Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo II

Cargando editor
11/11/2008, 21:33
Elizabeth Cornwell

Elizabeth digiere la respuesta de Collins con no demasiada lentitud, y se atreve a añadir una frase más al respecto:

-Por supuesto, mi señor... No toda la gente es mala, ni toda la gente es buena, sin importar cual sea su origen, doctrina o residencia...-señala con suavidad, visiblemente controlada...-No pretendía realzar diferencias, mis disculpas si fue la impresión que causó... Ni tampoco señalar que fuéramos más sociables o alegres que las gentes de ciudad, como vos o el Señor Spencer... Aunque, si así lo pensáis... Sí, supongo que será un alivio para vuestras mercedes... -le ofrece una sonrisa sincera, tras lo cual se mantiene ya en silencio...

"Creo que si sigo hablando acabaré por asustar a estos pobres caballeros.." la idea cruza rauda, no sin picardía, por la mente de la menor de las Cornwell.. "Aunque.. también podría caer la vergüenza sobre mis hermanas... Así que... Mejor acallo mi orgullo... No vaya a ser cosa que se queden sin baile por mi culpa... Mis pobres hermanas... No... No permitiré tal cosa..."

Un leve rubor aparece en las mejillas de la joven, mientras ésta mantiene su propia lucha interna, lo más disimuladamente posible...

Cargando editor
12/11/2008, 02:29
Susanne Cornwell

Ya estaban llegando a casa y pese a que la lluvia caía ya con bastante más fuerza, Sue conversaba animada con Elizabeth. Anabel las esperaba en la puerta, sonriente. Elizabeth se acercó a hablarle, animada, mientras que ella permaneció un poco más atrás, observando con disimulo a los dos jinetes que se acercaban. Había reconocido a uno de ellos.

-Mirad un poco -dijo a sus hermanas-, parece que tenemos visitas. O las vamos a tener en cuestión de minutos y no sé vosotras pero mejor asegurarnos de que mamá no hable demasiado.

Apenas y había alcanzado a ingresar a la casa cuando oyó las voces. Se quitó el abrigo y le sacudió un poco el agua. Quitóse también el sombrero que, aunque no del todo, había conseguido proteger su cabello de la lluvia. Sin saber bien por qué se preocupó de adecentar en algo su aspecto, se sentía nerviosa, incómoda ante la posibilidad que su madre apareciera de un momento a otro y comenzara a ofertarlas como si fuesen animales a la venta exhaltando las cualidades de cada una. La sola idea le parecía bochornosa y la ponía increíblemente nerviosa.

Y ahí estaba, el señor Collins acompañado de alguien que ninguna conocía, sospechó de quien podía tratarse mas no tuvo certeza de ello hasta que les fue presentado. Sue permanecía de pie, con el abrigo cogido entre las manos, sin atrever a moverse y le pareció gracioso ver que el Lord Heddington estaba en igual postura que ella, claro que en él era evidente que el permanecer así no le resultaba agradable. No reaccionó a tiempo, lo correcto hubiera sido que ella o una de sus hermanas recibiera los abrigos de los caballeros, a falta de sirvientes era menester de ellas recibir a las visitas como es debido, pero lo dicho, era tarde y ya el señor Collins lo había hecho.

Notas de juego

Y va el primero... falta por lo menos uno más xDD

Cargando editor
12/11/2008, 02:46
Susanne Cornwell

http://img48.imageshack.us/img48/4421/emmabigbonnetwxs1.jpg

Permanece de pie, sonriendo amablemente, a diferencia del Lord Heddington ella continúa con el abrigo en las manos lo mismo que el sombrero, pero no le molesta así que no hace amago de ir a colgarlos. Saluda a Lor Heddington con mucha educación, se la ve bastante más seria que cuando el señor Collins la conoció, pero sigue con el mismo frescor.

Acompaña a los caballeros hasta la sala y asiente cuando Anabel menciona lo de prepararles un té. Reparó en el señor Collins, en cómo tenía la ceja y en las magulladuras de sus nudillos.

El silencio se hacía incómodo, ni ellas, parlanchinas que solían ser estando a solas, ni ellos parecían saber qué hacer o decir.

