Partida Rol por web

Salvadores Salvados

Salvadores Salvados - Puntero Láser - Escena Tres.

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20/06/2013, 01:06
Natasha

- Gracias- replicó con una sonrisa, conteniendo una risilla como si algo en Gretchen le hubiese hecho gracia-. Tú también lo eres- mintió, al menos en cuanto a belleza adulta se refería-, y lo serías más si comieses mejor- aseguró poniendo el dedo en la llaga, pues ya anoche Leila también se preocupó por darla de comer.

Golpeó con los nudillos la nevera portátil llena de helado, que generalmente sólo sacaba para celebrar algo o cuando le venía un bajón emocional, generalmente tras Siegfried o atravesar esos días del mes. Entonces se sentó frente a Gretchen y se dejó querer.

- No me enfado- decidió-. Jürguen ya se lo ha contado, ¿eh?- apuntó con un brillo de astucia-. Siento que lo sepas tú también. Verás, me olvidé de tomar alguna pastilla, supongo- aseguró en referencia a su método anticonceptivo habitual-, y... tenía miedo. No quería meter a Ambroos en esto, el ya tiene bastante. Ademas, hablamos de Strauss. Ya viste anoche cómo se las gasta cuando está enfadado- puso un cierto aire lacónico, como si lo supiese de buena tinta  primera mano-. No quiero que Ambroos tenga problemas con eso por mi culpa. Confío en el, y sé qué le importo, pero él a mi también. Sólo quiero protegerle.

Suspiró y miró una figurilla de origami junto a la ventana cerrada.

- Acudí a una doctora de confianza, extraoficial- añadió arrojando información adicional al tema-. Está dispuesta a... ya sabes- añadió, si saber muy bien si Gretchen lo sabía de verdad-, no tenerlo. Pero le preocupa un pequeño problema de salud que tengo, y recurrió a alguien más experimentado- Jürguen-. El problema es que ese médico se lleva muy mal con Ambroos, y no sé yo cómo evolucionará la cosa.

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20/06/2013, 00:30
Ambroos Janssen

Ambroos asintió a las condiciones, si podía llamarse así, de la informática. Un encargo previo del propio Arjen. No pretendía pisar eso, aunque quizás la información le llegase un poco tarde entonces. Tendría que buscar una manera fácil de pagar por ello sin ser un timador.

- Lo que quieras de mi. Fue la única respuesta del proxeneta.

Quizás Olga no salía de su burbuja de cristal repleta de pantallas analógicas, o sencillamente no frecuentase los prostíbulos de la ciudad, que era donde la figura de Janssen tenía un nombre. Pero Ambroos no había ocultado su procedencia en su presentación. Sabía también que el hombre venía en cierta manera protegido por el propio Arjen.

Sabía lo que podía pedirle. Y era fácil saber lo que se le daba bien hacer.

El proxeneta dio un par de pasos para acercarse a la mujer. Tenía que reconocer que más allá de sus encuentros con Irina,  la mujeres habían sido algo más bien escaso en sus trabajos, pero dicen que el que tuvo...Buscó la mirada de Olga desde la altura, la pose de dominación que le había dado su trabajo. Sin la agresividad de los macarras y machistas despreciables. Ese toque de Janssen se debía la mera confianza y superioridad de saber que era un profesional en su trabajo.

Podrías negarte, por supuesto. Pero no sabrías lo que te estabas perdiendo.

- Ese hombre colabora con los nazis, pero hay mucha gente que lo hace. Ambroos miró por un momento el hueco de la puerta por donde había entrado, como si su mirada pudiese alcanzar a él ovillo bajo su gabardina que ahora era Gretchen. Esta buscando a la cría que va conmigo, a quién ha forzado en más de un sentido. El proxeneta negó con la cabeza ligeramente. Era importante para él, más por lo que haría que por lo que había hecho, pero aunque conmovedora la historia tenía poco influencia en una guerra. Es poco más que una cuestión personal y dudo que vaya a reportaros ningún beneficio a vosotros. reconoció. Más allá de todo el futuro negro que Gretchen había visto, pero eso no era aval alguno. No iba a mentir a quién pedía ayuda.  Yo te lo pido y yo he de pagártelo. Tiraremos la torre, pero no será para esto. No quiero hacerte trabajar por promesas.

Ambroos se dobló cuan grande era, hasta acabar a la altura de Olga y clavar sus ojos en los suyos con firmeza. Cercano, su respiración calmada y su olor corporal al alcance de la mano. Su voz grave articulada en un tono fruto de decenios de experiencia dedicó una última frase a la informática con un deje calmado, disfrutando de cada sílaba.

- Tu decides lo que quieres...y yo lo que te puedo dar.

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20/06/2013, 01:08
Gretchen

Gretchen recogió casi con red todas las palabras de Natasha. Las preguntas de Ambroos habían sido dos: a) porqué y b) qué iba a hacer al respecto. Las respuestas estaban dadas: a) porque tenía miedo y no quería meterle en líos y b) no tenerlo.

- ¿No vas a tenerlo? -inquirió la niña, algo decepcionada. 

Hizo un puchero, pero era normal. Ella no sabía todo lo que suponía tener y criar a un bebé. Y más en un país en guerra.

- No tengas miedo de Ambroos. Es alto y grita mucho - vamos, que es una mole imponente cuyos rugidos amedrentan a cualquiera-. Me dejó su gabardina para dormir.  Te cuidará. Te cuidará de Strauss.

Se arrodilló sobre la cama, sin soltarle la mano, y con la otra colocó los mechones de cabello rubio de Natasha donde creía que debían estar, apartándolos de su cara. Era hermosa. Sería una madre hermosa con un bebé hermoso, de no ser una puta con un cliente de gustos retorcidos.

- Strauss es peligroso. Tienes que... -pensó en cómo expresarlo- que no estar más con él. Es... es como mi padre -soplapollas los habría llamado Ambroos. En la mente de Gretchen compartían una crueldad desmedida, una maldad fría y carente de objetivo que los hacía temibles. Una sola palabra no bastaba para definirlos.

Y de pronto, una frase más construída, más coherente:

- Algún día se le irá la mano.

Algún día se le irá la mano. Algún día asfixiará de más, algún día golpeará de más, algún día descargará la ira y la frustración y se olvidará de la safetyword y tú acabarás siendo un cadáver desangrado en las sábanas.  Apártate ahora que aún puedes. Ambroos no necesita tanto ese dinero. No merece la pena. 

Pensó en Jurguen, en cómo explicarle quién era, qué sabía de él, sin que la tomara por loca. Tenía que hacerlo, tenía que hacerla ver... pero, ¿cómo?

 

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20/06/2013, 01:25
Olga Van Holsen

Olga lo sopesó y miró al proxeneta de arriba a abajo, evaluando. Tras escucharle completamente se quedo pensativa unos segundos, frunciendo los labios y moviendo la nariz de derecha a izquierda, junto con los labios y los ojos. Dio unos golpecitos en la silla con el deda y finalmente levantó la vista.

