Partida Rol por web

Te despertó un dolor punzante que casi te hace aullar. Abriste los ojos de golpe, y viste una humana empapada en sangre... sangre que salía directamente de tu hombro. Retrocediste gruñendo casi instintivamente, desplazándote por el lecho y apunto de caer por el otro lado hasta que fuiste capaz de hacerte una composición de lugar.

Desde luego no estabas en casa del amo, y no habías visto a esta mujer en tu vida. A juzgar por la aguja que sostenía en una mano, estaba cosiéndote. Te encontrabas en una habitación adusta, sin decoración o un sólo mueble más del necesario. Sobre la mesita descansaban vendas ensangrentadas, agua teñida de rojo y varios frascos con hierbas.

No había rastro de tu espada o tu armadura, la mujer debía haberlas llevado a otra estancia. Las rutas de escape eran una puerta y una ventana con postigos.

--Como te sigas moviendo te voy a hacer un estropicio --gruñó. Era una mujer de una juventud madura, y de su rostro ceñudo se deducía que no parecía el tipo de humana con la que andarse con tonterías.

La palpitante herida del hombro y el lacerante y febril dolor de cabeza dificultaban los recuerdos, pero poco a poco acudieron a tu mente. El combate. El reto que le lanzaste al amo. La huida. La flecha. Y luego... la oscuridad.

Rowane cogió aire sofocadamente abriendo muchísimo los ojos con aquel forzado despertar tan abrupto en una mezcla de sorpresa y dolor, estaba tumbada y lo primero que vio fue un techo de madera,lo segundo, el rostro de una humana que no había visto en su vida... una humana con la manos embadurnadas de sangre. Sú sangre.

La sola imagen provocó tal pánico en la drow que pese a que su piel era de un intenso y uniforme gris oscuro como el de la ceniza no fue difícil advertir la palidez que le adquirió el rostro. Normalmente habría saltado de allí de un brinco pero a penas se había arrastrado un palmo hacia atrás cuando una debilidad abrumadora hizo presa en ella provocándole un mareo de lo más desagradable.

—Gnnh...

Emitió un quejido y se dejó caer otra vez de espaldas sobre el lecho jadeando y con temblores. Cerró los ojos con fuerza un instante para que la cabeza dejara de darle vueltas, le dolía muchísimo y estaba sudando.

"¿D... Dónde estoy... ?" temblaba en parte porque se sentía febril y en parte porque los humanos le inspiraban terror, aquella no parecía tener una cara muy amigable desde luego pero pensándolo bien, a ella nunca la miraban de forma amigable "¿Qué ha... ?".

No sabía qué le estaba haciendo pero tampoco tenía fuerzas para moverse de allí así que se resignó a lo que viniese quedándose quieta y tumbada aunque bastante tensa y con aquellos escalofríos. Ya le daba igual...

Respiró hondo e hizo un esfuerzo por tratar mientras de ordenar los confusos recuerdos que le revoloteaban por la mente como mariposas que tan sólo dejaban ver sus alas durante una milésima de segundo y luego las volvían a ocultar. La huída... había huído de Port Coeur, recordaba haberse aferrado con uñas y dientes a aquel caballo, recordaba el griterío a sus espaldas, la lluvia... y recordaba el dolor de la flecha emponzoñada en su hombro.

Espera, ¿no era justo ese hombro en el que la habían herido? ¿Dónde estaba la saeta?.

Parpadeó entreabriendo los ojos ligeramente otra vez y consiguió dirigirle a la misteriosa humana una timorata mirada de soslayo pues su rostro miraba al techo pero no lo agachó apara observarla, sólo movió los ojos. Ahora que se fijaba había algo extraño... no le había pegado por moverse, simplemente le había dicho que no lo hiciera y ya está. Aquello desconcertaba a Rowane.

