Partida Rol por web

Sabía que no había un número infinito de criaturas, pero no era eso lo que parecía, pues no dejaban de llegar una detrás de otra, en oleadas, como si aquello fuese una especie de carga de caballería. Las cargas eran siempre acciones desesperadas que provocaban grandes cantidades de bajas porque se basaban más en la sorpresa que en otra cosa y la esperanza de que el enemigo no fuese capaz de mantener las líneas, pero nosotros ya estábamos retrocediendo y disparábamos con todo lo que teníamos.

Vi con horror como varias de ellas intentaban flanquearnos y rodearnos al Teniente, Ripley y a mí, por lo que sin perder tiempo, comencé a disparar, y vi como Gorman hacía lo mismo.

Por una vez, el Teniente parecía ser uno más de nosotros, un marine en un día de trabajo normal y corriente en el que los casquillos de los proyectiles caían a nuestro alrededor, rebotando en el suelo e inundando el ambiente con el ruido que ocasionaban, mezclándolo con el que se producía cada vez que uno de ellos salía despedido a toda velocidad y también con nuestros gritos, que procuraban alejar el miedo que sentíamos.

La muerte venía a por nosotros... pero más le valía hacerlo acompañada porque no íbamos a ponérselo fácil. 

-¡Cuidado, Teniente! -le grité a Gorman, al ver que inconscientemente se alejaba del grupo y era rodeado por varias de aquellas cosas.

Pero Gorman estaba desatado. Había descubierto lo que era la guerra y que él formaba parte de ella, y lo miré con el orgullo de un camarada, pues gilipollas o no, compartía peligro y destino. Cualquiera que en algún momento se hubiese enfrentado a la muerte cara a cara, era mi compañero, un marine al menos de corazón.

y Gorman lo era.

Asentí con la cabeza al oír sus palabras y continué disparando, intentando proteger la retirada y a Ripley, que sabía era la menos preparada para desenvolverse en situaciones como aquellas, por no decir que además no estaba sola; la pequeña se encontraba a su lado.

Y mientras lo hacía, lo vimos. Vimos al Teniente soltar su arma y correr hacia el grupo de criaturas que estaba delante de él. Las garras y las enormes cabezas de los xenomorfos se agolparon a su alrededor, mientras sacaba algo de su bolsillo y gritaba que sacáramos a la pequeña.

Y lo comprendí.

-¡GRANADAAAA! -grité, volviéndome para tapar a Ripley y a la pequeña y echarlas al suelo, de manera que no se vieran afectadas por la onda expansiva.

Todo el lugar tembló como si fuese a derrumbarse sobre nuestras cabezas, mientras sentía como volaban trozos de aquellas criaturas por todas partes, lanzando charcos de ácido.

Se había llevado no solo a las cosas que tenía a su alrededor, sino a unas cuantas más de regalo.

Bien hecho, Teniente. Es usted todo un marine.

Si una criatura era una pesadilla, tantas... no sabía si superaría ese horror con años y años de terapia, si sobrevivía a aquello. Entonces vi lo peor que podía pasar, al teniente sitiado por esas cosas y en lugar de creer en sus hombres, optó por la última vía. - ¡GORMAN NO! - Exclamé al ver la granada en sus manos. Pero ya era tarde, su mirada me lo dijo todo.

Al tiempo, Hicks corrió para protegerme y cubrirme de aquello, logró alcanzarme pero no cubrirme como pretendía y me desplazó contra la pared, golpeándome con ella. Al menos me quedé en pie y me dio tiempo a agacharme antes de la detonación. Pero cuando quise ponerme en pie, uno de esos xenomorfos, estaba frente a mí.

Hicks no se había dado ni cuenta, disparaba para que no se acercasen los demás y yo no podía desplegar el rifle y disparar y menos aún llevándome una buena salpicadura de ácido por aquella cosa. Así que lo usé para tratar de mantenerle alejado de mí... - ¡AYUDA! - Exclamé a todos los que quedábamos y mi mirada se posó en Hicks con pesar para luego señalarle con la vista el lugar donde se ocultaba Newt.