Sue se sentía incómoda, como si estuviera sobrando o es que simplemente su cabeza estaba en otro lado. Miraba con disimulo hacia la puerta, esperando, imaginándose que en cualquier momento su madre aparecería por ella, preguntándose además a qué podían deberse el aspecto del señor Collins.

El hielo se rompió y de mala manera. Elizabeth, haciendo gala de toda su rebeldía no dudó ni un instante en responder lo que le salía de las entrañas a sus inesperadas visitas. Dio gracias en su mente que la madre no estaba allí y no la había oído, porque de sólo imaginar la retahíla de reproches que le caerían a Elizabeth una vez estuvieran solas, se le erizaba la piel.

Cargando editor
12/11/2008, 03:33
Susanne Cornwell

Se disponía a pedir permiso para ir a colgar el abrigo en el perchero cuando el señor Collins le habló.

-No es que considere que la vida en la ciudad sea innecesariamente refinada, señor Collins. Debido a mi ocupación he de viajar con bastante frecuencia a la ciudad y puedo hablar desde mi propio conocimiento
-lo miró y luego miró a Lord Heddington-. Cierto es que la vida en la ciudad es diferente a la de la campiña, en la ciudad el ritmo es más acelerado, la gente parece haber olvidado que la vida le puede otorgar placeres y alegrías en cosas tan simples como el florecer de una rosa o el vuelo de una mariposa. En la ciudad la belleza se traduce en lujos, comodidades, mientras que aquí -sonríe- lo es un día de lluvia como hoy -hace una pausa, su expresión es bastante dulce, serena- o un nuevo amanecer.

Carraspea, arrobada por lo que ha dicho, notando que todos la están mirando y sobre todo la sonrisa pícara de sus hermanas. Parpadea y mira la ropa que aún tiene entre las manos.

-Si me disculpan -dice haciendo una reverencia apresurada-, voy a dejar ésto en su lugar y a traer algo para curarle esas heridas -lo último se lo dice al señor Collins.

Sale con paso presuroso de la sala y va directo al perchero. Cuelga allí sus cosas y se percata del estado de las ropas del señor Collins y nuevamente se pregunta qué pudo haber pasado. Descuelga los abrigos y sombreros de ambos y se los lleva a la cocina, allí retira el exceso de agua de las ropas de Lord Heddington y hace lo propio con las del señor Collins, aunque a las de éste debe quitarles algo más que agua.

La lluvia se oye con claridad y se acerca a la ventana a mirar, simplemente porque le gusta y al desviar la vista hacia el lugar donde se guarecen los caballos, recuerda que junto a los hombres iba también un muchacho.

-¡¡Cielo Santo!! -exclama para sí y camina, casi corre hasta la puerta.

Vuelve a colgar las ropas de ambos hombres en el perchero y descuelga las suyas. Se pone el abrigo y el sombrero otra vez y sale. Va en busca del muchacho y se lo trae consigo a la casa.

-Pasa, por favor, acompáñame a la cocina y te doy un vaso de leche caliente. ¿Quieres?

Vuelve a quitarse el abrigo y da al chico una toalla para que se seque. Busca la caja con las medicinas y le pide al muchacho que la acompañe. Tiene claro que es un sirviente de Lord Heddington, sin embargo el muchacho está empapado y necesita del calor del fuego, así que sin pensárselo dos veces se lo lleva consigo a la sala.

Se queda parada en el umbral y le señala al muchacho que se acerque a la chimenea mirando con expresión de reproche a ambos hombres.

-He sido yo quien lo ha ido a buscar y he sido yo quien le ha hecho entrar, no es posible que le dejaran fuera con el frío que hace y con ese aguacero cayendo sin más abrigo que esas ropas desgastadas que trae puestas. Pierdan cuidado por sus caballos, están bien guardados en el corral.

Se acerca al señor Collins con expresión ceñuda y aunque está molesta no se muestra hostil.

-He limpiado su chaqueta -le comunica- y la de milord también -se queda de pie frente a Patrick-. Si me permite, señor, levante el rostro para curarle esa herida y luego permítame ver sus manos.

Cuando termina de curarlo deja la caja en un rincón y se queda de pie junto a la chimenea.

