Partida Rol por web

Han pasado varios días desde que el barco bordeó las costas de Noruega hacia el oeste. Durante la travesía en el estrecho de Skagerrak la tripulación pudo ver algunas velas en el horizonte, pero esos barcos parecían seguir otras rutas y no mostraron ninguna intención de acercarse a ellos. Sin duda debían ser comerciantes o pescadores

Las tierras que se divisan se vuelven cada vez más salvajes. Las escasas playas van desapareciendo reemplazadas por acantilados cada vez más altos y abruptos. Los densos bosques recubren las laderas de las colinas y las montañas bajas que se elevan más allá. Las noches son frías, pero no resultan insoportables y un espléndido sol brilla durante el día.

La noche desaparece lentamente y aparece una bruma espesa. Un frío afilado despierta a los marinos que duermen tumbados sobre los bancos. No hay viento ni se escucha ningún ruido salvo el del mar. Se han formado unas delgadas placas de hielo alrededor del casco y la escarcha empalidece el barco.

Jorunn se despertó escalofriada. En sueños se había quitado la pesada manta y el frío la había despertado. La joven aprovechó la circunstancia para comprobar como iban las cosas. En la mirada de la chica se notaba que no tenía muy claro lo que debía hacer. Había, por decirlo de algún modo, cierta torpeza en su estilo y muy poca relajación. Debía ser más natural pero la faltaba experiencia.

Osvif—preguntó al marino con los dientes castañeando ligeramente. La joven se ciñó aún más la capa de pieles y se frotó las manos antes de señalar las capas de hielo con mano algo más firme.— ¿Serán un problema?

No-respondió Osvif- No será un problema. Me preocupa más esta niebla, no puedo ver más allá de mi nariz-dijo refunfuñando mientras se aferraba al timón.

Confío en tu instinto y experiencia entonces

Jorunn  se alejó de Osvif para que pudiese concentrarse en la navegación. La joven buscó con la mirada a Sigurd, para preguntarle si quería entrenar un rato con la espada. Aunque había llevado la lanza sabía que tenía que practicar más con la espada, aunque se negaba a usar escudos. Había sobre todo un movimiento de ataque que no acababa de conseguir. En apariencia era muy simple: rodilla adelantada, estocada, alzar espada a la par que el cuerpo. Era sencillo pero o bien algo hacía mal, o lo había entendido mal, o no lo hacía lo suficientemente rápido. Al no encontrar a Sigurd  entre los hombres despiertos la chica se dirigió hacia donde había mandado colocar un tronco de árbol con algunas ramificaciones para practicar.

Unos golpes hacen que Sigurd frunza el ceño, al apartarlo del sueño y sentir el aire frío de la noche. Bastante más frío que cuando se acostó para descansar. Al levantarse ve el panorama, la niebla y la escarcha, y no puede evitar pensar en las leyendas que contaban de aquella extraña Dama...

Para evitar que aquello le nuble la mente se encamina hacia los golpes, no es ninguna sorpresa ver a Jorunn practicando con la espada. El hombre sonríe de medio lado, al ver como golpea un pedazo de madera con la espada, intentando alguna que otra técnica.

-Practicar con eso tiene varias desventajas...- Dice Sigurd, para llamar la atención de la muchacha -Lo primero es que acabarás estropeando el filo de tu arma y lo segundo que no devuelve tus golpes...

Al hirdman no se le ocurriría usar su arma, la cual cuida como si fuera parte de su cuerpo, contra algo que pudiera estropearla. Recordando una lección básica, coje el pomo de la suya para deslizarla dentro de la vaina, suspirando aliviado de que no se hubiera acumulado hielo en la boca, impidiendo que saliera el arma cómodamente de su funda.

-La niebla y el hielo... ¿no serán un problema?- Pregunta Sigurd, preocupado por esa posibilidad.

Es la de entrenamiento—Jorunn bajó el arma de madera e hizo crujir el hombro.—Si lo hiciese con la de verdad no solo mellaría la hoja, sino que acabaría destrozando también el tronco. 

La joven miró a Sigurd y luego sonrió cuando este hizo la misma pregunta que minutos antes había hecho ella. No era una sonrisa alegre ni de alivio, más bien era una sonrisa nerviosa, como si tratase de infundirse a sí misma confianza. Osvif dice que el hielo no será un problema. La niebla si. Pero lleva años navegando, nos guiará bien. 

Sigurd asintió, al ver que efectivamente se trataba de una espada de entrenamiento. No obstante no parece convencerse con su respuesta, tal como está el aire bien podrían desviarse de su camino y no darse cuenta ¿no sería mejor esperar a que la niebla se dispersase? Desde luego no tiene la experiencia de Osvif, así que sobre este tema no puede discutir.

Decide no obstante no motrarse preocupado, es la primera tarea que Jorunn tiene a su cargo y no quiere que pierda la confianza que siempre ha visto en la joven, no hay duda que es una carga tener el mando de diecisiete hombres.