Apretó los dientes e hincó los dedos en la sábana con la siguiente puntada pues estaba acostumbrada más o menos a sobrellevar el dolor pero se sentía tan debil que en aquel momento parecía que todo se multiplicase por diez. No obstante, la ausencia de actividad hostil pareció restarle algo de tensión a la joven drow que enseguida desvió la mirada a los alrededores mientras se dejaba hacer.

El primer análisis visual rebeló que estaba en una habitación normal y corriente pero que tampoco le sonaba de nada. No llevaba la armadura puesta y tampoco había rastro de su mandoble, en la mesa vio claros indicios de que habían estado tratando su herida y la aguja  lo confirmaba pero aquello no podía ser una enfermería de ninguna de las maneras... ¡Si la habían capturado tras escapar lo más probable era que la hubiesen degollado allí mismo, no que estuviesen curándola!

¿Quién era entonces aquella mujer?

El desconcierto y el temor se mezclaban en los ojos rojo sanguino de la drow que miraba de nuevo con timidez a su misteriosa benefactora, le costaba y mucho creer que la inusitada situación no fuera producto del delirio de la fiebre...

La mujer te echó una mirada cauta, como si no tuviera claro que no le fueras a soltar una patada de un momento a otro. Al final suspiró, sacó un frasco del cajón y se lo colocó en la cama al alcance de la mano.

--Toma. Es ron. Si te duele mucho tómate un trago. Me temo que no tengo medios más refinados aquí --la mujer se volvió a acercar y siguió cosiéndote la herida en vivo. El dolor era tan terrible que creíais que te ibas a desmayar--. Tienes suerte de seguir con vida. Suerte y una entereza increíble. Creo que me imagino cómo la has obtenido.

Se extendió el silencio mientras seguía haciendo su trabajo, sólo roto por el balido lejano de alguna cabra.

--Por cierto, me llamo Valeria. Estás en mi casa.

Rowane sintió que la cabeza le daba vueltas con la siguiente puntada y tuvo que cerrar los ojos fuertemente para no desmayarse, contuvo el aire y cuando el lacerante pinchazo remitió lo soltó entre jadeos.
Fue al abrir los ojos de nuevo cuando miró lo que le ofrecían entre sorprendida y confusa, no sabía lo que era el "ron"... nunca lo había probado, aunque juraría haberle oído esa palabra a alguno de los asiduos a la arena. En principio lo tomó como una orden ya que órdenes era lo único que siempre recibía de los humanos así que tragó saliva y estiró temblorosamente la mano del hombro sano para coger la botellita... podían estar dándole veneno puro incluso que daba por hecho que no le estaba permitido ni preguntar ni negarse, sólo obedecer.

—S-sí... —musitó con voz algo ronca al llevar bastante tiempo sin usarla. Carraspeó tratando de hacer el menor ruido posible y tragó saliva de nuevo para poder terminar la frase—j... jabbress...

No era difícil darse cuenta de que le tenía miedo, estaba tan asustada que de hecho la última palabra le había salido en Drow y aunque era más bien de uso entre esclavos, la mayoría de los amos consideraban "insultante" que se dirigieran a ellos en el idioma de "la escoria".
La muchacha pareció darse cuenta de su tremendo error ya que contuvo el aire y encogió el cuello a la espera de un bofetón, una patada o algo similar... hasta cerró los ojos con fuerza y una gotita de sudor le escurrió de la sien a la mandíbula.

Pero no pasó nada.

Tras varios segundos, abrió ligeramente uno para aventurarse a averiguar por qué no la habían castigado y se topó con que la humana simplemente continuaba a lo suyo. Aquello la desconcertó aún más... La actitud de aquella mujer era extraña; no le gritaba, ni la zarandeaba, ni le daba golpes y para colmo parecía estar curándole aquella herida en su propia casa. ¡Hasta le había dicho cómo se llamaba!

"¿Q... quiere que la llame por el nombre... ?".

