Partida Rol por web

El barco se iba acercando poco a poco a la playa. Varios hombres armados esperaban allí aunque no parecían dispuestos para un combate.

-Espero que tengáis un plan o una buena historia que contarles-dijo el capitán señalando a los hombres que aguardaban en la playa.

Aún con la sombra de la preocupación cerniéndose sobre su cabeza y con la imagen de la bestia grabada en su mente, Hild se quedó profundamente dormida. Sólo se despertó con las voces de los hombres hablando sobre la tierra que se mostraba ante ellos y los gritos de Jorunn enfrentándose a uno de los jutos. La ira parecía haber vuelto a dominar a la hija del jarl.

Estirando sus miembros antes de arrebujarse en su cama para evitar la frialdad del amanecer, la völva se acercó a la borda para observar el panorama que se abría ante sus ojos. Ver aquel barco destrozado le hizo pensar que quizás, por fin, habían dado con el lugar donde escondían a los príncipes pues, tanto en la refriega como debido a la tormenta, alguna de las naves tenían que haber quedado maltrechas por fuerza.

Sin meterse en la discusión entre Jorunn y el juto, prestó atención a las palabras de Osvif y fue en ese momento cuando, de nuevo centrándose en la nave dañada, se le ocurrió una idea. Seguramente sería descabellada, pero tampoco perdían nada.

—Debemos ser cautos. Nuestros males aún no han desparecido y creo que una gran amenaza aún pende sobre nosotros. No estoy segura pero me parece que este es el lugar correcto, los príncipes se encuentran aquí aunque no creo que estén en la aldea... Quizás en una cabaña aislada y protegida. No lo sé... Las visiones fueron un tanto borrosas.

Se giró hacia sus compañeros, buscando en ellos un apoyo a lo que tenía que proponer.

—Puede que sea una tontería pero... Podemos decir que hemos tenido problemas y que necesitamos reparar el barco, sería una manera de poder desembarcar sin que por ello duden de nosotros.

Los dioses habían colmado sus sueños de imágenes inquietantes y su ánimo se sentía turbado. Intentó recuperar el ánimo, pero sintió el frío calando sus huesos a traves de las pieles. La costa que tenían ante ellos no parecía tierra acogedora, y el barco destrozado no era un buen augurio.

Sin embargo la volva no parecía preocupada por eso. Afirmó que los príncipes se encontraban en aquel lugar, y eso era lo único que importaba. Encontrarlos, liberarlos, huir. Su ánimo se inflamó de determinación. Estaba impaciente por desembarcar. Escuchó los consejos de la volva y buscó el beneplácito de Jorunn.

- Es una idea sensata. Venimos a rescatar a los príncipes, no a saquear aldeas, ni sabemos qué podemos encontrarnos. Si quieres puedo intentar convencerles de que necesitamos su ayuda - presentarse voluntario le activó definitivamente y sonrió, observando que la playa estaba cercana y debían decidirse cuanto antes. - Después, nadie se sorprenderá si preguntamos qué le ha pasado a ese otro barco...

El Snekkar de Osvif se iba acercando a la rocosa costa, controlando con destreza los cambios de corrientes y resaca del mar tras chocar contra la inhospita playa. Desde mi posición en la popa, escucho como mis compañeros, aquellos que me acompañan, en los que confío, dan su opinión sobre nuestras opciones y esperanzas, y una leve sonrisa asoma a mis labios, de espaldas a los demás, cuando veo que siguen los cauces por los que mi corazón me guia.

Aun sin girarme, escucho con atención las palabras de Hild. La sabiduría de la völva siempre ha significado un puntal en el que apoyarse, cuando parece que los Dioses nos han abandonado, por eso, cuando dice que los principes están cerca, pese a haber un gran peligro aun acechando, la ira que me habia tomado el lugar del frio helador de la noche en la bahia, se esfuma por fin, pues de nuevo vuelvo a recuperar la fe que me habia sido arrebatada. Con un última inhalación del aire helado del mar me giro, mirando a Osvif, con cara interrogante:

- Eso no costaría hacerselo creer a esos hombres, verdad?? Supongo que el snekkar necesitará algún arreglo, verdad??, asintiendo a la völva, reconociendo su astucia.

