Partida Rol por web

- ¿Ya estás despierto? - escuchas la voz de un hombre cuando abres los ojos. Te habías vuelto a quedar inconsciente y no sabrías decir cuánto tiempo había pasado desde que despertaste la vez anterior. Continuabas tendido en la cama, en el refugio de madera que viste por última vez - Espero que te guste el guiso de jabalí - El hombre era un humano, de tez oscura, pelo negro a trenzas y barba recortada. Portaba una armadura de cuero endurecido oscura y ningún arma a la vista. Observas un poco a tu alrededor y ves, a los pies de la cama en un banco, con algunas de tus pertenencias chamuscadas. El hombre se te acerca con un plato de comida en la mano y te lo ofrece - Come. Te vendrá bien para recuperar fuerzas.

Tras recorrer una distancia considerable y hacerse de día por el camino, finalmente llegáis al refugio que se encuentra en un pequeño claro en mitad del bosque. No te pasan desapercibidas unas marcas talladas en piedras y árboles alrededor del claro, denotando claramente que este lugar está protegido y solo los druidas, y aquellos que os acompañan, pueden cruzar el perímetro. Para cualquier otro que quisiera entrar caería bajo los efectos de una ilusión que le haría vagar durante un par de horas por el bosque, en dirección contraria para alejarse de allí.

El refugio propiamente dicho es un edificio de madera construido en un árbol. Dejáis a Chaedrii en el interior, tumbada en una de las camas que había allí dentro, todavía dormida, y tu compañera Nindë se queda junto a la elfa mientras Fahuna y tu enterráis el cadáver de Erdan Fuego Argenta en las inmediaciones. 

Tras dedicarle una oración y darle el último adiós al archidruida, volvéis a entrar en el refugio y Fahuna prepara algo de comer para recuperar fuerzas: bayas, frutas y carne en salazón que había en la despensa, con un buen trago de vino élfico. Hasta ahora, la mujer minotauro había sido fuerte como una roca y había aguantado, imperturbable ante la situación, pero finalmente la fuerte muralla que era su estado de ánimo se desmoronan y Fahuna comienza a llorar desconsolada.

El dolor y la culpa pesan sobre mí. Es una sensación que la larga caminata con el cuerpo del maestro Erdan, las heridas, y la comida preparada por Fahuna no han logrado aliviar. Y el vino élfico ayuda a permitir que las lágrimas fluyan finalmente en la enorme mujer minotauro, mientras la observo desde el otro lado de la mesa. Ella ha sido fuerte por mí cuando fui yo quien se desmoronó al no poder salvarle la vida al viejo elfo, y ahora me corresponde hacer lo mismo.

Tras respirar profundamente para limpiar de mi tono del desconcierto y la incertidumbre que me envuelven, me acerco hasta ella, colocando mi mano en su hombro. -Es normal que sientas dolor por la muerte del maestro, pero piensa, hermana, que el ya ha cumplido su función y ahora descansa en paz habiendose convertido en parte de este bosque. Él no querría que nos derrumbásemos llorando por su marcha. Como bien dijiste, lo que ahora tenemos que hacer no es lamentarnos por los muertos, sino encargarnos de los vivos. Por ahora estamos a salvo, pero tenemos que conseguir información para descubrir quién puede haber perpetrado semejante crimen.-

-Y posiblemente, el culpable todavía tenga las nueces que han sido la causa de todo esto...- pero me guardo mis pensamientos para mí, sin querer cargar a la druida con todavía más preocupaciones. La rodeo con los brazos y la dejo llorar hasta que las lágrimas calmen su pena.

Poco y nada recordaba de lo sucedido, sabía que los había atacado un jabalí, sabía que había decidido que aquella sería la cena, recordaba a su amigo corcovear y luego el intenso calor de las llamas, el dolor del cuerpo, pero sobre todo del alma.

