Partida Rol por web

Pathfinder Alfa: Hijos del Vacio

[Escena] Un Día en la Ciudad del Pecado

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16/08/2016, 19:57
Director

Korvosa, mañana del 24 de Sarenith, día del juramento, del 4710

Korvosa es un vertedero, material y humano, en el que se miman como artes la corrupción y la degeneración más variadas. Así describía un pionero su experiencia en la que era la mayor ciudad de Varisia. Tanto Seltyiel como Marcus habían pasado antes solo brevemente por allí, en sus respectivo viajes hacía el sur, y la verdad es que tenían que reconocer que comparándola con Korvosa se podía describir a Puertoenigma como de “un cierto encanto marinero” sin la menor vergüenza. Después de eso Korvosa no había pasado precisamente por sus mejores días. Tumultos a raíz del envenenamiento del anterior rey, una plaga mortífera con no muertos incluidos, una invasión de infernales y una reina loca que casi destruye la ciudad fueron solo algunos de los rumores que habían llegado hasta vosotros. Y lo cierto es que se veían algunas partes de la ciudad en ruinas o quemadas, y una torre enorme que destacaba en la ciudad había desaparecido, pero eran detalles en comparación de lo que se había construido.

Varias estructuras de gran tamaño cuya arquitectura recordaba al enorme zigurat sobre el que estaba asentado el palacio real estaban en diversas etapas de construcción, y auténticos ejércitos de gigantes parecían involucrados. También se veían muchos menos enfermos, niños sucios y maleantes por las calles (en realidad Seltyiel atisbo a algún ladrón pero parecían casi elegantes). Y la zona de extramuros había pasado de ser una aldea que recordaba a Puertoenigma en sucio y de interior a una zona en auge con caminos empedrados, nuevas instalaciones sanitarias y casas que se construían por doquier. Pero sin duda lo más impresionante de todo era el cambio que había sufrido la bahía de Korvosa, antaño un puerto estancado y pestilente y ahora además de limpia en pleno proceso de ampliación (a lo bestia) del puerto. Claro que todo eso palidecía en comparación de las docenas de islas que parecían haber surgido de la nada y en las cuales estaban construyendo diversas estructuras.

Habíais acordado veros con Naewen en la puerta que daba a Orilla Este (dado que era un sitio al que Seltyiel podía transportaros con su nuevo conjuro preferido) poco después de las diez de la mañana y cuando llegasteis allí estaba ella, esperándoos, y aun más cambiada de lo que estuvo el día que fue con Lucien a visitaros en Puertoenigma,

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16/08/2016, 21:49
Naewen

Naewen sonrió al grupo nada más verlos aparecer. Podía imaginarse lo contento que estaría Seltyiel de haber conseguido dominar aquel conjuro. La teleportación te cambiaba la vida de una forma que el resto de la magia no hacía. La libertad de movimiento que te daba no tenía precio.

La elfa estaba sentada a lomos de una montura que recordaba a un pegaso, aunque nadie lo confundiría con un pegaso auténtico. El equino tenía una cualidad brumosa e irreal, y sus cascos no generaban ruido alguno al desplazarse sobre el pavimento empedrado. En vez de los vestidos al estilo élfico que Naewen había llevado durante la pequeña aventura juntos -tanto las ropas prácticas aunque llamativas que había usado durante los días de acción, como los delicados vestidos, finos como telarañas, que había llevado en Puerto Enigma-, llevaba una túnica eurythnia, de un tejido excelente y bordado con runas, pero con muy poca tela; el estilo eurythnio tendía más bien al exhibicionismo. La túnica dejaba al descubierto los brazos, mostrando la runa inscrita en el antebrazo derecho, esa runa que Seltyiel había identificado como la runa de la lujuria en la reunión tenida días antes en Puerto Enigma.

Sin embargo, no era la vestimenta la que ofrecía la diferencia. Había algo en Naewen ahora que atraía las miradas, lo que se hacía patente en la forma en que los viandantes paraban para observarla, y a veces incluso continuaban volviéndose para mirarla mientras se alejaban. Era un efecto que ciertos sacerdotes calistrianos también provocaban -un aura de encanto, que atraía las miradas y hechizaba con la sola proximidad, llegando a provocar incluso deseo sexual en parejas receptivas-, pero la de Naewen parecía más fuerte, más pura. Ningún calistriano podía provocar ese efecto a alguien que estaba tantos metros alejado.

Naewen se bajó del corcel, y se acercó a ellos andando con agilidad. La bestia -evidentemente mágica- se quedó quieta, impasible, al quedar privada de las órdenes de su creadora. La elfa volvió a sonreír al grupo.

-Buen día, chicos. Me alegro mucho de que al fin hayamos podemos coincidir todos. -Sonrió un poco tímida ante las miradas de los otros-. Lo sé, lo sé. Es la impronta eurythnia, un efecto de la magia que practican. Ya veréis a alguno de los archimagos. Tienen una presencia que es imposible de pasar por alto.

Naewen se tocó la runa inscrita en el antebrazo de forma inconsciente. -Los eurythnios son maestros encantadores. Y parece que parte del encanto de su magia se filtra al exterior. Y entre nosotros… son gente muy presumida -se rió un poco-. ¿Queréis ver algo en especial primero? ¿La ciudad korvosana? ¿La parte eurythnia? ¿Vamos a casa de Lucien? Aunque él esta ocupado ahora. Quedará libre hacia mediodía. Tenía que realizar un trabajo para su… para nuestro maestro. Pero hay mucha gente allí, aunque no esté él.

La elfa tendió tres pergaminos a Seltyiel, dos para que los usara en aquel momento y uno para que lo añadiera a su libro. Los tres tenían inscrito el mismo conjuro.

-Son para crear una montura como la mía. Bueno… la vuestra no será un pegaso, probablemente. Las monturas fantasmales se acomodan al concepto que su jinete tiene de una montura, así que probablemente para vosotros serán corceles.

Naewen volvió a montar en su pegaso mágico, explicando: -Los nobles en Korvosa no se desplazan a pie, sino a caballo. Y los eurythnios han pasado a formar parte de la elite de la ciudad, aunque técnicamente siguen siendo un pueblo diferente. Así que tienen que guardar las apariencias, y han adoptado algunas de las costumbres de los nobles korvosanos. Sólo algunas, porque lo cierto es que están exportando sus propias costumbres a gran velocidad. Hay muchos que tienden a imitarlos… han causando tanta impresión que ahora es de buen tono imitarlos. Aunque hay gente que siente todo lo contrario, claro. Temen que su cultura desaparezca en menos de una generación.

Señala los nuevos edificios en construcción. -Aunque no son sus costumbres lo único que están exportando. Ya lo veis, están reconstruyendo la ciudad a pasos agigantados. La verdad es que no es mala cosa esa. Korvosa tenía diferencias sociales muy fuertes, con mucha gente muy pobre y unos pocos escandalosamente ricos. La parte pobre de la ciudad era horrenda, con la gente apiñada de tal forma que construían chabolas encima de otras chabolas. Terrible. La parte noble era muy monumental, pero como veréis en los edificios que aun quedan, no precisamente por eso bonita. Aquí se llevaba lo que llaman el sistema "neo-infernalista", copiando a Cheliax, con mucho mármol negro e iconografía infernal. Ah, cuidado con los diablillos… aquí son tan abundantes como las ratas en otras ciudades. Es consecuencia de la Acadameae, la universidad arcana infernalista, habréis oído hablar de ella… es famosa. Se les escapan muchos diablillos de las prácticas de convocación. Los eurythnios consideran eso una chapuza, y la verdad es que lo es, pero también es cierto que los thassilonianos son muy pijos con sus prácticas del Arte.

Naewen creó desde su memoria una montura para Marcus, dejando que Seltyiel crease la suya propia y la de Air'his.

-Me alegro de que te hayas atrevido a venir -sonrió a la semiorca-, pensé que no querrías hacerlo. Parecías tener mucha manía a Lucien y a Thassilon. Bueno, chicos, ¿Cómo van las cosas por Puerto Enigma?

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17/08/2016, 02:57
Seltyiel

Seltyiel se queda mirando a Naewen un momento. Así que aquel efecto crecía. Ya le había parecido la noche de la reunión, cinco días antes, que había algo así. Aunque en aquel entonces no le había parecido muy diferente al aura que tenían ciertos especialistas en encantamiento o ciertos devotos calistrianos. Pero entonces debía tener aquella runa recién tatuada.

-Bueno, Naewen. Por lo que a mí respecta esa impronta o lo que sea es redundante, ya eras deslumbrante antes -galantea Selt. No es que no intentara complacer a las jóvenes que pretendía, pero tenía que reconocer que ella le había cautivado desde el principio, así que tampoco era aquello falso.

Cuando ella se acerca Selt recoge los pergaminos, complacido de que se hubiera acordado de que quería algunos conjuros no de combate, como aquel. Pero se mete momentáneamente los pergaminos en la bandolera que llevaba a tal efecto, oculta por sus ropas, y alarga la mano para coger el brazo de ella. Desliza un dedo por el símbolo arcano tatuado allí. Parece una caricia suave y lenta, y lo era, aunque en realidad Selt estaba intentando sentir la magia inherente al tatuaje.

-¿Para qué sirve? ¿Molesta cuando le toco? Si quieres paro. ¿Qué tipo de pigmentos usaron? -pregunta con curiosidad, pero en realidad hay preguntas que le interesan más-. Naewen, ¿estás segura de lo que estás haciendo? Parece una decisión muy repentina para ti. ¿Cómo te convencieron? ¿Y cómo es la vida entre ellos?

Después Selt echa mano de los pergaminos… de dos de ellos… y los lee para asegurarse de que entiende la escritura y la fórmula. No parece excesivamente complicada y Naewen los ha escrito en el dracónico estándar que la mayor parte de la gente usa para el Arte. Selt conjura las monturas fantasmales, poniendo una bajo el control de Air'his… aunque algo le decía que la druida protestaría por aquel tipo de montura. Selt se queda con la otra, a la que da forma de un caballo. Él puede prescindir perfectamente de los aditamentos élficos, puras fantasías que no añadían nada a la funcionalidad del conjuro, como formas de pegaso o unicornio.

-¿Así que vamos a ir cabalgando como nobles? Muy bien, hay que salvaguardar las apariencias -bromea con Naewen, aunque Selt está bien seguro de que las monturas de los nobles korvosanos eran mucho más reales y menos exóticas que aquellas. Pero seguramente formaba parte de la mística de los eurythnios aquellos pequeños despliegues de magia-. Pero a juzgar por lo que estoy viendo diría que tienen razón los que temen que la cultura korvosana está condenada a la extinción. Los cambios son… notables.

Selt monta en su caballo tan pronto ella lo hace. -Lo que a mí me interesa es Eurythnia, para serte sincero. Ya estuve en Korvosa en su día. Nunca me han gustado los korvosanos. Son un rebaño orgulloso y terco. Los nobles se creen el ombligo del mundo y a los plebeyos les encanta que los pisoteen y además se enorgullecen de ello. -En Puerto Enigma se reían de la docilidad de los plebeyos korvosanos, a los que comparaban con ovejas ni siquiera bien cebadas. Para la mentalidad rebelde de Puerto Enigma, aquella ansia por el orden de los korvosanos, incluso por encima de su propio bienestar e interés, era más que incomprensible, era estupida-. ¿Siguen teniendo prohibido formar gremios?

Pero cuando Selt mira en derredor no lo hace para ver qué tal lo pasan los korvosanos, sino para ver si ve a algun eurythnio.

-Pero demos un paseo por las partes korvosanas, a ver qué cambios hay. Luego ya puedes llevarnos a Eurythnia, o a la casa de Lucien, o lo que sea. Ese maestro vuestro que has mencionado... ¿quién es? ¿cómo es? ¿Realmente puede enseñarte tanto? No es que seas una novata precisamente en el Arte...

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17/08/2016, 10:17
Marcus

Marcus se quedó petrificado unos instantes. No sólo por la visión de los cambios en la ciudad sino también por el cambio, en apariencia, de Naewen. Aunque seguía siendo la misma era evidente que llamaba mucho más la atención. Sus anteriores paseos por PuertoEnigma ahora sí que serían imposibles sin un guardaespaldas al lado para espantar a los moscones.

Parpadeó un par de veces y sacudió la cabeza para recuperar el control. Sonrió y devolvió el saludo.

- Buen día.

Luego sus ojos se fijaron en la montura de Naewen, admirando sus formas aunque alarmándose un poco por el hecho de que semejante criatura hubiera tenido que ser creada con magia. Si algo así existiera realmente en la naturaleza debía ser algo precioso.

- Yo no tengo ninguna preferencia. Cuando estuve en Korvosa fue de paso y no me dediqué a contemplar la ciudad. Más bien vi lo peor de la misma. – Comentó sonriente. – Haz como dice Selt… estará bien. – Admitió.

- ¿Se supone que tenemos que pasar por nobles? – Preguntó. – Porque si no vamos muy lejos a mí no me importa ir a pie. – Indicó. Además por su vestimenta seguro que no daba el pego como noble, si acaso como guardaespaldas de uno.

- Eso del estilo "neo-infernalista"… - Comentó. – Quiero ver algo de ello. – Dijo sin titubear. No le gustaba nada el estilo de la ciudad ni que quisieran jugar con diablillos y seres infernales. Todo aquello siempre acababa mal, estaba seguro. La idea de una universidad arcana que se dedicara a la práctica infernalista era algo que llamaba poderosamente la atención de Marcus. ¿Cómo alguien en su sano juicio permitía algo así?

Quizá el haber realizado semejante viaje no fuera tan buena idea después de todo.

Y para acabar de resultarle incómodo, los coqueteos de Selt con Naewen no estaban siendo precisamente disimulados, pero Marcus se obligó a sonreír.

- Seltyiel tiene razón. Te conozco poco pero siempre me has parecido muy independiente. ¿Cómo te han convencido para esto? – Iba a haber dicho "esta locura", pero sospechaba que la elfa no se lo habría tomado muy bien.

Dejó que Naewen se tomara su tiempo para responderles y pasó a dar una breve respuesta a la pregunta de la elfa sobre las actividades de Selt y Marcus en PuertoEnigma.

- Respecto a PuertoEnigma… la verdad es que va bien, pero muy atareados. Apenas disponemos de mucho tiempo libre. – Admitió. Controlar y gobernar esa ciudad estaba siendo más trabajoso de lo que habían supuesto en un principio, y Marcus no había sido precisamente optimista al respecto.

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17/08/2016, 13:11
Naewen

Cuando Seltyiel tocó su runa Naewen iba a decir que no era buena idea hacerlo, pero no tuvo tiempo. La runa amplificó aquella sencilla caricia, la amplificó y la retroalimentó, enviando un chispazo de placer a todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo, y, evidentemente, haciendo lo mismo con Seltyiel.

Naewen retiró el brazo apresuradamente, y respiró hondo para recuperar el control.

-Cielo, es la runa de lujuria. Amplifica el placer y la magia de encantamiento. No es buena idea tocarla si no tienes intenciones… mmm… relacionadas con eso. Y está casi vacía, así que está hambrienta, como has podido comprobar -le explicó amablemente-. En realidad sirve para muchas cosas. En principio es un identificador para los guardianes de Eurythnia… ajenos, constructos… todos ellos reconocen a su portador como uno de los señores de la satrapía. También almacena energía mágica. Destila la energía de lujuria en energía arcana pura relacionada con la magia de encantamiento… me permite retener en memoria algunos conjuros más de esa disciplina, potencia ese tipo de magia, y… bueno. Genera el aura que estáis sintiendo. En realidad el aura es un hechizo no coercitivo.

