Partida Rol por web

La adrenalina era lo que contaba, la misma estaba a flor de piel en el cruce de palabras entre ambos, cada uno dijo algo que merecía ser escuchado pero las últimas palabras que fueron las de Scar terminaron por dejar aún más tenso el ambiente. La vista de jeremiah siguió sobre Scott hasta montarse en su moto, sabía que algo había atrás de todo eso y luego hablaría como los Wylds saben hacerlo.

El motor rugió lento, acelerando los componentes para que la moto se moviera, el silencio entre los motores reino en camino hacia la nueva posición, mañana seria otro día y podría tener y dar explicaciones quizás si eran merecidas a los chinos. El Philodox se perdió en sí mismo, pero algo rondaba en su cabeza, que había cambiado al Theurge, parecía haberse quebrado dentro de la caja y otro le había armado con piezas nuevas.

La tensión ha permanecido en el aire incluso cuando habéis montado. Vuestras máquinas y la velocidad a la que viajáis generalmente otorgan cierto consuelo, pero el sentiros extraños entre vuestros hermanos os ha dolido, especialmente a Jeremiah y Scott, tan unidos, ahora peleados. Estos calentones suelen pasar más o menos entre la tercera y la décima cerveza, pero no quita para que ahora mismo no tengáis el cuerpo para fiestas.

Y a una fiesta parecen conduciros vuestras ruedas, el misterioso antojo de chino de Scar os lleva al otro lado del pueblo, al único restaurante de este tipo que hay, situado en un segundo piso de un edificio que linda con la carretera. La verdad es que es pintoresco, pero, oye, igual se come bien. Además, lo bueno de los chinos es que siempre tienen en la trastienda un antro con cartas o un karaoke con despelotes.

El sitio es más elegante de lo que podríais haber esperado dada su localización. En este momento apenas hay gente en las mesas, pero está todo tan ordenado que da miedo, especialmente si le sumas la típica musiquilla de estos restaurantes ("tinoninino-ni-noni", que decía West, uno de los Wyld Ones del club de Bend). No dejáis de apreciar los bonitos murales, que muestran todo tipo de imágenes épicas al estilo oriental. En uno podéis ver un dragón alzándose majestuoso sobre un tigre, una rata, una serpiente, un cuervo, un tiburón y un lobo, que inclinan la cabeza respetuosos. En otro, un felino rayado blanco como la nieve que destroza a una enorme araña mientras, a un lado, un siniestro ciempiés contempla con furiosa impotencia...

Entonces, alguien acude a recibiros.

Quien acude es una bonita chica pelirroja, vestida con el atavío típico de una responsable de este tipo de restaurantes. No parece china ni de muy lejos y muy borrachos. De hecho, diríais que es...irlandesa, o escocesa, o británica, vamos.

- Bienvenidos a la Madre Esmeralda - dice con voz suave, muy educada y, efectivamente, con acento gaélico -. Nos alegramos de que hayan podido venir tan rápido - añade, mirando vuestras chupas -. Soy Meredith, y seré su anfitriona esta noche; los señores Wu y Yohiro les están esperando para cenar

Tras abandonar los aledaños de la librería, conduzco lentamente hasta dejar que Scar y Jeremiah me adelanten, para seguir su ritmo por la carretera hacia nuestro nuevo destino. No tengo la mente clara, estoy confuso, y demasiadas ideas y sensaciones se agolpan en mi interior. Mi rostro se mantiene serio, oculta la mirada tras las gafas negras como la noche. Manejar la moto me trae buenos recuerdos, sensaciones olvidadas. Pero también, aunque hasta ahora no me había dado cuenta, me hace sentir un cierto vértigo. No, no es eso, es desprotección. He estado demasiado tiempo oculto y combatiendo en espacios angostos, con el espacio justo para mí y para esperar a mis enemigos. Ahora hay demasiadas cosas a mi alrededor, es como perder la adherencia de las ruedas, carecer de control.

¿Será eso lo que sucede con el viejo Elijah? ¿Ha vivido tanto tiempo en esa puta trinchera que ya no es capaz de salir a campo abierto?

Quizás sea eso lo que me está afectando. Quizás sea sólo una parte. Una pieza de un engranaje mayor, todas interconectadas para hacer rugir un motor que resuena dentro de mi pecho. Tantas y tantas piezas que luchan por lo mismo, un motor que no termina de encajar con el resto de la moto, un deseo en mi interior incompatible con esta vida. Y con mi familia.

