sí. Seguro que nunca te ha pasado. La miss perfecta del colegio, a ella nunca no le suena el despertador, ni nunca llega tarde, ni siquiera suda en la clase de educación física.

Después, Mike te da un par de golpecitos en el hombro mientras camina a tu lado.

¿Qué? ¿Te has preparado para el examen de esta mañana? La verdad es que yo no tengo ni pajolera idea de qué va. Simplemente ayer me quedé jugando en línea y después salí por ahí a dar una vuelta, así que seguramente, como siempre, me pondrán otro cero grande como una casa. Que fastidio. Dice encogiéndose de hombros. Pero el fin de semana ha sido bastante productivo, he subido de nivel en Killers In The Dark, por lo que estoy bastante contento. ¿Tu sigues en nivel 243? Continúa, picándote, claro. Cualquiera que juega a ese juego sabe que tu personaje está a nivel 312.

El ego de Lucy Maria iba en aumento mientras él le recordaba todo lo que hacía por ser perfecta. La Miss Perfecta... casi perdía los papeles y se ponía a hacer su habitual risa egocéntrica que solo hacía en su casa, pero por suerte, conseguía controlarse siempre que le pasaba eso. Y seguía sonriendo, es más, soltó una breve carcajada:

Jaja... ¿no te pasas...? - dijo con humildad... humildad que, claramente, no tenía.

Pero cuando la toca, otra vez, la sien se vuelve a hinchar. Y se adecenta el uniforme cuando él no se da cuenta. Escucha lo que va diciendo... lo mismo cada lunes, si no había examen, se excusaba por no haber hecho los deberes... al menos no tenía el morro de pedírselos, y Lucy tampoco se los prestaba... solo los prestaba a aquellos que se lo pidieran, tampoco era tan idiota como para irlos pasando. Un leve tic nervioso aparece en su labio superior cuando menciona lo del juego, pero de nuevo, sabe perfectamente cuál es su papel. 

No, estoy a nivel 312... este fin de semana no he jugado, a ver si para mañana no nos ponen deberes y puedo jugar un ratito. 

Este juego había sido una de sus perdiciones. No solo le gustaba. Sino que muchas veces se iba a dormir a las tantas para subir de nivel... para ser la mejor de allí. También. Sus pupilas se pusieron en llamas al recordar que debía ser la mejor en todos los ámbitos de su vida. 

Y aquel estúpido de Mike no iba a ganarla. 

Sí. Sin duda lo veía como un enemigo. 

¡Ah! Es verdad... es qué como no te he visto durante todo el fin de semana, pensaba que no te gustaba más el juego o que lo habías dejado por algún otro. Pero bueno, aclarado el tema. Dice con una sonrisa. Ya no te pico más con ese tema.

Mike se acomodó la bandolera hacia atrás y metió las manos en el bolsillo, para seguir andando a tu lado silbando una cancioncilla al aire.

A los pocos minutos, la entrada de la escuela aparece tras una loma, atiborrada de gente que entra por la puerta. A lo lejos, se puede ver el edificio de tres plantas del lugar y en la fachada, delante de todos y bien grande, hay un reloj que indica que son las 8:27. Las clases comienzan a las 8:30 por lo que todavía os quedan veinte minutos de plazo.

A lo lejos puedes ver a las gemelas entrando a la escuela, también compañeras de clase, algo extrañas ellas, y a Edward Stuart, uno de los serios y aplicados de la clase. Los tres entran y se quedan charlando allí tranquilos, mientras tu y tu "amigo" Mike entráis y os acercáis a ellos. 

Por fin. La escuela. Al menos allí podía pasar de Mike... aunque en realidad era Mike que se iba por otros lados. Suspirando, y sonriendo, se puso al lado de Edward.

Buenos días. - saludó con su cordial sonrisa.