Naewen aclaró aquella frase a los dos legos en magia arcana: -Quiere decir que es un encantamiento muy suave, que sólo afecta a los que no se oponen a él. Puedo hacerlo más fuerte, para imponerlo sobre gente que no lo desea, pero eso requiere esfuerzo y no puedo hacerlo muchas veces al día antes de fatigarme y agotar este tipo de magia. El efecto pasivo que estáis sintiendo es más bien como un cosmético. En realidad es parecido a las aptitudes que tienen algunos encantadores, pero ya lo veis, es más potente. Las leyendas dicen que los eurythnios fueron encantadores sin parangón, nunca igualados actualmente, y os puedo asegurar que las leyendas tienen razón. Su magia es muy eficiente.

Y explicó para Seltyiel casi exclusivamente, dado que no creía que los otros entendieran:

-Es porque recurren a las raíces. La mayor parte de las tradiciones mágicas actuales extraen la energía de sus conjuros de fuerzas que permean el mundo, pero la magia rúnica, tanto la de los thassilonianos como la de ciertos homólogos, recurre a los conceptos de creación que apuntalan las fuerzas que sostienen la estructura de la realidad. Así que es… como extraer la magia directamente de la fuente, en vez de recoger hilos dispersos que se han permeado aquí y allá, como hacen los magos actuales.

Pero no era cosa de aburrir a Marcys y a Air'his con teoría arcana que sin duda no les interesaba. Naewen hizo un gesto a Seltyiel, como diciéndole que ya hablarían de magia cuando estuvieran solos.

-Pero mi maestro no usó pigmentos para inscribirla. Usó un cristal de djezet sólido. La marca que deja es como una quemadura, aunque tampoco es exactamente eso. Y no… no duele cuando te la inscriben. Es sólo un poco molesto. -Y para los otros dos-: El djezet es otro metal estelar, como el noqual de la isla. El noqual se relaciona con magia de abjuración y protección, por eso blinda contra la magia. El djezet se relaciona con la magia de encantamiento, que es la especialidad de los eurythnios.

Y el djezet era líquido, o más bien gelatinoso, de modo que seguramente a Seltyiel no se le escaparía lo asombroso que era conseguirlo en estado cristalino. Requería un proceso de transformación alquímica que la propia Naewen no entendía bien.

La elfa sonrió a Marcus, como si pudiera adivinar sus dudas. En realidad no hacía falta adivinar nada, porque eran bien patentes en el rostro del joven humano.

-¿Pasar por nobles? No tenemos que pasar por nada, es mi rango actual. Ahora soy eurythnia y soy aprendiz de uno de sus archimagos más poderosos así que… pertenezco a la élite, supongo. Mi maestro insiste mucho en guardar las apariencias y proporcionar en todo momento la impresión adecuada. Como aprendiz suya, mis deslices repercuten en su reputación, y él es el regente de la satrapía, la segunda autoridad después de la señora rúnica. Nunca he sido de muchas ceremonias, pero parece que ser aprendiz del primer consorte va asociado a cierto rango social y ciertas responsabilidades. Y como invitados de Eurythnia, sois importantes también, al menos en lo que dure esta visita.

Si algún korvosano los atacaba su maestro exigiría responsabilidades a las autoridades korvosanas y un castigo ejemplar para el atacante, pero Naewen no dijo eso para no poner nervioso a Marcus, que ya bastante intranquilo parecía. Además, sabía que nadie les atacaría, lo mismo que nadie atacaría a un noble korvosano. Los castigos por atacar a la nobleza eran draconianos en aquella ciudad y había presas más fáciles. Y la sociedad criminal que había sobrevivido a la purga realizada por Lucien era bastante más lista que intentar atacar a un grupo de aventureros poderosos o a uno de los magos con prestigio de la ciudad (eurythnios o de la Acadameae)

-Así que míralo como una pijería relacionada conmigo, más que con vosotros, si eso te hace sentir más tranquilo -bromeó Naewen, sonriendo a Marcus. Pero, mientras cabalgaban hacia el interior de la ciudad, explicó a Seltyiel-: Mi maestro es el Primer Consorte. Su título indica que es el compañero preferido de la Señora Rúnica, el consorte real de más rango, pero este rango tiene aparejadas muchas responsabilidades políticas y prestigio social. En realidad el primer consorte es el administrador en jefe de la satrapía. El es quien lleva los asuntos día a día del gobierno. Ahora la satrapía es pequeña, claro, aunque ya veis… están trabajando duro para recuperar lo que perdieron.

Se encogió de hombros.

-Sí, sí que puede enseñarme mucho. Supera con mucho a cualquier mago del continente en conocimientos y poder. Pero claro tampoco es como si yo fuera una adolescente sin experiencia, no es ese tipo de aprendizaje. Vivo en mi propia casa y sólo paso por la suya para aprovechar su biblioteca y recoger los libros que me selecciona. Todos los días hablamos un rato sobre lo que he leído y solventa mis dudas, y a veces me hace demostraciones de cómo tejer la magia rúnica, pero por lo demás soy completamente independiente. Voy y vengo como quiero… tarde o temprano él querrá que haga algún trabajo para él y la satrapía, como Lucien está haciendo ahora, pero por el momento no me ha pedido nada, sólo que estudie y que guarde las formas.

Y, sonriendo a Marcus, añadió:

-Es un hombre muy serio. Serio pero amable. Un poco orgulloso también, está acostumbrado a ser obedecido sin réplicas… pero en realidad es amable. Y a pesar de su seriedad tiene puntos de humor constantes, aunque sólo cuando está a solas con sus aprendices y allegados… en público siempre muestra un lado circunspecto y sereno. Supongo que si no hubiera sido alguien tan importante políticamente sería un hombre mucho más distendido. Ah, política… nunca me ha gustado. Es irónico que al final haya acabado mezclada con eso, aunque solo sea de forma tangencial. Pero es una buena vida, Seltyiel. No temas. Me requieren mucho estudio, pero eso es lo que yo buscaba al unirme a Eurythnia. Por lo demás, me han aceptado como uno de ellos, aunque lógicamente aun me miran como a una extranjera y sonríen ante mis costumbres, que para ellos son exóticas. Y me escuchan. Eso es lo mejor de todo. Qué poca gente está dispuesta a escuchar...

Asintió lentamente con la cabeza, como anticipándose a las réplicas de sus compañeros.

-Thassilon tiene una leyenda negra terrible, pero estos supervivientes son, bien… humanos. Hay gente mejor y peor entre ellos, pero no son monstruos. Se dan cuenta de que cometieron excesos terribles en el pasado, y están intentando no recaer en algunos de sus peores errores. Para ser justos, los imperios de aquella época eran todos de cuidado… incluso los elfos éramos muy extremistas entonces. Aun tienen algunas ideas que son… problemáticas. Eran tiranos, en el pasado. Pero una cosa positiva es que están escuchando a la gente de esta era que se ha unido a ellos, y aprendiendo otras formas de hacer las cosas. No sé qué saldrá de este nuevo Thassilon, pero espero ayudar a que no se conviertan en lo que fueron en el pasado. Diría que sin gente como nosotros, que aportamos ideas nuevas, seria inevitable que cayeran en eso, porque es lo único que conocen. Mi maestro nos pide consejo a Lucien y a mí acerca de la sociedad actual. Escucha, aunque decida él. Eso es bueno. Comprende que hay mucho de la era actual que ellos no entienden.

Estaban pasando a través del Distrito Medio, el distrito de la gente de clase media. Artesanos, obreros, comerciantes… Naewen hizo un gesto, para que compararan la diferencia entre las casas antiguas, de construcción korvosana -humildes y apelotonadas, aunque no tanto como en los barrios pobres-, con los nuevos bloques de apartamentos que se estaban construyendo bajo financiación eurythnia: más amplios, de fachadas encaladas, y situados en torno de cisternas comunitarias que hablaban de un sistema de abastecimiento de agua potable para cada casa. Cada comunidad vecinal contaba con un jardín o parque propio, y las casas, aunque sencillas, tenían un aire armonioso con pequeñas decoraciones que hablaban de la colaboración de artistas locales y la iglesia de Shelyn en la construcción.

-Son tiranos, pero tienen cosas buenas. No están ayudando a Korvosa por altruismo, en realidad. Consideran que las ciudades sucias crean demasiadas enfermedades, y la gente pobre no puede pagar impuestos, así que son una carga para la sociedad. Su idea de que una sociedad prospera es buena es porque una sociedad próspera sostiene mejor el estilo de vida de la élite. Pero claro… en el fondo a la gente sencilla le da igual por qué hacen las cosas. Lo que quieren es vivir mejor, y los eurythnios están elevando mucho el nivel de vida de esta ciudad. Son una magocracia, así que tienen también un valor muy alto de la educación. Están presionando al gobierno de Korvosa para que sea obligatoria la escolarización de los niños. Tampoco esto es exactamente altruista, claro… van a necesitar aprendices, y en una generación inculta no pueden encontrar a talentos de valor. Eso es algo típico en la mayoría de las magocracias que he visto. En Nex, muy al sur, que también es un país gobernado por magos, la escolarización es obligatoria hasta la mayoría de edad también. Es una gran vergüenza social no tener cierta cultura, allí… es por razones prácticas, pero qué demonios. No importan las razones, sigue siendo algo bueno para la sociedad.

Naewen esboza una sonrisita maliciosa.

-Y son presumidos, los eurythnios. Antaño se enorgullecían de la belleza de sus ciudades, de las que se decía que tenían una arquitectura exquisita; de su arte, pues contaban con escultores fabulosos y poetas y músicos de renombre; de la calidad de su gastronomía, que habían elevado a la categoría de arte. Y de sus… mmm…. casas de placer. Bueno, su runa es la de lujuria, así que inevitable que valorasen también los placeres de la carne. Así que para ellos una ciudad tan fea y sucia como Korvosa es un insulto a su concepto de civilización. Aunque, para seros sincera, los elfos pensarían exactamente igual. Las ciudades de Varisia son un desastre; Puerto Enigma es horrenda también y Magnimar sólo es un poco mejor. En todo caso, ésa es otra de las razones por las que están ayudando a reconstruir la ciudad: quieren vivir en una ciudad civilizada, no en un remedo bárbaro al que se ha aplicado la etiqueta de ciudad. Ellos dirigen las construcciones, pero usan mano de obra local ayudada por gigantes y otros ajenos, de modo que reactivan la economía local. La anterior reina de Korvosa, Ileosa, casi destruye a la ciudad en su locura.

Se volvió en su montura para mirar a Marcus. -Tienen cosas malas, sí. Por ejemplo, ellos consideran que cualquier inadaptado que no sea apto para un trabajo cualificado sólo vale para ser esclavo. Hay otras. Pero claro… no es que Korvosa no tuviera cosas malas por sí misma.

Naewen abandonó el distrito de la clase media y cruzó un largo puente hacia una isla. Hay guardias en ambos extremos del puente, ataviados con cotas de malla ligeras y un tabardo gris con el emblema de la ciudad bordado a la altura del pecho. Eran korvosanos, chelaxios de cabellos oscuro y ojos claros, que saludaron respetuosamente a la elfa y sus acompañantes, reaccionando al parecer a sus monturas y a la vestimenta de ella. Pero por la mirada que la dirigieron, era obvio que la preguntaban si estaba segura de querer atravesar el puente.

-Este es Puente de Entrada -explicó Naewen a los otros-, uno de los puentes para entrar en el casco viejo de la ciudad, que está todo él situado en la Isla Endrin. La mayor parte de la Isla Endrin es ahora parecida al Distrito Medio que acabamos de atravesar, pero para que veáis cómo era antes… a esta parte de la isla todavía no ha llegado la influencia eurythnia.

Parecía que todos los inadaptados que no habían querido unirse al programa de reconstrucción, y no tenían medios para vivir mejor, habían acabado allí. Naewen dirigió su montura entre calles estrellas conformadas por hileras de casas ruinosas, encima de las cuales se habían construido otras casas, y a veces, había incluso un tercer o cuarto estrato de chabolas así. Era evidente que aquella gente no tenía suministro de agua potable (sólo un pozo para todo el barrio), y el grado de suciedad y pobreza era descorazonador. La gente rehuía a aquellas personas montadas en caballos fantasmales, sin embargo. Por muy avariciosas o resentidas que fueran las miradas que les dirigieran era evidente que consideraban que atacarles les generaría más problemas que beneficios.

-Así era antes casi toda la superficie de esta isla -dijo Naewen, en voz baja-. Si os preguntáis por qué me he unido a los eurythnios… bien, cierto que tienen cosas malas. Cierto que cometieron excesos en el pasado. Pero aquí en Korvosa las cosas no eran precisamente idílicas. Están siendo buena influencia para esta ciudad. Y espero ayudar a que no recaigan en los errores del pasado, cosa que sucederá si se deja que los tradicionalistas eurythnios sean los que ganen el poder entre ellos. Necesitan gente nueva, tanto como Korvosa necesitaba una influencia externa que les arrancase de su espantoso sistema social. Hay renovadores entre los eurythnios, tanto como hay tradicionalistas, pero… mejor que cuenten con un empujoncito externo.

Naewen hizo un gesto, como diciendo "¡política!". Era evidente que había tendencias y pugnas políticas entre los propios despertados.

-Mi maestro forma parte de los renovadores -explicó Naewen, y dice a Marcus-: Vamos al Distrito Elevado, el antiguo barrio de la nobleza korvosana, y a Costa Sur, que antaño era el barrio de la burguesía korvosana, pero Ileosa hizo asesinar y se apropió de las fortunas de la mayoría de los burgueses. Ahora Costa Sur es donde se están asentando los nobles que sobrevivieron a la purga de Ileosa… pero en todo caso son los dos distritos en los que aun quedan muestras de monumentos del estilo neo-infernalista.

La maga sacó a sus compañeros de aquel mísero barrio, retornando al continente y a las partes pudientes de la ciudad a través de Puente de Entrada.

-No te preocupes por la influencia infernalista, Marcus. Es una influencia que va a ir declinando en los siguientes años, inevitablemente. Los eurythnios tienen muchos tratos con ajenos, pero para ellos es inconcebible dejarse dominar por ellos. Los ven como sirvientes, no como amos. La tradición infernalista de esta ciudad no es de su estilo, así que acabará diluyéndose ante el empuje de sus prácticas mágicas, que son más poderosas y eficientes. De hecho los korvosanos ya lo saben. En la Acadameae están de uñas, porque antes recibían inevitablemente a la flor y nata de los talentos arcanos, pero ahora tienen otros competidores muy potentes ávidos de nuevos aprendices. Y el prestigio, por supuesto... La Acadameae es una de las universidades más prestigiosas del continente. Pero cuando los eurythnios crezcan… ya veremos cuánto prestigio podrán retener compitiendo con ellos. Así que hay rivalidades, aunque de momento son corteses y mantenidas a nivel social y político.

Naewen se encogió de hombros.

-¿Os estoy aburriendo o abrumando con tanta explicación política?

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17/08/2016, 15:21
Marcus

- ¿Un cosmético? – Preguntó Marcus con cierto tono de ironía pero sin maldad. – Créeme, ese conjuro hace sentir mucho más que un cosmético. No tiene nada que ver. – Aclaró con una sonrisa franca.

