Partida Rol por web

Abajo la Basílica

12. Las Fauces del Lobo.

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19/09/2011, 15:49
Director

Recogiste tus utensilios de escritura y abandonaste aquella húmeda habitación de interrogatorios, dejando al anciano drow al cargo del carcelero monstruosamente grande. Eras consciente de que estabas cruzando una línea peligrosa, y de que quizá no hubiera vuelta atrás. Pero por primera vez te sentías a gusto contigo mismo desde que tu niña muriera ejecutada a manos de la misma Basílica a la que habías dedicado tu vida. Justicia. Sonaba mejor que Ley.

Cuando saliste de La Jaula te diste cuenta de que el sol ya era un pequeño disco rojo en el horizonte. El mar y el cielo era un continuo e indistinguible manto carmesí, y las nubes pendían como algodonosos ribetes rosados y violetas. Debías darte prisa si querías llegar a casa, bañarte y ponerte algo adecuado para la fiesta en la Casa de Gaspar. Te apresuraste por las calles de la Buitrera, disfrutando del frescor de la brisa del atardecer, del olor del salitre y los chillidos de las gaviotas. Una patrulla de Hijos de la Luz te dirigieron un saludo marcial que devolviste con la solemnidad que esperaban de Alma de Acero.

Cuando divisaste tu casa, viste a Liandhel en un balcón. Ella te vio a ti unos segundos después yse metió a toda prisa en el interior de la vivienda. Abriste las puertas de tu hogar y encontraste a tu joven señora bajando a toda velocidad las majestuosas escaleras de mármol que conducían a las habitaciones.

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19/09/2011, 16:06
Liandhel

Liandhel iba vestida con un hermoso vestido de gala de color crema ribeteado con armiño. Lucía un corpiño blanco engarzado con pequeños topacios como una infinidad de estrellas, que afinaban su talle y realzaban sus senos. Tu señora se había recogido la larga melena en una redecilla dorada. Cuando se retiraba los cabellos del rostro, sus ojos parecían más grandes.

Unos ojos que ahora te miraban contritos.

¿Jean? —te dijo—. ¿Cómo te ha ido?

Tu señora se mordisqueaba el labio mientras se frotaba con ansiedad las manos. La conocías lo suficiente como para saber que le había estado dando vueltas a la discusión que habías tenido antes.

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23/09/2011, 09:20
Jean Paul Marat

A pesar del hermoso atardecer que se desarrollaba a mi alrededor y de la suave y fresca brisa que jugueteaba con mi pelo, mi ánimo sombrío me impidió disfrutar realmente del momento. Obsesiva en su preocupación, mi mente daba vueltas una y otra vez a mi conversación con el drow y a todos los acontecimientos que me habían llevado hasta aquel punto. Y junto a la preocupación, una intensa sensación de peligro me secaba la garganta y me crispaba los nervios. Las palabras del drow y la verdad que destilaba de ellas me habían intranquilizado a la par que me habían traído viejos recuerdos de un tiempo remoto. Un tiempo en el que mis ojos de niño habían mirado con adoración la estatuilla de una doncella sonriente y amante mientras era sostenida por las blancas manos de mi madre. La imagen, difuminada en los contornos, tenía la inconsistencia de los recuerdos muy tempranos pero sin embargo era nítida en su esencia. "Mira, Jean...da un beso a nuestra señora que nos protege..." recordé que había dicho mi madre...varios años antes de morir, años antes de la revuelta drow...Años antes de que la doncella se convirtiera en una guerrera...Aquella imagen ahora giraba y giraba en mi mente mietras mis pasos me llevaban por las calles de la Buitrera, apenas consciente de por dónde caminaba. Eran otros tiempos...pero quizás más justos....¿a dónde nos ha llevado sino el nombre de Celestar? ¿A condenar a un anciano por curar a un niño? Un bufido salió de mis labios y sobresaltó a un mercader que pasaba cerca mío. Cuidado...Alma de Acero...todo ha cambiado ahora...y si tomas ese camino estarás adentrándote en arenas movedizas...estarás solo y a oscuras...

