Partida Rol por web

Son las 7:15 de la mañana y acaban de meterte en el national express de camino a casa. Estás mirando por la ventana, viendo a los viajeros rezagados del tren y a sus familiares despidiéndose en el andén. Al parecer te habían echado del internado por empujar a Ashley Roberts por las escaleras. Lo que la muy zorra no había contado, al igual que ninguna de las chicas de su séquito, es que había intentado robar y romper tu cuaderno de bocetos. Era en aquel forcejeo que había tropezado  por las escaleras y, para qué mentir, tú estabas deseando que se cayera.

El tren parte y miras como la estación Golders Green comienza a quedar poco a poco atrás. Las gotas de agua golpean el cristal, como siempre hacía un tiempo de mierda en Londres. Por desgracia en Glasgow no iba a ser mucho mejor. Ahora tenías ocho horas de tren por delante, no entendías como a aquella mierda de tren le podían llamar "express" si tardaba la vida en llegar.

Estoy calada hasta los huesos y tengo frío. A pesar de que cruzo el umbral hasta el interior del vagón, es como si el tiempo de fuera se viera transportado hacia el interior. Como si una nube invisible y negra me acompañase para seguir calándome por dentro. Para hacer todo un poco más incómodo, la pesada maleta golpea con todo y algunas viejas obstruyendo el pasillo me impiden dejarla una vez por todas en el compartimento para el equipaje. Para cuando lo hacen, me doy cuenta que una de los miembros de la pandilla de geriátrico tiene un asiento anexo al mío. No suelo ser tan irascible gratuitamente, pero cargo un humor de perros y cuando estás en esos estados, te molesta hasta la más mínima mierda. 

No me irrita el hecho de que me hayan expulsado de aquella dictadura machista. Bueno, o si... Debo ser sincera conmigo misma y, ahora que los tengo lejos, reconozco que echaré de menos a Pitt. Me escocía haber perdido la beca. Pero sobre todo, el acceso de rabia nacía en el hecho de que todo esto había sido por obra y gracia de Ashley. Puta odiosa... Me sentía frustrada e impotente. Todo ello formaba un nudo en mi garganta que a veces cortaba mi respiración y me veía obligada a calmarme, contar hasta tres, dejar la mente en blanco.... !Y una mierda! Me sentía tan dolida por dentro, que las lágrimas se me agolpaban involuntarias en lo ojos. Menos mal que tenía las gafas de sol. Había soñado muchas veces con librarme del internado, pero no de esta forma. 

Ahora vendría lo peor. Soportar los sermones de mis padres. Con suerte estaban en uno de sus viajes y tenía algunos días para prepararme para sus discurso sobre avergonzar a la familia y acabar siendo una don nadie. Es de lo único de lo que se preocuparán, del renombre de la familia. No me había ganado la mejor fama. Sé que hice cosas mal y, en el fondo, a veces me odio un poco por ello. Por ello se que no confiarían en mi si les juro que fue un accidente, que aquella puta rastrera me había atacado primero... Pero duele de igual forma.

Con esta boria negra tomo el asiento que pone en mi billete. La vieja sigue parloteando con su amiga. Están criticando a alguien y yo siento mucho asco. Coloco mis cascos entorno a mis orejas y tapo sus graznidos con aquella canción de Marilyn Mason. Aunque intento mirar por la ventana, las gotas de agua lo empañan todo y crean un vaho que se impregna al vidrio y lo vuelve opaco. Tengo una mochila en las manos y rescato el móvil de su interior. Es una suerte que no haya acabado chorreando también. Tecleo en el teclado tactil para mandar un sms a Pitt:

Ya stoy en el tren. Me qdan 8 horas d mierda.

La respuesta de tu amiga no se hace esperar. Seguramente estuviera desayunando sola en aquel comedor enorme, antes de la primera clase de la mañana. Normalmente erais ella y tú, ahora solo quedaba ella. 