De encantamiento suave aquello no tenía nada. Al parecer de Marcus jugaban con la voluntad de la gente, ya fueran prejuicios sociales o culturales, o como quisieran verlo Naewen y los eurythnios. Pero se abstuvo de opinar al respecto. No era momento de discutir distintos puntos de vista. Habían venido de visita y el explorador pensaba disfrutar y aprender todo lo que pudiera.

Escuchó el último fragmento de la explicación de Naewen aunque iba dirigido a Seltyiel.

- Al extraer magia directamente de la fuente sus conjuros son mucho más potentes, ¿cierto? – Preguntó creyendo haber entendido la explicación. – Me pregunto por qué los magos actuales no hacen lo mismo. ¿Acaso usan los Thassilonianos algún mecanismo secreto distinto? Supongo que en su época avanzaron mucho más en los conocimientos de la magia y todo ese conocimiento se perdió con la desaparición de su civilización… Estoy seguro de que la mayor parte de arcanos actuales están deseando aprender todo lo que estos nuevos imperios tienen que ofrecer. – dijo. Él recelaría, pero entendía que cualquier mago que se preciara quisiera descubrir los secretos ocultos de la magia rúnica, o cualquier otro tipo de magia que no conociera.

Prosiguió escuchando con atención a la explicación sobre los diversos metales estelares. El djezet no le resultaba útil, aunque era interesante saber para qué servía. El noqual sin embargo… Era harina de otro costal. Protección y blindaje contra la magia. Demasiado jugoso.

Y ahora Naewen pertenecía a ese pueblo nuevo. Los eurythnios. Marcus se preguntaba cuánto habría de verdad en ello, cuántos de sus secretos estarían dispuestos a revelar de verdad alguien foráneo. Más bien creía que revelarían lo que consideraran útil para que Naewen les siguiera siendo útil, y que cuando la elfa dejara de serles de utilidad se intentarían deshacer de ella. Podía decirse que Marcus era desconfiado por naturaleza.

- Bueno, si tus deslices repercuten en la reputación de tu maestro, habrá que usar uno de estos corceles. – Admitió mientras se aupaba con agilidad a la montura mágica que le había convocado la elfa. – No queremos que te echen la bronca por nada. – Sonrió.

Luego acarició el cuello del animal y se inclinó levemente para susurrar algo en su oído.

La verdad es que el título y responsabilidades del maestro de Naewen impresionaban ya de por sí. – Desde luego tu maestro tiene mucho trabajo por delante. – dijo el hombre tras echar un vistazo a todas las construcciones nuevas que se estaban edificando. Al menos si quería restaurar el antiguo esplendor de Eurythnia.

Y entonces encontró la trampa. Tarde o temprano le pediría a Naewen que hiciera algún trabajo. Marcus se preguntaba qué le pedirían a Naewen y si ella podría negarse a ello. Suponía la respuesta: no. Cuando aceptó que inscribieran aquella runa en su brazo, la elfa se comprometió de por vida a servir a este nuevo imperio.

El Maestro de Naewen escuchaba decía la elfa. Aunque luego decidiera. Y la duda que llevaba reconcomiendo al humano desde que conocieron a Lucien se agrandaba por momentos.

- ¿Y qué pasaría si un día deciden que no quieren escuchar más? ¿Si un día deciden tomar el resto del mundo por la fuerza de su magia? – Preguntó a la elfa.

Al menos la arquitectura era bastante bonita. Eso debía reconocerlo el explorador. Continuó escuchando a Naewen hasta que comprendió un poco más todo. La elfa consideraba que no importaban las razones si era algo bueno para la sociedad. Y ahí, Marcus difería bastante. Arrugó un poco la nariz pero no dijo nada.

- Desde luego que Korvosa no era una maravilla. Pero ni lo uno ni lo otro. Una sociedad que permite y consiente la esclavitud… no es para mí. – Dijo sin más. Tenía mucho en mente sobre aquello pero no le parecía el momento.

Continuaron con el paseo y Marcus se limitó a observar y aprender de todo lo que veía. La diferencia una vez cruzaron el puente era clarísima para cualquiera que tuviera ojos. Sí, los eurythnios eran una clara influencia para la civilización… pero a qué precio. Marcus confiaba en que Naewen supiera lo que se hacía. Creía conocer a la elfa y sabía que ella sería una buena influencia para esos "renovadores".

- No, está resultando de lo más instructivo e interesante. – Admitió. – Por mi parte puedes continuar. -

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17/08/2016, 17:32
Seltyiel

Seltyiel guiña un ojo a Marcus al ver que no le gustaban sus coqueteos con Naewen. El humano le caía bien, pero qué caramba. Era hora de que Marcus se moviera si quería algo con ella. Por lo que a él respectaba no le molestaba la competencia en aquel terreno. La educación calistriana que había recibido en su infancia le alejaba de la monogamia, pero también no le hacía esperar fidelidad sexual alguna de sus parejas. A él le gusta divertirse, justo es que ellas se diviertan también. Y la competencia era divertida, je. A Selt no le importaba demasiado que Naewen eligiera a uno de los dos, o los dos. El juego del cortejo era entretenido por sí mismo, tanto como la promesa de su posible recompensa. Si él no resultaba favorecido pues qué se le iba a hacer. Ya habría otras.

Aunque la noche que habían pasado juntos había sido buena, muy buena. A Selt no le importaría repetir, desde luego.

-No te preocupes por la montura. Este conjuro no tiene nada de maligno -asegura Seltyiel, aunque no sólo por Marcus, que parecía receloso ante aquel modo de transporte, sino también por la druida-. No es más problemático que la teleportación que hemos usado para venir hasta aquí o el sirviente invisible que me limpia mi casa. La montura no tiene sentimientos, no siente dolor, no piensa, no es un ser real. Es simple magia que ha adoptado una forma cuasi-sólida para poderte llevar allí donde quieras. Se mueve respondiendo a los deseos de su dueño y sólo sirve para actuar de montura. Cuando dejemos de usarlo o expire la duración del conjuro se esfumará en la nada como si nunca hubiera existido.

Pero al roce con la runa de Naewen… Selt se estremece al recibir aquella oleada de placer, que casi le hace perder el control. Se alegra de que ella interrumpa el contacto, una cosa es que le gusten los jueguecitos de placer, otra que prefiera mantener el control en público.

-Calistria bendita, pues sí que es fuerte. Un hierofante de Calistria no lo haría mejor -se maravilla Selt. Se da cuenta de que a Marcus no le gusta el nuevo aura de Naewen, pero él no le ve problemas. Era cierto que no era coercitiva, si uno se cerraba a ella, dejaba de afectarle. Selt era consciente de que él también estaba rodeado de su propia aura, aunque no era perceptible como la de ella. La suya bebía del vacío de la realidad, concediéndole una conciencia inusualmente fuerte ante las manifestaciones mágicas de su entorno. Y la capacidad activa que iba relacionado con eso… ah, esa sí que era incómoda para la gente en la que decidía usarla.

Selt posa una mano en el hombro de Marcus. Marcus no es exactamente bajo, pero después de todo es humano. Incluso Naewen, que era bajita para ser elfa, tenía una buena altura comparándola con una mujer humana.

-No estás nada acostumbrado a la magia, ¿verdad? Así funcionan las cosas, Marcus. Cada tradición arcana tiene algunos puntos fuertes que se revelan en poderes especiales. Los dioses conceden poderes especiales a sus clérigos relacionados con sus dominios. Los druidas pueden convertirse en animales y cosas raras. Aunque en realidad todo esto son sólo meros juguetes. El verdadero poder está en los conjuros que manejamos. Aun así… hay cosas más peligrosas que ese aura de encanto de Naewen. Lo que mi tradición me permite hacer es mucho peor, creéme.  No me has visto usarlo nunca porque es algo que apenas uso, pero… no es bonito. Es magia de Vacío. Al menos mirarla a ella sí que es agradable -bromea Selt-. Si algún días quieres una demostración, te la hago. No te hará daño, pero… no es agradable de sentir.

Pero asiente aprobador ante las conclusiones del humano ante la explicación de Naewen del funcionamiento de la magia rúnica. Marcus no tenía un pelo de tonto, lástima que nunca hubiera sido educado en el Arte.

-Sí, es eso. Lo que cambia de una tradición a otra es la fuente de la que se extrae la energía arcana y la forma de canalizar esa energía. La mía es magia de Vacío, que también es magia rúnica… el reverso de la magia que usa Thassilon, parece. Yo también apelo a las fuentes primordiales, aunque de otra forma y… ejem… no exactamente las mismas fuentes que ella, creo. Pero la magia tradicional, aunque sea menos potente, tiene sus ventajas también. Una de ellas es que permite hacer menos burradas -Selt no deja claro si está bromeando o no al decir aquello último.

Selt contempla la ciudad mientras escucha las explicaciones de Naewen. No le asombra que haya un plan tras aquella aparente generosidad de los eurythnios. Nadie da algo a cambio de nada, después de todo. Pero ¿qué les estaban dando los nobles korvosanos a sus plebeyos? Menos que nada. Los korvosanos eran un pueblo tan sometido que resultaba patético. Ni siquiera les permitían crear gremios, porque los gremios fomentaban reivindicaciones y mejoras para sus integrantes. Se suponía que los korvosanos debían estar orgullosos de ser gobernados por tiranos avariciosos que imponían el orden de la civilización… un orden que sólo beneficiaba a los tiranos, claro estaba. Hasta Puerto Enigma era mejor. Sí, sus gobernantes eran piratas y mafiosos, pero no intentaban ocultar lo que eran. Los nobles korvosanos eran vampiros metafóricos que se cebaban en sus conciudadanos, no menos ladrones que los capos de Puerto Enigma, pero encima se consideraban superiores y negaban lo que hacían. Je. Chelaxios… infernalistas tenían que ser.

Al ver que Marcus se inquietaba por lo de la influencia infernalista, se encogió de hombros.

-Es inevitable. Korvosa era una colonia del imperio de Cheliax. Cuando Aroden murió, hace poco más de un siglo, pocos países lo acusaron más que Cheliax. Privados de su dios, y con su sacerdocio, que tenía una influencia muy fuerte en la dirección del imperio, privado de poder, hubo una gran guerra civil en Cheliax y al final salió ganador el linaje Thrune, que formó un pacto con los infiernos para poder hacerse con el poder en Cheliax. Naturalmente, los infiernos ganaron aun más. Nadie como un diablo para sacar ventaja de un trato. Los infiernos consiguieron que la Casa Thrune les diera en bandeja una base en el mundo, influencia para recaudar almas, y que las nuevas generaciones fueran educadas en tendencias infernalistas. Gran negocio para ellos. No tienen que trabajar para tentar a los humanos, la educación que se recibe en Cheliax hace que constantemente haya gente consagrándose a sí misma al infierno, y por tanto condenando sus almas inmortales. Cuando eso ocurrió Korvosa era una pequeña colonia aquí. Necesitaban a Cheliax, la madre patria, para su supervivencia, así que juraron lealtad al imperio y adoptaron sus nuevas costumbres infernalistas. Eso provocó otra guerra civil aquí, en Korvosa. Los que no querían el nuevo régimen infernalista acabaron por hacer las maletas y fundaron Magnimar. Pero los que quedaron aquí, claro… ven bastante bien todo lo infernal. Aunque el dios principal de Korvosa es Abadar, el dios de la civilización y el orden, no Asmodeus, príncipe de los diablos. Al perder a Aroden miraron alrededor y decidieron que Abadar era la deidad que más se le parecía. Pero Asmodeus es la segunda religión en orden de importancia.

Selt sacude la cabeza. No es un experto en historia, pero tampoco es un ignorante. Y aquella historia la conoce muy bien. No es que la hubiera vivido en primera persona, claro estaba. Cuando aquello ocurrió él era un crío de apenas medio siglo; eso podía ser la juventud para un humano, pero apenas la niñez para un elfo. Recordaba las tormentas, eso sí. Y el miedo de los mayores. Pero entonces se le ocurrió algo. Naewen sí tenía siglos. Para ella todo aquello tenía que ser algo más que historia antigua… era historia viva.

-¿Cómo se sintió la muerte de Aroden, desde tu perspectiva? Dicen que fue terrible, ese día…

Selt escucha las explicaciones de Naewen y las dudas de Marcus.

-Puedo entender que los eurythnios puedan llegar a ser buenos para Varisia. Quizá, ya se verá con el tiempo. ¿Pero por qué tú? ¿No tienes a Kyonin, a tu gente? Dijiste que igual te exiliaban por esta decisión… ¿ha merecido la pena? Por mucho que puedas ayudar a que Thassilon no se convierta en el monstruo que fue en el pasado, no creo que te hayas unido a ellos por eso. Eres elfa, ¿qué te importan a ti los errores de los humanos? -Selt la mira con perspicacia-. ¿Tanto te tienta lo que te pueden enseñar?

Conociendo su curiosidad insaciable era la explicación que más lógica se le hacía. Selt no la recriminaba por ello. Cada uno tenía que mirar por sus intereses. Y si al final resultaba que Thassilon volvía a sus viejas rutinas… pues no estaba seguro de que los korvosanos acabasen peor. En realidad, dudaba que pudiesen acabar peor. Mejor explotados, con el estomago lleno y rodeados de pequeños placeres, que la vida que llevaban actualmente. Si Eurythnia apostaba por pan y circo para mantener callada a su plebe, ¿era peor que el látigo y el hambre que tenían actualmente?

-Bueno -dice Selt ante el comentario de la esclavitud-, Korvosa tiene esclavos actualmente. No lo son legalmente porque la ley no permite la esclavitud, pero no son pagados, no tienen derechos, y sus vidas valen tanto como los caprichos de sus amos. Así que son esclavos de facto. Y en Puerto Enigma no es mucho mejor la cosa. Allí comerciamos con lo que haya. Carne viva… si es lucrativa… por qué no. El mundo es una mierda mires donde mires.

Selt dice esto con cierto cinismo cansado.

-Aunque los elfos auténticos detestáis la esclavitud. ¿Cómo llevas tú eso, bonita? -pregunta amable a Naewen.

-Quiero ver a los azlantis -dice de pronto el elfo-, me muero de ganas de ver a uno de esa raza. Extraño, pensar que la raza no esté del todo extinta. Y me gustaría conocer a tu maestro. Aunque supongo que no tendrá tiempo para alguien como nosotros. Suena demasiado importante. ¿Qué clase de trabajo está haciendo Lucien para él?

-¿Y qué pasaría si un día deciden que no quieren escuchar más? ¿Si un día deciden tomar el resto del mundo por la fuerza de su magia? –Pregunta Marcus.

-Pues lo tomarán. Mejor ellos que los diablos de Chaliax, la oscuridad de Nidal, los demonios de la Herida del Mundo… hasta es discutible que aquí en Varisia se pierda gran cosa por eso. No es que el mundo sea una maravilla -dice Selt con cinismo. No creía en cuento de hadas, je. Seguro que los eurythnios no eran angelitos, pero ya había demonios y diablos en la tierra. Para qué preocuparse por un imperio más. Pasaría lo que tuviera que pasar. Y, ¿eran peores los excesos de Thassilon que lo que pasaba en Cheliax o en Nidal? Al menos los gobernantes de Thassilon eran humanos, no diablos o un dios loco y perverso. Si Varisia debía sentir el yugo de unos tiranos, mejor que fueran humanos. Había opciones peores, je-. A mí me interesa saber más que te pasará a ti, Naewen, si decides que no quieres continuar con ellos.