En ese momento, Yngwe, que, como todos, había estado taciturno, demuestra que el descanso le ha servido para recuperar su habitual optimismo:

- Me parece que nadie mejor que tu puede acometer esa tarea, Yngwe!!, le digo, contagiandome de su optimismo,, pero... es probable que pregunten por el motivo por el que no hemos fondeado en la Ciudad de las Cadenas, o cual es el motivo de que nos hayamos acercado a Hirsk. Alguna idea??, pregunto, mirando a todos mis compañeros. Sin duda, ya me resultaba mucho mas fácil confiar en el buen juicio de mis compañeros, lo cual me hacia sentir mas segura.

La noche había pasado pronto, el cansancio había echo mella y no habían podido evitar descansar unas horas, por fin habían encontrando la aldea, ahora quedaba lo mas complicado, salir de allí con los menos daños posibles y con los príncipes en caso de que estuvieran allí.
La Volva estaba hablando cuando me acerque a ellos, al parecer había tenido alguna de sus visiones, por lo menos eso nos daría algo de confianza, estiro los brazos para desentumecer todo mi cuerpo mientras bostezo, quizás con decir parte de la verdad sobre, no nos pareció una ciudad muy segura y lo ultimo que queríamos era tener problemas, y esta aldea es la primera que hemos encontrado desde entonces...y si no siempre tendremos el plan B,mientras termino la frase acaricio el mango de mi hacha mientras me asomo por la borda para contemplar la aldea...

Los gritos de la hija del jarl a Juren despertaron al berserk de su duermevela, por suerte Ligurd puso algo de cordura entre ambos y la discusión no llegó a mayores. Su misión aún no había sido cumplida y aquel no era un buen momento para comenzar una pelea con los jutos.

Una vez despierto, Thorgrim escuchó el plan trazado por sus compañeros mientras miraba atentamente a los hombres que aguardaban en la playa tratando de evaluarles.- Este barco está en buenas condiciones.- Añadió a la conversación.- aunque seguro que Osvif sabe algo que hay que reparar.

-Podría cortar algún cabo y rasgar un poco las velas para simular que tenemos problemas... pero si no os creen, no podremos huir y tendremos problemas de verdad-explicó el hombre que no paraba de mirar nerviosamente a los que esperaban en la playa.

—No todos los daños de un barco deben de estar a simple vista ¿no? —Preguntó Sigurd, ya que la excusa que había dado Hild era la única que tenían y, a decir verdad, no era mala idea para acudir a ese lugar. No obstante casi todo el mundo parecía más nervioso de lo que debía de estar.

—No tienen porqué dudar de nuestra palabra, pueden vigilar nuestros movimientos pero mostrarse tan desconfiados como para desear revisar el barco sería una falta enorme de hospitalidad...

Cualquier niño vikingo podía saber que la falta de hospitalidad era una falta al honor, de esclavistas podía esperarse, pero no de todo el mundo.

—Aún a malas, si cortas sólo los cabos podríamos huir perfectamente ¿no Osvif? También podemos decir que necesitamos provisiones y descansar simplemente. Seguro que es mejor tirar las provisiones por la borda que cortar las velas...

Esa, al menos, era la opinión del ulfhednar.

- Siendo piratas, desconfiarán de nosotros, sobre todo aquellos que sepan que acaban de coger como prisioneros a dos principes, así que, andemos con pies de plomo, y tengamos el barco en buena situacion y estado para poder huir con él, si la ocasión lo pide..., digo, con la calma ya recuperada, pasando mi mirada sobre mis compañeros, los jutos y Osvif y su tripulación.

- Veamos qué nos ofrecen las nornas en esta villa costera..., digo, calandome la capucha, tras las palabras de Sigurd, que habia estado muy callado desde que salimos de la Ciudad de las Cadenas.

Mientras el Skkedar se acerca a fondear cerca de la pedregosa costa, mi mirada se pierde en las casas que desde la proa se ven, imaginando en cual de ellas, si las visiones de la Völva eran ciertas, estaban los principes.

