Partida Rol por web

Faltan aun dos semanas para los exámenes y en consecuencia para las vacaciones.

Y allí se encuentra Keigo, enfrente de la Pastelería Otomiya de Shibuya Center. Hace frío, pues estamos a mediados de diciembre y la gente ya va a lado y lado buscando los regalos, abrigados, algunos con prisas... aunque también hay algunas chicas de la tribu urbana Gals que van muy ligeritas de ropa a pesar de la rasca.

Cuando entras a la pastelería, una deliciosa aroma a pasteles te envuelve, y el calor de la estancia se te coloca enseguida en los huesos. Hay varias personas, tres chicas de unos trece años, una abuela y una parejita.

Está todo decorado con tonos suaves y agradables, además, todas las paredes estan llenas de fotos, enseguida distingues a la chica de tu clase, y la que te ha invitado: Miaka Otomiya, sale en casi todas las fotos, y hay una, detrás del mostrador, que sale con otro chico que también conoces, Furen... pero te sorprende que el cristal esté roto y el marco despuntado. En todas las fotos, todos los participantes, estan sonriendo, la verdad es que aun le da un aire más bonito a la pastelería en general.

El mostrador está lleno de pasteles con una pinta genial, se te hace la boca agua solo de verlos. Y más detrás: Miaka, despachando con una sonrisa enorme a la abuela. No parece que te haya visto.

Keigo se llena los pulmones del agradable olor de la pastelería nada mas entrar en ella y sonríe de oreja a oreja sin poder evitarlo: La tienda invitaba a la felicidad.
Habiendo crecido en un sitio como ese era lógico que Miaka fuera como era.

Le extrañaba la foto que tenía con Fuuren... mas que nada porque el cristal estaba roto y el marco dañado también. Como entendía demasiado de parejas y relaciones amorosas, lo dejó pasar para fijarse mas a fondo en el resto de las fotografías.

El chico viste un pantalón pirata bastante largo, que le queda algo por debajo de la pantorrilla, de un oscuro color caqui y lleva una sudadera con capucha y canguro que parece bastante calentita y, sobretodo, cómoda de un color crema bastante alegre. A la espalda cargaba una gran bolsa en la que llevaba los patines que, efectivamente, había encontrado su madre en el garaje detrás de algunos montones de cajas.
No es que se hubiera puesto especialmente guapo o arreglado para quedar con Miaka, pero el hecho de que pareciera menos despeinado que de costumbre, daba una pista sobre la importancia que tenía la chica para él.

Se coloca en la cola, como todos los demás, y espera a que su compañera termine de despachar a los clientes... aunque la saluda con efusividad desde el final de la fila, agitando una mano en el aire.
¡BUENAS TARDES, MIAKAAAAA! ¡YA ESTOY AQUÍ!

¡Keigo! ¡Ya has llegado! - Miaka sonrió de oreja a oreja, despistándose un momento y... provocando que el pastel que tenía entre sus manos preparado para envolver, se cayera al mostrador de nuevo, espachurrado.

Una gota recorrió su frente mientras su madre, una mujer a la que Miaka se parecía casi en su totalidad, se reía.

- Ay... qué torpecilla que eres, cariño. Coge otro pastel, ahora limpiaremos esto. Disculpe, ¿eh? - la mujer a la que atendía sonrió con amabilidad y asintió, no iba a enfadarse por ello... la madre miró a Keigo y siguió sonriendo - Hola, cielo ^^ - miró a su hija - últimamente traes a muchos chicos guapos, ¿eh?

Miaka estaba total y completamente colorada, terminó de despachar a la señora y salió de detrás del mostrar, toda ella olía a dulce.

Se refería a Ura... que vino ayer por la tarde - le explicó, aun roja, sin entender muy bien el porqué, Miaka no quería que Keigo pensara nada raro de "otros chicos" y todos sabían que Ura... estaba con Ren. Finalmente la chica sonrió - El pastel está a dentro, ¿lo comemos y luego vamos a patinar?

Sin esperar respuesta, Miaka tiró de Keigo, como hacía tantas veces cogiéndole del brazo, y metiéndole detrás del mostrador, dirigiéndose a una puerta cerrada.

Mucho gusto en conocerte, Miaka me ha hablado mucho de ti - sigue sonriendo, mientras sin mirar envuelve un pastel a la perfección - cómo si estuvieras en tu casa, puedes comer los pasteles que quieras - se ríe.

Mira a su hija, antes de que abra la puerta - Y acuérdate de que tu padre duerme. No hagáis mucho ruido.

¡Aham! ¡Ura también compra pasteles aquí! ¡Chico listo... si señor... muy buena elección! jejeje
Keigo es de esos chavales que aunque sienten una gran curiosidad y se suelen enterar de todos los cotilleos, no malpiensa sobre nadie. Y menos sobre alguien a quien conoce de clase.

