Partida Rol por web

Aaron, Xerine, ¿han descubierto algo?.

Dejo que el medico revise superficialmente mis heridas.

 Ante vosotros se abren dos pasillos. Uno continúa de frente por donde habéis entrado, el otro se pierde por la derecha. Esta parte del dirigible no está tan graciosamente decorada como el ala de los pasajeros. A pesar de eso, no deja de ser apabullante, como detalle, una alfombra roja de lino se extiende bajo los pies de los asistentes. 

Dieter, se para un momento y tras un leve momento de recopilación de ideas comenta.

Si seguimos de frente llegaremos a la sala de mandos, allí podremos detectar cualquier error que tenga el navío, y por qué esta dirigiéndose a tierra. Pero, si el problema está en los motores principales, deberíamos ir hacia el sur. Allí está la principal sala de máquinas. ¿Que hacemos? Un analisis en la sala de mando nos dirá seguro el problema, pero, viendo lo cerca que está el agua no se si será muy lento. Si el problema se puede solucionar desde allí, no hay problema... pero ¿Y si es en la sala de máquinas? ¡Puede que no tengamos tiempo! ¿A donde nos dirigimos ahora?

 Xerine, algo frustrada, habla con tono seco y cortante, mirando a Aaron y al médico

Dejaos de tonterías, o estamos todos muertos

Acto seguido decide tomar la iniciativa. Es extraño verla actuar de esa manera, parece que su personalidad ha cambiado de forma drástica respecto a cuando estaban todos sentados en la mesa. Cada vez más nerviosa, ya que el tiempo se acaba

No sé si los guardias han hecho esto, pero la sala de mando cubre más posibilidades, y si es su culpa, probablemente sigan allí. Vamos

Acto seguido comienza a correr, con Dieter aún de la mano, hacia la susodicha sala. Sin esperar a nadie

La verdad es que no es el comportamiento que se podría esperar de una joven música de la burguesía...

Corro junto a la "delicada dama" hacia la sala de mando.

-Tal vez la mitad debio dirigirse al cuarto de maquinas. "Señorita"...

 No recuerdo haberte pedido que nos acompañes Responde de forma bastante directa, dando por finalizada la conversación Quitando el hecho de que, a menos que alguno de ustedes sea mecánico, no sé que pintarían en dicha sala

No hay tiempo para hablar

 Faliar sigue a Xerine, impulsado por la adrenalina que acaba de soltar.

-¡Eso! Seguro que allí hay soldados a los que podemos acuchillar... digo... reducir... digo... interrogar... 

Vamos, a la sala de mando.

Las palabras que salían de su boca parecían sin control, hacía tiempo que no sentía esa sensación. De hecho, no se acordaba cuanto tiempo hacía que no la sentía, lo peor es que le gustaba. le gustaba sentirse poderoso, sentirse amo de las vidas de los demas, con derecho de vida y muerte sobre otros seres.

Algo tendrá que ver con mis habilidades.

- Yo soy mecánico...

Esperando una respuesta airada por parte de Xerine continúa:

-pero creo que deberíamos ir a la sala de mando, como dice la señorita.

No quiere enfadar a Xerine.

Por eso lo digo, Dieter Dice, suavizando un poco el tono No podemos partirte en dos, y eres el único que puede arreglarlo del grupo

Llega a la puerta, y se dispone a abrirla, con rapidez y sin pararse a pensar. No hay tiempo para pensar. Mientras, el mar espera ansioso a su próxima víctima, esta vez, un Zeppelín cargado de burgueses aterrorizados... Entre los que se encuentra Xerine

 -Que yo sepa los mecánicos van al cuarto de maquinas, no a la sala de mando.- Sonrío a la dama de forma encantadora.

