Partida Rol por web

El Sargento se acercó al Lictor caido. Palmeó la hombrera de Praetus, sonriéndole. Buen trabajo, Hermano, dijo a la par que descargaba un par de rounds de bolters en la cabeza del bicho, reventándola.

- Nah, contestó Praetus, el niño hizo todo el trabajo, señaló a Rennard. Con la punta del cuchillo extrajo un espolón de la caja toráxica; una pua torcida y viciosa, cruel. Tu trofeo. Te lo mereces, completó arrojando la pieza a Rennard.

- Lástima el Capellán, se acercó Cleptus a Litilus, con el pecho cubierto de sangre. Micah, a ver si has aprendido algo, al menos remueve la semill--

- Por el Emperador, y la Santa Guía del Trono! la mano del Capellán se disparó al cielo, el Croxius en alto, y Cleptus casi le descarga el Bolter entre ceja y ceja. Alguien que me ayude a levantarme! Como si un bicho de nada como este pudiera con un Diente de Sable, y Capellán para más señas! El Emperador Protege!

A duras penas Litilus se incorporó. Perdía sangre a raudales, aunque su cuerpo comenzaba a cerrar los cortes. Su pechera, destrozada, mostraba un impacto limpio en el centro, donde se había alojado el Rosarius, bendecido por el Dios-Emperador. La pieza había desviado el golpe, siendo destruida en el proceso, junto con la mitad de la pechera. Las capas de ceramita exponian en sus desgarros parte de los sagrados mecanismos. Un milagro, alabado sea, murmuró el Capellán. Gloria Imperatus!

- Gloria Imperatus! repitieron los Dientes como uno. Y el bosque tembló ante su voz. 

Micah se acercó a la carrera hasta el capellán al tiempo que Rennard y Praetus acababan con el lictor. Ya se veía extrayendo la semilla genética de su camarada cuando por la gracia del Emperador volvió en sí. Por milagro aún vivía, pero había que estabilizar toda la pérdida de sangre y reparar en la medida de lo posible los órganos dañados. 

Con celeridad conectó su Narthesium a la armadura del capellán. Después de una rápida lectura comenzó a suministrar las drogas necesarias y a operar con sus herramientas. Al parecer, Litilus tendría un poco más de vida aquella tarde.

Rennard recogió la pieza que le lanzaba Praetus y sin asombro de sorna alguna comento:

Quizas si, pero allí estabas tú para acabar el trabajo, este trofeo es de todos.  Sargento! ¿Cuales son las ordenes?

De mientras guarda el espolón, un trofeo para añadir a la colección, lo cual demost5raba que aun seguía ciertas tradiciones de su antigua existencia meramente humana, antes de convertirse en un arma del Dios-Emperador.

con una ligera tos hueca Litilus se tocaba el pecho y intentaba palpar el rosario que ya no existía mientras pronunciaba los salmos del bendito emperador, dando gracias por su protección y la de sus hermanos.

mientras sus hermanos se reorganizaban, volvió a coger la maleta con una mano, y con la otra el cruciux y se preparo para seguir la marcha.

- Vamos hermanos, a que estamos esperando, hay Tyranidos que necesitan nuestras bendiciones para marcharse de este planeta, dijo con una sonrisa que notaba a trabes de la calavera.

Dando gracias al Emperador por la rápida recuperación de Litilus y el buen hacer de Micah comprobe el estado de mi equipo y aguardé las ordenes del hermano sargento.

Se habra visto! Te estabamos esperando a ti, mira que eres lento hermano, y toda esa actuación de caer intentando llevarte al Lictor...-bromea Rennard.

- tenia que dar las gracias al divino emperador por daros la fuerza para acabar con la mierda de Lictor, bromea Litilus, mientras siente una punzada de dolor profunda en el pecho.

- Un momento Hermanos... - Czorf se aproximó al cuerpo del lictor caído y pasó unos segundos observándolo intensamente.

Se desprendió del casco, respirando profundamente el aire sin reciclar del ambiente. Las trazas de fyceleno y ozono, así como restos de toxinas tiránidas inundaban el aire y creaban una nueva percepción de la situación.

- No debemos desaprovechar la oportunidad, peligrosa sin duda, de aprender aún mas sobre nuestros enemigos. El Conocimiento es Poder bajo la Luz del Trono Dorado. - Recita la frase inicial de la oración de la Verdad Imperial.

Se inclina sobre el cadáver y desenvaina su hoja de combate, con la mano libre palpa el cadáver hasta encontrar y definir correctamente el tamaño del cráneo de la bestia. Con quedos gruñidos descargo un par de poderosos golpes para abrirlo y exponer la masa cerebral al aire. Acto seguido arrancó un pequeño trozo, no mas grande que medio pulgar de un humano, del cerebro de la bestia.

- El Conocimiento es poder. - Murmuró de nuevo y llevó el trozo arrancado a la boca. durante unos segundos lo mantuvo en ella, con cautela, y cuando su cuerpo genéticamente mejorado absorvió la información mediante la omophagea, escupio el trozo al suelo.