Esto va a ser un infierno sin ti. Ashley ha vuelto con un brazo en cabestrillo. Menuda puta.

Mientras las dos señoras de al lado, viudas parece ser, están hablando de tiempos mejores cuando sus maridos vivían. Una le cuenta a la otra cómo era su esposo, con fotos sacadas de la cartera y todo. Al parecer a él le encantaba pasear por la playa y allá es donde van ambas, a Scarborough. Una ciudad medieval en otro tiempo, que tras haber sido su castillo destruido en un bombardeo en la guerra, se había convertido en ciudad de vacaciones. Playas, hoteles y todo tipo de actividades para turistas tenían lugar allí. Hasta un mercado medieval del cual a Simon y Garfunkel les gustaba cantar sobre él.

Leo de inmediato el mensaje de Pitt y mi nube tormentosa solo se hace un poco más espesa y negra. La lluvia de pensamientos se hace tan insistente, que acabo por no escuchar ni la música... Se torna un sonido molesto de fondo, que deja de evadirme como me gustaría. Es por eso que me quito los cascos y clavo la mirada en aquel cristal empañado, como mis ojos ocultos tras las gafas de sol.

Esa attention whore ya tienelo que quiere... En fin, que le follen. Te llamo cuando llegue a Glasgow.

Así para un rato y me llega el murmullo de la conversación entre las dos mujeres. Me hubiera mostrado escéptica si, hace un rato, alguien me hubiera dicho que encontraría algo de entretenimiento en sus palabras. Peor lo cierto es que sus relatos sobre aquella ciudad costera captan mi atención y me hacen gestar en la mente una idea que no se si, llegada la parada, me atreveré llevar a cabo. Pero tanteo el terreno tecleando en buscador de Chrome de mi smartphone, los posibles trenes Scarborough-Glasgow.

Miraste en internet y viste que había trenes directos de Glasgow a Scarborough de cuatro horas de duración. Bueno, directo, era un tren largo que contaba con un cambio en York y una espera de un cuarto de hora. Pero todo era probable. La idea de fugarte en cuanto llegaras a Glasgow tomaba fuerza. ¿Por qué no? Al fin y al cabo ya tenías la maleta hecho y no supondría diferencia a estar en casa donde no habría nadie, o de haberlo te llevarías una estúpida reprimenda. 

Es extraño como los padres ausentes piensan que pueden educarte tras años de ausencia, como si se consideraran con algún derecho tras años de ignorancia. Tus padres eran los reyes de eso. Si te fugabas a este sitio no les importaría mucho, eso seguro. Te pones a buscar fotos del lugar. Parece que tiene un enorme hotel frente a la playa, el dinero no te faltaba y no estaría mal. O quizás un pequeño apartamento para ti, o un estudio.

Y en lo alto los restos del castillo, el cual fue destruido por un bombardeo naval en la primera guerra mundial, en 1914. Hubo más de un centenar de muertos civiles y cinco veces más heridos. Una catástrofe...

Una pena para un lugar tan bonito...

... Tan verde...

Abres los ojos de repente, con la respiración acelerada. Ahora podías por fin respirar... Te tocas y compruebas que no hay ningún cuerpo inerte sobre ti, oprimiendo con su peso tus pulmones. Sin embargo, sientes todo el cuerpo dolorido. Al mirar por la ventana ves que estás en la estación de Birmingham. En tu mp3 ahora suena algo de viejos...

Birmingham es conocida como la ciudad en la que nació el heavy metal, ya que en ella se formaron dos bandas que desempeñaron un gran papel en la creación de este estilo musical, Black Sabbath y Judas Priest. Por aquel tiempo, también se creó allí la banda The Move, cuyos miembros formaron allí mismo la banda de rock sinfónicoy progresivo Electric Light Orchestra y la glam Wizzard. El grindcore también fue creado en esta ciudad, ya que es la ciudad en la que se formó Napalm Death, banda pionera del género. También se fundó allí la banda de rock sinfónico The Moody Blues. A finales de la década de 1970, se convirtió, como muchas otras ciudades importantes del Reino Unido, en una de las sedes de la escena punk y, posteriormente, New Wave, generando artistas como Suburban Studs, Swell Maps, Toyah, Duran Duran, Dexy's Midnight Runners.