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19/08/2016, 20:41
Air'his

Antes del viaje, Seltyiel le había estado explicando como era la ciudad, un nido de inmundicia llena de corrupcion y degeneración, pero al recuperarse de la teleportación pudo ver con sus propios ojos que la ciudad, a primera vista, no parecia estar tan mal. -Mmmm.... eres un exagerado Seltyiel, eso o un cochino embustero. -Alega mirando al elfo mal, sabeedora de lo bromista que era Seltyiel.

No tuvieron que andar mucho para encontrarse con Naewen, y, si ya de por si era una pija remilgada, su aspecto ahora era mucho peor, pero se alegraba de verla.

-Me alegro de que te hayas atrevido a venir -sonrió a la semiorca-, pensé que no querrías hacerlo. Parecías tener mucha manía a Lucien y a Thassilon. Bueno, chicos, ¿Cómo van las cosas por Puerto Enigma?

-Jajaja, como os iba a dejar sola con estos dos orangutanes en celo? -exclama la druida mientras se aproxima a ella y la da un abrazo, algo incomprensible para ella hasta hace bien poco, había estado hablando con Marcus para saber mas de la civilización y sus contumbres, y parecia que cuando tienes aprecio a alguien... le abrazas. -Me alegro mucho de volver a verte, capitana, tienes.... buen aspecto. -Naewen iba tan limpia y pulcra como siempre, cuando dejo de abrazarla se dio cuenta que iba sucia del viaje, bueno, iba sucia siempre, pero tenia que echar la culpa a alguien. -Uy, perdonad, el polvo del camino, ya sabeis. -La dijo sonriendo

La explicacion del nuevo aura del Naewen, y de las babas que brotaban de los labios de los dos varones, se dio a conocer, y cuando la dijeron que se podia oponer a ella, puso su voluntad en ello, no le gustaba que se metieran en su mente o que interfirieran en ella, ya le gustaba la capitana, no hacia falta que la chorrearan las enaguas (que no llevaba) cada vez que la mirara

En cuanto invocaron para ella a su corcel, empezo a olfatearlo. -No huele a nada, que animal mas extramo. -Aunque por suerte para ella, la explicacion de este tipo de criaturas no tardo en llegar. -Eso lo explica todo, parece comodo, pero sigue prefiriendo un podenco de verdad, uno que huela a caballo, oooooh, que bien huelen, huelen a fuerza, velocidad, libertad.... -Se dio cuenta que estaba en su mundo por lo que se callo y siguio el tour turistico que les brindaba la capitana

Las explicaciones de Naewen llenaban la mente de la druida de nueva informacion, la ciudad había sido una gran metrepolis, pero sus excesos la destruyeron. -A mi no me parece mal que quieran reconstruirla, ricos y pobres habra siempre, mientras que no destruyan a la madre. - En cambio, lo de las nuevas lealtades de Naewen si sorprendio a la druida. -Decis que sois independiente y que algun dia te pedira algo, no se, es un poco contradictorio ¿que haras si te pide algo que va encontra de tus principios?

La hostoria de la ciudad le gusto bastante menos, un pasado de demonios e infernales diriguiendo la ciudad?, no, era algo que no le gustaba a la orca, y mucho menos ver a esas abominaciones pululando por todas partes, pero había venido ha aprender, solo la sabiduria puede ayudar a porteger a la madre, por eso pidió ayuda a Marcus, para aprender de la civilización de alguien cercano a lo salvaje.

Cuando llegaron a la parte pobre, comprendio que lo que le contó Sentyiel antes de venir no era ni mentira ni broma, alli estaba el pasado de la ciudad, la pobreza, la suciedad, la inmundicia, la dejaded de las elites por ayudar a aquellas gentes, sinceramente la daba bastante igual, ella se mantenia como su creadora, neutral, pero le asombraba tanta diferencia en tas escasos metros, solo lo separaba una puerta.... interesante la manera de vivir en la civilización, élla había visto como algunas bestias cuidaban de vástagos que no eran suyos, o como animales se ayudaban entre ellos sin ser siquiera de la misma especie, estaba claro que la "civilización" había perdido el norte.

Salio de su ensimismamiento con las palabras de Seltyiel -Asique crees que la magia de la madre son solo juguetitos, podria invocar algunas cositas para que te muerdan el culo, a ver si te siguen pareciendo juguetitos- Dijo cabreada al elfo por no respetar su poder. -Pero estoy segura que la que estaria mas disgustada si algo devora tu culo sera la capitana. -Acaba exclamando riendo restando importancia al asunto.

Naewen se encogió de hombros.

-¿Os estoy aburriendo o abrumando con tanta explicación política?

-Ya estamos acostumbrados a tus largas charlas, no te preocupes, cuanta mas información, mejor

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23/08/2016, 15:06
Naewen

Aerilaya sonrió a Marcus cuando dijo que su aura no tenía nada que ver con un cosmético.

-Eso es porque me ves con buenos ojos. Eres un encanto.

Se encogió de hombros ante el comentario de Seltyiel de que era fuerte. -Si la leyenda del poder la magia rúnica de Thassilon ha sobrevivido casi once mil años, es por algo. Es algo más que un mito, sí. Pero al final viene a ser lo mismo que lo que tenemos actualmente, sólo que enfocado desde otro ángulo.

Lanzó una mirada de reojo a Seltyiel cuando él dijo que lo que le permitía hacer su tradición era más desagradable. Podía dar fe de ello… por haberlo sentido personalmente.

Continuaron el camino, y mientras se hizo evidente que los dos jóvenes estaban preocupados por su elección. Aerilaya suspiró muy bajito.

-¿Que qué pasa con Kyonin, Seltyiel? Pasa que no es una opción, no para mí. Como podéis suponer por lo que dijo el Señor Blanco en la Dama Velada yo… me metí en un lío hace un tiempo. Me vi atrapada en una mala situación, pero para sobrevivir hice cosas muy feas. Y aunque fuera al otro extremo del mundo, tuve la mala suerte adicional de que llegaran noticias a Kyonin sobre ello. No es algo que sepa mucha gente en el reino elfo, pero sí saben unos cuantos con posiciones importantes, y… me miran muy mal. En realidad ya estaba medio exiliada antes de unirme a Eurythnia. Podría haber vuelto, sí. La reina me hubiera levantado su interdicción si se lo hubiera pedido, creo. Pero eso habría implicado que tendría que quedarme allí para siempre, que no podría viajar más… para alguien como yo, eso sería una condena terrible. No he sido capaz de parar quieta en ningún sitio mucho tiempo desde que tengo uso de razón.

La elfa se encogió de hombros. -No creo que podáis entenderlo. Vosotros tenéis vuestro mundo, al que pertenecéis. Yo hace mucho tiempo que no tengo entorno alguno al que llamar hogar. Me lo arrebataron hace tiempo, y ahora… realmente necesito algún lugar al que pertenecer. Thassilon me ofrece eso. Es una cultura que nació para gente como yo, aunque luego la desvirtuasen. Y no tendría que dejar de viajar, no me encerrarían en una jaula de cristal como en Kyonin…

Aerilaya acarició distraídamente la crin insustancial de su pegaso fantasmal. -No creáis que no he pensado seriamente en esa decisión antes de tomarla. Sé que si en Thassilon se imponen los tradicionalistas me habré metido otra vez en una ratonera. Por segunda vez… y esta vez con más conocimiento de causa. Pero si ganan los tradicionalistas todo Varisia estará en problemas, no sólo yo. Y si Thassilon me ofrece algo que ahora necesito, yo también les puedo ofrecer algo que necesitan. Es bueno que tengan gente nueva, gente pueda ayudarles a reconstruir sin recaer en los errores del pasado…

Suspiró.

-Mi maestro no me obligará a hacer cosas que no apruebo contra mi voluntad. Solo me queda esperar que no le desplacen en el poder. Respondiendo a tu pregunta, Marcus, si un día deciden tomar Varisia con su magia, la tomarán. No hay aquí nadie que pueda oponérseles. No intentarán conquistar el mundo, eso no es realista. Algo que aprenden pronto todos los gobernantes es que todo imperio demasiado grande es fundamentalmente inestable. Diría que se contentarían con Varisia, Belkzen, y parte de la Corona del Mundo. Probablemente también Nimarthas y Ustalav, no formaban parte de sus territorios originales, pero lo cierto es que han perdido mucho territorio. Sin duda habría oposición externa a esa conquista, pero los que tienen potencia militar, como los cruzados de Mendev y Última Frontera, tienen problemas más graves en casa. Y sería realmente malo que desviaran su vigilia de los demonios de la Herida del Mundo o del Tirano Susurrante para parar a Thassilon. El resto del mundo… no creo que se inmute ante el avance de Thassilon. Probablemente se contenten con firmar alianzas con el imperio. Quizás se unieran contra su avance, pero no es algo esperable dada la historia humana. Y dudo mucho que Thassilon quisiera bajar más hacia el sur o avanzar más hacia el este… probablemente podría conquistar Nidal, Molthune y demás, pero mantener lo conquistado sería demasiado costoso. No les saldría a cuenta.

Aerilaya volvió a encogerse de hombros con otro suspiro. -De todas formas, Varisia no estará peor bajo la férula de Thassilon de lo que está ahora, incluso del Thassilon negro de las leyendas. Lo siento, pero Varisia y Kaer-Maga son horribles. Belkzen es un bastión salvaje y brutal regido por orcos. La vida en Ustalav tampoco es tan… agradable. Los campesinos allí son realmente pobres y los ustalavicos guardan un montón de secretos oscuros bajo la alfombra. No sé… siempre habrá gente que saldría perdiendo, pero esta región del mundo es un poco demasiado problemática para que Thassilon sea una alternativa tan terrible. Y quizá podamos lograr que sea una buena alternativa, en vez de una alternativa terrible. Al menos de momento está siendo buena para Korvosa.

Sonrió un poco tímida a Marcus.

-Tengo un buen historial de tomar decisiones equivocadas. No te diré que no haya cometido un error. Pero espero haber acertado esta vez. Yo también odio la esclavitud, Marcus. Pero ya existe actualmente. Este último año he vivido en Kaer-Maga a falta de una opción mejor. Allí hay un mercado de esclavos muy pujante. En Puerto Misterio, donde vives, se comercia con carne inteligente también. En Korvosa la esclavitud no es legal, pero está escondida bajo tecnicismos de servidumbre que la convierten en esclavitud en todo menos en el nombre. Puedes apostar a que trabajaré para que en el nuevo Thassilon se impongan sistemas más racionales que la esclavitud. Pero tampoco podemos decir que la esclavitud sea algo desconocido. Los humanos sois capaces de haceros cosas terribles unos a otros, Marcus. En casi todas las culturas humanas que he visitado en mis viajes la esclavitud es legal. Incluso en Absalom, la ciudad el centro del mundo, la ciudad creada por el dios de la humanidad… sois una raza extraña, los humanos. Con tanto empuje y voluntad, tanta iniciativa, pero también tanta crueldad.

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23/08/2016, 16:14
Marcus

Marcus escuchó paciente y atentamente a Naewen. Le interesaba comprender sus motivaciones y su postura. No sólo para comprender qué la había movido a tomar semejante decisión, cosa que ya estaba atisbando a entender, o eso creía. Sino también para ver posibles pros al resurgir del imperio Thassilonico, y no sólo centrarse en los contras por meros prejuicios o por la historia que conocía.

Marcus no era alguien dado a dejarse regir por prejuicios, presuposiciones y dar por sentadas las cosas. Selt y Naewen coindicían en algo, y a juzgar por los hechos Marcus no podía refutarlo. Korvosa, y puede que Varisia, no estaría peor bajo el yugo del nuevo Thassilon.

Pero en algo sí que discrepaba con la dura crítica de Naewen a la humanidad.

- Hay humanos crueles… sí. – Admitió. – Pero no es algo que puedas generalizar a toda la humanidad. – Continuó. – Las limitaciones de una persona no le confieren maldad a otra. Eso demuestra simplemente una cosa: la existencia de limitaciones. Que una, o cientos, o miles de personas sean crueles, no quiere decir que toda una raza lo sea. Desconozco vuestras costumbres pero, a riesgo de equivocarme, lo mismo podría decirse de los elfos. – Lo dijo como un ejemplo, sin el más mínimo atisbo de ira o enfado en su voz, pues no estaba enfadado y tan sólo quería explicarlo para que le entendieran. - Estoy convencido de que algunos de los vuestros, ahora y en el pasado, han cometido atrocidades y no por ello hay que dar por sentado que sois capaces de cosas terribles. En general toda raza es capaz de lo mejor y de lo peor y no creo que ninguno debamos juzgarlo. -

- Además… - continuó tras meditarlo unos segundos. – Los magos por lo general tienen o controlan bastante poder. No debería ser tarea suya gobernar, no está bien. El poder corrompe y debería estar separado de alguien que guíe a un pueblo y lo organice. Un buen líder deberá rodearse de sabios consejeros y ahí si juegan un papel importantísimo los magos… Pero cuando mezclas gobernar y magia… ahí sólo cuenta la fuerza… el poder. A más poder más ambición y menos preocuparse por lo mejor para un pueblo. – Negó con la cabeza. – Un imperio gobernado por magos… por muy inteligentes y sabios que sean… no lo veo la verdad.

- Puestos a elegir, escogería a alguien que lleva el mando como una carga antes que a alguien que lo ejerce como un derecho, y no creo que tenga que explicaros cómo ejercen el mando todos estos antiguos Thassilonianos o Eurythnios o como los queráis llamar, que estamos conociendo. – Explicó.

Realmente no estaba enfadado ni molesto. Pero sí bastante preocupado por el futuro. Todo aquello podía explotar en cualquier momento y se les iría de las manos. No tenían medios para controlarlo.

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23/08/2016, 20:00
Naewen

-Dado que la forma en que os tratáis unos a otros a lo largo del mundo es fundamentalmente la misma, Marcus, sí que diría que sois una raza cruel -dijo Aerilaya seriamente-. Como raza, en grupos, Marcus, tendéis a abusar del débil, hay enormes desproporciones entre la calidad de vida de vuestra gente en vuestras sociedades, y en general tenéis pocos escrúpulos en hacerle cosas terribles a vuestros congéneres. Esclavitud, pobreza, abuso… son constantes en casi todas las sociedades humanas, Marcus. Incluso en aquellas en que las leyes intentan una convivencia más civilizada y menos bárbara, como en Andoran… diría que es más bien un baño superficial de civilización sobre vuestra verdadera naturaleza.

Pero la elfa hizo un ademán frenando las réplicas de Marcus antes de que pudiera matizar su comentario anterior.

-Oh, no me malinterpretes. Que seáis una raza cruel no significa que todos los individuos lo seáis. He conocido a humanos increíblemente altruistas, anormalmente pacíficos o solidarios en extremo. Hay muy buena gente entre tu raza. Como tú, Marcus. Pero sois individuos. En grupo, como raza… es a tu raza, no a los individuos humanos, lo que temen los tradicionalistas elfos, ¿sabes? Porque en grupo tenéis mucha fuerza, pero también una inercia terrible que los míos no dudan en calificar de barbarie.

Aerilaya suspiró.