Su otro gran enemigo: Edward. Serio, aplicado, estudioso... pero ella siempre estaba por encima de él. Y no iba a permitir que fuera de otra manera... además, él ni siquiera jugaba al The Killers in the Dark, donde ella era la puta ama y la máxima jefa. De nuevo, su vena egocéntrica, iba a aparecer... pero no. Se reprimió.

Las gemelas... bueno, no trataba mucho con ellas, eran raras. 

Hola Lucy María. Te dice correcto el chico mientras mira la hora en su reloj super caro y super guay de la muerte mientras que con la otra mano, en la que lleva un maletín de cuero impecable, se quita el pelo de la cara para verte mejor.

Edward es un chico aplicado, estudioso, nunca ha cateado ni una materia. Es más, es tu contrincante al cual siempre quieres superar y siempre lo logras. A él parece no importarle esa competición, simplemente, hace lo que puede con los estudios pero sus notas son excelentes.

Las malas lenguas dicen que no tiene vida fuera de la escuela y de su habitación donde pasa el día estudiando, pero bueno, por lo que sabes, son sólo rumores y no puedes hacerle caso a los rumores... ¿o sí?

Hola... Dice una de las gemelas.

Ako es una de las gemelas que van a tu clase. Son las raras. Hablan muy poco, algo más entre ellas. Siempre suelen pasar desapercibidas en la escuela y por supuesto, van juntas a todos lados.

Ako, en diferencia a su hermana, es un poco menos patosa, pero siempre parece que vaya triste por la vida. Nunca se la ha visto sonreir.

Dicen los rumores que su sonrisa puede dejar paralizada a la gente, pero son simplemente eso, rumores.

Lucy. Dice la otra gemela justo cuando termina de decir "hola" su hermana.

Riko es aún más rara que su hermana. También, como Ako, nunca sonrie, sin embargo, siempre la puedes diferenciar de su hermana porque normalmente lleva tiritas en su cuerpo, debido a golpes o rasguños o algún tipo de cosa que le pase en la clase de gimnasia.

Al contrario que su hermana, a veces se la puede ver sola mirando el cielo tumbada en el parque, con los ojos cerrados, moviendo las manos como tocando un instrumento invisible. Dicen que está loca... pero son rumores...

Era en estos momentos, cuando Lucy se reunía con sus compañeros, que se preguntaba porque narices iba con gente tan extraña. El único que se salvaba era Edward, y era su primer enemigo potencial, pero también era aquel al que elegía para hacer siempre los trabajos... así sus notas eran aún más brillantes.

Si no creía demasiado en los rumores, era precisamente porque ella también era fuente de algunos de ellos... en primer lugar, algunos decían que no era humana, pues sus notas impecables, incluso en gimnasia, su imagen perfecta, y su habilidad en los videojuegos, no podía estar todo en el mismo cuerpo, estos rumores, a los que Lucy siempre respondía con humildad le hacían poner el ego aún más por las nubes, si eso era posible; los otros rumores era que estaba con Edward, como siempre hacían trabajos y eran los mejores de su promoción, e incluso de todo el instituto... pues la gente se divertía emparejándolos. Nada más lejos de la realidad. 

Lucy Maria no había nada que anhelara tanto que destruir y aplastar a aquel empollón de pega. 

¿Qué tal el fin de semana? - preguntó de nuevo, a los otros tres... pero sabiendo que Mike era capaz de volver a contar todo lo que había hecho en su "apasionante" fin de semana. 

Las gemelas se encongen de hombros ante tu pregunta, no hablan mucho, eso ya lo sabías. Mike está acomodándose su pircing de la ceja, moviéndolo de arriba abajo mientras mira los pajarillos. Nuevamente, parece no prestarte atención. El único que te mira y te presta atención es Edward. Aunque realmente no sabes si lo hace por que le interesa lo que le preguntas o si simplemente lo hace por que es un caballero y sobre todo un hombre respetuoso.

Edward te mira y parece por un momento que sonrie. Sólo por un momento. Al final puede ser un tic nervioso y otra cosa.

