Partida Rol por web

Conrad, que en aquel momento intentaba ganarse la confianza del anfitrión, se sobresaltó, como la mayoría de los presentes.

- ¿Pero, y si...? ¡Oh, Dios mío! ¡¿pero qué demonios...?!

Aaron miró a Beatrice con reticencia y una nota de temor en los ojos.

-¿Cómo que mi historia de hace más de tres años? ¿Conoces a un tal Faliar?

Con la duda sembrada en la cara acompañó a la mujer, esperando sus respuestas.

El miedo volvió a paralizar a Aaron. ¿Quién era aquella mujer y a qué se refería cuando hablaba de “Su historia? ¿Cuántas cosas había trastocado La Criatura y por qué lo había hecho?

Sintió rabia, pero necesitaba respuestas. No se fiaba ni de la mujer ni de Faliar, pues se sentía tan vulnerable como un niño pequeño, que pasa por la vida sin saber nada de su alrededor, con la tensión constante de poder ser aplastado por alguien mucho más fuerte que él. Sin embargo, la necesidad se había impuesto a las pretensiones y en aquel momento Frederic le parecía inaccesible. El noble esperaría, pero no se iba a librar de su interrogatorio.

Aaron necesitaba entrar en Ark.

Era muy extraño... aquel cuerpo, aquel cadáver que colgaba de la espada del ángel tenía algo extraño. Algo que ninguno de los invitados de la fiesta comprendería nunca, o al menos eso es lo que sería deseable. Entre todo ese pavor, esa escena espantosa había algo familiar, una nota discordante...

...magia.

Faliar dio un respingo al percibir la energía mágica que emanaba del cadáver. Eran malas noticias, sin duda, y descartaba la posibilidad de un simple accidente.

- Esto pinta mal... -dijo refiriéndose a Quint

De pronto, el cuerpo comenzó a llenarse de extraños relojes. Artefactos voladores que oscilaban en torno a él y mantenían sus manecillas girando hacia atrás. Mientras tanto, multitud de plumas blancas salían del cuerpo y según se alejaban se iban tornando negras.

Plumas de cuervo.

Por último, cuando todas las plumas se hubieron situado en el recinto, a unos tres metros del suelo, empezaron a caer, y junto a ellas gran parte de los nobles.

Una extraña somnolencia hizo mella en todos los asistentes de la fiesta, que de pronto cambiaron sus gritos de pavor y agitación, en bostezos. Poco a poco, los cuerpos comenzaron a caer al suelo sin el más mísero decoro, y todos y cada uno de los invitados a esa fiesta besaron el césped del palacio.

¿Todos? ¡no!

Un pequeño grupo de personas, una muestra ínfima de los que estaban en aquella fiesta pudo vencer la somnolencia. Si bien sus párpados comenzaron a cerrarse, algo dentro de ellos les mantuvo despiertos, como si su alma fuera demasiado fuerte para dejarse engañar por esa sensación.

Extrañamente, todos los antiguos... amigos... estaban despiertos. A ellos se les sumaba el extraño Pierre Conrad, que veía como sus acompañantes caían en los brazos de morfeo. Tres mujeres más estaban despiertas, la hija del anfitrión, la violinista principal y la misteriosa mujer de cabellos verdes que había bailado con Pierre con anterioridad.

¿Qué... qué ha pasado? ¿Qué ha sido eso?

Catherine estaba nerviosa. Ella no había caído dormida, y ahora veía con claridad lo que Faliar sospechaba. ¿Qué es lo que estaba pasando? Un poco mareada, se apoyó en una mesa cercana, mirando a los que aún quedaban en pie.

No... no lo sé...

¿Qué eran esos relojes?

La chica temblaba de pánico mientras se arrodillaba para tratar de despertar a su padre, que había caído al suelo había terminado en una posición bastante incómoda. En vano, golpeaba su rostro con la mano intentando que recuperara la consciencia.

En cuanto vio que Catherine se mareaba, Faliar dejó sus sospechas para acudir en su ayuda. La sujetó por la cintura y la miró preocupado.

- Cariño, ¿te encuentras bien?

La violinista se quedó parada, observando la situación. No había caído como los otros nobles y eso era algo que la intrigaba. ¿Acaso alguien la quería para algún tipo de juego macabro? Dejó el violín en el suelo con cuidado, y comenzó a acercarse hacia la persona despierta que tenía más cerca, y esa era Chandra.

¿Qué ha sido eso?