-Tampoco creas que eso significa que hago una apología de las virtudes de mi raza. Como raza, somos mucho más civilizados y coordinados que la humanidad. No tenemos las diferencias sociales tan brutales que tenéis vosotros, nadie se muere de hambre o le faltan comodidades básicas, jamás consideraríamos la idea de esclavizar a nuestros propios congéneres… ni a cualquier otra raza, en realidad. Pero somos una raza muy estática y apegada a la tradición que tolera mal a los desviados. Mírame a mí, viviendo entre humanos, porque… porque en suma, yo soy muy mala elfa, Marcus. Salí desviada ya desde el principio…

>>Y, oh, sí, los elfos no somos violentos, pero podemos hacer auténticas atrocidades para vengar una ofensa. Y por atrocidades me refiero a buscar la ruina total de la vida del ser odiado. Y, siendo como somos más coordinados como raza que vosotros, individualmente solemos ser bastante despreocupados de los sentimientos ajenos, tanto que alguna gente de tu raza nos compara con feéricos. Como te puedo asegurar, o Seltyiel, como Perdido que es, habrá podido comprobar también. Y, por supuesto, aunque como raza tendamos a ser más civilizados, pacíficos y estáticos que la humanidad, en individuos puedes encontrar un poco de todo. Como yo, por ejemplo, que definitivamente no soy un elfo típico, dado que nunca estoy contenta y estoy dotada de una inquietud más propia de la humanidad que de la raza elfa. Y también a elfos mucho más crueles o violentos que yo,  y toda clase de individuos que los míos consideran desviantes. No hay raza perfecta, Marcus, no te tomes mis palabras a ofensa.

Pero Aerilaya esbozó una sonrisa genuina cuando Marcus dijo que los magos no deberían gobernar.

-¿Sabes que la reina de Kyonin es una de las magas más poderosas del continente? ¿Qué lleva reinando más siglos de los que Varisia tiene como región civilizada, y que la calidad de vida en Kyonin es muchísimo más alta de lo que podrías imaginar? He vivido en Nex, una magocracia, y a pesar de tropezarme con uno de sus peores grupos más allá de la ley, era una sociedad agradable donde vivir, y bastante más civilizada que estas regiones norteñas. Por supuesto, lo mismo que el Thassilon en sus días negros podría mencionarte algunas otras sociedades regidas por magos que resultan francamente desagradables… como Geb.

Aerilaya se encogió de hombros.

-Yo nunca he deseado el poder político y los seres que lo ansían, sea cual sean sus aptitudes más allá de la política, se me antojan seres extraños. Gobernar, sobre todo si quieres hacerlo bien, consume demasiado tiempo, es demasiado estresante. Pero es la persona, no el si tiene magia o no, lo que le convertirá en buen gobernante. Mira Korvosa. No ha tenido un solo gobernante mago en toda su historia, pero sus reyes han sido una sucesión de tiranos o de inútiles que han creado la sociedad que ves. En mi patria, hemos tenido muchos reyes magos, pero también reyes que no practicaron el Arte, y puedo asegurarte que su competencia no tuvo que ver en ningún caso con su talento mágico o falta de él. Lo mismo se puede decir de clérigos o druidas. Mira Cheliax antes de que Aroden muriera; fue una teocracia la que encumbró a ese imperio tan alto, en la era dorada de la humanidad. Y mira a Nidal, gobernada por medio del terror y la crueldad por el clero de un dios oscuro. Dos ejemplos fundamentalmente opuestos… O como la actual reina de Korvosa, antigua soldado, pero una gobernante magnífica que intenta hacer lo mejor para su gente, en contraste con los dos aristócratas anteriores. Nunca se conocieron habilidades mágicas a Eodred II, pero sí un montón de vicios, su aficion por las niñas prepuberes, y su desinterés por elevar la calidad de vida de su gente.

La elfa se inclinó en su montura para coger y apretar la mano de Marcus.

-El mundo no es tan limitado. Es vasto y diverso, y maravilloso, y hay muchas formas de gobierno, muchas culturas diferentes, muchas maravillas y horrores en él. Hay muchas fórmulas que funcionan, y sería un día muy triste el día en que se consiguiera reducir esa variedad a una supuesta utopía uniforme.

Pero la voz de la elfa bajó una octava cuando añadió: -Mucha gente en el mundo no entiende eso. Creen que las cosas solo pueden ser como ellos creen que deben ser. Se niegan a ver otras posibilidades…

Y con un suspiro: -Como en el caso de Kyonin…

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24/08/2016, 10:40
Marcus

¿Como raza tendían a abusar del débil? A Marcus le parecía de nuevo otra generalización. Por supuesto que habría gente o grupos que lo hicieran… pero otros no. ¿De verdad Naewen estaba tan ciega que no veía que ese mismo rasero se podía aplicar a cualquier grupo o sociedad, independientemente de su raza? No quiso meter el dedo en la llaga pero quizá hubiera debido recordar el asunto de los drow tantas veces mencionado por Air'his… pero estaba claro que no era el momento ni el lugar.

- Creo que los humanos, como grupo… como raza… pueden llegar muy lejos. Sólo necesitan buenos líderes que guíen su camino. – Indicó. – Lo que unos califican de barbarie para otros no lo es… Y lo que para los elfos puede ser muy normal, otra raza podría tildarlo de barbarie. Algunos lo llamarían diferencia cultural, yo creo que la moral de cada uno le pone sus propios límites.

Negó con la cabeza. – No tenéis las diferencias sociales que ves entre los humanos por una sencilla cuenta matemática. El carácter de la raza influye, sí… Pero piensa una cosa: ¿cuántos elfos caminan por Golarion? ¿Y cuántos humanos? La desproporción en cuanto a número es exagerada. Piensa en otra raza cuyo número sea exageradamente menor que el de elfos… Alguna raza que, en proporción, podría ser como los elfos a los humanos si la comparáis con vosotros. Estoy seguro de que en esa raza verás menos discrepancias culturales y estará más organizada que los elfos. – Explicó. Eran números. Si había un millón de humanos en el mundo, y sólo diez mil elfos en comparación… Obviamente los elfos serían más tradicionalistas y se aferrarían a sus costumbres para sobrevivir. Si a cambio hubiera sólo mil enanos podría decirse lo mismo… los enanos tildarían a los elfos de bárbaros… o a lo mejor no, pero desde luego pensarían que ellos eran más civilizados y organizados como raza que los elfos, aunque Naewen no quisiera aceptarlo.

- No digo que eso justifique diferencias sociales o las barbaries que provocan algunos humanos… Pero sí digo que como pueblo o raza los elfos, al ser menos, sois mucho más fáciles de "controlar" – dijo haciendo un gesto con las manos para matizar sus palabras – que los humanos. No sé por qué somos tan prolíficos… Pero al haber tantos, y tan dispersos, las diferencias culturales y de costumbres, los diferentes entornos y pueblos vecinos… todo ello influye en el comportamiento de un pueblo o nación. Sigo sin creer que sea la naturaleza humana la causante de todo ello. -

Se encogió de hombros.

- ¿Quién tiene el poder para decidir qué es bueno y qué es malo? ¿Quién dice que eres una mala elfa? ¿Acaso tú lo consideras en serio? ¿O temes por cómo te han educado que seas una mala elfa? – Preguntó.

- Te responderé a todo eso. Nadie tiene potestad para decidir si eres buena o mala elfa. Porque no hay buenos ni malos elfos… sino buenas o malas personas, como bien has apuntado con el tema de los gobernantes… magos o no. – Sentenció.

- Los elfos pueden ser violentos y cometer atrocidades, y no sólo por vengar ofensas… ¿Acaso no tenéis sentimientos? ¿No tenéis pasiones? Precisamente por ser tan despreocupados por los sentimientos ajenos es fácil que vuestros actos sean considerados una atrocidad por otros. No pienses como elfa, intenta abstraer tu punto de vista. -

Alzó un poco las manos para explicarse. – Tranquila, no me tomo tus palabras como una ofensa, sino como un debate interesante de hecho.

- Coincido plenamente contigo en que es la persona y no el hecho de si es un mago o no, lo que le convertirá en buen gobernante. Sólo indico que el poder corrompe, y un gobernante mago tiene mucho más poder que uno que no controle el Arte. Sois más… peligrosos en potencia, por decirlo de alguna manera. -

El explorador observó por un segundo la mano de la elfa apretando la suya y asintió.

- Tal utopía no existe. Y mientras haya alguien que considere que su punto de vista es el único válido y trate de imponerlo, no habrá paz en este mundo. Es triste que haya sociedades y personas tan cerradas de miras. -

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24/08/2016, 15:42
Naewen

Aerilaya se encogió de hombros en respuesta a las réplicas de Marcus. Cabalgaban lentamente por las calles de la ciudad, aunque aquellas monturas mágicas podían moverse a velocidad sobrenatural. Pero no era cuestión de atropellar a nadie, y la elfa no tenía prisa. Los ciudadanos con los que se cruzaban se apartaban de su camino y saludaban con respeto, con reverencias o permaneciendo en silencio. Los korvosanos eran gente muy deferente hacia la autoridad, aunque hubiera surgido un punto rebelde desde las atrocidades cometidas por su anterior reina. Los nobles, los graduados y estudiantes de la Acadameae y los eurythnios obtenían muestras automáticas de respeto, aunque también contribuía el que tuvieran permiso para azotar a o usar conjuros contra los que no se apartaban de su camino. Las leyes korvosanas eran draconianas en su protección a la casta privilegiada, un reflejo de las leyes del infernalista Cheliax.

El Distrito Medio parecía sencillo y en proceso de reconstrucción, pero era imposible no darse cuenta de que había más edificios que gente. Parecía que la plaga y las locuras de la anterior reina habían golpeado fuerte a Korvosa. Al menos aquella falta de población hacía menos problemática el derruido de casas para acomodar los nuevo edificios y zonas comunitarias, más amplios.

 -Sí que hay diferencias raciales, Marcus. Los elfos somos diferentes de los humanos en algo más que en nuestras orejas puntiagudas, nuestra estatura o el que no durmamos, al menos no como vosotros entendéis dormir. Nuestro carácter es diferente, tiene un punto féerico. Tenemos lo que vosotros definís como carácter mercurial… tenemos puntos emocionales muy exaltados, y pasamos fácilmente de una melancolía extrema a una alegría que para parámetros humanos es infantil y exagerada. En los Perdidos o elfos que viajan mucho lejos de comunidades élficos, esos rasgos mercuriales suelen agudizarse hasta extremos bipolares. Aunque Seltyiel parece muy controlado, no es lo normal. Y en general carecemos de las típicas avaricia y violencia de los humanos. Pese a nuestro carácter emocional, somos mucho más de planificar y organizar que los humanos, hasta tal punto que podemos tirarnos meses, o incluso años, pensando y planificando antes de emprender un curso de acción.

Sonrió a Marcus, mientras les conducía desde el Distrito Medio, eminentemente korvosano, a un distrito en el que, evidentemente, convivían las dos sociedades en que se había convertido aquella ciudad. El Distrito Elevado había sido el hogar de la nobleza korvosana, como se evidenciaba por las magnificas mansiones, los edificios oficiales construidos en mármol negro e imaginería infernal, las imponentes estatuas de reyes antiguos y héroes korvosanos, y las amplias calles, todas ellas excelentemente empedradas. Había algunos edificios imponentes, todos ellos ensombrecidos por la gigantesca mastaba de proporciones ciclópeas sobre la que estaba construido un castillo de amplias proporciones pero muy convencional.

-A los korvosanos no se les ocurrió otra cosa que construir su palacio real encima de un monumento antiguo del que no sabían nada. Les gusta la grandeza, a los korvosanos, y así obtenían el edificio más alto del continente -dijo Naewen divertida-, aunque podéis imaginaros la poca gracia que les ha hecho a los eurythnios cuando han visto que hay otro edificio sobre el palacio real de su Señora Rúnica. Quieren mover el palacio korvosano de ahí, pero a los korvosanos les gusta donde está. Ha sido una cuestión polémica en estos últimos meses. Pero por el momento, ambos palacios están…. más cerca de lo que nadie en el fondo quiere -se rió un poco. La mastaba parecía ocupar el centro de aquel distrito privilegiado, pero la elfa parecía tener en mente más bien un recorrido turístico por todo el distrito.

Aerilaya reencauzó su conversación a los temas raciales, mientras les conducía por calles salpicadas con amplios monumentos korvosanos, pero invariablemente todos ellos empequeñecidos ante las nuevas construcciones que estaban erigiendo los eurythnios. Pasaron junto a lo que parecía un anfiteatro sostenido por medio de un complejo sistema de arcos y pilares sobre un agujero que parecía hondo además de grande.

-El Anfiteatro Kendall -explicó la elfa, pasando por una plaza que tenía unas estatuas de lo que parecían héroes korvosanos, un grupo variopinto que por su aspecto, debían haber sido aventureros.

Un poco más allá había un edificio abovedado y estilizado que Aerilaya dijo que era la ópera de la ciudad. Todos los transeúntes allí eran korvosanos, en su mayoría muy bien vestidos, aunque había también lacayos vestidos con libreas o uniformes. El recorrido zigzagueante y lento que la elfa marcaba les hizo pasar también cerca de un templo magnífico, pequeño pero exquisito, de muros níveos que constataban con la arquitectura predominantemente oscura del resto del distrito, con el emblema de Sarenrae sobre la cúpula de mayor tamaño. La arquitectura había sido pensada de modo que pudiera recibir y absorber la mayor cantidad de luz solar posible.

-Aunque las autenticas obras de los sarenraritas no están en esta zona de la ciudad. Son sus escuelas, situadas en las zonas más humildes de la ciudad, y sus hospitales, especialmente uno que han creado recientemente en Antigua Korvosa. Pero los benefactores nobles consideran adecuado tener contenta a la diosa de la curación, y para su mentalidad eso se trasluce en un templo bonito -ilustró la elfa, antes de retornar al debate-: No son resultados anecdóticos por una mera cuestión estadística. Realmente, como razas, somos diferentes. Mi raza tampoco tiene la iniciativa que tiene la humanidad. Nos contentamos con disfrutar del paso del tiempo a un ritmo muy lento, centrados en nuestros propios asuntos e intereses, que son muy diferentes de los humanos. Con nuestra longevidad, si tuviéramos vuestra iniciativa y ambición, seríamos los amos del mundo. Pero no es así -sonrió levemente-. Somos elfos, no humanos con orejas grandes y puntiagudas.

Sacudió la cabeza, negando también el otro punto de la argumentación de Marcus, mientras pasaban por un mirador con hermosas vistas a la bahía, y a las nuevas islas emergidas donde los eurythnios estaban erigiendo sus viviendas personales, en su mayoría torres, mastabas o edificios de gran tamaño.

-Como raza tenemos un número infinitesimal comparado con el humano. Pero en Iadara, nuestra capital, vive más gente que en toda Varisia junta, conste. Vuestras pequeñas ciudades son apenas aldeas comparadas con Iadara. Y es una ciudad muy hermosa, sin pobreza ni crímenes violentos. Al menos no violencia letal. Los duelos de honor están permitidos, aunque la tradición marca que a primera sangre. Y siempre puede haber alguna disensión violenta, pero en comparación con vuestras ciudades… ni siquiera tenemos guardias ni agentes del orden interno. ¿Para qué? No hay robos, no hay asesinatos, no hay peligro por las calles… Cuando pasa algo anormal, los custodios o los agentes de la corona se encargan de ello, pero es tan raro que se puede decir que se ocupan casi en exclusiva de la seguridad contra invasores externos. ¿Puedes imaginarte sinceramente algo así en cualquier población humana, y menos en una del tamaño de Iadara?