Me lo he pasado estudiando, como siempre. Dice mirando de reojo el reloj de la escuela. Creo que nos queda un minuto para entrar a clase. Será mejor que entremos.

Y así, como todos los santos días, los cinco entráis a clase.

Y así, como todos los santos días, entráis de la misma manera.

Tu delante, demostrando a todos que eres superior, vestida impecablemente, oliendo a flores, con una sonrisa de oreja a oreja. Detrás de ti, Edward, acomodándose la ropa, mirando el reloj de su muñeca y tamborilleando con los dedos sobre la manija de su maletín. Detrás de él, las gemelas, cogidas de la mano, calladas, mirando la nada y detrás de todo... nadie... ¿Dónde demonios está Mike? Otra vez se ha escaqueado...

Sonríe ante la respuesta de Edward, es más, se pone a hablar con él tranquilamente de lo que saldrá en el examen... del temario que se han estudiado y haciendo algunos recordatorios, incluso Lucy se permite halagar la concentración y el empeño que le pone Edward en estudiar... siempre con aquella amable sonrisa que a más de una seguro que, además de envidia, le da urticaria. 

Pero al entrar a clase, no puede evitar fijarse en algo... 

De verdad, no me extraña las notas que saca.

Dice con un suspiro, poniendo la maleta encima de su pupitre después de haber soltado un "buenos días" y una sonrisa general, aparta un poco la silla y se sienta con la espalda totalmente recta, a la espera que llegue el profesor sacando los deberes y los apuntes del día anterior. 

A veces, solo a veces, no puede evitar preocuparse un poco, bueno, más que preocuparse... esa no sería la palabra. La cuestión es que a veces no le gusta el comportamiento de Mike. Quizás debería prestarse a ayudarlo con las clases... pero de nuevo, su alma de diablesa le preguntó "¿Para qué?", ni que Mike fuera alguien importante en el instituto... 

Cuando todos están sentados, el profesor Xavier entra a la clase como siempre, con su paso lento y rítmico. El profesor deja su mochila sobre la mesa y se sienta en la parte frontal de su escritorio, mirándo como hace cada día a cada uno. Cuando llega hasta el pupitre donde debería estar sentado Mike, frunce un poco el ceño pero después suspira y marca en el cuaderno de asistencia otra falta del chico.

¿Alguien sabe por qué no ha venido a clase Mike, otra vez? Pregunta a la clase.

Pero ahora que lo piensas, nunca sabes dónde va. Bueno, a decir verdad, no conoces mucho de la vida de tu compañero de clases. Simplemente sabes que es un pésimo estudiante, que falta mucho a clase y que es un tocapelotas de cuidado, pero además de eso, no tienes idea de su vida, de si tiene familia, hermanos, tios, algo... no sabes más que lo que él te cuenta...

Bueno, sacad los libros y abridlos en la página ochenta y cuatro. Hoy tenemos ecuaciones para desayunar.

El profesor se gira a la pizarra y comienza a apuntar ecuaciones, las cuales, seguramente, tendréis que resolver vosotros.

Se quedó pensando mirando por la ventana unos instantes, con la barbilla apoyada en la mano... eso lo pensaba casi cada día, casi cada día que el profesor preguntaba por Mike. La verdad es que a veces le gustaría preguntarle, pero de nuevo salía su vena obsesiva por las buenas notas y la perfección... esa vena que tanto le gustaba y, que a la vez, no le permitía tener amigos. Aunque nunca había echado de menos a amigos... siempre había tenido suficiente con ella misma y su egocentrismo.

Cuando miró a la pizarra vio todas las ecuaciones ya escritas. Sacó la calculadora de su maleta y empezó a hacerlas con total seguridad y su buena letra en la libreta, haciendo que quedara impoluta. Cómo siempre, terminó dos minutos antes de que terminara Edward, al cual sonrió amablemente al adivinar que había terminado.

