Partida Rol por web

Cath también se levantó, acercándose a Nahia disimuladamente. Ese era un momento para los viejos amigos. Un poco de intimidad, aunque no demasiada les haría bien.

El regreso del anfitrión pilló a Conrad por sorpresa, ya que estaba observando discretamente cómo Beatrice bailaba con un joven muy extraño. Además, no había dejado de darle vueltas al sorprendente parecido entre Niobe y la hija de Andersen. De modo que se sobresaltó imperceptiblemente cuando el hombre volvió a hablarle.

- ...¿qué...? oh disculpe, cuanto lo siento, estaba despistado. Cielo santo, ¿seguro que se encuantra bien? ​-está bien, al grano, antes que se vuelva a escabullir- Quería charlar con usted, sobre un asunto poco complicado, que para mí es de vital importancia. Pero antes, ¿dónde estaban mis modales? Permítale presentarle a mi hija, Niobe. Ella y yo nos encontramos en expedición para cartografiar ciertas regiones poco conocidas de estas tierras, y debemos pasar por Ark, pero la regente de la ciudad nos hizo desviarnos hasta aquí, argumentando que necesitábamos un salvoconducto que sólo Vuestra Merced puede concedernos. Aunque no esperaba encontrarme con una gran fiesta como ésta, ha sido una grata sorpresa. Pero no deseo comprometerle si no se encuentra bien -en fin, a ver si me da de una vez el salvoconducto, antes de volver a desaparecer.

Faliar permaneció sentado, sonriendo alternativamente a Nahia y a Quint. Parecía que le había convencido. Viendo que su esposa y su hija se quedaban un poco apartadas, Faliar dedicó un brindis a Quint y bebió un trago de su copa a su salud.

- Bien, ¿tengo que hacer alguna demostración, o ya es suficiente?

Quint no pudo si no bajar la mirada, avergonzado por sus actos en la anterior conversación. Había empezado con muy mal pie, pero eso no le iba a impedir disfrutar del reencuentro.

-Depende. ¿Serías capaz de de tocarme ahora? No se, ¿darle la mano a un viejo amigo, por ejemplo?

Faliar se levantó, pero no dio la mano a Quint. En lugar de eso, le dio un abrazo de oso

- Me alegro de volver a verte

Quint se sorprendió un poco ante ese gesto, no estaba acostumbrado a ese tipo de demostraciones de afecto, pero aún así le devolvió el abrazo a Faliar.

-Y yo, viejo amigo. Ahora por fin podremos tomarnos unas cervezas de verdad, como te dije cuando nos despedimos. Y de paso celebrar las buenas nuevas.

Se separó como pudo del abrazo partecostillas de su amigo y giró la cabeza hacia Cath.

-Me alegra saber que tú también estás bien, Catherine. ¿O prefieres Lady Organov? -Dijo Quint con una sonrisa.- Me alegro mucho por vosotros dos, en serio. Y por cierto. Enhorabuena.

Aaron se giró sorprendido hacia Beatrice hasta que ésta comenzó a susurrarle algo al oído. Fue entonces cuando su expresión mutó y se mostró hacia ella con una ceja enarcada.

-No sé de que me está hablando, señorita. No conozco a ningún encapuchado y mucho menos deseo entrar a Ark. Lo único que quiero es agradecer a Frederic la invitación a la fiesta.

Sin embargo, no se movió. Simplemente se quedó allí, quieto, mirando a Beatrice a los ojos y preguntándose en silencio que habría querido decir.

-¿Por qué estoy en peligro? ¿Cuál es el motivo del que hablas?

Frederic sonrió cuando el noble presentó a su compañera, y alargó el brazo para coger su mano y besarla, pero cuando Pierre habló del salvoconducto, cambió totalmente la expresión. Ya no había nada de sonrisa que asomara de su cara, y los penetrantes ojos del anfitrión apuntaban directamente a los de Pierre. Respiró profundamente y susurró.

_{-No vuelvas a mencionar eso.}

-Encantado señorita, Níobe-Dijo agachándose y recuperando la compostura.

El comentario le hizo ruborizarse un poco; mucha gente les felicitaba por el embarazo de Cath, pero no se había terminado de acostumbrar a ello. Supuso que sería por la emoción.

- Je je, gracias. Bueno, ¿entonces tu también te diriges a Moth?

Quint asintió.

-A la ciudad de Ark, para ser más exactos. Tal vez no lo sepáis, pero corren rumores de que algo malo está pasando en este lugar. Y ese algo, o alguien, me ha prohibido mágicamente la entrada a la ciudad. Por eso estoy aquí, bajo la piel de Oliver, un pequeño comerciante que quiere usar las influencias de Frederic para montar un almacén en Ark.

Luego añadió con voz penumbrosa.

