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Orichalchum

Escena II (Emma y Jean Claude): Entrevista con el Dragón

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02/03/2011, 13:57
Director

Las habitaciones que os han preparado son realmente lujosas. Y eso, recordáis, que le dijisteis al mayordomo que queríais algo sencillo, poco ostentoso. Están situadas en una de las alas desde la sala principal de la estatua del dragón. La verdad es que os han alojado a todos en la misma ala: dos pasillos en un "primer" y "segundo" pisos con multitud de puertas. Cada una da a una habitación. No son todas iguales, pero sí están decoradas con el mismo o parecido gusto.

Las que os han dado constan de dos dormitorios, cada uno con un cuarto de baño bastante generoso, comunicadas por una antesala común bastante amplia.

En la antesala hay una mesa de madera para seis comensales, un espacio aparte con una mesa baja rodeada por dos sillones de aspecto cómodo y un sofá tresillo incluso más cómodo aún. En las paredes hay cuadros, una armadura medieval, un pedestal con el busto de alguien, estanterías con libros y "recuerdos", y macetas con plantas de interior. Al preguntaros por dónde entrará la luz natural necesaria para las plantas, os fijáis en que en el techo, junto a la pared opuesta a la puerta de entrada a la salita, hay cuatro paneles de cuarzo, de aproximadamente medio metro cuadrado cada uno, por los que todavía se filtra algo de luz, ya que no ha anochecido del todo. Un trabajo impresionante, desde luego. Desde luego que también hay lámparas de gas y candelabros con velas para iluminar por la noche. El suelo es de madera y está cubierta por un par de alfombras bajo las mesas. Alfombras que parecen nuevas por lo bien cuidadas que están.

Las habitaciones tienen un mobiliario algo más funcional y son más pequeñas. No obstante están decoradas siguiendo el mismo gusto victoriano. La cama, bastante ancha, tiene dosel. También hay un pequeño escritorio y una mesa redonda con cuatro sillas de elaborado diseño. Un armario ocupa la totalidad de una de las paredes. Junto a la cama hay una mesilla de noche a un lado y al otro un arcón, abierto, en el que se han colocado primorosamente varias de vuestras posesiones.

El baño es pequeño, pero no obstante consta de una bañera de bronce muy recargada y bastante amplia, en la que cabrán tranquilamente 2 o 3 personas. Igualmente hay un lavabo de porcelana y bronce a un lado, con un espejo enorme y un tocador con muchos cajoncitos. También hay una taza algo apartada, tras un biombo de madera y tela. El suelo y las paredes están cubiertos de azulejos de diversos colores, aunque destacan los verdes y azules, creando la sensación de estar dentro del agua. Es curioso, pero tanto el lavabo como la bañera tienen grifos. Parece que hay instalación de agua corriente por toda la mansión.

Y da la impresión de ser muy grande.

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02/03/2011, 14:34
Director

No sabéis por qué, qué es lo que le estaría pasando por la cabeza al mayordomo, Antonio, cuando decidió que una de las habitaciones compartidas sería para vosotros. No es que tengáis problema, por supuesto, pero es extraño que, siendo unos desconocidos entre vosotros (más o menos, pues vuestra fama os precede), os asignen los alojamientos de esta manera.

Por supuesto que los dormitorios tienen cerradura propia (el mayordomo os entregó la llave correspondiente) y están debidamente separados. pero sigue siendo extraño.

Descubrís con agradable sorpresa que parte de la estantería de libros esconde un minibar bastante bien surtido. Os servís una copa y os acomodáis en los sillones a esperar que aparezca el dragón, charlando agradablemente...

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05/03/2011, 15:38
Jean Claude Renoir

El caballero francés se deleita con el lujo mostrado, sin duda algo magnífico. Una vez descubierto el minibar me sirvo una copa de coñac. No ara beberla, por supuesto, sino para olerla y agitarla distinguidamente. Desde luego no tiene ningún problema por haber sido colocado cerca de la encantadora mademoiselle Thornton. Au contraire, por supuesto.

