Partida Rol por web

Aquel extraño hombre comenzo a hablar de forma acelerada ... como si intentara ocultar algo o aparentar mas de lo que realmente era , lo cual era de esperar si estaba alli encerrado ... sin embargo, me daba bastante igual ...

- Sensei ... deberiamos ya salir de este sitio tan poco adecuado para un mercader o un aventurero como yo ... - digo de forma fria sin empresar ningun tipo de emocion ... siendo lo suficientemente cortes para no levantar la voz, ni mal encarado mostrando mi desagrado con mi actual ... acompañante ... pues aunque el mercader habia sido mi sensei durante este tiempo por decision propia ... y habia aceptado poner su cuello a mi disposición si veia algo inapropiado ... tenia claro que este nuevo y cornudo compañero de seguro iba a romper las normas de honor y bushido ... asi que si debia matarlo, era ridiculo mostrar un respeto que no se habia ganado ... y parecia que tampoco lo conseguiria.

    Malk'Evar se sintió complacido al ver lo "bien" que congeniaban sus nuevos socios. Por ello, lejos de dilatar más aquella situación, hizo un gesto para salir de allí flanqueado por la peculiar pareja. Cuando se aproximaron a la salida, el alguacil les dirigió una mirada agriada, aunque se contuvo de decir nada en voz alta.

    Una vez afuera, Malk'Evar se dirigió a los abrevaderos donde les esperaban sus tres monturas. Tomo los estribos de la suya y ofreció la restante a Hamakok. -De momento este rocín es lo mejor que puede brindarte la guardia como gesto de disculpa, no es gran cosa, pero servirá para moverte por la ciudad, de hecho... de eso mismo quería hablaros, ya que ahora regresaré al  campamento.- De inmediato Malk alzó una mano para evitar posible réplicas mientras descolgaba una pesada bolsita de cuero bajo sus ropajes. -Ya que quiero que empecéis cuanto antes os daré unas cien monedas de oro, podéis considerarlo un adelanto para cubrir los gastos de hoy, comida, bebida y algún capricho no demasiado caro que queráis daros, aunque lo más importante es que todo eso os ayude a conseguir un buen grupo de aventureros que os acompañe para el siguiente trabajo. Si queréis seguir mi consejo, el mejor punto de partida son los Grifos Burlones acostumbra a ser la primera parada de todos aquellos que acaban de desembarcar y tiene habitaciones, por lo que si algún alma extraviada está allí a la espera de una oportunidad, es sencillo que la encontréis allí. Además, el enano que regenta el local es un buen contacto.- Ofreció la bolsa a Hamakok, esperaba que G1nz0 no pusiera pegas, así que ahora la confianza que más le corría prisa ganarse era la del astado y tal vez ver que no escatimaba en gastos fuera una buena motivación. -En cuanto al pago, daré cien piezas de oro por y los suministros necesarios a todo aquel que acepte el trabajo más un segundo pago, considerablemente más elevado, una vez el trabajo este hecho. Pero si quieren saber más detalles al respecto, que se reúnan conmigo en el campamento a las afueras de la ciudad esta noche. Guinzo sabrá guiaros, a parte que mis guardias lo reconocerán. Con que lleguéis antes del amanecer me servirá.- En ese momento se dio la vuelta y subió a su montura. -En fin caballeros, a más ver, espero que tengáis suerte de vuestro lado, no me cabe la menor duda que toda la parte que no depende de la dama fortuna ya está ganada.- Acto seguido les guió un ojo y se preparó para partir.

    Cuando el dúo abandonó la prisión la posición del sol delataba que ya deberían de encontrarse avanzado el mediodía. Las tripas del tiflin gruñeron quejumbrosas por la falta de alimento, lo cual quizás señalase que iba siendo un buen momento para dirigirse al lugar por el que el mercader les había indicado que podrían empezar. Hamakok sabía de ese sitio, su reputación era lo suficientemente gris como para poder servir a sus propósitos, desde luego no era de esperarse encontrarse a nadie de alta cuna allí, pero al menos era lo suficientemente seguro como para beber una pinta sin temor a ser apuñalado por la espalda por un puñado de piezas de cobre.

    Aprovechando la llegada a puerto de las tres embarcaciones mercantes que ya habían completado casi por completo sus respectivas descargas, los aventureros observaron en las lindes del puerto los distintos tejemanejes que se llevaban a cabo para sacar un buen precio por las mercancías, todo ello bajo la tutela de la guardia aduanera. En poco tiempo alcanzaron el local, situado en una zona céntrica. El edificio era de piedra y madera tenía próxima a la entrada un tablón colgante en el que se ilustraban dos bestias legendarias ligeramente caricaturizadas mirándose cara a cara con las alas extendidas sobre el nombre escrito en común "Los Grifos Burlones".

