Partida Rol por web

¿Quién soy yo?

Vida en el Clan

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03/10/2010, 22:51
Director

24 de enero de 2000 - 8:20

Amanecía, y con la salida del sol el Clan se ponía en marcha. Los Garou comenzaban su ritual diario. Había que cazar, había que limpiar la nieve de lugares de reunión. Había que relevar a la patrulla nocturna y había que continuar con el adiestramiento de los cachorros.

Los cinco lobeznos llevaban viviendo en el Túmulo desde hacía unos dos meses y medio en algunos casos y un mes en el caso de Kate. Excepto Hécate, claro, que había nacido allí mismo. Les habían asignado una tienda a los chicos y otra a las chicas. Desde el principio se habían puesto pesados con la Letanía: no debían confraternizar demasiado, y con confraternizar se referían a dejarse llevar por las hormonas. Como un eterno recordatorio, siempre estaba Hécate. Las mentoras Furias Negras la señalaban y les decían que sus futuros hijos tendrían ese aspecto si se acostaban con otros Garou. Incluso los Hijos de Gaia, que la trataban mucho mejor que las Furias, los disuadían de hacerlo.

Otro aspecto que había cambiado en sus vidas era que ya no acudían al instituto. Edgar tenía prohibido acercarse a la ciudad, pues había sido literalmente secuestrado. Dado que su hermana no era Garou, los lazos con su familia debían debilitarse en lo posible. Donny había dicho en casa que había aceptado una oferta del ejército para irse fuera de Naperville, lo que permitió explicar su ausencia. En cuanto a Viviane y Kate, al ser hijas de Parientes todo estaba mucho más claro.

La ropa se iba convirtiendo en un bien cada vez más escaso. En el Clan les animaban a utilizar pieles en lugar de ropa por una sencilla razón: nadie sabía cuándo iban a poder comprar más, de modo que era mejor reservarlas y no romperlas cuando cambiasen por cualquier motivo. Además, las pieles eran más fáciles de quitar y calentaban mucho. Y, además, su elaboración les permitía aprender cosas nuevas.

Porque si algo habían hecho desde que estaban allí era aprender. Los Garou les habían enseñado a cambiar a todas sus formas, a moverse en silencio por el bosque, a cazar, a utilizar algunos de sus Dones, a moverse a la Umbra, a escudriñar desde allí el Mundo Físico, a tratar con los espíritus y gran parte de sus labores de Auspicio. Cada uno de ellos había sido tomado por un mentor en particular. Viviane era enseñada por su madre, aunque en materia de sabiduría Ragabash Ismene la instruía. La tuerta también había tomado bajo su ala a Kate con especial atención. Hacía un mes que había llegado al Clan con el cuerpo ensangrentado de la madre de Kate consigo, y la que animó a la joven a unirse a las Furias. Edgar y Hécate aprendían las canciones y las letanías junto a Lágrima de Piedra. A Kate la enseñaba a trabajar con los espíritus Mary. En cuanto a Donny, pasaba casi todo el tiempo con Niebla-de-verano.

Hasta el momento no se habían sentido amenazados por aquello que llamaban Wyrm. No habían visto ninguna criatura o espíritu corrupto, y puede decirse que se mantenían en la inocente infancia. Todo el mundo decía que aquello iba a cambiar muy pronto, aunque nunca se sabía.

Así pues, tras despertar, se pusieron su ropa confeccionada con pieles y salieron de las tiendas. Se reunieron en torno a una de las hogueras de cocinar, donde alguien había vuelto a poner al fuego el venado cazado la tarde anterior. Aquellos con Rango superior se sirvieron primero, y para cuando ellos pudieron tocar la pieza, poco quedaba. Pero en fin, aún estaba bueno.

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03/10/2010, 23:51
Director

Para Kate, la vida había cambiado demasiado desde que supo que era Garou. Primero lo de su padre, y después lo de su madre. Si bien Sarah había sobrevivido gracias a la curación del Túmulo, había perdido una de las piernas. Las Furias le habían garantizado que se ocuparían de ella, pero hacía un mes que no la veía y sólo sabía que estaba bien por lo que le contaban quienes iban a Naperville. Sarah aún se recuperaba de las heridas psicológicas, pero pronto le pondrían una prótesis.

