Partida Rol por web

Finalmente y tras escalar un buen rato por la pesada y oxidada escalera de incendios, logra llegar al piso de Malcom. La ventana estaba cerrada, aunque solo un fino cristal lo separaba de la estancia. Por otra parte el cristal estaba recubierto de madera, no una muy densa, por lo que no debería ser difícil forzarla...

A través de la ventana, se podía ver una habitación grande, presumiblemente el salón/cocina/comedor (sí, todo en una misma habitación), y después otras dos puertas. Era un sitio muy pequeño. ¿Tan poco ganaba el pobre Malcom? 

 Le angustiaba un poco ver todo aquello. Con razón Malcom no quería juntarse en su casa y siempre prefería un bar antes que volver a aquel lugar. Ahora que lo pensaba, la condición de David no podía ser más diferente a la de su amigo; y él nunca fue muy discreto de su nueva casa heredada. Nunca vio en Malcom a una persona resentida, pero ahora David pensaba en si alguna vez hizo algún comentario desacertado. Ver aquel lugar ponía muchas cosas en perspectiva.

 Pero claro, no era momento de pensar en la fragilidad de las amistades y las diferencias sociales cuando uno se encuentra en las oxidadas escaleras a metros y metros del suelo cuando está a punto de irrumpir en la casa de un bun amigo. Solo a David se le podía ocurrió pensar en esas cosas en ese momento (o por lo menos a este David; le gustaba pensar que los demás "Davids" eran más sensatos).

- Vamos, concéntrate... ya podrás pedirle perdón después. Hay que entrar...

 Aplicando mucha fuerza, David intentó forzar la ventana. Lo peor que le podía pasar era caer al vacío desde aquella escalera; pero para evitar eso estaba la baranda.

Sin hacer demasiado esfuerzo, la ventana cedió, haciendo que cayera el pestillo y parte de la madera al suelo. Sabía que todo ese ruido habría alertado a quien estuviera en la casa... Pero no hubo respuesta, por lo que se podía suponer que estaba vacía.

Al observar la casa más en detalle, David pudo confirmar lo que vió desde fuera, era un lugar muy pequeño para el no tan pequeño Malcom. Abrió cada una de las puertas, una daba a un baño, la otra, a una habitación.

Sendas habitaciones parecían muy normales, el baño tenía un váter, una ducha y un lavamanos con un armario-espejo encima. Por otra parte la habitación tenía un armario empotrado además de una mesilla al lado de la cama.

Por último, tampoco nada destacable en la habitación principal, además de armaritos donde debería haber comida, la nevera, la tele y cualquier cosa que pudiera haber en una pequeña casa para entretenerse.

 Aquella casa era algo realmente extraño para David. Realmente se sentía que vivía en una nube comparado a lo que estaba viendo. Pero todo ello era la menor de sus preocupaciones; había un libro un juego. Por más trivial que sonara eso.

 Lo primero que hizo fue mirarse en el espejo del baño. Algo le decía que podía haber algo en aquel espejo. Como si cada espejo guardara algo de él en caso de que ya se hubiera visto en ellos. Aunque no sabía si esa teoría era cierta o no, no perdía nada mirándose. Tal vez se podía acomodar un poco el pelo.

 Luego se dirigió hacia la mesilla al lado de la cama de Malcom. A falta de biblioteca, pareciera el lugar más obvio en el cual se puede guardar un libro. Si bien era probable que no sería el lugar donde lo dejaría si no quería que nadie lo encontrara.

Tras acomodarse el pelo, ya que no vio aboslutamente nada excepto su reflejo, se dirigió a la mesilla de la habitación. Allí encontro un libro, aunque pronto descubrió que no era el libro que buscaba, ya que ponía en letras grandes "Diario".

¿Violaría David la intimidad de su amigo mirando aquello? ¿O rebuscaría en otra parte?

 El muchacho suspiró, pensando en lo mal que estaba hurgar en las cosas de su amigo. No hacía otra cosa que pensar en lo poco moral que era todo ello, y sin embargo seguía adelante por el deseo de un traductor que acababa de conocer. Pero violar la intimidad de su amigo era algo que no podía cruzar: David se tenía que poner límites a si mismo, y ese era uno de ellos.

 Dejo el diario de vuelta en la mesilla, la cerró y se dirigió a revisar las alacenas de la cocina. Segundo lugar de predilección para ocultar cosas. Después de todo, ¿quién buscaría libros en la cocina?

Tras revisar la cocina y los trastos de ese armario... No encontró nada interesante. Pronto algo lo sacó de su interrogatorio, unos golpes en la puerta principal. - ¿Malcom? ¿Va todo bien? ¿No has ido a trabajar? Voy a por las llaves de repuesto, esperame dentro y no te preocupes si te has caído, a veces a mi también me pasa. - la anciana voz pronto se marchó.

