Partida Rol por web

Hacia el Paso de Gunjen

Forad Molid
Días de vagabundeo dieron con tus cansados pies en una senda que cruza un frondoso pinar. Al llegar al final de éste, encuentras un arroyo que surge cantarino de entre unas peñas mohosas donde el sol pocas veces se asoma. Bebes profusamente de esa fuente. Algo más adelante, la senda que seguías finaliza en un ancho camino de tierra apelmazada y barro reseco por el sol. Una lengua de dicho camino es visible antes de descender una abrupta pendiente que da a una olla aluvial donde sospechas se instalará otra de las numerosas granjas de Esquina de Gunjen. El limpio cielo, por primera vez libre de nubes en semanas, te permite distinguir nítidamente unas volutas de humo gris que ascienden arrastrada por la brisa mientras mirabas hacia donde se acaba el camino. Te pones ligeramente tenso; hasta ahora, las 3 granjas que habías visitado estaban deshabitadas. Puede que por fin consigas indicaciones de cómo llegar a Vallealto.

Los demás
Avanzáis durante dos días dejando atrás millas y millas de camino sin descanso. Si os falta el resuello, es más por el recuerdo de la pérdida de Sondelas, el Caballero que ejercía de líder entre vosotros, que por el esfuerzo. Su sacrificio no puede, no debe haber sido en vano.
Faldoras, a caballo, decides ascender a una loma con escasa vegetación que hay junto al camino. Miras preocupado hacia el Sur. Ves a tus compañeros avanzando esforzadamente hacia el Norte, rodeando la loma y hacia donde un pinar da cobijo a unas peñas de las que deben surgir el arroyo que cruza el camino. Frentes de nubes cargadas de lluvia amenazan con finalizar las escasas horas de sol que disfrutáis hoy por fin, pero lo que de veras te preocupa mientras oteas el horizonte con la cofia de malla en la mano es lo que se avecina desde el Sur. Te parece ver unos puntos brillantes, quizás provenientes de bruñidas cotas de malla reluciendo al sol, a escasas millas por el camino del que venís, subiendo desde la granja de Pocopelo, que dejásteis atrás hará una hora y media, quizás dos. ¿viajarán a caballo? Confías en que aun montados, os dará tiempo de llegar a una vereda entre las lomas que lleva hacia el Paso por caminos agrestres.
Das la vuelta para bajar por la cara sur de la loma, desde donde no te podrán ver tus perseguidores, para ver casi sin querer una voluta de humo gris que asciende desde detrás de ese pinar que crece a una milla de vuestra posición.

Faldoras
Atas a Mordido, el caballo que perteneció a Sondelas y que ahora tú custodias, en un pino cercano. Es una bestia peligrosa, si algún extraño se acercara no tardaría en piafar y cocear.
Te ajustas bien la espada en el cinto para que no tintinee chocando con la cota de malla, y dejas el escudo cometa en el caballo, tienes tiempo para recogerlo más adelante. Tienes un reloj de arena en tu cabeza que te recuerda que cada segundo que pasa, vuestros perseguidores están recortando distancias.
Miras con atención hacia el pinar que crece a mano derecha. Parece servir de límite de varias granjas. Algo más adelante, y ya cerca de un repecho que el camino toma antes de descender en una fértil olla, ves una senda que surge de entre los pinos y cruza bajo las peñas de las que cae un hilo de agua que imaginas es el origen de ese arroyo de atrás.
Cuando vuelves a mirar al camino, el humo casi te golpea el rostro con un olor que te suena, pero que no reconoces. El fuerte olor te despierta una leve jaqueca; no te vendría mal un trago en estos momentos.
Con paso firme alcanzas el repecho abriéndote paso entre el humo que empuja una a rachas fuerte brisa. Tus ojos llorosos alcanzan a ver el camino serpenteando junto a una cerca de madera de un metro de altura y que en parte está vencida como si alguna fuerte bestia -quizás un caballo- hubiera pasado por encima. Entre la cerca y el camino crecen altos árboles que cortan el viento. Una construcción de piedra en su base y madera en el piso superior se alza al noreste de tu posición, calculas que a cuatro patios de armas del Descanso de Hakoon de distancia; debe ser una granja, con establo, graneros y pajar anexos.
El origen del humo es una fogata casi apagada junto a los árboles, a medio patio de armas bajando por el camino. Escuchas un caballo relinchar moribundo, aunque no alcanzas a verlo. Te parece escuchar unas voces cerca de la arboleda, en la senda que cruza los campos de cultivo hacia la granja.

