Partida Rol por web

En medio del galope, Godesteo sólo acierta a a mirar aterrorizado a Fray Tomás, que contesta a las inyectivas de Nuño. 

-¡Non...non puedése fazer de aqueste modo...!, se necesita tiempo... fazer una procesión al alba et..

Los caballos han olvidando que arrastran el carro y cogen mucha velocidad galopando, y al hacer el camino un pequeño giro, el carro se sale del camino y una de las ruedas pasa por encima de un arbusto, volcándolo hacía el camino, con un estruendo considerable.

-AAAAAAAAAAAAH- Gritan al unísono los ensalmadores y conjuradores. 

Todos los ocupantes del carro salen despedidos, dándose contra el suelo un buen costalazo, excepto Nuño, que consigue dar un salto antes, y aterriza de pie, sosteniéndo milagrósamente en las manos la antorcha que acababa de encender. 

Se oyen gemidos en la oscuridad, al carro hacer crujir ramas al ser arrastrado por los caballos, que tiran de él aunque sea de lado. Y de detrás, el repiqueteo de las patas de los lobo que corren hacía vosotros a la velocidad a la que lo hacían los caballos, mientras gruñen. 

La flecha silva en el bosque y  los ojos desaparecen, para volver a aparecer tras un instante. Y seguidamente, oyes el ruido de cuatro patas que retumban acercándose. 

Un ruido animal, como una garganta ronca que rebotase en una sima profunda, retumba hacía tí. Y se acerca. 

-¡BRrRuUJAaH!- 

-Así se hará. -Respondió Amelia mientras veía al anciano marcharse. Cuando finalmente se sintió sola volvió la mirada y se dispuso a analizar su nueva morada. Ésta estaba débilmente iluminada y no hedía... Al menos no hedía en demasía a excepción tal vez de la humedad de aquel lugar. Observó por unos breves segundos a los jovenes que se afanaba por cubrir la estancia de paja.

-Muchas gracias-. Volvió a agradecer, esta vez a aquella pareja de jóvenes, rehuyó su vista pues había oído historias de lo que costaba mantener los votos los primeros años y no quería repetir experiencias similares a los funestos recuerdos que de vez en cuando la venían.

—¡Oh, no! —exclamo al ver en la penumbra la trayectoria recta que lleva el carro. Tiro de las riendas con una mano mientras me agarro con la otra para no salir despedido en medio de tanto salto, pero no consigo encauzar los caballos...

Una rama me golpea justo donde aún sentía las quemaduras del brasero. Afortunadamente, aterrizo en un arbusto que amortigua el golpe.

Galopas por el camino en una noche oscura, y cuando empiezas a temer salirte del camino, ves una pequeña luz oscilante tras otro requiebro del camino. Crees oir gritos de hombres, y cuando te estás preparando para el encuentro, tus ojos detectan algo mucho más cerca. Justo delante tuyo hay dos siluetas, una de una persona y otra de un animal. 

Viene hacia mi! Quien es este ser?

Sin dudarlo echo mano de otra flecha y la cargo en el arco para disponerme ha realizar un segundo disparo. Justo allí, donde veo los dos ojos rojos, alli de donde viene el sonido de los pasos. Si le he dado una vez, puedo darle otra y si le puedo hacer daño puedo acabar con el

Que demonio eres?!! Deja en paz a mis hermanos!! le digo mientras suelto una nueva flecha

Escuche la respuesta de fray Tomás, bueno, parecia que no podríamos contar con ayuda dívina pronto. Mientras pensaba alternativas, el carro volco con un gran estruendo. Conseguí saltar antes de que llegara al suelo y milagrosamente la antorcha no se apago en el salto, no volvería a dudar de la ayuda dívina.
Los caballos aún seguían tirando del carro, pero los ignore, si se alejaban en este momento a lo mejor los lobos decidían atacarles a ellos en vez de a nosotros.
Mire a mi alrededor para ver como se encontraban mis acompañantes y donde estaban los lobos.
- ¿Estades todos ben? - les pregunte aunque por sus gemidos puedo discernir que aún siguen con vída
- Presto, levantadevos que debemos plantar cara a los lobos - les grite - juntadevos todos en circulo que solos temos menos posibilidades -
Sólo tenía la antorcha conmigo, y si se apagaba nos quedariamos sin luz para poder ver a los lobos que nos atacaban. Cogí la antorcha, me acerque a un arbusto cercano que no pareciera demasiado verde y le prendí fuego, así tendríamos más luz y con un poco de suerte nos verían desde Ucero y vendrían a investigar. Luego me situe lo más cerca posible a mis compañeros que se iban levantando intentando fomar un circulo cerrado contra los lobos.

Otro galope se oye por el camino, pero este es más pesado, firme, como cuando un caballero carga en una batalla.Una silueta montada corta, a galope, la negrura del camino por el que veníais. 

En su camino está Orosia, vagamente iluminada por la antorcha de Nuño, parece hacer frente a algo terrible. 

Los lobos rodean a los salutadores y a Nuño, ignorando a Zacarías. Los rasgos feroces se vuelven aterradores por la llama de la antorcha, que prende en el enorme arbusto contra el que volcó el carro, y comienza a extenderse. Las fieras no parecen asustadas por el fuego, más bien parecieran estudiar a sus adversarios rodeandoos.. Se están preparando.  

Pierdes los nervios, y el arco y flecha caen de tus manos 3 varas hacía adelante. Hacía la bestia que se acerca. 

Es un lobo. Más negro que la noche e inmenso. De una vara y media de altura.

Correen tu dirección, pero de repente, cuando está a punto de saltar sobre tí, se para en seco y gira su cabeza a la derecha de donde proviene el galope de caballo. 

Aprovecho el momento de duda del gran lobo para intentar huir de allí. No se quien este ser pero es mas fuerte que yo y mis artes no le afectan. Con el corazón en la boca me alejo todo lo posible en dirección al resto de grupo que forma un circulo iluminado por las llamas del arbusto 

A lo lejos veo al resto del grupo haciendo un circulo iluminado por la luz de los arbustos, el carro volcado y varios de los lobos rondándoles como pensando a quien devorar primero. Intento huir hacia ellos, refugiarme entre el resto de los viajeros

Según doblo el recodo del camino observo un gran lobo que se lanza contra un hombre y, sin dudarlo, clavo las espuelas en mi fiel montura y la lanzo con la velocidad de un rayo contra el cánido.

¡¡¡SANTIAGO Y CIERRA ESPAÑA!!!

El vibrante sonido del grito de batalla de la orden, hace titubear al animal que detiene su ataque para centrar su atención en mi, momento que aprovecho para descargar mi acero toledano sobre su peluda faz.

Poco a poco, el fuego va extendiéndose y gano algo de visibilidad. Nuño, junto a los conjuradores, está siendo rodeados por los lobos. Esta imagen se descompone con la repentina aparición de un jinete en la oscuridad que consigue acertar con su espada en uno de los lobos.