- De acuerdo- fue lo que aseguró en tono resoluto-, veré si puedo ponerme con ello mañana. Sino pasado. Solo por si acaso- añadió preventiva-, no descartes usar a los mercenarios. No queremos que ese pedazo de mierda llegue a la niña, ¿verdad?- preguntó retórica, soltando un timbre que, si bien seguía siendo ella, iba teñido de bastante más desprecio del que había lucido hasta el momento-. Quiero que estés dispuesto a echarme un cable luego. Hay un par de personas a quienes me gustaría buscar cuando salgamos de aquí. Si al final el camino nos lleva juntos- asumiblemente porque ambos fuesen anexados a Arjen-, necesitaré que me ayudes.

La mujer se acomodó más si cabe en el asiento, animando al proxeneta con una mano a que se apoyase en alguna mesa.

- Pero ese es un precio pequeño y a largo plazo- continuó sin mayores contemplaciones, pretendiendo negociar a su favor-. Me vendría bien algo de material- aseguró señalando a su alrededor, en referencia a su arsenal informático-, aunque por desgracia, no sé de dónde sacarlo. Me vendría bien que me contases con más calma sobre ese tal Diéter- dejó caer-. Estatus social, trabajo, círculos, lo que tengas o sepa la niña- la mujer alzó una ceja, reveladora e inquisitiva, antes de añadir con voz circunstancial e interrogante-. Pero claro, por cómo te haces sonar casi pareces un antiguo currela de la zona roja.

Se rió, asumiendo que era una broma a la forma que tenía Ambroos de vender servicios. Obviamente, no sabía, como mínimo, que había tenido que hacer él pasado, y qué hacía todavía en el presente.

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20/06/2013, 02:00
Administrador

Las patrullas eran precisas y rígidas, como si tuviesen el compas grabado en el culo. Hacían su trabajo con diligencia, siguiendo su ruta, y eso mismo podía volverlas predecibles si uno las estudiaba. El problema era que estaban bastante bien montadas, y aún así no sería nada fácil. Si eliminaba algunas tardarían segundos en darse cuenta de que alguien había fallado su ruta, e irían a ver. Si alguien desaparecía sin más, lo sabrían.

Las opciones más sensatas eran entrar por los subterráneos, a falta de saber como estaba el panorama por allí abajo. O eso, o conseguir algo más complicado, entrar con un uniforme alemán sin ser visto. Para ello había dos opciones, que era o entrar con una buena excusa por las buenas o sustituir a alguna patrulla y esperar al cambio de turno. ¿El problema? Que eso era una contrarreloj contra los focos, los perros, los compañeros de trabajo, y requeriría patrullar de forma tediosa o buscar una excusa brutal para tener que ir al baño con urgencia, sin contar los problemas con las tallas de la ropa, los nombres y el acento alemán, por no hablar de entender el idioma y escupirlo por los labios. Esa era tarea para otro que no fuese Arjen y que supiese mejor hacerse pasar por otros.

El ecoterrorista casi podía abogar por convertirse en algo con alas y meterse en el edificio por alguna ventana de los pisos superiores, pero eso era algo que a todas luces solo podría hacer él, y una vez dentro tendría que ponerse ropa rápidamente. No parecían haber muchas más opciones salvando la violencia directa.

Aquel lugar debía de tener por necesidad conexión al sistema de alcantarillado, y conociendo la velocidad con la que se edificó no podían haber realizado grandes proezas arquitectónicas, recurriendo a algo sencillo y de fácil acceso y montaje.

El perro se adentró en las catacumbas de la ciudad, bajo tierra, donde se asumían que vivían las ratas, los vampiros, y las aguas turbias en busca de un desagüe común. Y así era, aunque los pasillos laterales le salvaron de tener que adentrarse demasiado en terreno pantanoso.

Alguna vez, esporádica, pudo sentir la opresión de sentir un haz de luz colapsando bajo el peso de las patas, señal de que la boca de alcantarilla estaba siendo pisada por algún rondador nocturno de servicio. Tras dar unos cuantos rodeos y buscar por varios recovecos de aquel submundo llegó a una zona relativamente deteriorada a gran velocidad por un notable uso, pero por ello mismo se deducía que no estaba deshabitado.

Las luces amarillas de emergencia se disponían a ambos lados de los caminos, al lado de las cañerías de desagüe o los conductos de electricidad. Algún panel de alto voltaje esporádico e incluso algún pequeño vehículo biplaza, similar a los carros de golf, para recorrer con más presteza los caminos. Y si había podido bajar, aquel cacharro debía de caber por algún sitio hacia la superficie, y no sería por una escalera.

El problema era que, aunque Arjen sabía que por ahí se iba a la torre, poco a poco iría habiendo más seguridad. Patrullas, cámaras de seguridad, alarmas, puertas selladas con contraseña. El tipo de seguridad obvio pero fácil de implementar en un edificio que, a todas luces, no revestía de tecnología punta, al menos por fuera. A la vuelta de la esquina podía oír las sombras proyectadas de un par de hombres hablando en alemán, con acento del mismo idioma.

Y allí, asomada a la esquina, espiando como si no fuesen a pillarla, había una chiquilla. No tendría más de veinte años, y a todas luces no era ninguna alemana. Vestida como urbanita casual y sencilla, con más rosa que amarillo en su despeinado cabello. Con una altura entre el metro sesenta y el metro setenta, con quizás, unos cincuenta kilos de peso. Se la veía en buena forma física, saludable. Tenía gesto serio, pero asustado, y apestaba a miedo. Parecía la viva imagen de un carácter temperamental, frío y distante en horas flacas. Vaqueros desgastado, sudadera ancha y oscura, zapatillas de deporte. Era sólo una ciudadana neerlandesa normal y corriente. Una que no tenia ningún motivo aparente para estar allí, aunque claro, nadie en su sano juicio estaría en su lugar, y menos a esas horas, sin una razón de peso. 

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20/06/2013, 05:27
Natasha

- No, no voy a tenerlo- repitió Natasha con cierta parsimonia, sonriendo de forma lacónica. La golpeó en la barbilla con dos dedos-. Podría ser peligroso por varias razones, Gretchen. Por la guerra, por quién es su padre, y por mi pequeño problema de salud- negó con la cabeza, firme y pedagógica-. No es un ambiente ni unas circunstancias apropiadas para que crezca. 

No era momento, ni lugar, ni padre, ni nada, vaya. Aún así, Natasha era fuerte y comprensiva con Gretchen. La pequeña entrevió que había una motivación para no tenerlo más allá de ello, quizá algún tipo de valor moral personal. Pero, claro, ¿qué mujer querría tener a un hijo cuyo padre era Siegfried Strauss? No era feo, pero eso no le convertía, ni por asomo, en modelo de padre o esposo perfecto. Menos cuando su sentido de encargarse de la madre y el niño era tirarlos al canal. No, no podía tenerlo, más que quererlo, que también.