Rowane se percató de que estaba tardando demasiado en cumplir la "orden"y enseguida se centró en quitar el corcho de la pequeña botella con el índice y el pulgar de la misma mano con la que la cogía. Luego se la llevó a los labios comprobando que tenía un olor la mar de fuerte y penetrante pero no se quejó. Bebió un sorbo con cuidado de no atragantarse ya que estaba tumbada y luego la volvió a tapar.

Aquello era como beber fuego líquido... sintió una oleada de calor descenderle por la garganta hasta el estómago y allí extendérsele al resto del cuerpo en una explosión sorda que se disipó enseguida dejando una sensación hormigueante y ligeramente amodorrada pero extrañamente agradable, hasta las puntadas de la aguja parecían doler menos ya que era como si se le adormecieran los sentidos.

Suspiró hondo, con visible alivio y relajó un poco el cuerpo perdiendo aquella tensión exagerada que había tenido hasta ahora, cosa que haría bastante más fácil el trabajo de Valeria. Rowane continuaba sudando y temblando ligeramente pero aquello ya era algo que escapaba a su control, se le podía leer en la cara lo débil que se sentía. Tras un prolongado silencio, pareció reunir el valor para cometer la "osadía" de preguntar algo.

La última vez que lo había hecho Lord Hawald le había estrujado y retorcido tanto la oreja que a punto había estado de arrancársela pero como aquella humana no le hacía daño voluntariamente, simplemente le salió del alma casi sin darse cuenta una de las muchas incógnitas que la asaltaban... ¿Qué era lo que había ocurrido? ¿Dónde estaban? y sobre todo... 

—¿P... por qué... ?

¿Por qué la ayudaba? era una drow, Valeria una humana, una total desconocida... y hasta ahora la que mejor la había tratado en toda su vida desde luego.

Era bien sabido que a los esclavos no les estaba permitido mirar a los ojos a un humano y aquello se notaba en que Rowane la miraba fugazmente de vez en cuando para bajar la vista enseguida, contrariada al parecer con aquello.

Valeria parecía ajena a tus dudas y seguía trabajando eficientemente en coser la herida.

--¿Por qué qué? --preguntó a su vez, posando su mirada taladrante en la drow sólo unos instantes--. ¿Por qué te coso la herida, por qué te ayudo o por qué te recogí en mitad de la nada? Son preguntas diferentes.

La mujer dio la última puntada y cortó el hilo sobrante. Fue a mojar el paño en el cubo, pero el agua estaba tan roja que desistió. Maldijo por lo bajo antes de levantarse a por agua limpia.

--No te muevas --dijo, como si pudieras hacerlo.

Escuchaste cómo salió de casa. Volvió unos minutos más tarde, con un balde de agua fresca. Con el trapo húmedo limpió la herida y suspiró.

--Eso te va a dejar marca --comentó--, pero ya has pasado lo peor. Parece que te ha bajado la fiebre.

Rowane parpadeó ante el hecho de que le respondieran con una pregunta... bueno, más bien ante el hecho de que le respondieran con algo hablado en lugar de con un guantazo.

Lo cierto es que con aquél dolor de cabeza le costaba coordinar los pensamientos pero eran tres buenas incógnitas desde luego... ¿por qué una humana se iba a molestar en ayudar a una drow? es más, la había llevado a su casa.

Antes de que la muchacha se decidiese por una de las tres cuestiones, recibió otra "orden". Valeria se puso en pie y fue en busca de agua a lo que Rowane se limitó a tragar saliva y a asentir tímidamente, no tenía la menor intención de moverse de allí porque aunque quisiera no se sentía con fuerzas ni para levantarse.

"S-si me recogió en el camino no debe ser de los que me perseguían... supongo...".

Le costaba, le costaba un mundo creer que algo parecido a la suerte se hubiera dignado a sonreírle por una vez tras tanta penuria.