No puedo tomar una decisión así ahora, en caliente, fruto de un momento de tensión entre hermanos. Una decisión así no. Hay demasiado que valorar, demasiadas implicaciones. No puedo hacerlo a la ligera ni sin un plan a medio o largo plazo. No soy un chapuzas, no dejo las cosas tiradas así como así. Además, hay gente con la que tengo que hablar antes. Scar, la peña de las filiales para valorar opciones, Zoe... Aún tengo una conversación pendiente con ella, ¿cuando coño podré tenerla?

Llegamos al puto restaurante. Un maldito wok, un restaurante oriental. ¿En serio? No tengo nada en contra de la comida que hace esta gente. Bien sabe Gaia que les tengo respeto. He comido con ellos, he negociado con ellos, he luchado, sangrado y sanado con ellos. Pero coño, ¿hacía falta venir a comer su comida el primer día tras salir de la trena? ¿Es que no hay lugares por este pueblo donde cenar un buen filete de ternera poco hecho, con patatas, cerveza y un poco de rock & roll? ¿Tanto ha cambiado el país?

Pero al entrar, algo me hace sentir incómodo. Y no son las pinturas de las paredes, con sus escenas de animalitos. Esas las he visto muchas veces, en las celdas de los Calles Voraces, y en sus cuerpos, en forma de complejos e intrincados tatuajes a los que, en ocasiones, incluso eran capaces de dar vida y emplearlos en combate. Tengo que aprender a hacer eso, por cierto, es una pasada. Tampoco es la musiquita irritante, ni lo ordenado del lugar, que parece un antro de la Tejedora. No, es otra cosa que se aclara cuando una pelirroja disfrazada nos recibe, dejando claro que nos esperan.

Así que "nos avisarán", ¿eh, Scar? Tenías un antojo, ¿verdad? Ya veo que empleas las mismas argucias rocambolescas que el viejo. Veremos si, al igual que él, luego tienes la decencia de explicar los motivos de tu engaño, que necesidad había...

Muerdo el caramelo del chupetín para terminarlo.

Aquí en la India, Japón o cualquier puñetero lado las reglas de supervivencia son iguales: La manada es el pilar de la Nación.

Destruyo el caramelo rojizo en el interior de mi boca, alcanzando el centro líquido que me devuelve goma de mascar y que termina convirtiéndose en un globo redondo color carne, que estalla hacia el exterior y regresa a mi boca.

Monto junto a Jeremiah, acerco mi moto juguetonamente cerca de él y la hago ronronear más mientras le sonrío traviesa, como una niña pequeña; como la endeble muchacha pequeña y flacucha que alguna vez fui, aquella que lloriqueaba cada noche y a quién el acudía presto a acunar al puro estilo Fenris. El viejo necesita distraerse de la tensión causada por la discusión con alguien tan unido a él. Nadie mejor que Jeremiah entendía que las heridas causadas por la guerra. Los Fenris no se forjan de otra forma que no sea estrellándose contra lo que venga de frente, las peores pesadillas del mundo son enfrentadas primero por ellos...

Continuamos el camino hasta llegar a un chino-antro, bien porque tanta riña y vibraciones de rabia me han dado hambre.

Me quedo mirando el mural Estos sujetos si que se pintan buenas historias, seguro que a la galliard le van... mientras oigo la voz de la mujercita disfrazada de oriental, me atrae ese nombre de ¿Madre esmeralda?... alzo la vista en el mural.

Me acerco a Jeremiah y me tomo de uno de sus brazos...

- ...Bollitos de Dim Sum, eh -le susurro acercándome a él con un serio porque, si le contara lo que comen en Grecia.

Suelto su brazo y me pongo atenta, el mural es una decoración pero también es una advertencia.

Un día complicado, demasiadas cosas en tan poco tiempo, donde estaban las tetas? era una buena pregunta. El lugar que nos recibió era acogedor pero el olor molestaba un poco a la nariz, la mujer que nos atendió nos explicó que nos estaban esperando, pero por que no esperaban a mañana, esa era una gran pregunta. Camine junto a Scar no sin antes pasar junto a Scott y echarle una nueva mirada, esta vez nada violento, quizás era más de comprensión.  La vida nos había puesto allí por un sinfín de motivos, unos salvaban a otros y otros hacían las paces con el harano.