No iba a repetirle que cuidase de ella, solo quería que supiese que por ahora estaba a salvo y que solo debía sacarla de allí y vivir si yo no podía hacerlo. A fin de cuentas, yo quise estar allí.

- ¡Deben alcanzar a Burke cuanto antes! - Les recordé. - ¡Sólo sabemos que se reproducen por huevos y mutan en nuestros cuerpos y lleva una de esas cosas con él! - Grité entre disparos con el terror hecho realidad frente a mí.

Otra vez.

Vasquez, yo me encargo de la puerta, limítate a disparar contra esas criaturas. Y ayude a ripley- le dice a la soldado. 

Hicks, que esos bichos no avancen mas maldita sea- pero bien sabía que todos ellos estaban haciendo todo lo que podían.

Se dispuso a abrir la puerta... y justo oyó una explosión -el Teniente cargando contra los aliens y llevándose consigo a bastante de ellos para darles una oportunidad- que le sorprendió y le hizo perder el equilibrio, lo que supuso que no pudo abrir la dichosa puerta.

Respiró después de ver que la última ráfaga que salió de M56 había conseguido derribar a  unos cuantos objetivos. Aún así siguió reinando el caos. Tuvo que agudizar sus sentidos para  entender qué gritaban sus compañeros,  las pocas palabras  que pudo distinguir la hizo  temer lo peor. 

--Pero qué!!...

--No o o o o o!! --Qué iba a hacer  ese maldito loco?

La onda expansiva la golpeó,  pero no dejó de disparar. El maldito Gorman se había llevado por delante a unos cuantos bichos, si lo hubiera visto estaría  contento. Había  dado la vida por ellos, sin saber si iba a servir  para algo.

--Joder!! Que alguien ayude  al sargento  con la puerta!!

Concentró sus disparos en los xenomorfos que se acercaban  al la niña y a Ripley,  ahora,  el sargento estaba al mando,  y ellas eran la prioridad.

Una vez liberada de aquella cosa gracias a Vásquez, abrí fuego contra lo que nos venía encima... se notaba que necesitaba desquitarme por como iban cayendo. 

La reacción del teniente pilló desprevenido a Hudson que tuvo que desviar su ráfaga para no alcanzar a su superior. La andanada se perdió contra las paredes del cubículo. Después sobrevino la terrible explosión cuando Gorman accionó la granada que llevaba oculta. La onda expansiva arrojó a Hudson al suelo.

-¡Joder, joder! ¡Teniente!

La valiente y suicida reacción de Gorman provocando multitud de bajas entre los xenomorfos hizo que las criaturas se replantearan su estrategia. Los pocos que quedaban huyeron de vuelta a los conductos del techo. Aquel nuevo comportamiento les demostró una vez más que sus enemigos eran más inteligentes de lo que pensaban. Trazaban estrategias e incluso se adaptaban si las tornas se volvían contra ellos.

De todas maneras, aquello les hizo tomarse un merecido respiro. Vásquez pudo volver a concentrarse en abrir la puerta y por fin pudieron pasar a la gran sala contigua. Newt les dirigió rápidamente a una habitación desde donde podrían entrar por los conductos que llevaban de manera casi directa al hangar de aterrizaje.

Sin embargo, en esa misma pequeña habitación les aguardaba otra sorpresa: Burke estaba allí, tendido en el suelo. El frasco en el que llevaba al facehugger estaba destrozado en el suelo. La criatura se hallaba firmemente sujeta a su rostro. Inmediatamente Ripley pensó en Kane, su aspecto era tan similar que tuvo que apartar la vista. La escotilla de ventilación que les conduciría a la salvación estaba abierta y tirada a un lado de cualquier manera.

La escena era clara: un xenomorfo había entrado desde ahí e impregnado a Burke con la cría que llevaba. Después simplemente se había ido...

Creía que no lo contaba y al saltar para proteger a Ripley y a la pequeña, mucho más, pues si no acababa con nosotros la explosión, lo harían las criaturas, que estaban entrando a toda velocidad en el lugar, sin que apenas pudiésemos hacer nada para evitarlo.