Las dos señoras que no paraban de hablar de sus difuntos maridos no están, aunque sí sus bolsos. Aun no había llegado su parada para dirigirse a Scarborough, fuera la que fuera. Y por cierto... ¿qué había sido lo que había pasado? ¿Te habías quedado dormida?

Una mano agarra mi camiseta, como si fuera ella la que me oprime y dificulta la respiración. Como si fuera de plomo y me estuviera estrujando hasta la muerte. Mi pecho se agita, victima de la respiración acelerada que me ha provocado el sueño...¿porque ha sido un sueño no? Trago saliva de forma dificultosa y me pongo de pie de pura inercia, de pura ansiedad, aun sintiendo de forma residual la asfixia y el dolor...

Si, ha tenido que se un sueño. O más bien, una pesadilla. No obstante, me duele todo y me empiezo a rayar un poco. La música que sale de los cascos pone banda sonora a aquel momento agónico. Miro alrededor, porque seguro que alguien me había visto hacer el imbécil, quizás la viejas... Pero es cuando soy realmente consciente de que ellas ya no están, solo su equipaje. Me quito los cascos, que pasan a estar pendiendo de mi cuello, como si la música no ayudara a mi calma en este momento... Aunque si me ayuda a ubicarme. Había tenido una pesadilla, una muy real, mucho, pero una pesadilla.

Miro por la ventana y simplemente me dejo llevar por una necesidad. Me doy cuenta que el tren está parado y yo necesito aire fresco... Sin pensarlo mucho cojo mi petate, sintiendo la punzada de un dolor que no se como explicar, pero que empiezo a achacar a una mala postura tras dormir en aquel asiento, y bajo del tren si las puertas están abiertas. Sin más. Ni siquiera soy consciente del todo de que parada es.

Birmingham New Street es la mayor y más activa de las tres principales estaciones de ferrocarril en el centro de la ciudad de Birmingham. Si sales del tren y entras en la estación te recibe una bóveda alta, omnimiosa. Aquel interior era una monstruosidad visto en cierto modo, ya que los techos eran realmente altos e incluso parecían demasiado asépticos. Como si de un lugar futurista se tratara, impersonal y artificial.

El lugar está lleno de gente que va y viene. Un grupito de adolescentes se chocan contigo. Todos llevan la misma gorra y tienen pinta de ser un grupo de estudiantes extranjeros, pues un adulto orondo y con barba les da instrucciones en lo que crees que es francés. No podrías asegurarlo, los idiomas tampoco fueron nunca lo tuyo. Sea como sea, ninguno te pide perdón por chocarse contigo.

No me gustaba aquella estación. Por lo general, la arquitectura moderna no me decía nada. Me parecía sin vida y carente de personalidad. Como la mayoría de personas que  pisan la Tierra en estos tiempos que, sumergidas en la vorágine del ritmo de vida actual, han apartado su propia alma y sólo se dejan llevar por la corriente. 

Aun con los cascos puestos, recolocados tras bajar del tren, paseo mi mirada por la infraestructura horrenda y por las gentes que transitan por ella. La música resuena en mis oídos cuando choco con aquel grupito.

- !Eh! - me sale de primera, en un gesto defensivo, sin ni siquiera ser conscientes del todo de con quien coqué. Luego lo compruebo- Ay que joderse... - mascullo para mi, un poco mal humorada, tras ver que no voy a recibir ni una puta disculpa. 