La visión de mi mujer en el balcón de nuestra casa familiar me hizo regresar al presente de repente. Con el rostro iluminado a la luz rojiza del atardecer estaba más hermosa que nunca, las huellas de la tristeza y el dolor suavizadas por el ocaso. Durante unos segundos no pude sino mirarla embobado, recordando los viejos tiempos en que la había cortejado. Pero las últimas palabras que me había dirigido aquella misma tarde volvieron a mi con toda su fuerza. "Que Celestar te perdone Marat, porque yo no voy a hacerlo." Una frase, corta, certera que había sido para mi como un punzón clavado en el corazón. Después de aquella sentencia, había sido incapaz de afrontar su mirada reprobadora y la condena que suponía. Por ello, no dejó de sorprenderme el que corriera hacia mí ahora, contrita y ansiosa por hacer las paces.

- Bi...bien....- logré articular saliendo de mi estupor, sin saber muy bien a qué se refería. Nuestra despedida había sido de todo menos cordial y no recordaba haberla dicho a dónde iba ni por qué. Debe de ser un comentario general...por ser amable, decidí, aunque no pude quitarme un extraña sensación de sospecha. Por Celestar, hombre...si empiezas  a volverte paranoico poco vas a lograr solucionar...Sin embargo, gracias al dolor, los amantes brazos de mi mujer hacía tiempo que habían dejado de ser un consuelo- Veo que al final has decidido acudir conmigo a la celebración...-dije al fin, recorriendo apreciativamente a mi mujer con la mirada.- Estais preciosa...mi señora...- añadí torpemente en un intento de ser galante y mi bigote se movió nervioso. Carraspée. Su belleza me había dejado atontado y había perdido el hilo de cualquier pensamiento- Con...concédeme unos minutos y pronto estaré arreglado para ser una pareja digna de ti.

Notas de juego

¿donde está el descanso emocional? Vivan las mujeres y sus cambios de estado de animo. Ahora el pobre Marat no sabe a qué atenerse...jajaaj. por cierto gracias por el positivo, lo comentaria. Pero creo que no se ha habilitado ninguna opcion para ello todacia xD

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23/09/2011, 12:29
Liandhel

Liandhel esbozó una sonrisa que no se reflejó en sus ojos.

Mi señor es muy bondadoso —replicó, aunque los dos erais conscientes de que tu ingenio a la hora de halagar a una mujer no era precisamente una de tus mayores virtudes—. Sí, he cambiado de opinión. Charline y yo éramos amigas en tiempos más felices, y me alegrará retomar esa relación.

Tu señora depositó una mano de piel suave en tu antebrazo.

Me he tomado la libertad de comprarle una ramo de flores a la feliz madre, y he dicho a los criados que saquen una par de botellas de dorado de Coublanc de la bodega —te dijo—. Mientras mi señor se arregla daré instrucciones para que preparen el carro.


xDDDD me ha recordado a una pnj de Dragon Age, que en un momento determinado le dice al protagonista: ¡Soy una mujer, tengo todo el derecho a ser inconsistente!

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23/09/2011, 12:49
Director

Jean Paul Marat, el paladín de Celestar, hubiera preferido acudir a la Mansión DuPoi a lomos de un palafrén blanco pero tenía que concederle a su señora esposa que apestar a caballo no era la mejor forma de reunirse con la flor y nata de la sociedad portcoeurense.

La casa solariega de los DuPoi era un edificio cuadrado y adusto, con tejado a dos aguas de pizarra y gruesas columnas y arquitrabes monolíticos de granito blanco tallado. Los suelos, refulgentes a la luz de los farillos, eran jaqueados de buen mármol revraino y jade oriental.

La postrimería del atardecer daba paso a la noche, el cielo tomaba un color púrpura profundo y las primeras estrellas empezaban a aparecer. El cielo era despejado, y la suave brisa traía un intenso olor a jazmín. La noche era fresca y agradable, y los anfitriones habían decidido celebrar la fiesta en los jardines que rodeaban la casa, que gozaban de unas impresionantes vistas a la bahía de la ciudad. Había largas mesas de caballetes con manteles blancos y todo tipo de manjares: cangrejos de río, percebes, gambas, lubina con salsa, cabrito asado y todo tipo de vinos para llevarse al gaznate.

Había bastantes invitados formando pequeños corrillos, pero no se veía a los felices padres por ninguna parte, al menos a primera vista.

