Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo III

Cargando editor
28/04/2009, 17:23
Claire Windsor-Hancock

-Quedate tranquila, querida. Verás que pronto estarás bien...

Le acaricio el cabello y espero que su fiebre y malestar bajen pronto.

-Pronto vendrá padre y él sabrá qué hacer pero por favor, tienes que hacer un esfuerzo por estar bien. ¿Entendido?

Cargando editor
28/04/2009, 17:32
Mary Ann Windsor-Hancock

Mary Ann asintió con la cabeza y miró suavemente a su hermanita antes de sumirse en un profundo y largo sueño.

Cargando editor
28/04/2009, 17:33
Claire Windsor-Hancock

Cuando Mary Ann se quedó dormida, pensé que necesitabamos la compañía de algún amigo de la familia pero no había nadie a quien recurrir, así que me quedé unos momentos con ella pero al verla tan dormida, decidí ir a mi habitación; me recosté unos instantes, ni siquiera sabía qué hora era, había perdido la noción del tiempo y me quedé allí, mirando al techo. Deseando que padre llegara cuanto antes.

Cargando editor
28/04/2009, 20:34
Anabel Cornwell

-¡Susie...!- exclamó ahogadamente Anabel, respirando hondamente para controlar sus nervios y drotándose repetidamente las manos en el vestido para retirar cualquier rastro de sudor generado por su estado alterado y el no parar de revolverse las manos.

-Ya te has despertado, ¿eh? Menuda dormilona... Alexander traerá muy pronto al doctor Robins, ya verás- cogió la mano de su hermana y la cogió entre als suyas besándola cariñosamente, dándole después un par de palmaditas mientras sus ojos enrojecidos se distraían en la visión de la ventana.

Si tan sólo gozaran de un mínimo de posición social eso no hubiera ocurrido nunca, hubieran sido las primeras en ser atendidas en lugar de las nobles actuales, pero no podía hacer más que rezar, conservar la esperanza y resignarse.
-¿Necesitas algo? Tengo que ir a comprobar cómo está madre...- mantuvo un tono de voz suave y pausado para no alterar el estado de Susanne mientras cambiaba de nuevo el paño de su frente.

Cargando editor
29/04/2009, 04:34
Alexander Varsatof
Sólo para el director

Algo agitado y con las palabras entre cortadas, trato de explicar mi situación
-Bus...co al... doctor... Robin... es una... emergencia
Alexander, comienza a sentir la hipotermia que le esta produciendo el estar tanto tiempo expuesto bajo la lluvia y corriendo de aquí para allá

Cargando editor
29/04/2009, 06:05
Susanne Cornwell

-¿Alexander? -preguntó Sue sin saber a quién se refería su hermana.

Pudo haber tratado de indagar más, en otras circunstancias lo habría hecho, sin embargo la abierta muestra de cariño que Anabel estaba teniendo con ella hizo que esa curiosidad pasara rápidamente a segundo plano. No es que aquel gesto de Anabel fuese poco habitual, pero que volviera a tenerlo después de la discusión que habían tenido la noche de la fiesta magnificaba las cosas. ¿Cuándo había sido eso? ¿La noche anterior o había pasado más tiempo? Susanne estaba bastante perdida en cuanto al tiempo, pero como fuera ahora eso no importaba, lo que importaba es que independiente de la razón, ellas habían vuelto a acercarse.

-¿Anabel estás bien? ¿Mamá y Liz están bien?... Tengo que ayudarte -dijo intentando incorporarse-. Te ves cansada, no quiero que enfermes por mi culpa... Me siento mejor... Puedo hacerlo.

Cargando editor
30/04/2009, 08:56
Francis P. Spencer

-¿Novedades? Ninguna reseñable en lo que a nuestra familia se refiere, me temo.- dijo Francis, dando un sorbo al delicioso té que le habían servido.- La verdad es que las gentes de este lugar me están sorprendiendo. Me esperaba algo más de respeto hacia alguien de mi clase social.- dijo sonriente, de manera que cabía pensar que no pensaba del todo lo que decía.

Observó el salón en el que se encontraban y recordó que en su infancia había asistido a muchos bailes en aquella casa.