- Ambroos es un buen hombre- añadió,emulando un idioma que Gretchen pudiese entender. Natasha se adaptaba a la situación y a sus interlocutores, ya fuese Ambroos, Gretchen, Siegfried o sus compañeras-, pero no puede cuidarme siempre- estiró las manos, haciendo vibrar las de Gretchen-. Y a ti tampoco- dijo en tono suave sin mayores pretensiones.

Quería ser autónoma. Sentirse que podía hacer las cosas ella sola. Y aún así Ambroos se había terminado enterando, y por quien no debía. Natasha parecía muy joven, pero tendría más de veinte años, seguro.

- No puedo dejar de estar con él- aseguró en referencia a Strauss-, pero tendré cuidado, te lo prometo- añadió como si no lo llevase haciendo desde el principio, a sabiendas de con quien hablaba y cómo tenía que hablarla-. Qué...- comenzó de nuevo, buscando un modo educado de decirlo-, ¿cómo es tu padre?- preguntó aprovechando que, para variar, había sacado ella el tema.

Sabía poco de él, y cada vez Gretchen hablaba más al respecto.

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20/06/2013, 08:00
Gretchen

La niña jugaba con los dedos de su amiga, frustrada por no ser capaz de hacer comprender la magnitud de su preocupación.

- Tendrás cuidado -repitió las palabras de Natasha y cabeceó con disgusto-. No es suficiente. Un día se enfadará. Y se olvidará de todo. Y cuando se acuerde será tarde.

Se llevó la mano al muslo con cicatriz cubierto por esos pantalones que ayer habían visto bastante Amsterdam. Sí, Diéter también se olvidó de todo una o dos veces. No hace falta más. Y no puedes protegerte de eso cuando lo tienes encima. ¿Cómo es que Natasha no se daba cuenta?

- Escucha -¿cómo darle el suficiente énfasis?-. Yo te ayudo. Me dices qué hago y te ayudo. Pero tienes que... -hablar de esto era apuñalarse en el alma una y mil veces, arrancarse el propio corazón y quemarlo aún latiente, era humillarse y dolerse y odiarse y darse asco. Pero si existía alguna posibilidad de salvar a Natasha de Strauss, de convencerla,  Gretchen lo haría. No pudo cuidar de sí misma, quizá pudiera cuidar de otros. Apretó las manos de su amiga, mirándola fijamente a los ojos, levemente inquietante-. Mi padre no quería hacerme daño. Nunca. Pero lo hacía. Y a veces se tomaba dos copas. Y se olvidaba de todo. Y entonces daba igual todo. Strauss es igual. Mira igual. Camina igual. Tendrá un mal día. Estará furioso. Alguien le gritará y no podrá devolverle el grito. Lo pagará contigo. Y se olvidará de todo. Y será tarde. Te hará daño. Te romperá. Tienes que... irte de él. Yo te ayudo, pero tienes que irte de él.

Irte de él. Porque no era dejarle o dejar de verle. Era irte. Marcharte, abandonar, huir, escapar. De él. 

- Da miedo irte de él. A mí me daba miedo irme de mi padre. Pero ahora estoy bien -bien... Gretchen no estaría bien en toda su maldita existencia. Así que que creyera que ahora lo estaba, daba una buena perspectiva de lo asquerosamente mal que había estado-. Porque me fui -insiste en ello-. Cuando estaba con él... todo era... peor.

Pensó en Diéter, en lo terrible que había sido su vida en su compañía. Necesitaba transmitirle eso a Natasha, necesitaba que comprendiera hasta qué punto era vital que dejara de ver a Strauss.  Pero, ¿cómo? 

- Tienes que irte de Strauss. Mi padre...  No es sólo romperte el cuerpo. Es la cabeza, ¿entiendes? Y cuando quieres despertar ya no puedes. Estás... desmontada -gesticuló-. Él acabará por romperte. Y ya no podrás cuidar de ti. Ni marcharte. Ni saber nada. Tendrás miedo y estarás sola.

Una cascada repentina de lágrimas abandonó los ojos de agua de la niña. Hablaba para Natasha, pero hablaba de sí. La parte consciente que aún quedaba de ella, lo que más tarde sería Alice, sabía perfectamente de cada corte, de cada cicatriz, de cada bocado en el alma. Conocía su propia geografía emocional, quebrada irremediablemente. No quería que Natasha pasara por lo mismo. Era su amiga.

- Tienes que irte de Strauss- repitió una vez más-. Créeme. Créeme. Créeme -suplicó repetitivamente, como si el poder de repetición fuera algún tipo de mantra capaz de convertir la ficción en realidad-. No seas como yo.

Ni por un momento se le pasó por la cabeza que "el pequeño problema de salud" fuera relevante.

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20/06/2013, 08:35
Natasha

Natasha guardó un silencio absoluto, sumida en su mutismo y sus pensamientos mientras Gretchen hablaba. Esperó a que terminase, y entonces la consoló. Un proceso largo y tortuoso, acompañado por abrazos, besos en el cogote y el uso de un peine. Sus palabras de afecto y comprensión se perdieron en la distancia, pero Natasha sabía cómo tratar el dolor ajeno.

- Te levantarás, ¿sabes?- susurro al oído de Gretchen por la espalda, aunque había algo de Alice en aquella voz-. Sé por lo que has pasado, y lo entiendo. Tu padre era... era un mal hombre, Gretchen- la besó en la nuca, apretándola en su abrazo-. Yo pasé por algo... parecido a lo tuyo- aseguró con voz taimada pero dolida hasta el miocardio-. Sé que sólo quieres ayudarme, pero no puedes. Es mi trabajo, Gretchen. Si Ambroos quiere que deje de trabajar con Strauss lo haré, sino, no- había un cierto servilismo hacia el proxeneta en esa frase-. Así que eso tienes que decírselo a él, no a mi- añadió con optimismo, recolocando mechones de pelo tras las orejas de Gretchen.

La mujer siguió unos minutos más, mientras algo en Gretchen rumiaba lo que acababa de decir. Quizás no fuese difícil deducir qué le había pasado a la niña, no sobretodo para alguien como Natasha, que había pasado por algo similar según decía. Entre víctimas se entendían. Pero aun así, algunas de sus frases destilaban, quizás demasiado conocimiento. No lo pensaba Gretchen, sino Alice. Su escepticismo y sus defensas.

- Sé cómo es Strauss, pero soy mayor, Gretchen- añadió como si la diferencia de edad fuese a ser una excusa valida para una niña con sus características-. Sé qué hacer, cuidar de mí misma- nuevamente, su espíritu de autonomía-. Yo soy... ya me desmontaron hace años, Gretchen- añadió con un regusto de venganza que Alice reconocía-. Harían falta seis Siegfrieds para desmontarme- añadió como si ese fuese, por alguna razón, el número exacto- otra vez.

La joven siguió razonando con Gretchen, y no dio su brazo a torcer. Por alguna razón era terca en simplemente seguir haciendo su trabajo salvo que Ambroos le pidiese lo contrario, y Alice asumía que era por algún tipo de venganza personal que Gretchen no llegaba a comprender del todo. Dijese lo que dijese, Natasha no quedó convencida. Las palabras de Gretchen eran ineficaces por norma general, y Natasha no iba a dejarse convencer por algo así.