La chica no se disculpa, ni parece importarle. Es una adolescente que está hablando animadamente con sus amigas. Todo el grupo parecían adolescentes hormonados, donde las chicas hablarían seguramente de trapitos y los chicos de cuál de ellas llevaba más escote o la falda más corta. Todo el mundo andaba parecido en la estación, de acá para allá y muchos más tiempo fijos en sus móviles que en los que les rodeaba.

Es entonces cuando tienes la sensación de estar siendo observada. Esa extraña sensación de tener un par de ojos en la nuca. Te giras y por el rabillo del ojo te parece ver una figura en mitad de todo, mirándote fijamente. Pero cuando centras del todo tu atención en ella, ya no está ahí. Por alguna razón solo vuelves a ver gente de acá para allá, quedando tú con esa extraña sensación de angustia momentánea.

En mi mente, agarro a una de esas chicas de los pelos y le doy una lección contundente. No sería a primera vez. Siento la rabia ascender por mi esófago, cual espuma de una cerveza fría. Aprieto los puños y el anhelo de enseñar a educación a esas niñatas crece. Sin embargo, me recuerdo que me podrían detener y entonces acabaría la escapadita. Vería su final en una celda, mientras mis padres vienen a por mi y me recogen entre caras largas. Destenso los puños y es cuando lo siento.

Era una sensación conocida y enigmática. Era curioso como notábamos cuando alguien nos miraba, aun cuando no nos estemos fijando en ese momento. Como si de una energía se tratase... ¿las viejas no hablan de mal de ojo? La reacción natural es volverme a ver que pasa, pero me encuentro con la nada. Eso me da mal rollo, tanto que se me olvida el tema de las niñas sin educación que antes he deseado golpear. Debo tener ahora mismo una cara de gilipollas profunda...

Acabo sacudiendo la cabeza, para quitarme el mal rollo de encima y me recoloco cascos para seguir mi camino hacía fuera. Habrán sido cosas mías. La mente juega a veces malas pasadas.... Que me lo digan a mi, después de la mierda del tren. Debo estar cansado algo.

La puerta de la estación es tan ruidosa y bulliciosa como el exterior. Ves una línea de tranvía que pasa justo por ahí y la pantalla enorme que te dice que estás en la estación New Street. El edificio era una oda a la modernidad. Ahora te quedaba saber hacia dónde tirar, la ciudad era grande y no estabas acostumbrada a estar en ella. ¿Habías ido alguna vez de la mano de tus odiados padres? No lo recordabas, seguramente a ellos les importaba una mierda sacarte o no de tu mansión familiar. Bastante tenían con sus eventos y demás cosas, un poco como era tu realidad actual.

Me siento un poco abrumada al salir fuera, y creo que no es tanto por el bullicio como por las experiencias pasadas y la paranoia. No creía recordar haber estado nunca aquí, así que lo que tengo enfrente es una ciudad desconocida y en la que podía perderme o acabar en un barrio desaconsejable. No es que me caracterizara por la prudencia, pero hasta hora no me consideraba gilipollas como para sacar papeletas para acabar atracada, violada o mil cosas malas que acaban en ada y le puede pasar a una chica sola en una ciudad. Es por eso que, mirando lo que me rodea, también uso mi móvil para buscar hoteles cercar. No quería nada caro, a mas caro, mas te fichan. Algo modesto puede ir bien, tipo motel. 

Tú móvil y google maps te dan varias opciones a varios precios.

Según lo que muestra la pantalla de mi móvil, acabo decantándome por el Radinson Blu. Precio intermedio y, para ser sinceros, la documentación me la iban a pedir hasta en el más casposo. Ese pillaba cerca de donde estaba, si colaba podía dejar las cosas y dar una vuelta. De paso paseo y ojeo un poco la ciudad.

El hotel Radinson Blu parecía algo mediano para ti, que estabas acostumbrada a cierto estatus, pero en realidad era un sitio que muchos calificarían de lujoso. Al fin y al cabo es un cuatro estrellas y uno de los más nuevos. Ya solo el edificio llama la atención en el skyline de la ciudad. Viéndolo por el lado bueno era el que estaba más cerca y para el que menos tenías que andar.

