Partida Rol por web

Se apoyó en la barandilla junto a mí, pero mirando hacia el interior, cuando comenzó a explicarse. Mientras lo hacía le miraba de reojo, incrédula.

¿Qué chorrada es esa?

-Así que si hubieras muerto no me habría enterado… ¿En serio? – dije girando la cabeza para mirarle - ¿Hacerme responsable de tu muerte era mejor opción? – suspiré. – Nunca habría sabido que te exponías a eso conscientemente, habría sido mi responsabilidad. – Di otro trago, limpiando con el reverso de mi mano algunas gotas que se me habían escapado. - ¿Y después qué? Una vez hubiera declarado ya daba igual, no podría echarme atrás. Se suponía que…

Me detuve, quedándome callada unos segundos, volviendo de nuevo la mirada a la calle.

-Se suponía que confiabas en mí, que éramos amigos. – O algo así. Dije con cierta tristeza. – A veces odio todo esto.

Añadí apurando la poca cerveza que quedaba, pensando en que habiéndomelo contado o no, poca cosa habría cambiado en realidad. Scott habría estado igualmente decidido a hacer lo que debía, a seguir con lo que aquel dichoso plan maestro marcaba, a continuar con sus obligaciones; sin duda esta vida era mejor que la que había tenido antes, pero eso no significaba que estuviera de acuerdo con todo lo que Gaia parecía necesitar de nosotros.

Le doy un trago a la botella mientras escupe lo que piensa, lo que le preocupa, lo que le cabrea. Responsabilidad, responsabilidad, responsabilidad... Culpabilidad, más bien. Lo entiendo, de verdad que sí, y que piense así la convierte en alguien maravilloso, pero ¿de verdad piensa que tenía otra opción? Puede que otro sí. Y puede que me haya escudado demasiado en el "plan maestro", más de lo que se corresponde a la realidad.

¿Sabes? Cuando uno está ahí adentro... -Digo apartando la mirada a un lado- ...no te lo voy a negar, es duro. Uno se siente sólo, vacío, perdido. Oía esas voces a todas horas, sentía las reverberaciones del Wyrm recorriendo mi piel y mi cabeza, buscando un resquicio de debilidad para adentrarse en mi alma. -Tuerzo el gesto al recordarlo, mirando la botella que descansa en mi mano- Lo único que te da fuerzas ahí adentro son aquellos que están fuera. A la mierda el plan espiritual, o la guerra sucia de Elijah, lo que me hizo aguantar, levantarme con fuerzas cada puta mañana, no darme por vencido... Era saber que había gente esperándome fuera, gente que me apreciaba, gente a la que yo quería. Y que esa gente estaba bien. -Doy otro trago, y al retirar la botella de mi boca me quedo un instante con la cabeza mirando al techo- Te lo vuelvo a repetir, no quería que te preocuparás y te martirizaras por mí. -La miro a los ojos- Necesitaba que estuvieras bien, que estuvieras de puta madre. Lo necesitaba para aguantar, porque no hubiera podido soportar lo contrario. No sabes lo difícil que ha sido todo desde la última vez que nos vimos...

Cuando discutimos, cuando te enfadaste conmigo y me dejaste allí comiéndome la cabeza, perdido, hundido.

Y ahora, si es lo que quieres, dame una hostia de una puta vez... -Le aguanto la mirada, con tristeza- Y luego dame un abrazo, que llevo mucho esperando...

No me niegues eso, por favor...

Volví a mirarle, mientras era él quien me escondía sus ojos, volviendo a hablar sobre lo que era estar allí dentro. Sin embargo, esta vez estaba siendo algo diferente, como si de alguna forma se estuviera quitando un peso de encima. Me erguí, sujeta a la barandilla, mirándole mientras renegaba de todo aquello que en teoría debiera darle fuerzas, todo eso no había sido lo más importante.

Un escalofrío me recorrió la espalda cuando me miró, aflorando en mí un atisbo de vergüenza, una sensación que en rara ocasión aparecía. No pude evitar agachar un momento la mirada al mencionar nuestro último encuentro. Todavía dudaba a veces de si había hecho bien o no. Por lo que decía, él me había necesitado, pero yo también necesité tomar aquella distancia.