Suspiró hondo al haberse librado por fin de los dolorosos mordiscos de la aguja y al ir a mirar al techo, un blanco mechón de cabello se le deslizó por la frente tapándole un ojo, cuando se lo fue a apartar con la mano se dio cuenta de algo horrible: No llevaba su cinta en la cabeza.

"¡Oh... no, maldita sea!".

Se tocó la frente y una oreja por si se le había deslizado hacia atrás pero no la encontró, aquél era el único regalo que le habían hecho en su vida, era un regalo de su único amigo, ¿lo había perdido acaso? ¿se lo habían quitado? en ese instante sonó el chirrido de la puerta anunciando el regreso de la misteriosa humana la cual pudo alcanzar a ver cómo Rowane se pasaba la mano por la cabeza "buscando" algo, en el joven rostro dela drow había una mezcla de fastidio y tristeza.

Tardó varios segundos en percatarse de que Valeria había vuelto (de hecho fue el tacto del paño húmedo lo que la hizo darse cuenta) así que bajó la mano otra vez dejando el brazo estirado. Esta vez miró cómo le limpiaba la herida, al parecer la intriga estaba ganándole terreno al temor aunque este aún era visible.

—¿P-Por qué... has hecho todo eso?

La voz suave de la drow sonaba tímida y apagada, no se había atrevido a mirarla a los ojos pero al menos se había atrevido a formular la pregunta englobando las tres iniciales que la mujer había dado a elegir, que ya era algo.

Valeria pareció no percatarse de tu gesto cuando te llevaste la mano a la cinta que no estaba allí. O era despistada o no tenía paciencia para las sutilidades. Tu benefactora parecía concentrarse en la tarea más importante que tenía a mano ignorando todo lo demás. Quizá fuera por eso, o quizá estuviera poniendo en orden sus ideas, pero lo cierto es que no te contestó hasta que no hubo terminado de lavar la herida. Entonces echó el paño en el cubo, se cruzó de brazos y te contestó mirándote incómodamente a los ojos.

--No se ve todos los días una armadura como la tuya. Sobre todo si no lleva el blasón de los Hijos de la Luz. Y lo más intrigante era que la dueña de esa armadura resultara ser una drow --Valeria hizo una pausa--. Te ayudé por mera curiosidad, así que dime: ¿estás dispuesta a satisfacerla? ¿Quién eres tú y qué hacías con una armadura como esa? ¿La has robado?

Rowane por supuesto no fue capaz de soportar la mirada de Valeria, más que nada porque estaba acostumbrada a agachar la cabeza mientras le gritaban. Ahora no le estaban gritando, le estaban hablando pero aun así mantenía la mejilla pegada a la almohada. Ahora le preguntaba si quería satisfacer su curiosidad en vez de ordenárselo, ¡Si quería! empezaba a creer que el golpe contra el suelo al caer del caballo había sido peor de lo aparente.

—N-No... —tragó saliva y negó—no he robado nada. Es... Es d-del amo...

Seguía temblando ligeramente a causa del temor, aunque menos. En realidad lo más molesto de todo era el tremendo dolor de cabeza.

"¿Quiere... que le diga mi nombre?"

La drow alucinaba, ¿desde cuándo su nombre era importante? aun así, como le exigían respuestas daba por sentado que era obligatorio responder. Ella no tenía derecho a ser cautelosa con lo que decía, simplemente le exigían contestar y debía hacerlo, o a eso estaba habituada... seguramente al enterarse de lo que le había dicho a Lord Hawald le arrancaría la piel a tiras.

—Me... me llamo Rowane. Soy gladiadora y me... es... decir, lo era—tragó saliva otra vez—el amo se jugaba mucho en una apuesta y... compró esa armadura.

"Sharaka... ".

—Me inscribió en una lucha a muerte pero no... yo no qería m-matar a otro drow...—titubeó—me escapé, me dispararon y... supongo que conseguí huir, no sé qué pasó después...