Se mantuvo de rodillas y serró los ojos, concentrándose, recorriendo su propia fisionomía en busca de posibles descubrimientos nuevos sobre los tiránidos.

El Apotecario manejó con presteza su instrumento. Tras comprobar el daño en los tejidos, el Narthecium cortó los daños, emparejó cortes, aplicó analgésicos con mano experta para luego sellar y coser el daño. Las capacidad regenerativas ya mismo estaban generando tejido extra para cubrir y sellar el trabajo, ahora limpio.

- Listo, dijo mientras la herramienta automáticamente comenzaba el proceso de reciclar las cuchillas y agujas. El Emperador protege.

Litilus se levantó. Las drogas limpiaban su organismo. En poco tiempo más estaría nuevamente al 100%.

Tu mente absorve el material genético. El Lictor es un explorador, parte de la avanzadilla. Entiendes que el ruido del Warp que sientes en el fondo de tu mente es la Mente Enjambre, coordinando las acciones de sus crías. También que pronto, en un intervalo de días, llegará la flota principal a la atmósfera, billones de monstruos. Debe ser detenida antes, o no habrá esperanza para Inanna... esto es solo una pequeña avanzadilla.

Cleptus espera a que Czorf se incorpore. Algo interesante, Bibliotecario? A pesar de ser más joven, Czorf merece el respeto de aquellos entrenados en el arma más disponible para los Astartes: aquella del propio enemigo.

- Muy bien, avancemos con los ojos abiertos. Tenemos que llegar al replicador de transmisión.

Señaló con el Bolter hacia adelante, hacia la colina que era su destino. El sol comenzaba a caer.

Czorf se incorpora y vuelve a cubrir la cabeza con la capucha psíquica que rápidamente se cubre de nuevo con la característica escarcha blanco-azulada.

- Los descubrimientos no son nada agradables, Hermanos. Este ser es un Líctor, un explorador sumamente letal y especializado de la raza tiránida. Una poderosa psique, inabarcable para mis sentidos, los dirige y gobierna como un enjambre. Es la llamada Mente Enjambre que ya se deja sentir a pesar de estar aún a distancias estelares. - toma aire y alza el rostro para mirar a todos sus Hermanos un momento antes de continuar hablando. - En apenas unos días miles de billones de estos seres llegarán a nuestro amado Innana con la única intención de destruirlo por completo. Hay que detenerlos como sea... Sin desfallecer antes de que su flota principal pueda establecerse en posición para devorar el planeta.

La escuadra avanza, con precaución pero rápidamente. El cielo está lleno de olores extraños, así como de algo que parece una nube, oscura, en el horizonte. Sus sentidos les permiten ver que no es una nube, sino más bien un grupo inabarcable de... algo. Puntos, demasiado lejanos para poder discernirlos. De vez en cuando entre ellos brilla una explosión, un pequeño punto de luz.

Tras un par de horas de marcha el bosque comienza a ralear. Llegan a la parte superior de un abrupto descenso, de unos 8 metros. Hacia la izquierda un tosco camino desciende hacia el fondo, un desfiladero donde la tierra ha sido removida de la roca revelando una irregular escalera que, a través de 50 metros en semicírculo, desciende hasta Horhia.

Horhia es un pequeño pueblo lindero del bosque. No más de un millar de habitantes, un aserradero, almacenes y un pequeño destacamento de la PDF. El panorama no es alentador.

La gran mayoría de las casas han sido destruidas. El humo de varios focos de incendio se eleva en oscuras columnas, arrastrando también polvo y esporas. Los Marines ajustan y comprueban el estado de sus cascos... los filtros no indican que la presencia de las esporas sea necesariamente nocivas, especialmente para el organismo Astartes, pero no vale la pena arriesgarse.

Allí debajo, un contigente de la PDF intercambia disparos de rifles laser contra un nutrido grupo de pequeños tiránidos. Los Xenos parecen confundidos, sin una decisión de avanzar más allá de los agujeros en la tierra en la cual se han atrincherado.

Eso es, al menos hasta que un temblor sacude la tierra, y un Tiránido mucho más grande aparece tras ellos.

Con un rugido el monstruo se cargó a varios de los pequeños, que inmediatamente comenzaron a correr hacia los soldados.

- Bayonetas caladas! Fuego, fuego, fuego! Dastan, el mortero! Donde mierda está el lanzacohetes, tenemos que tumbar al grande!!

Ancho de espaldas, con una espada sierra desenfundada, el hombre apunta adelante al tiempo que descarga una pistola laser contra los tiránidos. Por el Emperador! Por Inanna! Muerte al Xenos!!

Con practicada precisión, sus hombres barren a los gantes con fuego de sus rifles laser. Numerosos engendros caen, pero son inmediatamente reemplazados por otros que se abalanzan hacia adelante.