Le miré nuevamente al concederme un golpe, eso sí, seguido del ansiado abrazo que yo también había estado esperando. Su mirada denotaba tristeza, tristeza que iba desapareciendo de la mía.

Posé el botellín vacío en la barandilla, girándome y poniéndome frente a Scott, preparando mi puño.

-Scott… Eres idiota. – le dije con media sonrisa, dándole un puñetazo amistoso en un hombro, para a continuación lanzarme a abrazarle de repente, casi abalanzándome sobre él, dejando caer todo mi peso y apretándole fuerte contra mí. – Deja de hacer gilipolleces, o te daré una paliza… - le susurré, dejando que su melena acariciara mi rostro.

Apenas entorno los ojos imperceptiblemente cuando la veo preparar su puño. No es que no me merezca una y mil hostias por muchos motivos. Y Zoe tiene mucha rabia dentro. ¿Qué más da un golpe, o dos, o los que hagan falta?

Pero el puñetazo en la jeta que esperaba no termina de llegar. En su lugar, Zoe me da un golpecito de colegas en el hombro, llamándome idiota con esa sonrisa que tan bien le sienta.

Y se lanza a mis brazos.

Me veo superado por la situación. Tanto tiempo soñando con esto, tantas veces imaginándolo... Siento la fuerza de la chiquilla, convertida en mujer, aferrándose a mí. Esa mezcla de aromas, el olor de su cabello, de su piel, sus ropas de cuero y tejanas, gasolina y polvo de carretera, toda esa fragancia que apenas podía degustar en sus visitas, manteniendo las distancias... Ahora se adueñan de mí olfato y de mí voluntad, mientras aprieto mis brazos a su espalda, cerrando los ojos, aspirando profundamente.

Lo siento, Zoe... -Digo sin soltarla, sumido mi rostro en su espeso cabello moreno- Siento todo lo que he podido hacer, que te haya hecho daño. -Aprieto aún más mi abrazo, necesitado de él desde hace tanto- Te aseguro que sólo buscaba lo contrario, protegerte, cuidar de ti. Aunque los espíritus hubieran callado, aunque Elijah no hubiera tenido un plan... habría dado lo mismo. -Suspiro, tras aspirar su aroma una vez más- Yo tenía alguna posibilidad, por pequeña que fuera... -Tú no. ¿Qué destino te esperaba en un antro así?- Todo ha salido bien al final, pero sí no hubiera sido así... aún así habría merecido la pena.

Entre tanta confesión de mis sentimientos, giro la cabeza hacia la entrada del restaurante, por donde salen un par de clientes. Un chico algo más joven que yo, bien afeitado y peinado, vestido con elegancia, y de su brazo una chica rubia enfundada en un vestido rojo. Una pareja disfrutando libremente de una cena romántica, doloroso recordatorio de una normalidad que no tengo para ofrecer.

T-te escribí una carta... -Finalmente saco el tema, sin poder esperar- ¿Te... te llegó? Nunca respondiste...

Cerré los ojos, concentrándome en cada sensación. El calor, su olor, el ritmo de su respiración… Todo aquello que resultaba imperceptible con un cristal entre ambos. Comenzó a disculparse, estrechándome él también entre sus brazos, dejándome sentir aquella fuerza que tanto había ansiado. En realidad daban igual sus explicaciones, pues ya me había rendido ante él, aunque el que quisiera dármelas decía mucho de Scott. Sonreía al escucharle decir que sólo había querido protegerme, que hubiera hecho lo mismo de cualquier modo.

Aun así habría merecido la pena…

-Sí, eres un auténtico idiota. – dije sin soltarle, apretando aún más mi abrazo si cabía.

Sin embargo, mis brazos perdieron fuerza al mencionar la carta. Le solté despacio, situándome frente a él para mirarle a los ojos.

-Sí, me llegó… - no pude evitar desviar la mirada a un lado, aunque sólo un instante. – Y no, no respondí. En realidad… He dudado mucho si hice bien o no. – dije, echando mi pelo hacia atrás con una mano. – Pero quería que estuvieras seguro. Yo… Yo sigo estándolo. – dije con un leve rubor en mis mejillas, metiendo los pulgares en los bolsillos del pantalón.

