Partida Rol por web

El grupo se puso en camino. Se subieron a la furgoneta y pusieron rumbo al centro, donde vivía la elfa que iba a servir de cebo para Raynor. Vivía en un apartamento tirando a compacto, concretamente en un cuarto piso. Por suerte o por desgracia no era demasiado grande; lo que se podía permitir una joven soltera con un sueldo de policía en aquella ciudad, aunque eso no tenía porqué ser algo malo, era más fácil de limpiar y para aquella emboscada que planeaba, más que suficiente.

Una sala comedor con cocina, un solo baño y la habitación principal, todas conectadas sin un solo pasillo que ocupara un sitio innecesario en tan pequeño apartamento, eran todas las dependencias del piso de Lyara. Por suerte al menos contaba con un balcón, desde el cual, de tanto en tanto, podía salir y tratar de escuchar el canto de los pájaros por encima del ensordecedor ruido de la ciudad.

El barrio de Lyara era como casi todos los de la enorme urbe donde vivían. Una zona residencial que no dormía nunca. En la planta baja había un local, que había sido un locutorio, una tienda de informática, una frutería pakistaní y ahora un café árabe y todo ello en el poco tiempo que la elfa llevaba viviendo allí. Eso le daba algo de vida a la calle, aunque ese tipo de "vida", que a nadie le gusta demasiado, pues aunque el café cerraba pronto, no lo hacía antes de las 00.00 y dejaba siempre la calle bastante sucia, pues Mohamed, su dueño, no era demasiado amigo de la escoba.

Fuera como fuera, los cuatro ex-agentes de la policía metropolitana de Nueva York, estaban de nuevo juntos, esta vez en el apartamento de Lyara y con la furgoneta aparcada en un callejón anexo al edificio de Lyara, al cual se podía llegar a través de la escalera de incendio. Una forma mucho mas disimulada de bajar a la calle con un rehén, por llamarlo de alguna forma.

Y ahora tocaba ultimar los planes para el rapto y como no, hacer la llamada y que fuera lo suficientemente convincente, como para que Ryan Raynor, alias "Casanova", picara y fuera hasta allí exponiéndose a ser el objeto de un secuestro.

Controlar mis nervios se había convertido en mi pasatiempo favorito. Me sentía como si fuese una adicta al alcohol sentada en la barra de un bar desde la cual pudiera ver todas las botellas, en un día en el que las chicas podían beber gratis. Pero aún así, me mantenía dentro de una relativa calma.

Quizás fuese porque el tiempo estaba empezando a hacer mella en mí y la posibilidad de perder a Claire se me hacía cada vez más real. Por el mismo motivo, mi rabia iba siendo sustituida por algo más que pura desesperación. Empezaba a sentir la derrota y que era el momento de rendirme.

Todavía no había llegado ese momento... pero podía estar no demasiado lejos.

Cuando llegamos a la casa de Lyara, avancé con los demás, mirando el interior como si jamás hubiese estado en él. Lo había estado, muchas veces, pero ahora lo hacía por motivos muy diferentes y también en un estado que nada se parecía al pasado.

-Quizás uno de nosotros podía esconderse en el armario. No me importaría salir de nuevo -dije, lanzando una pequeña broma. Sin embargo, en el fondo pensaba que si Raynor desconfiaba, registraría toda la casa antes de nada y descubrir a alguien en ella podía ser un problema -. En realidad me da lo mismo quien lo haga, pero si alguien se esconde y lo descubren, ha de estar dispuesto a liarse a tiros de ser necesario. Eso va también por ti, Lyara. Si vas desarmada puede que te encuentres con problemas. Deberías estar preparada también para defenderte.

Frank ya se había colocado el pasamontañas, llevaba el cloroformo en un bolsillo y el táser y la pistola colgando del cinto. Estaba preparado para hacer su parte y actuar antes de que Lyara pudiera correr algún daño.

En cuanto hiciesen la llamada, sabía que Raynor no tardaría en acudir. Puede que su ex-compañero fuera un agente de los inferni pero también tenía un alto concepto de sí mismo, y el orco confiaba en que ese punto de su carácter fuese suficiente como para que bajase la guardia.

-Me esconderé yo en el armario -decidió el orco, en tono serio. La idea había sido suya, por lo que si alguien debía arriesgarse a estar dentro de la casa y permanecer con Lyara era él-. Tal y como lo veo, diría que lo mejor es cubrir todas las posibles vías de huida por si intenta escapar. Situaría a alguien en la calle, vigilando ese balcón. Y que el tercero estuviese en las escaleras del quinto piso, aguardando a que Raynor llegue y, una vez que "el pollo esté en el horno" -En ese caso, el pollo iba a ser el bueno de Ryan-, bajar hasta la cuarta planta y cubrir la puerta. Al menos es lo que considero la mejor distribución para impedir que se pire.

