Partida Rol por web

detengo el ataque del gordrino interponiendo el estoque, y con evidentes muestras de enfado tras la brillante detención que ha realizado, sin duda no es un aficionado.

Vas a probar la maestría de un Hochalas desgraciado! no vas a ver venir mis golpes

Sortien realiza un ataque Jerold, y deteniene un posible ataque.

Kanlil nota como una daga pasa a escasos centímetros de su cabeza. Al girar la vista, ve al tipo que le ha lanzado la daga, y sin intención de darle tiempo a repetir la jugada, se lanza a por el, subiendo las ultimas escaleras espada en mano, y comprobando que su maestro se encarga del gordrino. Al llegar arriba, Kanlil le lanza un rápido tajo con la espada, atento a cualquier posible replica del lanzador de dagas.

El gordito del pelo grasiento vuelve a arrojar una daga a Kanlil mientras éste carga hacia él. La daga impacta certeramente sobre la articulación de Kanlil, pero la armadura que éste lleva incómodo bajo sus ropajes por fin tiene su utilidad: la daga cae inerme al suelo.

Tras soltar una sonora maldición, el vallés saca una espada corta al tiempo que trata de esquivar el golpe de Kanlil. Lo hace agachándose y retirando el cuerpo. Suelta un sonoro "¡ja!" tras la maniobra, pues el costado izquierdo de Kanlil queda expuesto para que lo apuñale en breves segundos...

El gordrino aguanta el chaparrón de estocadas con estoicismo. A cada nueva puntada, el moreno interpone la hoja de un hacha, el mango de la otra, incluso aparta golpes con la armadura del antebrazo. Sortien comienza a impacentarse, pues hace mucho que un rival le sostiene un combate más allá de quince segundos. Por eso, vuelve a caer una vez más en la finta gordrina, que le amenaza con el hacha izquierda para luego caerle por el lado contrario con un tajo descendente. Tiene tantos recursos que es capaz de detener ese golpe con la cazoleta de su estoque... pero abre los ojos desorbitados cuando ve el cuello de su arma descascarillado ante el potente hachazo del gordrino. Nublado por la ira, da dos nuevas estocadas en falso para luego empujar con una patada al gordrino contra una de las columnas de la sala y allí ensartar dos dedos de acero Hochalas en el ancho muslo cubierto de escamas y cuero duro de su oponente. Este grita de dolor y aparta con un nuevo hachazo al aire al maestro de esgrima, mientras toma aliento trabajosamente. Los dos se detienen unos instantes para tomar aire antes de seguir intercambiando golpes...

Kanlil nota como al atacar precipitadamente deja su flanco expuesto. Consciente del peligro, intenta esquivar el ataque del enemigo, tras lo cual se lanza hacia el rubio, con la rodilla por delante, intentando incapacitarlo con un golpe en los testículos.

El sucio rubio trata de apuñalar a Kanlil con todas sus fuerzas. Lo consigue, alcanzándole por el hombro, pero queda estupefacto al sentir la fuerte cota de mallas bajo el ropaje, que para gran parte de un golpe que hubiera sido mortal sin la armadura.

Aprovechando la confusión del rubio, Kanlil le da una patada en la entrepierna digna de estudio en las academias de combate de medio mundo, mas la suerte del tipejo le lleva a moverse inconscientemente hacia atrás en el último segundo y ahorrarse la inseminación artificial para su mujer...

Kanlil aguanta el dolor del acero en su hombro y le da un rodillazo en la entrepierna al gordo. No parece haber sido todo lo efectivo que Kanlil hubiese querido, pero el sucio rubio parece retorcerse por el dolor, cosa que aprovecha Kanlil para lanzarse al ataque, describiendo un arco bien dirigido con su espada, y lanzándole una patada para intentar desequilibrarlo.
Ankoooor! ¡Aquí arriba! Por las escaleras del fondo!

Sortien tras ver como el peculiar gordrino arranca parte de la belleza de su hermoso estoque, y sorprendido por las palabras que éste le dice, decide cambiar de táctica...pues sabe que con este no servirá de nada repetir la misma maniobra.
Asi pues decide hacer un desarme Caldinor en el arma con la que le ha atacado dos veces, dejando libre el arma con la que detiene.

Vaya me has dejado sorprendido, no por que seas un buen guerrero que conoce los movimientos de un vejo maestro, sino por que siendo de tu maestria estés al lado de esta escoria de Cumeje...no deberías de haber pérdido el tiempo con él

El rubio trata de contener los tajos de Kanlil como puede, pero el dolor le impide hacerse a un lado cuando el de Cantera de Lorden le saja los tendones de la rodilla.

El oponente de Kanlil cae al suelo, cojo, desde donde se defiende retorciéndose de dolor...

Mientras te acercas hasta donde los peones, ves desaparecer doblando la esquina a la tintorera guapa. Un latigazo de lujuria te sacude al ver sus blancas y largas piernas bajo las faldas de la vallesa rubia. Hace mucho que no disfrutas de compañía femenina, desde que saliste de Kar Duchodri hace dos meses concretamente...

Ensimismado en tal contemplación llegas hasta donde los peones están organizándose. Cuando te ven junto a ellos, te miran con desprecio.