    Desde donde se encontraban bien podían oír el jolgorio en su interior por parte del gentío que debía de estar comiendo, al mismo tiempo que llegaba el aroma de la comida y la bebida que deberían estar siendo servidas en aquel momento.

    Gareth torció el gesto ante la observación de Brisa, pero una vez terminó de hablar y la exploradora le respondió con las preguntas que ella creyó convenientes, el espía prosiguió como mejor pudo para tratar de solventarlas.

    -Lo mejor será que mantengas un perfil bajo, de momento desconocemos más detalles, así que una vez te infiltres en el grupo será mejor que no levantes sospechas y simplemente observes y recuerdes toda la información que te sea posible hasta que tengamos una manera segura de volver a contactar. Otro de nuestros hombres seguirá la caravana de Malk'Evar y se pondrá en contacto contigo cuando lo crea pertinente.- Cuando tras ello escuchó la pregunta acerca de los N'Kari, el hombre devolvió una mirada extrañada a la gensai de piel azulada. -Si... bueno, los N'Kari, me extraña que no hayas oído leyendas acerca de ellos. Son seres sombríos que habitan en las zonas más inhóspitas de las montañas de la región septentrional, para algunos no son más que rumores y muchos ni si quiera creen que sean reales. Los pocos que dicen haberlos encontrado y vivido para contarlo los describen como seres encapuchados ocultos en las profundidades de grutas heladas, dicen ser descendientes de los reyes brujos y poseer en su conocimiento secretos de la edad en la que los mismos gobernaron. Pero bueno, hasta donde yo se, es cierto que existen, cuanto sea de verdad o no lo que cuenten, ya es otro tema, no obstante, no queremos correr riesgos y si Malk'Evar ha entrado en tratos con ellos queremos saber por qué y para qué.- El hombre se frotó la barbilla con cierto nerviosismo, no parecía estar muy cómodo permaneciendo allí por tanto tiempo. -Si eso es todo, creo que será mejor que nos despidamos, no creo que me busquen, pero el camino de regreso es largo y voy a tener que aprovechar el tránsito de las caravanas para pasar inadvertido.-

    Tras la pertinente despedida, el aventurero puso sus pezuñas en tierra, ya habían pasado meses de la última vez que caminó por tierra firme y ahora era el momento de disfrutar de aquello. Con su bolsa de oro se dirigió hacia la taberna recomendada cruzando el puesto de la guardia aduanera y cruzándose con excompañeros y tripulaciones de los otros dos barcos recién llegados, el "Corazón Intrépido" y la "Hija de la Tormenta". Saltaba a la vista que aquella era una ciudad rica, en cuanto se distanció de las casas de pescadores, la mayor parte de los edificios eran de piedra bien trabajada y el casco urbano no tenía nada que ver con los pozos de ratas que había visto antes.

    En cualquier caso, aquellos eran detalles menores, cuando llegó al centro, y gracias a las instrucciones recibidas por el viejo capitán, terminó por avistar su destino. Un gran edificio en cuya entrada pendía un tablón colgante en el que se ilustraban dos bestias legendarias ligeramente caricaturizadas mirándose cara a cara con las alas extendidas sobre el nombre escrito en común "Los Grifos Burlones". También podía llegar a sus oídos parte del jolgorio del interior y el aroma de la comida que estaba empezando a ser servida. Sin embargo, otro detalle también llamó su atención, dubitativa, en la entrada, se encontraba una pequeña muchacha, parecía llevar las ropas de alguna clase de orden religiosa y su aspecto era un tanto descuidado, seguramente debido a un viaje demasiado largo sin resguardos en los que cobijarse.

    El camino había sido duro y tal vez demasiado largo, pero al fin había logrado dar con una ciudad en la que podría encontrar algún cobijo en el que recuperar fuerzas antes de seguir con su misión divina. El lugar en cuestión era ni más ni menos que Puerto Victoria, el puerto más septentrional del reino y rebautizado así tras los logros conseguidos durante la gran guerra donde la Alianza obtuvo su primera victoria importante al hacerse con un punto clave por el que abrir un acceso directo al corazón del Imperio.