Demasiadas cosas que escupidas en la cara podían llegar a las manos, pero esta vez no sucedió, jeremiah miro a Scar – Y bien?- Pregunto, rascándose la nariz.

La cena seria algo tensa si los chinos comenzaban a preguntar los porque de nuestro tan tardío arribo. Pero eso no importaba las palabras y las cartas de jugarían allí y teníamos unas fichas a favor.

Sonreí a Matt ante su comentario, tratando de ocultar lo que de verdad me afectaba todo aquel tema. No era asunto mío, no tenía derecho a decir nada mientras se daba la trifulca, y ahora… ¿Valdría ahora de algo pronunciarse?

Continué conduciendo en mi habitual posición, cerca de Matt, pero también del Theurge, que había decidido mantenerse atrás. No tardamos en llegar a la zona sur, donde hayamos aquel restaurante asiático en el que nada más entrar nos recibió una mujer pelirroja.

Eché un vistazo alrededor mientras nos informaba de que nos esperaban. Medianamente elegante, con una decoración recargada y aquella típica sintonía que parecían venderte con el local. Sin embargo, lo que más activó mis sentidos fue aquel peculiar olor que podía sentirse en la mayoría de aquel tipo de restaurantes, y es que junto a él, casi podía sentir el olor a basura.

Habían pasado varios años, pero aún recordaba a la perfección el olor de aquel callejón en el que me adentraba en ocasiones a buscar algo para comer. Un restaurante chino cercano a casa tenía en él su puerta trasera, y en alguna ocasión había acudido a buscar en sus cubos o a pedir comida a cambio de algún trabajo sencillo.

Me quité las gafas para observar mejor los murales, esbozando media sonrisa ante algunos, frunciendo el ceño ante otros; en cualquier caso su elaboración era exquisita. Al terminar con el lugar me centré en mis hermanos, algunos de los cuales parecían más relajados; incluso me pareció escuchar a Alex hablar sobre lo que quería comer. Mi mirada se detuvo un instante en Scott, en cuyo rostro no pude adivinar nada, y después en Scar.

Las palabras que esta me había dedicado por la mañana volvieron a mi mente. Dejar que fluya… Aquí no fluía nada, y cada vez la situación era más complicada. Al final lo único que va a fluir será sangre.

No tengo ni puta idea de qué hacer. Si alguien tiene que dejar la manada debería ser yo, me pregunto qué pensará Scar. ¿Y el resto? ¿Me culpará? Joder, esto es una mierda.

Cuando nos dieron paso agarré a Scott del guardapolvos, impidiéndole el avance. Como Cliath no podía decirle nada, pero sí como su hermana, como amigos que habíamos sido. Puede que lo mejor fuera abordar las cosas directamente, con delicadeza…

-¿Qué coño ha sido eso? - le pregunté en voz baja.

Scar pasa a mi lado, adelantándose cuando la pelirroja se presenta ante nosotros. Tras ella pasa Jeremiah, con quien cruzó mi mirada. No veo ya violencia ni desafío, ni es mi intención ofrecerlo. Es más, trató de permanecer todo lo neutro que puedo, ocultando la tristeza en que se torna la ira de mí interior. No es rabia, animal y salvaje. Es orgullo e impotencia. Y visión de futuro. Siempre ne veo arrastrado a un futuro que no está en mis manos.

De repente, algo tira de mi guardapolvos, impidiendo que avance hasta una hipotética posición de tercero que ni siquiera se si me corresponde. Era mía hace años, ahora... quizás sea Alex la más indicada, acercándose a su padre y colgándose de su brazo. Me giro para encontrar a Zoe tras de mí, mirándome sin sus gafas, sería. Ante su pregunta, miro alrededor. Qué más quisiera yo que poder ofrecer todas las respuestas, aquí y ahora. Pero no es momento ni lugar.

