Partida Rol por web

Disparo la ballesta que tengo preparado, y corro hacia el grupo de soldados. Llegando imito a Faliar con ataque circular.

 D dispara su ballesta al ya herido jefe de la guardia. En su penoso estado y tras haber recibido ya múltiples envites la ballesta se clava en su muslo, causándole un fuerte dolor. A pesar de eso sigue en pie. Tras esto, D avanza como una centella siguiendo los pasos de Faliar para asestar el golpe final a los soldados ocultos tras el muro. Mientras corre desenvaina su fiel espada, rogando que la suerte le sea propicia y que le ayude a acabar con estos guardias insurrectos antes de que La Dama se vaya a pique. Al llegar al piso superior enarbola su espada tratando de rebanar a los tres soldados, pero no tiene ningún efecto. Los seguidores de Sandler, esquivan sin problemas la acometida, pero ahora los ataques a distancia no sirven, tienen que actuar cuerpo a cuerpo. Y confiar que Sandler siga pudiendo ayudarles.

Quint no desperdicia la oportunidad que sus dos "compañeros" han creado al distraer a los guardias subiendo por la escalera de la derecha y se escabulle por la de la izquierda para apuñalar por la espalda al guardia más cercano, un tal Zarcus.

Como parece que el guardia no escucha sus gritos diciendo que ellos no han sido, Quint, siempre lleno de solidaridad, intenta quitarle la cera de los oídos dándole una puñalada en la cabeza desde cada dirección.

 Anteviendo la situación de todos y tras una esquiva perfecta del espadazo de D, Winie se prepara para defenderse del asalto de los hombres. Desenvainando su espada al tiempo que se agacha para que no le degoye el arma de su adversario, ataca a D que aún sigue girando con su espada. El peligro de rebanarse él solo con el arma hace que la herida que inflinge en D no sea mortal pero sí lo suficiente para que tenga que retroceder y se vea atosigado por su arma durante unos instantes.

 Quint pretende subir escondido para asestarle a su enemigo un, bueno... dos, cuchillazos en las orejas. Pero mientras sube un escalón cruje más de lo debido haciendo que el soldado, que acaba de esquivar un movimiento asesino por parte de la espada de D, se de la vuelta para observar ese sonido. Al ver eso Quint se lanza hacia él, tratando de no perder esa ventaja que tenía por estar a su espalda. El primer cuchillazo rebana uno de los carrillos de Zarcus, quien empieza a sangrar como un cerdo. El segundo, llegando casi a cortarle la lengua le provoca un intenso dolor a la par que una nueva hemorragia.

 Hay que terminar cuanto antes con esto, estamos perdiendo demasiado tiempo.

Faliar empieza a recitar los mismos cánticos que acababa de hacer, el triángulo volvió a salir y las tres esferas verdes aparecieron de la nada, de nuevo. Faliar rebosaba energía. Una energía qe no recordaba, pero que le resultaba familiar. Ni siquiera recordaba las palabras arcanas, pero salían de sus labios como si lo hubiera hecho toda su vida. Y quizá así fuera.

-Gastaré hasta mi última gota de sudor para acabar con vosotros. ¡Asesinos!

Pero esta vez no tenía un único objetivo, dos de las brillantes esferas partieron hacia Sandler y la última hacia Arthurus intentando nivelar el poder destructivo. 

El jefe está casi muerto, y es muy rápido, no puedo dejar que contraataque, así es más seguro. En cuanto a ese soldado, es el que más entero está, ya va siendo hora de que empiece a sentir dolor.

La primera esfera impacta a Sandler, dejándole en el suelo, incosciente y vomitando sangre. Parece que esta vez no ha podido evitarla, no ha tenido tanta suerta como la vez anterior, que esquivo casi sin rasguños tres de ellas. Sus ojos se tornan blancos.

¿Habrá muerto ya?

No hace falta preguntárselo de nuevo, pues una segunda bola se destruye en su pecho, haciéndole rebotar hasta la pared y caer , dejando un rastro de sangre, como un cuerpo inerte, sin vida.

El tercer ataque se dirige hacia Arthurus, que no esperaba tal amenaza. La esfera, después de un breve tiempo de vuelo choca contra su cuerpo, causándole gran dolor y haciendole retroceder dos pasos, Chocando con su compañero.