Por lo demás, en el Clan la trataban bien. Las Furias parecían contentas de tenerla consigo, en especial Ismene. Le había tomado especial cariño y procuraba asegurarse de que nadie se metía con ella por ser sólo una lobezna.

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04/10/2010, 00:09
Donny Garrett

Donny odiaba vivir en el clan. Se despertaba muerto de frío y no había paredes a su alrededor, solamente tela. El aire estaba tan frío y tan limpio que dolía respirarlo. Si tenía la suerte de no andar sobre nieve era porque andaba sobre hierba (¡sin podar!) o tierra, y parecía imposible encontrar en aquel sitio dos metros seguidos de terreno totalmente llano. Echaba de menos el asfalto, el humo, los edificios, el ruido de los coches y la electricidad. Y los váteres. Lo que era aún más grave, llevaba meses sin ver una patata frita.

También odiaba vestir pieles. Ya dominaba los cambios, y la forma lupus era fácil, se sentía cómodo en ella, y eran, además, todas las pieles que necesitaba llevar. Por suerte había aprendido a Dedicarse la ropa así que ya no perdía los calzoncillos cada vez que cambiaba, aunque él era el único que lo considerase una suerte; su cazadora llevaba tanto tiempo sin lavarse que empezaba a oler como el aliento de los lupus. Aún así, no estaba dispuesto a renunciar a ella.

Pero aunque el aire libre y la dieta saludable estuviesen causando estragos en su salud era agradable estar con gente que no le tenía miedo y, en fin, le hablaba. Una vez que había aprendido a ir por el asentamiento mirando el suelo, claro. Otra cosa que echaba de menos de vivir en Naperville: la gente llevaba ropa todo el tiempo. Desde que se había trasladado al clan ya no tenía dudas sobre si Hécate era calva del todo.

Aquella mañana estaba muerto de hambre porque la noche anterior, disgustado por la falta de variedad en la dieta, había comido poco. Cuando le llegó el turno cogió la ración que le correspondía y comió sin ganas. No le gustaba desayunar cena, tampoco, pero a eso se había acostumbrado mejor. No empezó a comer hasta que todos los cachorros tuvieron su comida. Vivir en compañía le estaba volviendo sociable. Más o menos.

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04/10/2010, 02:36
Kate Whish

Kate se despertó con la sensación de haber retrocedido en el tiempo. A veces le ocurría, al abrir los ojos y sentirse al aire libre, fuera de la ciudad. Invariablemente le recordaba aquellos tiempos mejores en los que viajaba con su madre, y más a menudo de lo que muchos hubieran creído posible, dormían al raso, en una pequeña tienda, o en cabañas o cobertizos abandonados.

De algún modo, aquella vida que hacía años que había dejado atrás hacía que ahora no se sintiera tan fuera de lugar. No echaba de menos ni la escuela, ni la casa ni cosas como la televisión. Había crecido sin ellas, y los cuatro años en los que tuvo un "hogar" no habían eliminado las viejas costumbres. Vivir en el clan, de algún modo, hacía que todo lo bueno de aquella vida volviera, y no la desagradaba, para nada.

Pero echaba brutalmente de menos a su madre. Después de llegar al clan y hablar con Lysandra aquella nochebuena echada a perder, pudo ir a hablar con ella cuando recobró la consciencia. La abrazó y lloró con ella largamente, jurándole y perjurándole que la comprendía, que la entendía, que no era culpa suya y que todo era culpa de aquel malnacido al que jamás reconocería como padre y que ella la quería y amaba como a nada en el mundo, que jamás renunciaría a ella. Un par de días después, cuando se marchaba, pudo despedirse de ella, pero no sabían cuando volverían a verse. Sarah estaba muy tocada, y quería alejarse de todo aquello, por que le resultaba demasiado doloroso. Kate entendía que volver a la rutina quizá fuera lo mejor para ella... ¿pero qué rutina podría seguir mientras le faltara una pierna? ¿Y cómo podía ella hablar de rutina, cuando siempre había estado viajando hasta que se asentaron?

