Partida Rol por web

- Esta es la hospitalidad que se dispensa a un navío Danés por estas tierras??, intervengo, abriendo los brazos en señal de que no tenemos nada que esconder, dando un paso al frente, mitad porque la situación parece haber superado a Yngwe en este caso, y mitad porque mi paciencia nunca fue la mejor de mis virtudes, aunque, rapidamente continúo tratando de suavizar el tono de mi voz para hacerlo amigable. Somos eso, Daneses que hemos sufrido una tormenta en el mar, y que necesitamos materiales para arreglar nuestro snekkar. Pero sí, además querríamos pedir de la hospitalidad de los tuyos para compartir el pan y la sal. Mi nombre es Jorunn, puedo conocer el tuyo, guerrero??, esperando disipar sus dudas sobre nuestra llegada.

Si la cosa se pone fea, entonces, quizá sea el momento de pedir audiencia con el tal Hrapp, señor de la Comunidad y segundo al mando de Hirsk, aunque con eso, claro, delatariamos nuestra posición, aunque seguro que en unos dias sabrían de nuestra escapada de la Ciudad de las Cadenas.

-Mi nombre es Orn, hijo de Thorbran y tu aún no me has dicho el tuyo pese a pedir hospitalidad. Comprenderéis que no ofrezcamos hospitalidad a cualquiera que aparezca en nuestra playa pidiendo sin saber que intenciones tiene-dijo el hombre sin cambiar por un segundo el tono de voz. No parecía molesto pero tampoco daba su brazo a torcer. 

-Compartiremos el pan y la sal, y algo de vino y queso cuando nos digais vuestros nombres y quienes sois.

- Saludos, Orn, hijo de Thorbran!! Perdona mis modales, pero hemos tenido una dificil travesía, y me temo que mi paciencia ha vivido mejores momentos..., digo, en vista de que el hombre parece frio y duro como el hielo de un glaciar. Como ya he dicho, mi nombre es Jorunn, hija de Fjjörd, y venimos de Hleidra, esperando que dándole unos datos mas, su curiosidad quede saciada: no nos conviene que su desconfianza crezca. - Hemos sufrido una tormenta de mil demonios, y nuestro skkedar necesita algunos arreglos, y nosotros, algo de descanso..., acabo, ofreciendo una sonrisa al hijo de Thorbran, para acabar preguntándole: - Y ahora, podremos disfrutar de vuestra hospitalidad??

De veras espero que sea suficiente, pues no me fio en absoluto de las salidas de tono del mas temperamental de los jutos.

Mientras me froto las manos para espantar el frío me acerco con paso firme al lado de Jorunn, buenos y fríos días tengáis Orn hijo de Thorbran, mi nombre es Klemet Sidgursson, no se vosotros pero nosotros hemos pasado una noche de mil demonios, y desde luego no nos vendría nada mal un buen fuego donde poder entrar un poco en calor, Odin a encaminado nuestro barco hasta aquí y en cuanto este listo nos guiara donde las Nornas nos tengan hilado nuestro destino...pero mientras eso suceda no hay nada que nos impida disfrutar de buenas historias al lado del fuego con una buena jarra de cerveza para saciar la sed ...

Eran duros de convencer y bastante desconfiados, algo por otra parte que no extrañó a la völva. Parecía que lo mejor que podían hacer era presentarse sin más, quizás así consiguieran la confianza necesaria para, por lo menos, poder investigar lo suficiente y dar de una vez por todas con el lugar donde retenían a los príncipes.

—Soy Hild Thorbjornsdöttir, la völva del clan.

Hild esperaba que con esa presentación fuera suficiente y que no quisieran ahondar más en el tema, ni se les ocurriera preguntar el motivo por el que una völva se había arriesgado a ese viaje.

—Sigurd Ivarsson —Dijo el ulfhednar adelantándose—. Y creo que no necesito presentar mi oficio ¿me equivoco?

La pieles hablaban por sí mismas, así que a no ser que no supieran quienes eran los guerreros de Odín, algo que sería muy ofensivo además de raro.

—El scalda que no deja de dar rodeos como buen contador de historias es Yngwe, el guerrero de Thor es Thorgrím. Osvif es nuestro capitán y nuestras razones ya han sido expuestas. —Terminó, claro y conciso, cansado de esa concesión de nobles saludos que a él le sobraban de principio a fin.

Ese mismo, Thorgrim hijo de Olav.- Dijo Thorgrim al ser presentado por Sigurd y sin nada más que hacer aguardó en silencio a que el tal Orn diera el siguiente paso, sin mostrar hostilidad ninguna, pues sabía que eso podía ser malinterpretado por los habitantes de la aldea.

-Esta bien, os llevaremos ante el jefe. Seguramente Hrapp también quiera saber que os trae por aquí aunque en mal sitio habéis ido a parar...-dijo eso último casi hablando para si mismo- Seguidnos y no intentéis nada raro u os echaremos al agua.