Y esperó que el profesor la llamara para salir a la pizarra. Como siempre. Nunca nadie se prestaba voluntario... y después de unos segundos de espera, con una falsa timidez Lucy alzaba la mano y salía a resolver los problemas. 

No en vano aprovechaba los fines de semana para practicar todas las asignaturas para llevarlas al día. Ser la mejor en todo no era una tarea fácil. 

El profesor te mira mientras haces las ecuaciones. No dice nada, simplemente, asiente con la cabeza mientras tu pintas con la tiza sobre la pizarra. A veces escuchas algún murmullo de tus compañeros, pero todos se quedan callados ante una simple mirada de Xavier, que nuevamente sigue mirando como resuelves las ecuaciones.

Cuando terminas, el profesor se pone de pie y se coloca a tu espalda, apoyando su mano sobre tu hombro. Te giras y lo ves sonreir, y asintiendo con la cabeza.

Muy bien, Señorita Walker, muy bien. Te dice el profesor. Como siempre, ha estado impecable. Puede regresar a su asiento.

En ese momento, el timbre del recreo suena en todo el colegio y todos y cada uno dejan sus pupitres como si estos quemaran. El profesor ya sabe como es esto y él se sienta en su silla, a esperar que regresen para la próxima hora.

Ignora por completo el timbre que suena.

Gracias, profesor. - sonríe amablemente y se dirige de nuevo a su pupitre para coger el monedero.

Luego se dirige a las gemelas y a Edward, que la estarán esperando, por lo que se da un poco de prisa... y salen detrás de todos los demás. 

Tengo que ir a la cafetería, no me he traído el desayuno - se excusó con una leve sonrisa, mientras se dirigían hacia allí. Aunque en realidad le daba igual que tuvieran que acompañarla, casi los veía como sus lacayos. 

Edward = lacayo + enemigo + compañero de trabajos

Sí. No era difícil pensar que solo Lucy, o una persona como ella, era capaz de ver en una persona todas aquellas "cualidades" tan variadas y contrastadas entre sí. Igual que solo alguien como ella sería capaz de, a pesar de lo mucho que lo odiaba, buscar con la mirada a Mike una vez en el patio de recreo... y una vez lo vio le hizo la seña que se dirigía a la cafetería. A veces no era tan mala, o es que en realidad no lo odiaba tanto como ella quería. 

Se pidió un zumo de uva y un pequeño bocadillo de queso, luego, salió de nuevo al patio... para ir donde siempre se reunían los cincos. Esta vez, pero, algo había cambiado. 

Si sigues así vas a terminar repitiendo curso - riñó a Mike, por primera vez en su vida, con el ceño algo fruncido y separando la pajita del zumo de sus labios. 

Las gemelas te acompañaron hasta allí, pero después, por alguna razon que solo ellas sabrán, siguieron caminando tomadas de las manos y se sentaron en dos de los columpios que había en el patio, dónde juegan los más pequeños. Edward también se separó del grupo, de alguna manera le gustaba comer solo en una de las mesas del lugar. El chico abre su tartera y comienza a comer con los palitos lo que ha traído de la casa.

Pero Mike seguía allí, apoyado en una de las barandillas del patio, con el pie apoyado en la pared, con la rodilla doblada y ambas manos detrás de la cabeza, con los ojos cerrados.

Aún así, asiente cuando escucha que le hablas y se medio sonrie.

¿Y tu crees que no lo sé, Lucy? Dice serio. Sé que si no me pongo las pilas repetiré el curso una y otra vez. Hasta ahora no ha pasado pero dicen que siempre hay una primera vez. Sin embargo, no me gustan las matemáticas, así que decidí salir al patio a descansar un poco, que estaba muerto de sueño.

Y parecía cierto. Su rostro mostraba el de un chico cansado, con mucho sueño acumulado. Los videojuegos lo terminarán matando.