    Los guardias de las murallas no parecieron poner muchas pegas al ver a la clériga errante, al parecer en esa época del año no había que pagar tasas de acceso y hasta la recomendaron un lugar económico en el que podría conseguir trabajo o incluso cama si no era posible conseguir auspicio en alguno de los templos, una taberna que servía de punto de reunión para todos los aventureros de los alrededores.

    Camino a ese lugar, Vanielle pudo observar que casi todos los edificios a la vista eran de mampostería y sillería de la más fina, lo que denotaba que en absoluto se trataba de un lugar pobre, había gente de casi todas partes, incluso algunas de razas a las que contemplaba por primera vez. Acelerando el paso y siguiendo las instrucciones de los guardas, la clérigo no tardó mucho en llegar hasta su objetivo quedando frente a la puerta de madera del edificio en cuya entrada pendía un tablón colgante en el que se ilustraban dos bestias legendarias ligeramente caricaturizadas mirándose cara a cara con las alas extendidas sobre el nombre escrito en común "Los Grifos Burlones". También podía llegar a sus oídos parte del jolgorio del interior y el aroma de la comida que estaba empezando a ser servida. Parada en aquel punto creyó oír algo a sus espaldas y al volverse descubrió a un enorme minotauro que parecía dirigirse también hacia la taberna.

    Desde hacía un tiempo, Nayle había decidido hacer de Puerto Victoria su centro de operaciones. Se trataba de una gran ciudad, de hecho era el puerto septentrional más importante del reino, y no era para menos si al tratarse del lugar en el que la Gran Alianza logró su primera victoria importante cuando se batía en duelo con el antiguo Imperio permitiéndoles así crear una vía de acceso directo al corazón del mismo. 

    Fuera como fuese, era una ciudad de mercaderes y armadores, un lugar ideal para una granuja que había aprendido a lidiar con la guardia y crear sus propias oportunidades. Pero hoy era un día especial, tres buques acababan de llegar, todos ellos con nombres rimbombantes, como de costumbre, "Corazón intrépido", "Hija de la Tormenta" y "Serpiente de Jade", aunque los rumores decían que este último había tenido una travesía de lo más accidentada. Ante algo así era complicado no obtener beneficios, pero debía de andarse con cuidado, la guardia portuaria contaba con más efectivos que nunca y hacía poco se había realizado un duro registros en los bajos fondos en el que varios de sus conocidos habían terminado arrestados. 

    Sin embargo, los marineros seguían siendo una buena fuente de ingresos y a ellos no los tenían tan vigilados como a las mercancías que habían ayudado a transportar. Por ello solo tenía que esperar a que bebieran y el alcohol hiciera su trabajo para poder hacer su agosto. Y qué mejor sitio para hacer esa primera parada tras duros meses en alta mar que la taberna de los Grifos Burlones regentada por su viejo amigo Urgrim.

    Pese a apenas ser mediodía, la taberna ya se encontraba bastante transitada, gran parte de la tripulación de Serpiente de Jade se encontraba ya allí gastando el salario que tanto les había costado ganar en llenarse las panzas con la mejor cerveza del enano. Aunque no todo eran tripulante, también podían encontrarse algún que otro mercenario, aventureros, un grupo de pueblerinas curiosas y hasta un pequeño Bardo que se esforzaba por montar su escenario al pie de la chimenea y de captar la atención del público. Al parecer se trataba de un tal Parsian, un gnomo de grandes ojos azules y una sonrisa encantadora, rasgos que poco interés iban a despertar en el público mayoritario en esa hora.

    Tras la barra, Urgrim observaba con cierta ojeriza a Nayle, no le hacía mucha gracia tener a la tabaxi por allí cerca, los rajabolsillos y demás chusma de aquella calaña traían mala fama para el local y además  podían iniciar una pelea si eran pillados in fraganti, algo caro y desastroso. De todos modos se ahorró hacer comentarios por el momento ya que tenía demasiadas jarras que servir como para poder permitírselo, además de que en breve se iniciaría la hora de servir comidas.

Al fin había llegado a su destino, guíada por sus plegarias y su voluntad. Vanielle se maravillaba ante el lugar, pues una ciudad así no se ve a menudo, en el sentido de que no se identificaba un barrio "pobre", siendo que todo lo que veía eran edificios q no estarian fuera de lugar cerca de un palacio. "Esta debe ser una ciudad rica, sin duda" piensa.

