Partida Rol por web

-¿Por qué le odias tanto?-pregunté de pronto a mi hermana.

Me eché sobre la cama y luego de mirar al techo por unos segundos, me puse de costado para mirarle a ella; estaba segura que había algo que mi hermana no me decía y aquella noche estaba dispuesta a averiguarlo. No quité mis ojos de encima de los suyos, Vander me agradaba, era verdad que quizá no era lo que siempre había soñado pero estaba segura que se podía hacer de él un hombre de provecho; si tan sólo mi padre pusiera los ojos en él para mí.

Procurando no hacer ruido, aseguró las ventanas de la habitación de su madre, la arropó bien y echó un par de leños a la chimenea.

Salió de la habitación con el mismo sigilo que había entrado y candelabro en mano terminó de asegurar las otras ventanas de esa planta, incluyendo el ático. Al bajar las escaleras pudo ver que Liz se encargaba de asegurar puertas y ventanas de la primera planta por lo que no le cupo duda que Anabel estaba fuera viendo a los animales.

-Liz voy con Anabel -le susurra a su hermana mientras se ciñe la gruesa capa-, preferiría que te quedes aquí al pendiente de mamá y que no cojas frío, además si nosotras nos enfermamos tú nos cuidas -bromea mientras abre la puerta y sale-... podrías poner a calentar agua para tomarnos un té, sobretodo Anabel, mira que lleva más tiempo fuera... quiera Dios que no coja una pulmonía -añade antes de cerrar.

Envuelta y protegiéndose del fuerte viento que ha comenzado a soplar, corre hasta los corrales.

- No importa. Sólo ten cuidado Claire. No es tan agradable como parece. Es un lobo con piel de corderito. dije suspirando. No quería desilusionarla, llevaba pensando en él todo el invierno, pero... No era un buen hombre. Ella se merecía algo mucho mejor. Yo me encargaría de conseguirselo.

Escuché la voz de mi hermana pero yo ya estaba muy lejos, soñando con Vander, recordando su cara, su cabello. Él siempre había sido muy amable conmigo, éramos casi de la misma edad y solíamos entendernos muy bien; aunque claramente él nunca había dejado ver si yo le interesaba o no pero estaba dispuesta a averiguarlo en este viaje a Winfield. Además, tenía ganas de investigar otras cosas, quizás tomar clases de algo para no pasar todo el tiempo sin nada que hacer.

-A veces las personas nos engañan con su apariencia pero no creo que sea el caso de Vander...-Ema osó interrumpirnos, más que nada porque cada vez se hacía más tarde.-Ya está bien, Ema... dormiré. Quizás tenga un sueño revelador, además, cuanto antes llegue la mañana, mucho mejor para mí. Hasta mañana, hermana...

- Jajajaja... Buenas noches hermanita, que tengas un sueño revelador. sonreí y me tapé con la colcha mientras esperaba que Ema apagara la luz. No tenía sueño, pero al menos estaría tranquila para soñar e imaginar uno de mis viajes a un lugar lejano.

Escucha a sus hermanas que se apresuran en ir afuera...

"Sí... Siempre dentro.. Siempre lo aburrido...", piensa para sí, pero sonríe con amabilidad mientras asiente...

-Claro.. Tranquilas. Yo me ocuparé de mamá y lo de casa..-Le mira con picardía..-Y si os enfermáis, que sepáis que sólo os cuidaré una vez al día.. Jiji.. Así que.. Mejor no lo hagáis...-Sonríe dulce, le da un beso a su hermana mediana y sale corriendo en pos de agua para calentar, y de asegurar más ventanas.

Cuando acaba, se dirige en silencio a la alcoba de su madre, tan sólo para ver si sigue durmiendo y bien...

"Espero que no tarden demasiado... Y que la tormenta no nos haga demasiados estragos..."

Cerré los ojos unos instantes y no sé cómo me quedé dormida pero no por mucho tiempo, había soñado con un joven, un hombre al que no había visto en mi vida y al que no escuchaba hablar por más que lo intentaba. Sólo podía recordar que olía a canela y maderas, algo dulce. Me desperté de pronto, quizás habían pasado apenas unos minutos pero estaba contrariada, noté que a pesar de que Mary Ann estaba cubierta hasta la cabeza con su sábana, se movía, así que me levanté con prisa y me senté en el piso, ya Ema se había ido hace mucho.

-Mary Ann...-la llamé en un susurro.-Dime que no duermes, porque yo no puedo dormir.¿Me pregunto cómo lo estarán pasando los Layton? Quizás hace mucho frío y has visto lo precarias que son sus condiciones de vida. Si tan sólo les hubiera tejido más abrigos antes de marcharnos a Winfield...

No sabía si mi hermana me estaba oyendo o no pero sabía que de no ser así, terminaría despertándola.

- No estoy dormida. Es imposible con tanta excitación... estoy deseando llegar a Winfield. me giré hacia mi hermana y le hice un hueco para que no cogiera frío en el suelo.