Encogió ligeramente el cuello otra vez, no parecía hacerlo a propósito, simplemente era la costumbre de recibir un golpe cada vez que decía algo.

Valeria soltó un bufido que remedaba una sonrisa. Se levantó y se puso a mirar por la única ventana de la habitación.

--¿Y sabes lo que han dicho ellos? --preguntó Valeria al mundo, en tono de mofa--. Han dicho que tú y tu amiguito les robasteis las armaduras aprovechando el ambiente relajado de una fiesta privada. Y que cuando os descubrieron os abristeis camino a espadazo limpio. Apuesto a que ni siquiera matasteis a nadie en vuestra huida. Pero habrán aprovechado las circunstancias para hacer los ajustes de cuentas pertinentes, sobre todo si había dinero de por medio. Vosotros cargaréis con las culpas y ellos seguirán fingiendo que son civilizados.

Valeria se dio la vuelta para mirarte. Sus labios estaban fruncidos en una mueca de desprecio.

--En fin. Tú al menos estás a salvo. Tu amiguito no ha tenido la misma fortuna que tú. Ya sabes, el otro drow. Al que no quisiste matar: lo cogieron.

Rowane escuchó la respuesta que le dieron cada vez más intrigada, juraría que sus oídos la estaban engañando pero por el tono y el modo de explicarlo de la mujer casi parecía que no les tenían ningún aprecio o respeto a "ellos", a los Celestarum, a los paladines... ¿No se suponía que todos los humanos les tenían en un pedestal? ¿No se suponía que eran la máxima representación de su orgullosa sociedad?

Para Valeria por lo visto, no. Es más... ¿Cómo sabía todo aquello? ¿Dónde estaban?

—Pero...—titubeó parpadeando con desconcierto—pero yo soy esclava...

Lo dijo inocentemente, como si su condición fuese razón total y absoluta para no darle crédito ni valor alguno, no porque lo creyera realmente, sino porque a eso la habían acostumbrado. Lo había vivido desde que tenía uso de razón, siempre la trataban así... Su opinión, su dignidad y, en definitiva, cualquier cosa referente a ella o lo que pudiera sentir estaba siempre por debajo de todo y carecía de importancia.

—¿N-No les crees?

Preguntaba con un poco de "miedo" pues se la veía sorprendida pero al menos ya había dejado de temblar. Conforme pasaban los minutos estando despierta el insoportable dolor de cabeza se había ido transformando en algo sordo y palpitante en las sienes, la molestaba bastante pero al menos ya no parecía que se las estuvieran atravesando de oreja a oreja con un atizador al rojo.

Sin embargo, cuando Valeria mentó a Lurian, la sorpresa que había en la mirada de la drow se apagó como lo haría la llama de una vela moribunda. Sus ojos de color rubí parecieron perder el brillo y volvió a mirar al techo llevándose una mano a la cabeza. Inconscientemente quería y buscaba su cinta pero en realidad también fue para secarse uno de los ojos pues sentía que la tristeza estaba a punto de hacerla llorar.

"Lo han matado, seguro que lo han matado... "

Tragó saliva y emitió un gemido ahogado con la garganta haciendo todo lo posible porque no se oyese. Al parecer había conseguido aquello... ¿pero a qué precio? había perdido al único amigo que había tenido nunca. Tenía la sensación de haberlo abandonado, se sentía mal, se sentía frustrada... parecía que la impotencia fuese el único sentimiento capaz de espolear la rabia de Rowane, de encenderle la sangre y que se levantara de encima suyo aquel deprimido pesar que parecía acompañarla a todas partes. A fin de cuentas, la impotencia y, acto seguido, la rabia habían sido el detonante para lo ocurrido en la arena.