David sabía que no tenía demasiado tiempo antes de que volviera, quizá podía registrar un sitio más. En el salón aún quedaba un armarito, justo debajo de la tele, también estaba el armario del baño, el del espejo y por último el armario de la ropa, dentro de la habitación.

 El tiempo se había vuelto un impedimento para David: ahora había gente que creía que Malcom estaba en la casa. Nada bueno para él, que si era descubierto allí iría a la cárcel y perdería un amigo. O por lo menos eso es lo que concluía la fatalista mente de David, que veía el vaso medio vacío. 

 Decidiéndose al último momento, volvió a la habitación de Malcom y hurgó en el armario de la ropa. Pensó, en su poca capacidad de detective, que si el libro tenía que estar en algún lado, tenía que ser en un rincón personal para él. Y nada es más personal que el closet de una persona. O el historial del navegador.

 Luego de ello, independientemente de si encontrase el libro o no, David se retiró del apartamento por miedo a ser descubierto por aquella anciana voz.

David rebuscó en el armario de la ropa, no parecía haber nada extraño... Hasta que miró en la pared del fondo. Allí había una foto de David con un montón de pequeños agujeros por todas partes, colgada en la pared por un dardo. No había que pensar mucho para darse cuenta de que el dardo era el causante de todos aquellos agujeros.

Pero lo realmente perturbador era el mensaje que había debajo de dicha foto, escrito en rojo en la propia pared. "El huérfano mimado jamás supo que es vivir en el infierno."

Las llaves empezaban a resonar en la puerta de la entrada, pero David logró salir por la escalera de incendios sin que le vieran para finalmente reunirse con Banes, el cual andaba mirando su móvil, apoyado en el coche. Miró extrañado a David, ya que llevaba cara de sofoco, esperó a que este le dijera que había pasado y donde ir a continuación.

 Una vez en el auto, David tuvo tiempo para pensar en lo que acababa de ver. Si todo aquella era lo que parecía ser, entonces su amistad con Malcom se encontraba dañada por algún tipo de resentimiento.

- Y-yo... no encontré el libro. Pero... encontré una foto mía... con dardos, en su closet. Como si hubiera tirado dardos contra mi cara. Y un mensaje que decía: "El huérfano mimado jamás supo que es vivir en el infierno". No lo entiendo. Jamás hubiera pensado que Malcom... pensaba eso de mí.

 David se encontraba demasiado ensimismado como para decir una próxima localización. Su cabeza estaba caída y su mirada estaba perdida entre sus dos piernas, frotándose las manos una con otra.

Ese libro... - suspiró Banes, mientras le ponía una mano en el hombro a David. - A veces cambia a la gente. Pero teniendo en cuenta que lo han robado hoy... Supongo que solo ha servido para mostrar la verdadera naturaleza de Malcom. - agarró el volante y apoyó la cabeza contra este. - Lo siento David. Pensé que robó el libro por el poder que este tiene, no por mero odio hacia ti, lo cual me entristece. Pero bueno, a lo largo de todas estas vidas, aprenderás a diferenciar a la gente.

Arrancó el coche. - Vamos bien de tiempo, pero creo que no debemos perder el tiempo con lamentaciones. Si no estaba aquí tu amigo ni el libro... ¿Quizá estén en la empresa? - preguntó, esperando una respuesta por parte de David... Pero el móvil de este empezó a sonar. Sally le estaba llamando, una exnovia suya, lo cual sorprendió a David, pues supuestamente debería estar en un concierto el día de hoy con uno de los muchos chicos con los que ahora pasaba tiempo fingiendo falso amor.

 Vincent intentaba subirle el ánimo, o por lo menos simpatizar con él. Pero lograba un efecto contrario: parecía que la corrupción que el libro provocaba en las personas no era el causante de que Malcom lo odiara. Esto era puro resentimiento por parte de una persona que siempre consideró cercana y querida.

 Pero no podía quedarse enfrascado en esas "lamentaciones", como las había llamado Vincent. Él cual le estaba pareciendo una persona un tanto cínica a David.

- Sí, creo que lo mejor será dirigirnos a la empr-

 Fue entonces cuando a David le sonó el celular, con una llamada de su ex-novia que esperaba ser atendida. Entre todas las cosas que estaban pasando, esa tenía que ser una de las más extrañas. El hecho de que Sally lo llamase a él se encontraba en el mismo nivel de improbabilidad que el hecho de tener que buscar un libro que te permite viajar en el tiempo. Aunque hay que recordar que David a veces exagera con sus comparaciones.

- E-espera, Vincent, me está llamando Sally... eh, perdón: Sally es una ex-novia. Yo habló con ella, y tu conduce a la empresa.

 Y diciendo esto, David atiende a la llamado con un seco pero sonoro "¿Hola?", dejando en el aire un pequeño hilo de suspenso antes de que la ex-pareja empezara a hablar.