-Ahora, si no es mucha la indiscreción ¿Sería alguno de ustedes, señores, tan amable de explicarme... de explicarnos el por qué de las heridas del señor Collins? Porque esas heridas son recientes, me atrevo a decir que de hace algunas horas. ¿Esa es la razón del estado de sus ropas, señor? -la última pregunta va dirigida, claro está, a Patrick.

Notas de juego

Perdón, perdón, ahora la acelerada soy yo, pero es que mañana laburo y preferí dejar adelantado el trabajo... ¡¡Prometo que no lo vuelvo a hacer!!

Cargando editor
12/11/2008, 13:31
Patrick Collins

Se mantuvo en silencio mientras la señorita Susanne se marchó. Luego, escuchó como hizo entrar al niño, y se puso rojo de vergüenza. Estaba tan cohibido que no se había acordado. También era, suponía, falta de costumbre.

-Alan, ¿Por qué no has entrado?

Pobre chaval, quizá estaba acostumbrado a ser excesivamente prudente para no provocar las iras de sus antiguos amos y las palizas subsiguientes. En adelante, tendría más cuidado con el chaval, y con explicarle como debía comportarse en ese tipo de situaciones.

Tuvo que callar y mirar a Susanne, mientras esta le curaba. Se sentía avergonzado, y trató de rechazar cortesmente sus atenciones, pero ella era terca. Además, notaba cierto enfado en su rostro, y eso le impidió proferir queja alguna.

Cita:

-Ahora, si no es mucha la indiscreción ¿Sería alguno de ustedes, señores, tan amable de explicarme... de explicarnos el por qué de las heridas del señor Collins? Porque esas heridas son recientes, me atrevo a decir que de hace algunas horas. ¿Esa es la razón del estado de sus ropas, señor?

Carraspeó, mirando a su señor un momento. Luego miró a la señorita Susanne.

-Verá. Veníamos de camino cuando comenzó a llover, y nos encontramos una carreta aparcada en el borde del camino, rota. Dos hombres de mal aspecto, los antiguos "amos" de este chaval, le estaban azotando de manera desproporcionada a su falta, un simple despiste provocado por el estado de la carretera.

Calló un momento, mirando al chaval, que estaba serio ahora.

-Tuve que bajar del caballo y pedirles que dejaran de azotarle. Como usted comprenderá, ellos no estaban mucho por la labor. Me agredieron y me defendí lo mejor que pude. Entre los dos logramos poner en fuga a los villanos, y mi señor decidió que lo mejor era acoger al muchacho a nuestro servicio. Él es irlandés, como yo, y nos contó con que esos malnacidos el maltrato estaba a la orden del día.

Parpadeó, algo arrobado.

-Le ruego me disculpe. Supuse que Alan había entrado en casa despues de cobijar a los caballos. Supongo que no estoy acostumbrado todavía a su forma de ser.

Miró al muchacho, como disculpándose.

Cargando editor
12/11/2008, 14:56
Susanne Cornwell

Escucha lo que el irlandés cuenta con atención y sorpresa, mas cuando se entera de la cruel golpiza que le habían propinado.

-¿Azotes? -mira al muchacho, Alan, y el corazón se le aprieta. Vuelve a mirar a Collins- Vuestro actuar ha sido loable y permítome dar las gracias a ambos en nombre de él -señala a Alan- , mas también quisiera -mira a Lord Heddington- que me permita usted, milord, curar las heridas de su espalda y darle algo más que un vaso de leche caliente para beber.

Cargando editor
12/11/2008, 15:32
Anabel Cornwell

Anabel se retira a la cocina, lo suficientemente cercana para poder escuchar de fondo las distintas conversaciones que se dan a lugar en el salón.
No puede evitar arquear ambas cejas algo sorprendida por la facilidad de la joven Elisabeth para pronunciar puyas sin necesidad de ello, al menos por ahora, así que está bastante claro que nos e siente a gusto con desconocidos en casa...

Coloca las distintas tazas en una bandeja mientras el agua hierve en el fuego, a tiempo de ver cómo Sue cruza la estancia como una exhalación entrando con el joven que acompañaba a ambos caballeros.
Anabel le sonríe amablemente y añade otra taza a la bandeja mientras ambos vuelven al salón.