Casi me echo a reír cuando me llama idiota, aún sin soltarme. Los Wyld estamos acostumbrados a insultarnos entre nosotros, somos así: deslenguados, irrespetuosos, brutos... Sin embargo, en su caso es diferente. En su voz, ese insulto parece mucho más que un acto entre colegas.

Me libera de su abrazo, apartando la mirada al confesar que sí recibió la carta. Se me encoje el corazón esperando su reacción a la misma, una explicación, lo que sea. Y me muestra sus dudas, sus miedos, haciendo que tema aquello que ha acosado mis pesadillas bajo la implacable voz coral del Wyrm que recorre las celdas de la trena.

Se ha arrepentido...

Pero se aparta el pelo, sonrojada, y mete los dedos en los bolsillos, un gesto de incomodidad. Y me dice que quería que fuera yo quien estuviera seguro, y que ella... que ella sigue estándolo.

Siento mi rostro arder, mi pecho quedarse sin respiración. El sonido de mi corazón acelerado retumba en mis oídos. Me quedo mirándola fijamente, sin pestañear, hasta que me empiezo a sentir incómodo y avergonzado, y aparto la mirada, serio, observando la puerta del restaurante.

A esto nos vemos abocados, a mirar sobre nuestra espalda, a ocultarnos de los nuestros...

Zoe... -Elevo mis manos hacia su rostro, acariciándole las mejillas mientras vuelvo a mirarla, fugazmente, cerrando los ojos y llevando mi rostro hacia el suyo, haciendo contacto nuestras frentes y caricias nuestras narices, con nuestros labios tan cerca...- Estas historias no terminan bien... -Digo con pena, abriendo los ojos y forzando una sonrisa- Pero somos Wyld Ones, ¿no? Lo importante no es el destino, sino la puta carretera, el camino. Acabe como acabe, quiero recorrer esa carretera contigo. No quiero un sólo kilómetro sin ti a mi lado...

Tras mis palabras se hizo un silencio que pronto se volvió incómodo. Esperaba impaciente la respuesta de Scott, fuera cual fuera esta. Comprobé como revisaba la entrada del restaurante, y es que no le quitaba la vista de encima. Tanto tiempo sin poder mirarle de aquella forma, sin tratar de disimular, prolongando el contacto tanto como quisiera, dejando que mis ojos hablaran por si mismos.

Me estremecí al escuchar mi nombre saliendo de sus labios y sus ásperas manos acariciando mi rostro. De pronto parecía haber retrocedido en el tiempo, y es que me sentía como aquella niña que una vez fui, la cual no sabía nada de la vida y se sonrojaba ante cada nueva sensación. En manos de Scott era de nuevo una chiquilla, y sentí temblar mi cuerpo al acercar su rostro al mío, dejando nuestras frentes en contacto y nuestros labios a apenas unos centímetros mientras nuestras narices se acariciaban.

Sentí miedo al recordarme que estas historias no terminaban bien. Lo sabía. Sabía de las duras consecuencias que podía tener el no respetar la letanía, desde el absoluto rechazo hasta el castigo físico. Sin embargo, al abrir sus ojos y sonreírme supe lo que diría. Y así fue. Esta vez ambos parecíamos estar de acuerdo en lo que queríamos.

-En realidad… - dije ladeando la cabeza, separando mi rostro del suyo. – Me corresponde conducir detrás de tí, junto a Matt. – dije con una sonrisa pícara, para volver a mirarle a continuación.

En realidad había querido romper la tensión del momento, ya que no me veía muy capaz de contenerme. No pude evitar ser yo quien mirara ahora la puerta del restaurante, todo parecía tranquilo, parecía…

-A la mierda… - musité, acercándome nuevamente a Scott y agarrándole por las solapas del guardapolvos.

De un par de empujones lo llevé contra una pared, ocultándonos así de la vista de cualquiera que pudiera salir del local en aquellos momentos. Y entonces, aún sin soltarle, me lancé a sus labios haciendo que su boca ahora fuera mía, recreándome en aquel beso con sabor a cerveza y libertad.

Bromea con su posición en el grupo, recordándome que debe conducir tras de mí y no a mi lado. No es a eso a lo que me refería, pero eso lo sabemos los dos. Tan sólo disfruta de un poco de picardía, que se refleja en su sonrisa y su rostro ladeado, ese que me encantaría besar ahora mismo.