A veces Kate deseaba que Sarah estuviera allí, con ella, viviendo en el clan, pero sabía que eso era algo que jamás tendría el derecho de pedirle. En su fuero interno, seguía culpándose a sí misma por ser distinta, por ser diferente, por ser garou. Y de algún modo no quería que su madre volviera a verla de otro modo que no fuera humana... aunque ahora supiera tener otras cuatro formas distintas.

El afecto que Ismene le prodigaba la animaba a menudo. En aquel tiempo había empezado a verla como una hermana mayor, o una tía, alguien muy cercana a quien acudir cuando todo aquello parecía que se le iba a salir de las manos, en quien buscar un consuelo severo pero instructivo, alguien de quien aprender a endurecer el corazón. Habían sido muchos los días en que sólo el deseo de complacer a Ismene la hacían avanzar. En el fondo de su corazón deseaba (aunque no esperaba) que su madre pudiera sentirse tan orgullosa de ella por lo que era como la tuerta mujer.

Sí, aquella mañana, casi un mes después de su primer cambio, Kate tenía uno de esos días grises y deprimidos. No es que tuviera frío, no es que la vida a la intemperie le molestara y desde luego ansiaba aprender y le gustaba esforzarse. Pero era uno de aquellos días en los que deseaba con todas sus fuerzas no haber cambiado nunca, que aquel desconocido al que algún día mataría no se hubiera presentado jamás y ella no tuviera que sentirse tan lejos de lo que quería con todo su corazón. Ni siquiera el desayuno, caliente y nutritivo, logró entibiar su ánimo, por lo que sonreía sin ánimo ni convicción.

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04/10/2010, 09:42
Viviane Olsen

Daba igual cuantas pieles llevase encima. El frío se le agarraba al cuerpo igual que las pulgas a los Roehuesos. A Viviane le había agradado la idea de vivir de aquella forma porque le recordaba en parte a su infancia en el pueblo. Aquella vana ilusión apenas le duró dos días, cuando se dio cuenta de que sin cuatro paredes bien puestas, un grueso edredón y la tele, no se podía vivir. Después de aceptar eso las cosas no fueron tan malas.

Llevaba un mes y pico allí, y aunque le quedaban muchas cosas por aprender sabía que, de los cachorros nuevos, ella era seguramente la que más suerte había tenido. Era hija de la actual Alfa, Lysandra, la cual también era su tutora. Siempre era un consuelo que tu madre estuviese en el mismo sitio que tú. Aquel tiempo también le había servido para conocerla, para ver qué tipo de vida llevaba y lo que le esperaba a ella. Era como pasar unas largas (y horribles por otra parte) vacaciones para recuperar el tiempo perdido. La distancia también había servido para mejorar las cosas con su padre, aunque sólo le había visto el día de Nochebuena. Viviane se había dado cuenta de que todavía tenía la mirada empañada por la tristeza, o tal vez el miedo, pero no le importó tanto como a su regreso de Grecia. Ahora pertenecía a un Clan y tenía a su madre con ella.

Todo eso era algo que la joven Garou hacía notar entre sus compañeros con orgullo y cierta prepotencia en ocasiones. No lo hacía por egocentrismo o sentirse superior, aunque a veces (sobre todo con Hécate), sí. Pero se sentía de verdad orgullosa por la estirpe que tenía, y lucía en su cuello un colgante que decía que había pertenecido a su tatarabuela, una gran heroína griega. También por ello se esmeraba en sus labores y trataba de prestar toda su atención en las lecciones que Lysandra e Ismene le daban. Quería ser merecedora de su línea de sangre.

Aquella mañana, como todas, esperó su turno pacientemente procurando mirar hacia otro lado para no ver cuánta comida les quedaba a ellos. Era un asco, pero esa lo que había. Cuando le tocó cogió su ración y esperó a que todos tuviesen (incluida la metis) para comer. El resto de cachorros no eran los mejores amigos del mundo, y en otras circunstancias ni habría tablado amistad con Kate y Edgar, o incluso Hécate. Pero allí estaban ellos, y ellos.