Dudó visiblemente antes de añadir: -Aquí en Golarion somos minoría. Pero los elfos no vivimos solo en Golarion. Vivimos también en otro planeta, y allí somos una de las dos razas mayoritarias, ocupando nosotros íntegramente un solo continente. Y seguimos sin tener vuestras guerras, vuestras diferencias sociales abruptas, vuestros asesinatos y ambiciones. Somos diferentes, Marcus.

Pero era evidente que Aerilaya no quería hablar de ese otro mundo, porque desvió la conversación rápidamente. Muy cerca, se estaba construyendo un edificio ciclópeo para el que parecían haber derruido varias manzanas. Había trabajadores korvosanos, pero también gigantes y unos seres que en un primer momento Marcus y Air'his tomaron por elfos, pero esta impresión se reveló falsa al mirarlos a los ojos. Aerilaya comentó que eran axiomitas, unos ajenos de Axis, el plano de la Ley.

-El Gran Templo de Lissala… bueno, cuando esté terminado y consagrado. Ocupa terrenos que antes pertenecían a la iglesia de Asmodeus, pero ésta ha caído en desgracia actualmente y ha tenido que moverse a una zona menos privilegiada. Participar en una invasión infernal no te hace ganar los corazones de la gente, ya sabes. También ocupa terrenos que antes ocupaban varias mansiones nobles, pero esos linajes ahora viven en Costa Sur -explicó Aerilaya. Y señaló a una pareja de humanos que hablaban con uno de los gigantes y dos de los axiomitas, sobre todo en beneficio de Seltyiel-. ¿No querías ver azlantis?

Eran altos, en perfecta forma física, con facciones regias y ojos violetas. La mujer tenía un tono de piel dorado, casi oliváceo, y vestía una túnica de seda que apenas servía para respetar el pudor, además de joyería encantada de gran valor. Llevaba inscritas muchas runas en su piel, entre ellas la de la lujuria. El hombre tenía un tono de piel más claro, pero portaba igualmente la misma runa que Aerilaya. El aura de encanto que les rodeaba atraía las miradas como un imán al hierro.

Aerilaya inclinó la cabeza en un saludo respetuoso ante ellos, aunque no se acercó a la pareja.

-Ella es la suma sacerdotisa de Lissala. La hierofante Atenthnia, Guardiana de las Runas, y…. bueno, no me sé todos sus títulos. Tiene cuatro o cinco -explicó, y volvió hacia el debate que mantenían-. Los elfos que caminan por el mundo pertenecen a tres categorías. Elfos típicos en su juventud, haciendo el viaje de aprendizaje que se recomienda hacer en esa edad, antes de regresar a casa y sentar la cabeza definitivamente. Elfos inadaptados, como yo… elfos que no nos ajustamos al patrón estándar, que no encajamos bien en la sociedad elfa. Y Perdidos como Seltyiel, que han nacido fuera de la sociedad élfica y no la conocen, o que han renunciado del todo a ella, voluntariamente o por ser exiliados. Así que la mayoría de los elfos que has conocido, Marcus, ni siquiera son elfos típicos.

No muy lejos se veía un complejo de edificios no tan grande como la mastaba o el gran templo de Lissala, pero sí de buenas dimensiones, rodeado de murallas negras e imponentes. Algunos edificios de su interior eran más altos que las murallas, especialmente uno abovedado con una cúpula oscura y pulida, que debía tener fácilmente dos veces el tamaño del más grande de los otros edificios. Pero a juzgar por las dimensiones del recinto, debía haber en su interior bastantes edificios más bajos que las murallas. Las puertas estaban custodiadas por guardias tieflings bien armados.

-La Acadameae. Es una comunidad aislada dentro de la propia ciudad -explicó brevemente la elfa, indicando que al recinto sólo entraban los que tenían permiso para ello.

Allí, tan cerca de la academia arcana infernalista, se veían humanos, en su mayoría jóvenes, con un uniforme característico y un emblema oficial en un colgante. Algunos parecían ser korvosanos, otros parecían ser extranjeros de otros países. Todos ellos se volvieron para mirar al grupo, no con el respeto que habían mostrado los ciudadanos comunes en las partes más humildes de la ciudad, sino con curiosidad o reserva, una reserva que ocultaba sus verdaderos pensamientos. Pasaron junto a una tienda de artículos arcanos, el Planetario Áureo, que tenía un letrero que indicaba que sólo servían a estudiantes de la Acadameae. Un poco más lejos de la Acadameae, casi al límite del distrito, se veían las ruinas de lo que debió ser una gran torre, ahora derruida casi hasta los cimientos.

Aerilaya pareció deprimida cuando Marcus dijo que nadie podía decirle si era una buena elfa o no. -Claro que pueden. Es cada sociedad la que determina lo que es bueno o no en esa sociedad. Y yo no estoy siendo buena elfa para criterios de Kyonin. Mi carácter no es que debería ser… soy demasiado inquieta, demasiado impaciente, demasiado… humana en ciertas cosas. Mis acciones no son las que deberían ser, tampoco. Debería haber regresado hace dos siglos, haberme unido a las filas de los custodios de aiudaras y ayudar a defender al reino; para eso me entrenaron en mi juventud. Debería haber vuelto para transmitir mis conocimientos adquiridos durante mi viaje y contribuir a una nueva generación… que ya bastante lento nos reproducimos como para negarnos a hacerlo. Y aun así, elegí no hacerlo. Espero ser una buena persona, a pesar de todo lo que he hecho… pero no soy una buena elfa.

La pregunta de Marcus de si no tenían pasiones y sentimientos volvió a traer una sonrisa al rostro de la elfa, y esta vez se le iluminó la expresión con diversión.

-Claro que tenemos emociones y pasiones, en realidad somos mucho más emocionales que los humanos. -Aunque su expresión se volvió a ensombrecer casi al instante-. No soy una elfa típica, Marcus, no puedes comparar a partir de mí. Yo hace mucho tiempo que tiendo más bien hacia el extremo depresivo.

Ahora pasaban ante lo que parecía ser la universidad korvosana -conformada por cinco grandes edificios y tres más pequeños, todos ellos a escala korvosana, no a la escala exagerada de los eurythnios-, y los transeúntes eran jóvenes risueños que a menudo iban en parejas o grupos. Los edificios de la universidad eran una mezcla ecléctica de estilos arquitectónicos, siendo los más antiguos construidos en piedra clara (mármol los más elegantes, como la Biblioteca Jeggare), y en el estilo neoinfernalista de piedra oscura y pulida los más modernos. Fuera del campus había varios establecimientos evidentemente pensados para satisfacer las necesidades de los estudiantes o relacionados con la universidad, como una taberna muy cuca aunque no excesivamente lujosa, además de un imponente museo y varias tiendas caras, e incluso un segundo mesón que parecía atender tanto a estudiantes y personal de la universidad como de la Acadameae. La Guardia Korvosana y graduados de la Acadameae (estos últimos con insignias que los relacionaban con la prestigiosa institución) parecían vigilar los edificios más relevantes de la zona, como la biblioteca y el museo.

-La biblioteca y el museo son el pequeño orgullo de Varisia, aunque realmente la biblioteca no es tan impresionante -apuntó Aerilaya, que había visto bibliotecas mejor surtidas fuera de Varisia… o dentro de la propia Eurythnia-. El museo era impresionante antes. Pero aunque cuenta con una pequeña colección de tesoros extranjeros, casi todas son piezas locales, que es tanto como decir thassilonianas. Los eurythnios miran con tolerancia a esos "tesoros", muchos de los cuales eran bagatelas en el mundo antiguo. Pero es lo que se había recuperado antes de que los eurythnios volvieran… y empezaran a recuperar cosas de sus bóvedas y refugios más escondidos.

Aerilaya no se apresuraba en su recorrido turístico, aunque parecían estar cerca de la meta que tenía en mente. Volvió a sacudir la cabeza ante la opinión de Marcus sobre el poder mágico y el terrenal, esta vez en señal de desacuerdo, mientras pasaban cerca de unas tiendas korvosanas de lujo, y una estatua enorme representando a una mujer eurythnia de gran belleza, que la elfa dijo que representaba a la Señora Rúnica Sorshen. Estaba esculpida en piedra, pero pintada con tal realismo que casi parecía viva.

-Simplificas mucho las cosas. No es eso lo que he visto en mis viajes. No es eso lo que he visto en casa y en la historia de mi raza. He visto tantos gobernantes con magia como sin magia. Y sinceramente no veo un patrón que haga más crueles a los que tienen magia, sea arcana, divina o primal, que a los que no la tienen. Ni viceversa. Si quieres ver el reverso de tu argumento, lo mismo que ostentar poder mágico puede corromper, la necesidad de control, practicada diariamente desde nuestro aprendizaje, también nos convierte en personas disciplinadas y acostumbradas a reprimir ciertos impulsos. Con lo cual al final volvemos a lo de siempre. Tener magia no te convierte en peor o mejor gobernante, sino tu carácter y disposición.

Pero asintió con la cabeza, completamente de acuerdo con la última frase de Marcus. -Cierto, las utopías no existen. Toda sociedad tiene sus lacras y sus aciertos. Lo mismo que todas las razas. No creas que porque digo que los humanos tendéis a la crueldad y la violencia no admiro a tu raza. Muchos de los míos la desprecian por esos rasgos, pero yo os admiro por vuestro empuje, vuestra iniciativa, vuestra capacidad para seguir adelante pese a todos los reveses que se os presenten.

La elfa se paró ante una posada que, a juzgar por su exterior, debía ser de las que atracaban con sus precios.

-Es Casa Tenna, la más lujosa de las hosterías de Ciudadela Alta. Sus precios son de infarto, pero no os preocupéis, invito yo -dijo Naewen, desmontando de su pegaso fantasmal-. Antes sólo atendía a la élite korvosana, pero los eurythnios han encontrado agradables sus lujos. Baños perfumados, músicos con talento, camarero particular, masajistas profesionales, servidores personales, comidas de lujo, zonas comunales y reservados… Tenna nunca ha reparado en esfuerzos para complacer a sus clientes. Aunque hay planes para reconstruir la hostería. Los eurythnios encuentran sus proporciones claustrofóbicas… están acostumbrados a estancias mucho más altas y amplias. Han proporcionado la financiación para que Tenna reconstruya la hostería. Así que la vais a ver en sus últimos días tal y como es ahora. El proyecto ha tenido que esperar a terminar o encauzar otros más urgentes, pero parece que ya va a ponerse en marcha.

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25/08/2016, 09:45
Marcus

A medida que paseaban por la ciudad Marcus no iba perdiendo detalle de nada de lo que ocurría a su alrededor. Korvosa a día de hoy era una ciudad de grandes contrastes. Tanto en arquitectura, como en la gente que la habitaba.

Un comentario de Naewen sacó una sonrisa del explorador. ¿La avaricia y violencia eran características de los humanos? Bueno… en cierto modo podría aceptar un comentario así en una conversación no demasiado seria o intrascendente, aunque dadas las circunstancias del coloquio actual era, de nuevo, algo que no compartía con la elfa.

Puede que los elfos controlaran su violencia porque les enseñaran desde pequeños. Pero desde luego que tenían el sentimiento. Y Marcus sabía que controlar o tratar de refrenar un sentimiento como la violencia, o la ira, sólo servía para que a futuro explotara a mayor escala.

Y la avaricia… Ah… un vicio interesante. Marcus dudaba mucho que los elfos fueran inmunes a ella a pesar de las creencias de Naewen. Quizá no codiciaran las mismas cosas que los humanos… Pero eran avariciosos por igual.

- Cierto. – Admitió. – Hay diferencias raciales de carácter. Pero en el fondo los elfos sentís lo mismo que los humanos aunque reaccionéis por normal general de distinta manera. Algunos sentimientos los controláis mejor que nosotros… y a la inversa. – Dijo con calma. – Hay cursos de acción considerados normales para los elfos que das por sentado que son formas de reaccionar mejores que la explosividad y energía humanas… Y creo que te equivocas. Pero es una opinión. – explicó. – En cualquier caso es muy interesante tratar de ver todo esto desde vuestro punto de vista. – Indicó pensativo.

Observó luego el palacio real korvosano, y reprimió una sonrisa al imaginar el rostro de los eurythnios cuando regresaron. – Los korvosanos no tenían forma de saber que un imperio extinto miles de años antes iba a regresar. – Comentó.

- No es culpa suya y los eurythnios deben saberlo… No deberían regresar con exigencias… sino más bien buscar una forma de que ambos pueblos puedan convivir en paz. – Escuchándose a sí mismo Marcus no se extrañaba de que le tildaran de idealista.

Los ojos del explorador siguieron el recorrido, pasando de la mastaba al anfiteatro y finalmente deteniéndose en el edificio de la ópera.

- Iadara… tal y como lo describes parece una utopía. – Comentó Marcus. Estaba seguro de que ambos se mostrarían de acuerdo en que las utopías no existían.

- Imagino que tendrá sus fallos y no será perfecta pero desde luego pinta mejor que cualquier cosa que haya conocido por aquí. – Admitió. – ¿Crees que el hecho de que hayáis logrado una sociedad así se debe al hecho de que sois elfos? – Preguntó con curiosidad. Para Marcus podía haber miles de factores o explicaciones posibles. Miles de hechos que hubieran influido en que semejante sociedad fuera posible. Aunque claro, el carácter de los elfos, distinto al de los humanos, habría sido con seguridad un factor a tener en cuenta. – Yo creo que un pueblo o sociedad humano, en ciertas circunstancias, también podría a llegar a optar a conseguir una civilización así. – Explicó. La suerte también influía en parte.

Tras un par de segundos negó con la cabeza. – Es cierto que no puedo imaginarme algo así en ninguna sociedad humana que conozca… pero sí puedo imaginarme a humanos capaces de conseguirlo. -

Entonces Naewen sacó a colación otro tema. El lugar donde habitaban la mayoría de los elfos, fuera de Golarion. Marcus tenía varias preguntas en mente pero el rostro de la elfa mostró que no quería hablar de ello asi que no preguntó. Quien sabe, quizá otro día estaría más dispuesta a hablar de ello.

- Es cierto. Somos diferentes. Eso es lo que nos hace tan interesantes a todos. – Afirmó al final con una sonrisa.

Continuaron cabalgando por las calles y divisaron varios templos más de diversas deidades, para finalmente detenerse cuando Naewen les señaló a un par de azlantis.

Naewen continuó con el debate y Marcus escuchó.

- Me alegro entonces de no haber conocido a elfos típicos. – Comentó con una sonrisa. – Algún día estaría bien conocer a uno de los vuestros más normal como dices… aunque me temo que será demasiado… estirado es la palabra. ¿No, Selt? – Preguntó a su compañero en tono divertido.

- No entiendo por qué esos elfos normales os juzgan al resto. Pero allá ellos. Que pierdan el tiempo en absurdos juicios de opinión en lugar de disfrutar de sus vidas. Me parece mentira, si yo viviera tantos siglos estaría dando brincos de alegría y viajando de acá para allá… como haces tú Naewen. – Explicó. La elfa sentía curiosidad por todo y sus viajes le llevaban a descubrir cosas nuevas cada vez. ¿Por qué alguien querría desperdiciar siglos de vida encerrado en el mismo sitio? No llegaba a entenderlo.

Su siguiente edificio en el camino fue la famosa academia infernalista, y Marcus estuvo tentado por un momento de acercarse a derribar sus puertas y el edificio entero. Pero obviamente fue un pensamiento absurdo y pasajero. Pactar con demonios… creer que podrían controlarlos… había que estar loco.

