Partida Rol por web

Mike presiona la barra de las puertas de emergencia, las cuales ceden sin hacer ruido, y tanto la periodista como el investigador ingresan al lugar. Ante ellos se encuentra un pasillo amplio, con dos puertas del lado derecho, otras dos puertas del lado izquierdo, y una última puerta al fondo del pasillo.

De momento el lugar se encuentra medianamente silencioso, en teoría el lugar no debería abrir hasta dentro de media hora, por lo que seguramente las chicas se encontrarían preparándose para recibir a los clientes al Club Papillón.

Mike se acercó y golpeó la primera puerta de la izquierda, alejándose luego para dejar a Natalie al frente -Todas tuyas, chica - Alentó cruzándose de brazos y recargándose contra la pared más cercana. Si la primer cara que veían era la suya era posible que a alguna de las muchachas se le diera por gritar, y ahí estarían en serios problemas -Las damas estarán más tranquilas en tu compañía

- Eres un genio... - le dice a Mike cuando las puertas de emergencia se abren sin ningún tipo de problema, mirando visualmente el amplio conjunto de puertas en su campo de visión.

El hombre tras golpear la primera puerta de la izquierda se hizo a un lado para dejar a Natalie sola ante el peligro. La joven reportera tragó saliva esperando que alguien saliera a atenderla, y si eso sucedía, ¿qué iba a decir?... Se estrujó el cerebro, literalmente y creía tener una idea que pudiera funcionar, así que respiró con profundidad y esperó a que la puerta fuese abierta, haciéndole un gesto a Mike de que escondiera la jeta, si le veían los problemas podrían volverse exponenciales.

Los golpes de Mike sobre la puerta resuenan por unos instantes mientras Nat espera pacientemente a que alguien haga aparición. sin embargo, excepto por la música que parecía colarse por las mismas paredes del lugar, no escuchan a nadie reaccionar. La periodista abre la puerta, y puede ver que allí se encuentra un armario, aunque no es el tipo de armario que vería en la habitación de una mujer respetable.

Dentro, Nat y Mike pueden ver vestidos muy cortos de tela traslúcida, máscaras de diferentes estilos y formas, lencería sugerente de variados colores, desde suave y clara seda hasta oscuro cuero. Al asomarse a la segunda puerta de la izquierda, ven que es una pequeña cocina con algunas neveras; éstas están repletas de bebidas de calidad y delicatessen dulces y saladas.

El móvil de Nat vibra en ese momento, señalando que ha recibido un mensaje.

El mensaje es de Ian, muestra la foto de un hombre con gafas oscuras jugando a las tragaperras. Por un momento a la periodista le cuesta entender la razón de la imagen, hasta que se fija mejor. El hombre ha cambiado su atuendo, pero ella no tiene duda: es el tipo que persiguió cuando salieron del hospital.

Con la foto hay un mensaje:

"Este hombre estuvo en el hospital Y la casa de la Gata. ¿Qué hago?"

Nadie respondía a la llamada de la puerta, así que hizo lo que debía, colarse en aquella estancia para cotillear su interior, pasando sus ojos con avidez en busca de alguna prueba que nunca se halló. Como contra encontró una gran cantidad de ropa de fantasía, lencería de muchas tonalidades y máscaras. No cabe decir que Nathalie miraba tal derroche de incitación sexual casi con aprensión, pues a ella en el fondo, no le hacía puñetera gracia prostituirse.

- Sí que hay variedad.... sí.... - dijo la joven escandalizada cogiendo un par de prendas, ambas muy pequeñas y con bonitos encajes, cuando la muchacha observó una que le hizo sonreír -... Oh ya sé de qué voy a ir.... ¡es ideal!.... Date la vuelta Mike... - ordenó Nat comenzando a desvestirse y colocar sus pertenencias en un sitio muy apartado y discreto de la estancia. 

La joven no tardó mucho en ataviarse de la siguiente manera:

- Es genial..., si voy de dominatrix no tendré que acostarme con ninguno, cualquier varón tendrá que hacer lo que yo diga... - comenta a su compañero con la mejor de las sonrisas -.. y si no responde lo que quiero a lo mejor con unos cuantos azotes cede.... - y era mejor eso que ponerse una prenda roja y ser el centro de deseo de cuantos estuvieran en el salón. Además, a los hombres en general, o al menos los que ella había conocido les gustaba dominar, ser la dominadora le daba la tranquilidad de no ser muy solicitada.

