Partida Rol por web

La biblioteca de BlackRose no es nada del otro mundo. Es la típica sala con estanterías de libros bastante echos polvo. En la puerta puedes ver un cartel que reza:

"La biblioteca solo permanecerá abierta 2 horas al día. Aunque no haya ningun profesor dentro os estamos vigilando.

Atte. Billy"

Parece que habías tenido suerte y habían llegado dentro de las dos horas. Ahora que estás dentro puedes ver que es un lugar limpio pero con una escasa cantidad de libros que quizá podían ser auténticas obras de arte como pura porquería que no valía ni para arder.

Actualmente no ves a nadie pero sí que localizas a uno de esos horribles muñecos* de titiritero del comedor sentado sobre una estantería.

- Menos mal. - Murmuró al terminar de leer el cartel y, acto seguido, ver que no se encontraba nadie en la biblioteca. A decir verdad no tenía ganas de estar rodeada del tipo de gente que se había encontrado por aquí. Aunque tarde o temprano debía acostumbrarse a ellos puesto que iban a vivir en el mismo sitio. 

Se paseaba por los estantes leyendo los títulos buscando alguno que le llamase la atención, pasando su mano por todos los que iba dejando atrás. 

Se paró al toparse con aquel muñeco titiritero, el cual recordaba haberlo visto por el comedor. - Tú también vienes a por un poco de paz, ¿verdad? - Le preguntó murmurando y dándole un pequeño toque en la nariz. Alguien se lo debería de olvidar aquí. Prosiguió su búsqueda hasta para en una de las filas centrales donde se encontraban varios libros sobre Stephen King. Tardó un poco en decidirse cuál elegir, pero acabó decantándose por 'Maleficio'. Era uno de los pocos que le quedaba por leerse. 

Una vez en mano caminó hasta la mesa más cercana, se sentó cruzando sus piernas en la silla y comenzó a leer en silencio.

Mientras lees a Stephen King tranquilamente pasa el tiempo. No sabes cuanto ha sido en realidad y solo levantas la vista cuando escuchas unos tacones pudiendo ver una chica con gafas, gorro de lana y aspecto heavy.
Sin decir nada, coge un libro cualquiera y se sienta a leer, o eso parece aunque sabes que no está leyendo. Al poco tiempo aparece un chico, grande, de hecho es bastante gordo y se acerca a ella.
La chica deja un libro a un lado y ambos empiezan a charlar en voz baja.

Sin duda alguna el libro le estaba gustando tanto que perdió la noción del tiempo por unos instantes. Alzó la mirada al oír como el resonar de unos tacones rompían el silencio que había en la sala. Dejó su mano derecha apoyada en el libro para no perder la página por la que iba mientras observaba a la chica que acababa de entrar. Al ver que ésta se sienta en otra mesa y comienza a leer, Helena vuelve a retomar la lectura. Aunque no por mucho tiempo pues seguido de la chica apareció un voluminoso chico y estos empezaron a hablar. Les echó un último vistazo antes de volver a fijar los ojos en las letras.

No pudo evitar poner la oreja también en la conversación de ambos. 

Aunque no hablaban muy alto tu curiosidad te pudo y pudiste escuchar perfectamente lo que decían el uno y el otro.

-¿No lo entiendes, Guadalupe? No soporto más el mono... Lo necesito...-Decía el chico, claramente nervioso

-¿Y? Nosotros necesitamos un pago... Y tú ya no tienes nada que darnos

-¡No me toques la polla, Guadalupe! ¡Te pagaré!

-Sabes que sólo aceptamos pagos adelantados... Si no tienes nada que ofrecer no tienes nada que recibir, es así de fácil

De pronto viste como el chico mandaba a volar el libro y agarraba a la muchacha del cuello, poniéndola contra la mesa.

-Tú y tus amigas solo sois unas putas perras...

Helena no pudo evitar levantarse de su asiento e ir rápidamente hacia donde se encontraban ambos. Proporcionándole un empujón al chico para apartarlo de la chica. - Pero, ¿qué mierda haces, tío? Pírate ya y déjala en paz. - En todo momento lo miró a los ojos desafiante. No le importaba que él le sacara más altura ni que pesara más que ella. Tampoco sería la primera vez que peleaba con alguien así. 