-¿A nos pregunta? Ninguno, pues. Aen todo caso a los malevivientes c'allí se arrean inquiérales, c'aquí na más que procuramos que ningún compadre salga lastimado- el tipo, un hombre de robustas espaldas, escaso pelo y pobladas cejas negras, te mira de arriba a abajo, y no parece gustarle lo que ve -. Además, ¿qué te importa lo que fagamos? Véte y no incordies

Una sonrisa aflora en los labios de Kanlil cuando consigue herir en la pierna al rubio. A pesar de quedar tirado en el suelo, Kanlil no baja la guardia, pues bien podría lanzar una de sus dagas desde esa posición. Así que dispuesto a poner punto y final, Kanlil se lanza contra su adversario, buscando un golpe mortal, pero se precipita en su acción. Su golpe no alcanza su objetivo, golpeando su espada irremediablemente el suelo del piso.

No he venido a ajusticiar a hombres que no deberían estar aqui...por mucho que hayan hecho en el pasado, un hombre es lo que dicta su corazón y lo que hará en el futuro. Así pues ríndete y no cojas esa espada.

Dice el maestro de esgrima tras quitarle el otro hacha de las manos al gordrino

Kanlil vigila a Cumeje...

Kanlil intenta apuñalar al rubio pero éste se retuerce y evita la hoja de su verdugo apartándola con su daga y haciéndola chocar sonoramente contra el suelo. Luego hace un esfuerzo por rebanar el pie de Kanlil, pero el golpe es malo y éste lo esquiva con dar un paso atrás.

Cuando la segunda hacha sale disparada de su mano, el rostro del gordrino se crispa de la impotencia. Durante unos segundos resopla con fuerza, sus dedos buscan la empuñadura de la espada corta, pero luego suspira y deja caer los brazos. Se apoya contra la columna más cercana y poco a poco se desliza hasta el suelo, donde queda sentado.
-Me rindo-, dice con voz trémula en un susurro.

Kanlil está muy ocupado con su oponente, por lo que Sortien, ahora más tranquilo pivota sobre sí mismo buscando a Falid... y no lo encuentra. Una ráfaga de rabia le sube desde el pecho. ¿Dónde puede haberse metido ese malnacido? Seguramente se habrá arrastrado almacén adentro, hacia las sombras...

Kanlil, demasiado concentrado en la lucha como para percatarse de que el gordrino se ha rendido, reanuda su ataque. Da un corto paso hacia un costado, aprovechando que el rubio tiene menos movilidad, para intentar quebrar sus defensas, y lanza un nuevo tajo hacia el de las dagas, sin perder de vista el arma de este, pues bien ha demostrado ser peligroso incluso desde el suelo.

Maldita sea!! Ankor ayuda a Kanlil.

Y tú! dice Sortien dirigiendose al gordrino
¿cual es tu nombre??
ven conmigo y ayudame a encontrar a Falid!!

Sortien se dirige al interior de la galería con los ojos bien abiertos

El sucio rubio está dispuesto a seguir dando guerra desde el suelo. Kanlil trata de apuñalarlo incesamente con la rabia atravesada en su rostro, pero el vallés detiene cada golpe con su daga sirviéndose de ágiles movimientos de muñeca. Está ya arqueándose para clavar la rodilla de la pierna buena en el suelo y recuperarle terreno a Kanlil cuando ve a la mole recubierta de hierro y armada con más de ocho palmos de acero de Ankor. Su rostro refleja por fin miedo, e intenta arrastrarse hacia atrás cubriéndose con las dagas.

-¡Me rindo!¡Dadme cuartel!¡Pagaré rescate por mi vida!

Según Forad profundiza en su papel de guía espiritual, Pelarun se muestra absorto en su discurso. A ratos parece perdido, a ratos parece comprenderlo todo, incluso el engaño al que está siendo sometido. Cuando Forad le toca, él es tan sólo un espectador, no parte del cuerpo que el conjurador roza con suavidad. Sólo cuando escucha los nombres de Oredon y Aros su rostro se crispa mostrando algo de humanidad. Asiente vehementemente cuando escucha la imprecación sobre los antepasados. Y, finalmente, tras mirar durante cinco latidos del corazón de Forad la herida, se pone de pie. Analiza escrutador la intensa mirada del conjurador.

- No fallé. Fui donde los Argar y me enterré de todo - la forma en que remarca el "todo" en esa oración no le gusta a Forad. El bárbaro se acerca hasta que ambos quedan frente a frente, separados los rostros por un palmo-. Te equivocas sólo en una cosa: nunca crreí en los Hombrres. Porr eso llevas la marrca de mi incrredulidad en tu pecho. Porrr que ella fue superriorr a lo que tú crrees en la fuerrrza de los ancestrros- El bárbaro se permite tomarse un par de respiraciones, remarcando lo que ha dicho, antes de continuar.

-Tú tampoco fallaste. Oredon, Aros y los ancestrrros quedarron en paz cuando te rrreuniste con los tuyos. Cuida la hoguerra, y cuida que nadie entrre aquí.

Pelarun sale de nuevo al exterior, se empapa en la tenue lluvia mientras mira al cielo. Luego vuelve a asomarse a las ruinas donde Forad se cobija.

-Pide a los ancestrros que me guíen en esta peligrrosa caza.

El conjurador lo pierde de vista unos momentos después.