Nat escucha vibrar su móvil y va a cogerlo para leer la misiva-... Es Ian... - le comenta a Mike -... Ha localizado al hombre que estaba en el hospital y en casa de la gata... y me pre pregunta que qué hacemos.... - suspira -... A mi no me puede reconocer, pero a Ian seguramente sí, es un riesgo que corre... Mike, deberías salir fuera para estar con Ian..., por si pasa cualquier cosa... Yo voy a dejar mi móvil aquí, esta ropa no me permite llevarlo cómodamente...

La joven suspira antes de escribir:

Que no te vea por si te reconoce, en breve salimos a la sala. Yo soy la de la fusta. No le pierdas de vista, quizás vaya a interrogarle.... ^^

Y si Mike no se lo impedía o añadía cualquier cosa, saldría fuera de la sala con sus botas de tacón alto, su fusta en la mano y un porte digno de cualquier película erótica.

La habitación estaba vacía hasta ahí parecía haber llegado su plan de hablar con las chicas a solas, a menos que esperaran a que regresaran.... Mike entró con cautela mirando con desinterés las prendas "Nada nuevo bajo el sol" Había tenido el placer de quitar muchas de esas del cuerpo de sus dueñas, más de una vez la mayoría, y por si solas no le reportaban gran interés.

-Una mujer desnuda sigue siendo más atractiva - Comentó tranquilamente sin prestar atención a lo que hacia Natalie mientras rebuscaba por la habitación. Miró sobre su hombro al ver de que estaba hablando la periodista pero al notar que empezaba a sacarse la ropa regresó rápidamente la mirada a lo que estaba haciendo. Cuando el movimiento ceso y le pareció prudente, se dio vuelta para encontrarse a su compañera en un conjunto... particular. Sonrió e hizo un gesto de sacarse el sombrero, en aprobación - Me gusta lo que veo, chica, pero no tus planes -

-Lo que estás diciendo requiere que se respete el consentimiento, el cual no veo que sea una prioridad en este lugar - No estaba muy seguro del régimen que seguían las dominatrices en ese lugar, pero considerando que las chicas no estaban allí de forma voluntaria no era difícil imaginarlo.

Escuchó lo que decía de Ian y asintió a lo de ir a acompañarlo - Ven aquí y no seas idiota - Reclamó deteniéndola por el brazo y tomando el movil de sus manos. Rebuscó entre la ropa hasta encontrar un par de botas altas negras y de taco, también un liguero - Pon el movil en vibrador y usa el liguero para atarlo a tu tobillo, llevalo por debajo de las botas - Pasar por prostituta era una cosa, hacerlo incomunicada sumaba probabilidades de que si alguien se pasaba de listo no tuviera a quien llamar - Las chicas desaparecen de aquí - Murmuró con seriedad esperando que hiciera lo que le decía, y que Ian pudiera evitar ser visto hasta que bajaran.

Nathalie demostraba que a pesar de poner toda la voluntad posible era una novata en aquellas lides donde se estaba metiendo. Ella daba por hecho de que si llevaba la fusta dominaba y bajo ningún concepto se había planteado que podían invertirse los roles, quizás porque siquiera deseaba pensar en ello.

- Ey no hace falta insultar... - le reprochó al cabrón cuando le dijo idiota, observando las acciones de su compañero -...Vale..., esto sí está siendo una buena idea... - dijo la joven al ver cómo su móvil se camuflaba en modo vibración por dentro de la bota, obedeciendo sus sugerencias y volviendo a estar comunicada -... Bien..., creo que ya estoy lista... ¿Algo más que quieras decirme de última hora?....

-Perdona mis modales cuando intento mantenerte con vida - Respondió sarcástico comprobando que el móvil no fuera visible de ningún angulo. -Creo que si no te sacas las botas estarás bien - Decretó satisfecho.

-Buena suerte, muchacha - Le deseó con un fuerte acento y una sonrisa. Con una exagerada reverencia le abrió la puerta del lugar. -Iré yo primero, no sería bueno que volviera alguien y me encontrara - Ella podía pasar más desapercibida, con gesto del sombrero se despidió, y se dirigió hacia el club.

Nathalie ante el comentario del cabrón le sacó la lengua, estaba claro que nada más tenía que decirle, pero eso sí, le hizo caso en sus sugerencias, acomodando su móvil en las botas y dejándole salir en primer lugar.