Abrió los ojos y se vio en una pequeña casa de madera y entonces, cuando quiso incorporase la angustia y el pesar lo engulleron y lo devolvieron a aquel mundo de sombras del que ya nunca más saldría.  No sólo había perdido a su amigo, a su compañero, sino que también había perdido una parte de si mismo.

Soñó, tuvo pesadillas en las que todos los caballeros se burlaban de él, incluso Sergol lo miraba con indignación en sus ojos, dos hijos del dragón, uno que se hacía llamar Caballero y su montura derrotados por un cerdo venido a más.  Lloró entre sueños, clamando perdón, lloró a su amigo, a su mitad y deseó no despertar nunca más.  Se sentía el ser más insignificante del universo y había bastado un cerdo salvaje para que lo averiguara.  El destino se había encargado de restregar en su rostro su inutilidad y la depresión lo había consumido.

Cuando por fin despertó no sabía cuanto tiempo había pasado en aquel doloroso sopor, pero estaba seguro de que había perdido las ganas de vivir, hizo un gesto negativo ante el ofrecimiento del hombre y se puso de pie en busca de la salida, ni siquiera se molestó en tomar sus pertenencias, no era digno de ninguna de ellas, así como no había sido digno de montar sobre las espaldas de Thurkear, bramó y lloró otra vez por su hermano muerto y se hundió un poco más en aquel poso melancólico que lo rodeaba.  Así, impedido de encontrar el deseo se sintió muerto, apresado en una celda de dolor y obscuridad infinitas, deseo marchar con su compañero.  Halló la puerta con sus ojos y se encaminó hacia ella, la abrió y caminó sin destino, esperando que la muerte, quizás en la forma de otro jabalí lo encontrara.

Fahuna te envuelve entre sus enormes brazos y te abraza fuertemente - Gracias por tus palabras de consuelo, hermano Elnaemil - la mujer minotauro te aprieta con fuerza contra ella y cuando ve que te está ahogando te suelta y se disculpa algo avergonzada - Lo siento, snif, a veces no controlo mi fuerza... Todavía no puedo creer lo que ha pasado. Son muchas incógnitas las que tenemos que desvelar. Esos ladrones y asesinos, ¿con qué propósito han perpetrado semejante crimen? ¿Qué pretenden hacer con las nueces? - Fahuna suspira llevándose las manos a la cabeza - Ha sido un día largo, y duro. Deberíamos descansar...

El hombre observa atónito cómo rechazas la comida y te pones de pie para salir de la cabaña - No deberías hacer eso, aún estás malherido... - intenta avisarte cuando ya estás saliendo por la puerta y comienzas a caminar sin rumbo fijo. Sientes terribles punzadas de dolor por todo el cuerpo, los músculos y las articulaciones agarrotados. Antes de que puedas avanzar más las fuerzas te abandonan, notas cómo tus piernas te flojean y la cabeza de da vueltas de puro desmayo. Estás a punto de caer al suelo cuando el hombre te ayuda a permanecer en pie. Te rodea con su brazo y te ayuda a volver a dentro - ¿Acaso te has vuelto loco? No te he salvado la vida para que la eches a perder ahora - comenta el hombre. A pesar de su reproche, notas que su tono de voz es cálido y desprende cierta amabilidad. Una vez dentro de la cabaña te ayuda a sentarte en la cama - Los animales de esta zona se han vuelto peligrosos, algunos más de lo que ya lo eran. Hay que llevar cuidado... Por cierto, me llamo Valygar.