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04/10/2010, 10:19
Edgar Rourke

Como casi cada día, justo antes de abrir los ojos Edgar pensó "me despertaré y estaré en casa, todo habrá sido un sueño. O recuperaré la consciencia en la cama de un hospital, y me dirán que los últimos meses han sido un delirio comatoso y que nada ha sido real". Abrió los ojos, pero ninguna de las dos opciones se había cumplido. Seguía en una tienda, arropado con pieles, y el sonido de los pájaros que saludaban la salida del sol desde sus nidos en los árboles le recordaba dónde estaba. Su hogar, de ahora en adelante. Sin el cariño sobreprotector de su madre, sin el distante pero sereno reconocimiento de su padre cada vez que lograba una de sus metas personales, y sin Dana. Su hermana le había comprendido más que nadie en el mundo, habían estado más unidos entre sí que con nadie más. Y ahora él no podía volver a verla nunca, y ella debía pensar que su hermano estaba secuestrado, o muerto o algo así. Y no tenía ni idea de cómo lo estaba sobrellevando.

Sin decir ni una palabra a Donny, su compañero de tienda, se levantó y se vistió con sus ropas hechas con pieles. Dado que no le habían dejado pasar por su casa a recoger nada, y la ropa que llevaba puesta había sido destruida durante su primer cambio, era quizá el único de los nuevos cachorros que sólo tenía esas pieles para ponerse. De hecho, no conservaba ni una sola posesión material de su vida anterior. Eso lo hacía un poco más fácil, quizá.

En general, estaba triste y malhumorado casi todo el tiempo, aunque se esforzaba por no mostrarlo. Pero a nadie le importaba de todos modos. Viviane tenía a su madre chachi-guay, la reina Lysandra; Donald pasaba el día con Tommy Wan Kenobi; y Kate iba de camino a convertirse en una pequeña Ismene. Quizá cuando apuñalase a su primer cachorro indefenso, le regalarían un parche honorífico para que lo llevase como su maestra. En realidad, comprendía lo que la tuerta había hecho por él y sabía que debía estarle agradecido en parte, pero no era fácil. Se llevó la mano al pecho instintivamente, como hacía cada vez que pensaba en ese día. El caso era que él era el único que no tenía a alguien que le hubiese tomado directamente bajo su tutela. Ismene ya le advirtió de que los cachorros perdidos lo tenían difícil, que estaban solos y tenían que valerse por si mismos. Pero pasar de ser el primogénito de una familia bien, con lujos y comodidades y, por que no decirlo, algo mimado, a ser el patito feo del clan, la carta desemparejada, le estaba resultando muy duro.

Por último estaba Hécate, que había nacido y crecido allí, y se había pasado la infancia siendo un crinos raro y sin pelo. No tenía padres, por lo menos no allí, en el Clan, con ella. Quizá no los había visto nunca. Y aunque los demás garou gustaban de señalarla y usarla como hombre del saco ("si sois malos, ¡vuestros hijos serán como Hécate!"), él sentía mucha simpatía por ella, aunque no podía ponerse en su lugar pues habían tenido pasados completamente distintos.

No todo era horrible en su nueva vida. Las lecciones eran interesantes, la mayoría de veces, y disfrutaba aprendiendo sobre la cultura garou y las hazañas de los grandes héroes. Pensar que no estaba con su familia pero que de algún modo estaba luchando por ellos, por hacer del mundo en que vivían un lugar menos horrible, le reconfortaba un poco, pero después aprendió que no se esperaba que él luchase mucho, en realidad, sino que su papel era... ¿cantar?. Estaba llamado a ser un bardo o un cuentacuentos, relatando a los otros garou las historias que ellos mismos le habían enseñado. No tenía mucho sentido, la verdad, o por lo menos no lo comprendía aún. Para ayudar a sobrellevarlo, se lo tomaba como si fuese su nueva academia de interpretación, aunque ya nunca actuaría en un teatro lleno a rebosar, sino al lado de una hoguera, para un puñado de hombres lobo.

