Partida Rol por web

La modelo muerde el respaldar de sofá, reaccionando a cada violento embiste con un jadeo más y más agudo, hasta que las palabras de Ian la hacen sonreír de euforia y adrenalina. -No pares, no pares Ian, dame mas, mas, ¡maaaaaahhhhhhhh!- Se aferra a las manos de él en sus caderas y se empuja con salvajismo para que sus nalgas reboten contra la pelvis de él, dejándose llevar por el intenso orgasmo que la recorre por todo su cuerpo, su conducto vaginal contrayéndose alrededor el pene recubierto de latex, sus fluidos derramándose y bajando por el interior de sus muslos.

Envuelto en ese momento de suma exitación, Ian sucumbe a la invitación de Lizz, dejando sus preocupaciones de lado y permitiéndose un máximo arranque final. -Ah, ah, aaahhhhh...- De un momento a otro, su cuerpo libera sus líquidos seminales, acabando repentinamente con la tensión y generando un amplio estado de paz, como si de exorcisar a un demonio tratase. Su cuerpo cae sobre el cuerpo de Lizz unos instantes, mas se recompone un poco para seguir penetrando hasta que su miembro se achica y flacidece, impidiendo continuar.

Al retirarse, revela su condón mojado por los jugos de la dama, pero mojado también por dentro por los propios. Ian se lo quita y le ata un nudo, listo para botar.

-Hey Lizz... Creo que podríamos usar la ducha.- Ian se retira un poco, buscando el bote de basura en el mismo lugar donde se encontraba antes.

Lizz va recuperando su ritmo normal al respirar en los segundos que le toma a Ian salir de ella. Se levanta del sofá, eléctrica y con un brillo nuevo en la mirada. Espera a que regrese de botar el condón y le toma de la mano, llevándoselo con ella a la habitación y de allí al baño.

No parece ser capaz de dejar de tocarlo, buscando siempre su piel con las manos o con su propio cuerpo, mientras abre la ducha y la llave del agua cálida, regulándola hasta que queda en una temperatura agradable. En todo ese proceso, como si la separación jamás hubiera ocurrido, comienza a hablarle de su día, de un casting que había hecho esa mañana para aparecer en una de las series policiacas que hay de moda en Las Vegas. Se mantiene muy cerca de él y lo atrae con ella a la ducha, besando su cuello y sus hombros bajo el agua cálida, y hablando sin parar.

Tienen que compartir la toalla al salir, y con el cabello mojado Lizz lo lleva a la cama, y saca un nuevo paquete de cigarrillos, encendiendo uno y ofreciendo nuevamente la cajetilla a Ian. El cajón está lleno de preservativos en paquetitos de distintos colores y tamaños, aunque la modelo cierra rápido el cajón. El timbre de la puerta suena con insistencia. -Debe ser la comida. ¿Aún quieres cenar?- Dice, con una carcajada.

Rápidamente pasan del sexo a la ducha y de la ducha a la cama. Pareciera que en todo ese tiempo no habría oportunidad para hablar del principal tema de interés. Acepta el cigarrillo. -Sabes Lizz, hay algo que me ha llamado la atención hoy al estar contigo... Y es ese raro tatuaje de mariposa que tienes en el muslo. Estoy algo preocupado, ¿sabés? Te lo hiciste al llegar aquí.-Inhala un poco su cigarro para dejar una pausa y recibir respuesta. -En una publicación de hoy, encontramos a una chica muerta con el mismo tipo de tatuaje. Tengo una foto en mi cámara. ¿Será que la conoces? Tengo miedo de que lo que le haya pasado a ella te pueda ocurrir a ti.

Al escuchar el timbre, él se levanta y se dirige a la puerta. -Yo me encargo.- El hombre se levanta, toma la billetera de su saco y va a la puerta. Se impone. Por un presentimiento, no permitirá que Lizz abra.

Ian abre la puerta. -¿Diga?