Siguiendo las indicaciones del amable guardia, a quien ella agradeció deseándole las bendiciones de Ilmater en éste buen día, llegó a la posada de Los Grifos Burlones. Un ligero ruido le avisa de algo, y mira por encima del hombro, y lo que ve le hace levantar una ceja sorprendida. Un minotauro... en mitad de una ciudad y, si bien la gente lo miraba con algo de aprensión (Ella incluida, lamentablemente) él no parece hostil, así que decide simplemente dejarlo estar y entrar en la taberna por el momento, pues el olor era ciertamente atractivo. Al fin y al cabo, mientras no cause problemas o empiece a atacar indiscriminadamente, se le da el beneficio de la duda.

Vanielle se dirigió a una de las mesas vacías, buscando una apartada y vacía, dónde esperar descansando sus piernas mientras la atienden.

Las respuestas de Gareth me ofrecieron algo más de información, aunque no la que esperaba, o no toda la que esperaba. En cuanto a la forma de contactar, no tendría modo de hacerlo, teniendo que ser alguien que seguiría la caravana quien se pondría en contacto conmigo. Eso suponía que estaba completamente sola en aquello por el momento, lo que significaba que de cometer algún error las consecuencias podían ser fatales.

Respecto a los N'Kari, mi compañero me dijo lo que sabía, aunque no estaba demasiado seguro de la veracidad de aquellos datos. Eso sí, de la existencia de estos sí estaba convencido, y por ello era tan importante averiguar qué pretendía Malk'Evar al ponerse en contacto con esos seres.

- Márchate, pareces nervioso. – apunté cuando explicó que era mejor que nos despidiéramos ya. – Tengo claro lo que debo hacer. – dije con seriedad y determinación, antes de dar media vuelta y volver a adentrarme en el bosque, antes incluso de que Gareth abandonara el claro.

El guerrero se limitó a ignorar todas y cada una de mis palabras. Tal vez era bueno en sus lides profesionales, pero en cuanto a otras cuestiones dejaba realmente un abismo que desear. Comprendía perfectamente que Malk'Evar hubiera pensado en mí para aquella misión, habiéndole encargado a un tipo así representar sus intereses. Estaba claro que mis habilidades místicas no eran lo único que era necesario en aquella asociación.

Me encogí de hombros ante él por ignorarme, y también ante el agrio gesto del alguacil, en ambos casos con una sonrisa de suficiencia que quedaba acentuada por la forma de mi bigote. Sonrisa que se ensanchó de felicidad al contemplar aquel jamelgo que mi patrón me ofrecía.

Qué generosos... -Murmuré tomando las riendas mientras soltaba una ligera risita- Aunque sentir el sol sobre mi cabeza ya era suficiente, una montura nunca está de más. Tendré que conformarme.

Fue entonces cuando mi patrón explicó la tarea que teníamos por delante, de reclutamiento de un equipo. No dio una cifra, ni siquiera aproximada, de la cantidad de hombres que serían necesarios. Era de suponer que dejaba tal decisión en nuestras sabias manos, así como las características requeridas. A ese respecto, yo tenía una idea meridianamente clara de lo que necesitábamos, aunque debía abrirme a la improvisación al no saber lo que habría en el mercado laboral.

Yo guardaré ésto... -Me ofrecí, tomando la bolsa del dinero de manos de Malk'Evar cuando me lo ofreció. Abrí la bolsa y extraje una moneda, alzándola sobre mi cabeza para disfrutar del brillo del sol sobre su superficie- A no ser, claro está, que Guinzo desconfíe de mí tanto como para necesitar llevarlo él. -Me corregí, encogiéndome de hombros mientras mi cola se mecía, divertida. Le tendí la bolsa al guerrero, aguardando paciente su decisión de tomarla o no, y una vez dilucidado el asunto, me despedí del patrón- Nos veremos esta noche, entonces.

La moneda que había sacado de la bolsa aún se encontraba entre mis dedos, moviéndose de un lado a otro en un juego de habilidad que me ayudaba a centrarme. Nos encaminamos en dirección al puerto, donde se comprobaba a simple vista que había gran actividad gracias a la llegada reciente de varios barcos.

¿Y tú qué opinas acerca del reclutamiento, Guinzo? -Le pregunte con aire fingidamente ausente, observando a nuestro alrededor entre el gentío mientras nos aproximábamos a la taberna- Todo dependerá de lo que haya disponible pero, a mi modo de ver, lo ideal sería encontrar un segundo combatiente que se compatibilice contigo. Uno atacar, otro defender al resto, ya sabes a qué me refiero. También un sanador, y un guía. Buen tirador con arco, a poder ser. Siempre viene bien...