- Ten cuidado Mike... - le deseó en última instancia, no deseaba que le hiriesen por aquella investigación y menos por haberse arriesgado tanto.

La periodista una vez se vio sola irguió la espalda, metió abdomen, sacó pecho y trasero y caminó, cual diva hacia la sala de fiestas, donde no tenía ni idea de lo que se iba a encontrar, pero desde luego, no iba a separarse de su fusta.

Primero Mike, luego Nat, cruzan la puerta del fondo que da directamente con el interior del Club Papillion. Lo primero que notan es que consiste en una especie de laberinto de pasillos y tres salones principales, más todas las paredes que los dividen son de cristal semi-transparente, lo que les permite ver las formas y figuras a través de ellos. El techo está pintado con aerógrafo para simular un cielo cambiante. El salón a la derecha parece más iluminado, imitando un atardecer radiante; el salón central muestra un crepúsculo cubierto de estrellas nocturnas. Por último, el salón de la izquierda tiene aspecto más industrial, oscuro, psicodélicos, perturbadores.

Una cosa que si pueden notar es que todos los presentes, ya sean las chicas o los clientes, llevan sus rostros cubiertos con máscaras. Las hay de todo tipo, desde aquellas que cubren el rostro completo a algunos que son solo antifaces, hay máscaras más animalescas y otras que recuerda a los bailes de mascaradas renacentistas. Una chica con una máscara felina, con un diminuto bikini del cual cuelga una cola, sale del salón central y pasa junto a ellos, dedicando una lasciva y curiosa mirada a Mike, antes de entrar por la puerta que da a los vestidores.

Nathalie iba memorizando el camino que recorría, más que nada para ser capaz de volver a sus ropas de nuevo. Los pasillos eran laberínticos, pero en todos había algún elemento digno de ser recordado para poder tomarlo como punto de referencia, aunque no ayudaba mucho a eso el hecho de que hubieran cristales semitransparentes, así que se fijó en los posibles cambios de las paredes y suelos, ya fuese suciedad o una raya que destacase.

La muchacha camina hasta la zona central y no puede evitar mirar el techo, así como las formas psicodélicas y los antifaces de clientes y muchachas, en aquel lugar desde luego el anonimato estaba garantizado porque era imposible distinguir a nadie.

- Parece que es tu día de suerte Mike.... - dijo la joven antes de darle a su compañero con la fusta en el trasero, una pequeña venganza por su comentario de antes al insultarle diciéndole idiota -... Venga guapo, investiga a la muchacha que va a los vestidores, no pierdas tiempo.... - le sugiere antes de entrar en el local acariciando su arma, sintiéndose la mujer más estúpida de la ciudad, incómoda situación en la que estaba metida, dio un paseo alrededor para sacar algo de información general, o como mínimo, encontrar a Ian

Maldijo por lo bajo al fotógrafo cuando vio las mascaras. "Buen trabajo de inteligencia, chico" Pensó sarcásticamente. Por otro lado debía admitir que el club tenía más estilo de lo que hubiese imaginado, tiraba más por el erotismo que por lo pornográfico y aquello era más difícil de lograr que su inverso. Ligeramente impresionado, intentó concentrarse en el problema que tenía en frente, necesitaban máscaras. "Y creo que se donde conseguirla" Pensó sosteniendo la mirada de la chica que le había cruzado, devolviendole la sonrisa. 

El golpe lo tomó por sorpresa, y la miró alzando una ceja, sin perder la sonrisa se acercó al oído de la periodista -Cuando quieras, te enseño a usar eso como se debe... gatita - Susurró con voz lasciva, apartándose de ella y siguiendo los pasos de la chica gato antes de darle tiempo a responder, dedicando mucho esfuerzo para que no se le escapara una sonrisa que arruinara su farol.

Al entrar en el ascensor, Ian ve que junto al botón que marca el número 7 hay una rendila, bastante disimulada. La llave más pequeña entra en ella, y al darle vuelta, el botón se enciende, habilitándolo para ser usado. El fotógrafo lo presiona, y las puertas se cierran.