La elfa continuó replicando y rebatiendo los argumentos de Marcus y éste pensó que realmente estaba siendo arduo y difícil sacar a Naewen de la opinión que ya tenía formada. No querría imaginarse lo que podría ser una explosión de enfado de la elfa si alguien fuese su pareja. ¿Cómo sería una discusión así por cualquier cosa? Sonrió ante la idea pero la desechó rápidamente casi más por miedo a que pudiera volverse realidad.

- ¿Depresiva tú? – Preguntó enarcando una ceja, incrédulo. – Hasta ahora no me lo has parecido pero bueno, cuando estés deprimida o sientas que estás a punto de estarlo recuerda que tienes amigos. Seguro que podemos sacarte una sonrisa. – Ofreció.

Pasaron enfrente de la universidad y otra duda surgió en la mente del humano.

- Si alguien quisiera aprender magia en Korvosa… ¿Sólo tiene la Acadameae como opción? ¿No hay alguna otra escuela de magia? – Preguntó.

Finalmente se detuvieron en la hostería más lujosa que Marcus hubiera visto jamás.

- Esto es excesivamente caro… ¿no? – Preguntó con una sonrisa en el rostro. No le importaba pagarlo a él, tenía dinero de sobra y no lo usaba para nada interesante, pero en cualquier caso lo consideraba un despilfarro.

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25/08/2016, 17:27
Naewen

Aerilaya sonrió a Marcus. -Los elfos sentimos lo mismo que los humanos, pero con diferente intensidad y diferente forma. No somos perfectos, Marcus. Nunca he intentado decir eso. Somos diferentes. Es cierto que somos más civilizados y cooperativos que los humanos, y menos violentos como grupo. Pero eso no significa que seamos perfectos. Nuestros fallos son distintos, eso es todo. No sabes cómo me exaspera la pasividad elfa, su resistencia al cambio. Tú tal vez no lo veas como un rasgo tan malo, pero yo sí he visto el mal que puede hacer eso. Y créeme, eso es pernicioso también.

Se encogió de hombros. -Iadara no es una utopía. Si lo fuera yo estaría allí, y no aquí. Es hermosa, y es cierto que nosotros no tenemos ladrones, ni crímenes, ni violencia, ni pobreza en las ciudades auténticamente élficas. Pero eso tiene un revés también. Como raza, somos muy estáticos y apegados a la tradición. Toleramos mal los cambios. No ha habido diferencias sustanciales en nuestra forma de vida desde el Regreso, y de eso hace miles de años. Y es más, apuesto que no hay apenas cambios comparando con los tiempos anteriores a la Retirada.

Suspiró. -Yo era diferente, por ejemplo. Y por más que echo mucho de menos aquello, cuando pienso en volver… sé que seré una rueda cuadrada allí adentro. Mi extrema curiosidad, mi energía, mi impaciencia… allí no encajan. Bueno, no es que los elfos no seamos curiosos, lo somos… pero la mía es de un tipo impaciente que no encaja allí. Lo que digo, Marcus, es que por instinto los elfos y los humanos tienden a comportarse de forma diferente. Vosotros sois activos, agresivos y lanzados hacia delante. Nosotros somos reflexivos, pasivos y pacíficos. Luego, hay individuos diferentes en ambas razas, que no se ajustan al molde general,  y desde luego en ambas razas se puede educar a los individuos para que actúen de una forma diferente a su instinto básico. Eso nunca lo he negado. Mira a Seltyiel, que por comportamiento es más humano que elfo. Y hay cantidad de humanos cuya educación reprime sus instintos agresivos.

La elfa miró a Marcus como indicando que no estaba haciendo criticas despectivas raciales, sino que eran meras observaciones racionales.

-Pero no puedes negar que la biología influye. Y si no, ¿por qué no tenéis una sola sociedad enteramente pacífica? ¿Por qué nosotros no tenemos una sola sociedad enteramente dinámica? Sí, creo que vuestras sociedades son como son porque sois humanos, y que Kyonin es como es porque somos elfos. Por eso los míos tienen tanto miedo de dejar entrar a los humanos allí. Saben que si abren las puertas a la emigración, todo cambiará. Pero claro que hay humanos que pueden comportarse de forma muy civilizada y pacífica. Hablamos de tendencias generales, no de absolutos. Somos mortales con libre albedrío, después de todo.

-Es cierto. Somos diferentes. Eso es lo que nos hace tan interesantes a todos -afirmó Marcus al final con una sonrisa, y Aerilaya se inclinó para darle un beso amistoso en la mejilla en uno de sus impulsos espontáneos.

-Algunos elfos pueden ser estirados tratando con extranjeros -admitió, sonriendo-, pero otros son simplemente desconfiados y reservados. En realidad en general no os entienden porque no os conocen. Los humanos tenéis muchos rasgos buenos de los que no saben. Pero tampoco entienden a gente como yo. Por eso nos juzgan. Pero está bien, ya te he dicho que todas las sociedades tienen sus lacras. No encontrarás lugares perfectos en ningún lado. Al menos, yo no los he encontrado, ni en casa ni fuera de ella, y llevo viajando siglos.

La elfa emitió una risa cantarina cuando Marcus dijo que los eurythnios no deberían regresar con exigencias, sino más bien buscar una forma de que ambos pueblos pudieran convivir en paz.

-Es lo que están haciendo, Marcus. Mira todas las mejoras que están ayudando a introducir, la mayoría de esas han sido iniciativas suyas, aunque también han contribuido para algunos proyectos que ha iniciado la corona korvosana. Lucien también ha participado, más de lo que creerías. Los eurythnios tienen también sus propias ideas relacionadas con su propia gente y la restauración de su imperio, y sin duda consideran a éste su territorio, pero no han intentado apoderarse de todo por la fuerza. Han firmado tratados con la corona korvosana, que implican pactos y acuerdos para la convivencia mutua. Korvosa sigue regida por su propio gobierno, y Eurythnia por el suyo propio. Cada uno tiene sus leyes, y han llegado a un consenso en lo que es aceptable o no en las zonas comunes. Es inevitable que a largo plazo ambas culturas acaben fusionándose, pero en general se está llevando la transición de forma muy civilizada. Discrepancias siempre habrá, ¿qué culturas no las tienen? Pero hasta el momento se están solucionando todas mediante el dialogo. Comportamientos como éste me han hecho pensar que es posible otro Thassilon que el de las leyendas.

Sonrió. -Mi maestro, el primer consorte, ha tenido mucho que ver con eso. Es un hombre muy razonable.

A Aerilaya no se le escapó la expresión de Marcus cuando pasaron al lado de la Acadameae.  -Sí, es un mal lugar -concordó con él-. Pero así es el mundo. Está lleno de malos lugares, lo mismo que de buenos.

Respondió a la sonrisa divertida de Marcus con otra sonrisa, aunque no sabía a qué venía aquel contento por parte de él. Pero suspiró cuando él dijo que no la veía depresiva. -Ahora estoy mucho mejor. Y la vida activa hace que no tenga tiempo para deprimirme. Por eso me gustan las misiones de campo, entre otras cosas. Pero los elfos típicos suelen ser mucho más despreocupados y alegres de lo que soy yo.

-Si alguien quisiera aprender magia en Korvosa… ¿Sólo tiene la Acadameae como opción? ¿No hay alguna otra escuela de magia? –preguntó Marcus mientras pasaban por la Universidad Leroung.

-Sí, hay un segundo colegio arcano en la ciudad, más pequeño y mucho menos prestigioso, aunque sin relación alguna con el infernalismo. El Colegio Thaumanexus, está situado en otro distrito menos exclusivo que este… Costa Este. No es mala escuela, en realidad, tiene un programa generalista bastante completo, aunque tampoco tiene los medios o los prestigiosos profesores de la Acadameae. Y los aspirantes siempre pueden encontrar un maestro particular, claro. Las academias no son la única opción -explicó Aerilaya. Hace un gesto hacia la universidad-. Y está la universidad para los que busquen conocimientos, pero no magia. Hay opciones.

Aerilaya devolvió un vez más la sonrisa de Marcus cuando llegaron a Casa Tenna y él comentó que aquello era excesivamente caro.

-Sí, lo es. Pero Seltyiel quería conocer azlantis, y supongo que vosotros también. No hay tantos sitios en la ciudad donde se relacionen con korvosanos, y no puedo llevaros a la Eurythnia subterránea. Este es un buen lugar para encontrarnos con alguno. Es posible que conozcáis alguno más en casa de Lucien.

Aerilaya pasó al interior, sin preocuparse de su montura, que no iba a responder a nadie más ni tampoco era un ser vivo que necesitara cuidados. Se quedaría quieta hasta que volviera a buscarla o expirase la duración del conjuro.

Tenna salió a recibirlos. Siempre lo hacía. Aquel era un establecimiento exclusivo al que solo se asistía con cita previa, entre otras cosas, porque era pequeño. La dueña les saludó obsequiosamente y les precedió al interior del local. Un pequeño vestíbulo conducía a un patrio ajardinado interior. Al fondo del jardín, estaban los baños termales (donde era posible contratar servicios de masajistas profesionales) A la derecha, estaba la entrada  a los reservados privados. Solo había cuatro, aunque cada uno constaba de comedor y dormitorio particular. Y a la izquierda del patio estaba la entrada al comedor comunal, con media docena de mesas y un estrado para los músicos. Era posible contratar también músicos para los reservados, aunque no solía ser una petición demasiado frecuente.

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26/08/2016, 11:52
Marcus

A Marcus le sorprendió el beso en la mejilla que le propició Naewen, pero no le desagradó la espontaneidad de la elfa. Al contrario. Si ella se hubiera reprimido, no sería ella después de todo.

Siguió escuchando sus explicaciones, quizá con alguna idea que matizar pero no dijo nada más. Los elfos no conocían a los humanos… por norma general. Eso decía Naewen, pero en la experiencia de Marcus lo desconocido no implicaba incomprensión o no entendimiento. La gente tenía miedo a lo desconocido. Y ese miedo levantaba barreras que acababan siendo insalvables.

Y lo mismo pasaba con gente como Naewen a ojos de los elfos. Un elfo normal, como lo definía la maga, no comprendería nunca el comportamiento de Naewen… y eso hacía que temieran a los individuos de su raza que se salían de la norma. Gente como Selt o como la propia Naewen. Nunca serían aceptados entre los suyos por temor…

Pero luego llegaron buenas noticias, el hecho de que Eurythnia y Korvosa estuvieran llevando la convivencia mediante el diálogo, y que todo pareciera marchar bien, daba algo de esperanza al corazón del explorador. Quizá existiera la posibilidad de un mundo mejor. No uno perfecto pero sí algo mejor.

La explicación sobre el segundo colegio arcano captó la atención de Marcus. Escuchó con interés y memorizó el nombre, Thaumanexus. No tenía ni idea de si tendría algún tipo de significado pero le podría servir.

Luego estaba la universidad donde Marcus pensaba acudir de todas todas.

- ¿La biblioteca de la universidad es de libre acceso? – Preguntó. Llevaba tiempo dándole vueltas al asunto de su tatuaje, y antes que preguntar a magos desconocidos prefería investigar un poco por su cuenta. Y los libros no eran un mal sitio donde comenzar a buscar.

No volvió a decir más hasta que llegaron a la casa de Tenna. El lujo del lugar era evidente y que Naewen quisiera invitarles era una prueba más de que sus nuevos maestros disponían de riqueza y fortuna abundantes… Tanto que les sobraba para despilfarrarlo en lujos de ese estilo.

No es que fuera malo aprovechar esas comodidades de tanto en tanto, pero Marcus no estaba muy acostumbrado. Le gustaba más dormir en el suelo junto a un árbol en el bosque, o en el interior de una cueva, que en una cama mullida.

Se encogió de hombros. – Bueno, habrá que disfrutar. – Dijo rindiéndose a la evidencia. No dudaba de que Seltyiel estaría ya disfrutando de lo lindo, aunque le preocupaba la reacción de Air'his a un lugar así.

- Gracias por la invitación, Naewen. -

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27/08/2016, 12:48
Seltyiel

Selt no habló demasiado durante el debate que mantenían Naewen y Marcus. No le interesaban demasiado las diferencias entre elfos y humanos, él ya sabía muy bien que había diferencias. No era exactamente fácil ser un elfo en una sociedad humana. Pero tampoco es que fuera tan terrible. Uno se adaptaba a la forma de hacer de los humanos y ya estaba. A decir verdad mucha de la forma de pensar de los elfos de Mierani, durante su breve visita, se le había antojado irreal y extraña.

Pero cuando Naewen menciona el carácter mercurial de los elfos y que él era diferente, Selt niega con la cabeza. -No soy diferente en ese sentido. Simplemente me reprimo más. A los humanos les sacan de quicio los cambios de humor. Y creen que les estás tomando el pelo. De cara la exterior nunca muestro mis auténticos sentimientos, lo cual, de todas formas, es lo mas sensato. Mostrarlos es mostrar una debilidad y dar un arma a tus enemigos. -De pronto Selt muestra una sonrisa divertida-. Además, con el tiempo dejé de preocuparme de todo. Me tomo la vida como viene,  no merece la pena romperse la cabeza. Hay tiempo para todo. Y los pequeños reveses de la vida, bueno, son inevitables. Se capean y listo. En cuanto a los estados de ánimo excesivamente alegres... siempre puedes encontrar una excusa en la filosofía de Calistria y de Cayden Cailean. Y a los humanos les parece de lo más normal, ¿sabéis? Unos cuantos tragos para el coleto y una mujer hermosa, y los humanos en vez de pensar que eres raro, aun te envidian y todo.

Selt guiña un ojo a Marcus de modo despreocupado.

-Me alegro entonces de no haber conocido a elfos típicos. Algún día estaría bien conocer a uno de los vuestros más normal como dices… aunque me temo que será demasiado… estirado es la palabra. ¿No, Selt? –pregunta en cierto momento Marcus en tono divertido.

-Un elfo de Kyonin o de Mierani se habría limitado a mirarte desde arriba o con compasión -dice simplemente Selt en respuesta-, no todos son estirados. Hay más de los que creerías que sienten lástima de vuestra barbarie y porque no podéis evitar ser como sois. Así es como me miraban en Mierani a mí. No con repulsión, sino con lástima, porque no era uno de ellos y mientras no aprendiera a serlo era como un hombre inválido que había perdido la mitad de su potencial. Y en cuanto a lo de ser superiores a los humanos y los Perdidos, pues no sé qué decirte. Los de mi raza a veces parecen seres de otro mundo, mirándote superiores desde arriba, con toda su ética y su sabiduría de siglos y su civilización, para al cabo de un rato sorprenderte con un comportamiento digno de un crío. Y no, no bromeo. Además, no son violentos y no tienen guerras, ni asesinatos, ni robos... pero vengativos lo son un rato. Toca las narices a un elfo, y verás en qué forma tan artística emplea el tiempo un tipo con siglos a sus espaldas. Son retorcídisimos en sus venganzas.