G1nz0 vio como el sensei explicaba todo y le daba una bolsa de dinero a el ... la verdad es queme daba igual ... el era quien deseaba a ese individuo ... y yo no tenia necesidades ...

Al tiempo que salíamos, el cornudo compañero me ofrecio el oro ... estaba claro que era un juego, y no me interesaba nada ... asi que ni me digne a responderle ... ni mirarle ... tan solo continue mi camino hacia el lugar que nos habia indicado ... la taberna ... no me fiaba de el ... pero era su problema ... su vida estaba en juego con sus juegos si se pasaban de la raya.

El samurai no dijo ni una sola palabra durante todo el amino, ni tampoco cuando Hamakok comenzo a preguntarle sobre los candidatos ... yo no era un estratega ... era un guerrero ... y no me interesaba esas cosas ... en el momento que entramos y me comento su idea, sin responderle, me diriji a una mesa comoda y bien situada ... y espere al posadero apra pedirle algo para beber.

Dado que Guinzo se negaba siquiera a responder a la más mínima cuestión, y se empeñaba en ir a su aire, decidí hacer lo mismo. En cuanto cruzamos las puertas de aquella taberna, aguardé tranquilamente comprobando qué dirección tomaba y, lejos de seguirle, tomé una dirección distinta, encaminándome a la barra de la taberna y apoyando mi espalda en ella mientras contemplaba a la "fauna" local. Deseaba analizar el tipo de gente que se encontraba por allí, calibrar nuestras posibilidades. Pediría al tabernero algo para beber, y observaría en silencio.

El edificio abandonado donde me había establecido estaba ahora en mucho mejor estado que cuando lo encontré. Al fin y al cabo mi dios es un dios trabajador. Las goteras eran ya pocas; cuatro habitaciones ya estaban completamente libres de ellas lo que les permitía a ella y a los niños dormir a resguardo. Eran ya casi una docena contándola a ella, lo que suponía un esfuerzo extra por alimentar a tantas bocas. Eran chicos listos, no les había quedado otra creciendo en las calles como ella, pero necesitaban que alguien cuidara de ellos. Cada moneda contaba para alimentarles.

Urgrim ya me conocía. Sabía que tenía una moralidad gris respecto a la forma de hacer lo correcto, pero también sabía que prefería actuar en los espacios abiertos donde tenía la ventaja del terreno y poder dejar atrás a quien quisiera perseguirle. En un sitio encerrado era más difícil huir y cada confrontación tenía el riesgo de salir herida, lo que podía suponer un tiempo de recuperación y tiempo en que no podía conseguir dinero para los niños.

De momento me dedicaría a observar a los presentes mientras disfrutaba de un vaso de leche. Tendría tiempo de encontrar a uno que tuviera una buena bolsa de oro y mucho alcohol para ser una presa fácil.

El minotauro se acerco a aquel lugar recomendado, en una combinación entre alivio por haber llegado finalmente después de tanto "lujo" estaba mas acostumbrado a las ratoneras...

Al ver a aquella pequeña muchacha, el Gaidar pensó en divertirse un rato aunque sin dañar a nadie, se pretendía acercar sigilosamente para colocarse tras la chica, pero esta entro a la taberna... por lo que levantando los hombros sin darle mayor importancia la asunto decidió seguirle al interior...

Una ves dentro se yergue en la puerta en toa su altura (si cabe) y busca algún lugar donde quepa sin estorbar mucho... Observa a la joven en una mesa y dispara una mueca por sonrisa hacia ella, para luego dirigirse a la barra y pedir una cerveza...

Tal y como parecía, el minotauro era otro viajero más, y ella reacciona a su mueca con confusión. Decidiendo que mejor era moverse antes que esperar, ella también decide ir a la barra. Al llegar, hace una señal al tabernero, pidiendo que se acerque.

"Buenos días tenga, vengo buscando algo de comida y bebida. ¿Qué tiene para ofrecer?" Pregunta, reclinándose sobre la barra, apoyando su peso en los codos, cruzados uno sobre el otro, y una educada sonrisa en la cara. A escondidas, lanza una mirda curiosa al bovino humanoide.

