Partida Rol por web

Quint terminó de cruzar la pasarela con el cuadro que había cogido como escudo, pero para cuando llegó el hombre de la capa verde se le había adelantado. Una escena propia de una historia de terror se mostraba ante él, y el montón de cadáveres bañados en sangre le traían recuerdos de un cementerio hace 9 años...

¡Concéntrate! -piensa mientras se aparta la mano que inconscientemente había llevado a la cicatriz de su cara.

Mientras salía de su ensimismamiento, obvservó que había comenzado una discusión por el liderazgo camuflada en una disputa por dónde había que continuar. Quint soltó una risilla y se apolló contra la pared para disfrutar del espectáculo.

Es cierto que el tal D ha actuado bien hasta ahora guiándonos... ¡Pero parece incapaz de poner en su sitio a una chica! Me cae bien la nueva. No sabrá pelear, pero con ese genio... ¡Quién le dice a algo que no!, jaja.

Con sumo cuidado deposita el cuadro en el suelo y observa a otro nuevo integrante, un chico de cabello negro. Recuerda que salió corriendo de la sala cuando lo acusaron de hereje, y parece que el médico aún quiere lincharle. A Quint no le hacen mucha gracia los magos, y la mayoría de los que ha conocido en su vida han tenido una corta y problemática relación con él que ha terminado con la muerte del hechicero. Sin embargo también ha conocido a gente que usaba ese poder para ayudar a los demás, y esos eran personas muy respetables.

Cuando todo esto acabe y si mis "clientes" no se lo comen antes, debería tener unas palabras con él. Parece que intentó defender a la gente a pesar de todo, pero mostrar la magia así en público... Muy pocos lo hacen y suelen morir rápido.

Finalmente se pusieron en movimiento otra vez, y como Quint había pensado ganó la discusión la chica nueva. ¡Menudo carácter! Caminaron por los pasillos hasta llegar al puente de mando, donde otra masacre les saludaba a su paso. Pero aquí tanto los vivos como los muertos eran guardias, y parecía que el jefe les culpaba al grupo que acababa de llegar.

-¡Espere! ¡Nosotros no hemos hecho nada! ¡Pero si acabamos de llegar! ¿No ves, pedazo de idiota, que hemos tenido que ir despedazando a tus hombres para poder llegar hasta aquí?

Mmm... Creo que esa última frase sobra... Jop, así nunca voy a hacer amigos... ¡Ey, pero cómo molan sus armas! Van a ser mías...

Quint echa a correr por la estancia hasta ponerse a cubierto dentro de ella y saca las dagas. Hora de comenzar la acción.

Aaron observó en silencio la discursión, dudaba mucho que si él opinaba que lo mejor era ir a la sala de maquinas y que el maquinista la controlara desde allí fuera algo importante en esos momentos, además, ir solo nunca viene bien, por lo que siguió al grupo.

Al llegar a la sala de mandos, su corazón se encogió, a pesar de que la gente de ese zepelín le odiase, él quería salvarlos de corazón, no le gustaba ver a gente morir, en ese caso ¿para que le servia ese gran poder, si no, para proteger a las personas?

Aaron frente a la gente bélica que les acusa de un asesinato que no han cometido y ademas, son ellos los que han cometido mas asesinatos, muy enfadado, acerca el anillo a su boca y dice:

-Loco, sal a ayudarme por favor, aquí hay unos asesinos con los que tenemos que acabar, ellos acaban con la gente sin discriminación.

La ira le corroía y estaba dispuesto a matarlos.

 Winie asoma la cabeza, listo para disparar con su ballesta, en ese momento Xerine que estaba preparada para disparar deja volar su virote, disparandolo hacia él. La travesía de la saeta termina ensartando el gorro de Winie, que sale volando hacia la nariz de la nave, impactando en una pared y quedando colgado. No le ha hecho ni un rasguño pero ha tenido que volver a esconderse, presa del miedo. Ha pasado muy cerca de su cabeza.