- No te preocupes cariño, seguro que los Layton están bien. Sabe que no es así, que podían haber hecho más por ellos, pero no era necesario torturar a su hermanita con ello. Mañana partirían y no podían hacer mucho más.

Si pudiera les daría todo lo que tengo...

Me acurruqué junto a Mary Ann y la abracé. Ambas sabíamos que aquel viaje, nos dejaría respirar y estábamos ansiosas de que se se diera ya pero no faltaba nada y yo lo sabía perfectamente, además, esperaba que Vander se apareciera apenas llegar nosotros, salir a montar en su compañía o hacer algún picnic, siempre acompañadas claro, pero esperaba que ella cediera.

-Vander no es malo...-retomé el asunto.-Dime qué pasa, sé que hay algo que no me quieres decir.

El carruaje parte hacia Windfield. El paisaje de tierra y césped verde lo rodea todo. Hace algo de frío y una ligera lloviza cae del cielo plomizo. Grégoire ha decidido ese destino, el de la campiña inglesa porque la ciudad de Londres no le parece apetecible después de haber conocido París. Es demasiado parecida y muy diferente a la vez.

Es casi plena noche cuando llega a un posada. El cochero le asiste en llevar el poco equipaje que carga. En el lugar, Grégoire rentará una habitación y allí esperará a su primo y compañero Jean Antoine Lésdiguièrs. Él es un profesor de fránces respetable, aunque también carece de fortuna, pero el muchacho piensa que entre ambos se podrían arreglar bien para conseguir una manera de sobrevivir hasta conseguir lo que cada uno quiere de la vida.

La anciana que alguila la habitación de esa casa mediana que sirve de lugar de paso, lo recibe con cálidez.

-Señor estaba esperando vuestra llegada. ¿Qué os parece la campiña? Hay muy bonitos lugares si quiere conocer. Pero es tarde para hablar, déjeme dejarle descansar hasta mañana.

- No pasa nada cielo. Es solo que te mereces algo mejor. Seguro. Ahora soñaré con él tanto insistir. Jo. dijo en broma. jajajajaja. No cierres tus puertas Claire Windsor, nunca se sabe dónde estará el amor verdadero. la abracé como si pudiera evitarle cualquier pesadilla aquella noche de frío invernal, pero en realidad era yo la que no quería soñar con aquel hombre horrible.

Sentir el abrazo cálido de mi hermana me hizo olvidar otras cosas que no tenía ni caso discutir.

-No te preocupes, Mary Ann, no lo cerraré y como sea, padre a quien tiene más prisa de casar es a ti-y aquello no era una mentira, ambas lo sabíamos.-Esperemos poder sacarte de esa y que a padre se le olvide por un tiempo, al menos mientras estamos en Winfield...

Me senté en la cama descubriendo a mi hermana de las sábanas.

-No tengo sueño, comamos dulces de los que hace la vieja Dana-dije sabiendo que ir a la cocina no era buen plan pero poniéndome en pie para buscarlos debajo de mi cama.-Me los ha dado esta mañana para el viaje. ¡Venga, están deliciosos!

- Si comes dulces ahora no podrás dormir. Venga acuéstate de una vez. dije imitando a Ema. Jajajajaja... es mejor que no salgas ahora, hace frío y no quiero que te pongas mala para el viaje. Podría anularse. Venga duermete. dije acompañándola a su cama y arropándola.

- Buenas noches hermanita. Pronto amanecerá y camiaremos estos humos grises por los riachuelos y los campos verdes. dije depositando un suave beso en su frente.

Me metí en la cama porque Mary Ann casi me obligó, pero tenía razón, no quería resfríarme y que el viaje se pospusiera. Cerré los ojos y luego de contar una cuantas ovejas, al fin me quedé dormida; no hubo sueños reveladores, en realidad casi nunca los había pero poco antes que el sol nos diera los buenos días y Ema irrumpiese en la alcoba, yo abrí los ojos. Ya se podía respirar el olor a té y café por toda la casa, no cabía duda que los sirvientes hacía rato que habían empezado la jornada.

Giré el rostro para ver a mi hermana que aún dormía plácidamente, sonreí, nos lo pasaríamos bien lejos de padre y su esposa y, mejor aún si lograba conquistar el corazón de Vander. Me estiré cual gato en la cama y con voz suave llamé a mi hermana.

-Mary Ann...-emulando una tonadilla casi musical.-Ya ha amanecido.

Me di otra vuelta en la cama cuando escuché a Claire, todavía era muy temprano... después como de golpe recordé que hoy partíamos a Winfield, asi que di un salto de la cama que casi me caigo al suelo.

- ¡Bien! hoy nos marchamos dije llena de felicidad. Dejar atrás a la esposa de mi padre era una gran alegría. Arreglémonos pronto para partir cuanto antes. Dije mirando el armario ya completamente despejada.

-¿No sería mejor que desayunemos antes de partir?-pregunté riendo por la reacción de mi hermana.-Huele muy bien desde aquí lo que sea que esté haciendo Dana.