-Lo importante es que ya están todos sanos y salvos, preocúpense ahora de entrar en calor, no quisiéramos que nadie enfermara por culpa de esta lluvia- dice al entrar nuevamente en la estancia, intentando rebajar un poco la tensión que se va acumulando entre los invitados, acercándose uno por uno para que cojan una de las tazas si gustan, aunque en realidad tanto a Alan como a sus hermanas no les da opción de rechazarlas.
-Sue, ¿desde cuando es menester pedir permiso para sanar una herida?- pregunta de forma retórica a su hermana. Probablemente está algo cohibida por el cargo del lord, pero después de todo sigue siendo su casa.

-Yo me encargo esta vez, haz el favor de quedarte junto al fuego- esta vez su tono y su mirada son algo más severos para que se la tome bien en serio. No le agrada tener que hacerlo delante de invitados pero parece ser necesario con el alboroto formado.
Después suaviza y dulcifica la expresión para tender una mano a Alan y volver a sacarlo del salón, acompañándole a un lugar más cómodo donde poder ver y tratar sus golpes y heridas.

Notas de juego

Sue... término medio por Dios xDDD

Cargando editor
12/11/2008, 17:05
Francis P. Spencer

Lord Heddington asiente en señal de aprobación cuando Susanne le pide permiso para curar al muchacho.

-Discúlpenme por dar a entender que no cuido de mis criados, pensé que sus los suyos le invitarían a entrar...- parece darse cuenta de que no ha sido un comentario de lo más adecuado- Me alegro de que todo se haya aclarado, no me gustaría que enfermara.- dice intentando arreglar la situación.

-Sin duda el muchacho agradecerá el vaso de leche caliente, por su aspecto dudo que sus antiguos amos le dieran placeres así a menudo. Estoy seguro de que tendrá una vida mucho mejor a mi servicio, como ayuda de cámara del señor Collins.- dijo mirando con una sonrisa a su amigo, al cual aun no le había comunicado que había tomado una decisión respecto al puesto que debía ocupar el joven Alan.- El muchacho lo considera un héroe...

Francis se sirve una taza de té sin ofrecer a nadie más y vuelve a reclinarse en el sillón mirando a la más joven de las hermanas.

-Sobre la vida en el campo y en la ciudad, Patrick y yo pasamos gran parte de nuestra infancia aquí y tengo recuerdo de que los bailes eran esperados por las muchachas de su edad, que disfrutaban enormemente bailando con los soldados que solían pasar aquí el verano entre campañas. ¿Acaso no le gusta bailar señorita Elizabeth? Lo considero una costumbre exquisita, y para nada escandalosa.

Cargando editor
12/11/2008, 19:35
Mary Ann Windsor-Hancock

- ¿Ver el qué? dije volviendo la cabeza para ver la hermosa imagen a la que se refería mi hermana menor. ¡Vaya! ¡Qué buena postura! me refería obviamente a que era muy apuesto, aunque para otra persona hubiese parecido que me referí a su postura sobre el corcel.

- No recuerdo haberle visto antes. Parece que este año la fiesta será muy interesante. ¿no crees? dije guiñándole un ojo a mi hermana. ¿Y si vamos a comprar esos preciosos vestidos?

Cargando editor
12/11/2008, 20:29
Elizabeth Cornwell

La joven de las Cornwell observa toda la situación desde una posición reservada, como si las imágenes pasaran "Muy a prisa" en su mente...

"Pobre chico... Al menos ahora estará mejor... O eso le han dicho... Bueno... No es que el Señor Collins parezca mala persona, la verdad..."

Evade un suspiro, y cuando todo está más "calmo", y Anabel vuelve a desaparecer, Elizabeth se dispone a relajarse interiormente un poco más, cuando el Lord retoma la palabra...
Liz no pasa por alto el hecho de que se sirviera el té y no ofreciera a los demás, así que comienza a servir grácil y dulcemente a los presentes, mientras elabora una respuesta adecuada a la altura de tal figura...