 Arthurus mira a su antiguo compañero:

-Albert eres un traidor, esto lo habíamos hablado, ¿Por que te unes con los insurrectos?

Es una pregunta retórica en el sentido más literal de la palabra, no espera ninguna respuesta, hasta tal punto que espera que esté muerto después de escucharla.

La saeta le impacta en un hombro, clavándose superficialmente a causa de un raudo movimiento del soldado novato.

 Faliar avanza corriendo, parapetado tras su escudo. Está rebosante de confianza tras el combate anterior. No quiere que este combate dure demasiado así que gasta en un estallido de adrenalina, mucha más energía de lo normal. Avanza como una centella, hacia una de las escaleras laterales. Parecen lejanas, a unos 20 m, pero puede alcanzarlas, está seguro.

Tengo que hacerlo, me da igual que me vean. Este momento es de vida o muerte. Si no las uso ahora por miedo a consecuencias, quizá no haya otro momento.

Mientras corre, de su boca salen ensalmos olvidados hace mucho tiempo por los humanos, pocas personas en la sala pueden reconocerlos, y aún esos privilegiados no son capaces de entenderlos. Mientras recita estos versos, Un triángulo equilátero de un dorado brillante se va formando ante él. Girando a toda velocidad como si tratara de salir despedido. A medio camino el triángulo cambia. En sus vértices aparecen unas pequeñas bolitas, crepitantes de enegía, de un brillante color verde. Su superficie no es lisa, pues aparecen regularmente imágenes relacionadas con la muerte, como calaveras, salpicaduras de sangre y demás, que parecen intentar escapar de su interior. Es la pura esencia de la destrucción, el fin de todo. Un proyectil cargado de odio y de deseo de aniquilación.

Cuando llega a la altura de los guardias, recita sus últimas palabras, esta vez, en un claro latín, dirigiéndose a Edmond.

-Ni queremos destruir esta aeronave, ni hemos hecho nada en la sala de máquinas, pero nos estás estorbando.

Dicho esto, las tres esferas sale catapultadas hacia delante, intentando alcanzar al jefe de la guardia.

 Las 3 esferas vuelan hacia Sandler en un espectáculo de luces como no esperaban ver los soldados. Magia, así lo llaman. Parte de los soldados sienten que no pueden luchar contra eso, estan atemorizados. Pero Sandler chilla.

-No es para tanto, será como un tipo distinto de ballesta. O eso espera, no está muy seguro pero no tiene miedo, se juega mucho en este dirigible y no va a dejar que algo así le amedrente.

Tras esto empieza a girar su cuerpo intentando evitar que esas cosas le impacten. Con la primera tiene un éxito completo, la esfera se pierde chocando contra una cortina y haciendo un bonito agujero en ella. La segunda le quema ligeramente la ropa, pero nada importante su cuerpo sigue intacto.

-Lo veis, no es tan dif...

la tercera le impacta de lleno en el pecho, pero, a pesar de eso no tiene apenas ningún rasgo visible del impacto, a excepción de una pequeña quemadura que no se parece en nada a las provocadas por fuego. Pero a Sandler le duele el alma. 

...ícil. No estoy muerto, podemos luchar contra ellos.

 Mierda, tienen ballestas

¡Dieter, sal de la sala! ¡No dejes que te hieran!

Si se muere, nuestra única esperanza se va con él...

Se dispone a cubrir al asustado mecánico

 Detiene su frase en el último momento, y abre los ojos de par en par al ver a Faliar

Otro brujo... ¿Que diablos ocurre en este barco?

Aprieta los dientes. Desde luego, la situación ya se le ha ido de las manos. Ahora solo queda intentar adaptarse a los acontecimientos

Aaron está lleno odio, nunca se había sentido así, impotente, quiere salvar a la gente que hay en ese zepelín.

No les hecho en cara que me odien, mi habilidad se parece mucho a la magia, y los magos están mal vistos por los cristianos.