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23/09/2011, 13:15
Othoner lawteller

La visión del primer lucero nocturno arrancó una triste sonrisa a Othoner mientras su mirada recorría la totalidad de los jardines y a sus invitados. El juego de la adulación y el beneficio entre los ricos y poderosos había comenzado antes de la caída del sol y se observaban algunos grupitos que discutían sobre el precio de los productos o de algunas damas que reían tímidamente mientras susurraban entre cuchicheos.

El mercader se detuvo un instante frente a una de las mesas y tomó unos percebes y una hermosa copa que se apresuró a rellenar con vino de un rojo carmesí. Aquella noche el color del atardecer le recordaba demasiado a algunos de los acontecimientos recientes, pero su férrea experiencia social no le permitió que esta trascendiera en su rostro. Despacio, con un gesto estudiado se detuvo junto a una de las balaustradas situadas sobre los macizos florales para tratar de localizar alguna persona de su interés y, como no, para ver si tenía la fortuna de encontrarse con los anfitriones.

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27/09/2011, 09:29
Jean Paul Marat

Aún no había acabado de recuperarme del estupor en que me había sumido el cambio de actitud de mi mujer, cuando el carruaje se detuvo y el cochero anunció que habíamos llegado. No era muy pronto, y por el ruido de conversaciones y risas que se oía de la parte trasera de la casa, parecía que la mayoría de los invitados ya estaban allí. Bajando en primer lugar ayudé a mi esposa a hacer lo propio y de nuevo me maravillé en silencio de lo hermosa que estaba esa noche. El ramo de flores que había comprado para la nueva pareja brillaba níveo contra su rostro.

- La luz del ocaso os favorece querida...- comenté antes de poder frenar mi lengua. Azorado tomé la bolsa de red que me tendía el criado con las botellas de vino y me interné en la casa que era el hogar mi mejor amigo.- Buenas noches, -saludé a Mengar el mayordomo drow de Gaspar cuando este abrió la ouerta- he traído un par de botellas de dorado para agasajar a los nuevos padres ¿haría el favor de ponerlas en un sitio fresco?- le solicité en tono amable mientras nos franqueaba la entrada al hall. Allí el ruido de conversaciones era más alto- No se preocupe Mengar...creo que nosotros solos podremos encontrar el camino a la fiesta- añadi al ver el debate interior del criado. Al fin y al cabo, mi presencia en aquella casa era tan frecuente que podía tomarme ciertas libertades. Tras inclinar la cabeza en señal de despedida hacia el drow guié a mi esposa hacia el jardín a cuya linde me detuve unos instantes valorando la situación- Bien, querida, parece que la pareja homenajeada no se encuentra visible...¿deseas tomar algo o saludar a alguien en especial mientras aguardamos su aparición?- pregunté volviéndome hacia ella solícito. Estaba ligeramente nervioso pues no quería estropear la aparente tregua a la que habíamos llegado.

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28/09/2011, 19:03
Liandhel

Sois muy gentil —le había respondido a Marat la mujer que llevaba del brazo.

Liandhel, su mujer, iba vestida con un vestido de color crema. El escote en palabra de honor y el corpiño engastado con topacios realzaba el escaso busto. Era una mujer hermosa, con el cabello del color de la arena recogido en una redecilla. Los ojos grandes y tristes recorrieron a los invitados de la fiesta.

Me gustaría probar el vino —respondió la mujer, aunque Marat sabía que lo que pensaba era "no quiero saludar a nadie".

Liandhel no se había prodigado en los actos de la alta sociedad portcoeurense desde que la hija de ambos hubiera sido ejecutada por unirse a la rebelión. Pero precisamente por ello, la pareja iba a llamar la atención más que nunca, y pronto serían devorados por una nube de invitados cotillas.

Gaspar DuPoi, el feliz padre, salía en esos momentos del interior de la casa, acompañando y charlando animadamente con dos parejas de invitados. Había que reconocer que estaba radiante, sonreía y hacía bromas que eran aplaudidas por sus interlocutores.

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03/10/2011, 09:37
Jean Paul Marat

- Como quieras...mi señora...- asintió Marat todo cortesía y buenos modales, tras captar la indirecta de su mujer. Con su mujer todavía del brazo hizo ademán de dirijirse hacia una de las mesas más cercanas, donde descansaban copas de cristal enrojecidas por el vino tinto. Justo en ese momento, su atención fue captada por una serie de risas y al desviar la mirada vislumbró a su protegido Gaspar hablar con un par de parejas. Dubitativo miró a su mujer, dividido entre lo que imponían los buenos modales, es decir saludar al anfitrión, y lo que su mujer obviamente deseaba, no tener que hablar con nadie. Tras pensar unos sengudos durante los cuales su largo bigote se agitó nervioso finalmente suspiró- Creo...que..eh deberíamos de ir a presentar nuestros respetos a monsieur DuPoi antes de nada...quizás nos diga donde estaba su esposa y puedas entregarle el hermoso ramo que has traído para ella- indicó conciliador.

