Partida Rol por web

No puedo evitar que mi pesimismo con nuestra situación me haga decir:

- Apenas tenemos luz, esto es una locura.

Antes de comenzar Rognar dio un trago de agua pues tenía la garganta seca y apergaminada. Después el elfo recorrió la habitación con lentitud. Pensaba que la losa del sarcófago podría levantarse mostrando quién sabe qué horrible engendró y temía que sus movimientos desataran ese mal. Observó los huesos y las cerámicas esparcidas por el suelo pero sin apenas atreverse a tocarlos para no desatar otra trampa. Silencioso recorrió el lugar sin apenas alterar el estado de los deteriorados objetos.

Una de las vasijas se cae, y los ecos de la sala hacen que el sonido resulte muy inquietante. Tras varios segundos de silencio en el que os dais cuenta que estáis conteniendo la respiración, una ráfaga de aire hace fluctuar las llamas que os iluminan, oscureciendo por unos instantes el mausoleo. Coincidiendo con este hecho, se oye al fondo de la sala un sonido de piedra rozando contra piedra, y al recuperarse la luz y volver a quedar tenuemente iluminada la habitación, miráis hacia el fondo, en la pared tras el sarcófago, y cuatro figuras que no estaban antes allí permanecen de pie como estatuas y mirándoos con sus cuencas vacías y descarnadas.

Solomon se quedo observando petrificado a las cuatro nuevas figuras que habitaban la instancia. -¿Que... que... que son esas cosas?- dijo con una voz inundada por el terror.

Dio unos pequeños pasos hacia atrás, buscando la salida de la habitación. Un sudor frío comenzó a hacer presencia en el cuerpo del hechicero y su corazón comenzó a acelerarse. -Os lo dije... Joder, os lo dije que no era buena idea. Marchémonos antes de que ataquen y acaben con nosotros.- dijo en voz muy baja a sus compañeros.

Lívido mi semblante doy paso a paso en retirada blandiendo mi vara en actitud defensiva, apoyo con voz queda las palabras de Solomon:

- No estamos en condiciones de enfrentarnos a cuatro de ellos, es mejor salir y rezar porque no nos persigan.

El elfo se quedó inmóvil al ver aparecer las figuras. Tragó saliva y miró a sus compañeros. Parecía que su primera intención era retroceder, de nuevo. Respiró profundo y trato de tranquilizarse y evaluar la situación. Examinó el sarcófago para comprobar que las criaturas habían salido de allí y después, sin volverse, preguntó al clérigo.

- Proloc, ¿No puedes espantar a alguno como hiciste con los esqueletos?

Al igual que sus compañeros Rongnar sentía la presión del cansancio, las heridas y el mortecino ambiente del lugar, pero se resistía a abandonarlo. Estaban sufriendo pero sentía que si se marchaban ahora la situación no tendría porqué ser mejor. Habían hecho un gran esfuerzo y no quería resignarse a que fuera en balde.

En la penumbra que apenas iluminan vuestras antorchas, empezáis a ver un pequeño destello verdoso en cada uno de los puntos donde los recién llegados deberían tener sus ojos, y el crujido de las articulaciones ajadas y las vestimentas al empezar a avanzar hacia la luz, os recuerdan las semejanzas con los guardianes esqueléticos que os encontráisteis en el pasillo.

Las palabras de Rongar detienen mi retirada. Mi mano derecha se alza hasta tocar el amuleto que cuelga de mi pecho y tras hacerlo, miro a mis compañeros con una pregunta muda. Si quieren luchar, puedo volver a intentarlo.

Miro a Proloc con un leve asentimiento

Es nuestra mejor oportunidad...

El asustado hechicero se quedo mirando con total cara de asombro como su compañero clérigo se disponía a ejecutar el conjuro para enfrentarse a aquellos seres de ultratumba. "No puede ser... ¿Lo van a intentar en serio? ¿Con que clase de gente me he juntado? Vamos a morir seguro" pensó mientras se debatía entre salir corriendo de aquella habitación o permanecer unido al resto y combatir.

Afianzo mis pies separándolos para conseguir una base estable y a la par elevo con mis manos el amuleto de Mielikki. Empiezo a entonar una salmodia monótona mientras noto como el poder fluye por mis manos.

El ritual resuena con ominosos ecos en la cripta ya de por sí en silencio. La oración fluye por mis labios y aunque por un momento dudo de que la piedad de Mielikki llegue hasta estas profundidades, rápidamente me repongo y continuo entonando sin cesar hasta el final. En ese momento dirijo mi amuleto hacia los monstruos y los conmino a huir.

Cuando todo acaba dos de los seres huyen despavoridos ante mi plegaria, temblando me preparo para la lucha contra los otros dos.

Dos de aquellos seres huyen como pueden alejándose del grupo ante la atónita mirada de Solomon. Había estado prestando especial atención a la oración de Proloc, sin mucha esperanza de que esta funcionara y esperando el ataque improvisto de los cuatro cuerpos amenazantes que se alzaban contra ellos.

"Bueno... quedan dos y nosotros somos cinco..." piensa intentando infundarse el valor suficiente como para entablar combate llegado el momento decisivo. Por un momento recobra el suficiente valor y dice a sus compañeros -Chicos, tal vez pueda atar e inmovilizar a uno de ellos con uno de mis hechizos, de esa forma solo dará problemas el otro y tal vez...- corta la frase unos segundos intentando creerse sus palabras para después continuar -... tal vez podamos acabar con ellos y salir vivos de aquí.- termina diciendo. El hecho de haber sido bastante inútil hasta el momento le hacía sentirse realmente mal con sus compañeros y era el momento de cambiar las cosas.

Los dos cadáveres espantados retroceden ante la luz del símbolo, para hundirse en la oscuridad que hay tras el féretro hasta desaparecer. Sin embargo, los otros dos abren sus quijadas hasta casi desencajarlas como muestra de desafío al poder del clérigo, y comienzan a avanzar con su mecánica cadencia hacia vosotros.