-Lamento que no pudieran acudir al baile que celebramos en nuestra casa. Recuerdo que ustedes celebraban muchos cuando Patrick y yo eramos solo unos niños. Lo que no recuerdo... es haber oído hablar antes de los Windennagen, aunque esta mañana nos han dicho que la señora de la casa murió de una extraña enfermedad. ¿Llegaron al pueblo hace poco?

Tomó un scone de la bandeja y se lo llevo a la boca distraido, como si no acabara de preguntar sobre algo tan macabro

Cargando editor
01/05/2009, 02:06
Jean Antoine Lésdiguièrs

Realicé un afectado gesto cuando la señora nombró a la persona fallecida, la muerte siempre está asociada a la tristeza, una fuente casi infinita de trágicas historias, y a pesar de que mi gran y admirador escritor es capaz de evocarla con una irónica genialidad, siempre me gustaron más las comedias. Es más fácil hacer llorar que hacer reír.

Sonrío para mi mismo al observar a la joven mirar por la ventana con ese aire tan melancólico, y no dejo de mirarla a pesar de que ahora ella se da cuenta de ello, pues hay momentos que es mejor no estropear.

Serena es la lluvia que baña mi alma, pero es imposible apaciguar lo que guarda mi corazón, tan diferente de toda razón, pues la libertad es una irresistible dama

Sonrío una vez más, negando ligeramente con la cabeza, Disculpad mi mediocre composición señorita Cornwell, pero nunca se me dio, ni dará, excesivamente bien la poesía, intento indagar algo más en aquellos ojos que miran sin ver.

Me quedaba por hacerle una petición antes de que fuéramos interrumpidos con funestas noticias, las cuales deben hacernos pensar en la importancia de tener salud, pues es todo efímero en esta vida, así que debemos vivirla con la pasión que se merece nuevamente hablaba de más, la teatralidad era innata e inevitable, intento no irme por las ramas de nuevo, pues sino nunca terminaré mi palabrería.

Quisiera pedirle algo, lo que pasa que no se que es ese algo muerdo ligeramente mi labio inferior, pensativo como explicarlo mis ojos se abren un poco más, y mi cabeza se alza como iluminada por otra idea que seguramente morirá allí es usted una hermosa señorita, y ningún abalorio podría equiparársele, pero, si usted tuviera todo cuanto el dinero puede comprar, ¿qué desearía? no era un pregunta sencilla, quizás incluso algo temeraria, pero ahora la curiosidad también se alineaba con la intención.

Cargando editor
01/05/2009, 15:04
Anabel Cornwell

-No, no, no- respondió al instante Anabel, sujetando a su hermana de los hombros para obligarla a tumbarse de nuevo -Si quieres ayudarme vas a tener que ser una buena chica y hacer lo que te diga... Y eso implica quedarse quieta, descansar y recuperarte muy pronto, ¿entendido?- le hablaba con tono de reprimenda pero aún así afectuoso, por eso acabó sonriéndole cálidamente.

-Liz está divinamente, en la boutique no se mojará ni pasará frío así que no debes preocuparte por ella. El estado de mamá es... mejor que antes- se limitó a decir escuetamente dado que no quería mentirle del todo pero tampoco preocuparla más.

Después de eso la ayudó a tomarse un clado de pollo para que recuperase algo de fuerzas y dejó que volviera a dormirse, alternando con los cuidados de ambas y los vistazos nerviosos a través de lso cristales de la ventana. Si por lo menos hubiera dejado de llover...

Cargando editor
03/05/2009, 02:10
Susanne Cornwell

Susanne nada pudo hacer para convencer a su hermana de dejarla ayudar, estaba demasiado débil para oponer resistencia cuando ella la tomó de los hombros y la obligó, si es que así puede llamarse, a permanecer en cama. Le obedeció, no por gusto, pero lo hizo.

Se quedó sola en la habitación, Anabel nuevamente había salido para ir a atender a su madre y Sue no podía dejar de preocuparse y sentirse culpable por el agotamiento de su hermana.

-Si tan sólo estuviera sana para darle una mano y que ella descanse -se decía- ¡Dios! ¿Qué es lo que tengo? Esto no parece un resfrío, nunca antes me sentí así... Tengo miedo, en especial por mamá, ella no es tan fuerte como antes y está débil -suspiró-. Anabel dice que ella está mejor ¿Será cierto o lo dijo sólo para tranquilizarme?