En ese caso, tendré que pillarme unos retrovisores más grand... -No me da tiempo a concluir mi réplica, cuando impetuosamente Zoe me agarra de las solapas y me arrastra hacia la pared. Apenas tengo tiempo de mirar en dirección a la puerta, para asegurarme de que nadie nos ve en esa actitud, y en un instante la pierdo de vista. Y es que el lugar donde impacto de espaldas al muro está oculto a dicha puerta, lo que me impide comprobar que nadie salga, pero también nos oculta a nosotros de su vista. Y ahí, antes siquiera de darme cuenta, siento sus labios en los míos, su calor, su humedad, el sabor de la cerveza recién degustada, el aliento que se une al mío tan impetuoso como un caballo desbocado.

Salvaje, libre, indómito.

Cierro los ojos, sumiéndome en lo que ha sido un simple sueño tantas noches de soledad y peligro. La estrecho entre mis brazos mientras tanto, atesorando cada sensación, cada detalle, sintiéndome al fin libre, por primera vez desde que dejé chirona. Feliz. En casa. Levanto la parte trasera de su chaqueta, introduciendo mi mano libre bajo esta, sintiendo la piel desnuda de su espalda, sin que mis labios dejen de jugar con los suyos, de bailar apasionadamente.

Demasiados sentimientos se agolpan en mi interior. Temor, por mi y por ella; vergüenza, por saber que el camino que emprendemos hoy nos lleva inexorablemente a mentir y ocultarnos de nuestros hermanos; responsabilidad, pues a pesar de todo no puedo eludir la que me une a ellos. Y todo ello se mezcla con la pasión y todo ese sentimiento que atesoro en mi interior y que le pertenece únicamente a Zoe.

Una sombra se mueve en un callejón. Una mujer, una mendiga, una vagabunda, una lunática. Una de tantas, lo que siempre ha sido y será. ¿O no?

Su rostro está magullado, sus manos tienen cortes y están sucias, apenas cubiertas por unos guantes rotos. Arrastra todo lo que tiene, cosas que ni siquiera son cosas, en un pequeño carrito. Todo lo que tiene...que no es nada. Pero sonríe. Sonríe porque no hay hambre ni frío que pueda quitarle lo único que tiene: su dignidad. Es una desahuciada, si, pero camina con más orgullo que muchos Colmillos Plateados, y en su gesto hay más honor que en el de muchos líderes de la Nación. Si tuviera una hamburguesa y vosotros ninguna, aún siendo una pobre mendiga, os daría la mitad. Su historia es triste, pero ella es alegre.

Y os mira durante un segundo mientras compartís vuestro beso largamente anhelado, para luego volverse y marchar. ¿Decepcionada? ¿Alegre? ¿Enfadada? ¿Quién sabe?

La camarera te sonríe. Mira un instante a Meredith, pidiéndole permiso y espera a que te pongas en pie para echar a andar. El baño está volviendo una pared que oculta un biombo. Se toman unas decorosas molestias para que nadie se vea incomodado por algo que no es su comida, en este restaurante. En los baños de carretera el cagadero suele estar bastante más cerca de las mesas...

La chica se planta en la puerta en la que hay dibujado un hombre con sombrero de copa, junta las manos y mira al suelo.

- Le espero, caballero

Matt se deja guiar por una de las camareras hacia el baño, después de que Meredith de su aprobación con un gesto. No dejáis de observar la extraña mirada que la mujer comparte con su esposo, el señor Wu. ¿Incomodidad porque una de sus empleadas confraternice con un Wyld One? ¿O hay algo más?

Por un momento conseguí olvidarme de todo. Ni nuestro encargo pendiente, ni mis hermanos, ni la culpa conseguían que mi mente se alejara ni un segundo de estos instantes. Puede que estuviéramos en la calle, expuestos en cierta manera, pero para mí sólo estábamos Scott y yo; tenía ese poder sobre mí.

Continuaba besándole, soltándole de las solapas al notar nuevamente sus manos, pero esta vez en mi espalda. Me introduje entonces bajo el guardapolvos, recorriendo sus costados, notando sus masculinas formas, terminando por acariciar la parte baja de su espalda.