- Tienes que ser un poco egoísta, Gretchen- añadió intentando desviar el tema de conversación-. Preocuparte más por ti en lugar de por los demás. Sé que quieres a Stille, y a Ambroos, y a mi, pero igual tienes que mirarte un poco más el ombligo- busco con el índice la parte mentada de la chica, en algo que Alice llamó en su cabeza como "echar granadas fuera".


Convencer a Natasha para que le pida a Ambroos Janssen dejar de trabajar con Siegfried Strauss requiere 6 Éxitos (Complejo) en una prueba de Asertividad 4 (Empatía 7) en base a la actitud de Gretchen. La protagonista sólo tiene escasas probabilidades de ello gastando 1 punto de Redención o dedicando toda la mañana a la tarea y gastando 3 puntos de Aislamiento. En ambos casos la tirada sería Asertividad 7 (Empatía 7, Repetir 8s, 9s, 10s).

Terminando de desatar por 1 punto de Redención la personalidad de NeoGretchen (Alice) durante el resto de la escena, la prueba cambiaría a Asertividad 6 (Empatía 6), subiendo a Asertividad 9 (Empatía 6, Repetir 8s, 9s, 10s) en las condiciones mentadas anteriormente.

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20/06/2013, 09:18
Administrador

Sawako agarró la piedra, escribió en el suelo emulando a los antepasados de Etiopía y se dispuso a correr por su vida. Era una definición bastante literal de lo que iba a hacer, metiéndose sin más y de lleno en el campo de tiro. Era arriesgado, aunque quizás debiera hacerlo en ese momento y no más adelante, cuando los alemanes estuviesen demasiado cerca y el grandullón blindado se volviese a levantar.

Corrió por la gravilla y la tierra cuan largas eran sus piernas, en una carrera por suerte breve dada la limitada capacidad de la chica para resistir en una actividad deportiva sostenida. Tardó casi veinte eternos segundos cruzar todo el campo antes de poder lanzarse a la seguridad que proporcionaba el sistema de alcantarillado, en ligera depresión con el terreno, brindando la ventana de un muro y una baja altura cual trinchera en los límites del ocupado país.

Fue casi habiendo alcanzado su salvación cuando escuchó en su pierna el sonido seco y pastoso de algo rompiéndose. Llevaba escuchando las balas a su alrededor mucho tiempo, y algún cuerpo vio caerse en el camino, pero por suerte no fue el suyo. No hasta, en el último paso antes del salto, sufrir el impacto. Una bala en la pierna, a la altura del gemelo. No parecía haber atravesado el hueso, pero seguía dentro.

La joven se tambaleó cuando le falló la extremidad afecta y cayó de bruces metro y medio de salto, cayendo con los brazos por delante. Se raspó las manos, los antebrazos y parte de los codos, amortiguando el golpe. Un hilo rojo, granate en la oscuridad, cayó al lado de su rostro. Era su sangre, proyectada desde el salto hasta allí abajo. Fue en ese momento cuando dolió la pierna, anulando el resto de rozaduras menores que sólo escocían, y que en un par de piernas habrían desaparecido completamente.

Sobreponiéndose al dolor, se puso en pie como pudo, raqueando por el lado derecho. Vale, que pasase algo así había sido cuestión de tiempo. Ya estaba en una encrucijada antes, y aunque ahora estaba saliendo, lo había hecho a costa de su integridad física. Mirando mejor podía verse que la pierna seguía sangrando. Un hilo rojo corría hacia abajo desde el gemelo, cayendo hasta el talón. Era grueso y continuo, aunque lo suficientemente paulatino y débil como para que no acabase muerta en cuestión de segundos o minutos. No, no era una herida mortal, pero le dificultaba correr y había que detenerla más pronto o más tarde. 


Sawako ha perdido 3 puntos de Salud por una herida de bala y sufre una Hemorragia externa. Cada 50 minutos perderá un punto de Salud adicional hasta morir desangrada o estabilizarse. Dada la Resistencia 4 de Sawako, es poco probable que se produzca la hemostasia de forma natural, siendo precisos 3 Éxitos en una prueba de Destreza (Medicina) para tratarse a si misma. Adicionalmente el daño está localizado en el gemelo derecho, por lo que sufrirá un nivel de penalización física (restar 1 dado lanzado, los 1s anulan Éxitos) para todas las pruebas que impliquen uso de esa extremidad (Atletismo, por ejemplo) hasta que el daño se repare.

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20/06/2013, 10:13
Gretchen

Gretchen quiso y se dejó querer. Las mujeres no hacen daño.  No comprendía las razones de Natasha, pero se admiraba de su fuerza. Se encogió de hombros cuando ella le pidió que se mirara el ombligo. Ella no valía nada, ¿para qué preocuparse por ella? Tenía mucho más sentido quemarse por gente mucho más importante. Stille. Cualquier precio era aceptado sin dudar si el premio era su bienestar. 

Asintió. Habla con Ambroos. Vale. 

No le preocupaba ir y venir, no se sentía usada ni utilizada, no se quejaría de tener que caminar un rosario de paradas para conseguir cada pequeño objetivo de su vida. Le gustaba tener un fin, un destino. Le hacía centrarse. Poco a poco, como Gretel siguiendo un reguero de migas de pan, iría constuyendo cosas. 

Hablaría con Ambroos. Le convencería.

- Podrías decirle a Ambroos que lo sientes -señaló la barriga de su amiga-. No eso. Quiero decir... que se sienta mal. No tengas miedo. Saldrá bien.

Pensó en cómo expresarle lo de Jurguen. Hola, Natasha. Por cierto, el tío que te va a hacer abortar es en realidad un nazi que no sé que diablos hace aquí, pero que vivirá eternamente. Lo digo porque igual te resulta un poco incómodo abrirte de piernas delante de un hombre que sabe Dios cuántos años tiene. No tendrás helado de chocolate, ¿verdad?

- Me gustaría estar contigo -rogó-. Cuando... cuando eso -volvió a señalar el vientre plano-. Te cogeré de la mano. Te cuidaré. ¿Quieres?

Cuanto hubiera pagado Gretchen porque alguien le cogiera de la mano cuando Diéter hacía de las suyas. Como no ocurrió, sólo podía ofrecer su consuelo a Natasha. Suponía que algo así no sería fácil.  Y era una promesa: la cuidaría. La protegería del Verdugo. No podía expresarle lo que era, porque no sabía cómo sin que tuviera el efecto contrario de lo que deseaba. Así que estaría con ella.

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20/06/2013, 11:12
Eugenius Novák

Bien. Respecto a Eichmann había averiguado poco nuevo… Prácticamente nada que no supiera, salvo quizá sus gustos por ciertas bebidas espirituosas como el whisky de malta o el famoso Jägermeister. El Príncipe de Alemaniaja… la expresión hizo gracia al genio.

