Partida Rol por web

Vuelves a traspasar la Celosía con facilidad. Unos jirones de la niebla espiritual que ha invocado Alex siguen flotando por aquí, pero no te impiden ver. En cuanto cruzas, te topas con un latido que conecta con tu Rabia, con una Rabia que normalmente no te define pero que en este momento te hace hervir la sangre. La sensación lóbrega de que se aproxima una tormenta es aún más pesada que antes. Terrible y siniestra. Y en tus tímpanos resuena el redoble:

N´DAAT´A

N´DAAT´A

N´DAAT´A

Lenguaje espiritual, propio de los espíritus de los nativos, nada que ver con los dialectos de los espíritus urbanos, como la araña tejedora de antes, que parecía responder como una máquina. La palabra en sí no la comprendes completamente (pues se trata de un vocablo desconocido), pero entiendes la inteción, porque los Dones de Gaia te permiten saber lo que dicen los espíritus sin necesidad de comprender cada uno de los matices de sus voces. Está pidiendo libertad, quedar suelto, pero hay algo de... peligro en ello. Un espíritu quiere... desatarse, puede ser la palabra más aproximada.

Recoges la burra, listo para volver al reino físico. El corazón te palpita furioso en el pecho, nervioso por la presencia que acecha en este campamento. Nunca, jamás, habías sentido nada igual, nada tan poderoso y que prometiera tamaña violencia. Y, sin embargo, no apesta. No hay trazas del Wyrm en el aire.

Ves a lo lejos a enfermería, un edificio que rápidamente se ilumina con luces doradas. Escuchas voces de alarma y pasos apresurados. Gracias a tu niebla, las dos personas que salen de entre las cabañas no consiguen verte. Pero tú sí que logras verlos a ellos.

El primero viste de uniforme militar y es rubio y altivo. Sus botas de punta de acero resuenan con fuerza en la gravilla incluso en la distancia. Parece joven, aunque puede que sea por el rostro lampiño. No ves que lleve más armas que un cuchillo en la cintura que destella blanco a la luz de la luna. Plata. Casi puedes olerla.

El segundo tiene un aspecto bastante menos estable. Lleva un uniforme naranja de preso y parece nervioso, como un loco paranoico, y luce un cabello desordenado y sucio. Es una imagen un poco rara, teniendo en cuenta el soldado perfecto que le acompaña. No dejas de notar que está descalzo.

Se escucha una voz rugiente desde el interior de la cabaña:

- ¡Vosotros, quedaos aquí y esperad a los refuerzos! ¡Yo voy a ver qué pasa!

No llegas a ver al dueño de la voz, que da un portazo y se dirige hacia vuestros compañeros, los que aúllan y disparan para llamar la atención.

Veis que se encienden las luces de un edificio y que de él sale una sombra dando rugidos. Se dirige a vosotros, tan seguro que deducís que sus sentidos son tan afilados como los vuestros, o incluso mejores. Mientras corre, veis cómo se transforma en una criatura negra e inmensa, un Crinos tan fabuloso como pocos habéis visto, cuya presencia evoca vuestros recuerdos subcosncientes de los Alfas que lideraron el Impergium y la Guerra de la Rabia.

Se trata de una fiera magnífica, de la máquina de matar que el Kaos regaló a Gaia para destruir al Wyrm. Verlo como vuestro enemigo sólo sirve para acongojaros. Deberíais estar en el mismo bando que este monstruo apolíneo.

Se dirige a vosotros con precisión, olfateando por el camino, tal vez guiándose por la sangre del aire y por la pólvora residual de los disparos. Puede que vuestro aullido le haya dado la posición exacta en la que os encontráis. Es un guerrero poderoso, no hay duda. Habéis provocado su Rabia, ¿seréis capaces de detenerlo?