El cambio de tema llena de curiosidad a Lizz, quién de forma distraída lleva su mano al tatuaje. Por su sonrisa seductora se podría deducir que la modelo piensa que aquellas palabras son un preámbulo para otra ronda en la cama. Parece un poco nerviosa cuando le da la razón. -Si, lo hice luego de... bueno, ya sabes. Te enojabas conmigo porque esnifiara y me tomara alguna pastillita alguna vez... y sentía que en cualquier momento encontrarías alguna tipa que sí entendiera sobre los fotógrafos famosos que mencionas...- Cuando Ian menciona el cuerpo de la chica con el tatuaje, la sonrisa de la modelo se borra. Se queda con gesto de circunstancia mientras Ian va hasta la puerta. Allí un joven de raza negra le entrega comida árabe en una bolsa, recibe el dinero, y se marcha.

Al regresar a la habitación, Lizz se ha puesto una de sus delicadas batas de seda semitranslúcida, y fuma insistentemente del cigarrillo. Mira hacia Ian, y espera que vuelva a sentarse en la cama. -Nunca quise involucrarte en esto, cariño.- Comienza, golpeando el cigarrillo en el cenicero sobre la cama. -Sabes que no soy de las que ve coger y tirar como un puto acto sagrado. Me gusta el sexo, y me gustan los lujos, y de vez en cuando un poquito de coca, ya sabes. No quería seguir pidiéndote dinero para mis cosas.-

Apaga el cigarrillo en el cenicero y enciende uno nuevo. -Una noche en uno de los cocktails de Petters esta tipa me habla de un selecto club de "azafatas de lujo". No dejaban de ser putas con clase, pero pagaban bien. Yo podía elegir al cliente y decidir hasta donde llegar. En fin, que contacto con un tipo al que llaman El Toro y me hacen las pruebas de rigor. Me tuvieron unos días de vigilancia, donde fingí una vida modesta e interesante. En esos días estabas tan enfrascado en conseguir fotos de La Gata que no me hacías ni puto caso. Me seleccionaron, y como marca me hicieron el tatuaje. Pero no estuve mucho, porque al poco ocurrió lo de la fiesta; alguna zorra celosa seguro que les dio el dato a los polis.- Estiró la mano para tomar la de Ian. -Soy un puto desastre, bebé; lo sé. Pero te quiero de verdad, eres lo único real en esta mierda de ciudad. Quiero hacer las cosas bien. ¿Podemos empezar de cero?-

Al llegar a la puerta y encontrar allí al repartidor de comida, baja un poco la tensión en Ian. Acepta la comida, paga y regresa. Aun así, no duda en abrir la bolsa y examinar qué había comprado. -Con que comida árabe, ¿eh? Supongo que sabes cuánto me gusta.

Aun así, Ian no deja de sospechar. La comida podría estar envenenada. Después de lo ocurrido a la supuesta gata, éste podría ser un ataque a las damas mariposa.

Al regresar a la habitación, encontraría a Ñizz hecha una chimenea. No la podía culpar, acababa de sacar el tema de una fallecida que podía estar relacionada a ella. Entonces, procede a escuchar su confesión. -Bueno. Admito que el oficio de fotógrafo no es que permita llevar una vida de lujos...

En el cambio de cigarros, Ian presta aún más atención. Saldría el tema de las "azafatas de lujo", tema del cuál se había enterado y por el cuál se había separado, pero nunca habría recibido la historia por parte de ella. Era cierto que estaba absorbido en su trabajo. Al terminar su historia, no podía evitar que se le generaran más interrogantes, pero su cambio de enfoque le llevarían a postergar el tema.

-Lizz... Lo siento, pero no puedo. No puedo vivir así, en este mundo tan turbio y desgraciado. No me atraen tantas engañosas tentaciones. Y ambos sabemos que, por más que vamos bien juntos, tú sí disfrutas de este mundo del que quiero huir. Sin embargo, te llevaré fuera de la ciudad una vez resolvamos nuestros asuntos jurídicos. Nos iremos de aquí, empezaremos de nuevo en algún otro sitio, y ya luego veremos si seguimos juntos o no después de eso. ¿Vale?

Dicho todo esto, Ian no duda en sacar su móvil y de allí mostrar unas fotos. -Mira. Éstas son algunas fotos del día de hoy. De la chica fallecida. ¿La reconoces?