Aún perdido en sus cavilaciones, se dirigió hacia la hoguera y saludó con una inclinación respetuosa de la cabeza a cuantos garou de mayor rango se cruzaron con él. Se sentó con los otros cachorros, logró acumular ánimo suficiente para fingir una leve sonrisa y dijo - Buenos días. Cogió la parte de comida que le tocaba y la miró con hambre, pero esperó a que todo el clan estuviese servido antes de probar bocado.

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04/10/2010, 11:53
Director

Se escucharon tres aullidos a lo lejos. Todos los habían oído alguna vez, pero no supieron a qué se referían exactamente...

- Tiradas (5)
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04/10/2010, 11:59
Director

...excepto Kate, que entendió lo que trataban de transmitir. Era algo así como "Fostern de la Camada de Fenris y lobezno de la Camada de Fenris piden permiso para entrar en el Túmulo."

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04/10/2010, 12:02
Kate Whish

Kate correspondió silenciosamente al saludo de Edgar, intentando esbozar una sonrisa para animarle. En aquel tiempo se había dado cuenta que él también echaba de menos a su familia, pero tampoco se había atrevido a acercarse mucho a él, pese a que aprendían juntos con Lágrima de Piedra.

Iba a intentar entablar conversación, mientras espetaban que todos estuvieran servidos, cuando los tres aullidos resonaron en el claro. De forma automática Kate se había puesto rígida, como si escuchara, de algún modo imitando sin darse cuenta la postura que adoptaba cuando estaba en lupus y sus orejas se erguían para captar el más leve sonido. Sacudió su cabeza, como intentando despejarse, y se giró hacia la "entrada" del campamento, esperando.

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04/10/2010, 14:50
Viviane Olsen

Viviane respondió al saludo con un "Hola" algo más animado que el resto. Comprendía, o hacía esfuerzos por entender a sus compañeros. Un poco. Quizás mucho menos de lo que debiera, pero le resultaba bastante complicado dado que su situación era bien opuesta e infinitamente más sencilla.

Cuando sonaron los aullidos se giró hacia la procedencia de estos, o de donde suponiá que venía. No los comprendió, y al aprecer el resto de los cachorros tampoco, así que buscó la mirada de alguno de los veteranos esperando su reacción para saber cómo comportarse. No esperaba que se lo explicasen, aunque si lo hacían, mejor.

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04/10/2010, 15:23
Donny Garrett

Todavía no había podido incarle el diente a su comida cuando sonaron los aullidos. Miró a sus compañeros con el ceño fruncido. No había entendido lo que significaban los aullidos, pero esperaba que alguno de los otros sí y lo explicase para no tener que decirlo en voz alta.

Cambió el peso de pierna y se relamió los labios, que estaban agrietados y secos por el frío. ¿Alguien más en el instituto habría tenido el Primer Cambio? Ni siquiera sabía qué día de la semana era.

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04/10/2010, 18:01
Kate Whish

Kate, que vigilaba alternativamente la entrada y a sus compañeros de clase se dio cuenta de que, aparentemente, era la única que parecía haber entendido (o creía haberlo hecho) el significado de los aullidos. No estaba muy segura de si debía contárselo, pero la mirada curiosa de Donny y la altanera de Viviane venían a decirle más o menos que querían saber.

Echó una ojeada a sus mayores, que empezaban a reaccionar al mensaje, y pensó que no debería suponer ningún mal compartir con sus compañeros lo que ella sí sabia. Pese a todo, lo hizo en un susurro, y tan escuetamente como siempre.

- Visitas. - Murmuró, con intención de que ellos cuatro (de momento no había visto a Hécate por allí) se enteraran. - Dos Fenris, un Fostern y un lobezno. - Se detuvo un instante, pensando en si continuar. Durante aquel largo mes se había preguntado más de una vez qué habría sido de la jefa de animadoras, y tenía una corazonada. - ¿Podría ser Ashley?

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04/10/2010, 19:06
Director

Si la corazonada de Kate era cierta, aun no pudieron saberlo. Alrededor de diez minutos más tarde llegaron dos lobos grises y blancos. Uno de ellos exhibía una cantidad de cicatrices tal que dejaba gran parte del lomo sin pelo, mientras que el otro no parecía haber sido herida tantas veces. Pero si pertenecía a la Camada, indudablemente lo sería.