Sobre Iadara Selt no podía añadir nada, nunca había estado en Kyonin. Pero suponía que sería Mierani en esteroides, así que comenta en tono distraído. -Las ciudades elfas son como extrañas comunas. Viven en casa comunales que albergan a linajes enteros, no hay cerraduras, y parecen encontrar imprescindible varias fiestas que reúnen  a toda la comunidad a la semana. Son un hervidero de cotilleos y habladurías y la gente allí es de lo más gregaria y pegajosa que te puedas imaginar, por  no hablar de que no tienen la menor idea del concepto de intimidad personal. En Mierani no es así, pero tengo entendido que en Kyonin hay muchos sitios donde las casas son enteramente de cristal… ¡de cristal! ¿Te puedes imaginar algo más indiscreto que eso? Ah, sí y sus secretitos, parecen tener un montón de ellos, no sé si los tendrán entre ellos pero al menos parecían tener un porrón que esconderme a mí.

Selt tuerce los labios, como si aun estuviera disgustado por la única visita que había hecho a los de su raza. -Es una forma agradable de vivir, pero no sé si lo aguantaría mucho tiempo de seguido. Estuve un mes con ellos y al terminar estaba deseando salir de allí. Para mi gusto los elfos llegan a ser estresantes al cabo de un tiempo. La vida elfa parece dividirse entre perder el tiempo de una forma que no te imaginas, papando moscas en actividades contemplativas o perfeccionando habilidades inútiles… digoo artísticas…, fiestas y diversiones dignas de adolescentes, y no bromeo con lo de adolescentes, e intensa dedicación a un trabajo o afición que sea su interés del momento, y sí, los elfos pueden llegar a ser maestros increíbles en la actividad que elijan... esgrima, arquería, magia, arte, música… tienen siglos para perfeccionarse en ello, después de todo. No sé si es cuestión de educación o herencia, pero te aseguro que la vida en una ciudad élfica es muy diferente a una ciudad humana. Y que probablemente te encantarían unas vacaciones allí, si te aceptasen, cosa que dudo que hagan, pero acabarías deseando salir de allí, saturado, en poco más de una semana.

Selt no aportó nada más al tema, era algo que le ponía de mal humor y a Selt no le gustaba ponerse de mal humor. Había algo en la forma de vivir de los elfos que había añorado y envidiado, pero aunque por una parte la había deseado también le había exasperado y repelido. Debía de ser verdad que había algo diferente en los Perdidos. En cierto modo Selt se encontraba más a gusto entre los humanos, aunque los humanos tampoco eran fáciles. Y eran tan efímeros, tan taaan efímeros. Selt se puso aun de peor humor al recordar a su único amor de juventud. Aquello había funcionado unos años pero luego se vio que no tenía futuro. Selt era casi un adolescente y ella había cambiado. La ruptura era una de las razones por las que había aceptado el aprendizaje con Nheran, esa y unos problemillas con cierta banda. La última vez que Selt la había visto, era… tres décadas eran mucho para un humano, toda una vida para ellos. Qué se le iba a hacer.

De modo que se centra en la visita turística de la ciudad que después de todo era por lo que habían venido allí. Ya conocía la ciudad de antemano así que ver los cambios era interesante. La verdad es que no se esperaba que Eurythnia entrase así de suave y conciliadora y su lado desconfiado, ese que no se fiaba de nada ni de nadie, se preguntó donde estaba la trampa. Las leyendas decían que los eurythnios eran tiranos que habían trapicheado a su gusto con todas las otras naciones del imperio de Thassilon, que su señora rúnica había matado a miles de esclavos para conseguir la inmortalidad. Hablaban de sus muchos esclavos y de sus excesos con el sexo y de la legión de ajenos vinculados, gigantes dominados y vampiros servidores. De alguna manera Selt no se esperaba aquello, aquel talante conciliador, aquellas formas de hacer tan suaves. Pero claro… eran tiranos ¿no? No eran una nación militarista. Eurythnia nunca fue famosa por sus ejércitos, sino por sus encantadores-tiranos, sus espías y asesinos, y su desenfrenada búsqueda de todo placer, entre el cual el carnal era el más evidente pero no el único. Y por Sorshen, claro. Y por Sorshen…  una leyenda por sí misma.

Eran leyendas, claro. Exageradas, supuso Selt. Todas las leyendas eran exageradas, y todas nacían de un núcleo de verdad. Selt observó y esperó a ver si venía qué había de real y qué de falso en aquel nuevo Thassilon. Si eran tan buenos como decían las leyendas sería difícil ver lo falso. Eurythnia, en las leyendas, acababa saliéndose con la suya de formas que nadie esperaba.

La Acadameae despertó la repulsión de Marcus, fue algo muy evidente. Selt se limitó a encogerse de hombros, impertérrito. El infernalismo era como la aproximación al Tapiz oscuro de Nheran y sus amigotes. Una trampa seductora. Un camino fácil al poder con una ratonera en algún lugar del camino. Pero había cantidad de trampas así por el mundo.

-Míralo por el lado bueno -dice a Marcus-, en Cheliax sería peor. Allí gobiernan los infernalistas. Esto es solo un colegio para magos. Y ponte de rodillas agradeciendo a cualquiera que sea el dios que adoras por no haber nacido en Nidal. Eso sí que sería malo. ¿Has estado en Nidal, Naewen?

La universidad no interesó demasiado a Selt. Sabía como eran los centros de enseñanza en Varisia, y el único que merecía la pena era la Acadameae, aunque viniera con su propia trampa. Las bibliotecas de Varisia eran… bah. En otras regiones del mundo sonreirían ante su concepto de centro del saber. El Museo Jeggare tenía cierta fama, pero su orgullo eran las reliquias thassilonianas, y que diablos, aquello palidecía ante la idea de conocer a la historia viva que ahora andaba por sus calles.

De modo que cuando pasan ante el templo de Lissala en construcción y Naewen le señala a los dos altos azlantis, mira con interés, un poco decepcionado porque ella no parecía tener intención de acercarse a hablar con ellos. Bueno, al menos su forma de vestir hacía honor a las leyendas. El aura de encanto que los rodeaba le hizo parpadear. Si todos iban a tener ese magnetismo personal iba a ser complicado mantener la cabeza clara delante de ellos.

-Así que tienen clérigos además de magos. ¿Cómo es el dogma de Lissala? Si tenemos que creer a los historiadores, una diosa malvada y muy legal que era la única que tenía el dominio de las runas en la antigüedad. Una elección extraña para alguien como Xin.

Selt sonríe con tolerancia cuando llegan a Casa Tenna y Marcus comenta acerca del excesivo lujo del lugar. -Disfruta de los pequeños placeres de la vida, Marcus. Que ya se encargará la vida de arrastrarte por los grandes desagradables momentos de la existencia.

-Ya veremos -le dice a Naewen. Selt no parecía nada convencido ante la idea de que ella lo pagase todo.

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28/08/2016, 16:38
Director

Korvosa, mediodía del 24 de Sarenith, día del juramento, del 4710

Casa Tenna era el establecimiento más lujoso y exclusivo de Korvosa, y tan solo muy recientemente había cedido un poco en su estricta política de admisión. Aun así al ver la desolada expresión de la empleada de la recepción, una muñeca chelia de póster vestida a la moda, al ver a la nueva “favorita” de Eurythnia con... bueno con Airhis, se dio cuenta de que no iba a ser una buena idea acudir a la sala común.

- Lenna ¿Habría algún reservado libre?- Preguntó Naewen con una sonrisa a la muchacha que recuperó la expresión profesional rápido.- Se que no he avisado con tiempo pero han venido unos amigos de visita.

- Por supuesto señorita Mystivin. Síganme por favor.- Dijo repartiendo una radiante sonrisa a todos mientras otra joven muchacha chelia de póster vestida a la moda ocupaba su ligar en la recepción.

- ¿Hay alguien conocido en la sala común Lenna?- Preguntó la elfa sabiendo que era inútil preguntar si lo había en los reservados. La casa se tomaba muy en serio la protección de la intimidad de sus clientes e inquilinos.

- Los señores Volemak y Olhas están manteniendo un debate acompañados de algunas jóvenes amigas. Y el señor Elphren y lady Bromathan están decidiendo que comer.- Respondió la muchacha de inmediato mientras os llevaba a una pequeña en el primer piso. Tres de las paredes estaban cubiertas por murales que representaban escenas pastorales y de caza. Mientras que la cuarta la cubría una celosía que permitía ver la zona central de la sala comunal al tiempo que mantenía ocultas a los usuarios de la sala.

- ¿Desea que le traiga nuestra carta de ensaladas señorita Mystivin?- Preguntó con educación Lenna dejándoos claro por que a Naewen le gustaba tanto aquel sitio “carta de ensaladas”- O si lo prefiere hemos recibido ya algunas de las frutas garundis que nos comentó, tenía toda la razón deliciosas se queda corto.

- ¿Desearan sus acompañantes algún servicio complementario?- Pregunto la mujer refiriéndose sin duda a si iban a querer baños o servicios de lavandería, o que se ocupase de sus chaquetas y armaduras, un poco fuera de tono allí. Justo en ese momento llego un hombre serio vestido de librea que entro por la puerta abierta, dedicó una reverencia a los presentes y procedió a abrir una botella de vino élfico antes de dejarla en una cubitera junto a cuatro copas y desaparecer con otra reverencia.

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29/08/2016, 11:21
Marcus

Korvosa, mediodía del 24 de Sarenith, día del juramento, del 4710

Mystivin. Era la primera vez que Marcus escuchaba el nombre de familia de Naewen. Se preguntó si en la costumbre elfa correspondería a alguna casa o rama familiar. Tomó nota mental para preguntarlo más tarde y se dedicó a observar el lujo que salía de todos los poros de aquel lugar.

Siguió a la tal Lenna hasta el piso superior y tomó asiento en la mesa de la sala a la que la muchacha les había dirigido. Sus ojos revisaron todo el piso inferior, casi por costumbre, en busca de posibles amenazas y finalmente se relajó y se permitió el lujo de observar los murales.

- Parece un lugar muy agradable. – Comentó en voz alta delante de Lenna dejando claro que el sitio le gustaba.

Dejó que fuera la propia Naewen quien decidiera qué pedir de comida, después de todo ella era la que conocía el lugar y ellos estaban de visita. Seguro que la elfa conocía mejor qué platos o frutas exóticas era mejor que probaran sus invitados. De hecho, jamás había escuchado el nombre de las frutas garundis y sentía cierta curiosidad.

Lanzó luego una mirada a Naewen, por si la forma de vestir del grupo, o el hecho de que llevaran armaduras, fuera considerado una especie de insulto. A él le resultaba de lo más práctico pero seguía siendo un invitado y haría lo que su anfitriona considerara oportuno.

Notas de juego

Duda: Breol no ha venido (eso lo tengo claro) pero… seguimos en contacto con él?

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29/08/2016, 12:17
Naewen

-¿En Nidal? No, nunca. Es un lugar que he procurado evitar a todo costa -contestó a Seltyiel-. Es una nación siniestra y cruel. Y los extranjeros no son bienvenidos, tengo entendido. Aunque tienen un comercio floreciente de esclavos con el exterior. Siempre importan, nunca exportan. Me horroriza pensar para qué necesitan tantos esclavos. Deben desgastarlos a ritmo aterrador. He estado en muchos lugares donde la esclavitud es legal, pero al menos en esos lugares los consideran posesiones valiosas y tratan de que duren.

Miró al elfo con curiosidad. -¿Tú sí? Por la forma en que hablas del lugar pareces haber estado allí.

En relación a la universidad, Aerilaya negó con la cabeza ante la pregunta de Marcus. -Esto no es Absalom. La korvosana es una sociedad muy… eh… protectora con la élite. Los extranjeros son mirados con desconfianza. Si vinieras de Cheliax sería más fácil. De todas formas, aunque no es tan sencillo como acudir a la biblioteca y entrar sin más en ella, puedes conseguir un permiso. La iglesia de Abadar o un ciudadano respetable con permiso de uso podría avalarte. No, me temo que yo no tengo permiso de uso. No me he molestado en conseguirlo, dado que las bibliotecas de Eurythnia están más nutridas, y sigo teniendo permiso de acceso en algunas de las mejores bibliotecas del Mar Interior, en comparación con las cuales ésta palidece mucho. Pero si quieres podríamos mirar de conseguírtelo. ¿Hay algo que te interese especialmente?

Y tras una pausa: -Más tarde tenemos que hablar de algunas cosas. Pero primero disfrutad de la visita, que para eso habéis venido.

En Casa Tenna les recibieron con la cortesía acostumbrada. Pero Aerilaya había olvidado la desconfianza con que acogieron su primera visita al lugar. Por aquel entonces nadie la conocía y las elfas eran una rareza en la ciudad. No se le había ocurrido que Air'his supondría un problema. Miró a los otros dos. Marcus vestía con su sencillez habitual, aunque Seltyiel se había engalanado para la visita. Parecía que quería impresionar a los eurythnios.

De modo que olvidó rápidamente su primera idea de pasar al comedor común y pidió un reservado. Solo había cuatro, y lo usual era pedirlos por adelantado, de modo que no le hubiera sorprendido que la dijeran que no había disponible ninguno. Pero gracias a las bondades de Desna, parecía que había uno. Bien, aun era un poco pronto, quizá no hubieran tenido tanta suerte si hubieran llegado más adentrado el día.

-No gracias, Lenna, no necesitaremos servicios complementarios -le dijo a la recepcionista. La elfa sonrió al ver que Marcus no se atrevía a pedir por sí mismo. Imaginaba que un lugar como aquel le resultara intimidante-. Sí, tráenos la carta de ensaladas. Y una ración grande de ostras alikanas. Pero mis amigos apreciarán también algo más contundente. Tráenos también media docena de maxmax, una ración de aleta Mahktasha y una docena de pastas de garra de acantilado con salsa de thileu… esas últimas parecen gustar a casi todos los eurythnios, al igual que las ostras. Té verde y vino para beber, si eres tan amable.

Indagó por los presentes en la sala común, y sonrió ante la respuesta. El día anterior había insinuado a algunos de sus conocidos eurythnios que estaría bien si se pasaban por Tenna por aquellas horas.

-Volemak y Elphren son dos aprendices de Eurythnia -les explicó a los otros-. Volemak es alto azlanti, y un eurythnio muy típico. Extrovertido, inteligente y educado. No es tan retraído como Elphren, que en sí mismo es muy anómalo… creo que es el único eurythnio tímido que he visto. Volemak es aprendiz del señor Elahnar, el ingeniero en jefe de Eurythnia. Elphren es solo medio azlanti, pero también el primer aprendiz de mi maestro, así que se puede decir que es mi compañero. Es el más avanzado de todos mis compañeros. Los otros aprendices de mi maestro son su hija, a la que conoceréis más tarde, ya que es la consorte de Lucien, el propio Lucien, y la bisnieta de la señora rúnica, a la que espero que no veamos. Isenya es buena chica, no creáis, pero es… da un poco de miedo lo lanzada y decidida que es. Sabe lo que quiere y no para hasta conseguirlo. Ah, y Melisa es korvosana, la prima de Lucien y actualmente la amante de Elphren.

Pero añadió: -El señor Olhas es otra historia. Es uno de los maestros. De los maestros más jóvenes, pero… aun así, sigue siendo un maestro. Y tengo que advertiros que su aspecto engaña. Aunque parece joven, en realidad tiene más de siglo y medio… sin contar los once mil años de estasis, claro. Sed educados con él. Los archimagos de Eurythnia están acostumbrados a recibir el respeto que en otras sociedades se dedica a los nobles. Bueno, es que son los nobles de Thassilon. Es un hombre sociable, sin embargo. Si no lo fuera no habría querido conoceros.

Dedicó una sonrisa a sus compañeros. -Voy a buscarlos. Vosotros poneros cómodos. No tardaré.