-Seguro que llegamos bien con Osvif guiándonos ahora- Asegura el hirdman, con toda la confianza que es capaz de trasmitir -Lo estás haciendo bien- Dice, por animar a Jorunn, si ella flaquea muchos lo harán.

toc......toc.toc.........toc.....toc..toc.toc.toc...................toc.......toc......toc.toc...

Thorgrim se tapó la cabeza con la piel que le había cubierto toda la noche.

toc....toc....toc......toc.....toc.toc.......toc.toc.toc.toc.....toc.toc.toc.toc........toc........toc...

Aquello era sencillamente inhumano, un castigo atróz con el que levantarse cada mañana de aquel viaje por si el frío no fuese suficiente. El berserk tenía unas ganas enormes que coger aquel tronco y lanzarlo por la borda de una vez por todas. Lo único que se lo impedía era que, aquel objeto de tortura matutina, había sido subido a bordo por expreso deseo de la hija del jarl y lider de esta expedición.

¿En verdad es esto necesario?- le pregunta a Jorunn mientras se acaricia las sienes- ¿Seguro que es necesario hacer esto cada mañana?- vuelve a preguntar.- Sois experta en el manejo de la lanza, un armás más ágil, más rápida y mucho más mortal que esa espada de madera.

Dicho lo que tenía que decir mira hacia el horizonte.- ¡Osvif! - chilla al capitan .- ¿Esta niebla no será un problema? Podríamos tener delante de nosotros un Sjøorm con sus fauces abiertas y no verlo hasta estar dentro de ellas.

Gracias Sigurd. ¿Quieres que practiquemos la esquiva de golpes? No hay mucho mas que hacer en al...—Las palabras de la joven murieron ante el bramido matutino de Thorgrimm. —Siento interrumpir tus sueños a la hora previa de la comida, Thorgrim Olavson—el tono de Jorunn era jocoso pues los hombres estaban empezando a despertar y era mejor mantener el ejor humor posible. No había forma de saber realmente si era hora de desayunar, de comer o de que, pues estaban en aquella época del año donde el sol no daba cuartel a la oscuridad mas que unas pocas horas diarias.  Sobre el elogio y critica a la vez del entrenamiento nada dijo la mujer. Su interés en la espada era mayor cada día que pasaba. La lanza la servía para mantenerse alejada en un combate, para atacar desde lejos, pero no dejaba de ser noble, y necesitaba dominarla a la perfección. No debes preocuparte por la niebla, Osvif sabe lo que se hace y cuando decida que no se pueda avanzar más, parará. De todos modos un Sjøorm huiría espantado ante tus despertares.

Osvif refunfuña desde la popa sin apartar la vista del mar.

-Demonios se lo que me hago pero ésta maldita niebla y éste frío no son normales, anoche no heló-dijo el hombre malhumorado. Los hombres no se habían molestado en arriar la vela pues no soplaba viento de ningún tipo y simplemente observaban a su alrededor la niebla sobre el agua-¡¿Pero que...?!

Las palabras del capitán se cortaron. Con un gran estrépito el snekkjar se escoró peligrosamente hacia la derecha chocando contra un arrecife mientras se pueden ver otros surgiendo alrededor. Los hombres rápidamente toman posiciones y tratan de maniobrar con todas sus fuerzas para evitar que el barco se hunda mientras Osvif maniobra con el timón utilizando toda la fuerza de su cuerpo. 

Gracias Jorunn.- replica el berserk entre sorprendido y agradecido porque la joven noble piense que es capaz de espantar a todo un Sjøorm solo con sus bramidos.

¿Y si ya es la hora de comer donde demonios está la......¡ahhhh!- El golpe pilló de improvisto al enorme guerrero que intentó agarrarse como pudo al barco para no caer a las frías aguas.

Otra vez se daba cuenta de que Thorgrimm no era de los que entendían los sarcasmos, aunque eso no importaba. Era un gran guerrero. No merecía la pena intentar hacerselo ver, por lo que con una sonrisa, ahora sincera por las circunstancias enarboló el arma de madera contra Sigurd. 

Y bien Sigurd ¿Qué dices? ¿Entrenamos? Si SIgurd o no estaba dispuesto a entrenarla en aquel momento la jpoven nunca lo supo. Ni siquiera supo si le había contestado puesto que una embestida la lanzó contra el otro lado del barco. En el camino de sus traspiés la joven trató de agarrarse a uno de los mástiles.

El thurl iba a comenzar a buscar a Hild por el barco para preguntarle si había algo que pudiese hacer con aquella niebla cuando advirtió el arrecife cuando ya era demasiado tarde. Pero le sirvió para prepararse y agarrarse al mástil que tenía cerca.