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07/10/2011, 08:55
Gaspar DuPoi

Claro —respondió Liandhel con una sonrisa.

Marat y ella ascendieron por la escalinata que daba acceso a los aledaños de la casa mientras Gaspar DuPoi, el feliz padre, saludaba a Othoner estrechándole la mano. Gaspar era moreno y anguloso, y debía estar más cerca de los cuarenta que de los treinta. La nariz ganchuda y los penetrantes ojos de un vivo color miel hacían que pareciera una especie de elegante ave de presa. Llevaba un sencillo jubón de terciopelo verde y una capa esmeralda.

Bienvenido, monsieur Othoner. ¿Te han dejado solo? Espero que no os estéis aburriendo demasiado.

Gaspar esperó respetuosamente a que el magistrado le devolviera el saludo antes de ir a saludar a Marat y a Liandhel. 

¡Habéis venido los dos! Charline se alegrará mucho —dijo, sonriente, antes de abrazar con camaradería a Marat—. Mi señora...

Gaspar hizo una sencilla inclinación de cabeza hacia Liandhel.

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07/10/2011, 09:07
Liandhel

Liandhel le devolvió la reverencia.

Enhorabuena —replicó con una sonrisa.

Gaspar sonrió como un chiquillo.

¿Alguna duda? ¿Necesitáis alguna aclaración?

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12/10/2011, 19:31
Othoner lawteller

Othoner inclinó la cabeza al constatar que su anfitrión se encaminaba hacia donde se encontraba y limpió rápidamente sus dedos en uno de los múltiples pliegues del forro de su traje. La mano firme del señor de la casa fue recibida con un estudiado gesto de cortesía, educación y respeto

–Mi estimado DuPoi, permítame agradecerle su invitación y felicitarle-

La fortuna de poder pertenecer a aquel círculo siempre enorgullecía al bueno del magistrado. Había luchado mucho durante su juventud para lograr incrementar su posición lo suficiente como para merecer encontrarse ante tan insigne presencia en una distendida conversación.

- He llegado hace unos instantes, será una velada sublime, como de costumbre-

Con una sonrisa en el rostro giró levemente sobre los tacones de sus engalanados zapatos y posó su mirada en los nuevos invitados que saludaba DuPoi.

-Señora. Capitán... Que Celestar este con vos- dijo mientras observaba a ambos contertulios y recuperaba su posición vertical tras la ligera inclinación de su torso.

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13/10/2011, 09:05
Jean Paul Marat

Tras observar cómo Gaspar saludaba al magistrado y luego a su mujer, Marat se fundió en un fuerte abrazo con su pupilo, lleno de camadería y cariño.

- Querido amigo...ya os felicité esta mañana pero de nuevo lo hago. Mi más sincera enhorabuena DuPoi...- palmeándole el hombro, el Hijo de la Luz dio un paso atrás sonriendo ligeramente- Mi esposa y yo te hemos traído un pequeño presente para que lo celebres como es debido...un par de botellas de Coublanc...las entregué al mayordomo cuando éste nos recibió en el vestíbulo- por un momento Marat se sintió como en los viejos tiempos, cuando la tristeza aún no había asolado su existencia dejando un inquietante vacío. Luego, al ver las sombras que cubrían los ojos de su esposa a pesar de su sonrisa, lo recordó todo de golpe. Su rostro estaba de nuevo serio cuando se volvió hacia el magistrado, al cual conocía de vista y de oídas.

- Monsieur Lawteller...es una inesperada sorpresa el encontrarle esta noche aquí...- dijo en tono desenvuelto mientras correspondía al saludo del hombre inclinándose a su vez. La capa de gala del uniforme militar ondeó a sus espalda mientras añadía- Creo que nunca hemos tenido el placer de ser presentados apropiadamente...Capitán Marat a su servicio- durante un momento el militar pareció cuadrarse pero luego se volvió hacia su mujer, cuyo brazo rozó ligeramente con cariño finalizando las presentaciones- Permítame presentarle a mi esposa, Lady Liandhel...querida, éste es el Magistrado Lawteller.