Me puse en pie y me acerqué a mi hermana tomando su cabello entre mis manos, prometiéndole que le haría un lindo peinado y pidiéndole que vistiera aquel vestido que según yo se le veía tan bien. Luego me paré frente a mi ropero y elegí un vestido en tono naranja pálido y el calzado, no lo había hecho antes porque siempre cambiaba de parecer a última hora. Ahora ya estaba decidido, sin esperar a que viniera Emma, me vestí rauda y me senté frente al tocador para empezar a peinarme.

-Mary Ann... ¿Crees que haya chicos interesantes en Winfield? No recuerdo haber visto ninguno la última vez que estuve allí, a excepción de Vander claro está-sabía que a mí hermana, no le hacía gracia alguna Vander pero lo que decía no era mentira.-Espero que haya más, necesitamos conocer a muchos muchachos para así poder elegir.

Claro, si mi padre me hubiera escuchado me habría roto la boca de una bofetada pero no estaba en ese momento y yo podía despotricar con ganas. Me asomé por la ventana, Robert, el esposo de Dana, ya estaba preparando el carruaje y con él, un joven de unos 20 años ayudaba a subir maletas.

-¡Ven acá y mira esto!-dije señalando al chico que lucía muy apuesto.

Y ensguida recordé quién era aquel joven, trabajaba para ayudar a sus hermanos menores y a su madre que tras morir su padre, habían quedado en la ruina. Sentí pena por él e hice un esfuerzo por recordar su nombre.

-Smith... Theodore Smith. Así se llama, una pena su vida pero digno de reconocer su esfuerzo.

- ¿Desayunar? ¿Claire Windsor-Hancock, quieres ponerte gorda como una foca? dije imitando a la señora de la casa, que nos obligaba a seguir estrictas dietas. Jajajajaja... claro que si, pero rápido, vistámonos pronto antes que algo pase y nos retenga.

Miré mi vestido, el que Claire había escogido para mí, la dejaba hacerlo porque ella era experta en eso y así yo no tenía que escoger. Nunca según ella elegía el correcto para cada ocasión.

Mientras me vestía comenté: Me han dicho que en la fiesta de la primavera habrá muchos solteros, pues hay gente nueva en las casas cerradas de la colina. Así que seguro que si que hay jóvenes interesantes. El año pasado no pudimos ir a causa de la enfermedad de padre, por eso estábamos tan nerviosas este año por viajar.

Cuando Claire habló de Theodore Smith, un escalofrío me recorrió el cuerpo, aquel joven realmente me gustaba. Una vez que me escapé me ayudó a volver a casa una fría y húmeda noche de otoño, desde entonces cada vez que le veía me ponía nerviosa y temblaba. Aun así me acerqué a la ventana a mirarle.

-No, gorda nunca... Como decía madre: "Tengo excelente suerte para comer sin engordar"-sonreí sin dejar de mirar a Theodore.

Luego miré a mi hermana cómo se acercaba a mirarle, no había engaño, conocía bien a mi hermana y sabía que lo que veía le gustaba. Era una pena que el joven no tuviera posición, lo sería para mi padre al menos, eso no nos importaba mucho a mi hermana y a mí.

-¡Hey!-grité desde la ventana haciendo voltear a Theodore al tiempo que me echaba para atrás, así no me vería.

Lo que el joven vio, fue el bonito rostro de mi hermana y con timidez la saludo con la mano en alto. Sin duda le parecía bella, bella e inalcanzable y no se atrevería a ver más allá de lo que la vida, injusta como era, le mostraba. Aún recordaba aquella vez que la hubo acompañado a casa, como si fueran grandes amigos, como si él fuera un jovencito de esos con dinero con permiso del padre para cortejar a tan bella dama. Al menos ahora podría ir a Winfield con nosotras.

Un suspiro salió de mi boca cuando Theodore Smith se volvió y me saludo con la mano, atento y agradable como siempre, con ese punto de libertad que tanto me gustaba. Sin duda era inapropiado pero le saludé tímida con la mano. Más bien solo la alcé y asi la dejé, pues estaba embobada mirándole. Sus oscuros rizos ondeaban en la brisa de la mañana y sus músculos se dibujaban bajo sus ropas.

Me ruboricé al recordar sus palabras tiernas y serias aquella noche.

Padre nunca aprobaría algo así, y su esposa... me desheredaría sin duda, pero no me importaba en absoluto, en aquel instante solo miraba unos ojos oscuros y deseaba que se parara el tiempo solo para mí.

Me acerqué a mi hermana sin acercarme mucho a la ventana, lo obvio era obvio. Le di un suave codazo y la halé hacia mí.

-Bien, parece que Theodore tiene una admiradora...-dije sonriendo.-Mejor que te quites de la venta. Si padre los descubre, no tendrán una oportunidad en la vida.

Y eso era verdad, si padre se daba cuenta de aquello, el pobre chico terminaría sin trabajo y mi hermana enclaustrada de por vida y casada con un anciano decrépito.