Ah, en ese caso disculpe, no sabía que era experto en el funcionamiento de barcos voladores. Ingenua de mí, creyendo que solo personal especializado estaría capacitado para manejar los controles de un aparato hasta hace unos meses inexistente en el mundo conocido

No hay deje de ironía en su voz, a pesar de que, claramente, la frase es sarcástica. Ni siquiera dirige la mirada a D al pronunciarla

¿Que haces, Xerine? Esto no es propio de ti

Quizás era el nerviosismo, pero la propia Xerine se sorprendió a si misma ante la parrafada que había soltado. En condiciones normales, ni se habría dignado a responder. Y esto solo logró ponerla un poco más nerviosa. La situación se le iba de las manos

No soy un experto señorita, pero si nos equivocamos estamos muertos- 

 Xerine no contesta, se limita a empujar la puerta, preparándose para encontrar...

 Preparo la ballesta y apunto a la altura del pecho de una persona.

 La puerta se entorna dejando ver una imagen muy poco agradable. la habitación es enorme, ligeramente ovalada, con grandes ventanales y diversos aparatos que permiten controlar el zepelín. Casi todo está decorado con madera y grandes cortinas, lo que le da un aspecto majestuoso y solemne. Pero, como decía, a pesar de esto el aspecto no es ni mucho menos admirable.

Media docena de individuos, entre los cuales hay algunos militares, yacen muertos en distintos lugares de la estancia, cada cual de modo más horrible. El cadáver del capitán de La Dama es el que más llama la atención, pues permanece aferrado al timón con una expresión de terror absoluto. 

Edmond Sandler está examinando los cuerpos con expresión seria. Es un hombre bien parecido y de aspecto seductor, que porta un uniforme de gala, y acarrea una espada larga y otra corta, ambas hermosamente labradas. Está acompañado por tres de los hombres leales a él, parecen del cuerpo de la guardia que sí tenía algo de experiencia en combate. 

Su aspecto es extrañamente de sorpresa, pues no se explican qué es lo que está pasando en esa sala.

 Edmond estaba examinando los cuerpos mutilados de sus camaradas, así como los operarios de la sala de mando, cuando un grupo de personas entró por la puerta, alterando la paz interior que trataba de mantener. No es fácil estar en calma cuando el plan que has estado labrando se va al garete por algo que desconoces, pero parecía que la respuesta estaba delante de sus narices.

Encarándose hacia la puerta, se dirige hacia su nuevo "público":

-Así que sois vosotros los que estáis matando a los míos... pues dejadme que os diga algo; ¡No sé qué le habéis hecho a la sala de máquinas ni por qué queréis destruir esta aeronave, pero os aseguro que nada impedirá que me apodere de ella!

Edmond escupe las palabras con una ira contenida inmensa. La solución de sus problemas está tan cerca. Sólo tiene que eliminar a estos intrusos y todo habrá acabado.

¡Arthurus! ¡Zarkus! ¡Winie! ¡A por ellos! Pero dejad a alguno vivo, algo tienen que contarnos.

 Edmond observando como al menos dos de los enemigos portan ballestas, se parapeta detrás del murito de protección que hay en el cambio de alturas en la sala.

Soldados, haced lo mismo. No debemos ser blanco de sus disparos. 

¿Creeis que esto va a ser una batalla fácil? JAJAJAJAJAJA No sabéis con quien estáis jugando.

 Al ver que se ponen a cubierto prudentemente hago lo mismo, hago señas a los demás.

Xerine miró a Dieter, frunciendo el ceño

No dejes que te hieran, ni te acerques a ellos ¿Puedes ir chequeando esos controles?

Señala a los aparatos que parecen encontrarse alejados de la posición en la que se encuentran los guardias

Acto seguido se lleva la mano dentro del vestido, y de algún lugar dentro de este saca una ballesta que parece salir de la nada. Mientras apunta y busca una cobertura, piensa si intentar hacer entrar en razón a esos personajes. Pero daría igual: Una vez resuelto el problema de la altura, tendrían que combatir contra ellos para evitar que se hicieran con el control del Zeppelin. Si iban a tener que matarlos, ese era un momento tan bueno como cualquier otro