El desconcierto era general, y aunque Cath ya lo hubiera preguntado, no iba a guardarse la pregunta.

-¿Alguien sabe algo? ¿Porqué se han dormido? Y lo que es más importante... ¿Por qué seguimos despiertos nosotros?

Sí, tranquilo Fa. No ha sido nada, sólo que la somnolencia me mareó un poco, y tuve que apoyarme. Gracias... ¿Has visto lo que yo? ¿Esos relojes? ¿Qué era?

Catherine sonaba sincera. Poco a poco, volvió a recuperar la compostura y comenzó a acercarse al centro del lugar, donde descansaba el extraño cuerpo. Quizá pudiera hacer algo con él, o descubrir la fuente del conjuro... puede que fuera peligroso, pero no estaba dispuesta a quedarse sin saberlo. La chica era curiosa, al igual que su mejor amiga.

Aaron tragó saliva y se apoyó en la pared hasta que aquel súbito sopor hubo pasado. Después, miró a Beatrice con aquella reticencia todavía pintada en los ojos y la cogió del brazo, quizás con demasiada fuerza.

-¿A qué te refieres con que no ha sido una coincidencia?-Susurró-¿Por qué estoy en peligro?

El miedo estaba pintado en su cara, un miedo quizás demasiado grande.

A pesar de que Catherine parecía encontrarse mejor, Faliar no se separó de ella

- Si, también lo he visto. Ha sido muy raro... ¿Una especie de... bomba mágica?

La mujer de cabello verde casi se cae al suelo del susto que se dio cuando todo el mundo comenzó a caer dormido. Pensando que ella también tendría que dormir se buscó un lugar cómodo, entre el regazo de un hombre robusto y los senos de una mujer mayor, pero al final no cayó dormida y se levantó extrañada.

¿Qué?

La violinista se acercaba hacia ella.

-Ni idea, yo estaba aquí, bailando cuando todo sucedió. No sé ni siquiera porqué no estoy dormida, si había tratado de buscarme un buen sitio cuando mis párpados comenzaron a cerrarse.

La voz dulce e inocente de la mujer daba muestras evidentes de que estaba realmente perdida en esa situación.

-De hecho, no sé de qué habláis cuando os referís a relojes.

Ignorando a la violinista, se acercó a la mujer que en este caso estaba más cercana a ella, Beatrice. Ésta estaba junto a Aaron, conversando en lo que parecía voz baja.

-¿Vosotros los habéis visto?

Extrañamente, las dos mujeres Phoebe y Chandra no daban muestras de estar asustadas. Simplemente desconcertadas.

Aaron lanzó una mirada furiosa a Chandra que no hacía sino esconder el miedo que podía verse reflejado en sus ojos. Haciendo acopio de fuerzas, relajó el gesto y se alisó la camisa.

-No se de que relojes habláis-Dijo con firmeza-Y tampoco sé por qué estamos despiertos.

Se giró hacia Beatrice y dirigió un gesto enigmático a la muchacha.

Catherine estaba al lado del cuerpo pero no se atrevió a tocarlo. Seguía sintiendo esa extraña sensación a su lado, aunque ahora mucho más paliada, como si el poder hubiera desaparecido y solo quedaran restos, las cenizas de un gran incendio. Resopló, y miró a los presentes.

¿Qué hacemos?

Beatrice se tambaleó ligeramente, y cayó de rodillas antes de poder volver a pensar con la mente despejada. Algunos pudieron restablecerse antes y comenzaron a preguntar, confundidos. Beatrice sonrió, puede que por un gesto reflejo o  porque encontraba algún chiste oculto en la situación que solo ella entendía

No he visto nada Respondió a la chica del pelo verde, con el ceño fruncido, antes de dirigirse a los demás Ninguno sabemos nada, eso salta a la vista

Acto seguido susurró algo a Aaron, de forma totalmente descarada y sin importarle lo que le pensaran los demás, y luego se giró, ignorando a todos, para agacharse en el suelo y hacer... ¿Qué?

Las respuestas vendrán luego, si salimos de esta. Ahora tenemos que empezar a actuar. Está en tu mano el fiarte de nosotros o no

Su tono era cortante e indiferente. En aquellos momentos Beatrice no se encontraba de humor para ponerse a dar explicaciones a nadie, al parecer. Si Aaron decidía cooperar con ella, perfecto... En caso contrario, tampoco parecía importarle que no pusiera de su parte, siempre y cuando no interfiriera en sus planes

Fueran cuales fueran