-Vaya... Entonces el señor Collins hubo de venirse a una muy temprana edad desde Irlanda...-sonríe, amable...-...Imagino que habréis pasado inolvidables momentos, en un entorno como el presente...-Educadamente, ofrece la taza de té al Señor Collins, a su hermana, y deja una para Anabel a un lado, sin embargo, para ella no se sirve. Antes, observa al Señor Spencer y señala...-Sí, son ocasiones realmente esperadas por muchachas de mi edad... Pero no todas poseemos las mismas expectativas... Ni estamos hechas de un mismo molde...-Sonríe, suave...-...Aunque, sí... Me gusta bailar... Lo considero un ejercicio sano e inofensivo... Lo que quizás resulte escandaloso es que un Lord como vos, que se ha criado en este ambiente, y que es todo un señor, no haya ofrecido anteriormente un acontecimiento como el que sucederá en breve...-Con toda la naturalidad del mundo, vuelve a ofrecerle una sonrisa neutral y educada, mientras evita mirarle directamente a la cara, pues sus ojos echan chispas... Y si alguna llegase al Lord, de seguro le ofendería...

Cargando editor
12/11/2008, 20:47
Francis P. Spencer

-Bueno, no hace mucho que obtuve el titulo de Lord, después del triste fallecimiento de mi padre que sí, acogió a Patrick cuando tan solo era un niño. Él no era muy dado a las fiestas, y por eso no se han celebrado demasiados bailes en los últimos años en Skyland Manor. Pero estoy seguro de que eso cambiará pronto.- da otro sorbo a su té.- Y por supuesto espero que usted y sus hermanas nos honren al señor Collins y a mi con su presencia, me encantaría poder disfrutar juntos de sano e inofensivo ejercicio físico.- dice con una pícara sonrisa.

Cargando editor
12/11/2008, 21:00
Claire Windsor-Hancock

-Me parece una idea genial-respondí a mi hermana.-Avisemos a las chaperonas, así no ponen el grito en el cielo.

Enseguida tuve listas mis cosas para salir de casa, un abrigo, el paraguas por si llovía y algo de dinero. Estaba emocionada por salir a comprar ya nuestros vestidos, también tenía ganas de ver gente nueva y de ver a la señora que nos hacía reír con sus ocurrencias. Sí, era hora de ir al pueblo.

-Lista-dije yendo para el gran salón y luego abriendo la gran puerta de casa.-Hace frío, creo... Hermoso, ¡sublima!

Estaba emocionada.

Cargando editor
11/11/2008, 23:14
Grégoire Byrne

-Quien sabe, lo mismo tiene mas que ver el encantador acento frances en alguna clase? respondo con una sonrisa

Esta claro que el otro dia la chaperona te identifico como el peligroso sigo con un punto de cachondeo en la voz

Aunque quien sabe, quiza eso a mi me venga muy bien, ya sabes, para que se preocupen menos por mi

Paseo por la habitacion mirando al exiguo armario

La verdad es que si, hara falta algo de ropa, hay que causar una buena impresion

Notas de juego

sep, poquito mas

Cargando editor
13/11/2008, 03:57
Susanne Cornwell

-No tenemos criados, milord, las cosas en esta casa las hacemos nosotras -le dijo puede que con cierto aire de melancolía, pero esa melancolía duró poco, muy poco- y no se imagina lo gratificante que es y lo mucho que se valoran las cosas cuando éstas son hechas o se consiguen por nuestra propia mano.

Guarda silencio y se sienta cerca de la chimenea, bebiendo de su taza de té. Lord Heddington se muestra como un hombre bastante educado, algo arrogante a su parecer, pero es lo que tiene el estar acostumbrado a que todo se lo hagan. Le agrada saber que el muchacho estará en buenas manos, si el señor Collins se peleó para defenderlo significa que le cuidará bien, no cualquiera se pelea por un criado, aunque quién sabe, puede que lo hiciera únicamente porque el muchacho también es irlandés aunque eso no le restaba mérito a lo que hizo.

Recordó el estado de los abrigos de ambos y, mientras el señor Spencer bebe de su té le observa las manos. No le queda ninguna duda que todo lo hizo el señor Collins, seguramente milord se limitó a ser mero espectador y se mantuvo cómodamente sentado en su montura.