Cuando llega a veros, aún a gran distancia. Aúlla con poderío, llenando el campamento de ecos. Una voz de alarma inconfundible. Luego os ruge en Elevado:

- ¡Traidores! ¡Atacáis mi territorio y derramáis la Sangre Pura! ¡Atacadme por turnos o dos contra uno, cobardes! No tengo nada que temer de vosotros.

Un aullido estremecedor recorre el campamento mientras escurres tu forma Glabro lejos de tu Alfa y de Jeremiah. Una parte de ti sabe que desobedecer en tiempo de guerra puede costarte muy caro, en especial cuando escuchas la estampida de una montaña de músculos que avanza hacia ellos, un Crinos negro como la noche que se dirige precipitamente hacia tus compañeros y hermanos, hacia tus superiores en Rango. ¿Deberías...?

Casi te topas con un gigantón barbudo, un enorme hombre peludo de aspecto salvaje, que lleva una camiseta negra de tirantes y unos pantalones malolientes. Tus dotes de sigilo te permiten rodearlo sin que te vea. Y entonces, te das cuenta de que está atendiendo a la llamada que has oído, que sus ojos están desencajados de Rabia y está a punto de abalanzarse sobre tus compañeros desprevenidos. Va a cambiar de forma, podría ser tu oportunidad de pillarle por sorpresa. Por otra parte, ¿y si es más fuerte que tú?

Os quedáis quietos, observando cómo Belén se concentra aún más en el espíritu. El disparo ha sonado cerca, y, de pronto, un inmenso aullido primitivo resuena en los árboles cercanos, provocando unos ecos monstruosos que golpean vuestros tímpanos como el redoble de un tambor primordial. Es una voz que llama a la guerra más feroz y descarnada, una que os sacude la Rabia.

Quizás por eso Belén no sea capaz de hallar nuevas formas de entender lo que pasa, tal vez se haya desconcentrado. La urgencia de la situación es apremiante, pero el tótem, lo que quiera que esté confinado en el poste, continúa con su letanía particular sin comunicarse con nadie.

N´DAAT´A

N´DAAT´A

N´DAAT´A

Los sonidos de lucha indican que podrían necesitaros. Es ahora o nunca, ¿qué hacer? ¿Es decisión del Garou de mayor Rango? ¿O de la Theurge? ¿O acaso de la Wendigo que comparte sus raíces culturales con el tótem? Esta decisión empieza a volverse urgente.

Camille te sonríe y apoya la mano en tu hombro.

- Puedes coger esto - dice, ofreciéndote un arma -. Aunque seguramente se te caiga cuando te transformes. En fin; tiene... diez balas, creo, pero no las dispares como confetti, por Dios.

Rebusca en sus bolsillos.

- Lo que me recuerda - te ofrece dos balas grises y brillantes y las pone sobre tu mano -. Por si acaso. Intenta apuntar a las rodillas cuando las uses. Y recuerda no disparar a nadie con los colores de la banda. Son valiosas, intenta recordar donde las dejas.

Entonces suena un disparo seco, y, acto seguido, un aullido monstruoso y primario que te estremece y te recuerda lo que pasó, el daño que hiciste allá, tan lejos de donde estás ahora. Es como si fuera un sueño, porque aún no has conseguido asimilar nada. Una parte de ti quiere unirse a la cacería y violencia que anuncia el aullido, mientras que la humana que habita en tu alma se encoge de miedo, recordando un terror primordial subconsciente. Erin se gira rápido.

- Es una señal tan buena como cualquier otra, ¡corre, y buena suerte! - te dice dándote una palmada en la espalda -. Recuerda que tu lobo sabe cuando tiene que salvarte el pellejo; déjate guiar por los instintos, joven padawan.

Mira hacia el campamento y te increpa:

- ¡Ve!

Parecemos cualquier cosa menos una manada y me estoy ya cansando de esto. Respiro honco, negando mientras  veo que se nos viene encima un Crinos, tal vez sea hora de que el Alfa comience a comportarse como tal. 

