Partida Rol por web

Nueve semanas han sido necesarias para que te cures por completo. Has pasado mes y medio recuperándote en tus aposentos en la torre, saliendo de allí solo para lo estrictamente necesario, y ya al mes y medio estabas casi recuperado, pero recaíste una vez más de la herida en la garganta, te sufrió de nuevo la fiebre y tuviste que encamarte de nuevo.

Ahora, por fin, estás totalemente restablecido, y se lo debes a los cuidados del Catalán, que cada semana ha acudido al castillo para visitaros a ti y a tus compañeros y aplicaros cataplasmas y bálsamos en las heridas para que no se os infectaran.

En estos dos meses has tenido tiempo de conocer mejor a la gente del castillo* y comprobar que le son absolutamente fieles al barón don Ramiro. Y no ha habido ningún incidente digno de señalar, a pesar de las amenazas del caballero don Lorenzo de Antequera. Estos meses te han servido para hacerte a la vida del castillo a pesar de tu baja, y ahora sabes perfectamente cómo funciona todo y cuáles son los procedimientos a seguir. Sancho, el castellano, que tanto recelaba de vosotros, os ha terminado aceptando, pero os deja claro en todo momento que él está por encima de vosotros en la cadena de mando.

Aparte de esto, has recibido visitas esporádicas de Monseñor Luis, siempre interesado por ti y los demás. Es un hombre muy agradable; en cierto modo te recuerda a tu amigo Bernal, pero no es tan campechano como él; Monseñor Luis intenta siempre guardar las formas. Sin embargo, en ninguna de las visitas ha mencionado nada de lo que hablasteis en privado. No ha querido tratar el asunto en un lugar donde puede haber oídos escuchando, y espera tal vez que tú des el paso cuando estés preparado.

Hoy Íñigo está de ronda por el valle, y el resto de tus compañeros están de permiso y han aprovechado para salir. Preocupa la debilidad de Ruperto, que está peor cada día, ya que su terrible herida no ha podido cicatrizar bien y se ha infectado, provocándole dolores y fiebres; pero confías en que finalmente consiga reponerse.

Es una mañana preciosa, fresca pero no fría a pesar de que ya es noviembre. Respiras una bocanada de aire y agradeces a Dios haberte dado unos compañeros que te han salvado ya de la muerte en dos ocasiones. Tú también se la salvaste a Ruperto, pero habéis vivido tantas situaciones de ese tipo que no las tenéis en cuenta.

Arropado con una capa de tela gruesa y embotado dentro de ella, sólo se veía asomar las manos enguantadas y la cruz de mi espada, la cual ya era mi emblema en aquella zona,  mientras montaba a caballo camino hacia la plaza del pueblo.

El sonido de los cascos retumbaba por las paredes de las casas, hasta que llegué a la puerta de la posada, y le dije al mozo:

-Cuida do cabalo, tarderé pouco rapaciño. -le pasé la mano por la cabeza y lo despeiné un poco. Al ser invitados Don Ramiro, no nos cobraban los servicios básicos.

Caminé hacia la iglesia, y entré empujando la puerta.

Justo al hacerlo, me arrodillé en medio del pasillo mientras me santiguaba, y caminé hacia el altar a observar como el cura preparaba los oficios.

-Saludos Monseñor -dije ne voz baja para no molestar a las viejas que rezaban. Al acercarme a el, le hice el saludo secreto...

Monseñor Luis respondió al saludo agarrando la muñeca izquierda de Xoan Maniel con su propia izquierda, y sonriendo, dijo:

-Buenos días, don Xoan Manoel. Parecéis muy saludable hoy; veo que estáis completamente recuperado, y lo celebro. Una pena la recaída de ese hombre vuestro, Ruperto. Rezaré a Dios por él para que se reponga pronto.

Después, mirando por detrás del hombro del caballero a las pocas feligresas que allí había, recogidas en silenciosa oración, susurró al oído de este:

-Vayamos a la sacristía.

Situada a la derecha del templo, más allá del altar, la sacristía tenía una sólida y gruesa puerta de madera. Chirriaron sus goznes al moverse, y sonó pesadamente al cerrarse. Pasasteis a una habitación con varios arcones que contenían las ropas de oficio del sacerdote, así como algunos tesoros de la iglesia como candelabros, hisopos y una pila bautismal. Había además una sencilla mesa de madera de roble con unas sillas cuyos asientos estaban revestidos de cuero repujado y resultaban bastante cómodas. Monseñor te mostró cortésmente una de ellas y esperó a que te sentaras para hacer él lo propio.