El lobo de las cicatrices, un macho fuerte y poderoso, aguardó a que alguien se le acercase. Fue Charlie Corre-en-la-ventisca el primero que lo hizo. El Philodox, de piel oscura y pelo rizado, se aproximó con las palmas levantadas en señal de saludo. El lobo emitió un gañido y bajó la cabeza en señal de respeto. Más despacio lo hizo el otro lobo, que visto con más atención parecía una hembra.

-Soy Charlie Corre-en-la-ventisca -dijo el Athro-. Alfa de los Buscadores de Corrupción.

-Te conozco, Corre-en-la-ventisca -contestó el lobo-. En el Clan del Klaive Sangriento se te conoce como uno de los mejores guerreros del Viento Ululante.

Aquella afirmación produjo un clima de incomodidad por parte de las otras manadas, sobre todo por parte de las Sirvientes que se arremolinaban en torno al fuego.

-Yo soy Orgullo-de-Gaia, Galliard de los Fenris -se presentó-. Vengo acompañando a la lobezna de Sven Garra-de-acero.

-¡Ah! Es cierto -dijo Charlie-. No la esperábamos hasta la luna siguiente. Bien, puedes reunirte con los demás lobeznos -Señaló al lugar donde se sentaban ellos-. Y tú, Orgullo, ven con nosotros y come de nuestra comida.

La lobezna esperó, sin obedecer aún. Orgullo-de-Gaia asintió.

-De acuerdo.

Y tras aquello, trotó hacia los Buscadores, dejando a la lobezna sola.

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04/10/2010, 19:26
Ashley Howard

La joven loba miró al grupo y se acercó a ellos sin prisa pero sin pausa. Se sentó en uno de los extremos y empezó a cambiar. El pelo gris fue desapareciéndole del rostro y el pelo rubio brotó desde detrás de las orejas. Se trataba, en efecto, de Ashley.

La animadora había cambiado en aquel mes y medio fuera. Había ganado peso, pero no grasa precisamente. Lo que antes eran unos brazos nervudos, ahora parecían más bien torneados. Su rostro seguía igual de arrogante y mezquino, pero en el cuello tenía una cicatriz que le bajaba hacia el pecho, allí donde el abrigo Dedicado lo cubría. Todos habían oído a la Metis Fenris del Clan hablar sobre la gloria de su Tribu y lo dura que era la vida allí. Ashley debía de tener alguna que otra marca más, probablemente.

Observó a cada uno de ellos como si los analizase. Antes habría comentado lo que pensaba con alguna de sus amigas, pero ahora estaba sola. De hecho, los únicos que podrían comprenderla eran ellos, a los que ella antes había despreciado.

-Bueno -dijo, chascando la lengua-. Hola. Supongo que ahora tenemos que ser una manada.

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04/10/2010, 20:59
Hécate

 Hécate ladeó la cabeza con curiosidad al contemplar la escena. Aspiró profundamente los distintos olores de los desconocidos, cerrando los ojos para grabarlos en su memoria. Durante toda su vida la información había sido más olfativa que visual y ahora, a pesar de que pasase más tiempo en forma hominida que en lupus, inconscientemente volvía a sus antiguas costumbres.

Observó la transformación con atención, seguía maravillandose al contemplar los cambios de forma a pesar de llevar toda su vida viendo cosas similares, y trató de grabar en su cerebro la relación entre lo que veía y lo que sus otros sentidos le indicaban. No mostraba incomodidad alguna cuando Ashley la observó. Después de todo, estaba acostumbrada a que la gente la mirase. Al oir la voz de la animadora asintió con ánimo, acercandose mientras le tendía la mano, curiosa costumbre esa de los humanos... con lo útil que es reconocer a tus pares por el olor...

- ¡Hola! - A pesar de la situación era obvio que si hubiese estado en forma lupus habría estado moviendo el rabo de la excitación ante la novedad. Daba igual lo que hubiera pasado antes, ahora Ashley era de su manada.

