Partida Rol por web

Alice frunció el ceño. Escuchar ese nombre la había enfurecido. Sin pensárselo más, hizo un movimiento brusco con las manos y se dispuso a partirle el cuello a esa burda copia de su compañero de viaje

El sonoro crack que acompañó el movimiento de Alice fue realmente evidente. El cuello de Faliar se rompió entre los músculos de Alice como si de un cristal endeble se tratara. Una vez liberado de la presa, su cuerpo cayó inerte al suelo al igual que una muñeca de trapo a la que hubieras dejado de sujetar.

Sus ojos sin vida estaban clavados en Alice reflejando su cara, dejando la imagen de Rose en ellos.

Los sonidos de batalla habían cesado, al menos por el momento... Y la puerta daba a una oscuridad total. ¿Había algo detrás? No lo podían saber.

Alice se miró las manos, en silencio. Ni siquiera se dignó a mirar a Aaron. Tras unos segundos, giró la cabeza y se apartó unos pasos

Vámonos. No quiero seguir viendo esto

Los ojos de Faliar seguían clavados en ella, desde el suelo

-Ha sido fácil, muy fácil-Dijo Aaron con tono nervioso mientras salía desde detrás de la cama-No me fío ni un pelo.

Miró a la copia de Faliar con ojos vacíos. Si pudiera recordar algo de él quizás le daría más lástima ver a su "amigo" en aquel estado, pero tal y como estaban las cosas lo único que podía sentir era asco, hacia aquella quimera y hacia la casa.

-¿Qué hacemos? ¿Le rematamos o nos vamos sin más?

Sí, era solo una copia, una ilusión. Pero se parecía tanto...

Decir que le había gustado matar a esa burda imitación de Faliar sería mentir. No, no había sido placentero, pero tampoco molesto. Puede que hubiera actuado así de rápido al saber que no era real, pero... ¿Y si la casa hubiera jugado con su percepción? ¿Y si en realidad ese tipo hubiese sido Faliar, pero con su imagen cambiada por la magia ambiental? La posibilidad había estado ahí, y ella la había tenido en cuenta. Y, aún así, había girado las manos para sentenciar a su presa

Su cabeza era un hervidero. Algo dentro de ella le decía que el rencor solo llevaba a la autodestrucción. Otra parte la incitaba a pagarle a su padre por aquella vida a la que le había condenado. Y una última rugía, angustiada, ante un sentimiento de culpa que ni siquiera sabía que existía

Pero una asesina profesional no deja que las voces de su cabeza se impongan a la situación. No, no mataría a Faliar. No a menos que fuera necesario. Y, sin embargo, esa escena le hacía replantearse de nuevo...

Llegado el momento... ¿Sería capaz?

Alice miró a la puerta tras la que se habían oído las súplicas de Quint y negó con la cabeza

No hace falta rematarle. He sentido los huesos de su cuello partirse entre mis manos

Su voz era algo distante, como si tuviera la cabeza en otra parte. Se giró hacia Aaron, mirándole como si acabara de reparar en su presencia

No voy a entrar por esa puerta a menos que esté segura de que no es peligroso. Deberíamos salir de nuevo al pasillo y saltar el agujero de antes

Aaron miró a Alice unos segundos, sopesando sus posibilidades.

-Cualquier camino es mejor que quedarse quietos así que vamos.

Comenzó a andar y mientras se dirigía hacia el agujero volvió a hablar.

-Pareces buena luchando-Observó-Conviene recordarlo por si nos encontramos con tu copia.

Volvieron atrás. La puerta oscura no daba confianza a nadie, y mucho menos a una pareja tan desconfiada como la que hacían Alice y Aaron. Sí, la verdad es que tenían cosas en común.

Una vez en el pasillo vieron algo nuevo, un nuevo Faliar, que esta vez iba con Cath y con Nahia estaba al otro lado del pasillo.

-Vamos papá, seguro que ha seguido el rastro de las pisadas... Por eso nos llamaría, para que cuidaramos de Julius.

Estuvo a punto de decir que quería quedarse protegiendo a aquel hombre... pero recordó que no se llevaba bien con él, y que al que estaban siguiendo era a Quint y cambió de idea.

Cath apretó la mano de su marido con fuerza. La visión de ese hombre ahí colgado no le había gustado nada. Absolutamente nada. De hecho, comenzó a temblar pero pudo mantenerse en pie gracias a la fuerza que Faliar le infundía.

-Cariño, sigamos adelante. ¿Todo es una ilusión, no? Esas fueron tus palabras.

A pesar de que estaba muy poco convencida, repitió para sí misma ese mantra mientras empujaba a su marido.

Todo es una ilusión, todo es una ilusión...

Y allí estaban. La luz morada había sido un preludio de lo que iba a aparecer. Tanto Aaron como Alice surgieron de la puerta y se encontraron frente a frente con Faliar y compañía. Conrad no estaba con ellos, se habría separado, o perdido por la casa...

¿O quizá eran más ilusiones?

Aaron miró con desconfianza al trío.

-¿Y ahora? ¿Más juegos?

Aunque una parte de si mismo consideraba la posibilidad de que aquellos fueran el verdadero Faliar, la verdadera Catherine y la verdadera Nahia.

Faliar empezaba a tener dudas... ¿Y si no lo era? ¿Y si ese era realmente Julius, y moría? Sería casi tan culpable como el que lo dejó allí colgado.

Pero Quint tampoco estaba allí. El chico rubio no habría abandonado a su amigo, si hubiese pensado que la ilusión era real. Y no, no tenía sentido que aquel fuera realmente Julius; si lo fuera, Julian y su padre habrían tenido algo que ver, y aquella posibilidad le parecía abominable.

Estaba dudando; eso era lo que querían que hiciera. No tenía que dudar; tenía que reunirse con el resto.

Luego Aaron y Xerine aparecieron ante él. ¿Debía fiarse? ¿Sería otra ilusión? Se mantuvo en guardia

- ¿Y Quint y Conrad?

Alice sacó las dagas de inmediato

¡Eh! ¿Sois vosotros?

Frunció el ceño, y miró a Nahia

Dime qué fue lo que te pregunté tras decirte que llevaba tres años sin tocar el violín

Faliar intentó calmar a Xerine; para él fue más que suficiente para probar que era realmente ella

- Si si, somos nosotros, tranquilos...

Aunque supongo que eso es lo que diría una ilusión

-El problema es que nadie puede fiarse de nadie hasta que salgamos de aquí-Y con aquí Aaron se refería a la vigilia-Lo mejor es continuar con un ojo puesto en los demás.

Eso es lo que diría una ilusión...

Respondió Alice a Faliar

Faliar se encogió de hombros; aquello era un laberinto sin salida fácil, a menos que Nahia recordase

- Si, pero no tendría sentido que respondiera que lo soy, ¿no? Sin embargo, a mi me queda claro que eres la Alice auténtica

-Me preguntaste... si yo... si era...

El tono de piel de Nahia comenzó a tornar en carmesí, haciendo juego con las manchas de sangre que había a sus pies. Miró a su padre, y luego a Cath para después concluir.

-Me preguntaste si era virgen.

Alice asintió, satisfecha, y bajó las dagas

Prefería asegurarme Miró a Faliar Puedo hacerte otra pregunta a ti, si lo prefieres, pero dudo que te apetezca demasiado responder

Acto seguido sacó un extraño vial de entre sus ropas y comenzó a untar el contenido, un líquido pringoso y negruzco, con extrema delicadeza en el filo de sus dagas