Le dedica una muy educada reverencia a la madre de Miaka a modo de saludo cuando su hija la presenta.
¡Muy buenas tardes, señora Otomiya!
Cuando vuelve a levantar la vista, está algo colorado. Siempre le asaltaba la vergüenza al conocer a los padres de sus amigos. Y mas aún cuando estos eran tan simpáticos y agradables.
¡Espero que Miaka solo le haya contado cosas buenas! ¡jajaj! Y muchísimas gracias por la invitación, pero creo que si me comiera todos los pasteles que quisiera... ¡tendrían que cerrar el negocio! Y además, luego tendría problemas en casa, que mi madre ya está cansada de que tenga indigestiones por comer de mas...
^///////^
Se lleva la mano a la nuca y se rasca el pelo, avergonzado de nuevo por su gran boca y su habilidad para decir cosas que no son realmente necesarias.

Apurado, se deja arrastrar por Miaka, que lo coge del brazo y lo lleva hasta la puerta que seguramente de a la trastienda o a la casa de los Otomiya. Keigo no sabía donde vivía Miaka, pero suponía que lo haría por ahí cerca. Si el tuviera una pastelería, dormiría todo lo cerca que pudiera.

Estando tan cerca de su compañera de clase, no puede evitar oler el dulce aroma que despide y sonreír, con cara de idiota. Le encantaban las chicas que olían a dulce.
Nooos comemos... el pastel... y luego vamos... a patinar... si...
Responde idiotizado, incapaz de dar una respuesta mucho mas coherente.

Estará divertido, ya verás, además con el frío que hace apenas habrá gente - se gira mientras camina detrás del mostrador abriendo la puerta. Ambos pasan, llegando a un sitio totalmente diferente.

El lugar es muy moderno, aunque las fotos por todos lados siguen estando, al igual que el olor a dulce, casi todas son de Miaka, se nota que es una niña un poco consentida, e hija única, además hay peluches por un montón de sitios, cuando pasáis por delante de una puerta, Miaka se lleva un dedo delante de los labios.

Shhht... no hagas ruido, mi padre duerme... - pasa a cluquillas, aunque cuando está a medio metro de la puerta da unos pasos rápidos y el ruido vuelve a ser el normal, luego abre una habitación.

Solo de entrar te deslumbras, las paredes son rosas, aunque no se ven apenas por la cuantidad de pósters que hay, la gran mayoría de ligas de baloncesto o de patinaje, también hay un par que son de esquí. Las sábanas de la cama son rosas de flores, y tooooodo el largo del escritorio está lleno de peluches caseros, perfectamente cosidos, en la mesa de trabajar hay trozos de ropa, y un osito a medio construir, con un ojo colgando. También hay un armario, con pegatinas rosas, y estanterías con algunos mangas, libros y más peluches.

Bueno, ésta es mi habitación... el desorden es mi orden - dice, sonrojándose y sonriendo, y cogiendo el peluche del ojo colgando.

A un lado de la habitación están los patines, azules y amarillos, casi brillan de lo limpios que están.

Keigo sigue de puntillas a Miaka mientras pasan por delante de la puerta de su padre, tal y como le ha indicado, para no despertarle. Le parece curioso que esté durmiendo a esas horas, pero mas curiosas son las fotos, así que centra su atención en ellas y no le pregunta nada hasta que llegan a su cuarto.

Como si acabara de ser deslumbrado, keigo se lleva las manos a la cara, tapándose los ojos y riendo a carcajadas.
¡NOOOOO! ¡Ningún chico debería pisar nunca una habitación semejante! ¿Como lo soporto Ura?... ¡AH!... Claro... ¡JAJAJAJAJAJA!
Se echo a reír a mandíbula batiente mientras se paseaba por el cuarto, mirándolo todo con interés y cogiendo alguno de los peluches que mas le llamaran la atención para preguntarle a Miaka cosas como sus nombres, por qué los hizo, cuando, como, por qué esos colores... y mil cosas mas. : D
Anda que si a esto lo llamas desordeeeeeeen... fiiiiuuu... no quieras ver mi cuarto...

Se ríe divertida a carcajadas, con la coña fácil de Ura - ¡Qué quieres! El rosa es mi color favorito*, y el amarillo también.

Se sienta en la cama y se dedica a ir respondiendo las preguntas de Keigo, sonriendo y mirando cómo se va paseando por la habitación. Finalmente se levanta.