Cita :

Y por supuesto espero que usted y sus hermanas nos honren al señor Collins y a mi con su presencia, me encantaría poder disfrutar juntos de sano e inofensivo ejercicio físico.
No responde y deja que sea su hermana quien lo haga, después de todo es a ella a quién va dirigida la frase, mas algo le dice que Liz responderá con otra de las suyas y la sola idea le produce gracia.
Cargando editor
13/11/2008, 17:42
Anabel Cornwell
Sólo para el director

Anabel acaba por asir la mano del joven Alan, conduciéndolo con ella hasta el pequeño cuarto de baño cercano a la cocina.
A pesar de la vergüenza del chico, consigue que le muestre los distintos golpes y magulladuras en espalda y tórax. Nada realmente mortal o grave, por supuesto, pero aún así de muy mal gusto fuera quién fuese el que los provocó.
Eso hace que la joven se sienta algo malhumorada mientras se esfuerza en limpiar las heridas entre algún que otro quejido de Alan, el cuál empieza a relatarle lo heroico de la acción del sr. Collins. Depsués Anabel empieza a vendar sus manos magulladas por los distintos sobreefuerzos con todo el cuidado del que es capaz, sonriendo a sus explicaciones para que se sienta más relajado.

Al final y tras unos cuantos minutos, ambos vuelven a la cocina donde Anabel decide calentar algo de sopa para el muchacho dejando que coma y acabe de entrar en calor, secándole nuevamente el cabello con una toalla y tomándose la molestia de peinarlo pacientemente, pues en realidad está muy revuelto y lleno de enredos, pero aún así el muchacho deja que continúe con la tarea, acostumbrado a tratos mucho peores... En realidad así su aspecto sería más presentable cuando volvieran al salón con el resto de "distinguidos" invitados.

Notas de juego

*Bueno este post es sólo para que "conste en acta" xDDD, apareceré en el Salón cuando posteen un poco más o tú prosigas, lo que suceda antes =P

Cargando editor
13/11/2008, 20:34
Elizabeth Cornwell

Escucha con toda la atención que le merece a tal personaje, tras el cual habla su querida hermana, Sue.

-Comprendo...
-Dirigiéndose al Lord...-Mis condolencias por lo de su padre... Creo que no he tenido ocasión de decírselo antes...-realiza una breve pausa para servirse un té que, sabe, acabará por no tomar, pero que sirve para reafirmar sus palabras...-Como bien dice mi hermana, no imagina lo gratificante que es saber hacer las cosas por uno mismo...-Sonríe, pícara, para luego responder:-...Y, respecto a lo de su gran velada... Por supuesto, tenga por sentado que asistiremos... Pero... En cuanto a lo de practicar tan sano e inofensivo ejercicio... Permítame negarme, puesto que, si accediese de forma tan inmediata... ¿Qué habría de disfrute en todo este asunto? Además... Estoy segura de que mis hermanas le harán los honores, mejor que yo...

Con lo cual, culmina sus palabras, y sonríe levemente...
"Antes prefiero bailar con un cerdo que con este hombre... Todos mis sentidos se niegan rotundamente..."

Eleva su mirada, aún fogosa, intentando que sus mejillas no se contagien de la misma...

Cargando editor
13/11/2008, 21:54
Francis P. Spencer

Francis escucha a Elizabeth y su gesto va cambiando de amigable a grave con la conversación.

Cuando Elizabeth termina Francis parece entre enfadado y disgustado. Da un largo trago a su taza y después se queda en silencio.

El silencio se alarga unos segundos y resulta incomodo a todos los presentes. En ese momento... ¡Francis estalla en una carcajada!

-¡Pero que muchacha tan impetuosa!- dice entre carcajada y carcajada.- Tiene toda la razón señorita Elizabeth, ¿que gracia tendría que accediera ahora? Una de las mejores partes del baile es la seduccion que lo precede.- podría terminar aquí, pero está seguro de que Elizabeth no le dejaría tener la última palabra, así que decide desviar la atención.- Sobre sus hermanas... no se preocupe, si no bailan conmigo seguro que podrán disfrutar de un baile con el señor Collins.- dice, quedándose mirando a su amigo.

Cargando editor
13/11/2008, 22:30
Patrick Collins

Patrick pensaba en que la señorita Elizabeth le recordaba a tantas y tantas damas que se las daban de importantes y hacían observaciones con poca noción de la corrección. Realmente, nada separa la posibilidad de una conversación hostil de la cimentación de una sana amistad... más que la educación (o la carencia de ella).