Y ahora, ¿qué? Valeria la había recogido del camino al haberse topado con ella de milagro por lo visto...  Pero ahora que había saciado sus dudas, ¿qué le haría? ya le parecía extraño que alguien ofreciese ayuda sólo por "curiosidad" y menos aún a un drow. De hecho, nadie ayudaba a un drow. Eso era lo más desconcertante de todo.

—G... Gr—murmuró insegura y con algo de torpeza ante tan poco acostumbrada palabra. Además, que convencida estaba que lo que dijese no tenía valor alguno— ...Gracias

Rowane suspiró, no sabía qué iba a pasar ahora, ni sabía qué iba a hacer... no tenía absolutamente a nadie en aquél mundo despiadado que escupía sobre los miembros de su raza.

Valeria puso un gesto indignado, como si la insultara algo de lo que hubiera dicho Rowane. No obstante, no llegó el bofetón que esperabas.

--Soy una esclava, soy una esclava... --te remedó con desdén--. ¡Tienes la oportunidad de ser libre! Una oportunidad que a muy pocos como tú se les presenta en Rhevraine. ¿Y tú sigues hablando de ti como una esclava? ¡Espabila y respétate un poco más a ti misma! Aprovecha esta oportunidad que tienes y lucha por aquellos que no han sido tan afortunados como tú. O lucha por tu propia libertad si así lo prefieres. ¡Pero deja de gimotear como una niña timorata!

Rowane se cubrió con los brazos el rostro asustada por la reacción como si en efecto esperase un puñetazo o una patada, aunque claro, aquellas reacciones ya eran más "normales" para ella. La drow era muy joven, demasiado, y con menos de veinte años el peso de aquél despiadado mundo ya había machacado su espíritu hasta límites inhumanos.

No conocía lo que era la autoestima simplemente porque era algo que no le servía para nada cuando día sí y día también te escupen y te empujan sólo por existir o te dan una paliza porque tu amo quiere desquitarse de un enfado con otro humano, está borracho o simplemente aburrido. Por otra parte, ¿desde cuándo los humanos eran buenos con los drow? Valeria era un enigma para ella.

—¡L-Lo siento—tragó saliva—lo siento, y-yo no...

Se quedó callada un momento al caer en una de las cosas que acababa de decir la mujer.

 Bajó un poco los brazos y se quedó con la vista perdida en un punto indeterminado del suelo.

La joven ya había sentido algo parecido una vez... ¿Esclava? ¿por qué? ¿por qué tenía que ser esclava? de modo que cogió aire tratando de encontrar de nuevo aquél coraje inesperado que había estallado en ella cuando lanzó tal acusación contra su amo y contra los Celestarum en general.

—..........

Cogió aire y con un movimiento lento y algo titubeante pero seguro, apoyó el brazo izquierdo que era el sano sobre el colchón e hizo algo de fuerza para enderezarse hasta quedarse sentada. Le costó un poco pero lo hizo.

—No estoy acostumbrada... a que no me traten de una forma que no sea a patadas y menos aún a que me ayuden—respondió tras reunir una firmeza más que considerable en la voz—no me había topado antes con humanos como tú, e-eso es todo...

Soltó el aire que había estado conteniendo y fue capaz en esta ocasión de levantar la vista para mirarla.

—Pero e... es verdad, yo no he hecho nada ¿por qué tengo que soportar eso?—el único motivo por el que se había atrevido a decir aquello era precisamente porque Valeria, independientemente de que fuese humana, no parecía verla como Lord Hawald... así que Rowane trató de no verla como "una humana" y por lo visto funcionaba mejor—ya estoy harta de que me traten así.

Lo decía como una pregunta retórica, como aquel que no entiende el motivo del que ocurra algo, y era cierto... la muchacha no comprendía por qué había estado condenada a recibir peor trato que los animales desde que tenía uso de razón.

