Partida Rol por web

Hago una respetuosa reverencia ante la bella dama, al levantarme sonrió. Señorita. Perdone mi atrevimiento, dado que no hemos sido debidamente precentados. Pero debo decirle que luce hermosa esta noche...

-Si cada vez que me ve me dedica tantos halagos, acabaré por creer que lo dice en serio, Excelencia. Aunque le transmitiré su felicitación a mi modista y le diré la buena impresión que han producido sus esfuerzos.

-¡Tonterías! Puedes creer lo que dice su Excelencia. Cualquier hombre con ojos en la cara admitirá que existen pocas mujeres más hermosas que tú, pequeña mía. Despues de todo, eres digna hija de tu madre. Aunque me alegra poder decir con orgullo que también yo he contribuido en algo.-Dijo Herr Wenning, que llegó desde una de las salas laterales.

-Caballeros, bienvenidos. Espero que no se sienta cohibido, Du Lapin. Depués de todo, las personas con las que cenará hoy son aquellos con los que tendrá que tratar como secretario del proyecto, no se deje intimidar por cargos y títulos.

Tras permanecer en silencio en el intercambio entre el Vizconde y Miranda agradecí la intervención del Profeseor Wenning -Gracias profesor, cierto es que no estoy muy acostumbrado a tratar con personas tan ilustres como el Vizconde, pero de confio estar a la altura de las circunstancias. Vizconde, Charles du Lapin, como ya ha dicho el profesor sere el secretario del proyecto, si a lo largo del mismo puedo serle de alguna ayuda estaré a su disposición. Señorita Wenning, no puedo mas que estar de acuerdo con el Vizconde, esta usted radiante. Y ahora si me disculpan hare caso al amable mayordomo y ire a secarme un poco frente al fuego-

dicho esto me dirijo a la chimenea

Extiendo mi mano afablemente al señor Du Lapin. Desviando por un momento mi mirada de la hermosa dama. El caballero rapidamente se va, tan rapido que no tengo tiempo de responder. Retraigo mi mano en un gesto teatral y me dirijo nuevamenet hacia los wenning.

-Señorita, estoy seguro que concordara su padre conmigo al decir que no hay halagos suficientes en este mundo para usted, sin embargo, debo sobreponerme a esta inusual descortesia mia, y escusarme un momento. Sonrío dulcemente a la joven, y asu amado padre. Hago una nueva reverencia y me encamino a acompañar al señor Du Lapin.

Herr Wenning le ofreció el brazo a Miranda, que esta aceptó, y juntos se dirigieron al salón donde ya estaban Du Lapin y el Vizconde de Morcef

Al poco tiempo, el comandate Dunoyer apareció en el salón. Llevaba un traje de civil, al que no estaba acostumbrado y en el que parecía no encajar. Las evidentes señales de cansancio en su rostro contrataban con la vitalidad del director del proyecto. A pesar de su agotamiento, Dunoyer se esforzaba en sonreirles a sus inviados y mostrarse cordial.

-Buenas noches-dijo al ver a los presentes-Me siento avergonzado, como anfitrión, debería haber venido a recibirles antes. Estaba enfrascado en la lectura de unos documentos y no les oí llegar, es lo único que puedo decir en mi defensa.

AL ver llegar al comadnante me levanto y saludo cotesmente. AL notar su nerviosismo aflojo mis maneras y rato de mostrarme lo mas simpatico y empatico posible.

Estimado Dunoyer, no tiene por que preocuparse por esas nimiedades de la etiqueta, siendo que apenas hemos llegado el señor du Lapin y yo; ademas, la hermosa miranda y el profesor nos han dado una recepcion maravillosa...

Fui tras el vizconde a saludar al recién llegado

-No ha de disculparse por nada Comandante, todos comprendemos la gran responsabilidad de su cargo, por favor, acompañenos frente a la chimenea mientras esperamos al resto de invitados-

Un rato antes, el capitán Hochner que había pasado parte de la tarde junto a las mesas con comida, decidió acercarse hacia su alojamiento al empezar a llover. La lluvia había interrumpido abruptamente el animado ágape que se estaba celebrando. Una vez en su alojamiento, y viendo que aún le quedaba un poco de tiempo para la cena, aprovechó para revisar su equipaje y acomodar algunos objetos en los armarios. Después se puso el traje de gala que, siguiendo instrucciones había llevado, y deambuló por las instalaciones hasta encontrar finalmente quien le prestara un paraguas.
Pertrechado con el paraguas y con paso vivo y seguro, atravesó el trecho que le separaba del edificio donde se celebraría la cena. Traspasó la puerta mientras cerraba el paraguas, y saludó: -Buenas noches, aunque quizá sería más adecuado decir otra cosa. Esta inoportuna lluvia es del todo desagradable.