¡Hola David! Estoy aquí abajo. Abajo de tu empresa digo. Tenías una entrevista ahora, según me ha dicho Malcom y venía a desearte suerte. - comentaba con un tono alegre. - ¿Ya has terminado la entrevista? Anda baja, que te doy ánimos. - no parecía saber que David no se encontraba en la empresa.

 No se esperaba que Sally se enterara de la entrevista, así como tampoco pensaba que la chica se tomaría la molestia de ir a visitarle a la empresa luego de la misma.  Un pequeño rubor se formó en las mejillas del muchacho, pensando en lo preocupada que Sally seguía estando por él. Eso le recordaba a cuando eran novios... un pequeño sentimiento de angustia afloró en su pecho.

 Pero así como no se detuvo con los de Malcom, no podía quedarse lamentándose con lo de Sally. Le indicó a Vincent que siguiera el camino hacia la empresa y siguió hablando con Sally; soltando una o dos mentiras en el proceso.

- H-hola, Sally. Gracias por acordarte de mi entrevista... pero pedí que fuera un poco más tarde porque... porque se rompió mi despertador. Así que estoy yendo para allí... ¡Nos vemos en frente del edificio!

¡Oh genial! - comentó Sally. - Creo que Malcom andaba por la cafetería, tomaré algo con él mientras te espero ¡que tengo hambre! - dicho eso y sin dar tiempo a contestar, colgó.

Mujeres ¿eh? - dijo con una risa pícara al ver la cara roja de David. - Ya tendrás tiempo de quedar con ella David, ahora lo importante es recuperar el libro. Si Malcom lo tiene, no sabemos de lo que es capaz de hacer con él y si lo ha robado... Por algo será. - suspiró con cierta preocupación. Era la primera vez que David veía cierta preocupación en Banes.

Finalmente ambos llegaron a la empresa y en la entrada no estaba Sally. Seguramente andaría en la cafetería, la cual no parecía estar muy lejos de la entrada. - Si estás preocupado por la chavala, puedo ir yo a rebuscar por el lugar de trabajo de Malcom. Pero como decidas David.

 Finalmente llegaron a la empresa, y la preocupación de David no tardó en manifestarse. Su mirada era nerviosa y poco decidida. Dudaba de qué podía hacer para poder seguir con la búsqueda del libro y al mismo tiempo no dejar plantada a Sally. Mas cuando escuchó que la chic había avistado a Malcom en aquel lugar, quizá podía hacer ambas cosas: seguir de cerca al principal sospechoso del robo del libro y poder hablar un poco más con su ex-novia.

- Vincent; creo que podía haber algo interesante aquí. En cuanto a información, quiero decir. Tanto Malcom como Sally me conocen bien... y si la persona que me robó el libro fuese cercana a mí... pues no dudaría que fue uno de ellos dos. pero quiero estar seguro.

 Dicho esto, se bajo del auto. Pero antes de irse, se apoyó en el mismo y miró a Vincent.

- Tu ve a rebuscar en el trabajo de Malcom. Yo me quedaré en el café por el momento.

Vincent no tardó ni un solo segundo en dirigirse hacia el lugar de trabajo de Malcom, tal como le había dicho David, en la planta cuatro del edificio. Por otra parte al llegar David a la cafetería, no vio a nadie... Algo extraño pasaba. Pronto salió de su desconcierto al recibir un mensaje de Malcom.

Si aún te importa Sally, deberías venir a la azotea, capullo.

El mensaje sonaba preocupante, sin duda alguna. 

 El mensaje lo sobresaltó. Definitivamente, todo se estaba dando vuelta. De un día para otro, su mejor amigo se había convertido en una persona que lo resentía y amenazaba. No sabía a qué se refería, pero el peor escenario se presentó en la mente de David: había secuestrado a Sally. No lo veía capaz, no quería creerlo. Pero si el mensaje iba en serio, no podía arriesgarse.

 David tomó el elevador y rápidamente se dirigió a la azotea.

Al llegar a la azotea, David se encontró la peor situación posible. Malcom estaba apuntando con una pistola a Sally. - David, David, David... - comentaba sin apartar la pistola de la cabeza de esta. - ¿Por qué me quieres arrebatar el libro? ¡Has tenido todo lo que querías siempre! ¡Lo peor que te ha pasado ha sido perder a tus padres! Y yo, siempre... Siempre aguantando tus mierdas del primer mundo, de niño mimado... Pero nunca preguntabas que tal estaba yo, que podrías hacer para hacerme más feliz... - miraba con desprecio a David.

Suspiró, levantó brevemente la pistola. - Y ahora me quieres arrebatar el libro. Si, lo he robado. Si, te he metido en la empresa para saber donde estaba... ¡Pero merezco por una vez tener el control! ¡Mandar! ¡Que la gente se arrodille ante mi y que ya no tenga que trabajar más, ni aguantar más mierdas!