-Vosotros... Habéis venido en muy mal momento. Deberíais volver a casa y esperar a que las cosas se calmen por aquí.

Pierre entrecerró los ojos al oír lo que Andersen le susurraba. ¿no volver a hablarle de eso? patético: ese era el único motivo de su presencia en aquella fiesta, no había otra razón.

- Ya le dije que tal vez prefiriese hablar conmigo en privado. Susurró también Conrad, una vez el hombre se hubo presentado a Niobe.

Niobe adquirió en sus mejillas el precioso tono de su cabello. Pero cuando fue a hablar, un estruendo la detuvo.

Faliar iba a responder a Quint, cuando sucedió. Un cuerpo cayó a través de la cristalera y se empaló en la estatua del ángel. Aunque podría haber sido un simple accidente, los acontecimientos recientes le habían vuelto algo paranoico, e instintivamente buscó algo que poder usar como arma. Deseó tener su hacha a mano, pero se había quedado, junto con todo lo demás, en la posada en la que se alojaban. Y la magia no era una opción en un sitio atestado de gente.

- Ni una fiesta tranquila podemos tener...

Parece que alguien quiere demostrar que estoy en lo cierto...

Quint se giró hacia el tan oportuno estruendo de cristales rotos justo a tiempo para ver el final de la caída de un cuerpo sobre una estatua. Rápidamente miró hacia arriba, buscando alguna sombra que hubiera tras el agujero del techo.

-Oh, oh... Parece que se acabó la fiesta. Será mejor que vaya a ver qué ha ocurrido.

Dicho esto, Quint comienza a caminar a toda prisa hacia el lugar del accidente mientras revisa los puños de su chaqueta. Allí siguen, sujetas entre los botones de la manga y los gemelos, dos afiladas hojas de metal.

Esperemos que no haya sido nuestro anfitrión. No puede morir antes de que llegue hasta él...

Aaron chilló y levantó la vista a la cristalera. ¿Qué había sido eso? Se fijó en la fuente y en el cuerpo que había caído del cielo. Después, miró a Frederic.

Esto es una locura.

Volvió a levantar la mirada. Quizás se le había escapado algo…

Faliar siguió a Quint, sin decir nada. Miró a Catherine y a Nahia, haciéndoles un gesto para que tuviesen cuidado, por si ocurriese cualquier cosa. Había dejado la copa y se notaba cierta tensión en sus brazos y manos, como si estuviese esperando que fuese a ocurrir algo más que requiriese de una acción más directa.

¿Qué?

Nahia miró atónita el espectáculo que se desarrollaba delante de sus ojos, hacía mucho que el destino no les molestaba con estos inconvenientes, parecía que sólo esperaba el momento en que todos estuviesen reunidos para hacerlo.

Tensó su cuerpo, agarrando más fuerte la funda del violín, preparándose para lo que fuera. Pero permaneció cerca de su amiga, en su estado no la iba la dejar sin ningún tipo de ayuda.

- Cath, ¿Estás bien? No te preocupes, yo me quedó contigo. - Dijo guiñándole un ojo en un gesto cómplice.

Beatrice tensó todos sus músculos al ver lo ocurrido, pero en su expresión se podía adivinar que no le había sorprendido. Es como si hubiera estado esperando algo así desde hace rato. Volvió a mirar a Aaron y puso una mano en su hombro. Esta vez no se molestó en susurrar

Puede que me haya equivocado con lo del encapuchado, pero eso no hace que la situación sea menos preocupante. No sé si recuerdas algo de tu historia desde hace más de tres años, o alguien ha jugado con tu mente, pero te puedo asegurar con poco margen de error que tu presencia aquí no es fortuita. Puedes venir conmigo si lo deseas, pero en caso contrario no te vayas muy lejos. Y mantén los ojos abiertos

Acto seguido se giró y buscó a Faliar y su familia

Bueno, ahí está el punto de inflexión

La verdad, aunque su expresión no lo reflejara, si estaba algo sorprendida. ¿Que tenía que ver ese hombre con ellos? No le reconocía, y tampoco sabía en que pudiera afectarles su muerte. Eso sí, tenía claro que el tiempo se les acababa para mover sus pocas fichas, y que si no hacían algo rápido no serían algo más que peones. Por desgracia, poco podían hacer. Era muy probable que alguien les inculpara de asesinato. Sería una buena manera de venganza: Acabar con un enemigo potencial y dejar pruebas que incriminen a otros viejos conocidos

En ese caso, lo mejor sería encontrar al asesino, o escapar. Como lo primero no parecía demasiado probable, lo segundo comenzaba a tomar fuerzas en su escala de prioridades... Y, sin embargo, prefería hablarlo antes con los demás. Puede que ellos supieran algo