-El pueblo puede considerarse verdaderamente afortunado por teneros aquí. No hay duda de que Dios os ha enviado para terminar con su sufrimiento. No me alegro de la muerte de nadie, pero ese asesino de Mateo tiene por fin su merecido. Gracias a vosotros, el pobre Lázaro fue su última víctima.

Saltaba a la vista que el sacerdote sufría por sus feligreses y se interesaba por ellos. No era el típico estudiante de teología metido a cura sin vocación para escapar del hambre. Pero también era un frater de la Vera Lucis, y por desgracia conocías muy bien los métodos de esos asesinos; y si alguien como tu amigo Bernal, que tan buena persona era, había caído en sus redes convirtiéndose en un asesino, cualquiera podría...

-Hay algo que os quiero preguntar desde hace tiempo -prosiguió-. ¿Tenéis algún mensaje para mí del Pater Burgi? Porque es él quien os ha enviado aquí, ¿o no?

-Ruperto e un rufián duro de roer, et por non poder sentarse em un tempo por un saetazo, non le pasará nada -dije medio riéndome-

Observé las riquezas de la iglesia, de las cueles debería sentirse orgulloso el monseñor, y me despojé de la capa gruesa, dejando a la vista la espada de manufactura cara de Mateo, la cual portaba, no por saber manejarla, sino para que supiesen que yo fui de los que participaron en su cacería, y además, para mostrarla como trofeo, y que los Antequera muriesen de rabia al saberlo. Odiaba a aquella familia con todo mi alma...

Me acomodé en el sillón y apoyé los dos brazos sobre los reposabrazos de esta mientras le contestaba en voz baja como si nos escuchase alguien:

-Non, non enviame Pater Burgi, aunque non me importaría saludarle. -le dije sonriendo amablemente como si hiciese tiempo que no veía a ese tal Burgi, pero que le conocía-

Luego sin dar importancia, le comenté- vin que reparaiste en el colgante de Ruperto, no sabrás algo sobre el ¿eu teño ordres de non presentarme como "vera" si non se me presenta alguien a mi coumo tal, por eso, non he falado con el, cando eu soy Santiaguista, me fio y confio en todo el mundo, cando eu sou "veras",a cousa cambia.

El sacerdote se quedó estupefacto ante la pregunta de Xoan Manoel.

-¿Queréis decir que él no pertenece a la hermandad? Creí que todos vuestros hombres eran fráteres como vos y como yo. Pero, si no pertenece a la hermandad, ¿qué hace él con una insignia de la Vera Lucis? No os entiendo, don Xoan Manoel... ¿acaso creéis que él no es consciente de su significado? ¿Cómo llegó entonces él a formar parte de vuestro grupo?

Apoyé los dos brazos apretando con las manos en los reposos de estos, y me acerqué un poco mas al pater:

-Non como eles vinieron a meu grupo, sino coumo vin eu. La necesidad nos xuntó, por unas causas u outras, e eu voy por llibre, aunque les axude de vez en cando, y elos a mi, pero non pedo dejarme notar así como así, e menos con os tempos que corren. Oí que hay alguas persoas que no entienden nosa boa fe, e incluso creen que somos o mal, e lo único que facemos es una axuda a la sociedad relixiosa que nos rodea. -hice una pausa para beber un poco, si me han puesto bebida- Dunha cousa estou seguro, el reconoció o emblema, e poseuse contento a verlo.

-Entiendo... -dijo Luis, y justo después, viendo que mirabas los vasos, se levantó y sacó una botella de vino de un arcón y te sirvió un poco, y luego para sí, mientras pensaba; tras tomar un trago, prosiguió-. La verdad es que Ruperto me resultó muy familiar cuando lo vi; pero con el tiempo, pensando en ello, creo que he dado con el porqué. Veréis, yo llevo aquí algo más de un año; llegué con tres fratres miles* en sustitución del anterior párroco, que había muerto. El Pater Burgi había oído que por estos lares suceden cosas muy raras y aprovechó para mandarnos aquí a investigar y hacer limpieza si era preciso.

Resultaba escalofriante con qué ligereza hablaba de "hacer limpieza", expresión que usaban los Vera Lucis para referirse a la matanza de todos aquellos que estuvieran involucrados en brujerías o hechos irracionales, aunque solo fuera como testigos, y sin importar si eran mujeres y niños. Ya tuviste oportunidad de comprobar cómo se las gastaban cuando salvaste a aquel crío en el pueblo de Bernal, pero no te acostumbrabas a que hablaran de matar inocentes con aquella frialdad.