Sortien
Nunca has soportado quedarte en la retaguardia. Sigues sigiloso los pasos de Faldoras. Ves cómo parece mirar distraido hacia una peña para luego dar un pequeño respingo al verse dentro del humo que asciende. También ves cómo a veces se lleva las manos a la cabeza y se masajea las sienes, como si sufriera algún dolor. Finalmente, llega hasta el repecho y allí se detiene. Te pones a su altura y miras hacia el descendente camino. Allí abajo ha habido tema, piensas rápidamente. El origen del humo son varios cuerpos muertos. No alcanzas a ver más de lo que Faldoras ya ha visto u oído.
Faldoras
Cuando sientes la presencia de alguien a tu mano izquierda, instintivamente desenvainas la mitad del arma antes de ver que el que se pone a tu altura es Sortien. Tiene tendencia a hacer este tipo de cosas, y no consigues hacerlo entrar en redil con tus largas explicaciones sobre la necesaria disciplina.
Forad Molid
En cuclillas y con la lanza sujeta en la mano derecha y baja, intentas buscar una posición donde el humo no te alcanze. Cuando por fin la encuentras, ves cómo el edificio efectivamente parece una granja, y tiene todas sus puertas y ventanas cerradas excepto la de un granero, donde tres jóvenes están asomados mirando hacia el camino. No te da tiempo de ver nada más, ya que el viento cambia y te envuelve en una tóxica nube de humo que te ciega y te asfixia durante unos instantes. Cuando te resitúas, ves cómo dos hombres se acercan hasta el repecho, a unos 15 pasos de donde tú estás ahora, sin parecer verte gracias a ese repentino cambio de dirección del viento. Distingues perfectamente la armadura y la apostura del primero; es un maduro Caballero de la Justicia. El que le sigue a poca distancia es un hombre de aspecto recio y manco, con un estoque de bella empuñadura en el cinto. Deduces que quieren ver, al igual que tú, lo que ocurre allá abajo.

Ankor
Pierdes de vista a los dos cuando rodean el extremo norte del pinar. Todo parece tranquilo a vuestro alrededor.

Forad Molid
Hay poco tras lo que te puedas tapar. Con el cuerpo echado en tierra te arrastras hacia unos helechos que crecen en la linde del pinar, y cercanos a un pequeño precipio de varios metros que se abre sobre la olla donde se encuentra la granja.

Kanlil
El canto del arroyo entre el pinar es la principal melodía de la zona. De cuando en cuando una rana croa, y una súbita ráfaga de viento hace que la copa de los pinos produzca un tranquilizante frotar. Pero tu excelente oído te llega para escuchar un lejano relincho tras el pinar, por donde han desaparecido tus compañeros.

Faldoras y Sortien
Antes de que tenga Faldoras tiempo de responder a la alocución del manco, Sortien ve asombrado cómo una criatura de aspecto humano surge de entre unos helechos que crecen no muy lejos de donde os encontráis y en dirección al pinar. De pasada entre voluta y voluta de humo, lo ves forcejear consigo mismo, llegando a tropezar y caer al suelo para reincorporarse lanzándose para coger algo insustancial. En su excéntrico baile parece avanzar a trompicones hacia vosotros.

Qué dices, ¿un relincho? yo no he oido nada. Mmmm haya o no relincho lo que si es cierto es que aquí no hacemos nada. Vamos Kanlil, por aquí, intentemos hacer el mínimo ruido posible
Ankor toma el camino por el que vió bajar a sus compañeros.

Ankor & Kanlil
Tomáis el mismo camino que el manco y el caballero. Mientras rodeais el el pinar, escucháis las imprecaciones al caballero y al manco hablar con algún desconocido.

Todos los que veis a Forad
El salvaje surgido de entre los helechos comienza una precipitada huida cuando ve la punta del estoque extendida hacia él. Precipitada es una palabra que se queda muy corta a la hora de poner de manifiesto sus brutales reflejos y la velocidad puesta en sus movimientos.
Sortien
De entre todos los miembros del grupo, eres el único que puede encontrar una explicación a tal desmesurada agilidad, pues recuerdas los tiempos en que los Practicistas, como eran conocidos entonces los conjuradores, pasaban ocasionalmente por la corte de tu primo.
Todos
La dirección y fuerza del viento cambia y ahora el humo se dispersa desde bien abajo. La olla que se abre a vuestros pies, de un radio de un par de millas y limitada por varias colinas al noroeste y una serie de pequeños precipios y abruptas paredes al este, es ahora mucho más visible que antes desde vuestra posición.
Forad
Pisoteas los helechos, saltas entre los pinos y llegas hasta la peña y te encaramas en ella. Tras ascender por ella un par de metros llegas a un punto en la pared donde no encuentras más asideros. te quedas allí colgando, dubitativo durante unos instantes.

Ankor & Kanlil
Llegáis a la escena al punto en que Forad desciende como un rayo sobre su perseguidor, Sortien.
Faldoras
Ves salir a Sortien tras el practicista. Piensas que sería necesario frenar al impetuoso manco, no quieres que haya una nueva desgracia que entorpezca vuestra marcha, sabiendo lo que se os puede venir encima desde el sur.

