Partida Rol por web

Los hombres discuten sobre si ir al castillo o a la casa de Tegiria. A mi el castillo me da mala espina mas no alzaré mi voz et esperare a que decidan. Iré con ellos do sea necesario.

Al menos nos hemos librado del ataque de los lobos en el bosque

Amelia, que ha hecho el camino de vuelta en silencio,frunce el ceño. El pelo enmarañado y las ropas manchadas del río, le dan una expresión feroz, suavizada por el agotamiento que se trasluce en su boca entreabierta. Al oír a don Tancredo y a don Arturo mencionar al castillo, comienza a separarse del grupo, y todavía sin dejar de fruncir el ceño se encamina sola hacía el pueblo. -Disculpen vuesas mercedes, que marche a la casa de Tegidria a descansar, ca non fuere presentable mi aspecto para trovarme frente a conde alguno...

El grupo se dirige a la taberna,  que está cerrada y a oscuras, como todas las casas de los alrededores. Únicamente en la herrería, que pasáis al ir a la taberna, se entrevé una tenue luz desde el zaguán. Al llegar a la puerta frente al pozo, Flora se pone a gritar: -Tomás! Tomás!!

Encojome de hombros pues la decisión del grupo paresce la de volver do Tregidia, encamino mi jamelgo a la taberna , al menos estamos de acuerdo en dejar a la muchacha, luego ya se verá. Extrañome al no encontrar a nadie en el pueblo, parece que otros asuntos más urgentes reclaman su atención. Temo una revuelta de las gentes et que se hayan lanzado al castillo a reclamar los suyos derechos. Entristezcome, pues se como suelen acabar esas cosas.

Cuando Flora llama espero a ver si sale alguien.

Nos dirigimos a la taberna, después de que Amelia saliera corriendo sin esperarnos, no me gustaba la idea de que se fuera sola de noche pero no me dio tiempo a reaccionar y detenerla.

La taberna estaba cerrada y me sorprendió seguir sin encontrar a nadie en todo el pueblo y la taberna cerrada. Flora llama al tabernero y esperamos a ver si aparece.

- Non parece estar Flora, ¿es normal que este la taberna cerrada aquesta hora? - le pregunto aun extrañado

-Non, non abre de diario, ca las xentes non han dineros, más de que llegaron los vascones...

En qué Flora dice esto, la puerta se abre y Tomás Tintorro, el posadero, abre la puerta. Saluda a todo el mundo con servidumbre, pero con los ojos rojos y un bostezo por en medio. -¿Desean vuesas mercedes un poco de vino y yantar?

Da un paso adelante, agarra el codo de Flora con una mano y con la otra le da una tozolada con fuerza. Flora gime y se tapa la cara. 

-¿Parécete bien dejar a tu padre entre dolores todo el día? Enterose de qué partiste con xentes extrañas e comenzó a aver delirios con lobos y fantasmas...- Le vuelve a dar otra colleja a Flora - Ves con tu padre ayna!

Un ruido de cascos de caballo se oye rompiendo el silencio del pueblo. Dos jinetes aparecen doblando una esquina y cuando os ven, enfilan el caballo hacia vosotros. Parecen guardas, o soldados, pues van armados, aunque también llevan zurrones y mantas. Parece que vengan de viaje. 

Reconoces a uno de los dos jinetes... es un guarda de Burgo de Osma. Se te queda mirando: también te ha reconocido.

Non haga daño a la niña que si partió fué por el ruego de las nuestras personas-digo exculpando a la muchacha y por esta vez sí, haciendo notar el mio origen de caballero de noble cuna. Non vaya a ser que con todo la muchacha se lleve una paliza.

Bajome del caballo et vemos a los guardias venir.-¿Qué se les ofrece?

Traen una antorcha. 
-Buenas noches, señor.- Saluda uno respondiendo a Arturo. Con la luz de la antorcha, ven el brillo de la la lloriga a don Tancredo, y se sonríen el uno al otro, para dirigirse al caballero.
 - Don Tancredo: Teolfo y Juan para servirles. Recién llegados somos de Osma, mandados por monseñor.. 
El otro jinete mira a Teolfo, mientras apunta con su barbilla hacia vosotros, en concreto, a Zacarías.
-Señor, Hallámonos confusos, ca monseñor díxonos que creía que los montes de Ucero hallabanse ya libres de animalías. Non quiso revelarnos como lo supo, ca dexía que sonaría a blasfemia... Mas mandónos ver si la “revelación” non fuera yerrada, ca sólo pasó un día desde que partieron los salutadores.. E non vimos lobo alguno por el camino...
más en llegando e caer la noche oímos aullidos que helaban la sangre...
compro cuarenta docenas de ovejas a las mestas que e va a fazer venir mañana, para servir de exemplo...
 
 

Observo inquieto como el posadero le arrea un par de tortazos a la pobre Flora. Es Arturo quien sale en su defensa, pero la escena se interrumpe por unos jinetes que llegan.

Uno de los jinetes es un guarda de Burgo de Osma y, por su mirada, de seguro que me ha reconocido también. ¿Qué le habrá traído a Ucero?, me pregunto.

Los jinetes se dirigen directamente a Don Tancredo, obviándonos al resto por ser de clase más baja. Me quedo escuchando qué tienen que decir e intrigado por los quehaceres de los dos jinetes en el pueblo.

Sorprendido se halla Don Tancredo, que toda esta historia empieza a parecerle una enorme algarabía. Dase cuenta de que, sin la ayuda de sus compañeros, no podrá aclarar este entuerto, y se propone discutir lo que ha sucedido en cuanto pueda y estén libres de oídos indiscretos.

En eso aparecen dos jinetes llegados de Osma, donde monseñor dice saber ya que los lobos se han retirado, lo cual solo puede significar que estaba al tanto del cuerno maldito. Y bien contento que está monseñor de que se hayan ido las alimañas, si ya ha empezado a comprar ovejas...

- Bienvenidos seáis, buenos hombres -dice Tancredo a los soldados de Osma.- Si los lobos se han retirado, como parece, quizás un mal mayor ande suelto por estos bosques, pero eso no lo descubriremos hasta mañana. ¿Cuáles son las órdenes que os dio monseñor? ¿Hasta cuándo habéis de quedaros en Ucero? ¿Dónde os alojaréis?

- ¿Decís que hay un mal mayor en los bosques? Hemos de regresar pues sin demora, aunque sea noche, ca así díxolo el obispo.- Lanza decidido Teolfo, mirando de través a su campañero.

-Teolfo, acaso non oíste los...- replica  Juan. 

-Calla, e tú...¿non oíste tu al obispo? Si non regresamos antes, de mañana fará tratos con los de las mestas e...- Teolfo se interrumpe.

Mientras, Tomás ha agarrado por los pelos a Flora, y creyéndose en conversación con Arturo, le interpela cuando este se dirige a los jinetes. 

-Buen señor, por cierto: el señor conde pasó el día buscando a una mujer que vos fazía compañía anoche en apuesta misma taberna e que tomé yo por su esposa... 

- Andaba como loco, e cuando supo que aquesta mocosa (otro golpe a Flora) os fizo enredar para acompañarl