Comienza a hacer algo, su poder parece algo mas siniestro que antes y a perdido esa extraña belleza que tenia aunque no tienen un aspecto malvado, si no frío y con falta de sentimiento, sin esa alegría que normalmente tiene su poder.

-¡Loco! Sal por favor, necesito tu ayuda.

Dice con palabras frías muy impropias de él.

-¡Hierofante, señor de la magia, ayudame otra vez, mata a ese hombre malvado que quita vidas creyéndose un dios! ¡Enseñale que un simple mortal!

 El loco, sacando la cabeza desde el anillo, una visión bastante horrenda si no estás acostumbrado susurra al oído a Aaron:

Espero que sepas lo que haces... es divertido que te persigan, jejeje pero al fin y al cabo no sería bonito que murieras, y llamar mucho a ese hombre... no se si es del todo bueno. Pero bueno, como desees.

El anillos se deforma para dejar salir unas manos que, tras dar una palmada, empiezan a hacer la forma de un hombre. Las manos se convierten en humo de ellas sale un anciano. El mismo que había aparecido ya en dos ocasiones, para ayudar en el combate.

-Mucho trabajo me estás dando hoy, joven. Tienes que comprender que soy viejo y no estoy para estos trotes.

Y mirando hacia Edmond, vuelve a conjurar ese águila carmesí, que se lanza hacia el jefe de la guardia endiabladamente. Este que aún seguía más pendiente de Faliar que de los demás intrusos, no espera un ataque que provenga de la puerta y no es capaz de esquivar el águila asesina. El ave se inmola en el cuerpo de Sandler enviándole unos metros hacia atras, cayendo encima del timón. Una gran quemadura cubre ahora su pecho, y su camisa ha desaparecido. Y, tras hincar la rodilla en tierra chilla:

-No pienso dejarme amedrentar por sucios burgueses. No se de donde habéis sacado esas habilidades pero os juro que mis espadas van a dar buena cuenta de ello.

El tono de nerviosismo es evidente en su voz, la situación se le va de las manos, y no puede hacer nada para evitarlo. 

 Zarkus, viendo como el hombre del fondo ha llamado a esos "seres", y ha herido de gravedad a su jefe dispara su ballesta hacia Aaron.

¡El viejo ese ya se ha ido!, ¡ahora no eres nadie!

O al menos eso espera... quién sabe lo que puede hacer ese joven con sus habilidades? Zarkus, por lo menos, no lo sabe. Y así parece, al menos la saeta vuela hasta clavarse en el estómago de Aaron causándole una fea herida. La sangre empieza a brotar de ella sin causarle mucho dolor. No parece que sea una herida muy profunda, la saeta habrá perdido fuerza en el vuelo, pero ha dolido y bastante el impacto.

-No te preocupes Loco, se lo que hago.

Responde Aaron al Loco con esa voz fría que tiene en estas circunstancias.

-Muy bien Hierofante, y lo siento, puede que no sea la ultima vez que te llamo hoy, pero entiende que estoy en una situación peligrosa.

Con estas palabras se disculpa ante el anciano que ha aparecido antes de que se vuelva a ir.

 Este combate se encuentra fuera de mis posibilidades. Águilas ardientes, esferas devoradoras, ancianos que surgen de la nada... Quizás sea el momento de esfumarse...

Una cosa estaba clara: Esos hechiceros controlaban poderes que se escapaban a la comprensión de la joven, y contra eso no podía competir. Después de toda esa locura, no le habría extrañado ver como el chico rubio, D, el médico, e incluso Dieter comenzaran a lanzar bolas de fuego y truenos por los ojos. El mundo parecía haberse vuelto loco, y todos controlaban los elementos y la magia a su voluntad. No sabía si eran herejes satánicos, seres de otro mundo, o semidioses olvidados, sólo sabía que, más que antes, deseaba alejarse de ellos, cuanto más mejor

¿Que podía hacer una simple ballesta y un par de dagas contra el poder de la naturaleza?