Cargando editor
03/05/2009, 02:41
Patrick Collins

Patrick tomó asiento en segundo plano, dejando que su señor lo hiciera frente al dueño de la casa, el señor Spencer. Su esposa sirvió el te, y el gesto le agradó. Sin duda, eran nobles que sabían apreciar la valía de hacer las cosas por si mismos, y aquello siempre era de agradecer.

Mientras Francis hablaba con su anfitrión, Patrick distrajo la mirada hacia los cuadros, particularmente uno en el que el difunto lord Heddington aparecía con su uniforme escarlata de coronel. Sin duda, lo habían pintado antes de su partida hacia la Guerra Peninsular. Con la taza de té en la mano, Patrick admiró esa pintura, y recordó el momento exacto.

----- Batalla de Vitoria, 1813 -----

El 45º regimiento de a pie hacía más de dos horas que aguantaba en el centro el ataque de la división de Clausel. La infantería de línea francesa había peleado con fiereza, y los británicos habían sostenido la posición con sus descargas de fusilería por secciones, siguiendo la doctrina del "volley fire". Los hombres estaban exhaustos y cubiertos de pólvora, muchos de ellos heridos, y otros tantos muertos con el fusil en la mano.

El propio Patrick había manchado la hoja de su sable con sangre francesa, y tenía un corte en el hombro izquierdo. El capitán Spencer estaba a su lado, muerto su caballo por dos disparos de fusil y un bayonetazo en el cuello, con la pistola cargada en la mano.

-Ahí vienen otra vez -dijo, mirando hacia el enemigo con los ojos cansados.

Los tambores redoblaban, y los franceses avanzaban a su compás. El humo de la pólvora consumida había creado una nube que tapaba su presencia. Sin embargo, todos reconocieron su toque y el apellido que coreaban al marchar: "Vive l'empreur". Los granaderos de la guardia atacaban. La élite de las tropas de Napoleón.

Los británicos tragaron saliva, con los labios ennegrecidos por la pólvora. Aquellos hombres eran en su mayoría desechos provenientes de Inglaterra, Gales y, sobretodo, Escocia e Irlandia. En su país, eran poco menos que ladrones y gente de mal vivir. Pero tras más de cuatro años combatiendo a los franceses, se habían convertido en soldados veteranos. Aunque, los hombres tienen un límite, y ellos parecían estaban al borde del colapso.

-¡Capitán, disciplina de fuego! -bramó el coronel.

Lord Heddington caracoleó con su montura, sable desenvainado y uniforme tiznado de pólvora. Ofrecía una gallarda estampa, casi de cuadro. Sin embargo, dentro de un momento iba a ser un blanco fácil.

-Primera sección, ¡Apunten!

Los franceses salieron del humo, con sus altos colbac de piel negra y sus bandas blancas cruzadas al pecho. Llevaban guantes, y bolsas con granadas de mecha. Sus rostros eran inexpresivos y fríos, profesionales.

-¡Vive l'empreur!

Patrick alzó el sable, mirando a los muchachos de la primera sección.

-Primera sección, ¡Fuego!

Los fusiles cantaron, y algunos franceses de la primera línea cayeron.

-¡Segunda sección, ¡Fuego! -dijo Francis.

Pero los franceses no se detuvieron.

-¡Tercera sección...!

El grito del oficial quedó tapado por el fin del redoble de los franceses, que se detuvieron ceremonialmente. Los ingleses descargaron sus armas contra ellos, pero aquello no pareció mellar su ánimo. Cientos de fusiles con la bayoneta calada se abatieron hacia ellos.

-¡Feu! -gritaron.

Con la primera descarga, la mitad de los británicos murió en su sitio. Entre ellos, lord Heddington perdió la vida, alcanzado por tres balas en el pecho, y otra en la cabeza.

-¡Chargez! -gritaron los oficiales franceses.

Patrick palpó en dirección a Francis, que agarró su antebrazo, haciéndole ver que estaba bien. La pólvora no les dejaba ver nada.

-Hay que tocar a retirada -dijo.
-No -repuso Patrick.

Miró hacia los desorientados casacas rojas. Wellington enviaría su reserva de un momento a otro. Debía hacerlo. Ahora, solo podían hacer una cosa para sobrevivir: sorprender a los franceses.