La costa estaba ya cercana y la conversación se alargaba más de lo debido, así que el scalda intervino de nuevo, hablando con astuta determinación.

- Incluso los piratas se creerán cualquier mentira con una sola condición: llenémosla de detalles probables, y nadie se quejará. Una tormenta desvió nuestro rumbo y el fondo del skkedar se ha dañado contra las rocas - hablaba impostando la voz, en lo que podría ser una burda imitación del mismísimo Osvif. De hecho le lanzó un guiño a este antes de saltar sobre un montón de cabos apilados y continuar, en un tono mucho más reservado, íntimo - allí donde la corriente del norte vira hacia... yo que se! - exclamó - eso es cosa de marineros. Pero entendéis la idea? Una historia llena de detalles les convencerá de cualquier cosa. De dónde venimos, a dónde nos dirigíamos... solo desearán una respuesta, y se la daremos, por las barbas de Odin!

—A mí me parece que contar una historia llena de detalles que nadie nos ha preguntado, puede dar la impresión de que te estás excusando nada más desenbarcar. —Contestó el ulfhednar.

No era tan dado a las letras como Yngwe, pero precisamente por eso sabía que la mayoría de la gente respondía con sencillez, no contaba toda una aventura a quien no le interesaba.

—Creo que lo mejor es responder a lo que pregunten, sin dar demasiadas explicaciones. No tenemos porqué darlas a no ser de que nos las pidan.

Sigurd se rascó la cabeza, incapaz de comprender esa conversación.

—¿No os parece que os estáis complicando demasiado la vida? Ya tenemos las excusas, lo mejor es comportarse como os comportarías en cualquier otro puerto y aldea... El resto está de más y podemos llamar la atención de alguien que nos pueda estar esperando ahí...

La völva escuchó en silencio los comentarios de sus compañeros, valorando cada palabra que pronunciaban, pero quien más le sorprendió fue el Ulfhednar, no solía hablar demasiado pero cuando lo hacía solía mostrar prudencia y sensatez. No podía quitarle la razón, pues parecía que estaban demasiado temerosos después del fracaso anterior y no eran capaces de ver el mejor camino, perdiéndose en oscuros senderos llevados por la cautela.

—Creo que tienes razón. Ir por delante con excusas sólo atraería recelo hacia nosotros. Si nos preguntan contestaremos. Pretextos tenemos de sobra para arribar a esta costa... nos hemos quedado sin alimentos, se nos ha averiado el barco o simplemente nos hemos desviado de nuestro rumbo en una tormenta. Pero lo que no podemos hacer es perder el tiempo con estos miedos que nos impiden ver el camino. Cuanto más tardemos nosotros, menos posibilidades tendremos de encontrar a los príncipes.

 Tras escuchar las distintas razones de mis compañeros, simplemente añado: - Sea entonces, comportemonos como si no tuviéramos nada que esconder, y que los Dioses nos protejan!!, digo, preparándome para saltar, en cuanto Osvif y sus hombres nos digan que es seguro desembarcar.

Procuro que mi cara no lo refleje, pero, muy a mi pesar, vuelvo a ser un mar de dudas: - Jorunn, no puedes permitirte volver atrás: tu padre, tu tribu, tu gente, necesita que seas fuerte!!, me arengo, esperando poder cumplir con mi deber.

Bien.- Añadió el berserk cuando sus compañeros decidieron que hacer colocándose cerca de Jorrun dispuesto a saltar también cuando llegaran a puerto.

Thorgrim descendera el primero.- Dijo sin más explicaciones con su habitual falta de palabras.

Cuando el grupo descendió al menos una quincena de hombres los esperaban en la orilla. Iban armados pero no parecían agresivos. Uno de ellos se adelantó unos pasos.

-¿Quienes sois y que habéis venido a hacer aquí?-su voz era como el ladrido de un perro y no parecía contento de tener visitantes desconocidos en su playa.