-Decidimos llegar con una semana de diferencia para que nadie sospechara: primero llegaron los miles y obtuvieron trabajo en el castillo como soldados, y una semana después llegué yo. Hicimos un buen trabajo de investigación, pero, por desgracia, los miles se debían también al barón, y murieron los tres, junto con el anterior caballero del castillo, emboscados por Alvar el Sanguinario y sus bandidos mientras hacían la ronda por el valle. El caso es que Ruperto me recordó mucho a uno de los miles, uno que se llamaba Narciso Ibáñez y tenía un colgante igual que el suyo...

El nombre no te suena de nada. De todas formas, Ruperto es un hombre muy introvertido, y nunca habla de su padre ni de su familia.

-Sería conveniente hacerle el saludo -dice Luis-. Puedo hacerlo yo, si no queréis exponeros. Solo así saldremos de dudas.

Luis aguardó a que expresaras tu parecer.

Mientras comenta lo de los hechos asombrosos y sospechosos de brujería, hago un rápido gesto con la mano en mi pecho y murmuro cosas para mi. Luego continuo escuchando las palabras del Monseñor, y le contesto:

-Non sólo hay que saber si conoce o saludo, sino tamben si es parte da cofradía. Una vez le conteste correctamente a nuestra contrasinal, gustariame que quedaseis aquín mesmo, e eu me ocultase para escoitar su confirmación. Ya se que non eis una práctica normal-le comenté gesticulando con la mano- pero isto pode ser un caso excepcional, ya que el tiene un emblema nuestro conseguido de dudable forma. Si non lo fose, se le tendría que retirar en acto, pois iso podería poñer en perigo a todos. -dije muy tajante casi golpeando la mesa-

-Estoy de acuerdo con vos, desde luego -dice Luis, llevándose una mano al mentón-. Ya sé. Iré al castillo a visitarle por su enfermedad y me quedaré solo con él, alegando que voy a rezar unas plegarias en su presencia, pero en intimidad, para ayudarle a sanar. Entonces le haré el saludo y, si respondiere, quedaré con él aquí mismo cuando se encuentre restablecido. ¿Estáis conforme?

-Paréceme bien Luis -llamé al monseñor por su nombre, ya con cierta confianza para que llegase a creer que soy su compañero, luego me arrodillé ante el altar y comencé a rezar mis oraciones. En cuanto vi como el monseñor se metía en las habitaciones de la iglesia, me levanté, y con largos y presurosos pasos salí de aquel edificio. No me gustaba esta gente, tan gentil al ojo humano, y tan viles ante el de Dios.

Me dirigí hacia la taberna para que me devolviesen la montura, y volver al castillo en busca del morisco. Por las tardes después de comer me gustaba escuchar de sus tierras, aunque o me creyese la mitad.

-¡Esperad! -dijo Luis-. Aún no os he contado nada de mis investigaciones. Esperaba que pudierais ayudarme a erradicar todas las manifestaciones demoníacas de este valle; creo tener la clave para ello, pero necesito de vuestra ayuda. Tomaos otra jarra mientras os lo cuento.

Luis te sirve más vino y después vuelve a sentarse.

-Lleváis aquí ya algún tiempo y aún no lo habréis notado, pero el valle está dominado por unas criaturas a las que se conoce como "silvanas".

"Silvanas" quiere decir "de bosque". Enseguida te viene a la mente tu incidente en aquel pueblo gallego en cuyos bosques conociste a aquella criatura con cuernos de carnero cuyo hijo salvaste.

-Las hay de muchos tipos, pero todas ellas son peligrosas. Se ocultan en el bosque y desde él controlan la vida de los seres humanos afectando sus cosechas, entrando a sus casas por la noche e infectándolos. No tengo constancia de su presencia en los pequeños bosquecillos cercanos a Rincón, aunque nunca se sabe. Pero en el bosque que las gentes del lugar llaman Valle Umbrío, el que está al norte de la Venta del Arriero, se llevan a cabo rituales paganos y aquelarres desde hace muchos años en los que participan estas criaturas junto con muchos de los vecinos del valle. Yo vi con mis propios ojos cómo lo hacían, y casi me cuesta la vida; cuando me quise dar cuenta estaba rodeado de unos árboles que antes no estaban en el lugar donde me escondí, sus ramas comenzaron a moverse lanzándome latigazos, pero Dios no quiso que muriera ese día y a pesar de las heridas pude huir.