El ascensor se detiene en la planta siete, dejando a Ian ante un hall de color naranja oscuro, sin ventanas, y en el que destaca una gran puerta negra, con una cerradura antigua y brillante. No hace falta ser un genio para entender que la llave negra que recibió en recepción entrará sin problemas allí. Al traspasar aquella puerta, Ian se encuentra con un pequeño salón apenas iluminado. Cuesta percibir las paredes en la oscuridad, pero están cubiertas con cortinaje azul oscuro. Hay un chaise longue de aspecto clásico, tapizado con arabescos, y tres puertas ricamente ornamentadas. Antes de poder detallar las puertas más de cerca, una mujer surge detrás de uno de los cortinajes. Es una mujer ataviada con ropajes sensuales y bizarros. Un intrincado corpiño bondage comprime su torso y realza extremadamente su generoso busto. Su rostro es el de una mujer madura, quizás de más de 40 años, hermosa y algo severa. Lleva el cabello recogido en un moño, a lo orienta, y su rostro está maquillado sin pudor, con labios oscuros y brillantes, largas pestañas y sombras azules bajo los pómulos. Bajo el corpiño viste una falda semi translúcida que deja entrever unas piernas firmes y largas, y su sexo, apenas con vello. Para finalizar, lleva tacones altos oscuros.

Se acerca a Ian. -Bienvenido al Club Papillon.- Su voz es oscura, exótica. -Puedes llamarme Dama Ulma. ¿Primera vez? ¿Conoce las normas?-

Mientras recorre los pasillos, Nathalie avanza con algo de seguridad hacia la zona central. Una marca en el cristal justo junto a la abertura del pasillo muestra el símbolo de una flor azul. Al entrar en el lugar, el calor amazónico la invade, viendo como aquí y allá han decorado el lugar como una jungla salvaje. La sala resulta ser mucho más amplia de lo que podría haber esperado. Avanzando a través del follaje, le parece escuchar el murmullo de agua. ¿Una cascada? No tarda en dar con lo que parece una piscina interior, diseñada de manera que luce como una laguna artificial. Junto a ella, un hombre con máscara de león copula en cuatro con una chica de piel morena, su máscara de plumas, el aspecto de tratarse de una amazónica atrapada bajo las zarpas de aquel apasionado animal que la penetra con ansias.

Más allá, vislumbra lo que pareciera las ruinas de un templo antiguo, donde una joven semidesnuda con los ojos cubiertos, está encadenada a uno de los pilares, custodiada por otras dos mujeres de aspecto salvaje. Cada cierto tiempo la dama encadenada se remueve, entreabriendo las piernas revelando el tatuaje de una mariposa, distinto al que viera en el cuerpo de la Gata Azul, pero en la misma ubicación. Al abrir y cerrar las piernas pareciera que la mariposa aleteara.

Más adelante, encuentra a un hombre de máscara negra siendo "devorado" por preciosas caníbales de piel acanelada, una de ellas consumiendo el miembro erecto mientras las otras se reparten el resto a dentelladas y arañazos, con los jadeos y gemidos del hombre que no tarda en eyacular, banquete lácteo disfrutado por las bestiales féminas.

En esa zona, nota que la mayoría de las chicas tienen piel latina o negra, aunque hay variedad. De pronto escucha un ronroneo en su oído, una voz femenina. -Cariño, creo que te perdiste de sala...- A su lado está una mujer de máscara verde, vestida como una druida, apenas un manto de hojas en su espalda, y una exigua tela cubre su sexo, dejando los senos al aire. -¿Es tu primer día?- A través de la tela ve también parte de la mariposa, y no tarda en darse cuenta que cada chica, de algún modo u otro, expone su mariposa para el disfrute ajeno.

Mike regresa sobre sus pasos hasta la puerta por donde han entrado. Ve a la chica internarse hacia las puertas del lado contrario a donde habían entrado en un principio. Unos segundos más tarde oye el agua correr. Parece ser que de aquel lado se encuentran los baños para las chicas del Club.

Al otro lado están las puertas que llevan a los cambios de ropa, refrigeradores, y demás, que había visitado junto a Nathalie. Se interna en el lugar, y comienza a revisar entre las distintas máscaras para buscar una apropiada[*]. Cuando está terminando, escucha la puerta abrirse una vez más, y se encuentra con el rostro sorprendido de la chica felina. -¡Ay! Esta zona es privada, cariño[**].- Aunque sonríe, se ve que está nerviosa de encontrar un hombre allí dentro.