Cuando escuchó la pregunta, Thorgrim giró el cuello para mirar de reojo al tipo que estaba hablando. Le dedicó unos segundos de su atención para evaluarlo, mirando de arriba abajo, para luego volver a sus tareas de atraque.
 

Manteniendo la capa en alto, salto de la proa del skkedar tras Thorgrim, chapoteando en las frias aguas. Tranquilo, guerrero de Thor, dejemos que hable el Scalda..., le susurró, apenas veo que uno de los 15 de la orilla, con cara de pocos amigos, se adelanta, y ladra su pregunta. Dejo que la capucha oculte mi rostro, mientras me giro levemente hacia Yngwe, colocandome de nuevo la capa en su sitio.

La Lanza de los Cuervos está cruzada sobre mi espalda, envuelta en las pieles en las que la oculto, pero pero prefiero tenerla a mano. Los Dioses no lo quieran, pues la seguridad de los Principes está ligada, a mi modo de ver, a que consigamos realizar nuestra misión haciendo el menor ruido posible, pero si surgiera un combate, la sacaré sin contemplaciones. Ahora que por fin nos acercamos, extrañamente, me encuentro mas calmada, supongo que por haber conseguido dejar el fracaso del dia anterior, eso, en el "ayer". Una sombra de preocupación cruza mi rostro cuando, fugazmente, cruzo la mirada con Juren: - Será el juto capaz de mantener su boca cerrada??, pienso, con preocupación, mientras espero la respuesta del Scalda.

La völva saltó del barco al igual que el resto, sintiendo como el agua mojaba los bajos de su ropa. Caminó en silencio, detrás de todos mientras ocultaba el color llamativo de su pelo bajo la capucha. Era impensable que las noticias de lo sucedido en la Ciudad de las Cadenas hubieran llegado hasta aquí, pero era mucho mejor asegurarse de no dejar demasiadas pistas.

Los hombres de la orilla, aunque no demostraban animadversión, sí que mostraban bastante recelo, y clara demostración fue la forma tan brusca en la que abordó aquel hombre al grupo. Hild, una de las menos indicadas para hablar, esperó pacientemente a que, o bien Jorunn o bien el scalda, se animaran a decir algo. Sólo esperaba para que se mostraran lo más naturales posibles y no dejaran ver sus verdaderas intenciones.

La völva aún tenía grabada en su mente la imagen de la oscura bestia con colmillos, amenazante, que vigilaba la cabaña donde, y de eso estaba convencida, se encontraban retenidos los príncipes.

El largo camino les había llevado hasta aquella playa y la volva estaba convencida de que allí encontrarían lo que buscaban, en una cabaña oscura y oculta. Yngwe no necesitaba más certezas y tras la charla táctica en la nave se sentía más animado. Todos habían participado y habían mostrado su parecer. Y lo más importante, pese a las opiniones enfrentadas el scalda sintió al grupo unido de nuevo, apartando de ellos las sombras del fracaso en la Ciudad de las Cadenas.

Así que saltó decidido a la costa y avanzó a grandes zancadas mostrando un rostro más amable que el del portavoz de los nativos. Cuando llegó a solo unos pasos del hombre, alzó los brazos en señal de saludo y habló con su voz más poderosa.

- Yo busco un buen asado y una gran jarra de hidromiel. Eso es lo que busco, y daría toda mi plata por conseguirlo, ya lo creo! - su bolsa estaba tan vacía como su estómago así que el scalda no ofrecía gran cosa. - Y mis amigos están tan hambrientos como yo, ese maldito barco es ingobernable y el viaje ha sido más largo de lo esperado - miró por encima del hombro al skkedar y negó con la cabeza. - Suerte hemos tenido de fondear aquí.

Todavía avanzó otro paso hacia el hombre que se le enfrentaba, mientras estiraba sus músculos desentumeciéndolos de una larga travesía.

-Lo que buscas no me incumbe. Pero no has respondido a mi pregunta. ¿Quien sois y que haceis aqui?-los hombres no se movieron pero no parecía que las palabras de Yngwe hubieran ido por el buen camino y debían encontrar una excusa rápido antes de que los guerreros de la aldea se empezasen a preocupar.