- Puede que no sea necesario que haya nadie en la calle. - Intervino entonces Everton. - Los del Escudo estarán fuera. - Añadió valorando todas las alternativas. - O bien dos en las escaleras o bien dos dentro del armario o en otro sitio... - Hizo un chequeo rápido por toda la casa, no importaba moverse demasiado para ello. - Aunque tampoco hay muchos más sitios donde meterse uno... - Bromeó con el tamaño de la casa.

A Lyara no le pasó desapercibido cómo evaluaban su hogar, aunque era evidente que dada la tarea que los involucraba debían conocer la disposición de las estancias. Atendió a las palabras de Celarian a la cuál asintió, aunque no estaba demasiado convencida de ello terminó por ocultar su pistola de modo que pendiera de la parte trasera del pantalón, tendría que moverse de manera adecuada para que Raynor no la viera a simple vista si finalmente acudía, pero tampoco sería tan extraño que tomara precauciones si se encontraba presuntamente tan alterada.

—Sé que no hay demasiado espacio. —admitió con apuro— Pero como decís, habría que controlar el balcón. Una vez esté dentro no habrá demasiado espacio para la charla así que lo asaltaría ligeramente... puedo dirigirlo hacia el salón cuando cruce la puerta. —cabeceó hacia el área frente el sofá.

Mientras se expresaba, se soltó el pelo y se despeinó con intención de adoptar una apariencia más descuidada. Carraspeó un par de veces, buscando conncentrarse en su tarea antes de llevar la mano al teléfono e hizo un gesto con la zurda a modo de 'voy a ello'.

Llamaría al número de Raynor que figuraba en su agenda, esperando que con el paso del tiempo no hubiera decidido cambiarlo o, que al menos, lo cogiera. En cualquier caso de no recibir respuesta inmediata insistiría en las llamadas. Independientemente de si lo acababa cogiendo o debía dejar un mensaje, se presentaría de manera similar.

—¿R-raynor? Soy Lyara... n-necesito ayuda... yo... yo no sé muy bien qué hacer... ¿puedes venir, por favor? C-creo que me he metido en un buen lío. —sugirió haciendo su mejor uso de las artes dramáticas, tratando de hacerse ver superada por las circunstancias. Si obtenía algún tipo de respuesta aparentemente empática, vomitaría su dirección con inmediatez para que pudiera acudir a su presunto rescate.

- ¿Lyara? - Preguntó Raynor con voz aparentemente sorprendida al otro lado del teléfono. Cuando ella le pidió ayuda se hizo el silencio durante unos segundos, quizás demasiado incómodos. - Pero... - Sin duda parecía estar dudando. - Dime, ¿qué sucede? ¿Cómo puedo...? - De nuevo una pausa. - ¿Cómo puedo ayudarte, Lyara?

Auque pudo percibirse como hacía una muequilla según hablaba, continuó sujeta al teléfono siguiendo la corriente a su interlocutor. Más le valía ser convincente porque probablemente sólo tendrían esa oportunidad para seguir adelante con el plan inicial.

—Problemas... —dijo entrecortadamente— Podrían estar escuchando... n-necesito hablarlo cara a cara. Por favor. —prácticamente suplicó.

Aún mostrándose ambigua pretendía que su tono la mostrara verdaderamente preocupada.

De nuevo Raynor guardó silencio unos intantes.

- Bien. - Dijo finalmente. - Saldré hacia allí. - En el tono de su voz se percibía cierta preocupación. - Recuérdame dónde vives... 

—Gracias... de verdad. —expresó como si hubiera encontrado respuesta a su fingida desesperación.

Tras compartir la dirección del piso en el que se encontraba, Lyara terminó por colgar pasados unos instantes, con un suspiro que podría interpretarse como alivio. Una vez guardado el móvil se tomaría una mano con la otra.

—Al principio me pareció que dudaba pero no ha hecho demasiadas preguntas y está de camino. No sé cuánto tiempo le llevará, pero si queréis ultimar algún plan es el momento. —se frotó la nuca— Cuando venga lo atraeré al salón, aunque quizás su disposición sea hostil de entrada según qué tanto sepa de nosotros, teniendo en cuenta lo que vimos.

La elfa dió un par de pasos según se expresaba, dubitativa. Se miró momentáneamente como evaluando si debería prepararse mejor o centrarse en que el engaño fuera suficiente para que sus compañeros pudiera reducirle. En cualquier caso volvió a ajustar el arma que había escodido en la parte trasera de los pantalones.