Sortien
El practicista surge de entre los pinos nuevamente, lanzando improperios y dando patadas y puñetazos al aire. Parece realmente molesto por tus palabras.
Años de entrenamiento te llevan a colocar tu brazo y tus piernas sin pensarlo en la postura inicial de la apertura Molhan. Asientas tus pies entre los helechos pisoteados a los que habías llegado en tu persecución. El salvaje está ya casi sobre ti.
Ankor
No temes por la vida de Sortien, piensas que un salvaje, por muy rápido que sea, poco puede hacer contra un maestro de la espada como él. Por eso miras de reojo hacia donde baja el camino, y te sorprende ver a un tipo grandullón cubierto con una cota de malla y portando una espada acompañado por otros dos más pequeñajos y también protegidos bajo mallas metálicas subiendo hacia vosotros. Detrás de ellos hay media docena de granjeros armados con arcos apuntando hacia vuestra posición. Con ojo clínico estudias al grupo: Por la manera en que se disponen y por cómo resoplan los armados con espadas bajo sus armaduras, incluso viendo cómo uno de ellos se ha ajustado mal la chaqueta de malla y la lleva abierta por el pecho, sabes que no son hombres de armas; deben ser granjeros.
Kanlil
Pones parte de tu encanto natural en tu intento de tranquilizar al salvaje.
Forad
Aunque tu sentido común (INTx3) te dice que te enfrentas a alguien peligroso, si es que se atreve manco y sin armadura a hacer frente a un riesgo desconocido, tu desvarío te hace cargar contra el espadachín que te ofendió. Ves que más gente ha llegado en su auxilio, y un arquero apunta con gallardía hacia ti una flecha emplumada. Su ruego pidiéndote que te tranquilices relaja algo tu ataque de ira. Estás en tu derecho de detenerte y reflexionar si lo deseas (una tirada de entereza te permitiría actuar de forma sosegada).
Faldoras
Mientras vigilabas que no ocurriera nada demasiado grave entre el supuesto conjurador y el manco, escuchas una imprecación de alguien que se acerca camino abajo:
¡Ehh vosotros!¡Alejáos de aquí rufianes!¡Id a otro sitio a entregaros a vuestras disputas! y dejadnos en paz
Es la voz aguda de un joven de campo.

Por un momento Forad queda parado pero inquieto. Mira a un lado, mira a otro. Intuye que quién esta delante de el es peligroso pero el podría llegar a serlo mucho más.

- ¿Donde está Padre? - Se pregunta a sí mismo.

Todos
La situación parece haberse calmado en torno al salvaje, que en el último momento ha perdido los estribos y se encuentra dando rienda suelta a un torrente de sentimientos en el suelo, mientras Sortien lo vigila receloso y Kanlil se acerca con el arco bajo.
En el camino, Faldoras y Ankor veis cómo los granjeros ascienden unos 20 o 25 pasos más y se detienen a escasos metros de donde os encontráis.

(Mirando ligeramente desafiante y con la espada desenvainada)
No os conozco de nada, extranjeros. No buscamos problemas con los de vuestra clase, y tampoco nos interesa qué asuntos os traen por aquí. Seguid vuestro camino pacíficamente y no seguiréis el ejemplo de esos cerdos que arden ahí abajo (señala hacia la pira que hay junto a los árboles).

El joven alto os mira con desconfianza. Parece evaluar a Ankor, y posteriormente un atisbo de reconocimiento brilla en sus ojos al fijarse en Faldoras.
Mi nombre es Farong y me encargo de que todo marche bien aquí. Podéis seguir con vuestro viaje, extranjeros, siempre que la marcha la guíe este Caballero. Llevaos de aquí vuestras disputas, Dice, señalando con el mentón hacia al salvaje, no necesitamos que atraigáis sobre nosotros nuevas desgracias
Uno de los que le acompaña lo coge del brazo fuertemente y le obliga a mirarlo. Su mirada está cargada de reproche.
Granjero armado:Es tu culpa que haya mirones por aquí. ¡Puta idea lo de quemar los cuerpos!
Farong se desembaraza de él de un empujón y habla hacia sus dos compañeros alzando la espada, manchada con sangre reseca cerca de la empuñadura.
-HARÉIS LO QUE OS DIGA. ¿Quién ha matado a los bigotes, eh, cobardes?¿Creéis que vuestras flechas y vuestras lanzas los hubieran si acaso frenado sin mis ideas ni mi brazo empuñando mi arma?
Los dos compañeros se quedan callados y miran al suelo.
Farong se vuelve hacia vosotros.
Idos lejos de aquí, hacia el norte. Y no habléis de lo que habéis visto aquí, Caballero. Empeñad vuestra palabra en ello, os lo ruego, y os daremos vituallas para vuestro viaje

Farong parece dudar entre añadir algo más o no hacerlo.
Al final, tu actitud calmada y tu presencia de caballero hace que suelte un poco más la lengua a disgusto.
Señor... Faldoras, mi padre me enseñó que los de su condición no suelen tomar partido en las disputas. Si yo le contara algo más, sería sólo por que usted y los suyos estén dispuestos a ayudarnos con sus armas, no con sus palabras. Por mí, me basta con que jure guardar silencio y siga su camino...