Lo siento, Zoe. No pretendía que nuestro reencuentro fuera así. -Le digo mirando alrededor, haciéndole un gesto para apartarnos un par de pasos- Se acercan tiempos de cambio, me temo. Yo ya no soy el que era, ninguno lo somos. Siento mucho que toda esta mierda te pille en medio, de verdad, y te lo explicaré en cuanto pueda. Como tantas otras cosas... Pero ahora no puedo. Ahora, debemos concentrarnos en cosas más serias. Llegará el momento, te lo prometo... -Termino diciendo, esbozando una sonrisa que no oculta la tristeza de mí mirada. No puedo ocultar que mis pensamientos me arrastran a una carretera tenebrosa. Pero como decia el viejo Elijah, sólo tras la más absoluta oscuridad logramos ver la luz con mayor claridad.

No sabía si sentir lástima ante las palabras de Scott o simplemente enfadarme. “Cosas más serias” había dicho, como si aquella actitud rebelde y desafiante que acabábamos de descubrir no fuera lo suficientemente importante. Puede que no para él, o al menos que no fuera consciente aún de ello, a fin de cuentas ya había demostrado anteriormente no conocerse.

Pero así sería, y resignada, suspiré. Años atrás acepté sus excusas de planes maestros cuando decidió entrar en la cárcel por mí, siendo sólo una chiquilla asustada; y ahora, como hija de Gaia, no me quedaba más que aceptar que cada uno podía poseer sus propios designios y que estos no tenían por qué ser compartidos.

-No lo sientas por mí, estoy acostumbrada a estar en la mierda. – respondí así a sus palabras y esbocé media sonrisa, antes de volver junto al resto.

No, no voy a escurrir el bulto Scott pero ahora hay cosas mucho mas importantes que te tengas que ir de exploracion a la Umbra. El mundo espiritual tendra que esperar un poco.
El restaurante no me impresiona mucho, puede que el mural en el que se ve las formas animales de algunos cambiaformas que viven en Oriente en sus llamadas cortes

Miro a la chica que nos recibe y como nos avisa que nos estan esperando para el refrigerio. Bueno, hubiera preferido que no hubiera dicho nada y que siguieran en la ignorancia de lo que me ha pedido el Presi... Nido del Dragon, Madre Esmeralda, algo no me gusta como huele en el chinorri al que hemos venido.

Meredith muchas gracias, llevamos a la mesa un cubo con cervezas bien frias mientras pensamos lo que vamos a comer. Miro a Jeremiah y hago una medio sonrisa, no en este momento viejo lobo, no en este momento, tenemos muchos oidos a nuestro alrededor.
Aun asi les hago un gesto que para cualquiera que no sea de los  Wyld no significara nada, "yakuza" y otro que hace que vuelvan a mirar al Dragon del mural. Despues en privado se lo contare, puede que no lo comprendan pero Griggs es asi de magnifico  cuando quiere, pringando a los demas en sus putas mierdas. Eso si que la parte de toda la autoridad del Club se la dejare muy clara la principio de la reunion, como tambien que los cerditos que nos han mandado no era la mejor manera de hacernos desaparecer.

Los chinos y sus restaurantes... Todos con el mismo formato. Era como tener un deja vu constante, solo que con pequeños detalles. Quizas asi eran para todos, despues de todo ¿quien diferencia incluso sus rostros? Me recuerda algunas bromas que hacia de pequeño. Pero ahora no era momento de vivir remembranzas, estabamos aqui por negocios y debia aprender. Con un maestro Fenris no estaba en en los planes cagar algo tan importante, asi que me quede en silencio mordiendo mi lengua. Tratando de no sacar ningun comentario fuera de lugar. 

Quede mirando el lugar, rutas de escape, amenazas y demas. Hay que saber correr cuando sea necesario, quien sabe lo que pueda suceder, en esta vida lo "normal" no entraba en el diccionario. 

Vi las pinturas y entrecerre los ojos, esto me sonaba a algo que habia escuchado contar al viejo *Cerrojo trancado* pero no recordaba muy bien. Diversos Feras compartiendo un bien comun y como el viejo apoyaba esta union. Decia que era una lastima toda la sangre derramada por simples disputas de quien es mejor que quien. Pero a veces, la Rabia te controla. Solo podria compararse con la lucha contra el Wyrm. 

Segui al grupo en silencio, esperando nuevas directivas. 