¡Vale ya! ¡Vamos a comer pastel! Qué hace... ¡13 minutos y 27 segundos que no como! - aun riendo, abre la puerta de la habitación, mira a lado y lado de ella, como si fuera un detective secreto 007 y le hace una señal a Keigo para avanzar... y se dirige a puntillas a la cocina.

Una vez allí estalla en carcajadas, aunque las intenta apaciguar con la mano, mientras abre la nevera - Creo que me ha quedado bastante bueno... lo he hecho todo yo, que estos días he estado practicando - coge un cuchillo grande, dos cucharas pequeñas y dos platos, mira a Keigo - venga, vamos al salón.

El salón es, quizás, la estancia más tradicional de la casa, tiene la mesa brasero, el cual está encendido, al centro de la habitación y una grande tele a un lado... al lado de ésta se puede ver la videoconsola con varios juegos puestos en orden al suelo.

Espero que me haya quedado rico... - con la lengua fuera, Miaka corta el pastel y pone un trozo a un platito para dárselo al chico, repite la acción colocándose el plato delante - ¡Qué aproveche! ^-^

Aun así no se mete el trozo de pastel a la boca... espera que Keigo lo pruebe primero.

El pastel es divino, exquisito, con una textura tan suave que se te haría la boca agua si no fuera porque tienes pastel en la boca... nunca habías provado nada semejante. Incluso los ojos se te empañan de lo bueno que está*

¡UUUUAAAAA! ¡Yo he tardado mas de media hora en llegar a tu casa entre unas cosas y otras!
Se queja también, ansioso por tener algo dulce que llevarse a la boca.
Si no vamos a por ese pastel... ¡voy a tener que comerte a ti! ¡Que hueles a dulce como si fueras una tarta! ¡jajaja!
Se ríe hasta que Miaka abre la puerta, momento en el que se lleva las manos a la boca, a modo de silenciador, para no despertar al padre de la chica.
La sigue de puntillas durante todo el camino, con muchísimo cuidado, para no hacer el menor ruido.

Al llegar a la cocina y ver que Miaka vuelve a reírse, se deja contagiar por sus carcajas y estalla el tamién en una risa sonora y cristalina.
¡NO ME MATES CON ESE CUCHILLO! ¡Te prometo que no me comeré todo el pastel!
Exclama pegando un saltito hacia atrás y poniendo una exagerada cara de susto al ver a Miaka sacar un graaan cuchillo de uno de los cajones. Vuelve a contener la risa mientras la sigue hasta el salón. La casa y la compañía de Miaka le ponían de muy buen humor.

Keigo le iba a preguntar por la videoconsola...pero al ver que ya le estaba ofreciendo el pastel, ni se lo pensó. Lo cogió casi con reverencia e inclinó la cabeza, muy formal, agradeciendo el detalle.
¡Qué aprovecheeeee!

:_____________D

Es... es el mejor pastel que he probado en mi vida, Miaka...

Se ríe ante las payasadas de Keigo, como para no reirse. Se siente a gusto con el chico, siempre se estaban riendo y haciendo el tonto, y era relajante. Incluso se había olvidado de lo que había hablado con Ura.

¿Te gusta? Vaya, que alegría ^///^ - esboza una tierna y dulce sonrisa, mirando a Keigo con emoción. Y luego sí que se mete la cuchara a la boca - ¡sí que me ha quedado bueno! - exclama, sin dejar de sonreir contentísima.

¿¡BUENO!?
Exclama incrédulo, con la boca abierta por la sorpresa y parpadeando con fuerza.
Tía... pasear por una calle desierta a media tarde es bueno. Encontrarse 500 yenes en los bolsillos de un pantalón es bueno. Marcar el gol de la victoria en el último minuto es bueno... ¡PERO ESTE PASTEL ES LA BOMBA!
Exclama dando una palmada al aire y sonriendo de oreja a oreja.
Quizá estaba exagerando un poco por hacer la gracia, pero en el fondo se veía que sus palabras eran genuinas.
Se vuelve a echar un trozo de pastel a la boca, uno no demasiado grande para que le dure mas, y se queda un momento callado, pensativo.
¿Qué tal ayer con Ura?
Pregunta al cabo de un rato, entre cucharada y cucharada.

Se ríe, sonrojándose - Vale, vale... ¡está MUY bueno! - dijo finalmente, mirando a Keigo y volviendo a reírse.

Cuando le habla de Ura, Miaka adopta una postura un poco más seria... y se queda mirando el plato, después apoya la cabeza en la mano, ya que el codo está sobre la mesa - Estaba... raro - no puede negar que está preocupada.