Bien, la apariencia perfecta de Eichmann era uno de sus mayores puntos fuertes y también su mayor debilidad. Eugenius tomó nota. Si quería destruir a Eichmann no tenía más que hackear ciertas bases de datos y mostrar a toda la prensa cómo su perfecto alemán había falsificado todos los documentos necesarios para llegar hasta donde estaba. Aparecerían pruebas de corrupción, sobornos y multitud de otros datos comprometedores en distintas cuentas bancarias, y bases de datos de universidades e incluso policía. Su famosa intercesión para la rendición de los Países Bajos se mostraría al mundo como fruto de secuestros, chantajes y extorsiones… con amenazas a niños incluidas. La carrera de Eichmann sería falsa puesto que si Eugenius quería, el popular alemán podría no haberse examinado nunca de alguna asignatura y haber falsificado su documentación para tener el título correspondiente. Y lo mismo con sus empresas, serían tapaderas para el blanqueo de dinero, tráfico de armas, etc… La prensa se haría eco del escándalo, tildarían a Eichmann de monstruo y la popularidad de Eichmann quedaría en entre dicho al menos hasta que todo se aclarara. Si quería quitárselo de en medio no tenía más que pulsar las teclas adecuadas… En un mundo donde la información es poder, y ésta se encuentra en internet accesible a todos… Eugenius podía ser el amo si quisiera. Eichmann no podría hacerle frente en ese campo… ni él ni ningún ser humano. Hasta ahora sólo esa maldita IA llamada c0mrade lo había logrado… y era algo que Eugenius pensaba remediar… se tomaría su revancha.

Por otro lado, Novák había encontrado datos interesantes sobre Fremont. Efectivamente era un hombre brillante, y Eugenius había podido constatarlo en sus breves conversaciones. Ojalá se hubieran conocido en circunstancias diferentes… al comienzo de las carreras de ambos… Podrían haber hecho grandes cosas, podrían haber cambiado el mundo… Ahora Fremont estaba obsoleto y todo el peso recaería en los hombros de Novák. A Novák le llamó la atención que Fremont considerara que su campo era la inteligencia artificial… Aunque sus sospechas de que c0mrade había sido creado por Vanderveer para vengarse de los alemanes… empezaba a tener ciertas dudas… quizá Fremont conociera la existencia del virus. Era un asunto peliagudo.

Y por último estaba Knochenmann. Un auténtico enigma. Para ser un superhombre no gozaba mucho de la fama… El que nunca hubiera mostrado nada de su cuerpo hacía pensar a Eugenius en la posibilidad de que fuera un avanzado drone de combate… quizá diseñado por Fremont, con su IA incluida… por ello tendría autonomía propia. Pero o era un drone demasiado avanzado y sofisticado capaz de hacer frente a todos los enemigos que Eichmann había mencionado… o era como Eugenius sospechaba, alguien como él… poseedor de un poder único que le hacía superior al resto de humanos.

Si era algún tipo de robot o inteligencia artificial… no sería un problema para Eugenius… sabría manejarlo. Si, en cambio, era humano o similar… Eugenius tendría que recurrir a su intelecto de modos menos… habituales. Alguien inmune al gas, que devuelve granadas y que esquiva balas no puede ser humano… y Eugenius se quedó con el toque de que adivinaba la trayectoria de disparo… ¿Algún tipo de precognición quizás? Nah, Eugenius se decantaba más por una mente aguda capaz de realizar cálculos matemáticos complejos en milésimas de segundos… eso sí sería una IA… una IA con un cuerpo casi humano… un auténtico problema.

Eugenius se frotó las sienes para calmarse y pensar con claridad… Observó un instante más la pantalla de su ordenador sin buscar nada en concreto. En breve cerraría el chiringuito y se iría a dormir, a la mañana siguiente tenía una cita importante, y si podía conocer a Knochenmann en persona mejor que mejor para confirmar varias de sus sospechas.

Tenía tanto que hacer…

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20/06/2013, 11:21
Natasha

- Podría- aseguró Natasha en relación a lo que podría decirle a Ambroos-. Supongo que tendré que hablar con él tarde o temprano ahora. Aunque era...- suspiró- precisamente lo que intentaba evitar. Él ya tiene bastantes problemas sin mi ayuda.

Se lo penso más, sin embargo, cuando Gretchen le propuso estar a su lado en el momento del, ¿asesinato? ¿aborto? Lo que fuese, le daba igual el término mientras se desprendiese de aquel oscuro pasajero.

- De acuerdo- aseguró con un cabeceo vertical-. Podrás estar... si no está el medico- añadió rápida, alejando a Jürguen de la ecuación por alguna razón-. Prefiero que no te quedes en la misma habitación que él. A Ambroos le cae demasiado mal.

Si tú supieses, Natasha...

Aunque Alice sospechaba que Natasha estaba matándolas callando, y que sabia más sobre la relación entre el sacerdote y el proxeneta.

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20/06/2013, 12:02
TCP

Novak era un genio, y sin duda podría, con sudor y lágrimas, hacer todo lo que había pensado y más. Podría, y sin repercusiones que le inculpasen si lo hacía fuera del alcance de la prodigiosa y temida Torre de Comunicaciones, único obstáculo para que diese rienda suelta a sus poderes. Y c0mrade, su segundo anatema, aunque no podía culparse por eso. Al fin y al cabo, ese programa informático era inteligente, y aprendía por si mismo. Eso era algo que transgredía las normas de aquello con lo que Eugenius, y cualquier otro hacker, estaba acostumbrado a lidiar.

Los únicos obstáculos eran que Eichmann quizás sí que hubiese sobornado, extorsionado, amenazado, torturado y estafado. Ese hombre, si era tan amoral como decían, quizás no tuviese reparos en hacer cualquier cosa para satisfacer sus anhelos. Y era capaz de darle la vuelta a la situación, por lo que podía incluso victimizarse y emprender una vendetta personal contra Eugenius. Era un temible adversario, pero porque espese a ser un inferior intelectual era un superior social. Podía desacreditarle de todos modos, claro.

En la seguridad de Suiza, con Anne a salvo, su madre bien cuidada y su hermana con un trabajo estable, con tiempo y esfuerzo, podría emprender la empresa que quisiese contra quien quisiese. Si controlaba la Torre de Comunicaciones durante 24h podía incluso controlar la ciudad de Ámsterdam.

Y hablando de hackers y torres...

Algo broto en la pantalla de Novak. Había tenido encendido su ordenador mucho tiempo, y alguien, o algo, le había encontrado. No era c0mrade. No era Fremont. No era nadie que el supiese, o eso creía. No sería su modo de proceder ni presentarse. El primero seria más agresivo y vírico, el segundo mas educado y formal. Aquello era una manzana roja para Adan, un brote de curiosidad para que le picase la serpiente.

Era un mensaje de spam, insistente, que claramente superaba los filtros normales. Unos que Eugenius había puesto sin demasiado ahínco, pues el mensaje no se reconocía como peligroso o destructivo, sino como una invitación. Era el trabajo de otro hacker. Era un mensaje. De hacker a hacker.