--Si quieres que alguien cambie su actitud hacia ti, sobre todo si está cimentada en años de tradición, debes empezar por cambiar tu actitud hacia ellos --repuso Valeria--. La oportunidad que tienes ahora entre manos no ha nacido de comportarte de forma sumisa, estoy segura. Del mismo modo que no se venció al Puño del Destructor enviando una carta de enérgicas protestas, no se podrá vencer esta tiranía y esta represión sin lucha ni sin sangrar. Dijiste que eras gladiadora. Harán falta espadas. ¿La blandirás por la libertad de los que están tan oprimidos como tú?

El brazo de Rowane temblequeaba ligeramente de obligarlo a mantenerla derecha, aunque estuviera sentada estaba apoyando el peso únicamente en él. Se sentía débil todavía pero era tozuda y se forzó a mantenerse de momento así.

"¿Tira... nía?" observaba ahora a Valeria con una mezcla de curiosidad y desconcierto en los ojos "¿ella no está de acuerdo con todo esto entonces?".

Desde luego era sorpresa tras sorpresa.

Pero blandir su espada por la libertad de otros... luchar por un ideal... aquello eran cosas propias de los héroes de los cuentos bárdicos, Rowane no era una heroína, no era nadie, no se veía capaz de algo así, la drow era tan poquita cosa... a penas una mota de polvo en el inmenso estercolero de Revrhaine.

Bajó un momento la mirada y se encontró con su reflejo devolviéndosela en el agua del balde cuya superficie cristalina y perfecta se le antojó de pronto tan cristalina y perfecta como la fachada de los que decían representar a una diosa misericordiosa.

—..........

La drow estiró ligeramente la mano y tocó con un dedo la superficie, originando una pequeña distorsión, una onda que fue creciendo y creciendo, ondulando aquella superficie perfecta hasta llegar a los mismos bordes del balde. Entornó un momento los ojos y luego parpadeó, acababa de sacar una conclusión de aquello y ella misma se había sorprendido.

"S-supongo que... todas las iniciativas son pequeñas al principio, luego crecen..." pensó tragando saliva y tratando de autoconvencerse "...pero debe iniciarlas alguien, ¿n-no?".

Sacudió la cabeza y se secó el sudor de la frente con el dorso de la otra mano, seguía haciendo fuerza con el brazo sano.

—Sss... s... —carraspeó esta vez fuerte, arrancando la voz que se había quedado atrapada en su garganta de forma algo más enérgica—SÍ.

Estaba sola, eso era una realidad, y ahora sólo podría salir adelante por la tremenda, por poco que le gustase... Dentro de lo malo, era una guerrera nata, llevaba blandiendo el mandoble toda su corta vida.

"Imagino que si tengo que... luchar, que sea por algo que merezca la pena, al menos...  no para divertir a otros".

Suspiró algo inquieta, peleándose contra su propia inseguridad. Lo cierto es que no tenía la total certeza si le había dicho aquello por temor a que volviese a gritarle o porque realmente lo quería así. sólo tenía una cosa clara: Estaba harta de que la maltratasen y no quería repetir.

—Aunque no... sé como voy a hacerlo, pero sí...

Volvió a levantar la cabeza, al menos parecía haberle perdido algo de pánico a Valeria, la mujer continuaba desconcertándola.

—Tú no estás de acuerdo con ellos—dijo más a modo de afirmación que de pregunta—¿Cómo evitas a los Celestarum... ? "Porque s-se tendrán que enfadar, digo yo... ".

Lo segundo sí que era una pregunta que desde luego parecía intrigarla mucho.

--¿Cómo evito... que me maten? --completó tu pregunta Valeria, sin tapujos. Se cruzó de brazos y enarcó una ceja--. Siendo más lista que ellos, lo cual no es difícil. Y si las cosas se tuercen, recurriendo a amigos. No estamos solas: hay muchos hombres y mujeres valientes que piensan como nosotros y que están dispuestas a ayudar si tú les ayudas a ellos. Quizá puedan incluso hacer algo por tu amigo, si es que aún sigue vivo. Dime, ¿te gustaría conocerlos?