Una vez que se haya cambiado de traje, se reúne con ella en la sala común, esperando al dragón.

-Es una delicia verla aquí, milady -le comenta a la distinguida Thornton-. Una delicia para todos los sentidos, desde luego... Si me permite preguntárselo... ¿qué ha hecho que su fama se presente aquí, en las montañas, tan alejada de las cortes y clubes que frecuenta?

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06/03/2011, 20:46
Lady Thornton

Lady Thornton se encontraba frente a la estantería escogiendo un libro y lucía por completo renovada tras el reparador baño. Su cabello, aún húmedo, pero perfectamente recogido, emanaba un embriagante aroma que se mezclaba exquisitamente con el de su perfume.

Acababa de decidirse por un libro cuando el señor Renoir apareció en la sala. Se oyó un gruñido pero ella rápidamente, haciendo un gesto con la mano, lo acalló.

-Es una delicia verla aquí, milady -dijo Renoir mientras ella se sentaba-. Una delicia para todos los sentidos, desde luego -asintió ligeramente con la cabeza a modo de agradecimiento-... Si me permite preguntárselo... -añadió él mientras el causante del gruñido se sentaba junto al sitial que había ocupado su dueña y apoyaba la cabeza sobre su regazo para que ésta le acariciara, sin apartar la vista del, para él, desconocido- ¿qué ha hecho que su fama se presente aquí, en las montañas, tan alejada de las cortes y clubes que frecuenta?

-Tranquilo, Goliat, el señor comparte habitaciones con nosotros, no seas hostil con él -le acarició la cabeza y dejó el libro sobre la mesita que tenía justo al lado-... Aventuras, riquezas... contactos... negocios -lo miraba a los ojos-... ¿Búsqueda de nuevas emociones tal vez? -volvió a sonreír, espontánea- Imagino que lo mismo que lo atrajo a usted. ¿Me equivoco?

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08/03/2011, 23:17
Jean Claude Renoir

Jean Claude intenta no ponerse nervioso por el perrazo enorme que acompaña a la Lady. En realidad no tiene nada en contra de los animales... sobre todo cuando están a una distancia prudencial de él. Normalmente tras unos barrotes o algo así, firmemente sujetos por una correa.

Se lleva la mano a la cabeza, como si fuera a tocarse el ala del sombrero. Un sombrero que, evidentemente, no lleva ahora, pero el gesto es el mismo.

Sonríe encantadoramente.

-Sí, podría decirse que sí, milady. Nuevas emociones, nuevos contactos... y oportunidades de ganar dinero. La oferta que les dio nuestro anfitrión a esos... exploradores... sin duda fue... -se calla un momento, buscando la palabra adecuada-... fue excepcional. Está claro que monsieur Draconis es muy rico, y no me refiero a su hogar, sino que dispone de liquidez para gastar en el momento...

Le echa una breve mirada al perro y su sonrisa flaquea un poco, pero enseguida vuelve su atención a la encantadora y bella lady Thornton. Agita su copa leve,ente, aspirando el rico olor que surge del alcohol.

-No obstante no deja de ser sorprendente que una dama como usted viaje tantas millas para encontrarse en el... en el centro de la nada, vaya. No es que me queje -añade, muy educado-. Au contraire, su presencia aquí da una nota de distinción y hermosura al peculiar grupo que nos hemos reunido.

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09/03/2011, 22:32
Lady Thornton

Esboza una sonrisa, complacida por el cumplido y baja la mirada, coqueta, para luego alzarla batiendo sus largas pestañas, parsimoniosa.

-¿Qué dragón no lo es? -responde acercándose a la mesa.

Hay, sobre ésta, una bandeja con dulces variados y frutos, tanto frescos como secos.

-Es un usted muy amable, monsieur -responde quitándose uno de los guantes-, pero no podemos desconocer que las otras damas presentes también tienen su encanto -se relame los labios mientras observa las cosas que hay sobre la mesa, todavía sin decidirse cuál probará-. Ahí tiene, por ejemplo, a la señorita Graham, con ese halo de enigma que parece envolverla o la señorita Clums, que aunque más ruda no deja de ser muy agradable a la vista... -sonríe, divertida- Inclusive la belleza salvaje de la joven Björnsdottir, que estoy segura que si tuviera algo más de modales sería una joven de lo más encantadora y ni qué decir de la cándida belleza y frescor de la pequeña Helga.