    La puerta que daba al exterior se abrió para dar paso a una joven de tez pálida, parecía venir de haber realizado un largo viaje, de inmediato se dirigió a la barra, no sin poco esfuerzo, hasta que logró estar cara a cara frente al enano. Paralelamente, un segundo viajero cruzó el umbral, este era un enorme minotauro que, de no haber sido por su altura, difícilmente hubiese podido dar con la última de mesa libre, apenas un tablón circular fijado sobre un viejo barril de gran tamaño en torno al cual quedaban habían un par de taburetes y una banca, ninguna de las opciones parecía demasiado cómoda, pero era lo que tenía el encontrarse en una ciudad no perteneciente a los suyos. Mientras tanto, la clériga lanzó una mirada furtiva y curiosa al minotauro, detalle que no pasó por alto a una atenta Nayle.

    Lo cierto era que el comedor se encontraba lleno, todos los marineros que Gaidar no se había encontrado por el puerto parecían estar ya aquí, algunos de ellos alzando ya pesadas jarras llenas de bebidas, sin duda alcohólicas, y con fuentes repletas de comida. Aunque no solo gente de mar ocupaba los asientos, también se podían ver montaraces, mercaderes y demás lugareños de diversas razas y etnias.

    A la par que todos aquellos sucesos tenían lugar, el gnomo bardo logró acabar los preparativos y levantarse frente a su público para iniciar a cantar próximo al hogar de la chimenea, algunos jóvenes y mozas se habían aproximado ya a su alrededor, aunque la mayor parte de los parroquianos parecieron ignorar esa parte.

    El enano tardó tuvo que tomarse su tiempo para poder atender a Vanielle. A Urgirm no le hacía especial gracia hacer esperar a sus clientes, daba mala imagen a su negocio, pero ahora estaba hasta los límites y para colmo en breve tendría que soportar el canturreo de Parsian. Al menos aquella noche haría buena caja y seguro que más de uno acababa de inquilino en su pensión. Agitó la cabeza, se enjugó el sudor de la frente con el puño de la camisa y con su mejor cara pasó a atender a la joven.

    -Muy buenas tardes jovencita. Si lo que buscas es algo para calentar las tripas puedo ofreceros un excelente guiso de carne, aunque también tenemos pescado del día bien fresco. De bebida, bueno, aún nos queda cerveza y vino especiado, me gustaría poder ofreceros un sitio cómodo para ello, sin duda tenéis aspecto de necesitar descansar los pies, pero estamos hasta arriba, así que deberá compartir mesa con alguno de los otros comensales o quedarse aquí. Lo que prefiera, cuando decida la serviré tan rápido como pueda. Si me disculpa.- Urgrim se inclinó para sacar otro par de jarras y un cuerno y llenarlos de inmediato para pasárselos de seguido a uno de sus camareros. -El precio por la comida y un cuerno o jarra son cinco piezas de plata, si quiere ir a buscar asiento, puedo localizarla y llevarla lo que pida allí mismo. Mmm... Si también está interesada, podría alquilarle también una habitación, pero si es así decídase pronto, apenas me quedan ya y es posible que para más tarde no quede ninguna.-

    Tras un par de intentos iniciales fallidos, el gnomo hinchió el pecho y llamó por tercera vez a los presentes para presentarse como Parsian, el autoproclamado mejor bardo del reino. Nayle sabia de él, el chico era bueno, pero quizás aquel título se le quedase un poco grande. Sin embargo, no se podía negar que le faltara ímpetu, tras un rápido juego de manos, sacó su laúd dio un par de acordes y de inmediato se arrancó a iniciar su función logrando atraer un buen número de miradas.

-¡Agarrad ya una silla!

¡Y veniros a escuchar!

Vuestra próxima aventura

Está a punto de comenzar.

Cruzaremos las montañas,

que nadie pisó jamás,

crearemos nuestra leyenda

junto a héroes sin par (...)

La chica parecía una presa fácil, que no sería muy rápida. Aunque seguía siendo reticente a robar bolsas dentro de la taberna. Demasiada gente que podría cogerme para pedirme una explicación en caso de que se diera cuenta.

El minotauro quedaba descartado. Aquellos bichos podían ser muy rápidos también y si tuviera la suerte de engancharme con un manotazo podría acabar volando. Literalmente.

Ser una gata simpática no era mi especialidad, pero siempre podía intentarlo. Al menos estar en compañía llamaría menos la atención de los marineros que estuvieran pendientes de que un rajabolsas no les rajase la suya. Sería una buena cobertura para seguir buscando víctimas sin levantar tantas sospechas mientras Parsian narraba su historia. Pero tendría que esperar a que se separase de Urgrim. De momento él me había ignorado, pero si quedaba demasiado cerca de él puede que se acordase de decirme algo a pesar del espectáculo tan lamentable que daría en su propia taberna.

Habría de ser paciente…