Partida Rol por web

El mayor problema del humo es que va a tender a asfixiarnos. Y aún más si tenemos que encender una luz para ver ahí abajo. También sería bueno poner algo en la escalera que evitase que se bloquease si el techo se cae, que no quiero morir ahí abajo atrapada cuando se apague el incendio...

Joaquina no las tenía todas con ella, y mientras hablaba corrió a abrir la puerta de la derecha a ver si había alguna otra salida

¡Que alguien mire la otra puerta rápido!

Camila se encuentra de pie, petrificada, sin mover ni un solo apice de su cuerpo pensando en alguna salida pero es tanto el jaleo que hay fuera que no logra concentrarse, luego de unos minutos  observa como va entrando el humo a la iglesia.
-Nos van a matar vivos.
Al mismo momento que asiente a las palabras de Honesto y se gira para decirle a todos
-Vamos, tratemos de salir de aquí, busquemos otra salida.

 Joaquina empujó todo lo que pudo la puerta principal (espero que esa sea la puerta de la derecha) pero no pudo moverla ni un poco, la montaña de escombros aún debía estar del otro lado.

 El techo de la iglesia se llenaba de un delgado manto de humo, no tardaría mucho más de unos minutos en llegar a sus cabezas.

Carlos siguió a honesto al sótano, el candil daba algo de luz, y se puso a mirar y buscar alguna salida, puerta secreta, o alguna pared que se pudiera mover y diera a algún tipo de camino oculto....

—Venga. Llevemos algunos bancos y la mesa para poner sobre la escalera. Con un poco de suerte y ayuda de Dios, si esto se derrumba eso reducirá la cantidad de escombros que bloqueen la escalera. Y miren esos tapices. Si tuviéramos con qué mojarlos podrían servir como barrera para que no baje el humo.

¡Esta puerta no se mueve! Gritó Joaquina angustiada, mientras corría hacia las escaleras

Honesto bajó al sótano con su candil prendido.

 Bajaron al sótano, una habitación húmeda y terriblemente oscura. Puede olerse un extraño aroma parecido al de un nido de ratas. El candil de honesto ilumina una corta distancia, pero logra verse una mancha roja en el suelo unos metros adentrándose en la oscuridad. Puede escucharse una gotera.

Aniceto se aproxima a inspeccionar la mancha roja en el suelo.

 La luz del candil apenas llega a la mancha roja del suelo, lo poco que puede notarse es que refleja un poco el brillo del candil.

 Escuchas el goteo más cerca de ti, dirías que a un par de metros al frente de donde te encuentras.

—Carlos, acércate un poco por favor. A ver si esto es lo que creo que es.

Honesto acompaña a Aniceto con el candil

Camila al ver que todos estaban decididos a bajar al sótano, se decide a seguirlos.

-Esperenme

Camila baja por las escaleras para encontrarse a Honesto y Aniceto examinando un par de charcos rojos en el suelo. Un menos por delante de Aniceto se logra apreciar lo que parece la extremidad de algún animal.

 El charco rojo es claramente sangre, al acercarte logras ver claramente como lo que parece ser la mano de un niño aún fresca, se encuentra a un metro al frente. El sonido de goteo se detiene, en cambio, sientes lo que parece ser una gota de un líquido espeso caer en tu hombro.

Joaquina baja hacia las luces encendidas del sótano, corriendo por su vida. 

Serán cabrones... ¿Cuánto hace que llegó al pueblo nuestro amigo Al-Azzhr? 

Mientras los demás inspeccionaban las manchas rojas del suelo, Carlos decidió inspeccionar el resto de la sala, encendió su antorcha, y se dispuso a recorrer la instancia empezando por la pared lateral contigua a la escalera de caracol (pared a la derecha de la escalera de caracol) para ver las dimensiones reales de la sala. 

-Por Dios. Aquí está el brazo del niño. ¿Quién puede haber hecho esto? ¿Cómo... ?

Y no terminó la frase, sino que se detuvo, se pasó la mano por el hombro y miró hacia arriba para ver qué lo había manchado.