Dunoyer volvió su cabeza para ver entrar a su subordinado, dirigiéndose a continuación otra vez a Du Lapin.

-No se preocupe, creo que necesitan ustedes más de ese espacio que yo. Ya estaba en mi habitación cuando empezó a llover, así que no me he mojado. Capitán Hochner, -dijo a la persona que acababa de entrar-será mejor que se acerque al fuego. No me gustaría que por aceptar mi invitación acabase enfermo

Muchas gracias, de inmediato seguiré su consejo. Allí al fondo oigo el crepitar de las llamas así que me dirigiré hacia el acogedor calor que prometen. - dicho ésto, Hochner saludó y se encaminó a la puerta de donde venía el calor del fuego. Atravesó la puerta deteniéndose un momento para saludar, y se acercó a la chimenea donde se puso a examinar los objetos que sobre ella estaban colocados.

Mi paseo se convirtió en un suplicio cuando comenzó a diluviar. Tuve que moverme rápidamente entre los aleros de los edificios para no acabar empapado, y a mi llegada a casa del señor Wenning me encontraba en unas condiciones cuanto menos poco propias. Mi chaqueta se encontraba empapada, y mis zapatos embarrados. Intenté acicalarme un poco antes de llamar a la puerta, pero resultó una acción imposible. A lo máximo conseguí limpiarme los zapatos para no llenar de huellas todo el portal. En estas condiciones fui recibido cuando la puerta de la casa se abrió ante mi mojada persona.

Tras revizar un poco la habitación me encamino hacia el librero y leo los titulos. Cuando finalmente encuentro algo que me guste extiendo mi mano para alcanzarlo y, a unto de extraerlo retio mi amno apenado y me encamino hacia mis anfitriones.

-Disculpen de nuevo mi impertinencia. Profesor, bella dama -hago una nueva referencia- pero quisiera suplicarles que me concedireran un favor... un capricho, por asi decirlo.

Brauer, el mayordomo de los Wenning recibió al periodista y tras indicarle que el resto de invitados estaban en el salón, lo condujo hasta allí.

-El señor Jacob Moreau-anunció a los anfitriones y el resto de invitados, antes de apartarse para dejarle paso.

Wenning le sonrió al recién llegado, indicándole que se acercase

-Parece que nuestro pequeño grupo está ya casi completo, a pesar de los esfuerzos del cielo por evitar que llegasen hasta aquí. Lamento el tiempo que hace, pero al menos puedo ofrecerle una bebida caliente, una toalla y un traje seco si decide aceptarlo.-le dijo a Moreau-¿Y cual era su petición, vizconde?

Fui conducido de nuevo hacia el salón, y me sorprendí al ver la afluencia de personas presentes. En el lugar se encontraban el comandante Dunoyer, el profesor Wenning, la señorita Miranda y otras dos personas a las que no conocía.

- Saludos caballeros. Les ruego que disculpen mi aspecto...- Dije ligeramente avergonzado.- Pero como ya ha constatado Monsieur Wenning el clima no acompaña.- Me volví hacia el susodicho.- Agradezco su ofrecimiento, pero aceptar un traje sería abusar de su hospitalidad. Me bastará con una toalla y poder disfrutar del calor del fuego. Veo caras desconocidas en torno a la lumbre... Permitan que me presente... Como ya se ha dicho, soy Jacob Moreau, y realizaré el papel de cronista en el proyecto que nos ha reunido.

Saludo con una reverencia al recien llegado, y encuanto el profesor se dirige a mi expreso mi peticion.
-Debo decir que me sorprendi y fascine un momento con vuestra coleccion de libros. Al grado que estuve a punto de hojearlos hechizado por sus titulos..., sin embargo recorde que no es una biblioteca cualquiera, si no la biblioteca de mi anfitrion. ¿noseria una descortesia asu atencion el tomar algo sin su permiso?. Y aqui me tiene pidiendole permiso para leer un poco, en lo que llegan los demas...

Me levante a recibir al recién llegado, que venia tan empapado como yo estaba antes, tal vez mas.

-Encantado señor Moreau, soy Charles du Lapin, secretario personal del profesor Wenning y del proyecto, si en algún momento puedo ayudarle con su crónica no dude en consultarme, soy firme creyente de que los grandes avances para la humanidad y el Imperio han de ser adecuadamente registrados-

Tras esto me hice a un lado ofreciéndole la silla en que hace un momento me sentaba

-por favor tome asiento, yo ya estoy bastante seco-

Cuando el periodista se acercaba a la chimenea a secarse, el capitán sven Hochner le tendió la mano amistosamente - Acérquese para acá, este fuego en seguida le hará entrar en calor y volverá a estar adecuadamente seco muy pronto. Espero que no agarre un constipado.