Por fin parece decidirse sobre qué bocadillo degustará, coge un higo de aspecto acaramelado para, ni corta ni perezosa, llevarlo a su boca y saborearlo de un modo que a nadie, sea éste hombre o mujer, podría dejar indiferente.

-Mmmm... -emite un suave sonido a mitad de camino entre un suspiro y un gemido.

Sus dedos índice y pulgar se habían manchado con la dulce sustancia que recubría los higos, bien pudo coger una servilleta y limpiarse, pero en lugar de eso optó por lamerse los dedos... todo ello sin dejar de mirar a Renoir.

-Debería probar uno -dice a Jean Claude cogiendo una servilleta con la mano enguantada mientras que con la otra cogía un nuevo higo y se acercaba a él ofreciéndole comer de éste directamente de sus dedos-... le aseguro lo disfrutará -finaliza entreabriendo ligeramente los labios.

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10/03/2011, 20:30
Jean Claude Renoir

El caballero no deja, desde luego, de mirar a lady Thornton. Hay algo en ella... peligroso, y exótico, y sumamente atractivo, y... y sensual, vaya. Toda ella destila sensualidad...

-Merci, mademoiselle -dice Jean Claude, alargando su mano y tomando la fruta que ella le ofrece... para acto seguido llevar la mano de ella a sus labios y depositar un beso sobre ellos.

El olor dulzón de la fruta todavía está pegado a ellos... por lo que Jean Claude mantiene la posición unos segundo, mirándola a ella directamente a los ojos y sonriendo. Después, suelta la mano y se vuelve, de espaldas, a su sillón. Muerde el higo.

-Exquisito, sin duda alguna, mademoiselle Thornton. Sabe usted escoger muy bien de qué fruta morder...

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15/03/2011, 21:32
Lady Thornton

Sonrió, coqueta y con aire distraído volvió a coger el libro que dejara minutos antes sobre la mesa para ocupar el sillón que había del otro lado de la habitación, próximo a las estanterías de libros. Goliat se echó a sus pies, remolón y volvió a dormirse.

-Se está haciendo esperar nuestro anfitrión -comentó al cabo de un par de minutos de distraída lectura-. Me intriga -apartó la vista del libro-. Me pregunto cuál irá a ser su oferta...

Intenciones tuvo de preguntar a Renoir cuál era el pago que esperaba recibir a cambio, mejor dicho, qué sería lo mínimo a recibir para continuar en esa empresa, pero si lo hacía probable era que Jean Claude hiciera la misma pregunta y no creía tener una respuesta adecuada. No una satisfactoria al menos.

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22/03/2011, 16:58
Everard Draconis

En ese preciso momento llaman a la puerta. Goliat, el enorme perro de lady Thornton, gira la cabeza hacia el ruido y gruñe levemente.

Dais vuestro permiso para pasar, y en el umbral aparece vuestro anfitrión, vestido impecablemente con otro traje diferente al de la cena.

-Mis señores -os saluda-. Espero que estén ustedes cómodos, y perdonen la tardanza...

Dirige su mirada hacia el cuenco de fruta y hacia el minibar abierto. levanta un ceja, satisfecho porque hagáis uso de las comodidades que ha puesto a vuestro alcance. Mira brevemente al enorme can de la señorita, el cual deja de gruñir y se cubre instintivamente el hocico con las patas delanteras, echado totalmente en el suelo.

