Partida Rol por web

-¿¿Tú casada conmigo?? No me hagas reír pequeña. Aunque tienes razón en una cosa... todos me dan por muerto.

La voz de Zolt resonó en la mente de Xerine, pues no era a Alice a quien hablaba, tampoco a Beatrice. Émil tenía bien claro que la identidad de la mujer en el momento de que le asesinara era la de la inocente música. Esa fue la que le engañó, y a esa es a la que hablaba.

Parece que Faliar tiene razón... Hoy toca reunión de viejos amigos. Bueno, mientras se queden lejos y no me distraigan de mi misión no hay problema.

-Eso Nahia, ve a hablar con él.-Dijo Cath con la más dulce de sus voces.-Seguro que tienes muchas cosas que contarle. Y además, puedes preguntarle qué es lo que te escribió en aquella carta. ¿No?

Sonrió mientras miraba de reojo a su marido. Tratando de que Fa le ayudara también a animarla. Podría quedarse cortada en el sitio, sin saber muy bien que hacer. Tres años sin ver al chico que querías, y que habías creído muerto puede ser mucho tiempo.

Faliar asintió, intentando esbozar una sonrisa confiada

- Además, por lo que ha dicho, creo que le hará ilusión verte

¿Carta? ¿Que carta?

¿Todos? Oh, querido... Siento recordártelo, pero creo que las únicas personas que aún quedan para recordarte se cuentan con los dedos de las manos. ¿O es que no viste lo que pasó con la isla? En cuanto a lo otro, es el primer nombre que me ha venido a la cabeza, no me preguntes por qué. Tampoco te lo tomes tan a pecho, hombre. Además... ¿Tan extraño te parece? La señora Zolt. Suena ominoso, me gusta. Si no hubieras tenido a ese parásito de Guido encima... En fin, no nos perdamos en supuestos

En otro orden de cosas, quería preguntarte si tienes algo que ver con todo esto. Lo del encapuchado misterioso que nos ha reunido aquí y tal

Sabía que no la respondería, y en caso de hacerlo probablemente sería una mentira. Sin embargo, tenía curiosidad por escuchar su reacción

No conozco a ese encapuchado, sinceramente. Y créeme que me encantaría conocerle cariño. Pero... creo que ya he dicho demasiado. No puedo confirmarte sospechas. Solo soy un residuo de tu mente...

Un residuo que miente muy mal. Bueno, ya veremos. Ya sabes, a veces peco de paranoica

jajajajajajajajaja...

... Por lo cuál aún sigo viva

No había podido resistirse

...ya nos volveremos a ver preciosa. Y llevaremos a debate esa afirmación.

Cuanto rencor. ¿No podríamos ser amigos?

¿Acaso no lo somos?

Touché

¡Allí estaba! Frederic había vuelto a aparecer en escena y esta vez no se le iba a escapar. Lo sintió un poco por Beatriz, parecía una muchacha encantadora, pero tendrían que dejar su conversación para más tarde.

Aaron borró la sonrisa de su cara y miró a Beatrice a los ojos.

-Vaya…lo siento mucho. Me imagino que tuvo que ser un golpe duro.

Bajó la mirada al suelo sin saber muy bien que decir. Aquel era un tema delicado pero parecía que lo había superado muy bien, así que un par de palabras de apoyo  o conmiseración no valdrían de mucho.

Cayó un momento sin dejar de bailar mientras la música terminaba.

-Querida, debo agradecer a Frederic la oportunidad que me ha brindado al invitarme a esta fiesta. Estaré contigo en un momento.

Dio la espalda a la mujer y se dirigió hacia el noble.

Las primeras palabras de su amiga Catherine le habían sacado un poco los colores, por lo visto se notaba más de lo que hubiese deseado que aquel reencuentro no le dejaba indiferente, su reacción había sido muy distinta a cuando vio al resto. Parecía haberle afectado más.

Vio como su padre volvía de hablar con Quint ¿Qué le habría dicho? No venía contento... ¿Ya no quería saber nada de ellos? ¿Se había olvidado de su amigo mago, al igual que Aaron? Entonces poco dejaba para ella. Si Faliar no había acabado entre abrazos, seguramente apenas si se dignase a mirar a aquella aldeana aliada de lo sobrenatural.

Faliar les contó lo que había pasado, y...¿Quería verla a ella?¿En serio? 

El leve rubor que había intentado ocultar a Cath ahora se hacía más que evidente. Sus mejillas parecían dos manzanas maduras y de un rojo intenso, aunque intentaba mantener una expresión seria y despreocupada, lo que daba un contraste bastante gracioso. O peculiar al menos.

¡La carta!¡Era cierto! ¿Y si quería comprobar que no eran fantasmas preguntándole sobre lo que ponía en ella? ¿Se creería que la tempestad había corrido la tinta dejándola ilegible? 

Se abanicó un poco con la mano para intentar apaciguar el calor que tan repentinamente había aparecido, e intentó volver a concentrarse. No podía comportarse como una adolescente hormonada, histérica y enamoradiza. Ella nunca había sido así y no iba a empezar ahora.

-Está bien, espero que no me pregunte por la carta, porque apenas si pude descifrar algunas palabras o frases sin mucha conexión. Ahora vuelvo.

Nahia se encaminó hacia donde se encontraba Quint haciendo acopio de toda la valentía y sentido común del que dsiponía en ese momento.

Mmmm.. ¿Hola Quint?

Faliar vio como Nahia se alejaba en dirección a Quint. Aunque no tenía ni idea de a que carta se refería, supuso que se trataría de alguna explicación o confesión que Quint le entregaría antes del naufragio. Parece que, al final, el muchacho si se decidió a sincerarse con Nahia, aunque la cosa le hubiese salido mal.