-Soy Ixen- responde más por cortesía que por ganas de hablar y se deja llevar por el hombre, no puede hacer otra cosa pues su cuerpo no se lo permite.  Pese a la calidez del hombre, a la ayuda y protección que le brinda no puede evitar apartar la tristeza -Debiste dejarme morir, una parte de mi ya lo hizo y la otra lo hará pronto- responde completamente seguro de no poder superar la pérdida, de no poder jamás mitigar el dolor que lo acoge en aquel momento

-¿Una parte de ti? - se pregunta el hombre a sí mismo y te observar con detenimiento, para luego clavar su mirada en tus pertenencias, en la lanza que portabas, y finalmente echa la cabeza atrás con un suspiro - Así que los restos del dragón que habían junto a ti y al jabalí eran los de tu compañero - el hombre palidece al darse cuenta de la pérdida que has sufrido y posa su brazo en tu hombro, buscando reconfortarte de alguna manera - Amigo dracónido, no eres el único que ha perdido a alguien importante. Pero te aseguro que no estás solo en esto y lo último que tienes que hacer ahora es venirte abajo y sumirte en una depresión. Estás vivo y eso es lo que cuenta ahora mismo.

-Te equivocas- respondió -Estoy medio vivo- luego se perdió en sus pensamientos y pasados unos minutos volvió hablar, quizás para si mismo, quizás para su salvador -Fue mi culpa.  Fallé todos y cada uno de mis ataques contra la bestia, veía como el animal acababa con mi... otra mitad, y no fui capaz de protegerlo.  Le he quitado la vida y el honor, si por lo menos hubiera muerto en una gesta heroica mi dolor se vería mitigado, su nombre y su honor lo inmortalizarían, pero lo mató un puto cerdo.  ¿ENTIENDES?  ¡THURKEAR SERÁ RECORDADO CON VERGÜENZA POR LOS SUSYOS! SERÁ LA BURLA, EL DRAGÓN ASESINADO POR UN CERDO.  NO SÓLO HA MUERTO, SINO QUE HA SIDO DESHONRADO Y YA NUNCA MÁS PODRÁ RECUPERAR LA GLORIA- gritó desolado por el dolor y la vergüenza mientras sus ojos se colmaban de lágrimas. -Si tienes piedad en tu corazón acaba conmigo- agregó ofreciendo el cuello -Déjame compartir la vergüenza con él-

-Sí, tienes razón, hermana. Estamos cansados y heridos. Cualquier propósito que podamos tener tendrá que esperar.-

-No creo que el Maestro Erdan hubiera querido que nos consumiéramos en la sed de venganza y nos olvidáramos de nosotros mismos.- pienso dolorosamente, pero no lo digo en alto para no hurgar en la herida. Lo último que Fahuna tiene que escuchar ahora es algo relacionado con la muerte del Maestro.

Este lugar solo es conocido por druidas, así que supongo que estamos a salvo. Además, Nindë puede vigilar por nosotros. Acaricio la cabeza de la pantera y lanzo una mirada rápida a Chaedrii para asegurarme de que sigue estable y se está recuperando. No puedo evitar soltar un suspiro. Parece imposible de que hace menos de veinticuatro horas estuviera feliz porque iba a participar en el ritual de recolección de las nueces. Parece que todo queda en un pasado muy lejano.

-Deberíamos dormir un poco.- le digo a Fahuna, mientras yo mismo me preparo para descansar. -Nindë cuidará de nosotros.-

Valygar tensa la mandíbula y clava sus enormes ojos marrones en ti. La expresión de su cara muestra un descontento que finalmente te transmite al darte un bofetón en la cara con el reverso de la mano - Idiota. ¿Es que me has tomado por un asesino? Si quieres matarte, se valiente y hazlo con tu propia mano o sal ahí fuera y busca a otro cerdo que haga el trabajo por ti. No te he cuidado estos últimos días para quitarte la vida - el hombre se levanta y te mira de hito en hito, iracundo - Déjame recordarte una cosa, Ixen, no importa cuando fuerte te creas o lo importante que sea tu estirpe allá de donde vengas. Un día puedes enfrentarte a un poderoso dragón y salir victorioso y al día siguiente atravesar un pantano y morir entre dolorosas fiebres debido a la triste picadura de un mosquito - Valygar refrena su ira y respira hondo unos segundos - lo que te quiero decir con esto es que hasta la más pequeña criatura de este mundo puede ser tan mortal como un dragón. Thurkear murió luchando y no es ni una vergüenza ni una deshonra morir de tal forma. Y el primero que debe darse cuenta de esto eres tu. ¿Qué mas dará lo que opinen los demás? Ellos no estuvieron ahí para verlo y nunca sabrán lo que sucedió...