Rowane tenía serios problemas para asimilar que aquello no era un sueño, es más, resultaba hasta gracioso ver cómo se llevó las dos manos a la frente y sacudió ligeramente la cabeza en un genuino gesto de "¿Seguro que estoy despierta?".

"¿Más gente como nosotras?" parpadeó mirando de nuevo a la humana "¿es que la suerte que me ha sido negada durante toda mi vida me acaba de caer de golpe del cielo o... o qué?".

En un principio la última pregunta la hizo desconfiar por pura costumbre... pero luego pensó que nadie se tomaría tantas molestias en salvarle la vida a una drow y mantenerla engañada con el único propósito de entregarla después cuando era mucho más fácil degollarla en medio del camino mientras estaba inconsciente. A la joven le costaba creer que alguien pudiera profesarle algo que no fuese hostilidad... pero bueno, allí estaba Valeria, ¿no? era humana y aún no le había hecho daño por el simple deseo de divertirse, es más, la había cuidado.

La mención indirecta de Lurian fue suficiente para devolver sus pensamientos a la realidad. Le ofrecían ayuda a cambio de... ¿ayuda? ¿como si fuese una igual? normalmente le exigían que trabajase como un animal a cambio de una paliza. No estaba nada mal el cambio, la verdad.

—Sí—dijo tragando saliva imperceptiblemente—s-sí que quiero...

Estaba siendo sincera, aunque no podía evitar que la idea de reunirse con más humanos le diese un poco de miedo. Razones no le faltaban para ello.

--Bien. Lo arreglaré --dijo Valeria dirigiéndose a la puerta, como si se dispusiera a hacerlo inmediatamente--. Tú mientras descansa. Iremos a Port Coeur en cuanto te duela menos. Este sitio no es del todo seguro para demorarnos más tiempo del absolutamente necesario.

Valeria se mantuvo a un lado de la puerta, sujetando el pomo.

--Si necesitas algo más sólo tienes que decírmelo.

Rowane siguió con la mirada a Valeria, estaba bastante inquieta por la incertidumbre y por lo nuevo y desconcertante de la situación pero trataba más o menos de tranquilizarse pensando en que, si la humana hubiera querido hacerle daño, ya se lo habría hecho.

—Tenia... —dijo contrariada ante la total falta de costumbre de que le dejasen pedir algo, pero tal vez porque ese algo era lo más importante para ella, fue capaz de hablar—cuando me encontraste en el camino...

Se pasó timidamente una mano por la cabeza, sobre el flequillo y la coronilla de la corta melena blanca.

—Tenía una... cinta de color pardo en la cabeza—titubeó a modo de pregunta por el tono interrogante y no de reclamación como haría cualquier humano—¿N-no...?

Sus recuerdos sobre aquello eran bastante brumosos pero estaba segura de que no se le había caído, siempre la llevaba bien ceñida así que, ahora que estaba menos nerviosa que cuando se despertó, había caído en que, con el asunto de la fiebre, quizá Valeria se la había quitado si le había puesto algún paño húmedo.

--¿Esa cosa mugrienta? --preguntó Valeria arrugando la nariz como si aún pudiera percibir su olor a sudor y sangre--. La he tirado. ¿Por qué?

A Rowane estuvo a punto de darle un infarto.

—¡E-Es... !

Jadeó abriendo mucho los ojos con evidente alarma. Luego tragó saliva recuperando la compostura en la medida de lo que pudo, desviando ligeramente la vista algo avergonzada y frotándose un antebrazo con nerviosismo, para Valeria evidentemente sólo era un trozo de tela pero para ella era lo único valioso que tenía.

—Es un regalo—viniendo de cualquiera sonaría a tontería, viniendo de un esclavo la cosa cambiaba, nadie se preocupaba por los esclavos, mucho menos les regalaba cosas—N... No lo quiero perder.