Os pusisteis en marcha, esta vez junto con Osvif y la mayoría de los hombres, pues solo tres quedaron en el barco bajo las ordenes de su capitán de vigilarlo y empezar a "reparar" los destrozos. La aldea era pequeña, rodeada por una empalizada de madera algo mas baja por la zona de la playa que por la zona del bosque con el que lindaba. No tardasteis en acercaros a la casa comunal, que era la más grande del pueblo pero bastante pequeña si se comparaba con la de algunas de las grandes ciudades que conocíais. Os hicieron pasar.

Allí dentro había mas guerreros y algunas mujeres preparando una improvisada mesa con algo de fruta y agua. Al otro lado de las ascuas donde por las noches se encendía la lumbre estaba el asiento del jefe, y sobre ese asiento se apoyaba Hrapp Annsson, jefe de la aldea y jefe de la guardia de Hirsk. 
Era un hombre de mediana edad, de mirada era dura pero también parecía cansado. Su voz resonó con fuerza en el salón.

-Adelante, pasad. No esperaba ninguna visita pero sois bienvenidos a Ann-dijo con desgana- ¿Que os trae por aquí? 

A juzgar por la calidad de sus casas, aquella aldea no le pareció un lugar excesivamente prospero a Thorgrim. Como todos entró en la sala comunal siguiendo al grupo que les había acompañado y guiado desde que atracaron.

Gracias.- Contestó el berserk a la bienvenida del tal Harp con su habitual verborrea. Mientras esperaba que los demás hablaran, evaluó al jefe local. Parecía un tipo duro, fuerte y seguro de si mismo. Llegado el caso, pensó el guerrero de Thor, podría llegar a ser un magnifico rival. Aún tuvo tiempo de inspeccionar visualmente la casa comunal, por si encontraba allí alguna muestra de la presencia de la princesa y el príncipe secuestrados.

Los golpes de mi corazón por acercarnos por fin a aquel que tenia la llave hasta los principes fueron el preambulo a la llegada a la aldea. Una aldea que, desde luego, no presentaba ninguna opulencia, lo cual no dejó de sorprenderme, dado que me esperaba que el segundo al mando de Hirsk tuviera mas riqueza: - Sería esta la causa del descontento de Harpp Annsson con su Rey...??, me iba preguntando, cuando entramos a la Casa Comunal.

Allí, rodeado de sus guerreros, estaba Harpp Annsson, recostado en su sillón. Con pereza en la voz, se dirige a nosotros, nada sorprendido. Pese a su aparente desgana, no me pasa desapercibido el peligro que flota en el ambiente:

- Saludos, señor de Ann!! Agradecemos la hospitalidad de sus hombres cuando fondeamos nuestro barco en vuestra bahia. Mi nombre es Jorunn, hija de Fjjörd, y una mala tormenta nos ha desviado de nuestro camino. Hemos venido a solicitar vuestra hospitalidad y vuestros repuestos.

Tras eso, dejo que cada uno de mis compañeros se presenten, como bondi que son. No me gusta ocultar mi nombre, pues me siento orgullosa de mi Clan, pero creo que ahora prima la seguridad, y si alguien en esta sala conoce mi Clan o a mis antepasados, puede ponernos en un aprieto.

Por fin nos metíamos en la boca del lobo, según las malas lenguas entre Harpp y su Rey había indicios de enemistad, ahora nos hubiera venido bien saber esos motivos para poder aprovecharnos de ellos, pero con ellos como sin ellos teníamos que jugar muy bien nuestras cartas para salir con buen pie de esta aldea, escucho como Jorunn con buen tino se presenta ocultando la procedencia de nuestro clan, acto seguido doy un paso al frente y con un ligero movimiento de cabeza me presento, mi nombre es Klemet Gandalvsson, y al igual que el resto de mis compañeros le estamos muy agradecidos por su hospitalidad

Intentando pasar desapercibida, ya que ella no era la indicada para mantener conversación alguna con el tal Harpp, la völva se quedó junto a los hombres que la acompañaban buscando un poco de protección. Si las cosas se ponían feas tendrían que pelear, y ella sólo era el eslabón más débil de la cadena.

—Mi nombre es Hild.

La joven prefirió no añadir nombre alguno más y, mucho menos, su condición. Mientras no pidieran más detalles, y viendo que Jorunn había ocultado el nombre de su clan, era una tontería tentar a la suerte. Se quedó a la expectativa, con el corazón en un puño, esperando la reacción del hombre que tenían ante ellos.

-Tu y tus hombres sois bienvenidos, como manda la tradición se os dará de comer y podréis pasar la noche aquí-dijo el hombre de seguido, complaciente pero casi como si fuera una cortesía automática-Ahí tenéis agua y algo de fruta pero no tardarán en preparar la cena pues el sol está ya cayendo. Organizaré un pequeño banquete en vuestro honor aunque de haber sabido que vendríais hubiera podido organizarlo todo mejor... -era verdad, sin duda, que no esperaban visita y todo parecía haberse colocado en el último momento. Aún así no cabía duda de que el hombre se esforzaba por respetar la cortesía y ofreceros alimento y agua además de un lugar donde pasar la noche. Sus hombres alrededor seguían con los ojos puestos en el grupo pero el ambiente parecía relajarse por momentos.