-He tenido que entrevistarme con algunos de sus compañeros de viaje... explicarles ciertos temas y discutir del desagradable asunto de la paga -termina, riendo levemente. Se acerca hacia dónde estáis y se sienta en un sillón en frente vuestro. Os dirige una mirada evaluadora, calculadora, que recorre no sólo vuestro cuerpo y vuestra expresión facial, sino que casi podría desnudar vuestra mente y vuestra alma y servirla ante sí en bandeja de plata. Asiente enigmáticamente con un pequeño movimiento del rostro-. Y supongo que ustedes estarán cansados, tanto del viaje como de la recepción y... de la espera. tengo que volver a disculparme, pero entienden que son gestiones necesarias, ¿verdad? Así pues, discúlpenme otra tercera vez porque me salga del protocolo y vaya directamente al meollo del asunto

Se inclina hacia vosotros, apoyándose en sus rodillas. Os mira seriamente.

-¿Y bien? ¿Qué opinan de lo que han visto? ¿Creen que podrán ayudarme?

Notas de juego

Siento mucho la tardanza, señores míos. Umbría me deja entrar pero no me deja contestar. Dicen que son problemas generales... Pues en general me está jodiendo.

Pido mil disculpas, no obstante.

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25/03/2011, 15:59
Jean Claude Renoir

Algo contrariado por la repentina aparición del dragón, Jean Claude enseguida recupera su postura. Está acostumbrado a este tipo de bailes, desde luego. Ya podrá... entablar conversación con la señorita Thornton.

-Yo, la verdad, es que encuentro fascinante todo el asunto. Aparecen todas las características de una novela de Jules Verne, mi compatriota... Misterios, peligros tecnológicos, amenaza velada... incluso trato con seres alienígenas...

Se ríe y agita su copa, al compás de la del anfitrión.

-Parece ser que hay varias opciones, ¿no, monsieur? Esto es: entrevistarse con la Corte Feérica de la zona... que no sé yo por qué pero me parece que por lo que ha dejado dicho hay... hay representantes de las Dos Cortes en el Valle. ¿Curioso, no? -se pasa la lengua por los labios, brevemente-. Y luego está el asunto de los propios habitantes del valle. Habrá que hablar con ellos.

Ahora sí bebe un poco de coñac.

-Porque, y pedóneme, pero ni mademoiselle ni yo somos... expertos metalurgos para andar tarsteando con una puerta que no se quiere abrir. Ya tiene sus cerrajeros, así que eso no... no es asunto nuestro, vaya.

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27/03/2011, 17:25
Lady Thornton

Emma observó la reacción de Goliat tras recibir la mirada de Draconis y no pudo sino sorprenderse, mas no dudó en hablar a su can para tranquilizarle.

-Tranquiiilo. ¿Ya ves lo que pasa? No debiste gruñirle... eso estuvo mal. El señor Draconis no te hará daño... y tampoco me lo hará a mí.

Sonrió y acarició el lomo del perro. Acto seguido clavó sus ojos en la imponente figura de Draconis, prestando atención a sus palabras y asintiendo luego ante las que expresara su apuesto compañero.

-Coincido con monsieur Renoir, donde más útiles le seremos es entrevistándonos bien sea con la Corte Feérica o bien con los habitantes del valle, aunque, si me permite decirlo, preferiría entrevistarme con los habitantes -se quitó el otro guante y, por primera vez, tuvo ambas manos, blancas y suaves, al descubierto-. Intuyo que la señorita Clums y el señor van Harkov se encargarán de esas entrevistas por lo que entrevistarse con los habitantes y autoridades del pueblo sería algo muy conveniente para nosotros, sin embargo, si vuestra merced estima conveniente que nos entrevistemos con la Corte Feérica, que así sea.

Parpadeó, despacio, batiendo sus largas pestañas con natural coquetería. Aquel era un gesto tan natural en ella que ni siquiera se daba cuenta de que lo hacía y puede que, por lo mismo, resultara tan encantador.

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28/03/2011, 13:54
Everard Draconis

El dragón sonríe maquinalmente, encantado por el despliegue que ve ante sus ojos.

-Sin duda alguna, señorita, sin duda alguna... ustedes dos harían mejor trabajo con la lengua que con las manos -no hace caso del que podría ser un evidente doble sentido... o no-. Se nota que son expertos diplomáticos. Sí -añade-, efectivamente la señorita Clums ha mostrado su preferencia por tantear a los feéricos, ya sean Leales u... Oscuros -confirma la hipótesis de Jean Claude-. Creo que la señorita Graham, miembro de la Real Academia de Exploradores, la acompañará. Así pues...