Separé un instante mis labios de los suyos, en un instante de lucidez.

-Quizás deberíamos volver… - murmuré, viendo como abría sus ojos por mi acto, quedándome prendida de su mirada nada más hacerlo. – Que esperen. – dije de forma repentina, volviendo a conquistar su boca.

Mis labios reanudaron entonces sus caricias, besando su boca, explorando esta con mi lengua, mientras mis manos seguían bajando y agarraban su trasero; atrayéndole hacia mí. Sabía que esto no podía durar demasiado, pero me limitaba a disfrutar del momento, como una loba jugando con su presa.

Wu observa pacientemente cómo algunos os levantáis sin que vuestro Alfa diga nada en contra. No parece contrariado, ni mucho menos. O es muy educado, o no daba un duro por vuestra formalidad, o conoce la independencia de una hermandad de moteros, que no tiene nada que ver con las estrictas reglas de una mafia china. Seguramente un poco de las tres.

- Como he dicho - dice con tranquilidad -. Sabemos que la deuda del señor Claine es personal, pero nuestra situación de necesidad nos hace plantearnos flexibilizar un poco las reglas, por eso hemos mencionado recompensaros, por vuestra...buena voluntad

Saca un zippo de la chaqueta y lo pone sobre la mesa.

- No me molesta, señor Dankworth - añade sonriendo a Scar con cierta simpatía y empujando el mechero hacia el Philodox

- Además, os interesa - sentencia el japonés -. Estamos dispuestos a ofreceros mucho más de lo que os va a costar el trabajo, y todo porque...

Echa una mirada por encima de vosotros. No mira a Wu, por cierto, sino a Meredith. Por alguna razón, cree más conveniente que ella le indique si va bien o mal. ¿La señora Wu será una experta en diplomacia Garou, acaso?

- ...todo porque no podemos seguir peleando entre nosotros, obstaculizando el trabajo de otras bandas, rehusad y os quedaréis solos

Eso se ha parecido bastante a una amenaza. Lo bastante como para que Wu taladre con la mirada al japonés.

Aunque sus palabras han sido duras y mantiene una postura arrogante, Yohiro es traicionado por sus ojos. No mucho. Sólo un poco. Lo suficiente para que te fijes en que se retrasa un instante más de lo necesario al mirarte. La levísima sonrisa en la comisura de la boca cuando repara en tí, cómo le brillan un momento los ojos...

Te lo has ganado. O eso parece. Quizá sea aún mejor que tú en este juego y sólo esté faroleando...Yohiro es un apellido japonés, y sólo sabes de un tipo de Garou japonés, y son famosos por descender de una familia bastante retorcida, llamada Señores de la Sombra.

Matt anota y se marcha de la mano con la simpática camarera china que en realidad no se molesta siquiera porque al prospect se le ocurra bajarse los pantalones en un baño.

La señora Wu lanza una miradita, pero es imposible para mí determinar con qué objeto, aunque francamente no es que me importe. Es la cena más aburrida en la que he estado desde la última reunión en Grecia y la nueva intervención de Wu, no hace más que enfatizarlo. Al menos ha tenido la delicadeza de encenderle el cigarro al viejo Jere, no se puede acusar a Wu de poco hospitalario, hasta deja a sus trabajadoras irse a pasarla mejor en privado con uno de los Wylds.

¿Y si queda preñada? Le anexamos una cuna en ruedas a Matt

Se me escapa una risa sin querer, corta pero divertida y miro a Jere, tiene que darle crédito al tal Yohiro, es como nosotros al grano, de frente, sin tanta parsimonia ni invitándote un té mientras planea la mejor palabra a utilizar para embaucarte. Su amenaza es lo de menos, un día sin amenazas no es divertido, nosotros cenamos amenazas y comemos en los cráneos de nuestras víctimas por las noches.

Cada vez me gusta más este sujeto. – Me agradas, no te vas con rodeos. No hay nada que valore más… aunque ya que estamos, la amenaza sobraba –miro a Wu, a Meredith y me recuesto un poco más en la silla relajándome, su comentario no me ha intimado para nada. Hemos llegado al punto en el que Scar tiene que decidir si les hacemos caso o les pateamos el trasero y vemos luego que viene afuera.