-¡Cargueeeen... bayonetas! -dijo.

Francis entendió aquello. Si habrían una brecha en el centro en ese momento, y ante la guardia, comprometían la suerte de la batalla.

-¡Carguen! -dijo el capitán.

Doscientos cincuenta ingleses, los supervivientes del 45º de a pie, cargaron contra los granaderos de la guardia. Mantuvieron a raya al enemigo, tan solo un minuto, y a costa de muchas bajas. Sin embargo, los tambores británicos resonaron pronto a sus espaldas, tocando la carga. Wellington mandó a la reserva, y ganó la batalla. Sobre el campo quedaron los cuerpos de aquellos valientes que dieron su vida en una guerra que les había sido impuesta por el hecho de vestir el uniforme. Hombres como lord Heddington.

---------

Patrick dejó la taza descansar sobre el platillo, tras comprobar que casi había derramado el té sobre sus dedos. Estaba caliente, demasiado.

Parpadeó, mirando a los dos aristócratas mientras hablaban.

Cargando editor
06/05/2009, 02:41

Mary Ann ve que su hermana parte poco antes de quedarse totalmente dormida. No sabe cuanto tiempo pasa, sueña con un lugar hermoso: un prado verde de extensión infinita, lleno de flores rojas y amarillas; el cielo está claro, despejado, muy diferente a Windfield y a su lluvia intermitente. Ve una casa blanca en el medio de la pradera, se acerca y golpea la puerta. Una de las hermanas Hancock la recibe, aunque no sabe cuál de ellas es. La hace pasar a una hermosa habitación, muy acogedora. Entonces Mary Ann se sienta sobre una silla de mimbre y la otra chica sirve una taza de té de almendras.

-¿Cómo te encuentras? -pregunta la joven, que entonces perfila su cara hasta ser Anabel.

Mary Ann sabe que esto no es real, pero siente como si lo fuera.

Cargando editor
06/05/2009, 02:46

Claire vuelve a su habitación, prácticamente obliga a Louisa a partir. Se recuesta sobre la cama, rendida, el tobillo le duele pero más que nada es su ánimo el que está herido: demasiadas cosas, muchos problemas, poca diversión, casi parece ser como si aún se encontraran en Londres.

Entonces ve a la ventana, el joven de cabellos dorados está cabalgando hacia su casa. Detiene su córcel, baja y le entrega las riendas a uno de sus criados. Luego entra en la enorme mansión y desaparece de la vista de la muchacha. Es el joven Avon, que tan atento se ha mostrado hace unos momentos.

Notas de juego

Nota: vuestro padre no va a venir a menos que le avises por carta la condición de tu hermana, no te olvides que ambos, tu padre y su esposa, iban a venir a Windfield mucho después que uds, a disfrutar de las vacaciones. Si quieres avisarle tienes que escribirme en el turno la acción :P

Cargando editor
06/05/2009, 02:51

Justo después de la pregunta de Alexander una figura alta asoma. La sirvienta lo deja pasar diciendo:

-Doctor, este joven le busca, parece ser importante.

El hombre entonces te mira y dice:

Cargando editor
06/05/2009, 02:52
Dr. Robins

- En este día me temo que no hay una sola cosa que no lo sea, mi señorita. A ver, joven ¿cuál es el motivo de su llegada? Estoy a punto de seguir con mi ronda de pacientes así que espero que sea algo importante. Por cierto, el estado de su persona sólo logrará que se enferme ¿sabe?

Cargando editor
06/05/2009, 02:54

Avon vuelve a su casa. Aunque hubiera querido cabalgar un poco más, la realidad es que el clima está empecinado en arruinarle la jornada. La lluvia golpea ahora con mayor fuerza. Se baja de su caballo ni bien ve acercarse a uno de sus sirvientes, le da las riendas del mismo y se dirige hacia su enorme mansión.

Una vez entra, se sienta un poco en uno de los sillones, la tela se mojará un poco pero desea descansar dos minutos antes de cambiarse de ropa.

- ¿Mi señor, quiere que le prepare el baño?- pregunta una de las criadas.