El chico dejó caer a Guadalupe que se golpeó el codo con la mesa y se quejó un poco. El chico te miró desafiante y gruñó.

-¿Tú quién te has creído, pitufa? Lárgate y deja a los mayores hablar.

Mantiene la mirada fija y una sonrisa sarcástica se le dibujaba poco a poco en el rostro a medida que lo escuchaba. - Mejor lárgate tú y tu querido mono a otro lado. - Se acercó a la chica y la ayudó a incorporarse del todo. Aún así no le quitaba ojo al grandullón. - ¿Estás bien?

¿Acaso no se podía estar en tranquilidad ni en la biblioteca? 

Guadalupe aceptó tu ayuda pero vio como el chico no pretendía irse tan fácilmente así que sin dudarlo cogió el libro que estaba leyendo y se lo tiró a la cara.

-¡Que te pires! -Le exclamó-¡La próxima vez mandaré a Uriel y Nathan a por ti!

El chico gruñó de dolor con la mano en la nariz, tenía algo de sangre. Pronto no tardaría en venir algun profesor porque, aunque no te hubieras dado cuenta, la muñeca ya no estaba.

- Menudo imbécil. - Exclamó Helena a la vez que veía marchar a aquel chico. Sin duda se había ido con su merecido recibido. - Ten más cuidado la próxima vez. - Dijo girándose hacia la chica. En éste lugar tenías que tener cuatro ojos por lo que pudiera pasar.

Caminó hasta su mesa y recogió el libro, se acercó a la estantería y lo guardó. Observó el mueble, notaba algo raro pero no sabía exactamente qué. Se encogió de hombros volvió a caminar hasta muchacha. - Helena, por cierto. 

-Guadalupe -Contestó la otra de pronto, frotándose un costado, cuando se dio cuenta de que la muñeca no estaba- ¡Mierda! ¡Sal de aquí antes de que venga un profesor! ¡Ha ido a avisarlos!

Sin decir más, la chica te cogió de la mano y te sacó fuera.

Frunció el ceño al ver la reacción de Guadalupe y se dejó guiar por ésta al agarrarla de la mano. Supuso que hablaba del chico al que acababa de agredir pero no estaba segura del todo. No entendía por qué de repente se ponía así. Aún no se había dado cuenta de la muñeca, no le dio mucha importancia a decir verdad.

- Dudo que haya podido ir tan rápido a avisar a nadie. Seguro que a la segunda zancada ya estará asfixiándose. - Dijo riendo levemente mientras mirada a la chica sin soltarle la mano. 

-No sabes como corre -Insistió la chica de pinta emo/hipster

Te llevó corriendo por la estancia hasta llegar a los baños más cercanos. De pronto pudiste ver como un "niño"* aparecía con la muñeca en brazos, pero al hablar tenía voz de adulto.

-Joder, este año no podían estar tranquilos. Putos niños de mierda

Pararon y cogió un poco de aire. Hacía tiempo que no daba una buena carrera. Observó la muñeca que llevaba aquel chico en brazos y fue entonces cuando recordó que había una igual, o no sabía si era la misma, apoyada en la estantería de la biblioteca. Enarcó la ceja y se acercó a su compañera. - ¿Cuántas muñecas de esas hay por aquí? - Preguntó en un tono bajo al oír que el chico comenzaba a hablar.

Sacudió la cabeza levemente sorprendida. - Pues sí que las apariencias engañan. - ¿Cómo podía tener ese cuerpecillo y a la misma vez esa voz? - ¿Qué ha pasado? 

-¿Muñecos? El colegio está lleno... Son los hijos de la Cocinera y siempre aparecen y desaparecen... Es muy extraño -Al ver al niño con voz de hombre, Guadalupe se ocultó más y te hizo una señal-Ese es el profesor Gold. Da gimnasia. Que no te engañe su aspecto... Es campeón de lanzamiento de martillo y además uno de los militares. Le metieron aquí para vigilarnos de cerca.