Meredith os hace un gesto para que la sigáis. Avanzáis despacio, aún escuchando la consabida musiquilla asiática que os hace temer que en cualquier momento sonará un gong y caerán ninjas del techo. Una pareja que hace manitas en una esquina, esperando a ser servida, probablemente, os mira con desagrado, pero no dice nada. Un tipo trajeado se limpia con una servilleta mientras clava sus ojos en vosotros y, especialmente, en las cicatrices de Scar. Pero no hay tiempo para hacerle tragar la corbata, y Puta Calle enseña a respetar incluso a quienes no respetan. Además, debéis mostrar honor entre bandas a quienes os ha invitado.

Se abre ante vosotros un reservado de aspecto especialmente tradicional, de exquisito tallado. Especialmente os llama la atención la escultura draconiana de madera que domina la estancia. Sentís vuestros sentidos espirituales despertar al contemplarla. ¿Será acaso un poderoso fetiche de los extraños cambiantes de Asia? ¿Sería apropiado preguntarlo?

En la mesa, donde podéis sentaros todos (y veis que sobra un asiento) os esperan dos individuos. El primero de ellos es indudablemente chino. Lleva una barba milimétricamente descuidada y os sonríe dandoos la bienvenida. Apreciáis que lleva un traje nada modesto. Al parecer, quiere guardar las apariencias con vosotros.

El otro tiene rasgos similares, pero diferentes. Sólo aquellos como Scott, lo bastante bregados en tratar con asiáticos, podríais distinguir a un japonés de un chino. Tiene un aspecto más descuidado que el de su acompañante, aunque lleva el pelo largo bien recogido detrás de la cabeza. Lleva una camisa negra que se ha remangado, y en su piel podéis ver el comienzo de tatuajes de estilo nipón, que seguramente recorrerán todo su cuerpo.

Meredith os hace un último gesto esperando que os sentéis mientras ella junta las manos y permanece en pie.

- Mi esposo, el señor Leonard Wu, dueño del establecimiento y el honorable Kenji de la familia Yohiro

El chino tiende la mano a Scar en cuanto entra, poniéndose en pie para recibiros. Muestra una sonrisa amable.

- Encantado - dice -. Me honra recibirles, damas y caballeros

Hace un gesto abarcando la mesa.

- Siéntense, por favor, ¿Quieren cenar algo? Todo corre a cuenta de la casa, claro, el dim sum en concreto es nuestra especialidad

El japonés llamado Kenji no se levanta, pero mira fijamente a Scott.

- Claine - dice como saludo -. Mi hermano te envía recuerdos y espera que disfrutes de tu libertad

¿Irá con segundas?

Al fin toda la familia unida, el lugar cada vez ponía más incómodo a Bastard, sus ojos parecían estar buscando la salida más próxima para irse a la mierda hasta que los metieron en aquel lugar, lo más destacable y que termino de poner aún más incómodo a Jeremiah fue la escultura o lo que fuera que dominaba el lugar. Camino y se colocó detrás de Scar a una distancia de metro y medio más o menos. Su mano derecha daba pequeños golpecitos contra los jeans viejos que llevaba puestos, cuando los chinos comenzaron hablar y el chino numero dos menciono el nombre de su hermano con quizás una amenaza entre palabras le obligó a cerrar el puño con fuerza. Que mierda se creía el chino ese, iba a decir algo pero puta calle apareció en su mene con el tema del respeto y esas cosas que no pasaban por alto pero eran en ocasiones debatibles.

Bastard paso la mano por si nuca mientras el silencio reino por algunos segundos en el lugar – Vamos a comer y hablar de lo que compete o hablar de lo importante y luego comer…. El orden de los factores realmente no altera el producto en este momento – cuando las palabras de Jeremiah terminaron se escuchó un sonido bastante fuerte desde su estómago, el bastardo tenía hambre y sed.

Eso no vino solo si no también los recuerdos, aquellos días en la calle, Peter, sus compañeros en el campo de batalla y el momento en que su vida casi termino por abrazar la más cruel de las angustias. Mavio la cabeza como negando y carraspeo apartando esas cosas de su mente, miro al Prospect y a Zoe, se aparto entonces de las espaldas de Scar y fue hacia los dos novatos. Les miro por unos segundos haciendo un gesto de que observaran la situación para aprender o ver que debilidades tenían, esta mierda era como un juego de ajedrez en ocasiones.

Meredith nos guió hasta un reservado, un reservado elegante, sí, pero no sería mas que un reservado más de no ser por aquella talla de madera. La observé unos segundos, de reojo, ya que trataba de ser discreta; y es que en realidad decía más lo que esta me hacía sentir que lo que se podía percibir a simple vista.