Le sorprendió que su señor se riera, e imaginaba que lo había hecho para no ofender a las hermanas y tomarse el asunto con filosofía. Eso demostraba más educación, en la escala civilizada de las cosas. Sin embargo, el comentario sobre la seducción le puso en guardia. No estaba bien decir eso, no en la primera visita a unas damas. Era algo que todos sabían, como que papá pone la semillita en mamá, pero que no estaba bien pregonar en voz alta.

-Em... sí, claro, por supuesto -respondió.

Se sentía bastante mal, algo culpable. Quizá no debería haber traído a su señor, sino venir solo a devolverles el paraguas. Tomó un sorbito de té. La verdad es que echaba de menos a Anabel. De todas las hermanas Cornwell, era con la que él se sentía más agusto. Aunque, la pequeña Susanne también era un cielo, aunque fuera más indiscreta a veces. Ahora se la veía bastante silenciosa, como cohibida del comportamiento de su hermana menor. La miró un momento a los ojos, sonriendo con algo de complicidad.

-¿Toca usted el piano, señorita Susanne, o algún instrumento musical?

Cargando editor
14/11/2008, 11:46
Anabel Cornwell

Los minutos habían ido pasando mientras los asistentes al salón llevaban a cabo una conversación algo "extraña" más llena de segundas intenciones de lo habitual que el sr. Collins intentó suavizar con la propuesta a Susanne justo cuando Anabel volvía a hacer acto de presencia junto con el joven Alan.
La mayor de las Cornwell camina sin premura apoyando las manos en los hombros del muchacho, que ahora ofrece un aspecto más aseado y sonriente, con el cabello debidamente peinado sintiéndose así más "presentable". Alan no duda demasiado y enseguida toma asiento en el lugar más cercano a Patrick sin decir nada que pueda importunar a los allí reunidos.

-Si el tiempo sigue así tendrán que llevarse un par de paraguas en lugar de devolvérnoslo- comenta Anabel despreocupadamente, observando por un instante la lluvia caer a través de uno de los ventanales de la sala, sonriendo afablemente antes de dirigirse al sofá donde permanece sentada Elisabeth y esperando un instante para que le haga sitio quedando así entre ella y Lord Heddington, esperando con ello ejercer algún tipo de efecto de "muro de contención" entre ambos "combatientes".

-Vamos Sue, no seas tímida- entrelaza las manos sobre el regazo y asiente a su hermana con expresión confiada, esperando así animarla a acceder a la petición velada del sr. Collins puesto que la mediana de las hermanas no solía sentirse demasiado cómoda a sabiendas de que estaba siendo observada o incluso escuchada por varias personas, pero aún así Anabel sabe que puede tocar piezas realmente inspiradas si se lo propone.
-¿Acaso me he perdido algo que debiera saber...?- pregunta entonces con un tono de voz más sosegado y bajo acompañado de cierta curiosidad a Elisabeth.

Cargando editor
14/11/2008, 08:24
Susanne Cornwell

La molestia de Sue había pasado y volvía a mostrarse silenciosa. Difícil era imaginarse que esa era la misma muchacha indiscreta de un par de días atrás e incluso la misma que estaba expresando su molestia y practicamente no admitiendo un no por respuesta al momento de curar al señor Collins o asistir al mozuelo. Pero lo era. Sue, que de falta de caracter no adolece, es una persona afable, cordial, bastante maternal de ahí su proceder al ver al mozuelo y atender a Patrick, pero sobre todo es tímida, cosa que explica el sonrojo que sufre cuando, ya decidida a decir que no toca instrumento alguno, su hermana mayor le echa por tierra la mentira que estaba a punto de pronunciar.

Dejó la taza a un lado, sobre la mesita y se secó el sudor de las manos simulando que se alisaba el vestido. Miró a sus hermanas, como diciendo "No quiero, por favor no", pero el brillo en los ojos de ambas y el modo en que sordamente la animaban la hizo acceder. Casi no miró a los hombres, cuando mucho al pequeño, sentía que la cara le ardía. Se puso de pie y caminó hasta el piano.

Por suerte al sentarse quedaba de espaldas a todos así que no les veía los rostros y podía imaginarse que estaba sólo en presencia de sus hermanas, de otro modo le habría costado mucho más tocar. Abrió la partitura, una melodía de Claude Debussy titulada Claire de Lune fue la elegida.