¿Raro?
Keigo era un cotilla. Un maldito cotilla. Y si Miaka parecía preocupada es que le podría haber pasado algo serio a Urahara.
¿Le ha pasado algo con Ren? ¿No lo habrán dejado no? Seguro que ha sido por culpa de ese español nuevo... Se habrá metido por medio y, claro, lo normal es que discutieran... Vaya...
Tuerce una mueca algo incómoda mientras espera las respuestas de Miaka. Si realmente Ren y Ura estaban teniendo problemas por culpa de un tercero... Keigo hablaría inmediatamente con el elemento discordante para quitarlo del medio.

Hmmmm... - se queda pensando, mirando el techo y con la cucharita en el labio inferior, pensando - No, los problemas no son con Ren, creo que... son problemas en su casa. Pero no me lo dejó muy claro tampoco...

Baja la mirada y observa a Keigo sonriendo - ¡Pero seguro que se recupera! ¡En el parque de atracciones tenemos que conseguir que se lo pase bien! - sentencia, animada.

¡JUR! Qué mal... Los problemas en casa son un rollo... ¡Como si no tuviéramos bastante con los estudios, los amigos y las chicas!
Exclama indignado como buen adolescente que es hasta que se da cuenta de que está hablando con Miaka, no con uno de sus colegas. Y recuerda que Miaka es una chica. Y además una que le gusta.

...

Se pone colorado cual tomate y al instante, moviendo los brazos como un pajarillo que se estuviera ahogándo en una fuente, intenta justificarse.
¡Y los chicos, claro! ¡Que somos todo problemas y disgustos! ¡Siempre diciendo lo que no debemos delante de quién no debemos! ¡Si es que somos unos bocazas! ¡JAJAJAJAJAJA!
Sonríe de oreja a oreja, encantador, rezándo para sus adentros, esperando que algún dios le escuche y evite que acabe ensartado por un cuchillo en ese mismo instante.

Se ríe ante lo que dice Keigo. Sus mejillas se sonrojan levemente... y baja la mirada. Coge un trozito de pastel con lentitud y se lo mete a la boca.

Acaso... ¿te gusta alguien? - aquello último preguntándolo en un susurro.

El color huye de la cara de Keigo como lo haría una manada de gacelas al ver a un león salir al trote de la maleza con aviesas intenciones.
º________ºU
Yooo... puuueeees... ahora que lo dices... yooo... puuueeesss...
No le salían las palabras. Se había quedado patidifuso. La verdad es que no se esperaba esa pregunta para nada. Y ahora no sabía muy bien que decirle a Miaka... Así que su bocaza volvió a tomar el control.
No se... Supongo que no... ¿no?... es decir... que no hay ninguna chica que me guste... bueno... contigo me lo paso muy bien... y hay que reconocer que eres muy guapa... y ... creo... que... yooo... estoy hablando de mas... ¿verdad?

Asintió y sonrió, volvió a mirar a Keigo.

Ya... entiendo ^^ - aunque tenía un deje de tristeza, en la sonrisa y en la voz.

Bajó la mirada una vez más y siguió comiendo del pastel muy lentamente.

Nooo... quiero decir... que creo que no... que no entiendes
Estaba rojo como un tomate, pero parecía que se iba a poner serio... algo extremadamente raro en el chaval de pelo revuelto.
Me gustas tu, Miaka... Pero...
Desvía ligeramente la cabeza hacia un lado y suspira, quizá algo triste, como la joven pastelera.
Bueno... está Fuuren... Ha pasado muy poco tiempo desde que se fue y seguro que aún lo echas mucho de menos.
Se encoje de hombros con cierta gracia y elegancia en un gesto que le hace parecer un poco mas adulto -pero solo un poco-
Además has tomado una decisión muy importante, te quieres convertir en la mejor pastelera del mundo... y tendrás que trabajar mucho y muy duro para conseguirlo
Asiente un par de veces y vuelve a mirar a la chica.
Vamos... que no se... no quisiera entrometerme en tu sueño y... bueno... lo pasaste tan mal con lo de Fuuren... tienes una foto suya fuera... y... No se...
Había perdido ya esa nota que le hacía parecer mas adulto de lo que era y volvía a ser el mismo chaval enérgico y cortado con las chicas que siempre era.

El rostro de Miaka enrojece en cuestión de segundos. Ahora tenía, no un problema, sino dos: lo que le había dicho ella a Ura, y lo que le acababa de decir Keigo a Miaka.

Carraspeó, no se atrevía a mirarlo a los ojos, así que mantenía la mirada fija al pastel, el cual ya no comía.

Bu-Bueno... - Miaka nunca había estado tan nerviosa, ni tan... hecha un flan - Furen y yo... - carraspeó otra vez - cortamos hace un par de semanas... y... disculpa unos minutos...

De repente se levanta, casi tumbando la mesita, y corriendo, sin fijarse si hacía ruido o no... se encerró en su habitación.