Una vez hecho esto, Faliar continúa con su actuación.

-Y eso no es lo único que puedo hacer. ¡D! ¡Te cubro las espaldas! Te mantendré alejado a ese canalla.

El hacha de Faliar describe un mortal arco que hace que Winie tenga que interponer su espada en el tiempo y lugar exactos para que resvale pasando por su lado inofensivamente.

Que te has creído tu eso.

En ese momento, con un giro de su cuerpo Faliar levanta el arma haciendo que describiéndo un círculo desde el suelo caiga sobre la cabeza del soldado, dejándolo a todas luces, más muerto que vivo.

¿Alguien más?

 Céntrate. Los enemigos llevan espadas y uniformes. Por ahora, los magos son aliados. Ya te encargarás de eso más tarde

Xerine intentó despejar su mente. Debía concentrase en atacar a los soldados. Era cierto que tanto Aaron como Faliar eran personas misteriosas y potencialmente peligrosas, debido a sus poderes, y que D no era del todo de fiar (y, para más inri, el chico rubio también parecía saber pelear, cuanto menos). Pero no sería sensato desaparecer. El Zeppelin se precipitaba al mar: O dejaba al lado la desconfianza, o morían todos

Así que apuntó, y se preparó a disparar de nuevo, dándose prisa en volver a cargar la ballesta, y apuntando al soldado que parecía encontrarse en mejor estado, intentando discernir su figura entre las explosiones de magia y los constantes espadazos y golpes de la refriega

 Un disparo de ballesta vuela por la sala hasta tratar de alcanzar a Arthurus. Por fortuna no iba demasiado bien dirigido y, haciéndole un leve rasguño se pierde por la habitación, enredandose con las cortinas.

Estallidos de luz, cráneos aplastados. Faliar avanza entre los enemigos dejando tras de sí un reguero de sangre y destrucción. Xerine se queda unos instantes paralizada, impactada

Es una verdadera bestia

Entonces, toma una decisión. Mientras que se preocupa en recargar, comienza a hablar

¡Rendiros y deponed vuestras armas! ¡Vuestro jefe está muerto, y nuestros poderes os sobrepasan! ¡No os mataremos, solo queremos salvar el Zeppelin!

 Albert apunta con su ballesta, al único soldado que tiene algo de aliento. Pues supone que Zarkus no va a decir demasiado.

-HACED CASO A LA SEÑORITA. SOLO QUEREMOS SALVAR EL DIRIGIBLE.

Realmente Albert, profesa un odio interno hacia estas personas, son las que casi le obligan a matar a la tripulación, y le amenazaron con acabar con él si no lo hacía. Al final todo ha salido mucho mejor de lo esperado.

 ¡De acuerdo, de acuerdo. Decidnos que quereis hacer, pero no nos maten por favor!

Presa del pánico, Arthurus tira sus armas, y Zarkus hace lo mismo. Todavía no está claro que les vayan a salvar la vida realmente, pero al menos si no están armados esperan que la piedad inunde los corazones de sus adversarios.

Aaron se relaja un poco, y dándose cuenta de que el combate está ganado y que ya hay gente pidiendo a los soldados que se rinda, se dirige corriendo a los controles de la nave, no sabe como funciona, pero empiza a toquetear cosas.

...quizá dándole aquí... o moviendo esto...

-Esto... no es por molestar pero... ¿alguien me ayuda con esto? cada segundo cuenta y no se vosotros pero no me aparece comprobar que pasa al estrellarse.

 Dieter sale corriendo, en dirección al timón.

-Tratare de enderezarlo mi señora, es lo único que se me ocurre. Como ya le dije, yo no domino este puesto.

Que potencial bélico tiene este grupito. Menos mal que estoy de su lado, y que la dama me protege.

 Tanto Aaron como Dieter se dan cuenta que el timón, donde yace muerto el capitán de la nave, está bloqueado. Nada responde, parece ser que el problema no es de la dirección. El problema no se sitúa en la sala de mando, sino que está en la sala central de máquinas. En este momento, la sala está totalmente cerrada, tal y como se ve en los paneles de la sala de control. Pero desde esta sala se controla el acceso a todas las partes de la nave, y se puede abrir la puerta a dicha sala automáticamente.