Pero la muerte de Gorman no fue en balde. El caos y el miedo que generó en todos nosotros no fue ni la mitad de lo que provocó en las criaturas, que seguramente, al darse cuenta de la enorme cantidad de efectivos que habían perdido y que a pesar de todo no habían logrado doblegarnos, decidieron, como si tuviesen una única mente, retroceder y marcharnos.

Fue increíble como de pronto, lo único que nos rodeaba era el silencio. No más disparos; no más gritos; no más criaturas cayendo sobre nosotros.

La calma hizo que levantase la mirada para echar un vistazo y cerciorarme de que así era y que al menos disponíamos de unos momentos.

-Un gran paso para el Teniente... y uno pequeño para nosotros -dije, mirando con nostalgia el lugar en el que momentos antes, había estado Gorman y del cual ya jamás volvería a pensar de otra manera que no fuese con orgullo y agradecimiento, durante el tiempo que me restase.

Me volví entonces hacia Ripley. 

-¿Estáis bien? -les pregunté a ambas, aunque me di cuenta de que me encontraba a escasos centímetros del rostro de Ripley y que sus labios estaba a punto de tocarse con los míos. Mis ojos se desviaron instintivamente hacia ellos y después volvieron a elevarse hacia sus ojos, pidiendo permiso para lo que deseaba hacer.

Y entonces, acerqué mis labios lentamente a los suyos, hasta presionarlos con suavidad, sumergiéndome en el olvido durante los segundos en los cuales sentí que había un futuro para ambos.

Quizás no tuviese otra oportunidad de demostrarle, si es que aún no lo sabía, lo que sentía por ella, y a pesar de que el tiempo apremiaba, un beso bien podía ser la eternidad para nosotros, antes del último viaje que podía estar esperándonos a la vuelta de la esquina.

Cuando me separé, sonreí.

-No hagas planes para la vuelta. Tengo una cápsula de hibernación preparada para dormir juntos durante tres semanas seguidas sin que nadie nos moleste -bromeé, haciendo referencia al tiempo que se tardaba en regresar a la Tierra. 

Por desgracia, aquel fue el único respiro que pudimos tomarnos. Vasquez logró abrir la puerta y todos volvimos a ponernos en marcha rápidamente, corriendo detrás de la pequeña.

Pero en la siguiente habitación descubrimos algo inesperado. 

Burke. Y a su lado, la escotilla de ventilación abierta.

El muy traidor aún vivía, pero no era mi responsabilidad. Había dejado de serlo desde el mismo momento en que había cerrado la puerta, impidiéndonos la huida. Además, no podíamos cargar con él, por no decir que estaba ya muerto, aunque él no lo supiese aún.

Lo que sí me preocupaba era que aquel conducto no estaba vacío. Eso significaba que había que avanzar deprisa pero con cautela, y que si nos encontrábamos con alguno esperándonos, íbamos a tener problemas. Podía pedirle a Hudson que fuese en primer lugar pero... no sabía cómo iba a reaccionar.

Así que solo quedaba una posibilidad.

-Sargento, no podemos llevarnos a Burke y además, hay que darse prisa. Nuestra prioridad son los vivos, no los... muertos -dije, mirando a Burke. Después me volví hacia el conducto -. Yo iré delante. Creo que Vásquez debería proteger la retaguardia

Tras decir aquello miré con preocupación a Ripley, pues estábamos a punto de entrar en la boca del lobo. Entre los dos no hacían falta las palabras. Ya había quedado todo dicho y únicamente debíamos esperar a ver qué tenía deparado para nosotros el destino.

Por Burke no podemos hacer nada- responde el Sargento- no voy a arriesgarme a llevar a una de esas cosas dentro de la nave. 

Vasquez, como bien ha dicho el Cabo, tu proteges la retaguardia, mientras el resto avanzaremos para salir de aquí- añade- el Teniente ha sacrificado su vida por nosotros y darnos esta oportunidad, así que no la desaprovechemos. 

Me dolió la decisión del teniente más de lo que hubiese imaginado jamás. Quizás era cierto eso de que "los amores reñidos son los más queridos" o puede que viese en ese último acto, el valor y el coraje que realmente guardaba dentro y que no supo demostrar en su momento.