Ian le muestra la foto a Lizz.

Aquel no contundente, aún cuando parece pintado de esperanza, hace que los ojos de Lizz pierdan un poco del brillo que la envolvía desde que viera a Ian en su puerta. El fotógrafo la ve forzar una sonrisa, apretando un instante más su mano. -Ya. Bueno...- Termina por decir, apartando su mano de la de Ian y refugiándose en su cigarrillo.

Levanta la mirada hacia el móvil, y niega incluso antes de mirar las fotos, estremeciéndose al ver el cadáver. -No nos conocíamos entre nosotras. En el Club se nos prohibía hablar entre nosotras, y todas debíamos llevar máscaras. Algunas incluso no llevan más que la máscara.- Intenta hacer un esfuerzo de todos modos. -¿Es latina? Sé que había varias latinas en el Club.- Sin embargo no parece saber más al respecto.

La respuesta de Lizz parece un tanto apagada y desinteresada. Ian la percibía molesta por su rechazo, pero no sentía ignoraría cualquier ápice de culpa por hacerlo. Ella sabía las razones por las que habían terminado y él simplemente no podía convivir con su estilo de vida. Perdonarla, talvez, pero no podía hacer la vista gorda si volviera a ello, y no tenía dudas de que lo haría.

-Vale... Así que no se conocen entre ustedes. Muy bien.- El hombre se levanta y procede a vestirse.

-Creo que ya es hora de irme.- Ian toma el teléfono y le escribe un mensaje a Nat. "Ya he terminado por éste lado. ¿Cómo van las cosas por tu lado?" Termina el mensaje y se guarda el teléfono.

-Bien Lizz, si te encuentras bien, entonces me retiro. Recuerda que si te ocurre cualquier cosa, puedes contar conmigo.- Entonces la mira a los ojos. -Y vamos. No pongas esa cara.- Le hace una guiñada y se dirige hacia la puerta.

La modelo sigue sentada al borde de la cama, viendo a Ian vestirse de reojo. Deja el cigarrillo que no ha terminado en el cenicero y enciende uno nuevo, inhalando profundamente el humo.

Vuelve a forzar una semi-sonrisa por sus palabras. -Adiós, Ian.- Dice en tono neutro, y aparta la vista de la puerta para no verlo salir.

Apenas sales del apartamento, tu móvil suena con una notificación. Mensaje de Nathalie.

Por aquí todo bien, todo bien jodido y buscando alguna pista...  ¿Qué has averiguado?... ¿O ha sido un encuentro de placer? (Emoji guiñando el ojo)

Al salir del apartamento y leer el mensaje de Nat, Ian no puede evitar sentirse molesto. No era su intención terminar en algo carnal desde un comienzo, pero ciertamente había terminado en ello. Mientras bajaba a la entrada del edificio, procedió a responder.

"Muy graciosa... Sí, he averiguado que la chica muerta pertenece a un club de "azafatas vip" que satisfacen deseos sexuales a personas adineradas. Su líder es un tal "El Toro" que quizás nuestro amigo el cabrón lo ubique. De no ser el caso, es posible que gente de bajos fondos sí lo conozca.
¿Dónde están? Podría ir hacia allí en este momento." Termina el mensaje y lo manda a Nat. Luego de esto, espera la respuesta frente a la entrada del edificio para saber hacia dónde irá.

Ian no tuvo que esperar mucho tiempo antes de recibir un nuevo mensaje de Nathalie. En esta ocasión solamente había escrito una dirección, de un local de equipos electrónicos ubicado hacia las zonas bajas de Las Vegas, donde usualmente se veían las casas de empeño en la que los jugadores desesperados se dejaban todo lo que tenían de valor con la esperanza de recuperarlos con un par de buenas manos.

Al recibir el mensaje de texto, Ian duda respecto a dónde queda esa dirección; después de todo, llevaba poco tiempo en Las Vegas. Revisó la dirección en el mapa y confirmó sus sospechas. -Es en un lugar de mala muerte... Será mejor que pase primero por casa a cambiarme.- Guarda su teléfono y se dirige rápidamente a su casa.