Mi atención regresa sobre el japonés, aprovecho que estoy sentada frente a él para disfrutar de la pequeña conexión que hemos tenido, le devuelvo la sonrisa y le sostengo la mirada largamente también. Sería una lástima tener que someterlo, no deja de intrigarme el apellido y me suena a las historias de aquellas familias y parajes que hablaban las bucaneras que habían tenido la suerte de llegar hasta Asia.

La mirada que le dedicó a la Sra. Wu tampoco se me pasa por alto ¿Qué vela tenía ella? Mientras medito veo el sitio vacío de Zoe, para suerte mía, justo junto a él, cierro suavemente los ojos, me levanto y camino hacia donde se encuentra la silla vacía y me siento a su lado, poniendo la silla ligeramente hacia él. Sitio estratégico: para conocerlo o para inmovilizarlo por si Scar da la orden.

Tomo el licor que pidió Zoe y dejó a un lado y le sirvo una copa al japonés mientras hablo:

– Pero una cosa es que a mí me guste y otra que le guste a mi alfa, veamos cómo le cae ese comentario. Como dije, a mi no me importaría salir a divertirme y realizar el trabajito - respondo mirando a Wu sonrío y levanto la copa para beber un pequeño sorbo del licor, que tengo que admitir, sabe de maravillas.

Echo un ojo a Jere, ya se le ocurriría a él preguntar exactamente qué tanto más y de qué naturaleza era eso que estaban los chinos dispuestos a ofrecer. Mientras tanto me inclino levemente hacia el Japonés, como si fuera a contarle una confidencia.

Al inclinarme con delicadeza hacia el Japonés susurro:

Si las miradas mataran… -digo coqueteando un poco, jugueteando al referirme a dos momentos de la cena

- Me refiero a Wu, creo que no le ha gustado nada lo que has dicho –tomo una de las servilletas de papel saco un bolígrafo y escribo algo

- Ahora, confieso que hay una cosa que también me ha interesado muy especialmente, sobre algo de lo que dijiste hace unos momentos -doblo el papel que acabo de escribir, con mi número de móvil dentro y se lo deslizo sobre la mesa

- Me refiero a eso de quedarnos solos… trasladándolo, si esto no termina mal -miro a Scar y a Wu- Ya que son raras estas ocasiones ¿Qué te parece si, tu y yo, salimos a tomar algo luego? -pregunto con suavidad y luego vuelvo sentarme correctamente en el respaldar, bebo de la copa, le sonrío y regreso mi atención con una expresión seria sobre Wu y los wylds que quedan en la mesa, tan solo para no darles el gusto de pillarme tratando de obtener una cita.
Hay que aprovechar la vida, se va volando.

Jere se mantuvo en silencio por algunos minutos, parecía que el lugar se estaba apoderando de sus más bajos instintos, debía guardar la compostura antes de mandar a alguien a la mierda o destrozar la mierda de estatua que parecía estar mirándole. Estaba incomodo pero lo disimulaba bastante bien. Observo a Scar unos instantes -Bien, entonces les planteare una propuesta- Dijo el Philodox, observando el Zippo que Wu le había pasado – Lo siento, pero la bencina malogra el sabor del tabaco- se excusó de buenas maneras.

Aun no podía creer que la manada se estaba desmembrando lentamente, como nos verían estos chinos? Como entes débiles o alguna mierda asiática para representar lo mismo, Jere negó con la cabeza sin importarle las reacciones de los ajenos. Se rasco la barba y quedo pensativo – Bien entonces de cuanta pasta estamos hablando?- les miro – Pero antes de irme por las ramas de pedir un jet privado y esas cosas… que es la deuda que tiene que pagar Claine, espero sean específicos – Dijo mientras se acomodaba en la silla porque ya tenía el culo chato, no eran tan cómodas como el asiento de una motocicleta.

La pasión se adueña de mí. Ahora sí, al fin, por primera vez, me siento libre. Completa y plenamente libre. Como el lobo apresado que es liberado y corre sin descanso adentrándose en la espesura, así huyo de mí cautiverio adentrándome en Zoe, la espesura en que ne encuentro a salvo, en que soy yo. Yo mismo, sin ataduras, sin máscaras, sin planes, sin obligaciones. Sólo yo, mi instinto, lo que soy.