- Descanse en paz, teniente Gorman. Acaba de ganarse todo mi respeto. - Susurré para mí una vez sentí que aquellas cosas se habían retirado. - Newt, cariño, ya puedes salir... se han ido. - Por ahora. - Dije llamando a la pequeña. Debíamos movernos con aquel momento de paz.

Y Hicks nos preguntó si estábamos bien. Mi corazón iba a mil, tenía alguna quemadura de ácido, pero estaba viva. Así que le miré y le sonreí. - Lista para ese café, cabo.- Le dije a pesar del mal aspecto que debía tener, pero dándole a entender que me encontraba bien y la pequeña también parecía estarlo.

La verdad era que no me había dado cuenta de lo cercano que estaba Dwayne hasta que no le miré y vi como sus ojos oscilaban entre los míos y mis labios. - Vamos hazlo... - Pensé para mí, deseando que lo que pasaba por la cabeza del cabo ocurriese.

Y le vi acercarse lentamente y mi corazón se agitó en mi pecho y contuve la respiración hasta que sentí la calidez de sus labios sobre los míos, para luego dejarme llevar por él. Sentí como el calor abrasaba mi cuerpo de golpe y es que estar más de cincuenta años sin besar a un hombre era algo que se notaba.

Al separarnos le sonreí algo avergonzada por el público que teníamos.

- Será un placer acompañarte durante esas tres semanas, Dwayne. - Le dije sin perder la sonrisa y en ese momento oí como la puerta se abría. Vásquez lo había logrado. - Vamos, si no nos movemos no llegaremos a esa cápsula nunca. - Y miré a Newt y cogí su mano para irnos de allí.

Al pasar al otro lado, vimos a Burke con aquella cosa en su rostro. La visión me hizo recordar a Kane y me dolió, no por aquel cabrón traidor, sino por mi compañero de la Nostromo. - No mires, cariño. - Le dije a Newt cubriéndola con mi cuerpo, evitando mirar yo también.

Estaba claro que nadie movería un dedo por él y menos aún sabiendo que pasaría tarde o temprano, lo que saldría de su cuerpo. - Antes de irnos, alguien debería matar a esas cosas... un disparo en la cabeza que elimine el parásito hará también que el infectado no sobreviva. Uno menos para preocuparnos...

Sonaba cruel hasta para mí, pero a pesar de que Burke se merecía ese sufrimiento de ver como aquella cosa le rompía el abdomen y salía de su cuerpo, no tenía ganas de tener a otro más rondando por la base. Quedaban pocos, pero si eliminábamos uno más antes de que fuese una molestia, era un punto a nuestro favor.

- Newt, ve con Hicks. Ahora os alcanzo. - Dije entonces volviendo a recordar a Kane y apunté con el fusil hacia aquella cosa y la cabeza de Burke. - Esto va por Kane, hijo de puta. - Y disparé. La ráfaga de tres balas salieron del rifle directas a aquella cosa y a la cabeza de aquel malnacido y no tardé en ver como el ácido y la sangre de Burke salpicaban todo a lo lejos. - Listo, ya podemos irnos...

Y entré deprisa para alcanzar a Hicks y a Newt, mientras que mis ojos se humedecían por las lágrimas de mis compañeros de la Nostromo caídos por aquellas malditas cosas y aquel estúpido lugar que solo traía dolor y muerte.

Caos. Gritos y muerte por doquier. Newt no había entendido qué había sucedido allí encerrados en aquella sala diminuta. Unas semanas atrás, en el almacén dónde vio por última vez a su madre y a su hermano, los colonos no habían tenido ninguna posibilidad contra aquella marea de muerte negra. Sin embargo, los marines, bien adiestrados y pertrechados les habían hecho retroceder a pesar de estar acorralados y en inferioridad de condiciones. Alguna baja, por descontado... pero quizá sí había esperanza.

Cuando la niña se serenó y salió de su escondrijo aún temblaba... como no. Sin embargo aquel beso entre Ripley y el marine le dio precisamente esa dosis de esperanza que necesitaba. La puerta se abrió y la chiquilla pasó en seguida al siguiente emplazamiento. La mano de la mujer se hizo con la suya para que no se sintiera sola, y aún así, lo que más quería Newt en aquel momento era moverse y alejarse lo máximo posible de aquel lugar de muerte.