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04/10/2010, 21:18
Kate Whish

Kate observó la llegada de Ashley con una mezcla extraña de sentimientos. Por un lado, el haber acertado en su corazonada no sabía si la alegraba o no. ¿Cómo podía ser la jefa de animadoras una Fenris? La dura vida que había oído contar de aquella tribu no casaba, para nada, con la idea que tenía de ella, pero sin embargo allí estaba, cicatrices incluidas. Por otro lado, bien era cierto que Ashley representaba toda la arrogancia que había visto desplegar a Grita-si-estás-muerto cuando hablaba de su tribu.

No podía decirse que se llevara mal con ella en el instituto, ya que realmente siempre se habían ignorado mutuamente. Pero ahora, allí, las cosas eran distintas. Eran compañeras de clan, al principio, y al parecer, también lo iban a ser de manada. Tendría que trabajar con ella... ¿pero encontraría algo que la motivase a hacerlo?

Hécate apareció de repente por allí. La metis siempre había tenido la habilidad de volverse invisible para los demás, como si no estuviera, o los demás no quisieran verla salvo para señalarla como un mal ejemplo. Rercordaba que en el instituto siempre había sido el blanco preferido del corrillo de Ashley, y sin embargo ahora se adelantaba la primera para darle la bienvenida. No podía negar que eso la sorprendía.

- Eh... Bienvenida, Ash. - Saludó Kate, algo cortada. Quizá era la primera vez que le dirigía voluntariamente la palabra.

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04/10/2010, 22:17
Donny Garrett

Cuando Kate había mencionado que a lo mejor era Ashley, Donny había apretado los labios y había dado un par de bocados a su desayuno con la esperanza de que se equivocase. Se había sentido muy aliviado cuando el padre biológico de Ashley se la había llevado tras su Primer Cambio. Aunque le habían dicho que estaba con la Camada de Fenris y le habían dicho también que eran tipos duros no había tenido que pensar en qué habría sido de ella desde el día que la hizo cambiar, y hubiera preferido que siguiera así.

Hécate acudió al rescate con un buen humor que no sabía de dónde se había sacado. En el instituto había sido la chica con cáncer, y la gente como Ashley. Seguro que se le estaba congelando el cerebro. Alguien debería darle un gorro a esa chica, aunque con un gorro de piel tendría una pinta aún más ridícula. Aunque igual Hécate no se había dado cuenta de que habían hablado mal de ella, o que estuviese tan acostumbrada que le daba igual.

El Ahroun recibió a Ashley con los brazos cruzados. Si fue a decir algo, las palabras se convirtieron en un carraspeo cuando se aclaró la garganta para disimular la sorpresa.

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04/10/2010, 23:57
Viviane Olsen

La Ragabash espero, paciente, y rezando porque Kate se equivocase. No lo hizo, así que eso significaba que les iba a tocar convivir con ella, y posiblemente que también fuese su Alfa. Al menos la primera impresión que tuvo fue que se le habían bajado los humos. Eso esperaba, porque daba la casualidad de que allí quien tenía cierto prestigio era ella, y no la rubia. Eso le dio cierta seguridad.

Contempló a Ash acercarse y cambiar. Por supuesto le hizo sitio para que se sentase, y le dirigió una mirada que... no fue amenazante pero tampoco compartía la simpatía de Hécate.

-Bienvenida -dijo a modo de saludo cordial. Miró su plato y se dio cuenta de que ahora debían repartir MÁS la comida para que quedase también para ella. Se arrepintió de no habérsela comido antes. Con desgana chascó la lengua y se dirigió de nuevo a ella-. Supongo que no has comido...

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05/10/2010, 01:27
Edgar Rourke

Le había sorprendido un poco no ver a Hécate allí, pero supuso que pronto aparecería. Kate y Viviane le devolvieron el saludo, a diferencia de Donny, pero no le molestó porque empezaba conocer el carácter callado del Ahroun. Alguna vez habían hablado en la tienda, si el ejercicio del día no les había dejado rendidos, y sabía que era un chico de pocas palabras. O eso o no tenía mucho que decirle a él en particular, que también era posible...