Dos hombres se encontraban ya en el lugar, el dueño de este, que educadamente se levantó para recibirnos y saludar a nuestra alfa; y el que en principio parecía mostrar una actitud más pasota, dirigiéndose únicamente a Scott, con una frase que no sabía si era una amenaza o simplemente un saludo. Me inclinaba más por lo segundo, pues no resultaba demasiado inteligente dirigirse así a Scott con toda su manada presente, pero cualquiera sabía.

Observaba la escena, cuando Jeremiah nos instó a tomar asiento y comenzar con aquello, pero justo antes de que lo hiciéramos me percaté de que este se movía y nos hacía a Matt y a mí una señal.

Estad atentos. Entendido.

Tomé asiento al otro lado del asiático de pelo largo, dejando los lugares de en frente para los hermanos de mayor rango; a fin de cuentas si había que tomar algún tipo de decisión, no sería yo quien lo hiciera. Me quité los mitones de cuero y los guardé en la chaqueta, tras lo que abrí esta, y es que tenía algo de calor.

Mientras el resto tomaba también asiento y comenzaba la “velada”, observaba a ambos hombres, tal y como creí haber entendido a Jeremiah; especialmente al que se encontraba a mi lado. Los asiáticos nunca me habían llamado especialmente la atención, pero la verdad es que aquel hombre tenía algo diferente, algo que si me suscitaba curiosidad.

Será el pelo largo.

Esbocé una sonrisa, divertida por aquel pensamiento.

El señor Wu nos recibe con la hospitalidad habitual en esta gente. Da igual lo que puedan pensar de ti, si te reciben en su casa te agasajan como al mejor de sus amistades. Recuerdo bien lo que era entrar en las celdas de los Calles Voraces, allá en la trena.

Y allí también tenían motivos animales decorando las paredes, tan bellos como los de por aquí, propios de grandes artistas.

Me quito el guardapolvos y lo dejo exactamente a dos sillas de distancia de ese tal Kenji. Su apellido me resulta familiar, es uno de esos apellidos que no se olvidan. También me quito el arnés con las armas, dejándolo en el respaldo del asiento y tapándolo con el guardapolvos. Es una descortesía mostrar las armas durante una cena entre "amigos".

Kenji no se corta al hablar. Eso me gusta. Ese dardo sobre su hermano y mi libertad tiene toda la punta de ser una puya en toda regla, así, sin anestesia ni prolegómenos. Como tiene que ser.

Tu hermano es un gran hombre, un buen servidor de la Madre, y un apreciado amigo. Espero que le transmitas mis mejores deseos hacia él. -Digo de forma protocolaria. Se aprende mucho junto a alguien como Elijah, especialmente diplomacia. Y no es una mala habilidad para un Theurge- Tengo una deuda de gratitud con él, que debo dar por cumplida... personalmente. -Mi mirada y mi sonrisa se acentúan, con un brillo especial, mientras tomó asiento. Es MI deuda, no voy a permitir que metan a mis hermanos en ello. Ni mi manada ni mi club tienen que pagar por mí. Un hombre de verdad limpia su propia mierda- Por cierto, Wu, no he podido evitar notar algo especial al entrar. Espiritualmente hablando, quiero decir. Como vidente, siento cierta curiosidad. No tendrá nada que ver ese precioso dragón de la pared, ¿verdad?

Cambio de tema para rebajar la tensión, aunque lo cierto es que sí es un tema que me interesa.

Wu sonríe, al parecer, para sí mismo, baja la cabeza mientras se sienta.

- Le contaré encantado los secretos de mi restaurante en cuanto usted me hable de sus motos espirituales - responde -. ¿Quiere terminar con tres milenios de secretismo entre Asia y Europa, señor Claine? Eso le honra. De hecho, es la actitud que me gustaría cultivar esta noche

Os hace un gesto a todos, de nuevo, para que os sentéis. Y os mira, no sin cierta diversión. No podéis evitar pensar en el mural de la entrada en el que había un dragón de gesto igualmente benévolo y condescendiente contemplando a sus pupilos.

La sonrisa de Wu se ve acompañada por la mía. Otro elemento del que acostumbraba a hablar el viejo. "El baile de sonrisas", lo llamaba, aunque a él nunca le vi sonreír demasiado. Debía creer que era una herramienta más para mí que para él.