Aquella nueva sala parecía la antesala a la libertad. Una compuerta abierta y la posibilidad de que aquellas pesadillas de oscura piel hubiesen decidido dejar escapar a su presa. Pero aún había algo que les recordaba que quizá la seguridad completa no estaba garantizada mientras ellos pudiesen seguir generando nuevos activos en sus filas. Aquel hombre que les había encerrado yacía atrapado por una de aquellas criaturas que asemejaban terribles arañas. Se notaba que estaba vivo. Tanto él como el parásito y Newt quedó atónita al poder verla tan de cera. En un sentido turbio le recordó a su padre y, por extensión, no podía olvidar cómo había acabado este cuando aquella cosa se separó por fin de su cara.

—Pronto ellos serán uno más. —confirmó subrayando lo que a aquellas alturas ya era una evidencia. Había que matarlo. Sin compasión. Sin duda. Como tampoco había duda de que todas aquellas criaturas que les perseguían y les acosaban y que ellos mataban sin pensar, habían salido del cuerpo de los colonos que un día fueron su familia y amigos. La conversión de colonos en aliens era rápida, directa y definitiva. Si alguien no hacía lo necesario, pronto aquel hombre sería uno más de ellos.

Ripley la apartó con la mirada acerada y ella entendió que, de algún modo, aquella mujer le había leído la mente. Obedeció sin replicar y comenzó a andar sin prisa. El sonido de la ráfaga y el ácido corroyendo el cuerpo sin vida del hombre le proporcionó paz. Mucha, en verdad. Y eso era algo terrible.  

Respiró aliviada cuando la puerta se abrió. Al pasar por ella tuvo la sensación de que estaban en el buen camino. Pero su pequeño atisbo de alegría cambió al ver a Burker y lo que tenía pegado en la cara.

—¡¡Joder!! no merece una muerte rápida, casi nos matan por su jodida culpa.

No iba a apiadarse de él, pasó por el lado y le dio un puntapié, —no te regalaré ninguna de mis balas. Sabía que algunos de sus compañeros terminaría con Burker , pero no pensó que fuera Ripley, tenía agallas, aunque seguía pensando que era un desperdicio de munición.

Esperó a que todos estuvieran preparado para entrar en el túnel y se situó en su posición.

Hudson fue el último en entrar, sudando y nervioso. Cuando se encontró con Burke, le echó un rápido vistazo. En sus ojos no se reflejó ninguna emoción. Sin embargo, cuando Ripley se quedó atrás para hacer lo que todos sabían que había que hacerse, la miró asintiendo y le apretó ligeramente el hombro. Aquella mujer sí que tenía cojones.

Bien, creo que ya nos hemos despedido todos de Burke y hemos descansado. Hay que ponerse en marcha para salir de aqui. Hicks, tú vas delante, seguido de Ripley y la niña. Vasquez, tu detrás cubriéndonos las espaldas junto con Hudson. Yo iré en el medio por si tengo que ayudar en la vanguardia o retaguardia.

Después de que Ripley se encargara de Burke, el grupo entró en los túneles de ventilación guiados por la pequeña Newt. Sin la niña para dirigirles, estaban seguros al cien por cien que habrían acabado perdidos en el laberinto de conductos y trampillas. Sin embargo, Newt caminaba por ellas como pez en el agua. Después de haber estado tanto tiempo oculta, se conocía toda la red como si fuera la palma de su mano.

Sin embargo, los xenomorfos no se rendían. Con su número drásticamente reducido, cambiaron de táctica por una de emboscada y ataque sorpresa. Moviéndose por corredores adyacentes, cayeron sobre el sargento Apone...

El avance estaba siendo rápido, pero a los ojos del sargento no lo suficiente. La retaguardia y la vanguardia estaban cubiertas, pero aquellas criaturas se movían por los corredores y podían aparecer en cualquier lugar y momento. Y justo con eso en mente, una de esos seres apareció "de la nada" y atacó al sargento, que pudo esquivar los golpes con suerte mas que otra cosa.