Agita su copa delante su rostro, mirándoos alternativamente... aunque detiene su mirada más de lo habitual en la figura de la lady.

-Así pues, es posible que ustedes dos... puedan interr... perdón -sonríe, disculpándose-, quiero decir entrevistarse con alguna de las figuras locales, con el párroco o el alcalde. Por cierto, tengo entendido que el teniente de alcalde hace las veces de archivero... Es un hombre mayor consagrado a su trabajo y... y que se encoge cada vez que me ve -se lamenta-. Una lástima, porque me encantaría poder hablar con él... sobre todo cuando es evidente que no soy una amenaza para nadie, ¿no opinan lo mismo?

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29/03/2011, 15:01
Jean Claude Renoir

Enarca una ceja ante la... elección de palabras de nuestro anfitrión. Parece algo nervioso, tal vez molesto...

Carraspea levemente, colocando educadamente su mano delante de la boca.

-Entonces, monsieur... ¿nos aconseja usted visitar a los principales de la villa? No sé... parecen -busca la palabra- algo rústicos, tal vez, ce n'est pas? ¿De verdad cree usted que podrían saber algo de interés?

Mira a lady Thornton, esperando que corrobore su opinión... aunque podría sorprenderle.

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31/03/2011, 00:00
Lady Thornton

Su mirada se endureció por cuestión de segundos ante las, en apariencia, poco acertadas palabras de Draconis, pero pronto quitó hierro al asunto y acabó por omitirlas. No era la primera, ni mucho menos sería la última, en la que se viera enfrentada a una situación similar y poco le importaba el qué dirán.

Escuchó lo que ambos hombres decían con atención y cuando Jean Claude la invitó a intervenir con la mirada, así hizo.

-Se sorprendería, monsieur, de la cantidad de información que pueden llegar a manejar personas tanto o más rústicos que ellos -dijo utilizando el mismo adjetivo que su compañero-. Obtener información de esas sencillas personas resulta, le aseguro, mucho más fácil que de aquellos que ostentan el poder, mucho más acostumbrados a lidiar con malidicencias y gente dispuesta a darles una estocada por la espalda. Una persona de poder, por norma, suele estar siempre a la defensiva pues cuenta con muchos enemigos tanto conocidos como desconocidos y tiende a desconfiar hasta de su sombra, no así el vulgo de la gente,mucho más ascequibles pero, sobre todo, dispuestos a colaborar, en especial si hay algunas monedas de por medio...

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02/04/2011, 15:23
Jean Claude Renoir

El francés se encoje levemente de hombros y enarca una de sus cejas.

-Si usted lo dice, mademoiselle... Pero no me parece una mujer acostumbrada a lidiar con rústicos personajes -parece que le ha cogido gusto al calificativo- y sí a hacerlo con... ¿cómo ha dicho? -se pasa un momento la lengua por los labios, intentando recordar las palabras exactas-. Sí: "aquellos que ostentan el poder, mucho más acostumbrados a lidiar con maledicencias y gente dispuesta a darles una estocada por la espalda"... Parece que conoce bien a ese tipo de personas...

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06/04/2011, 04:21
Lady Thornton

Emma esbozó una sonrisa y miró a Jean con aire apesadumbrado.

-Crecí rodeada de personas de ese tipo, monsieur, sin ir más lejos mi progenitor era una de ellas...

Progenitor. No le llamó padre, era como si al llamarle de ese modo quisiera poner ciertas distancias entre ambos. Sin duda alguien lo suficientemente perspicaz sería capaz de notar ese sutil detalle, detalle que al mismo tiempo era bastante revelador y dejaba entrever que Lady Thornton albergaba rencores hacia la figura paterna.