Notas de juego

sorry Tali, mucho curro ya sabes :(

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13/10/2011, 14:10
Liandhel

Un placer conoceros, amable señor —saludó la mujer del Capitán flexionando las rodillas en un gesto elegante y fluido.

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13/10/2011, 14:11
Gaspar DuPoi

¡Estupendo, estupendo! Luego descorchamos ese Coublanc y brindamos por mi hijo —dijo Gaspar palmeando la espalda de Marat—. ¿Queréis ir a verlo?

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20/10/2011, 15:23
Othoner lawteller

El saludo de Othoner no se hizo esperar ante las amables palabras de sus acompañantes y los impecables modales de la dama -Es un placer encontrarme con tan insignes invitados- dijo mientras sonreía ante el buen humor de su anfitrión 

- No resulta fácil conocer a alguien de vuestra posición entre las órdenes de armas y sería un placer, cuando disponga de tiempo, de charlar tranquilamente mientras disfrutamos de las virtudes culinarias que tengan a bien servrinos hoy-

Tras sus palabras Lawteller dió un pequeño paso hacia atrás y esperó para ver si el capitán y su esposa se unían a la invitación que DuPoi acababa de hacerles.

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20/10/2011, 15:39
Jean Paul Marat

Alma de Acero no estaba especialmente acostumbrado a tratar con personas civiles, pero ante el ofrecimiento educado del magistrad recordó la tarea que le había sido encomendada recientemente y el detalle de que no era muy ducho en temas legales. Quizás el hablar con él me ayude a aclarar cómo voy a abordar la situación del prisionero drow...meditó mientras esbozaba una semisonrisa cortés y breve.

- Será un placer, Monsieur Lawteller, que intercambiemos pareceres después...- aceptó en tono amable inclinando ligeramente la cabeza hacia el magistrado.- Si ahora nos disculpa, creo que hay una criaturita que está esperando que vayamos a conocerla- añadió. Mientras tomaba a su mujer del codo, se cuadró marcialmente en señal de despedida y sin más dilación echó a andar en pos de su joven pupilo, cuyo cuerpo vibraba de impaciencia.

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20/10/2011, 19:18
Director

El motivo que le han dado a Marat para hacer las funciones de juez es una ley antigua, de la época de la guerra, donde había más soldados que jueces y era necesario resolver juicios en lugares peligrosos para los civiles como frentes de batalla o ciudades sumidas en guerras de guerrillas. Básicamente dice que cuando no haya jueces cualificados, un capitán de alta graduación y conocida justicia y sabiduría (como Marat) puede hacer las veces de uno. A él se le ha dicho que el magistrado que se iba a encargar de este caso se ha debido marchar de la ciudad repentinamente y no hay jueces que puedan ocuparse del caso.

Pese a que esto es objetivamente verdad, se había preparado la situación con cuidado y premeditación para tenderle la trampa a Marat, que es lo que él no sabe.

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20/10/2011, 19:22
Gaspar DuPoi

¿Nos haría el honor de acompañarnos, monsieur Lawteller?

Desde luego el joven capa blanca ardía en deseos de enseñar su hijo al capitán, pero no por ello olvidaba los modales. Othoner era un invitado también y aún no había visto al bebé, así que no se lo podía dejar atrás.

Gaspar os condujo al interior de la casa. Para que la nueva mamá no tuviera que subir y bajar escaleras se habían acomodado sus aposentos en una estancia de invitados de la planta baja.

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20/10/2011, 19:26
Charline DuPoi

La esposa de Gaspar era una mujer llamativa que hubiera sido arrebatadora de no ser por la nariz demasiado estrecha y aquilina que dominaba. Tenía los ojos oscuros y cansados, la piel brillante manchada de pecas y unos cabellos dorados que en aquel momento estaban dispersos de cualquier manera sobre la mecedora en la que reposaba. En su regazo había acurrucado un bebé pequeño y arrugado, con una sorprendente mata de pelo negro que dormitaba después de la última toma de leche materna.

Charline esbozó una sonrisa cansada pero radiante al veros entrar.

¿Habéis visto que cosita? —fue lo primero que articuló la mujer.