En este punto, Luis se queda absorto durante unos instantes. Bernal te contó que, con el tiempo, los frateres de la Vera Lucis se vuelven locos después de haber visto tantos fenómenos que escapan a la comprensión humana, y que en cuanto mostraban el primer indicio de locura no se les volvía a ver; seguramente eran "purificados" por sus propios compañeros, es decir, que los asesinaban a sangre fría como hacen con todo aquel que haya sido testigo de un hecho sobrenatural. Monseñor Luis aún parecía bastante cuerdo, pero no cabía duda de que esa contradicción en la que vivía constantemente, negando la existencia de algo que él mismo sabía que existía, por mucho que intentara hacerlo desaparecer, le acabaría convirtiendo algún día en un viejo demente, si no lo eliminaban antes los suyos.

-Y además -prosiguió tras su letargo- pude ver lo suficiente del ritual para saber quién lo presidía. Se trata de una vieja a la que conocen como abuela Inés. Es la jefa de un poblado que se encuentra al este, conocido como Estañedo. Es pueblo franco*, pero el barón es justicia tanto allí como en el resto del valle. He intentado dar con ella repetidas veces, pero esa bruja es escurridiza. Tiene bien aleccionados a todos los estañedenses y me ha sido imposible encontrarla, ni aun usando tretas y engaños. Estoy seguro de que es ella la que mantiene esa sacrílega alianza entre esas criaturas y las gentes del valle. Es el enlace directo con el Diablo. Si muere ella, volverá la normalidad y la gente abrazará de nuevo la verdadera Fe en Cristo.

De nuevo, Luis se queda pensativo.

-Maldita bruja... cuando pienso que por su culpa tendremos que "purificar" a tanta gente. He visto a algunos de nuestros vecinos participar en sus rituales, sin duda mentes cándidas engañadas por las malas artes de esa vieja.

Ves cómo Luis aprieta el puño hasta que su mano se pone blanca.

-Ayudadme, Xoan Manoel -te ruega-. Vayamos a Estañedo y acabemos con esa mujer del demonio. Sé que os puedo estar mandando a los brazos de la misma muerte, pues debe ser una bruja poderosa. Pero estas gentes merecen que nos sacrifiquemos por ellas. Vos conocéis al barón, sabéis que es un buen hombre, y como un buen padre hace que sus hijos crezcan para convertirse en hombres de bien, el barón ha hecho de Rincón una comunidad fiel y devota, gente con buen corazón; mas esa candidez la usa el demonio en su contra para pervertirlos. Comprobaremos primero la lealtad de Ruperto, pero después, ¿querréis ser mi aliado y hermano en esta empresa?

No quería animarme demasiado, y le dejé que me sirviese la segunda copa de vino, pero no la probé, simplemente la dejé en el mismo lugar que le la puso sin tocarla mientras escuchaba sus palabras.

A mi cabeza vino la imagen de aquella bestia, aquel sátiro, el engendro al que no se si yo ayudé, o fue el a mi.

después de salir de mis ensoñaciones, le dije:

-Si saben de ti, non querrán saber nada sobre min mesmo en la tua compañía, iré so cando sea preciso.

Le dije muy claro y conciso:

-Pero eu vou.

-De acuerdo -aceptó Luis con una sonrisa-. Pero me gustaría que resolviéramos este asunto lo antes posible. Después tendremos que interrogar a todos los vecinos de Estañedo, y mucho me temo que tendremos que purificar a la mayoría de ellos. Va a ser una tarea muy difícil con tan pocos efectivos; quizás incluso tendremos que esperar a que el pater nos mande más hermanos para acometerla. Pero al menos podemos eliminar a la bruja, y así cortaremos la raíz del problema.

Ahora volvías a ver en Luis aquella expresión fanática que viste en Bernal. Era una verdadera pena que personas como él, tan devotas y de corazón tan puro fueran corrompidas de aquella manera por la Fraternitas Vera Lucis. Y resultaba hasta gracioso oírle hablar de que los corazones inocentes eran fáciles de engañar, porque es justo lo que le había pasado a él. Este hombre pretendía no solo asesinar a una anciana que lo más seguro es que no fuera más que una vieja chiflada, sino que además pretendía perpetrar una masacre en una aldea. Ante tal barbarie tenías que hacer verdaderos esfuerzos por seguirle la corriente.

-Mañana iré a ver a Ruperto y saldremos de dudas. Paz y luz -se despidió, usando otra de las hipócritas consignas de aquella organización de asesinos.

Saliste de allí con bastante mal humor, pero no te apetecía mitigarlo con vino, así que fuiste a ver al caballero moro a la torre sur del castillo, con quien te gustaba compartir historias.