Lyara había terminado de hablar con Raynor, confirmándoles que en principio su ex-compañero había picado el anzuelo y que iba de camino. El orco nunca había considerado a Raynor especialmente inteligente, si bien se había mostrado más avispado luego de la reapertura del caso del Asesino de Elfos, pero tenía el pálpito de que caería en la trampa.

-Bien, Lyara -felicitó a la elfa, sabiendo que había efectuado bien su parte del plan-. Si todo esto sale bien, tengo que invitarte a una cerveza -Ñeh. La cerveza era demasiado poco élfica, no encajaba mucho con lo que bebería un elfo, aunque Frank no sabía qué solían beber los elfos habitualmente- o a lo que quieras... Estaré en el armario, por si fuera necesario actuar.

El orco sabía que no dispondrían de mucho tiempo, por lo que se dirigió presurosamente hasta el closet. Mantuvo una mano cerca del arma de fuego, preparado para desenfundar en caso de que fuese necesario, aunque mantenía el táser agarrado en su mano diestra. Si había problemas, saldría para aturdir a Raynor.

Lyara lo hizo bien. Sabía que lo haría, porque era valiente, ingeniosa y decidida, aunque a veces no lo pareciese.

-Bien hecho, Lyara. Estaba convencida de que lo atraería -le dije, dándole una palmada en el hombro. Después vi como Frank se dirigía hacia el armario y yo miré a mi alrededor.

Como había dicho Zoddert, allí no había mucho sitio para esconderse.

-Creo que subiré un tramo de escaleras y esperaré arriba, si os parece. Mejor que haya alguien más cerca por si acaso. Everton, tú deberías esperar fuera, quizás en el edificio de enfrente, a no ser que quieras cambiarme el sitio y entonces me colocaría yo.

- No. - Dijo de forma seca y tajante Everton. - Yo esperaré en el rellano contigo. - Le dijo a Celarian mirándole fijamente a los ojos. Quizás aquella mirada se podía interpretar de varias formas, como desafío o como voto de confianza. Llegado el momento seguramente la elfa lo sabría. - Fuera ya están los del Escudo. ¿No crees? - Le preguntó, aunque no esperaba una respuesta. - Ya quedamos así.

Dicho aquello sacó su pistola, una glock 16, la cargó y la volvió a guardar. Acto seguido salió de la vivienda y comenzó a subir las escaleras en dirección a la planta superior, no sin antes comprobar que el pinganillo que les habían proporcionado, estaba bien colocado y funcionaba a la perfección.

Todos se pusieron en posición. Frank en el interior del armario, Celarian y Zoddert en el rellano del piso superior y Lyara, nerviosa, no paraba de caminar de un lado a otro de su pequeño apartamento. Los minutos pasaban con cierta tensión, sobre todo para Frank, pues la incomodidad de encontrarse compartiendo un espacio tan reducido junto a camisas y vestidos femeninos colgados de una barra, era importante.

A todos les dio tiempo a pensar en las implicaciones que todo aquello podía llegar a tener y en el caso de Vaamar, tan solo pensaba en una cosa, en lo único que podía pensar desde hacía unas horas, en Claire. ¿Dónde estaría la joven? ¿Qué le habría pasado? Pero sobre todo... ¿Qué infierno debía estar pasando? Fuera como fuera, pronto lo sabría, pues si Raynor no cantaba, le sacaría la información de la manera que fuera.

- Acaba de estacionar un vehículo. Podría ser él. - Dijo de pronto la voz de la elfa que habían conocido en Central Park. - GHT-4538. - Deletreó la matrícula. Pasaron unos tensos segundos. - Es él. Queda alguien dentro del coche. - Afirmó. La tensión se mascaba en el ambiente. Que Idril estuviera retrasmitiendo aquello le daba cierta ventaja, aunque también aumentaba el nerviosismo de todos si es que eso era posible. - Se acerca a la entrada. Estad alerta.

Sonó el telefonillo del portero automático. Lyara lo escuchó y se sobresaltó pese a que sabía de antemano que eso iba a suceder. Se acercó a la puerta de entrada, agarró el telefonillo.

- ¿Hola? - Dijo ella.

- Soy yo, Raynor... - Se escuchó desde el otro lado. 

Era él. Lyara reconoció de inmediato su voz. Ya estaba aquí y tenían que hacerlo bien. Tenían que llevar a cabo el plan de manera rápida y efectiva o todo se iría a la mierda. Era la hora de la verdad.