-Pero yo si- respondió con tristeza y pesar.  No dijo más, no tenía sentido, aquel hombre no comprendería por lo que estaba pasando.  Se puso de pie y miró a Valygar -Agradezco tus cuidados, pero debo partir, tengo que llegar a la Torre Negra, en Barataria-

- Es un largo camino el que te espera por delante - comenta el hombre - Yo me dirijo hacia Thamasa, te pilla de camino si vas a tomar la ruta hacia el norte. ¿Quieres que te acompañe hasta allí?

A la mañana siguiente, con las fuerzas renovadas y bien descansado, te despierta el olor a gachas dulces de avena que Chaedrii está preparando en la hoguera. Los rayos del sol se cuelan por las ventanas y el cántico de los pájaros hacen que por un momento te sientas como si despertaras en el paraíso. 

Fahuna también se encuentra despierta, preparando una mochila con víveres. Los tres desayunáis para calmar el rugido de vuestros estómagos antes de empezar a hacer planes.

Chaedrii es la primera en romper el silencio - Antes de nada, quiero daros las gracias por salvarme la vida, hermano Elnaemil. La hermana Fahuna me ha puesto al día de todo lo que ha sucedido desde la recolección de las nueces. - La elfa te hace una reverencia con los brazos extendidos y las palmas de las manos hacia arriba, en señal de respeto.

- Lo primero que tenemos que hacer es dar la voz de alarma - dice Fahuna con su profunda voz - Debemos avisar al resto de Círculos. No sabemos si esto es un echo asilado o si se podrá repetir. Sea como sea, los demás deben saber lo que ha pasado.

- También deberíamos seguir la pista de los ladrones - dice Chaedrii - Ahora que hemos recuperado fuerzas y hemos puesto distancia suficiente como para que no sea demasiado peligroso encontrarnos con ellos, tenemos que seguir su rastro antes de que se desvanezca.

Nindë me golpea amistosamente con la pata, para despertarme. Los acontecimientos ocurridos que se habían difuminado en las brumas del sueño, vuelven con más fuerza con el nuevo día. Sin embargo, me siento relativamente seguro y a salvo en este lugar. Y el alimento así como el agradecimiento de Chaedrii sirven para devolverme los ánimos. Sin embargo, hay demasiadas cosas por hacer.

-Hermana Chaedrii, todavia estáis débil y no sería bueno que os expusierais a nada que pudiera perjudicar vuestro estado. Es cierto que hay que detener a los ladrones y avisar al resto de Círculos, pero no creo que debamos precipitarnos. Con la ayuda de Nindë podré tratar de seguir el rastro de esos asesinos antes de que sea tarde. Hermanas, vosotras podríais tratar de buscar ayuda en el resto de druidas, que no dudo que se unirán a nosotros al descubrir lo que está pasando.-

Después de lo que ha ocurrido, no querría exponer a ninguna de las dos de nuevo a un enfrentamiento abierto. Es cierto que Fahuna es fuerte, pero ya ha hecho suficiente, y necesito que cuide de Chaedrii. Tampoco es que yo tenga intención de acabar solo con los ladrones, pero al menos espero ser capaz de localizarles y volver con noticias, y Nindë es la mejor compañera que puedo desear.

Ambas druidas asienten a tus palabras - Que sea así, pues,- nosotras nos encargaremos de avisar a los demás. Yo iré hasta Aguasmansas - comenta Fahuna - Es el principal asentamiento del Círculo de la Garra.