Abu era un tipo simpático cuando se le conocía. No olvidas que os apoyó veladamente durante el episodio de Mateo a pesar de que Sancho se posicionó en vuestra contra; y eso que Abu tiene a Sancho como un hermano. Pero Abu también goza de mucha más intuición que el castellano, y muy pronto se dio cuenta de que Sancho había tomado partido por el culpable.

Abu os acogió de buena gana, igual que su señor, y enseguida os disteis cuenta de que nadie lo veía como un "moro" extraño, ni en el castillo ni en el pueblo. Era considerado uno más a pesar de ser tan exótico, con esas armas extrañas en tierras del norte, esa manera de pelear tan peculiar y aquellas ropas. Abu estaba totalmente integrado en Rincón, pero no quería olvidar de dónde provenía.

Una vez te confió su historia. Era hijo de un poderoso walí granadino, que, enemistado con su monarca, fue acusado de traición y ejecutado. En sus tiempos, el padre de Abu y Ramiro habían luchado frente a frente, y a pesar de ser enemigos nació entre ambos un gran respeto mutuo. Por ello, cuando ya estaba perdido, el noble musulmán mandó a su único hijo siendo adolescente a tierras cristianas, rogándole a Ramiro que lo protegiera. El barón así lo hizo, y educó a Abu como si fuera su propio hijo.

Cuando entraste a su torre, lo viste sin armadura, vestido con su turbante y su chilaba, y dándole al vino. Era bastante graciosa la estampa: un musulmán vestido de musulmán y dándole al morapio. Y además, no le hacía ningún asco al cerdo. Abu era bastante peculiar.

-Ah, Xoan Manoel -te dijo al verte con el vaso en la mano, sentado a una pequeña mesa baja donde reposaba una jarra-. Venid, hay vino para los dos.

-Saludos Abu -le dije sonriendo como siempre mientras tomaba asiento, y le miraba de arriba a abajo- haciendo honor a tu religión, supongo.

Miré hacia los lados buscando oídos curiosos, y cuando vi que no había nadie, le dije en un tono mas bajo:

-Amicus, ¿la tua merced sabe algo de bruxería nesas terras?, algo me chamou a atención sobre unha vila non muy lexana.

-¿Vos referís a Estañedo? -preguntó-. Sí, allí vive una muyer a la que tienen por bruxa o curandera. Mas non vos habedes de preocupar, pues es una señora mayor que goza de gran respecto entre los sus vezinos porque les cura et asiste en cuanto han menester. Mas, contadme, ¿qué estorias vos han contadas della? Son muchas las que hay, et a los estañedenses les gusta contallas.

Jugueteo con la copa en mi mano, y bajo un poco la cabeza para observar el licor dentro de ella dando vueltas:

-Non conta- me las un villano, sino un extranxeiro. Ao parecer, non e querida por todo el mundo, sino que me explicó aberracions sobre aquelarres et coxas de bruxas. Y non solo de ella, sino tamén dos estañenses, que como lo permiten, dicen que tamén son bruxos et poseidos. -bebí un pequeño sorbo- non se si querer visitalla, para salvagardar a sua integridad, et ver exactamente o que diantres pasa por alí.

Las últimas palabras las pronunciaba con el ceño fruncido, debido a que me molestaba la situación, y el saber que podría llegar a pasar. Si el morisco confiaba en la meiga, o lo que fuese, no estaría mal parlamentar con ella.

Abu te miró extrañado.

-En todos los años que llevo aquí non escuché nada parescido. Las gentes de Rincón tienen cierta rivalidad con los de Estañedo, pero solo porque son pueblos vezinos et la vezindad faze la competencia, mas nada más allá de la que pudieran tener dos hermanos. Mas diziedes que es un extranjero el que afirma aquestas cosas... extranjero que debe conoscer aquestas tierras para fazer semejante afirmación; et estando muerto ese asesino de Mateo non se me ocurre quién puede querer tan mal a la abuela Inés et a Estañedo.

Su última frase fue como un interrogante que te lanzaba.

-Dícese el pecado, mas non  el pecador -le digo mientras miro hacia la copa.

Doy un par de vueltas al contenido del recipiente, y mientras el alcohol termina de resbalar por el interior de este, le comento:

-Puede volverse un asunto feo et perigoso, canto menos saberes, mellor para vostede -apoyé otra vez la copa sobre la mesa- espero no tener que esperar que rescateme vos, jajajaja -dije como indirecta - aniré de visita a aquesta villa en breve, iré con ho cabalo et con el ferro. -pensativo, dejé escapar- intentaré dormir na casa de la vella.