El mensaje de spam era, concretamente, una ventana. Rezaba el siguiente texto.

"AVALON, LA MÍTICA TIERRA DE 'LA BUENA GENTE'"

"¿QUIERES EMPEZAR EL VIAJE?"

Y de fondo un archipiélago de cuatro islas de campos verdes y lomas suaves, formando con su conjunto el clásico símbolo nuclear. Atraía su atención y le suscitaba curiosidad, claro. No era imposible colarse en su ordenador con un mensaje de spam, aunque sí algo tremendamente difícil. Él sabía defender sus archivos. Si no hubiese querido, no hubiese entrado. Pero ahí estaba. Para expulsarlo sólo tenía que trastear medio minuto. Y estaría fuera. Quizás incluso pudiese intentar rastrearlo. Usando su poder sobrenatural, a saber lo que podría hacer. Pero... ¿de verdad quería hacerlo?

Fuese quien fuese no parecía querer hacerle daño. Solo quería que viese algo que tenía que enseñarle. Era como El Gobernador invitándole a su opulente casa, solo que en un ambiente mucho más cómodo para el genio.

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20/06/2013, 12:30
Ambroos Janssen

- Antiguo y vigente. Respondió con una sonrisa torcida y algo predadora a la última broma de la informática. No era algo de lo que se hubiera avergonzado nunca. Aunque ahora su mayor cantidad de trabajo venía de su trabajo como proxeneta, Ambroos seguía ejerciendo. Igual que haría hasta que muriese, probablemente. En el Boulevard. Arjen sabía donde estaba, pero tampoco vendría mal que alguien más pudiera localizarle en una emergencia.

- Tienes mi palabra en cuanto a lo de tu búsqueda, y también con lo del material. No conozco ninguna forma de hacerme con algo así, pero si llega algo a mis oídos haré lo que esté en mi mano. El proxeneta no mentía. Quizás pudiera sacar algo de su futura visita a casa del Gobernador, pero un ordenador no era algo que entrase disimuladamente en un bolsillo, precisamente, y dudaba que los Anarquistas manejasen ese mercado. Como Olga tenía más horario en su agenda, pero no era algo que fuese a negar cuando le surgiese la oportunidad.

- Sobre el tipo se poco*. Confesó el proxeneta, aceptando el sitio que Olga le había ofrecido con la mano. Es un puto snob, de clase más alta que media muy seguramente. Aunque había pretenciosos en todas partes, alguien que pude permitirse criticar a alguien por el color de coche o de corbata sonaba a un rango económico al menos holgado. Su hija era patinadora profesional e imagino que parte de los ingresos del hogar venían de ahí. Seguramente sea viudo. Esto era una suposición: nunca había oído a Gretchen hablar de su madre.

- No he querido presionar demasiado a la cría con el tema.

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20/06/2013, 15:20
Olga Van Holsen

- Oh- exclamó ligeramente sorprendida por la revelación del proxeneta-. No tenía usted pinta de...- se rió-, bueno, reconozco que no sé qué me esperaba de un hombre como usted- se encogió de hombros, ligeramente tensa, como si no supiese del todo cómo proceder ante alguien como el nuevo Ambroos. Estaba ligeramente cohibida por esa revelación-. Supongo que tenemos un trato, entonces, más o menos- añadió en referencia a lo abierto de sus demandas-. Veré qué más averiguo sobre ese su...- dudó- tu Diéter. Si la niña te dice algo más, dímelo. Pero eso, sin presión- añadió restando importancia-. Si no necesitas nada más...

Una indirecta para seguir trabajando. Podía estar o no predispuesta por Ambroos, y aunque en sus gestos se leía cierta duda y en su voz cierto comedimiento, estaba cohibida por el hecho de que trabajase en el barrio rojo. Quizás no estuviese acostumbrada a ese tipo de cosas, o a ese tipo de hombres, o simplemente la echase para atrás como una defensa. Sea como fuere, estaba claro que no se comportaba igual a solas con el que en público, o que hacía un minuto, y no estaba molesta.

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20/06/2013, 15:36
Eugenius Novák

La súbita interrupción espabiló a Novák. Casi iba a haber cerrado el portátil cuando apareció aquella ventana. La curiosidad pudo con él. Lo primero que hizo fue proteger todos sus archivos y ficheros. Todos quedaron encriptados y configuró el firewall para que fuera quien fuera el intruso no pudiera navegar libremente por su ordenador… pero por el momento permitió a aquella ventana permanecer ahí.

Intrigado observó con atención el mensaje del hacker. Eugenius se llevó la mano al mentón… finalmente decidió no clasificar como amenaza… al menos por el momento, a aquel intruso, así que se decidió a seguirle el juego y pinchó en la ventana…

Era hora de dejarse llevar, olvidarse de las complicaciones y ver si alguien tenía algo interesante que mostrarle o no… Quizá incluso era el empleador de Rotterdam… aquel tipo que quería matarle.

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20/06/2013, 15:41
Arjen Wolfzahn

¿Qué cojones hacía una cría en aquel lugar? Y además con toda la desfachatez del mundo, sin siquiera ocultarse. Una aficionada, y una aficionada además con pinta de no ser muy lista. ¿Es que no se daba cuenta de que ir así era la mejor manera de acabar en una celda nazi? A la mente de Arjen acudió lo que siempre había supuesto que hubo de sufrir Irina en manos de las SS. Una joven guapa no tiene muchas opciones en manos de degenerados.

Tenía que sacarla de allí y rápido. Joder, no se podía dudar de los huevos de la chica de pelo teñido, pero lo que no acababa de definir era su nivel de estupidez. Y es que el coraje y la idiocia podían parecerse mucho, tanto que hasta podían ser lo mismo en determinadas circunstancias. Sólo había dos tipos de héroes según el ecoterrorista: los muertos estúpidos y los muertos valientes. Él prefería no alcanzar jamás ese estatus, que para dominar el miedo había mucho mejores resultados. Por ejemplo, saber que podía enfrentarse a media docena de nazis con las manos desnudas y salir vivo. Al acercarse le vino la vaharada del miedo. La chica rezumaba pavor por los cuatro costados. El olfato canino de Arjen y su instinto depredador así se lo indicaban. ¿Qué hacía ahí si estaba tan acojonada? ¿Necesidad? ¿Imposibilidad de moverse? ¿Estaba espiando o simplemente buscando el momento para escabullirse?

Ya puestos, ¿qué estaban diciendo los soldados? Tanto que había viajado y podía haberse interesado por los idiomas, pro Arjen no era así, no.

Sacudió la cabeza, un gesto tan propio de un perro como los bostezos en un lenguado. Con pasos cortos y medidos se fue acercando a la niña. No se puso a su lado, claro, sino a una respetuosa distancia. No quería sobresaltarla, no. Eso sería contraproducente. Tampoco iba a hacer el numerito del "buen chico, toma una galleta". No tenía ni idea de hacerlo siendo persona como para intentarlo siendo perro, ja.