- Y yo viajaré hasta el bosque de Asgard, pediré ayuda al archidruida Esturion y su Círculo de la Luna - dice Chaedrii refiriéndose a los elfos sombríos. Seguidamente se levanta y se acerca hasta una pequeña estantería donde hay varios libros. La elfa coge un libro pequeño, a penas del tamaño de un cuaderno de anotaciones, y a continuación empieza a guardar en un saquito de cuero distintas raíces, hierbas y frutos secos. Finalmente se acerca a ti - Puede ser una misión peligrosa, hermano Elnaemil - la mujer te hace entrega del libro y el saquito - Lleva esto contigo. Si consigues dar con los ladrones, no hagas ninguna tontería. Avísanos y no les pierdas de vista - pese al mensaje firme y contundente que te da la elfa, su cálida voz y su tono son de amabilidad.

Quería morir, eso era lo único que quería.

Se encogió de hombros ante la pregunta de Valygar y respondió con un seco -Cómo gustes, pero no esperes que pueda ayudarte con los peligros del camino.  Ya sabes como le fue a mi último compañero-

Asiento con la cabeza ante las palabras de Chaedrii, aceptando el libro y el frasco. -Así lo haré, hermana. Sé que no tengo capacidad para enfrentarme solo contra esos asesinos. Aun así, Nindë estará conmigo, así que no tengo nada que temer.- Me duele un poco tener que separarme de ambas, y además siento algo de preocupación ante lo que pueda ocurrirles por el camino a sus respectivos destinos. Sin embargo, sé que es así como tienen que ser las cosas. -Tened cuidado, hermanas. Ya hemos comprobado que los caminos no son seguros. Llegad sanas y salvas a vuestros destinos, eso es lo más importante.- Hago una señal a Nindë, que había permanecido tumbada a mi lado durante todo este tiempo, pero que en un momento se pone en pie dispuesta a seguirme a cualquier lugar al que me dirija. -Adios, hermana Fahuna. Adios, hermana Chaedrii. Que el bosque guíe vuestros pasos.- Apenas me demoro ni un segundo antes de salir del refugio, acompañado la gran pantera.

Durante la despedida, Chaedrii te dirige una intensa mirada con sus ojos verde esmeralda, y ambas mujeres también te desean suerte en el camino.

Abandonas el Refugio de Earwën y diriges tus pasos hacia el Claro, el lugar donde sucedió todo, con la esperanza de hallar el rastro de los que consiguieron huir. El sagrado claro parece estar mancillado con los cadáveres de los asaltantes que cayeron bajo vuestros ataques. Un denso olor a putrefacción inunda el aire y los cuerpos de los caídos presentan signos de haber servido de comida para los animales. 

Recogéis vuestras pertenencias y juntos, al salir del cobertizo, ponéis rumbo al norte por el camino. Buena parte del viaje lo hacéis en silencio. Valygar no se muestra muy hablador pero cuando le miras intenta dirigirte una sonrisa amable. 

Cuando está finalizando el día, una caravana que tiene el mismo rumbo que vosotros os da alcance. Compuesta por dos carros tirados por caballos, repletos de mercancías, y cuatro guardias montados a caballo, la caravana ocupa casi toda la calzada así que os echáis a un lado para dejarles pasar. Cerrando la caravana, en la parte trasera del segundo carro, van atados tres caballos sin jinete y un mediano va sentado sobre las mercancías. El mediano se fija en vosotros y acto seguido da el alto a la caravana. Su desgreñada cabellera negra y su voz te resultan familiares.

- Por todos los infiernos. Que me aspen si mis ojos me están engañando! Ser Ixen Sepa! - exclama el mediano al que reconoces como Puck Manosverdes, el tesorero del Duque Alagondar Drake - No esperaba volver a verle.

- Conoces de algo a ese mediano? - te pregunta Valygar en voz baja.