Asentí a Zodder porque entre otras cosas, no tenía ganas de discutir. No era lo mismo que estuviese uno de los nuestros afuera, vigilando, que el equipo de las narices, pero como aquí todo el mundo confiaba en aquella gente que nos había metido en aquel lío, lo dejé estar.

No era el momento ni tenía fuerzas para enzarzarme en una discusión estéril que no iba a llevarnos a ninguna parte.

Así que nos apostamos ambos en las escaleras, y mientas él preparaba su arma, yo hice lo mismo con la mía.

Para mí sorpresa, permanecí bastante tranquila, hasta que oímos la voz de la elfa a través de los auriculares. Había llegado, y no venía solo, lo que implicaba que alguien tendría que encargarse de él o ella, o tendríamos que salir de allí sin ser vistos. Pero tiempo al tiempo. Lo importante era lograr que entrase y después, anular a Raynor.

Ni siquiera me molesté en responder. Miré a Zoddert y asentí con la cabeza. Solo esperábamos el momento para actuar.

Frank se encontraba nervioso. Sabía que solo era cuestión de tiempo de que Raynor entrase en el apartamento y que ellos tres tuviesen que caer sobre él en cuanto notasen que su ex-compañero tenía la guardia baja. El escuadrón del Escudo de la Luz les indicaba que Raynor ya había llegado, aunque lo había hecho acompañado, lo que definitivamente no eran buenas noticias. ¿Quién lo acompañaba?

El orco respiró hondo. La incomodidad de estar en aquel espacio tan reducido no ayudaba demasiado. Se agotaba el tiempo y no sabía cuánto tardaría Raynor en subir hasta el apartamento, por lo que Frank decidió colocarse ya el pasamontañas. "Venga, Frank. Hay que acojonar bien a ese cabrón" se dijo el orco para sus adentros, sintiendo cómo transcurría cada segundo.

Escuchó la voz de Raynor desde el telefonillo. No tardaría en subir.

—Si va acompañado, podría estar igualmente comunicado con su compañero. Deberiáis reducir al del coche... —comentó escuetamennte ante los datos que había compartido Idril, pero no tuvo mucho tiempo más para hablar. El telefonillo no tardó en sonar, y antes de dirigirse a él, añadió finalmente— Cuánto más rápido zanjemos esto, mejor. 

Por mucho que le gustaran los planes elaborados, nunca se podían contemplar todas las posibilidades. Que Raynor fuera acompañado era una opción más que plausible, aunque había esperado que se diera de otra manera. De todas maneras terminó por responder al llamado y tras recibir la confirmación de que era él, asintió para sí.

—G-gracias por venir, por favor, sube. —replicó en aquel no-del-todo fingido nerviosismo para cederle el paso.

Que subiera al piso era cuestión de tiempo. Aprovechó para despeinarse de manera azarosa antes de entreabrir la puerta de entrada aún empleándola de cobertura, aunque permaneció ligeramente asomada a la espera de su presunto salvador, adoptando un lenguaje corporal tenso.

Cuando Raynor se mostrara permanecería atenta a su aspecto y disposición, si nada le olía mal su intención no era otra que seguir hacia adelante con la idea de llevarlo al salón.

Zoddert se puso serio. No es que antes mostrase una actitud demasiado jovial, él nunca lo hacía, no era la típica persona que disfrutaba habitualmente de la vida, pero en ese momento estaba todavía más serio de lo habitual. Se enfrentaban a su viejo compañero y aunque le recordaba bastante estúpido, parecía haber crecido en astucia en los últimos tiempos a tenor de lo que había organizado secuestrando a Claire y mandándoles sicarios a Frank y a él mismo, aunque claro está, que no todo había sido del todo efectivo.

- Vamos allá... - Dijo entonces el orco entre susurros. Miró a Celarian. - Confío en ti. - Mintió. - No la cagues.

- El coche arranca. - Dijo entonces Idril a través del intercomunicador. - Grupo bravo, seguidlo. - Indicó. - Debéis apresarle. No quiero fallos. Sed todo lo sigilosos que sabéis ser. - Añadió cortando la comunicación.

Fue entonces cuando el ascensor empezó a descender y se detuvo segundos después en la planta baja. Lyara lo vio a través de la mirilla de la puerta y Vaamar y Everton se percataron al verlo en el monitor del propio ascensor. Momentos después el ascensor empezó a subir de nuevo y se detuvo en la planta de Lyara. El ocupante salió del mismo, los agentes del rellano lo supieron por los pasos y entonces sonó el timbre de la puerta.

Lyara vio un rostro conocido a través de la mirilla de la puerta. Se trataba de Raynor. Estaba allí y su expresión no parecía despreocupada precisamente, sino todo lo contrario.