Simplemente emitió un gañido bajo, de saludo, en actitud amistosa y nada amenazante. No gruñó ni ladró. No era un buen momento. Sólo quería atraer su atención y sacarla de allí cuanto antes.

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20/06/2013, 20:47
TCP

Pinchando en la ventana, Eugenius accedió a una página que contenía una firma digital burda e improvisada en cuestión de minutos. "Silk Shade". A todas luces algo paródico de organización neonazi que tenia las mismas iniciales.

A Novák le costo un poco recordar quien era, segundos, pero haciendo inventario en sus recuerdos rememoro quién o qué era. Era el alias virtual de alguien que se había dedicado a robar y destruir millones de euros de bancos alemanes. Eso decían sus compañeros de trabajo cuando mentaban las obras de hackers relevantes a nivel mundial. Por supuesto, Silk Shade no estaría a su nivel, pero seguía siendo alguien relevante.

La firma se destruyó en cuestión de segundos, desapareciendo de la pantalla para mostrar, ahora sí, la verdadera firma de Silk Shade. Letras victorianas elegantes y estilizadas en un fondo rosa, quizás relacionado con el sexo del hacker. O la hacker. O lo que fuese.

Tras ello la ventana se redirigió a otra. Fueron apareciendo frases, ocupando casi toda la pantalla, con una imagen de fondo. La primera era un paisaje hermoso, el antiguo parque donde actualmente estaba emplazada la Torre de Comunicaciones. Era la única sin texto. Después, una a una...

"Los creadores de un gran poder entienden su alcance. Aunque no siempre. ¿Qué pasa con Avalon?"

"Los creadores de un gran poder entienden sus creaciones. Aunque no siempre. ¿Qué pasa con los Hijos de Gaia?"

"A menudo las creaciones escapan del control de sus creadores. Aunque no siempre. ¿Qué pasa contigo?"

"¿Te sientes lo suficientemente poderoso, valiente y sabio para viajar, Bien Nacido?"

-Botón-
-Botón-  -Botón-
-Botón-

"Bien Nacido" era el significado etimológico de Eugenius. No cabía duda de que estaba hablando con él. El botón llevaba a una sala de chat encriptada.

- Tiradas (1)
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20/06/2013, 20:32
Padre Jürguen

Durante su reunión con Linker, a Jurguen le hubiera gustado mantener la tapadera que ya tenía como sacedote, la cual en cierto modo le vinculaba a ciertas personas (sobre todo a Erika, su vecina, con la que tanto había intimado ultimamente).

O al menos esa era la intención inicial con la que llegó a la reunión. Pero Jurguen no podía permitirse el desembolso económico necesario para reforzar su propia tapadera. Aquello le llevaría prácticamente a vivir de la beneficiencia, cosa que no podía permitirse estando la situación de la ciudad como estaba. Recordaba muy bien como habían sido las cosas durante la II Guerra Mundial. El racionamiento que muchas ciudades (incluso en Alemania al final de la guerra) tuvieron que pasar.

Las cosas podían ir aún a peor en Ámsterdam, y el dinero siempre era un bien muy necesario en una situación como aquella.

Además, que manteniéndo la tapadera tambían en cierto modo implicaba mantenerse bajo la sombra de sospecha de los nazis. Seguir en su lista. Y eso era malo. Muy malo.

Así pues, a su pesar decidió comunicarle a Linker que le facilitara una nueva identidad. Si el desaparecido cuyos papeles le iba a conceder tenía algún oficio relacionado con la emdicina o la marineria (temas de los que algo sabía Jurguen), mejor que mejor, aunque no era lo que más le preocupara en ese momento.

Tras una amena sesión de ajedrez, Jurguen se dirigió hacia el Boluevard.

El lugar era un desierto, e imitó a los dos caballeros que tomaban el café mañanero en la barra, pidiendo otro al afeminado camarero.

Estaba en esas, cuando practicamente las dos gemelas le asaltaron. No había dejado de ser un hombre nunca, y la inmortalidad no le había arrebatado la líbido, ni mucho menos. Aquellas mujeres eran jóvenes y tentadoras. Sabían bien como levantar el ánimo de un hombre.

Y sin duda, sabrían también como aliviarlo.

Así pues, la cosa bajo sus pantalones seguía funcionando perfectamente, o eso parecía empeñarse en recordarle en ese momento. Pero en ese momento, por la emnte del sacerdote pasó la imágen de Erika Taglioni. Un efecto de relación cusa-efecto que no le sorprendió.

A pesar de la belleza de las dos prostitutas, el hombre es un ser de costumbres. Erika era más próxima a su edad y, sobre todo, el sacerdote había empezado a mantener una relación más personal con ella. Deseamos aquello que vemos todos los días *.

Jurguen no las recordaba de su visita anterior. Parecía que ellas habían sido informadas de su visita por una compañera, Meike. Resultaba curioso que las chicas se fijaran tanto en la clientela que acudía al local. Él apenas se había fijado en la fauna femenina que lo plobaba. Aunque quizás Meike fuera la camarera que le atendió la noche anterior ¿No le había pasado la chica su teléfono?

Jurguen les prestó poco interés iniciálmente. Quería zafarse se ellas, y si Ambroos no estaba allí entonces su interés por el lugar y sus habitantes era mínimo.

Pero hubo un par de cosas en cuanto a lo que las dos chicas le decian que llamaron la atención de Júrguen. Por un lado, el aprecio que expresaron por Ambroos. No era la primera vez que ocurría, pues recordó que Natsha (Irina) también le había parecido trasmitir eso cuando conversó con ella. Jurguen mostró entonces curiosidad. Le había dado las sensación que todas estaban locas por el.

En cambio, en la entrevista que tuvo con Ambroos, este no pareció mostrar mucha preocupación por el estado de la chica, o eso le pareció a él. Un tipo que se preocupara por ella no hubiera dicho que el problema del embarazo de alguien con SIDA lo solucionaba él a base de patadas en el estómago y calmantes. Sea como fuera, a Jurguen no pareció que mostrara mucho interés por el tema. El tio pareció más jodido por que otra persona (Jurguen) se metiera baza en un tema relacionado con una de sus chicas que por lo que a la chica le pasara en sí. Le había trasmitido la sensación que las chicas eran como objetos para él, y que le importaban un cojón de pato. O esa fué la sensación que tuvo.

Por eso le extraño que todas mostraran tanto afecto por el tipo.

En ese momento recordó a los muchos alemanes que pululaban por el local, así como el tema de la pobre Irina, que había sido violada por alemanes. Aquello enerbó más aún al ex-nazi. ¡Ese tío, ese puto proxeneta trataba a las chicas como trozos de carne!

Además que la la doctora Maragaret pareció dar a entender que el padre del bebé de Irina podía ser alguien muy importante dentro de la jerarquía de ocupantes alemanes.

Una oscura idea, sobre la identidad del padre pasó en ese momento por la mente del falso sacerdote...

No puede ser. Demasiada casualidad. La sombra de la duda pasó por su mente al momento. Rechazó la idea, por las posibles consecuencias. Tenebrosas conscuencias.