Tomaron tus datos y tu tarjeta para darte la habitación y en cuestión de minutos estabas en una de las más baratas, pero con unas vistas de infarto.

Mi madre se hastiaría por entrar en un sitio así, que consideraría demasiado mediocre para un miembro de la familia Peltz. Temería por la prensa o alguna mierda así, por si inmortalizaban el momento en el que pisaba un lugar con menos clase que la suya. A mi me daba más igual, pese a mi apellido. El sitio estaba bien, era nuevo y las vistas podían robar el corazón a cualquiera. 

Una vez estoy registrada, subo con mi cuarto a la habitación asignada. Abro la puerta con la tarjeta y estudio el habitáculo con la mirada. No estaba nada mal, un buen cuatro estrellas. Cierro la puerta, dejo la mochila sobre la cama y me acerco a la cristalera que hacía de ventana, con una sonrisa en los labios. El ritmo vertiginoso de la ciudad me hacía vibrar y olvidar, por momentos, todas las cosas que me han pasado en estos pocos días. 

Vuelvo a mi mochila y de ahí saco la cajetilla de tabaco, poníéndome un cigarro en los labios y encendiéndolo con el mechero. Luego vuelvo a la cristalera.

Fumas y piensas en lo rápido que ha pasado todo. En cómo esa zorra se ha aprovechado de tu fama de asocial para liártela y en cómo deberías vengarte de ella. Vaya una puta. De haberlo sabido antes lo hubieras hecho sin testigos. Encima la hija de puta amenazaba con tomar represalias legales contra ti, ¿cómo se atrevía? 

Fumas y el ir y venir de los coches te hace sentirte pequeña e insignificante. Que no eres sino una hormiguita en aquel enorme hormiguero que era la ciudad. El país. El continente. El mundo. El universo. Una insignificante mota de polvo sin nada singular. Solo una más.

Fumas y...

¡Gritas con todas tus fuerzas!

Y estás en la habitación del hotel, tirada en la cama y con el cigarro consumido en la mano. Estás mirando el techo de la misma y al incorporarte levemente ves frente a ti la tele de la habitación de hotel. Te tocas el cuerpo y notas que todo está como debe estar, nada convertido en piedra. Sin embargo el muslo te escuece y al mirarlo ves un arañazo reciente en él.

El arañazo escuece y no recuerdas habértelo hecho. Era fino y parecía que algo afilado lo había causado, tú no sabías cómo.

No podía describir las sensaciones de aquel momento. El latido atronador de mi corazón palpitando y bombeando sangre descontrolado. Me palpo el cuerpo por acto de mera inercia, con espanto y autentico pavor. La sensación de convertirme en piedra había sido tan real... Y el dolor....El dolor aun sigue, por esto me desconcierto. Me levanto de la cama, soltando una colilla que me quema las manos.

- Su put....- ante la colilla, pero al mirar hacía abajo reparo en la herida del muslo. Entrecierro los ojos, perpleja y me tengo que sentar de vuelta en la cama para examinar mejor aquello. Para verlo de cerca y para que no me flaquearan las piernas. Palpo un poco, para constatar que es real  y no me lo estoy imaginando... La mente ultimamente me estaba jugando malas pasadas. Pero no, es real como la vida misma. ¿Con que me habría cortado? Aquel flechazo que soñé viene a mi mente, pero es eso, solo un sueño... Me giro y miro sobre el colchón para ver si había algo afilado sobre él, como para justificar aquello. En un acto un poco estúpido, pero es que no doy explicación... ¿me habrían agredido y no me enteré....? No, eso era raro....

Voy un poco aturdida al baño, para poder echarme un poco de agua fresca en al cara y curarme aquello. Estaba perdiendo la cabeza.