Arrugo el hocico mientras dejo que mi cuerpo cambie a mi forma Crinos, mis garras contra una roca cercana

Su desafio, solo puedo pensar en lo que puede pasar y simplemente solo puedo sonreir. Miro al jodido bastardo que esta a mi lado y luego al frente. Quieres pelea pues una cicatriz mas me va a importar bien poco esta noche, llevo conteniendome mucho rato, demasiado. Muevo la cabeza, cruje mi cuello en crinos, un gruñido sale de mi garganta y simplemente le respondo. 

La sensación en cuanto cruzo la celosía es abrumadora. Mis sentidos se disparan, mi respiración se acelera, siento un intenso calor recorriendo todo mi cuerpo, pero muy especialmente el pecho y la garganta. Y lo peor de todo es el fuerte martilleo de mi pulso en las sienes, siguiendo el ritmo de mi corazón desbocado.

¿Es esto la rabia? ¿Es esto lo que sienten mis hermanos más salvajes, aquellos que viven bajo el poderoso influjo de Selene y su rabia desatada?

Ese redoble de tambor, recordatorio de costumbres tribales que me son ajenas, palabra repetida de un lenguaje que me es lejano y aún así comprensible, desvela a mi alma una presencia ancestral y poderosa. Mis ojos buscan esa tormenta umbral, ese punto en la lejanía donde el peligro es tan palpable que me eriza el velo del cuerpo. Una fuerza implorando, exigiendo a gritos liberarse. No una fuerza del enemigo, pero peligrosa igualmente. Una fuerza deseando liberar su furia sin control.

Hay que salir de aquí cuanto antes...

Bufando como un búfalo embravecido, mis ojos buscan la luna brillante en la oscuridad umbral, parpadeando al verla sobre mi cabeza. Esa fuerza desatada podría devorarnos, arrastrarnos como un tsunami, como un huracán. Es una fuerza de la naturaleza, sin control.

Cojo mi burra y me apresuro a cruzar la celosía con ella. Necesito alejarme de esta sensación, del influjo de ese espíritu. Necesito pensar y razonar, recuperar mi sangre fría. No tenemos tiempo para esto, tenemos una canija que salvar.

El retumbar cercano me vuelve a la realidad. Aunque no he conseguido nada creo que por lo menos debo informarle de mi fracaso a mis compañeros.

-No tengo idea.

Confieso apabullada. El tótem sigue con su perorata que para mí es incomprensible pero un llamado más urgente nos reclama. Sin embargo no tomaré la decisión de responderlo o no.

-Damien, tú eres el jefe... yo no puedo contactarme con el espíritu, pero haré lo que me pidas.

No sé si la Wendigo tiene más idea que yo de esto, solo sé que estoy cansada. Me siento un poco impotente y como si fuera el eslabón débil de la cadena, y eso me duele por dentro. "¿Qué clase de Theurge soy? Sí, la clase patética, ¡mierda! Debería poder haberme comunicado con esa cosa, pero sigue hablándome lo mismo que si fuera en chino."

Locos, estaños todos locos. Call me Harley, Harley Quinn!

A las rodillas, entonces no mataremos a nadie hoy? pero fuck, ellas van en serio. Siento un miedo acojonante, con una sensación de catástrofe cercana. Y estoy sosteniendo una fucking pistola. Miro temblorosa el plomo, y estas otras... Las guardo en un bolsillo aparte, temiendo que pueda hacer trizas el pantalón pero confiando en la suerte de que al menos eso sobreviva.

Cambiar... Esto no es Mighty Morph y no soy una ranger. Por un momento de consciencia temo la mierda a la que me estoy metiendo...

El aullido lejano tiene algo de electrizante. Miro a la dirección de donde provino. No es una puta aventura callejera, esto es serio.

