Cuando los otros se fueron al monovolumen y separaron sus caminos, tan solo quedaron con los militares el agente especial Maverick y aquel escentrico personaje que parecía ensimismado en su mundo, sin soltar palabra y sin pretender moverse de su sitio. Alguno de los hombres del teniente le miraban extrañados, sin saber si los otros lo habían dejado allí a posta o se lo habían olvidado, ya que era muy raro que se quedase con ellos.
Ellis no tardó en preguntar al teniente sobre las nuevas ordenes.
¿A donde vamos ahora, señor? Fueron sus palabras mientras Garcia conducía el vehiculo.
-A seguir cumpliendo con nuestra misión, sargento -le digo con todo el aplomo que soy capaz-. El agente Maverick dice que hay civiles en peligro y una de nuestras directrices es salvaguardar su seguridad. Luchar contra todos los infectados de esta ciudad es absurdo así que hay que ir adaptando la misión según las consecuencias.
Después me acerco hasta el oído del sargento para hablarle en voz baja.
-No pierda de vista a ese tipo, sargento. No se por qué ha venido con nosotros pero no me inspira confianza -le comento en relación a nuestro otro invitado-. Dígale a los chicos que mantengan los ojos abiertos.
Esto se lo digo sólo a mi sargento.
-Según el mapa, la guarderia no andará muy lejos, estabamos bastante cerca siguiendo la carretera central en la que estamos...- Le informo al teniente señalando alante.
-¿Cuánta resistencia espera que encontremos? -pregunto siempre práctico.
Pendergast mira a los lados, maravillado. Tarda un rato en darse cuenta de que le están mirando casi todos.
Ah... sí, soy Pengastz, el hombre del tiempo.
Se levanta, y empieza a dar la mano a todos los presentes.
-No lo sé teniente. Espero que no mucha, pero habrá que ir preparado para lo peor.- Le comento afianzando mis manos en el arma.
La radio que llevaba uno de los hombres comenzó a sonar.
¡Teniente Stevenson! Aquí el centro de mando. Conteste Stevenson.
Me acerco hasta el soldado y cojo la radio que le cuelga de la guerrera.
-Aquí el teniente Stevenson, corto -respondo por radio mirando con preocupación a mis hombres.
Teniente, coja a sus hombres y abandone la zona cero inmediatamente. Ordenó la voz del otro lado de la línea tan alto y claro que todos pudieron oirla.
Dirijase con sus hombres al puerto industrial de Manhattan, allí estaran esperandolos para evacuarlos.
-¡Pero señor, aun quedan civiles vivos en la ciudad! ¡Ahora mismo estoy con un grupo de ellos, no puedo dejarles aquí!
Algo me rondaba la cabeza. Las palabras "ataque nuclear preventivo"
Lo siento teniente. Son ordenes. Van a bombardear la zona. Dijo la voz del alto mando.
Lo sabía.
-¡Pero señor, no pueden hacer eso! ¡Aun quedan supervivientes aquí! -después algo más calmado digo- ¿De cuánto tiempo disponemos?
Una hora. Yo que usted la aprovecharía en regresar al puerto. Corto y cambio.
Me dirijo hacia mis soldados, las prioridades han cambiado y se habían acabado las contemplaciones.
-Ya han oído caballeros, nos vamos al punto de encuentro. Nueva York va a desaparecer de la faz de la tierra.
Una idea -a su entender, genial- cruza la mente de Pendergast como un rayo de esos a los que es tan aficionado.
Disculpe, señor, yo... no soy de sus hombres.
Nunca se había sentido tan loco.
-Lo sé. Pero le ofrezco una salida. Por supuesto usted es libre de incinerarse junto con esta ciudad en el momento que quiera.
Dado que somos más y vamos todos en el mismo vehículo, ordeno:
-Señor Maverick, diríjase al punto de encuentro, por favor.
¿En el momento que quiera? -divaga distraidamente- Y en... -echa un vistazo al reloj- ¿17 minutos?
Se queda pensando. No hay humor en su tono de voz. Qué poder.
Inmediatamente, al parecer olvidando la idea de salir, pierde su mirada en una uña. Antes de volverse loco, se la habría mordido.
-No puede abortar la misión? Si la niña sigue viva será un asesinato. Al igual que a los civiles que no estén infectados...- Le digo al teniente sopesando la acción del gobierno.
Sorry, me he despistado... U.U