Pero, cuando sus labios se apartan de los míos, mostrando ella la madurez que debiera tener yo, miro fugazmente la calle.

Y la veo.

Los labios de Zoe regresan apasionados a los míos, sus manos a mi trasero, y aunque mi deseo sigue creciendo, nada es lo mismo. Porque el instinto me advierte, un instinto nacido de la necesidad, de la paranoia, entrenado y afinado por peligros que acechaban por cada rincón, en cada corredor, en cada celda. El instinto de que, aunque nada indique realmente que algo vaya mal, algo podría ir mal igualmente.

Continuamos besándonos, pero mis ojos permanecen atentos a la calle, a la puta calle, un nombre que parece una advertencia. Estamos en la calle, expuestos, demasiado expuestos. Es un primer paso en falso.

Hmmm... Zoe... -Logro decir, separando mis labios de los suyos, abrazándola con fuerza- N-no, podrían vernos... Y ella... -Señalo a la sombra que se aleja en la noche, sumida en las sombras como una vagabunda más, y cuando Zoe se gira en esa dirección, beso su peloby apoyo mi mejilla en su cabeza, aspirando profundamente- Puta Calle. Ella lo sabe, es nuestro espíritu guía, ¿cómo no iba a saberlo? Nos conoce mejor que nosotros mismos... -Suspiro- Tengo que hablar con ella. Y tenemos que andar con cuidado, un paso en falso y... -Aparto mi rostro, dejando que ne mire de nuevo, momento que aprovecho para darle un último beso, suavemente- Estamos en territorio rival, debemos elegir mejor los momentos para... bueno, para esto.

Me recuesto hacia atras en mi silla sujetando una cerveza fria en la mano.

Creo que deberia saber Mister Yohiro que a los Wyld se nos conoce por ser de todo menos ceremoniosos. Doy un lento sorbo mientras por fin lo se.
Si Gibbs me hubiera dejado solo un dia podria haber preguntado a Scott como habia sido todo ahi dentro.
Sonrie Wu, puede que sea un favor y que el viejo Morton este de acuerdo, pero yo tengo tambien todo la potestad de rechazarlo.

Bastard por que eso es algo que puede que no tuvieras que saber le replico sonriendo de medio lado. Zoe se marcha, parece que piensa que es culpa suya, yo creo que es mas culpa de otros y va a costar que lo reconozcan...me esta recordando a esa noche....
Tendra que explicarme mas cosas luego Scott en privado, pero de momento dejare que quede asi y que se ocupe de Zoe, tienen una conversacion pendiente.
Miro al nuevo y luego a Jeremiah, le va a tener que meter en cintura o lo hare yo, no quiero problemas con otros cambiaformas o con humanos normales. La libido se la va a controlar a base de bien o recibira una visita de cuchillas afiladas.

Me echo hacia delante mirando Yohiro a los ojos Creo recordar que los que empezasteis las hostilidades en la Costa Oeste, fuisteis vosotros y no nosotros. Los que drogasteis y luego pegasteis una paliza a dos de nuestros Parentelas dejandolos casi muertos, fuisteis vosotros sin venir a cuento. Sonrio, mientras los tatuajes que no se ven de mi piel parece que estan palpitando y deseando algo.

Voy a ser amable y a no hacer caso a tu amenaza, por que el ultimo que me amenazo esta viendo como amanece desde diez sitios distintos Las cicatrices de mi cara palpitan, si tengo que romperle todos y cada uno de los huesos de su cuerpo oriental lo hare y encima me lo pasare genial por que le ire contando lo que le ire haciendo poco a poco. 

Agradecemos que le brindaran proteccion a nuestro hermano en la prision, como el ha dicho, lo hara gratis. Nosotros cobraremos el trabajo, pero claro si el trabajo tiene que ver con la sorpresa que nos hemos encontrado al venir os puedo asegurar que no sera tan facil acabar con nosotros o el resto de los Wyld. Y si quiere sentar a la señora Wu en la mesa para que negocie tambien, no tengo ningun inconveniente.

Miro a Jeremiah, menuda ocurrencia lo del jet. Vuelvo a mirar a los dos orientales, ahora es el momento de ver sus cartas