- ¡CUIDADO! - rugió mientras el barco sufría aquel bandazo, apretando los dientes

Yngwe apenas estaba despierto, ni las conversaciones ni las riñas podían sacarlo de su pacífico sopor sin remordimientos ni problemas que pudieran enturbar la paz de su sueño.... salvo los escollos.... cuando el barco dió el primer bandazo Yngwe salió del lugar donde estaba para darse contra un banco de madera al que instintivamente se sujetó. Fué zarandeado un par de veces hasta despertarse y los gritos de Osvif le pusieron en sobreaviso que debían estar esquivando.... algo ¿Arrecifes? ¿placas de hielo? En cualquier caso había que recoger las velas rápido y frenar el barco para en adelante avanzar con los remos, así que Yngwe junto al resto de hombres cogió un remo y esperó las órdenes de Osvif.

Buenos días dulce muerte, porqué sin bastón caminas,

entre nieblas y neblinas buscando a quien dejar su corazón innerte

Apúntatela Yngwe

Sigurd, que no sabía si llevarse una mano a la cara o reirse ante la contestación del berserkr, decidió contestar afirmativamente a Jorunn.

Un poco de entrenamiento no viene mal nunca  ¿por qué no?

Iba a responder a la muchacha, pero antes de que lo hiciera un bandazo del barco le hizo perder por completo el equilibrio. Intentó agarrarse a algo, seguramente en un fútil intento. Contra qué han chocado no lo sabe, y desde luego le da un poco igual contra qué sea en su situación, sólo le importa el hecho de que no encuentra nada a lo que agarrarse en el momento.

Hacía ya tiempo que Hild se encontraba despierta, escuchando los ruidos que los hombres y, con toda probabilidad Jorunn con sus entrenamientos, hacían ya a aquellas horas, mas la pereza y el frío exterior consiguieron que se quedara remolona en el catre. Decidió que era el momento de levantarse cuando su estómago protesto de hambre.

En cubierta se asombró de la niebla que los rodeaba, arrebujándose en su capa de piel al sentir de golpe el frío exterior. Justo en el momento en que se dirigía a hablar con Osvif por si ella pudiera hacer algo con aquella niebla, el barco escoró peligrosamente y el crujido de la madera consiguió que un escalofrío recorriera a la völva.

Sin nada a mano para agarrarse, Hild comprobó cómo su cuerpo resbalaba sin poder hacer nada para impedirlo, viendo la borda acercándose a gran velocidad.

El barco se zarandeó con fuerza. Tanta que la Völva cayó al agua, casi al igual que Sigurd, que dio un traspiés por la borda pero uno de lo marinos logró agarrarle del brazo y evitar que se cayera. El agua salpicaba la cubierta empapando a la tripulación que se afanaba por mantenerse sujeta mientras que los mas cercanos intentaban socorrer a la mujer pelirroja que se mantenía a flote a duras penas cerca del casco. Osvif trataba de mantener el barco recto y esquivar las rocas, apretaba la mandíbula mientras se esforzaba por mantener firme el timón cosa que parecía harto difícil.

Sí hubiese sido cualquier otro el que hubiese caído por la borda, Jorunn no habría reaccionado como reaccionó. Pero era su amiga, su amiga de la infancia y la chica hubiese hecho absolutamente cualquier cosa por ella. Agarrando una de las cuerdas que había en el barco y despojándose de su capa de pieles la  joven ató la cuerda a su cuerpo.

¡Atadla al mástil! Atadla al mástil y cuando la tenga ¡¡tirad!! ordenó tratando de hacer oír por encima de las olas. La joven corrió hacia la borda para saltar a buscar a su amiga. Era una estrategia arriesgada, pero del barco era la más adecuada para hacerla ya que, como mujer, era bastante más ligera que el resto de los hombres.

Thorgrím se sujetó como pudo a uno de los bancos donde dormían mientras el barco daba bandazos de un lado para otro. Vio un borrón pelirrojo caer al agua e inmediatamente pensó en la völva.

Luego Jorunn se ató una cuerda a la cintura para lanzarse a por ella, pidiendo que la atarán al mástil. Mal presagio sería si la líder de aquella partida no volvía a emerger de aquella bravas aguas, igual de malo que perder a la única que podía interpretar los sueños.

Como pudo, el berserk caminó hasta Jorunn, cogería la cuerda mientras los otros la ataban al mástil y en cuanto estuviesen juntas tiraría de ella con todas sus fuerzas.

Yngwe a los remos, tan alerta por la caída de Hild como el prematuro suicidio de Jorunn tiró del remo desencajándolo de su hueco y alarándolo por el otro lado del barco. Viendo lo lejos que estuviera Hild, si estaba al alcance de su brazo y podía cogerla o le alargaría el remo, si Jorunn saltaba vete a saber si se hería con los arrecifes en los que estaba encallando el barco.

¡¡ Hild !! ¡¡ Hild !! Agárrate - Yngwe estiró su brazo o el remo, según las posibilidades y lo lejos que la hubiera lanzado el barco, con un pie sobre el borde de cubierta sujetando sobre el agua el remo, viendo con sarcástico agradecimiento como uno de los rudos marineros observaba la maniobra...