Se oyeron unos aullidos, pero Edgar acababa de empezar a devorar su ración de carne y eso hizo que no les prestase la atención debida. Mientras masticaba, alzó una ceja, a modo interrogativo. Al parecer, por la cara de poker de Viviane y el ceño fruncido de Donald, no era el único que no había prestado toda la atención al aviso. Kate, por suerte, había estado más despierta que los demás - lo cual era casi irónico, debido a la tendencia a "desconectar" del mundo real que había sido rasgo distintivo de Kate en el instituto. Les informó que venían dos miembros de la Camada de Fenris. No pudo evitar recordar el día en que oyé hablar de esa tribu por primera vez, la última que vio a Ashley. Un tipo que decía ser su padre iba a venir para llevársela a Washington o algo así. Desde entonces no había sabido nada de ella y, aunque le supiese mal admitirlo, tampoco había preguntado a nadie por ella. Había estado demasiado ocupado con su propia vida y el modo en que había cambiado como para poder preocuparse por nadie más.

Los dos lobos forasteros llegaron al claro y Charlie se acercó a recibirlos. En cuanto el Fenris veterano dijo que traía a la lobezna de un tal Sven, Edgar asintió en silencio. Ese era el nombre que Lysandra había usado para referirse al padre misterioso que vino a llevarse a la animadora. Así pues, era Ashley. Mientras daba otro bocado a su desayuno, se alegró de ver que seguía con vida... y con todas las patas en su sitio, por lo menos. Levantó una mano amistosamente cuando la loba se acercó.

Tras el cambio de forma de Ashley, ésta les dijo que, al parecer, iban a formar manada. Se ve que no había nada mejor para redondear una manada mixta entre las tribus que compartían el túmulo que añadir un Fenrir sediento de sangre a la mezcla. A los Buscadores les iba muy bien así, por lo menos... Ashley estaba aún lejos de ser como Grita-si-estás-muerto, pero tras su transformación de vuelta a homínida Edgar observó un cambio importante en ella que le hizo venir a la mente el nombre "Sarah Connor".

De alguna parte salió Hécate, presta a dar la bienvenida a la recién llegada. También la saludaron Kate y Pocahontas Olsen, que se apresuró en su papel de buena anfitriona para recordar a todos quién era la hija del jefe. Antes de dar otro mordisco al cacho de carne que tenía en las manos, Edgar se dio cuenta de que la leve sonrisa que había en su rostro ya no era fingida, sino genuina. Por lo menos la llegada de Ashley le había logrado distraer de sus pesares habituales. Aun así no dijo nada, tampoco quería agobiar a su nueva compañera. Si ella le miraba, la saludaría con un gesto de la cabeza y eso bastaría por ahora.

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05/10/2010, 15:03
Ashley Howard

-Puedo conseguir mi propia comida, gracias -dijo Ashley levantando la barbilla. Luego miró los restos de venado que colgaban sobre la hoguera y sonrió-. ¿Coméis de ahi? ¿Es que no cazais lo vuestro?

Se apartó el pelo del rostro con un ademán propio de sus días como jefa de animadora. Parecía poseedora de una verdad que la hacía superior a los demás... o al menos los miraba como tal.

-Sois cachorros, chicos. Cachorros. Sin rango. No sois ni Garou. ¿Cuántos sois en el Clan, treinta? ¿Y creeis que después de que se sirvan todos los demás va a quedar algo para vosotros? -Negó con la cabeza-. Al segundo día de pasar hambre me transformé en Lupus y salí a cazar yo sola. No funcionó. Pero otros lobeznos y yo nos unimos, y esa misma noche cenamos conejo... y no tuvimos que dar nada a nadie.

La antigua animadora jamás habría dicho algo así. Ashley tenía un padre rico que le daba todos los caprichos: ropa, cenas en restaurantes, joyas, maquillaje y lo último en electrónica. El padre biológico parecía mucho más frugal y mucho menos atento.

-Si alguno quiere comer sin tener que esperar a que lo hagan los viejos, que venga conmigo esta tarde a cazar.