Se escabulló hacia los vestuarios, cuanto antes tuviera máscara antes dejaría de llamar la atención. Rebuscó entre las que había disponible hasta encontrar una que le encajaba perfectamente.

Pero la puerta se abrió y se la tuvo que calzar apresuradamente, girándose para encontrar a la chica de antes. -Lo siento, señorita * - Se disculpó haciendo una ligera reverencia - No fue mi intención asustarla* - Dijo en perfecto español pero con un fuerte acento haitiano. -Me permite hacerle una pregunta antes de que me retire? - Abajo de la mascara no podía hacer ningún gesto, así que imprimió a su voz de tanto carisma como le fue posible.

Al ingresar al piso, se siente algo nervioso por el lugar y lo que estaba viendo. Podía comprender que en esa clase de lugares la discreción era una prioridad absoluta, pero la total ausencia de ventanas le daba una sensación sofocante de estar adentrándose en una trampa.

Ingresó por la gran puerta usando la llave negra y, al entrar, vislumbró todo lo que le habían contado y que no había logrado del todo imaginar. Entonces apareció la mujer, una dama a quién no conocía pero quien le llamaba fuertemente la atención. Particularmente por su extravagante estilo.

-Sí. Es la primera vez. ¿Podría repetirme las normas?- Actuando casual, espero a que esa madame le instruyera.

Cuando se dirigió hacia la zona central no podía imaginar que iba a entrar en el interior de una jungla, un escenario muy logrado que no solo recreaba el calor del clima tropical, si no hasta la vegetación parecía auténtica. Extasiada se hallaba la joven hasta que, caminando por aquel lugar marcado con una flor azul en los cristales, vio una pareja copulando, sin ningún tipo de pudor en aquel espacio tan bien decorado.

- Yo... Ehmmmm... Esto.... - dijo en voz muy baja, no sabía si disculparse o interrumpirles para ver si el tipo era Ian, aunque determinó por el brío con el que penetraba a la mujer de que no podía tratarse de él, Ian nunca se había mostrado tan dinámico, aunque...¿y si en ese contexto lo era?... En su fuero interno se disgustó, aunque no tenía motivos para ello, al fin y al cabo a él no le importaba absolutamente nada que ella pudiera estar allí jugándose el tipo, ¿o sí?....

Ya estaba de nuevo dando vueltas a la cabeza cuando se fijó en un detalle, en la zona del templo había una mujer encadenada, la cual tenía una mariposa en el mismo lugar que la gata azul, haciendo que Nathalie tuviera de repente una idea. En las junglas habían mariposas, los gatos...¿en que escenario podrían estar ubicados?...En Egipto era una posibilidad..., pero si el gato era azul, quizás hasta en un contexto de ciencia ficción.

La mirada de la periodista queda prendida en ese instante sobre el tipo que estaba siendo devorado por un grupo de mujeres, eyaculando ruidosamente sobre la boca de una de ellas, haciendo que la fémina girase su rostro hacia otro lado. Puajjjjj.... ¿Harán control de ETS a los clientes?.... Espero que sí... Joder que asco....

Nat se sobresaltó al escuchar la voz femenina en su oído, y claro, entendió que ella pegaba menos en ese contexto que un chuletón en una convención de veganos.

- Yo..., me temo que sí, que estoy perdida... - y no se imaginaba la latina cuánto -...Es mi primer día..., me dijeron que tenía que ir con el resto de las gatitas..., vengo a sustituir a... bueno..., ya sabes el revuelo social.... Soy la que tiene que ir a esa sala pero no me han explicado muy bien lo que debía ponerme ni cómo llegar.... Por favor, necesito el dinero..., ¿puedes ayudarme?.... -su voz casi sonó a súplica, si la joven accedía a echarle un cable, todo sería más fácil.

Antes de que ambos separasen sus caminos, el azote que le dio a Mike tuvo una reacción en el hombre que no esperaba, provocando que él se le acercara al oído y le hiciera un comentario que llegó a encender sus mejillas

- Vas a tener que convencerme, u... obligarme.... y lo segundo podría ser divertido.... - le dijo Nathalie antes de que éste se marchara siguiendo a la gatita oficial del local, dándole un segundo azote con la fusta, un poquito más fuerte que el primero, no sin antes girar ella su rostro en dirección a Mike, ¿Había sido eso una provocación? ¿Una invitación?¿O un deseo?

Como fuera, sus caminos debían divergir.