Esa es toda la respuesta que buscaba, señor Wu. -Le respondo con un toque de ironía. Su no respuesta es prácticamente una confirmación de mis sospechas- Tampoco buscaba que desentrañará para mí todos sus secretos, aunque me temo que mis obras son más el trabajo de un artesano que de un artista, si sabe a qué me refiero. No hay demasiado misterio en ellas, aparte de trabajo y dedicación. Aún estoy un poco oxidado, pero seguro que más adelante podría ofrecerle una como obsequio entre amigos. -Me inclino en su dirección, acercándome ligeramente con una mirada honesta- En honor a eso que ambos deseamos cultivar. -Vuelvo a apoyar mi espalda en el respaldo de la silla, pasándome los dedos de la mano por el pelo hacia atrás de forma desenfadada- A fin de cuentas, da igual tres horas que tres milenios, todo cambio comienza con un pequeño paso, ¿no es así?

Giro la mirada para ver la actitud de mis hermanos. Aún no se qué coño pintamos aquí, esto tiene pinta de ser cosa de Scar, de modo que sólo me nuevo por impulsos, por instinto. Veo a Zoe observándolo todo, pero dudo que se esté enterando de mucho. Scar es así, opaca, le gusta guardarse cosas. Aún tengo una conversación pendiente con Zoe y no he tenido ocasión. Cuando su mirada se cruza con la mía, muevo las cejas ostensiblemente, ampliando mi sonrisa. Pero pronto debo volver a centrar mi atención en nuestro anfitrión.

Veamos a donde nos lleva esto...

La presentación de los dos hombres por parte de la mujer del vestido rojo era el primer movimiento que se hacía dentro del juego chino al que nos habíamos metido. Devolví el saludo con esa típica reverencia corta que había visto de las películas chinas. Scar seguro tendría sus motivos para habernos hecho venir hasta aquí, la miro de reojo curiosa para terminar de mirar a Jeremiah, tengo tanto que agradecerle que no me alcanzaría la vida para pagárselo todo. 
El esposo de Meredith es quien demuestra todas las cortesías, mientras que el otro, el del cabello largo y buena pinta soltaba alguna especie de palabras a Scott ¿Con qué objeto? 

Lo miro con atención, con una máscara indescifrable primero, seguida de un gesto serio para luego soltar una sutil y pequeña sonrisa coqueta durante apenas unos segundos para finalmente quitar la mirada de él. Y recorrer una vez más, con mis ojos, la estancia.

¡El misticismo asiático trasciende a las películas! ¿Serán estos señores tan honorables como esos ninjas y samurais de los films?

Respondo a Wu - Pues es muy gentil, la especialidad es lo que me gusta y lo que desearía pedir-la especialidad de los Dim Sum o la de lanzarme a la garganta de alguno de ellos, si Scar lo ordenaba.

De pronto me aborda una conocida sensación de curiosidad, no puedo evitarlo, me quedo maravillada mirando la decoración, los seres mitológicos que colman las paredes y cada ángulo del lugar. De pronto quisiera ponerme de pie y explorar el edificio, mi respiración aumenta unos segundos, los que toman el auto-persuadirme de no hacer lo que me gustaría y si lo que debería. 

- Sr. Wu, es usted muy amable -me encuentro diciendo de pronto mientras tomo asiento al lado de Jeremiah, mirando de frente a Wu y al otro oriental de cabello largo, luego asiento a la cortesía de una de las señorita que me extiende una carta de comida- Asia es un lugar al que he de ir alguna vez. En cuanto al Dragón de la entrada, es verdad que me ha cautivado entre otras cosas de la estancia -señalo a la joven, el Dim sum de la carta y una taza de té. Me viene una extraña nostalgia por las bucaneras, al menos en cada carrera conocer nuevos parajes de Gaia era pan de cada día.

Scott y el intercambian palabras...

Secretismo ¿Como decía el viejo Tyr? A quien dices tu secreto, das tu libertad y estás sujeto.

Jugueteo con la servilleta de tela, luego extiendo tomando una de papel y armando un cisne con ella. Puede que parezca que no estoy prestando atención, cuando en realidad no puedo estar más atenta aprovechando cada ángulo que me da cada doblez del cisne.