-Créame, se de lo que hablo. Pero no nos confundamos, tampoco estoy diciendo que llegado el momento no nos ocupemos de ellos, después de todo el saber cómo es que en su mayoría reaccionan y se comportan frente a ciertas cosas constituye una ventaja, pues se sabe de antemano por qué lado es el que no se debe ir. ¿No le parece?

Dejó la pregunta en el aire y miró entonces a Draconis.

-Pero sin duda nuestro anfitrión podrá decir qué tan acertadas o desacertadas son mis palabras -le sonrió-, a lo largo de sus años habrá tenido oportunidad de conocer a muchos humanos y sin duda debe poseer un conocimiento bastante acabado de nuestra especie. ¿Qué opinión le merecen a vuestra merced mis palabras?

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08/04/2011, 15:37
Jean Claude Renoir

El atractivo caballero francés atiende a las palabras de la lady sin perderse ninguna... ni las pronunciadas ni las calladas.

Asiente, comprensivo, y levanta la copa como muestra de respeto por las opiniones de la mujer. Quien, desde luego, está incrementando el respeto que Jean Claude tiene de ella. "No sólo es très belle, sino que además es... simplemente fascinante".

De todas maneras calla, curioso por la respuesta que pueda darle el dragón... el otro adversario en este encuentro.

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08/04/2011, 15:41
Everard Draconis

El dragón, desde luego, no se ha perdido el intercambio de opiniones entre sus invitados. Sonríe ante la pregunta directa que le lanza la fascinante mujer.

-Creo sin duda que serían necesarias varias vidas de dragón para acabar comprendiendo en su totalidad a uno solo de los integrantes de su especie, milady -contesta, divertido y guiñándole un ojo-. Claro que lo que usted me pide es un bosquejo general, ¿verdad?

Ríe levemente mientras agita su copa, la mira, y acaba decidiendo tomar un sorbo. Se deleita unos instantes con su sabor antes de continuar.

-Es fascinante el grado de avance que han demostrado. Me acuerdo de cuando sus antepasados aprendieron a esgrimir palos afilados contra depredadores mucho mayores que ellos... y eso hace apenas unos cientos de miles de años -se carcajea-. Y miren ahora -hace un gesto abarcando la habitación... llena de objetos, después de todo, humanos- las maravillas de esta época, producidas mayormente por la genialidad del pensamiento humano. Sí -finaliza, enarcando una ceja e inclinando con respeto la cabeza por un instante- en conjunto son asombrosos. Sin duda la segunda fuerza a tener en cuenta en este nuestro pequeño mundo.

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11/04/2011, 16:26
Lady Thornton

Asintió ante la respuesta de Draconis. No era del todo la respuesta que esperaba oír pero tampoco estaba mal.

Se quitó el otro guante y dejó ambos, delicadamente, sobre el apoya brazos del sitial. Goliat, al ver que su dueña hacía ademán de moverse, alzó la cabeza y la miró expectante, a la espera de alguna de que ésta le ordenara seguirla. Pero nada de eso hubo. Lady Thornton se puso de pie y con paso calmo y seguro fue hasta el pequeño bar y se sirvió una copa de zumo de frutas (fresas en este caso) pues no gustaba ingerir alcohol cuando estaba tratando asuntos de negocios.

-¿Vuestra merced gusta algo de beber? -preguntó primero a Draconis- ¿Más coñac, monsieur? -dijo luego a Jean Claude mirando a ambos por encima del hombro tan coqueta y delicada como siempre.

Sin duda había llegado la hora de hablar del pago que habría de recibir por los servicios prestados y sutilmente la joven dama se disponía a tratarlo, mas, antes de ponerle sobre el tapete, esperó a oír la respuesta de los señores.

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14/04/2011, 17:55
Jean Claude Renoir

-Sin lugar a dudas, mademoiselle -responde el francés, inmediatamente, al ofrecimiento de la mujer-. Aunque... ¿sería mucho pedir que lo aderezara con algo de ese aparentemente exquisito jugo de frutas?

Jean Claude extiende la mano y le pasa la copa, casi completamente vacía, a lady Thornton... intentando no hacer movimientos bruscos para no atraer la atención del enorme can de la señorita.