- Ante los Dioses y los Hombres, de nuevo, te doy las gracias, Hrapp Annsson!!, digo, agradeciendo con la cabeza al Señor de la Aldea, su deferencia.

Dado que el protocolo lo exige, hago una seña a todos para que compartan lo que con tanto apremio se ha preparado, picando algo de fruta, y bebiendo agua fresca, soprendiéndome de lo seca que tenía la garganta.

Una vez que las normas de cortesía han sido cumplidas, me dirijo al Señor de Ann, diciéndole: - Si no es molestia, nos gustaría dejar nuestras cosas, y prepararnos para el banquete, así que, si alguno de sus hombre puede guiarnos a nuestra cabaña..., de nuevo acompañando la petición con una inclinación de cabeza, a modo cortesía.

Podeis dejar las cosas aquí, dentro de un arcón. Orn, acompañalos a la cabaña y dile a uno de tus hombres que les avise cuando vaya a empezar el banquete-le ordenó con un además. A su alrededor todo el mundo se puso en marcha. Varios esclavos y esclavas empezaron a mover las mesas mientras vosotros salíais del lugar acompañados por Orn y dos de sus hombres. La cabaña no estaba muy lejos de allí, era un lugar espacioso que debía de servir para almacenar viveres aunque ahora estaba prácticamente vacio. Allí habían colocado varios jergones, paha y algunas mantas de manera que os podríais acomodar sin muchos lujos. 

-Si necesitais algo mis hombres estarán en la puerta. En breve mandaré a alguien llamaros para asistir el banquete. Lamento no poder ofreceros una cabaña mas digna pero no esperabamos vuestra visita-se disculpó el hombre desde la puerta mientras vuestros hombres empezaban a acomodarse sin muchas ganas.

- Muchas gracias a ti y a tu señor por acogernos, así, por sorpresa!!, digo, poniendo una mano sobre el hombro del hombre, cuando se disculpa por el alojamiento. Y sí, avisadnos cuando empiece el banquete, por favor.

Cuando Orn Thorbransson se va, y cerramos la puerta, hago un gesto a todos, para que recuerden que tenemos guardias en la puerta, a la vez que pongo un dedo sobre mis labios. En efecto, la choza carecía por completo de cualquier rasgo que permitiese catalogarlo como confortable, pero: - Acaso hemos venido a este sitio a descansar o a holgazanear??, pienso, consciente, otra vez, de lo delicado de la mision que tenemos por delante.

Pierdo un momento estudiando la cabaña, sobre todo, en busca de algun agujero o similar que permitiese espiar el interior, cerrandolo con cualquier material que por allí haya (paja, un trapo, etc...). Después, con cara circunspecta, digo, en bajo:

- Bien... Aquí estamos... Y ahora qué??, mirando a los ojos de cada uno de mis hombres, aquellos en los que confío, y en cuyas manos dejaría mi vida, y que ha su vez me siguen en misiones que no siempre son de un futuro cierto. Después, recordando la discusión de aquella mañana con el juto, me quito un mechon de pelo de la cara, colocándolo tras la oreja, y les hago gestos, metiendolos dentro de la pregunta: - Tienen razón, están aquí para ayudar, aunque a veces a Juren se le olvide... Bueno, y a mi, que me ciega su absurda prepotencia, y su falta de seso!!!

Mientras cada uno va desgranando sus ideas, me siento en el suelo, dándome cuenta del dolor que pueblan mis músculos , tras una noche de "descanso" sobre la cubierta del barco, pero sobre todo, por la tensión mantenida desde que pusimos pie en tierra en esta bahía hostil...

De momento parecía que habíamos conseguido nuestro propósito, habíamos sido acogidos en la aldea, por cuanto tiempo solo Odin lo sabía, doy una vuelta a la cabaña por si descubro algún punto desde donde nos puedan espiar y sin mas me acerco a escuchar las palabras de Jorunn, asiento con la cabeza, quizás deberíamos esperar al banquete a ver que podemos escuchar o averiguar, mantengamos las orejas alertas...

Habían llegado por sorpresa y era lógico que no tuvieran un lugar preparado para visitantes inesperados. Aún así, el lugar no estaba mal para un descanso que ellos no podían permitirse. Hild miró a su alrededor antes de elegir un jergón de paja para sentarse en él.

—Difícil será que podamos esquivar a nuestros guardianes pero quizás puedo pedir dar una vuelta por la aldea mientras se realizan los preparativos, aunque tenga que escoltarme alguno de ellos, quizás de esa forma pueda hacerme una idea de dónde puedan tener a los príncipes. Puedo decir que, tras varios días en el mar, un paseo por tierra firme me vendrá bien.

Hablaba en susurros para que los hombres que habían colocado a la puerta no les pudieran escuchar. La völva sabía que su idea era un tanto peregrina, pero allí encerrados poco podrían hacer más que elucubrar.