Ire a visitar a la Ines la bruja.
marcho al castillo por el caballo.
compaña, dubdo que la nuestras cosas esten seguras con aqueste novo señor.
Con cuidado, sigo observando. Si tras un rato no le veo salir, me aproximo con cautela. Lo último que quiero es ser descubierto ahora. Después, podré descansar...
Sonríe
- Ya era hora de que me tocase algo divertido. Creo que voy a invitarle a tomar una gran jarra de hipocrás a ver si le suelta la lengua, si no tendré que ayudarle a que se moje la cabeza en un barril- ¡ah! el viejo truco del ahogamiento en barril de agua ¡qué recuerdos!
Marchó a buscar al Catalán por todo Rincón.
No puedo más que mirar en lontananza como el cura se aleja... Simplicio tenía razón, pero había algo que me retenía. Quizá esa falsa sensación de justicia, de no poder actuar con alguna duda acerca de las consecuencia de mis actos.
La orden de Xoan Manuel me saca de mis pensamientos y no puedo por más que asentir a sus deseos. Veremos en que acaba todo esto.
—En seguida —contesto inmediatamente.
Me giro para ponerme en marcha pero me vuelvo hacia Xoan Manuel y le hablo claro.
—Ese cura no es tan hijo del señor como aparenta... tengo una corazonada. Mantente alerta y, de confirmar mi intuición, no dejes de decírmelo.
¡Por fin estoy con vosotros otra vez! Y esta vez me voy a agarrar con uñas y dientes y, de no ocurrir así, espero que el director me despoje de mi plaza de jugador y me deshonre como es procedente, que ya está bien de desplantes de mi parte.
En definitiva, gracias por la comprensión y la espera, prometo esfuerzo para mantenerme en el ritmo esta vez.
Puse una mano sobre le hombro de Ventura y le dije sonriendo:
-Non haber de preocuparte, San Martin vela sempre por los seus. Cando tengáis noticias, venid a verme.
Até el caballo y entré a la iglesia.
Caminé despacio por la iglesia empapándome de sus sonidos habituales, hasta que me puse en frente de Cristo y me santigüé.
Miraba a todos lados moviéndome muy lento, cualquier sonido sería una señal.
Luego subí a la habitación del párroco y comencé a buscar por ella.
El cura no vuelve a salir, pero sí el mulo, y en compañía de otra persona que lo lleva de las riendas hasta entrar por otra puerta, que debe ser la del establo. Al lado de esa puerta hay otra, pero el cura ha entrado por la de arriba. Conforme te vas acercando, te das cuenta de que la puerta de abajo debe ser de acceso solamente para los que trabajan en la venta, mientras que el bullicio sale de la puerta por donde ha entrado el cura.
¿Vas a entrar? ¿Por dónde?
El Catalán no está por ningún sitio: ni en su casa, ni en la casa de Francisco el "deslenguado". No queda otro remedio que buscar el Buen Hipocrás. Desde la puerta oyes el bullicio de la gente en la taberna, pero en cuanto entras a ese lugar que tan bien conoces después de varios meses de estancia en Rincón, se hace el silencio. Allí están reunidos algunos de vuestros conocidos: Lope el leñador, al que salvasteis de morir a manos de Mateo de Antequera, el Milhombres, el molinero, Venancio, y el Catalán, amén de varios campesinos. Todos te miran primero como estatuas mudas de mármol, y después siguen a lo suyo, bebiendo o comiendo sin pronunciar palabra.
Como te ha ordenado Xoan Manoel, vas en busca de Alarico, el tonto del pueblo. Es un personaje pintoresco al que acostumbráis a ver por ahí holgazaneando cuando no está trabajando en el campo, pero cierto es que desde que llegó el nuevo barón no se ha vuelto a ver. Lleváis varios meses en Rincón y conocéis a muchos de los aldeanos, y por eso no te cuesta encontrar la ubicación de su casa haciendo varias preguntas. Tras cortarle la lengua a Francisco, tus compañeros han pasado de héroes a villanos, pero tú no eres soldado y, al no haber participado en ello, no te tienen en tan mala estima; si bien no gozas de popularidad por el hecho de que viniste con ellos a Rincón. Aunque no te ponen buenas caras, contestan a tus preguntas y te dan las indicaciones necesarias.
Cuando llegas a la casa de Alarico y tocas la puerta, una anciana bajita abre y te mira con cara de malas pulgas.
-¿Qué quieres? -te pregunta secamente.