Avon asiente. La joven se retira y él se queda mirando a la ventana. A la mansión que se encuentra delante de la suya, no tan enorme y onimosa pero bonita. En eso cree ver a una de las hermanas Hancock mirar por la ventana. Rápidamente recuerda su cita con las Cornwell y piensa que, después de todo, Mary Ann no parecía estar tan mal. Seguramente las hermanas se arreglarían bien.

-Su baño está listo señor -dice la criada y Avon, antes de ir ve una vez más a la joven, que debía ser Claire mirando hacia el plomizo cielo ¿O quizá algo más?

Cargando editor
06/05/2009, 02:59

El lord contesta a Francis sin demora, mientras su esposa trata de que Collins acepte a probar una de sus galletas de avena y miel. Son redondas y de aspecto delicioso y le sirven al muchacho para volver a la realidad después de un recuerdo tan vívido. Entonces escucha también la respuesta de Spencer:

-No, en realidad creo yo que es una de las familias más antiguas de Windfield. Lo que sucede, mi amigo Francis, es que son gente mayor que quizá no veían la energía necesaria para asistir a tu fiesta.

-Dicho sea de paso -interrumpe la esposa -os pedimos perdón por no haber ido pero teníamos que hacer un viaje y no podíamos postergarlo.

-Bueno, volviendo a un tema más alegre ¿qué pensáis de las jóvenes de nuestra comunidad? Hay cada muchacha tan bonita y respetable que no dudo que vuestros corazones se queden en Windfield más de lo esperado. O quizá se lleven algunos a Londres con vosotros.

Spencer está de buen humor, ha evitado seguir hablando de la fallecida señora Windennagen como si eso junto con la lluvia, ahora de mayor intensidad le pudiera arruinar la pequeña reunión.

Cargando editor
06/05/2009, 03:28

Anabel vuelve de ver a su madre, se sienta nuevamente en la cama de Sue. La mirada perdida asusta a Sussane, es como si la chica estuviera shockeada. Le toca suavemente el brazo.

-Anabel, ya me siento algo mejor, no estés tan preocupada -le dice, con la esperanza de que la noticia la haga sonreír.

Las palabras de su hermana le caen como el peor baldazo de agua helada. Después de que las pronuncia siente que sería mejor estar todavía delirando de fiebre, es más espera que esto sea sólo un sueño.

-Creo que mamá ha muerto.

Anabel recuerda haber ido a la habitación y ver que la frente de su madre estaba ya sin calor. Entonces notó que no se movía, ni siquiera parecía mover el pecho como respirando. Estaba fría, sus brazos, sus manos. Anabel la movió, con fuerza esta vez, prefería molestarla a no obtener reacción. Sin embargo nada pasó. Anabel nada sabía de medicina, nada importante pero sentía que todo había terminado.

-¡¿Qué dices?! -gritó Susie ahora con fuerza.

La sacudió, sentada en la cama. No se sentía bien pero sí podía hacerlo.

-¡Anabel! ¡Anabel! ¿Qué dices? Por Dios...

Cargando editor
06/05/2009, 04:48
Claire Windsor-Hancock
Sólo para el director

Me mantuve en la cama un rato, hasta que se me ocurrió levantarme, no sin esfuerzo y fui hasta la ventaba. Allí estaba el joven Avon, quizás para él la vida era más fácil. Tenía que escribirle a mi padre pero las cosas así no iban, quizás debía esperar un poco a ver que decía el médico para no alarmarlo y recién una vez que tuviera esa opinión, escribirle. Volví a mirar al hombre de rubios cabellos, era en verdad muy guapo, aunque parecía distraído; me pregunté qué sería de la vida de Jean, al parecer se había olvidado incluso de sus clases. Volví a echarme en la cama y cerré los ojos, las lágrimas vinieron solas, no se suponía que las cosas sucedieran así y yo..., yo no podía con todo.

Notas de juego

Esperaré. ^^

Cargando editor
06/05/2009, 06:20
Alexander Varsatof
Sólo para el director

El ruso al apenas identificar al doctor le pone su gran mano en el hombro del doctor y lo lleva hacia la puerta bruscamente sin contestar la duda de Robins
-No tenemos tiempo que perder, la familia Cornwell esta muy mal le explicare los detalles en el camino... subase a su caballo y sigame
Alexander ya comienza a titiritar y su blanca piel se ve roja a causa de la fría agua que no deja de caer sobre el, sus dedos apenas tiene tacto de tan helados que están