Cierro los ojos, dándome valor. El dolor es la debilidad saliendo del cuerpo, suena a estúpido anuncio para un gimnasio pero extraño, suena mas real. Calo el peso de la pistola en mi muñeca. Una emoción repentina, inyección de adrenalina pura surge.

"Ve!"

Abro los ojos y me echo a correr, con precaución y presta a agacharme para evitar ser descubierta por lo que sea que more adentro.

Mientras me alejaba de Scar y Jeremiah, siendo consciente de no haber seguido las instrucciones de mi alfa al pie de la letra, pero dispuesta a cumplir con su petición de aullar; escuché un aullido más que estremecedor. Fue entonces cuando vi un gran crinos, casi tan oscuro como la misma noche, avanzando en la misma dirección en la que se encontraban mis hermanos.

Pero no era el único garou cerca de mi, de pronto me topé con otro, que no me vio gracias a mis ágiles movimientos, y que también parecía acudir en aquella dirección.

Es cosa de ese aullido, no cabe la menor duda… Joder.

Aquel tipo era enorme, y la rabia parecía salir por cada uno de sus poros, muestra de ello eran aquellos temibles ojos. Parecía dispuesto a cambiar de forma, con el objetivo de atacar a mis hermanos, y por un momento se me pasó por la cabeza adelantarme y ser yo quien me abalanzara sobre él; pero no tardé en decidir que aquello no tenía mucho sentido. Sí, puede que consiguiera frenarle unos segundos, pero no sería suficiente y me dejaría a su merced si conseguía tirarme al suelo, ese garou parecía tener mucha fuerza.

Pero hay otras formas de detenerle. Le entretendré, cumpliré con la orden de Scar, e informaré y ayudaré a mis hermanos.

Avancé una pierna, flexionando ligeramente mis rodillas, subiendo mi pecho y rostro mientras comenzaba a emitir un sonoro aullido. Usé uno de los regalos de la madre para emitir el Himno de Guerra, con el cual no sólo pretendía insuflar ánimo y fuerzas a todos mis hermanos, sino advertirles sobre el enemigo, dándoles toda la información que tenía sobre este.

Esto ya se pone mejor, me emociona que las cosas mundanas empiecen a moverse, trampa o no -¿qué tanto tardará Scott?- no se si voy a poder esperarle y si está ocupado con aquel espíritu que me habló seguro se tarda un poco más de solo tomar su burra y volver, con la distracción del otro lado ya en marcha, no hay un minuto que perder.

Me parece curioso que uno de ellos esté llevando los trapos naranja de los que vestía Scott cuando lo recogimos de la cárcel. -Pero Scott iba bien vestido y este parece que ha salido de una letrina presidiaria- me fijo bien en su aspecto y noto que no lleva ni zapatos- ¿se habrá escapado de la prisión?- la inglesita se guardaba cosas o nunca supo que esto tenía que ver con la gente de prisión -o sería esta la gente que conoce a Scott o... Scott los conoce a ellos... a él... es muy posible.- lo veo allí dudando al pie de la cabaña, la voz desde dentro, quien quiera que sea es quien ira a revisar el jaleo que arman Jere, Zoe y Scar.

El soldadito y su arma de plata, pueden ser un peligro, su rostro lampiño y su melena rubia bien peinada me sabe a tan Colmillo plateado... 

El portazo me saca de mis pensamientos -Bien, el bólido se fue a ver que pasa fuera... -lo que dice de los refuerzos, cambia las cosas, no se si esperar a Scott o avalanzarme dentro de la cabaña. 

Mi cuerpo quiere moverse y estoy por ponerme de pie para sigilosamente moverme más cerca de ellos y asestar un buen golpe... pero, me detengo.

Voy a esperar a que el de la voz se aleje más eso de paso le dará un poco de tiempo más a Scott para que regrese.

Me preparo para ese momento, decido jugar con ellos un poco y quitarles el brillo de los focos de luz. 

Un poco de sabor para lo que se viene.