Era mejor solucionar el tema de la interrupción del embarazo de la forma más beneficiosa para la salud de la chica posible. Y que luego todo pasara rápido y se olvidara pronto. Ver oir y callar.

Todos estos asuntos habían pasado de forma fugaz por su mente mientras se sentaba y las dos jóvenes  gemelas acudían a prestarle atneción. Se giró hacia ellas para atenderlas, y averiguar más sobre Jurguen:

-Si, soy el sacerdote que estuvo aquí la noche anterior platicando con él. Veo que tienes buen ojo.- Se dirigió a Helgle, la morena, que al parecer era la que se había dado cuenta de este hecho. Un cliché que fuera la morena, y no la rubia, la avispada de las dos.

En ese momento el padre no recordó muy bien quien era Meike, a la que había mencionado Helgle. Quizás era la camarera que le sirvió a Jurguen, frente al amanerado camarero de hoy, o una de las muchas chicas que estaban la noche anterior en el local y cuyos nombres Jurguen no conocía....

Intentó seguir la chanza de las chicas, por mostrarse cordial: - Vine a confesar los pecadosde vuestro jefe. Hace tiempo que no le veo por la iglesia, y me sentía preocupado, siendo tan buen feligrés como es.- Dijo esto con una sonrisa algo forzada. Esperaba que no se notara demasiado, e intentó ocultarlo tomando un nuevo sorbo de café. -Así que le echáis de menos. Veo que mostráis aprecio por vuestro jefe. Eso es que os trata bien.- Jurguen pensaba lo contrario, que era un cabrón con ellas, pero quería tantear el asunto.

Quizás se equivocara, o las tenía a todas chifladas por alguna razón (y le resultaba difícil de creer que aunque Ambroos fuera un genio en la cama, una prostituta diera importancia a eso en un hombre; si le apreciaban, tenía que ser por algo de caracter más emocional). De todas formas, sabía que ninguna prostituta hablaría mal de su proxeneta frente a un cliente. Pero debía tantear el tema de todos modos.

O quizás las tenga atemorizadas. Tanto como para que cuenten mentiras de él.

-La otra noche vi a mucho alemán venir por aquí.- Antes de que las chicas dijera nada, Jurguen añadió. -Yo también lo soy, no sé si os lo ha mencionado Meike, aunque hace muchos años que no piso mi pais.- Jurguen intentaba contar algo de él para que se sintieran cómodas y se abrieran un poco con él. Un objetivo también complicado, empero. Algunos hombres acudían a este lugar no sólo a follar, si no a aliviar sus penas.

Eso lo sabía Jurguen, e intentó jugar un poco con eso, siguiendo la chanza: -De todos modos, tengo que daros las gracias, chicas. A vosotras y a todas vuestras compañeras, de mi parte. Diría que me quitáis gran parte del trabajo de confesión. Si tuviera que atender a todos los hombres que acuden a aliviar y contar sus penas aquí antes que a confesarse en la iglesia, no daría abasto.- Aquí Jurguen si que mostró una sonrisa sincera, cargada de no cierta ironía, al recordar que los Calvinistas no confesaban formálmente, en fín: -Hablare con los Jerarcas de la Iglesia Calvinistas, a ver si consigo que ordenen a todas las chicas de vida alegre de Amsterdam....- Jurguen intentó usar un apelativo no demasiado ofensivo, y dejó de hablar unos segundos para escuchar las chanzas de las chicas respecto a sus palabras.

A partir de ahí, Jurguen empezó a asaltarlas, interesándose más por Ambroos. Al fín y al cabo, si era cierto que estaban locas por Ambroos, empezarían a hablar como cotorras en cuanto les preguntara como es él. A la gente en general le encanta hablar de las personas que ama cuando se les suelta la lengua.

Así como quien no quiere la cosa, le preguntaba si le conocían hace mucho, si les parecía guapo (porque había notado el interés que las chicas del local mostraban por él). Si las trataba bien y se sentían a gusto trabajando para él. De vez en cuando, Juerguen alabó el gusto de Ambroos respecto a las mujeres, tanto por su belleza como por su encanto personal...

Tras unos minutos hablando con ellas, Jurguen ya estaba empezando a dejarse llevar. Eran chicas  guapas, jóvenes y divertidas al fín y al cabo. Y aunque había empezado a hablar con ellas para averiguar más cosas sobre Ambroos y sus asuntos, pronto se vió atraido por la sensación agradable de encontrarse con una compañía bonita en una conversación agradable. Al café le siguío una copa mañanera, y pronto el tiempo empezó a pasar más rápido de lo que Jurguen hubiera creido.

Sin embargo, y a pesar de la buena compañia que le estaba haciendo pasar un rato ameno, Jurguen no dejó de pensar en Erika Taglioni. Aquellas chicas eran puro fuego, pero Erika era una mujer más cercana a su edad (aún distante en años, sin duda, pero cercana al fin y al cabo). Jurguen la consideraba más atractiva. Más interesante. Especial. No podía compararse el caracter de una mujer madura al de una chica muy jóven. Era algo distinto, difícil de explicar. Para Jurguen, a pesar de su avanzada edad propia, aquellas chicas jóvenes físicamente le resultaban tan deseables físicamente como cuando tenía veinte años.

Pero a pesar de ello, hablar con ellas era insulsa. Como hablar con unas niñas. No había punto de comparación a la conversación con una mujer de verdad. No se podían comparar aquelals bellezas a su vecina Erika.

Lo pero de todo es que Jurguen se descubrió a si mismo, incluso en aquella compañía y agradable situación, pensando en su vecina de aquella manera. Es más. Era aquella agradable sitación la que había evocado en su mente la imágen de Erika Taglioni. No era la primera vez que le ocurría, y empezó a sentir que se estaba implicando demasiado con ella. Si en compañía de mujeres más jóvenes semidesnudas no pensaba más que en ella es que algo pasaba.

Pero no debía. No podía. No. No podía permitírselo.

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20/06/2013, 21:55
Ambroos Janssen

- No, nada más. Negó con la cabeza. Gracias de nuevo. Añadió con sinceridad el proxeneta, dejando la mesa y marchando hacía la puerta. Si Olga conseguía facilitarle la tarea de acabar con ese hijo de puta lo más mínimo, cualquier pago que estuviese en sus manos iba a ser poco. No te molesto más. Contactaré contigo con cualquier cosa que reciba. Dijo a modo de despedida, abandonando la sala y marchando por el pasillo hacía la habitación donde Gretchen dormía

Una noche para pensar. Porque mañana no quedaba otra opción que actuar...Las Suxx. Los mercenarios. Averiguar los turnos de misa de Jurgüen y buscar su casa. Podía ir con la pretensión de preguntar por Irina y reconocer el lugar.

Aún no había llegado la hora del sacerdote...pero pronto lo haría. ¿No les reprochaban tanto los cristianos a los judíos el haber matado a su Salvador? Pues Janssen iba con la intención de ganarse la fama matando a todos esos hijos de puta.