No podía dejar de pensar en lo que dijo Quint: "En todos estos años, Nahia es la única que no ha venido a visitarme". ¿Por que vería los fantasmas de los demás, pero no el de Nahia? Era más que evidente que el trauma había generado algún tipo de locura en Quint, y aunque él no era psicólogo, eso demostraba que su hija era "diferente" para Quint. En que sentido, ya no lo sabía.

Y tampoco se le había escapado la reacción de Nahia. Bueno, era difícil no darse cuenta: se había ruborizado tanto, que casi brillaba con luz propia. Eso también le preocupaba; en Du'lucart había dejado a Dray esperándola. Nahia nunca se había sincerado con él acerca de su relación con aquel chico, pero era bastante evidente; los suspiros, el hecho de ir a despedirse de él antes de salir de viaje... Dray parecía un buen chico, pero no se le escapaba que era muy "similar" a Quint, y siempre había pensado que, quizás, para Nahia solo fuese un sustituto, alguien con quien estar por despecho. Ahora que Quint volvía a aparecer en escena, la relación con aquel chico corría el riesgo de romperse. Faliar no se iba a oponer a los sentimientos de su hija, pero no podía evitar el echo de que le disgustase el que hubiese estado utilizando a Dray para pasar el mal trago. Además, mientras que Dray parecía un chico "normal", Quint era peligroso. Si, era noble, y era su amigo, pero vivía una vida muy peligrosa y solitaria, era impetuoso, agresivo... Y ahora su psique parecía algo trastocada; ¿que le impedía volverse en contra de su hija? A fin de cuentas, Nahia era también una "bruja", y Quint cazaba brujos... No pudo evitar estremecerse ligeramente al recordar lo le hizo a Liana, aquella hechicera de la máscara; aunque Quint estaba convencido de que era un monstruo, Faliar opinaba que aquella mujer solo había tenido la desgracia de ser muy fea y estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.

Estaba muy preocupado, y tenía sus buenas razones para ello. Miró a Catherine y, cogiéndola de la mano, comenzó a caminar despacio hacia donde se había dirigido Nahia.

- Será mejor que nos mantengamos apartados, pero sin perderla de vista. Quint estaba muy raro y.... bueno. Me preocupa lo que pueda pasar.

Iba avanzando, acercandóse cada vez más a aquel que había sido su primer amor. 

Fue, Nahia, fue. Pasado.

Pequeños escalofríos recorrían todo su cuerpo. Y cuando menos distancia quedaba, más intensa se hacía aquella sensación, aquel rechazo hacía él. Pero aunque al resto eso les haría mantener las distancias, a ella le atraía. Le causaba curiosidad. Era la misma sensación que tanto le había llamado la atención de Dray. 

Sí, recordaba su nombre, y pasaba por su mente su imagen, pero tan fugazmente que apenas llegaba ningún sentimiento acompañándola. Eran intentos vanos en su lucha por mantenerse en la mente de Nahia, espadazos al aire que casualmente rozaban a su objetivo.

Respiró hondo antes de llegar por fin a la altura de Quint. 

Una joven de melena corta y morena se encaminaba sonriente hacía el invitado de ojos rojos y orejas puntiagudas.

Vestía un traje de dos piezas.

En la parte superior llevaba una camiseta blanca que se ajustaba perfectamente a su espectacular cuerpo, el borde el escote era de cuero rojo con tachuelas y continuaba por el centro de la prenda donde sujetaba dos pares de cadenas que caían acompasando su figura, rodeándola.

Debajo, una falda de tela blanca bastante flexible y fresca de corte irregular cubría las piernas de la joven parcialmente.

Completaba el conjunto con unos cinturones rojos y negros cruzados en su cintura, unos zapatos negros de tacón alto con aberturas laterales triangulares, un colgante con una lágrima negra y algunas pulseras. En su mano llevaba el estuche de lo que parecía un violín.

Aquella joven tenía un cuerpo bonito y grácil, con pechos firmes y turgentes y largas piernas. Estaba claramente en plena juventud.

Sin embargo en su cara había algo familiar, sí, la muchacha había cambiado bastante, pero definitivamente era Nahia. Aquellos enormes ojos verdes y  esa sonrisa eran inconfundibles.

Una vez el joven pudo verla ya de cerca, se podía notar un leve rubor el su rostro. O quizás era cosa del maquillaje.

Le miraba a los ojos.

-Hola Quint, cuanto tiempo.

Mierda

No podía dejar que se fuera, pero... ¿Qué hacer para evitarlo? ¿Qué podía decirle para convencerle de que viniera con los demás? Aaron se dirigía hacia el Barón como una oveja al matadero, siguiendo fielmente las directrices que le habían impuesto por... ¿Por qué razón? ¿Por qué ese encapuchado les había ido a visitar a todos?

Decidió asegurarse antes de dejarle ir. Cogiéndole del brazo para evitar que se fuera, acercó su rostro al suyo, como si le fuera a dar un beso... Y en el último momento se giró hasta llegar a su oreja, y empezó a susurrar con un tono mucho más tenso y grave que antes

No vayas. Escucha, Aaron, estás en peligro. Supongo que has venido a buscar el salvoconducto de Frederic para entrar en Ark, pero todo esto ha sido organizado por un motivo. ¿Fue un encapuchado el que te lo dijo, cierto?

Estaba lanzando una moneda al aire. Puede que Aaron no supiera nada del encapuchado, y la considerara una especie de loca. Puede que ni siquiera fuera a por el salvoconducto. De hecho, casi preferiría que fuera así. Pero en caso de acertar... ¿Quién estaba moviendo esos hilos? Y, lo más preocupante... ¿Estaban dispuestos a bailar al compás que les marcaban?