Luis te ha entregado todas las llaves de la iglesia, y por tanto tienes acceso a todos los arcones. En ellos ha dejado los escasos tesoros que se conservan en el templo: varios candelabros de bronce, un hisopo del mismo material, crucifijos de madera tallada y de plata, bandejas, algunas sotanas y poco más; aparte del vino que hace tiempo degustaste, almacenado en barriles con grifos.
Pero nada queda allí que delate la entrada de un ladrón. Aparte de las dependencias del cura, hay una puerta que da acceso al campanario. Las velas las guarda en otro arcón junto con yesca para encenderlas, y ahora mismo hay una encendida en el altar, sobre un portavelas de hierro con una base ancha encima de un paño, y que ilumina débilmente la pobre talla de madera un cristo situado en la pared.
Haz una tirada de Descubrir si sigues buscando.
Por orden de Xoan Manoel, emprendes el camino hacia Estañedo, pueblo que ya conoces, y en busca de la Abuela Inés, a la que también conoces ya. Pero, cuando estás a punto de abandonar Rincón a lomos del caballo y galopar en busca de la vieja, te ves obligado a frenar bruscamente, ¡porque esta está en medio del camino, ahí mirándote como si nada!
Apenas has recorrido ni media legua, pero os encontráis completamente solos. La vieja te mira con esa mirada incómoda que os dedicó la primera vez.
-¡Inútiles, vais en la dirección equivocada! -te espeta-. ¿Por qué pierdes el tiempo yendo a buscarme? El asesino de don Ramiro sigue suelto, et el cura sigue vivo. Si non cumplides con el vuestro deber, la cólera de la diosa caerá sobre vosotros.
Y acto seguido, sin dejarte derecho a réplica, vuelve a desaparecer como lo hizo la vez anterior.
Pierdes 5 RR (te lo anoto en la hoja de PJ).
Me rasqué la cabeza mientras miraba a todos lados, pero no me parecía ver nada sospechoso.
¿quién diantres habrá sido, et para qué?
Lo que sospechaba es que allí habrían nombres de personas que ahora mismo estarían en peligro, así como las ya ejecutadas, entre ellas el padre del ladrón.
Motivo: Descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 22-
Resultado: 38 (Fracaso)
Entré ya de mala leche por haber registrado el pueblo casi entero buscando al catalino. Pero lo que más me molestó, fue que cuando llegué resultó que todos me miraban con resentimiento por el asuntillo de la lengua, ¡ Pues que se fueran a la mierda!, ya me habían tocado los cojones ¡Y de qué manera!
- ¡ A VER! -dijo a grito "pelao" -¡YA SÉ LO QUE ESTÁIS PENSANDO! Y NO PUEDO DECIR QUE NO OS ENTIENDA, PERO SOY UN SOLDADO Y CUMPLO MANDATOS, ASÍ DE SIMPLE. Y AHORA ME VAS A SERVIR UNA BUENA JARRA DE HIPOCRÁS Y NO QUIERO MÁS MIRADITAS DE ESAS O ME LÍO A MAMPORROS HASTA QUE NO QUEDE NI UNO SOLO DE VOSOTROS EN PIE-gritó diplomáticamente dejando las cosas claras.
Se sentó tranquilamente en la barra tras hacer un barrido con la mirada por todos y cada uno de los presentes. Ahora iría a hablar con el catalán, pero primero el hipocrás.
Doy un pequeño respingo sorprendiéndome por la respuesta de la mujer. Me ha cogido un poco por sorpresa tan mal recibimiento pero pronto asimilo el trato de los lugareños.
—Buen día señora —digo con cierta templanza—. Estoy buscando a Alarico, ¿no sabrá usted donde puedo encontrarle?
Espero paciente a que salga el tipo del establo. Parece que tendré que hacer noche en éste, oculto de alguna forma. Entrar a la venta como un viajero más podría ponerlo en peligro todo...
De momento espero. Estoy tentado en ir y amenazar al cura cuando duerma, pero es jugarme demasiado a una sola carta... Aparte de que imagino que estaré cansado.
regreso en busca de ruperto.
si no puede ser pillo a ventura
-¿Para qué? -respondió la vieja-. ¿Non ha sofrido ya bastante? ¡Dejad en paz al mi fijo!
Y se dispuso a cerrar la puerta.
Tendrás que tirar por Elocuencia si quieres seguir hablando con ella.
La gente te sigue mirando, pero entonces interviene el gigantón del Milhombres.
-Tiene razón -susurra, y entonces todos siguen a lo suyo.